Situación actual y manejo de agropiro, pasto llorón y mijo perenne en Villarino y Patagones.

Transcripción

1 Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria Centro Regional Buenos Aires Sur Estación Experimental Agropecuaria Hilario Ascasubi Situación actual y manejo de agropiro, pasto llorón y mijo perenne en Villarino y Patagones. Juan P. Vasicek1 & Juan P. Renzi1, 2. 1-EEA H. Ascasubi, INTA. 2-UNS-DA. Octubre El desarrollo de conocimientos y herramientas técnicas que contribuyan a incrementar la superficie, productividad y estabilidad de pasturas perennes en los partidos de Villarino y Patagones es una de las líneas de acción que desarrolla el INTA H. Ascasubi en articulación con otras instituciones como la Subsecretaría de Producción del Municipio de Villarino, el Ministerio de Asuntos Agrarios de la provincia de Buenos Aires y el Departamento de Agronomía de la Universidad Nacional del Sur (UNS), entre otras. En este marco y motivados por el plan de sustentabilidad forrajera, se están realizando desde el año 2012 seguimientos y experimentaciones en agropiro, pasto llorón y mijo perenne, que son las pasturas perennes predominantes para esta región. Agropiro En estos últimos años el agropiro se ha difundido ampliamente, debido a su rapidez y facilidad de implantación en siembras de marzo a fines de abril, coincidente con el periodo de mayor probabilidad de lluvias en la región. Otra de las causas de su gran aceptación por los productores es su similitud con los verdeos de invierno en calidad y periodo de producción de forraje, siendo la gramínea perenne templada hasta el momento más apta para Villarino y Patagones. Uno de los aspectos más importantes para lograr un óptimo stand de 1

2 plantas de agropiro (> 100 por m2) es la utilización de semilla con altos porcentajes de germinación y pureza (> 90%). De esta manera existe una mayor probabilidad de lograr pasturas densas y uniformes, mejorando la cobertura del suelo y competencia frente a las malezas. Producciones de forraje, medida como materia seca (MS), entre 2000 a 5000 kg/ha durante el año de implantación se han observado dependiendo de la fecha de siembra, precipitaciones y fertilidad del lote, principalmente. Es notable el impacto de la fecha de siembra sobre el inicio del primer pastoreo, afectado negativamente a medida que se retrasa. La fertilidad nitrogenada es otro aspecto para destacar, limitando muchas veces la productividad. Esto se observa frecuentemente en lotes overos o manchoneos derivados de las deyecciones de los animales. En cuanto al primer pico de producción del agropiro durante el ciclo (otoño-invierno) se han medido valores promedio de forraje del orden de 1000 a 2500 kg MS/ha, los cuales se aproximan a los de un verdeo de invierno, siendo esto un aspecto importante debido a que es un cultivo perenne. Sin embargo, en sectores con alta densidad de plantas, 100 % de cobertura de suelo y buena fertilidad se midieron producciones de 2500 a 3500 kg MS/ha para el período de producción de otoño-invierno. Es importante aclarar que el agropiro es una especie que requiere de un pastoreo frecuente e intenso, principalmente en primavera, momento a partir del cual tiende a pasar al estado reproductivo. Se debe mantener una altura del forraje que oscile entre 5 y 15 cm, por lo tanto un pastoreo frecuente y con una elevada carga animal posibilitarán un aprovechamiento más eficiente, logrando que la pastura permanezca en estado vegetativo y evitando la formación de cañas que reduce drásticamente el valor nutritivo del forraje. Es por esto que el agropiro no gasta los dientes de los animales ni produce daños en la visión de los mismos, ya que esto depende únicamente del manejo que se haga del pastoreo. El gasto de la dentadura puede ser el mismo que el producido sobre un pasto llorón (más aún diferido), un pajonal o un campo natural. Por último, las malezas que dificultan frecuentemente la implantación de agropiro en la zona son flor amarilla, abrepuño amarillo y cardo ruso, a las cuales puede sumarse el raigrás en años húmedos. Es muy importante sembrar la pastura sin malezas en el lote, debido a que los controles químicos en post-emergencia y sin riesgos de fitotoxicidad, recién pueden realizarse cuando el agropiro inicia el macollaje, siendo variable entre 2 a 4 meses debido a su lenta implantación. Los herbicidas posibles a utilizar para el control de malezas de hoja ancha son 2,4 D, dicamba, picloram y metsulfurón. En el caso del raigrás, se ha observado este año algún lote de agropiro muy afectado por esta maleza, como consecuencia de no haber realizado un control químico previo en la primavera anterior. 2

3 Pasto llorón La segunda gramínea perenne de mayor difusión en la zona, es el pasto llorón, cuya introducción data de varias décadas. No obstante, el porcentaje de establecimientos agropecuarios que lo utilizan en la región todavía es bajo, perdiéndose y degradándose varios lotes durante los años de intensa sequía. Su importancia radica en que se adapta muy bien a los sistemas de cría bovina de Villarino y Patagones, debido a su rusticidad y comportamiento frente a sequía y suelos con baja fertilidad. Debido a que es una especie megatérmica del tipo C4, permite utilizar en forma eficiente las precipitaciones de primavera-verano, complementando al agropiro y a los verdeos de invierno. La fecha de siembra ideal del pasto llorón es muy aleatoria, ya que depende de las condiciones de humedad y temperatura de cada año en particular. En consecuencia, puede sembrarse en primavera o a fines de verano. En primavera, la ventana de siembra se encuentra durante el mes de octubre, debido a la buena probabilidad de ocurrencia de precipitaciones. En esta época está presente el riesgo de heladas tardías, aunque deberían priorizarse las condiciones de humedad, ya que es más probable que la humedad sea escasa en noviembre y diciembre a que ocurra una helada tardía intensa en octubre y noviembre, pudiendo dañar las plántulas en emergencia. Con respecto a la fecha de siembra de fines de verano, las condiciones de humedad en esa época suelen ser aceptables, principalmente en el mes de marzo. El problema en esta época suelen ser las heladas tempranas, muy variables entre años, con inicio desde fines de marzo, abril o mayo. Por lo tanto, no hay una fecha ideal sino que habrá que elegir en cada año en particular de acuerdo a las condiciones climáticas que prevalezcan. De los lotes relevados hasta el momento se pudo apreciar que su implantación suele ser dificultosa, debido principalmente al pequeño tamaño de la semilla, la calidad de esta última y la regulación de la profundidad de siembra. Con respecto a la calidad de la semilla es aconsejable utilizar partidas que posean al menos 80% de poder germinativo, para asegurar una alta tasa de establecimiento. En cuanto a la profundidad de siembra, se trata de colocar la semilla en superficie, 3

4 utilizando en lo posible el cajón alfalfero, y luego compactar la semilla para favorecer su contacto con el suelo. Muchas veces las fallas en la implantación se originan en una profundidad de siembra excesiva, más aún si el suelo se encuentra con alguna labranza. En lotes bien implantados de un año, según datos preliminares, se ha medido una producción promedio de 2300 kg MS/ha para el primer ciclo de crecimiento. Sin embargo, muchas veces la implantación suele ser despareja, heterogénea e incluso nula, por lo cual la producción de forraje al inicio es sensiblemente menor. En lotes implantados y con buena uniformidad se observa una mayor productividad, que puede oscilar en un rango de 3000 a 4000 kg MS/ha por año, y con una densidad promedio de 20 plantas m2, que muchas veces conduce a la generación de matas y a no cubrir el suelo en su totalidad. Por otra parte, en marzo del corriente año en suelos medanosos que habían sido afectados por incendios durante el verano se han podido implantar lotes con una alta eficiencia, producto de las buenas condiciones de humedad y la correcta regulación de una máquina de siembra directa. En este caso se observó una densidad de 100 a 200 plántulas m2 con dosis de siembras de 3,5 kg/ha de semilla. La gran incógnita hasta la fecha en este tipo de lotes se relaciona con los porcentajes de supervivencia invernal de dichas plántulas. Mijo perenne La última especie incorporada en la zona, y con gran auge en los últimos años, es el mijo perenne. Sus características son muy similares a las del pasto llorón, en cuanto a fecha de siembra, rusticidad, comportamiento, época de crecimiento y dificultad de implantación. A diferencia del llorón, presenta una mejor calidad nutricional tanto en estado vegetativo como en diferido, y su producción se encuentra más desplazada hacia fines de la primavera y verano. El principal problema del mijo perenne es la muy baja calidad de la semilla disponible, ya que su poder germinativo oscila entre 15 y 50 %, de acuerdo a muestras evaluadas en el Laboratorio de Semillas de la EEA Hilario Ascasubi. Esta variabilidad estaría relacionada con la madurez desuniforme de las semillas en la planta en el momento de cosecha. En este contexto, la eficiencia de implantación generalmente suele ser baja y más dificultosa que en pasto llorón. No obstante, existen antecedentes de lotes implantados satisfactoriamente, con muy buen stand de plantas y gran uniformidad, y habiendo utilizado entre 6 y 7 kg/ha de semilla con un 33 % de poder germinativo, en lotes libres de malezas y empleando una máquina de siembra directa que colocaba la semilla en superficie, sin enterrarla. A su vez, las precipitaciones recibidas luego de la siembra habían sido frecuentes y abundantes. Esta situación en particular, pone en evidencia que no sólo la calidad de la semilla (regular en ese caso) es determinante en la 4

5 implantación, sino que muchas veces las fallas se pueden deber a una profundidad de siembra excesiva, a mala regulación de la sembradora, a condiciones de humedad deficientes o una fuerte competencia por parte de las malezas. Parte de esa baja eficiencia en la implantación puede compensarse por resiembra natural de la pastura. Este es uno de los mejores atributos del mijo perenne, puesto que se observa en los lotes de la zona una mejora considerable en el stand de plantas a medida que pasan los años, siempre y cuando se deje caer la semilla y no se pastoree el lote cuando se encuentra en estado reproductivo. De este modo, se aprecian nuevos nacimientos de plántulas cuando las condiciones de humedad y temperatura lo permiten, aumentando paulatinamente el porcentaje de cobertura del suelo con la especie. En algunos de los lotes observados se han medido densidades de 5 a 20 plantas/m2 en promedio, con elevada desuniformidad. Sin embargo, en lotes con alta eficiencia de implantación se observaron entre 50 y 100 plantas/m2. En cuanto a la producción de forraje, no se dispone de información hasta el momento, debido a que muchos lotes de la zona se encuentran en la etapa inicial de implantación, pero datos preliminares indicarían que la productividad del mijo perenne en la zona es similar o levemente inferior a la del pasto llorón. Tanto en pasto llorón como en mijo perenne las principales malezas que dificultan su implantación son flor amarilla, cardo ruso, roseta francesa o torito y roseta blanca. En el caso de las tres primeras es posible su control químico utilizando 2,4 D y dicamba o picloram, pero en el caso de la roseta blanca, al ser una gramínea, no existen por el momento herbicidas que la controlen y sean selectivos a pasto llorón o mijo perenne. 5