ENFRENTARSE AL ACOSO ESCOLAR



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Transcripción:

ENFRENTARSE AL ACOSO ESCOLAR AUTORÍA VIRGINIA DE VAYAS GARCÍA TEMÁTICA ACOSO ESCOLAR ETAPA EP, ESO Resumen Este artículo pretende ser una mirada sobre el fenómeno de la violencia escolar en nuestros centros educativos, analizar sus principales características, señalar los agentes implicados en ella y ofrecer las claves para una intervención eficaz para afrontarla. Palabras clave Acoso escolar, Bullying, distorsión cognitiva, Síndrome del Pequeño Emperador 1. INTRODUCCIÓN. Si echamos la vista atrás buscando noticias y casos de violencia escolar en las aulas nos daremos cuenta que es desde 2004 cuando en España se empieza a poner el foco en el tema. Desde la muerte de Jokin (un chico de 15 años que se suicidaba para no tener que soportar más el maltrato de sus compañeros) se ha venido analizando este fenómeno en diversos foros y, a veces, de maneras enfrentadas. Sin embargo, en Noruega, Inglaterra o Estados Unidos ya hacía tiempo que se venía estudiando este fenómeno y aplicando programas para erradicarlo. Esto no significa que antes no hubieran existido actos de violencia en las escuelas, pero este trágico caso marcó un hito en la historia de la violencia escolar en España (algo frecuente en España, donde, desgraciadamente, a menudo se legisla a golpe de tragedia). Desde aquel momento nos dimos cuenta que habían ido germinando en nuestros centros unas semillas de violencia gratuita, brutal y aterradora. Es un mecanismo de violencia silenciosa, soterrada y arrolladora que destruye aquello por donde pasa y que resulta difícil de erradicar por sus ramificaciones. Para sumarle dificultades a la resolución del problema, a menudo desde las esferas política, educativa, psicológica y socio-familiar no se ha enfrentado el conflicto de manera conjunta y coordinada. Por el contrario, suele suceder que desde estas diferentes posturas las consideraciones y posibles soluciones al problema no han sido unánimes o consensuadas, sino enfrentadas y contrarias. 1

Unos niegan el problema, a otros los acusan de exagerarlo y otros se evaden de toda responsabilidad. Como resultado el problema sigue ahí y será difícil erradicarlo de nuestras aulas. 2. CONCEPTO Y TERMINOLOGÍA. Uno de los autores que antes y mejor ha sabido definir este concepto ha sido Jan Olweus (1978) de la Universidad de Bergen. Olweus nos habla de acoso escolar o Bullying 1 cuando existe: conducta de persecución física y/o psicológica que realiza un estudiante contra otro, al que escoge como víctima de repetidos ataques. Además señala que debe existir también un desequilibrio de poder entre acosado y acosador, una relación asimétrica de poder en la que al menor al que están maltratando le es muy difícil defenderse (permitiendo diferenciarlo de otras posibles interpretaciones como: juego turbulento, acto disruptivo, incidente puntual o bromas y relaciones de jugueteo entre iguales propias del proceso de maduración del individuo). Besag (1989) y otros añaden el aspecto moral de intención, que aunque de difícil cuantificación, es un aspecto importante cuando intentemos iniciar la modificación de comportamiento y el cambio de actitud de los agresores. Así, en 1993, Olweus redefine el acoso desde el agresor como: el comportamiento agresivo con deliberada intención de dañar a otra/s persona/s, llevado a término dentro e incluso fuera del centro escolar, de manera reiterativa a lo largo de un tiempo considerable y que se basa en una relación desequilibrada de poder y fuerza. Isabel Fernández (1996) lo define como: situaciones en las que varios escolares toman como objeto de su actuación injustamente agresiva a un/a compañero/a y lo someten por tiempo prolongado a agresiones, burlas, hostigamiento, amenazas, aislamiento, etc., aprovechándose de su inseguridad, miedo y dificultades personales para pedir ayuda o defenderse. Fernández critica como a veces los profesionales se centran más en estudios descriptivos que explicativos o intervencionistas. Esta autora señala la necesidad de desarrollar un entramado para paliar, prevenir y detener estos actos violentos. Esta necesidad ha estimulado la elaboración de diseños que si agrupan la exploración, descripción e intervención educativa. 3. NATURALEZA DEL ACOSO ESCOLAR. El complejo sistema de relaciones que rodea el hecho violento abarca todos los agentes de la acción educativa: alumnos, profesores, padres, y personal no docente. Sin embargo, las situaciones más conflictivas suelen darse en la relación alumno-alumno. Por desgracia, cuando suceden, no suelen aflorar los conflictos interpersonales como elemento de negociación y entendimiento, ni tampoco se indaga en las relaciones que provocan el altercado. De este modo, lo más corriente es que el conflicto perdure y se necesitará planificar una actuación coordinada y prolongada en el tiempo que cree el 1 El término Bullying es anglosajón; su raíz es la palabra bully (intimidar o forzar) y en español se suele traducir por acosar. El término mobbing es el usado en el mundo escandinavo, aunque en España no se suele usar para referirse al acoso escolar para que no se confunda con el mobbing inmobiliario. 2

ambiente educativo de convivencia adecuado para erradicar estos actos, ya que las consecuencias del acoso escolar son importantes para todos los agentes involucrados. Para la víctima puede ser motivo de fracaso escolar, trauma psicológico, riesgo físico, ansiedad, infelicidad, problemas de personalidad, incapacidad de relación interpersonal y en definitiva un sinfín de insatisfacciones y riesgos innecesarios y lesivos para el desarrollo de cualquier individuo. Para el agresor puede ser la antesala de una futura conducta delictiva, la interpretación de obtención del poder a través de la agresión que se perpetuará en la vida adulta, una sobre valoración del hecho violento como socialmente aceptable y con recompensa. Para los compañeros observadores puede crear una actitud pasiva y complaciente ante la injusticia y modelos equivocados de la valía personal que incluso pueden derivar en futuros comportamientos acosadores. Para los docentes puede suponer motivo de insatisfacción personal y frustración profesional, sentimientos de impotencia ante la injusticia y la falta de medios y recursos para hacerle frente. A menudo se reclaman programas de formación permanente desde el sector docente que especialicen a los docentes en técnicas de actuación ante estos casos. Para las familias de los alumnos acosados las consecuencias son tan graves como para ellos mismos. En las familias de los acosados es diferente, de familias que sufren mucho al conocer las acciones de sus hijos y necesitan ayuda para superarlo, pasamos a las que intentan solapar a los acosadores, rehuir el problema o achacarlo a las instituciones educativas. Cualquier intervención o programa contra el acoso necesitará la participación de todos los agentes involucrados en estos actos para lograr sus objetivos. A menudo es difícil involucrar al 100% a los familiares de los escolares en estas intervenciones, que suelen dejar al resto de adultos implicados la resolución y tratamiento del problema. Otra de las características de esta violencia es que se retroalimenta del silencio y la ocultación. La ley del silencio es, en gran medida, cómplice del acoso escolar. Aunque aumenta la proporción de alumnos que denuncian a sus adultos de referencia situaciones de acoso, a menudo se da la situación contraria. La clase se convierte en testigo mudo del maltrato a su compañero, lo que conlleva consecuencias nefastas para todos ellos, ya que: su silencio perpetua y justifica el maltrato, debilita aún más al maltratado y refuerza y ampara al maltratador. Y aunque a muchos les resulta exagerado tildar a estos chicos de maltratadores (el término bully en inglés es sinónimo de matón ), el Juez de Menores Emilio Calatayud Pérez, conocido por sus sentencias ejemplarizantes caracterizadas por su carácter educativo e integrador, nos advierte de que: [...]como profesionales tendremos que saber discernir entre aquello que es una mera pelea aislada entre jóvenes, de aquellas situaciones más complejas, en las que nos enfrentamos ante continuos chantajes, coacciones, maltrato mantenido, etc. En este último caso, ya estaríamos hablando de un hecho delictivo y ante un delito, los centros escolares no tienen por qué intervenir. No tienen que actuar administrativamente, sino que lo correcto es que interpongan 3

una denuncia ante la Fiscalía de Menores y, a partir de ahí, actuar conforme a la Ley y la Justicia. Entrevista concedida a INFOCOP ONLINE, publicada el 30/10/2207 Es decir, que incluso habrá ocasiones en las que desde el centro educativo, aunque se actúe, se tenga que recurrir a autoridades externas para la resolución del problema. Estas autoridades pueden ser desde trabajadores sociales a especialistas de los centros de salud hasta la policía o la autoridad judicial. En Suecia y en Noruega la ley responsabiliza a las escuelas de la lucha contra el bullying. Los profesores han de informar al director, y el centro educativo ha de investigar cualquier denuncia o sospecha. En otros países, los padres de las víctimas se encuentran con respuestas como: «No pasa nada, son cosas de niños, tiene que valerse por sí mismo...». La ley debe obligar a la escuela a investigar con rigor ante denuncias así. En España no es realmente así, muy pocos casos de acoso escolar llegan al juzgado 2. 4. PRINCIPALES AGENTES INVOLUCRADOS. El acoso escolar no se reduce a los actos violentos en sí mismos, sino que tienen muchas consecuencias y crean una serie de daños que tardarán mucho en sanar. Generan ansiedad anticipatoria, estrés, miedo, disrupciones en el aula educativa, bajo rendimiento escolar del acosado, aislamiento social, pérdida de valores, desensibilización constante ante la violencia de los testigos de estos actos, etc. Los efectos y ramificaciones del acoso son extensos. El acoso puede llegar a destrozar la vida de chicos que casi no han empezado aún a vivir, destroza familias enteras (tanto la del acosado, como la del acosador, que a menudo no sabe cómo enfrentar el tema) y genera una serie de intervenciones en el aula y fuera de ella que implican a diferentes profesionales de la educación, el trabajo social, la psicología, etc. Además hay que tener en cuenta que no se puede uno curar de ser acosador o acosado en unas semanas, a veces ni en meses. Las terapias y tratamientos serán frecuentemente largos y duros, y sin la duración adecuada o el apoyo de un círculo social y familiar, al afectado le será difícil salir de su situación. Sin embargo, no nos detendremos aquí a describir a todos los agentes implicados en al acoso escolar, lo cual sería demasiado extenso. La descripción somera de acosador, acosado y de los espectadores de los actos de violencia nos dibujará un breve esbozo que nos servirá de ayuda para comprender mejor la mecánica de estos actos: 2 Uno de los casos más con más notoriedad ha sido el del Colegio Suizo de Madrid. A principios de enero de este año 2009 se conoció la sentencia que condenaba a dicho centro a indemnizar con 30.000 a un menor por el acoso escolar sufrido en sus instalaciones. 4

4.1. Acosador. Suelen carecer de capacidad de empatía. No piensan que sus actos los siente y padece otra persona como un tormento, incluso llegar a pensar que la víctima se lo merece. Consigue el reconocimiento de sus compañeros demostrando su prepotencia y su fuerza al producir miedo en otros. El acoso en muchos casos se convierte en la antesala de una conducta delictiva posterior. Se cree que los agresores suelen ser personas con una muy baja autoestima que descargan su frustración con los más débiles, o al menos a los que ellos perciben como más débiles. Aunque Olweus no piensa lo mismo: muy al contrario el acosador tiene el ego muy hinchado, se cree el rey. Crea problemas a la sociedad por su conducta antisocial y tiende a transmitir el bullying a las siguientes generaciones. 4.2. Acosado. Puede ser cualquiera: el gordito, el que lleva gafas, el empollón, Suele coincidir que son niños con falta de asertividad y de competencia social. Carece de autoestima social, comienza a sufrir fracaso escolar y gran ansiedad anticipatoria (cuando sale del colegio no termina el problema, anticipa el infierno de mañana), rechazo al entorno escolar (traducido en estrés). El niño se sentirá indefenso, tendrá una creciente fobia a la escolarización, tendencia a la depresión e impulsos suicidas. En algunos casos se culpabiliza de la situación, cada acto de humillación mina su autoestima un poco más. 4.3. Espectadores. Muchos espectadores de casos de maltrato en la escuela miran hacia otro lado, lo que hace que lleguen a creerse que el fuerte tiene poder, y que es justo que así sea o que se meten con ese niño porque se lo busca, o se lo merece y se refuerzan posturas egoístas ( mientras no me toque a mí ). Esto puede llevar a los niños a no valorar la violencia que ocurre a su alrededor, a distorsionar su concepto de la justicia y a insensibilizarse ante ella. Sin embargo, se configuran como motor principal de cambio de la situación tan devastadora que sufren algunos de sus compañeros. Y es que la comunicación y denuncia de estas situaciones es el principio de su fin, y a menudo esa denuncia solo puede provenir de los compañeros de los menores (ya que la mayoría de estas situaciones se producen en lugares o momentos de poca supervisión por parte de profesores o personal no docente). 5. ACOSO ESCOLAR: FENÓMENO ACTUAL? Otro de los debates que suscita este fenómeno es sí es actual o ha existido siempre en nuestra sociedad. Y es que quién no recuerda aquél abusón que le robaba el bocadillo a él mismo o a otros, o el que le pegaba siempre a las niñas, o el que siempre mandaba en todo. En las aulas siempre han existido los tímidos, los gafotas, los empollones y sus alteregos que los fustigaban es este fenómeno tan nuevo como parece? Pues no. Lo que ocurre es que ha metamorfoseado. Antes aquel abusón se conformaba con reírse un poco del empollón o quitarle la pista de futbito a los más pequeños o a los más débiles del colegio. Sin embargo, hoy en día observamos un panorama mucho más complejo. Es por herencia de este pasado que la violencia escolar ha sido usualmente tratada desde la perspectiva de la conducta disruptiva o el problema de disciplina. Sin embargo, este tratamiento puede esconder parte de la complejidad del fenómeno que tenemos todos entre manos. 5

Olweus (2003) dio buena cuenta de la escalada de este tipo de violencia. En sus estudios, realizados en 1983 y 2001 respectivamente, descubrió como no habían cambiado tanto los factores o características principales del acoso escolar, como su frecuencia e incidencia en los estudiantes. Así del estudio de 2001 se deduce que entre otros factores que: el porcentaje de víctimas había aumentado un 50% el porcentaje de estudiantes involucrados en formas más serias de acoso había aumentado en un 65% El acoso escolar empieza a configurarse como un problema considerable en nuestras escuelas. Sin una intervención sistemática y una evaluación constante, el problema no cesa, incluso aumenta. No son eficaces las sanciones puntuales ante los casos conocidos, es necesaria una prevención primero y una actuación prolongada en el tiempo, tanto individual como grupal, con la víctima y sobre todo con el agresor. 6. INTERVENCIÓN CONTRA EL ACOSO EN LOS CENTROS Hoy en día, y debido al auge que los especialistas, docentes y medios de comunicación han ido dando al acoso escolar durante los últimos años, se han ido elaborando planes de actuación contra la violencia escolar de diversa índole. Dan Olweus elaboró y desarrolló durante más de 20 años el Programa Olweus de Prevención basado en cuatro principios relacionados con el desarrollo y modificación de comportamientos problemáticos del comportamiento agresivo. Estos principios buscan la creación de un ambiente escolar (e idealmente también familiar) caracterizado por: la cordialidad e implicación de los adultos límites firmes ante comportamientos inaceptables aplicación constante de sanciones ante comportamientos inaceptables (nunca de carácter punitivo, ni físico) adultos que actúen con autoridad y como modelos positivos. Se trata de una tolerancia cero (término también usado en referencia a la erradicación de otros tipos de violencia, como de género) a cualquier acto de violencia y a la aplicación de medidas para sancionar los que efectivamente se produzcan. En los países en los que se ha implantado ha logrado una reducción de casos de acoso de hasta un 50%. Cuando ya se ha manifestado el acoso hay que tomar otras medidas más profundas. Los agresores escolares no son diferentes de otros tipos de individuos violentos, y no suelen verse a sí mismos como agresores, tienden a creer que se defienden de las agresiones o provocaciones de sus 6

víctimas (para justificar sus agresiones cualquier cosa vale: una mirada, un gesto, etc). A menudo sufren una distorsión cognitiva (se creen los agredidos u ofendidos) que les lleva a sentir satisfacción cuando hacen daño a los demás y a sentirse mejor cuando dominan a los otros de forma negativa, pues creen estar haciendo justicia. No resulta, por ello, suficiente abrirles un expediente académico, es además conveniente que reciban una atención psicológica que profundice en sus problemas y un programa de reeducación con un seguimiento prolongado en el tiempo que evalúe su progresión hacia modelos positivos de comportamiento. Esto ha de realizarse con consentimiento y colaboración de los padres del menor acosador. La disculpa de un hijo maltratador no le favorecerá, no le librará de un problema, sino que le traerá uno mayor. Y es que este tipo de comportamientos agresivos en estas edades suelen ser la antesala de una posterior conducta delictiva. Es más, la relajación de las obligaciones educativas por parte de los padres no es únicamente un handicap a la hora de aplicar estos programas de reeducación de sus hijos, sino que a menudo es parte de las causas que han llevado al menor a convertirse en un acosador. Ni la educación autoritaria, ni la demasiado laxa ayudaran a un niño a desarrollarse correctamente para la adecuada convivencia en sociedad. Unas normas claras y firmes prevendrían muchos de estos problemas. Y en nuestra sociedad actual estas normas brillan por su ausencia en muchos hogares y están creando toda una legión de pequeños emperadores 3 que en el futuro serán un problema para sus mismos progenitores. 7. CONCLUSIONES La prevención y el proceso de intervención ante el acoso escolar se deben incluir dentro de la filosofía de convivencia de los centros escolares y por tanto en el PEC y en el Reglamento de Régimen Interno. Las relaciones interpersonales, especialmente las conflictivas, deben incluirse dentro del área transversal del desarrollo socio-personal. Esto facilitará en mucho la paliación, tratamiento y erradicación del problema si en algún momento se hace necesario. Lo ideal sería que con buenos programas de prevención se disminuyese la incidencia y aparición de casos de esta índole. La tolerancia cero y el establecimiento de una serie de normas firmes y claras son la base de la construcción de un ambiente pacífico y solidario de convivencia entre todos los participantes en la vida escolar. Se debe crear un ambiente escolar en el que se minimicen las posibilidades de que estos actos se produzcan y evitar la existencia de recompensa o satisfacción alguna ante comportamientos acosadores. La comprensión de la complejidad del fenómeno ha de favorecerse, no tanto con el énfasis en un sistema punitivo, sino en sistemas de negociación y mediación de conflictos, en los que todos los miembros involucrados, incluida la mayoría silenciosa que consiente, se hagan cargo de su responsabilidad de no favorecer ni permitir que dichos conflictos se prolonguen. La formación permanente y especialización del profesorado en este tipo de intervenciones son primordiales, así como 3 Según Vicente Garrido psicólogo criminalista y autor del libro Los hijos tiranos. El síndrome del emperador: El elemento esencial del síndrome del emperador es la ausencia de conciencia. Son niños que genéticamente tienen mayor dificultad para percibir las emociones morales, para sentir empatía, compasión o responsabilidad, y como consecuencia tienen problemas para sentir culpa. 7

la creación de canales de comunicación por los que toda persona (la que esté en riesgo o la que lo presencie) pueda comunicar sus problemas o incertidumbres con certeza de ser escuchado y de que se actuará para solventar la situación. Por último, se echa de menos la mayor coordinación de todos los sectores implicados en su prevención y erradicación. La negación de su existencia por parte de los políticos para evitar la crítica social, se contrapone a la voz de alarma de los docentes y de los especialistas, que lo consideran como una grave enfermedad social y que a menudo culpabilizan al entorno y pasividad familiar como uno de los lastres de este fenómeno (ya que resulta muy difícil implicar seriamente en la resolución de estos conflictos a los padres de los menores que ejercen bullying), y que a su vez se sienten frustrados e impotentes ante el clima hostil de muchas de nuestras aulas. 8. REFERENCIAS Y BIBLIOGRAFÍA FERNÁNDEZ, I. (1996):Estudio y Modelo de intervención de la violencia interpersonal en centros educativos. Revista Bienestar y Protección Infantil: Federación de Asociaciones para la Prevención del Maltrato Infantil, Nº2-Marzo 1996, 96-112 INFOCOPONLINE (2007): Ley y Psicología ante el acoso escolar- Entrevista al Juez de Menores de Granada, Emilio Calatayud, InfocopOnline, extraído el 29/12/08 desde o http://www.infocop.es/view_article.asp?id=1590 OLWEUS, D. (1987): Aggression in the schools: Bullies and whipping boys. Washington, D.C. Hemisphere o (2003): Acoso Escolar, Bullying, en las escuelas: hechos e intervenciones. Centro de investigación para la Promoción de la salud, Universidad de Bergen, Noruega. Autoría Nombre y Apellidos: Virginia de Vayas García Centro, localidad, provincia: Gibraleón, Huelva E-mail: devayasg@hotmail.com 8