Cómo apareció "El pequeño gigante" en la escuela? Narrando cuentos en preescolar

Transcripción

1 LA CLASE Tema del mes Fabiola Mejía Moreno Cómo apareció "El pequeño gigante" en la escuela? Narrando cuentos en preescolar Motivar a los alumnos es una pieza fundamental para fomentar el aprecio por la lectura desde pequeños, limitarnos por el material reducido que a veces poseen algunas escuelas nos llevaría a un rotundo fracaso como profesores. El cuento de El Pequeño Gigante surgió a partir de una experiencia en la escuela donde laboraba. Allí no teníamos muchos recursos ni materiales didácticos; en ocasiones les llevaba cuentos para leerles, y en otras les inventaba algunos de la misma manera en que solían hacerlo mis abuelos y mis padres. Mi madre me leía cuentos y mi padre solía contarme algunas anécdotas. Durante la carrera como licenciada en educación y por la práctica docente pude analizar y darme cuenta de lo importante que habían sido esas experiencias familiares. Creo que podemos utilizarlo como una herramienta muy útil que favorece en los niños su lenguaje e imaginación, y cuando están muy inquietos o ansiosos se puede utilizar para acaparar su atención. Escuchar cuentos hace a los niños más reflexivos, ya que en éstos siempre encontraremos un mensaje o anécdotas para abordar otros temas, ayuda también a combatir sus propios temores porque se pueden identificar con las emociones de los protagonistas. En el salón de clases de kínder 2 había un peine muy grande que siempre les llamó la atención a los pequeños y en ocasiones era un distractor o motivo de pleitos entre

2 ellos, ese día, ya casi para finalizar la jornada noté que dos de mis alumnos peleaban por el peine. Ya había sucedido en otras ocasiones por lo que decidí detener la actividad que realizaba y contarles la verdadera historia del peine grande. La reacción de los niños fue de total atención hacia lo que platicaba y al terminar la narración surgieron una serie de preguntas que yo no imaginaba y que tampoco tenia respuesta para todas. Sin darnos cuenta la jornada terminó y las reflexiones sobre lo que había sucedido con ese peine enorme las dejamos para el día siguiente. De tal modo que preparé una serie de preguntas para los alumnos del preescolar 2 con el afán u objetivo de estimular su imaginación; ellos seguían encantados con el cuento, quizá porque había ahí un objeto concreto que se los recordaba, objeto que ya no me causaba problemas de distracción y lo compartían con facilidad o no lo tocaban porque el gigante se podía enojar, además de que seguramente los observaba. Finalizó ese curso y pasaron unos años para decidirme a escribirlo, sin embargo, lo mantenía en la memoria porque había sido muy significativo tanto para ellos, como para mí. Y aún me quedaba la duda de si realmente había sido un buen cuento o simplemente había sido un éxito por el famoso peine. Así que lo escribí y lo volví a contar, pero en esas ocasiones en dos grupos de preescolar, uno de nivel 2 y el otro del 3. La reacción fue muy semejante a la primera vez, de total atención y hubieron diferentes reacciones: los niños más pequeños buscaban al gigante por todos lados, su reacción era de completa atención sin distracción alguna, por difícil que parezca, también había muchas risas. Al paso de los días, los niños seguían preguntando sobre el pequeño gigante, y mencionaban situaciones del cuento, según la circunstancia. Aprendí que mucho del recuerdo del cuento se debía a las voces, los gestos, los sonidos. En una narración son importantes para atraer su atención, y para que lo disfruten o les provoque diferentes emociones. La teatralidad es parte indiscutible del cuento.

3 De verdad los invitó a no limitarse y buscar alternativas a sus problemas cotidianos. Utiliza el cuento COMO HERRAMIENTA EN TU PRÁCTICA DOCENTE ya sea para que se reflejen en la situación o como herramienta para el aprendizaje. Mi experiencia, que a decir verdad es pequeña, me ha enseñado a ser una mejor docente y a compartir estas sencillas propuestas que ahora cristalizan en el cuento de El pequeño gigante. Fabiola Mejía Moreno. Idea original y texto María Guadalupe Salinas Fuentes. Ilustraciones Había una vez un gigante que vivía en una nube en el cielo, con todos sus amigos gigantes, que eran gruñones y malhumorados. Él se sentía muy sólo y triste porque ahí se la pasaban enojados y sin hacer nada.

4 El gigante se sentía muy diferente a los demás, tenía ganas de aprender. Un día cuando caminaba para no aburrirse escuchó unas vocecitas que cantaban. Desde entonces se quedaba horas ahí escuchando todo lo que podía, se dio cuenta que era un Jardín donde los niños aprendían muchas cosas; el pequeño gigante se puso muy triste porque deseaba aprender todo lo que pudiera, pero no lograba escuchar con claridad. Ese día se la pasó llorando, llegó la noche y seguía llorando porque anhelaba estar en esa escuela y aprender todo lo que pudiera.

5 Cuando de pronto se dio cuenta que unas ramas estaban debajo de sus Así que se asomó y logró ver que esas ramas llegaban hasta el Jardín y que habían crecido por todas las lagrimitas que había llorado; sin esperar más trepó en ellas y bajó hasta la pequeña escuela, donde quedó maravillado de todo lo que vió: materiales que jamás sus manos habían tocado, colores que nunca había visto, letras que jamás pensó que existieran.

6 Alegre y contento decidió regresar al otro día pero más temprano, para poder ver todo con más detalle; Volvió a subir hasta su nube para que sus amigos gigantes no lo descubrieran. A la mañana siguiente el pequeño gigante bajó un poco más temprano.

7 Cuando pensó que no había nadie, comenzó a observar todo y mientras caminaba chocó con algo o alguien: Aaaaah!!! Gritó la maestra. Aaaaah!!! Se asustó el Gigante. La maestra preguntó con una voz cálida: Quién eres tú y qué haces aquí? El Gigante contestó temeroso: Yo vengo del cielo, mi hogar es una nube muy grande donde vivimos muchos gigantes. El gigante comenzó a platicarle a la maestra todo lo que había pasado y todas sus ganas por aprender; así que la maestra decidió darle clases.

8 Todos los días el gigante asistía a la escuela, emocionado y muy contento por aprender. El pequeño Gigante logró leer y escribir, así que la maestra le propuso que compartiera todo lo que sabía con sus amigos gigantes. Él platicó con sus amigos gigantes, y les propuso enseñarles todo lo que había aprendido. Algunos, renuentes, decidieron apartarse e irse a otra nube donde no los molestara el pequeño gigante con sus cuentos y enseñanzas. Nosotros no necesitamos nada de eso! Déjanos en paz. Dijeron varios Gigantes con voz gruñona.

9 En cambio otros gigantes decidieron que sería muy importante aprender cosas nuevas. Nosotros si queremos aprender, se escucha muy interesante! Le dijeron alegremente. Así que el pequeño gigante ha dado clases a generaciones y generaciones, logrando que su nube de gigantes sea más unida, se diviertan más, tengan de qué platicar, sin olvidar que ya no hay gigantes malhumorados.

10 El pequeño Gigante de vez en cuando baja al jardín por libros y se queda viendo a los niños y a las maestras para aprender de ellos cosas nuevas. Así que cuando estés en el Jardín, mira todo a tu alrededor porque quizá el gigante está por ahí observándote. Y colorín colorado este cuento se ha acabado. Fabiola Mejía Moreno Licenciada en Educación por la Universidad Pedagógica Nacional. Unidad UPN 095 Azcapotzalco visite