FUENTES DOCUMENTALES Y NUEVAS TECNOLOGIAS EN EL AMBITO DE LAS CIENCIAS HUMANAS Félix de Moya Anegón, Pedro Hípola Ruiz, Juan Manuel Matés Barco Moya, F.; Hípola, P.; Matés, J. M. «Fuentes documentales y nuevas tecnologías en el ámbito de las ciencias humanas». En: V Congreso de Profesores Investigadores. Constantina (Sevilla) 1986. En estos ltimos a os, las nuevas tecnolog as est n desplegando intensamente sus recursos para prestar una valiosa colaboraci n al investigador en el mbito de las Ciencias Humanas. La inform tica, entre otras prestaciones, ha aportado los denominados gestores documentales. Las redes telem ticas hacen asequible a muchos, profesionales o no profesionales, la utilizaci n de estos sistemas inform ticos. Con todo ello est proliferando la creaci n y el desarrollo, en infinidad de puntos del planeta, de bases de datos con la m s variada informaci n, tambi n referente a materias human sticas. Son pocos los a os que se lleva trabajando en esta direcci n y, sin embargo, el ndice de crecimiento de estos n cleos de material informativo est alcanzando porcentajes vertiginosos, hasta el punto de que, como se alaba un informe de FUINCA el pasado a o, "las bases de datos se est n perfilando como una nueva industria cultural, que en un futuro no muy lejano contribuir a garantizar la identidad cultural de los pa ses o de grupos de pa ses, y la de su ciencia y tecnolog a, junto a sus valores ticos y sociales (...). Con la estructuraci n de las industrias de bases de datos se pone al alcance de las sociedades un nuevo recurso mundial de informaci n, que facilitar progresivamente los intercambios de informaci n entre pa ses y el acceso a los conocimientos y culturas respectivas" (1) Son muchos los argumentos a favor de que el almacenamiento de informaci n se efect e preferentemente en soportes magn ticos. Cada vez son m s los investigadores que piensan que el papel est destinado a quedar obsoleto como soporte b sico de informaci n. Se ha recordado que el precio del papel contin a en aumento, mientras son destruidos grandes terrenos de bosques. Con papel es m s caro el proceso de almacenamiento de informaci n, inc modo su manejo y de trabajoso mantenimiento. Sin embargo, los sistemas de almacenamiento inform ticos ofrecen grandes posibilidades de combinaci n, recombinaci n, indexaci n... Pueden ser muy sencillamente referenciados. Y se conservan con menos trabajo que el papel. Por supuesto, con menos personal (2). En cualquier caso, es hoy una realidad que historiadores, fil logos, soci logos..., humanistas en general, pueden disponer de informaciones de gran valor para sus trabajos de investigaci n. El tiempo en el que los documentos hist ricos s lo eran accesibles de forma c moda y pr ctica a trav s de obras de recopilaci n como el CIL o el FHA va a ser superado por la posibilidad de contar con una red de telecomunicaciones que permita llegar a bases de datos no s lo locales, sino tambi n nacionales e internacionales. Por otra parte, los antiguos ficheros de referencias manuales quedar n m s a mano de cualquier investigador despu s de haber sido procesados gracias a los sistemas autom ticos de gesti n documental. El porcentaje de bases de datos especializadas en materias human sticas corresponde aproximadamente al 15'5 % del total mundial (3), cantidad que se puede considerar aceptable si se tiene en cuenta que han sido siempre los temas de tipo econ mico, industrial y tecnol gico los que han acaparado la mayor parte de los fondos de estos centros de documentaci n. El volumen de referencias de algunas de las bases de datos sobre temas relacionados con las Ciencias Humanas es digno de menci n. As, por ejemplo, el CNRS/CDSH (Centre National de la Recherche Scientifique - Centre de Documentation des Sciences Humaines) ha desarrollado una serie de bases de datos, que, con el nombre gen rico FRANCIS (French Retrieval Automated Network for Current Information in Social and Human Sciences), soporta m s de un mill n
de referencias sobre temas etnol gicos, hist ricos, filos ficos, pedag gicos, ling? sticos, sociol gicos, etc. (4). Por su parte, el Institute for Scientific Information ofrec a en 1985 m s de un mill n doscientas mil referencias sobre temas relacionados con las Ciencias Sociales (5). Existe la posibilidad de acceder a bases de datos especializadas en temas hist ricos. El AHL (America: History and Life) ofrece casi doscientos mil registros sobre la historia y cultura de los Estados Unidos desde la Prehistoria hasta el presente. HISCABEQ cuenta con m s de cuarenta mil referencias sobre la historia de Quebec y Canad. Y otras muchas instituciones hoy d a se esfuerzan por desarrollar sus propios centros de documentaci n, entre los que no faltan los dedicados a temas hist ricos, cuyas caracter sticas fundamentales vienen descritas en los diversos cat logos que se editan. Algunas proceden de fuentes muy variadas, como el "Eighteenth Century Short Title Catalogue", extra do de todo tipo de materiales, incluso leyes, canciones y propaganda electoral, todo ello relacionado con los territorios gobernados por Gran Breta a en el siglo XVIII. Otras se concentran en unas fuentes m s espec ficas, como "Historical Abstracts", que cuenta con m s de doscientas mil citas y "abstracts" de art culos y libros sobre historia mundial, con excepci n de USA y Canad. O los denominados "geofiles", que se organizan en torno a un criterio topon mico. O los "biofiles", con referencias a personas determinadas (listas antropon micas) (7). Afortunadamente, en estos ltimos a os el n mero y el volumen de las bases de datos de los m s diversos tipos est creciendo tambi n con mpetu en nuestro pa s, si bien es verdad que a n es mucho el camino que queda por recorrer para alcanzar un nivel aceptable. Entre las entidades distribuidoras de mayor relevancia pueden destacarse el Ministerio de Cultura, el CIDC (Consorcio de Informaci n y Documentaci n de Catalu a), el Instituto Geogr fico Nacional, el ISOC (Instituto de Informaci n y Documentaci n en Ciencias Sociales y Humanidades), etc. (8). Ante este panorama, cabe plantearse cu l es el futuro de la investigaci n hist rica a trav s de bases de datos. Est claro que en el proceso intervienen factores muy diversos. Marta E. Williams, en un art culo a n reciente (9), analiza la incidencia de condicionantes tales como el desarrollo tecnol gico (ordenadores, terminales y dispositivos de almacenamiento), el progreso en las t cnicas de recuperaci n de informaci n, la disponibilidad de fondos para uso de los investigadores y, finalmente, los factores exteriores no t cnicos: imperativos de tipo pol tico, psicol gico, legal, etc. Y a continuaci n a ade que la tecnolog a informativa est en v as de preparar el camino para el desarrollo de sistemas transparentes de recuperaci n de referencias, datos e informaci n contenida en materiales escritos. Tales sistemas incrementar n fuertemente la utilidad de las bases de datos legibles por ordenador de igual manera para profesionales que para profanos (10). En esta comunicaci n nos proponemos abordar la aportaci n que los m s modernos recursos de la t cnica pueden suponer para la investigaci n sobre documentos hist ricos. Para ello comenzaremos por recordar la tradicional clasificaci n que distingue entre bases de datos _referenciales_ y bases de datos _fuentes_. El primer grupo se caracteriza por contener bien referencias catalogr ficas de material publicado (escrito sobre papel, grabado en soportes m gn ticos, etc.) o bien directorios de informaci n no publicada. La infraestructura inform tica de estos centros tuvo que afrontar un primer problema: el de la normalizaci n. Para atajar la cuesti n la Biblioteca del Congreso de los EEUU ha desarrollado un formato normalizado de referencia bibliogr fica denominado MARC (Machine Readable Cataloging). A partir de este, la norma ISO 2709 regul la estructura de los registros en soporte inform tico que contienen referencias bibliogr ficas. Esta norma se empieza a usar de forma generalizada aunque resulta compleja la gesti n inform tica de esos registros. A pesar de todo existen ya sistemas que permiten una adecuada recuperaci n de la informaci n almacenada seg n la citada norma. En el caso de los archivos hist ricos hay que contar adem s con otra cuesti n. Es evidente que la intervenci n de nuevas t cnicas no puede suponer, en modo alguno, hacer _tabula rasa_ del material ya elaborado en cat logos manuales. Si la entrada de los ordenadores en este mbito del trabajo cient fico obligara a hacer una "recatalogaci n" de un material ya analizado y catalogado, es de temer que nos introduzcamos en un proceso de tiempo ilimitado y de cuestionable
rentabilidad. Hay que reconocer, s, que el trabajo de catalogaci n realizado para producir las tradicionales fichas de archivos hist ricos est hecho sobre la base de un an lisis no enfocado a un tratamiento de tipo inform tico. Sin embargo, parece que es preciso desarrollar un software espec fico, preparado para recuperar informaci n, a trav s de procedimientos inform ticos, que parta de bases de datos creadas a partir del contenido de las fichas catalogr ficas tradicionales. Los denominados sistemas inform ticos de gesti n documental, empleados hoy d a tanto para equipos de gran capacidad como para sencillas instalaciones, cuentan con procedimientos de probada eficacia para ofrecer las prestaciones que ser an necesarias. Estos programas permiten al usuario realizar un an lisis previo de materiales informativos redactados en t rminos de "texto libre", es decir, no tratado para procesamiento inform tico. El an lisis se realiza de modo autom tico, en distinto grado seg n el software que se eliga (11). El procesamiento del material as tratado se realizar a entonces entendiendo como unidad documental la propia ficha catalogr fica. Trat ndose de texto no controlado para gesti n automatizada, es inevitable que se produzcan _ruidos_ en la recuperaci n de los datos. Por tanto, el sistema deber intentar cubrir de modo lo m s compensado posible los dos objetivos principales de cualquier b squeda inform tica: en primer lugar la exhaustividad, de manera que no quede fuera del conjunto recuperado ninguno de los datos buscados; y, en segundo lugar, la precisi n, evitando que se produzcan inoperantes redundancias o repeticiones, de tal forma que no recuperemos, con los pertinentes, datos innecesarios. Todo esto puede ser factible gracias a los enormes esfuerzos que se est n realizando por conseguir la normalizaci n en soporte inform tico de registros para la catalogaci n de documentos hist ricos, as como para la obtenci n del software m s apropiado que gestione este material (12). En 1983 la Biblioteca del Congreso hace p blica una nueva versi n de su formato para almacenar descripciones bibliogr ficas. Se trata del formato MARC-AMC (Machine Readable Catalog format for Archives Manuscripts Control), versi n MARC para la catalogaci n de documentos hist ricos (13). Este formato est siendo empleado, y ya se puede ir haciendo una evaluaci n de su rentabilidad y eficacia (14). As, por ejemplo, un grupo de miembros del Archival Research and Evaluation Staff (NSZ), en colaboraci n con miembros del NARA (National Archives and Records Administration), se ha encargado, durante m s de un a o, de efectuar en Estados Unidos un proyecto que incluye entre sus objetivos el de evaluar la eficacia del nuevo formato de intercambio de informaci n conocido como MARC-AMC. Con esta finalidad se tom un corpus de registros de informaciones ya existentes para volver a efectuar y describir procesos que se hab an realizado anteriormente. Se introdujeron m s de mil quinientos registros en una red llamada RLIN (Research Libraries Information Network), soportada por la base de datos del Research Libraries Group (RLG). En el curso de la realizaci n del proyecto se pudieron detectar ciertos problemas de tipo funcional a la hora de llevar a cabo la recuperaci n de la informaci n. Sin embargo, los responsables del proyecto manifestaron su confianza en que los beneficios que a largo plazo se producir n al asegurar unas comunicaciones "standard" a trav s del formato MARC-AMC ser n superiores a los inconvenientes que se puedan plantear (15). En este orden de cosas, antes de pasar a otros problemas, conviene poner de manifiesto que, si se desea ofrecer al personal investigador facilidades para acceder a una informaci n referencial lo m s completa posible, interesa asegurar la viabilidad de una recuperaci n de toda la informaci n que hasta hoy han contenido los cat logos manuales, sin olvidarse, por ejemplo, de las _regestas_. Si se aborda el procesamiento inform tico de todos estos materiales, las prestaciones de estos sistemas cubrir an un amplio campo de informaciones para el investigador previas a cualquier consulta directa a textos manuscritos originales. Y t ngase en cuenta que la preparaci n de un sistema de este tipo no ha de ser realizada necesariamente por pale grafos o historiadores. Un buen equipo de documentalistas ser a el personal m s adecuado para efectuar el trabajo de adaptaci n de los cat logos. Por otra parte, es necesario se alar que, al introducir la catalogaci n de documentos hist ricos en un entorno inform tico, ser posible beneficiarse de los constantes progresos de la computaci n. En un congreso celebrado en junio del presente a o en Tucson y Washington (16), uno de los trabajos presentados
ofrec a un resumen del estudio que ha realizado la AMS (American Management Systems) acerca de la aplicaci n de los m todos de la llamada Inteligencia Artificial al proceso de informatizaci n de los archivos. En el curso de ese estudio, la AMS examin el proceso de referenciaci n de archivos con gran detalle y desarroll un prototipo de "sistema experto" que emulara el trabajo de los archiveros. Pero las aportaciones de las nuevas tecnolog as a este tema que estamos tratando no quedan aqu. Hicimos antes referencia a las bases de datos _fuentes_. Este subgrupo se caracteriza porque almacena el contenido ntegro (num rico, textual, etc.) del documento procesado. Es evidente que este tipo de informaci n es m s til a n para qui n desee hacer un trabajo de investigaci n sobre fuentes m s pr ximas a los documentos originales. Y las t cnicas de indizaci n en inform tica documental aparecen como un eficaz recurso para la recuperaci n de informaci n a partir de documentos hist ricos grabados en su integridad textual. Ahora bien, el trabajo de preparaci n de tales bases de datos es costoso si es un operario el que ha de mecanografiar el texto completo del documento, pues son necesarios sistemas de revisi n que consigan una copia lo m s fiel posible del original. Sin embargo, nuevas perspectivas se han abierto con la aparici n del scanner en el campo de la gesti n documental. Este analizador de im genes se encarga no s lo de hacer una digitalizaci n punto a punto, con gran resoluci n, de la imagen sobre la que trabaja. Si unimos este dispositivo al software correspondiente, el sistema podr a llegar a reconocer caracteres. Por lo que se convertir a en un valioso instrumento capaz de acumular informaci n a partir de documentos impresos. Despu s de realizar este an lisis ser a posible transferir la informaci n digitalizada a cualquier sistema de almacenamiento masivo. Hoy por hoy, realizar todo este tratamiento no es posible, pues para llevarlo a cabo habr a que contar con un software de muy sofisticadas caracter sticas. Lo que s se est pudiendo hacer en alguna biblioteca es el almacenamiento digitalizado de las im genes correspondientes a documentos completos. El problema que presenta este proceso es que se necesita gran cantidad de espacio en los dispositivos de almacenamiento masivo si se desea memorizar una imagen de calidad. Por eso hace falta acudir a dispositivos que cuenten con modernos sistemas de grabaci n, como los llamados Compact disk, de tecnolog a l ser. La densidad de este tipo de almacenamiento ptico es diez veces superior a la de los discos magn ticos que hoy se usan. Los discos pticos de la primera generaci n ten an ya una capacidad de un gigabyte (mil millones de caraceres) en un modelo de doce pulgadas. Por otra parte, esta tecnolog a ofrece una serie de ventajas adicionales. No existe el desgaste f sico del soporte que caracteriza a otros sistemas de memoria, dado que la cabeza no roza la superficie grabada. Tampoco son muy de temer factores como el polvo, las huellas de las manos, ni las condiciones atmosf ricas. No es necesario contar con un hardware especial de backup, etc. Frente a estos aspectos positivos, hay que recordar que, hoy por hoy, los datos acumulados en discos pticos no pueden ser alterados. S lo admiten una grabaci n y en principio nicamente est n preparados para la lectura. No obstante, se est trabajando para que puedan aparecer en el mercado discos pticos alterables (17). Con estas ayudas, queda impulsado, sin duda, el trabajo de procesamiento y recuperaci n de textos completos. Adem s su acceso puede ser facilitado con sistemas de telecomunicaci n como TELEFAX, para transmisi n de facs miles. Sin embargo, si se desea trabajar sobre documentos manuscritos, hay que dar un paso m s: hay que trabajar sobre im genes, reproducciones exactas del material escrito. Por eso, y para acabar con este breve recorrido por aplicaciones recientes de la tecnolog a, es necesario referirse al sistema que se ha denominado _videodisco_. Parece que este sistema est llamado a sustituir al mecanismo de almacenamiento y visualizaci n soportado en microformas (especialmente, a los microfilms). El sistema de microformas, que nunca ha sido un servicio muy popular en las bibliotecas, lleva consigo habitualmente la utilizaci n de aparatos de lectura especiales, que producen im genes de no mucha calidad. Por el contrario, el videodisco puede ser controlado dentro de un sistema inform tico automatizado, sin necesidad de procesos mec nicos al margen de dicho sistema.
Desde finales de 1982, la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos ha puesto en marcha su "Pilot Program", de almacenamiento y recuperaci n de im genes, utilizando tecnolog a de disco ptico (18). El programa tiene una doble vertiente. Por una parte un n mero representativo de textos impresos est siendo grabado en discos pticos digitales seg n el sistema anteriormente citado. Entre la documentaci n se incluyen peri dicos, mapas, microformas, manuscritos y partituras musicales. M s de quinientas mil im genes pueden ser procesadas cada a o. El tratamiento de los documentos pasa por varias etapas. En primer lugar, a trav s del teclado de un terminal se asigna a cada item una serie de informaciones referenciales que servir n como ndice de b squeda. Esta informaci n se introduce en LOCIS (Library of Congress Information System). A continuaci n el scanner realiza su an lisis con una resoluci n de trescientas l neas por pulgada. Antes de ser transferida la informaci n digital al disco ptico, es sometida a una revisi n de calidad. Terminado el proceso, el usuario podr disponer de los displays necesarios en una pantalla de alta resoluci n, o bien puede realizarse una impresi n sobre papel. Este sistema digitalizado permite almacenar, en una sola cara de un disco de doce pulgadas, un total de im genes que oscila entre diez mil y veinte mil p ginas de texto. Sin embargo, el almacenamiento anal gico en videodisco es de una densidad de m s de cincuenta y cuatro mil im genes en un disco de las mismas caracter sticas. Esta es la segunda vertiente del " Pilot program". Se est n procesando gran variedad de materiales, entre los que se incluyen im genes fotogr ficas, litograf as, posters, etc. En primer lugar, las im genes son filmadas y almacenadas en "videotapes" desde los cuales son transferidas al videodisco. La Biblioteca del Congreso est investigando la posibilidad de usar el disco en uni n con un sistema de generaci n computerizada de leyendas que acompa en a las im genes, con la intenci n de que el usuario pueda contemplar en la pantalla ambos elementos a un tiempo. A diferencia del sistema digital, la presentaci n en pantalla puede realizarse en monitores a color o aparatos de televisi n standard. Con raz n se ha se alado que "los sistemas de almacenamiento en disco ptico pueden llegar a ser la mayor innovaci n tecnol gica para bibliotecas despu s de los microordenadores" (19). \ctr\notas (1) FUINCA,_Bases de datos del mundo. Sistemas de Informaci n Cient fica, Tecnol gica, Social y Econ mica accesibles desde Espa a_, Madrid, 1985, p g. 3. Las p ginas introductorias de este trabajo ofrecen cifras y gr ficos que ilustran el crecimiento de la "industria de bases de datos". As mismo, se presenta una visi n general sobre sus caracter sticas generales (origen geogr fico, dominio, naturaleza de los datos) y sobre los "problemas y escollos del mercado de las bases de datos". (2) Cfr. JAMES, Geoffrey. _Document databases_, New York, 1985, p g. 173. James se detiene en defender el _paperless publication_, gracias al cual el escritor se comunica directamente con el lector, sin editoriales, distribuidoras, ni bibliotecarios. Adem s, al final de su trabajo, expresa que las _document databases_ pueden representar la nica esperanza de que la ciencia de nuestra civilizaci n pueda sobrevivir a posibles nuevos "siglos oscuros" (cfr. p g. 177). (3) Cfr. _Bases de datos del mundo_ (op. cit.), p g. 4. (4) Los datos que se incorporan a estos p rrafos de nuestra comunicaci n est n presentados de acuerdo con las informaciones del cat logo editado por Martha E. Williams _et al._, _Computer Readable Databases. A Directory and Data Sourcebook_, Chicago, 1985.
(5) El nombre de la base de datos es SOCIAL - SCISEARCH. La misma entidad se encarga de la puesta al d a de SCISEARCH, sobre ciencia y tecnolog a, que por las mismas fechas estaba dotada de cuatro millones y medio de referencias. (6) As, existen bases de datos sobre la historia del Oriente Medio: APS Diplomat y Mideast File. Tambi n aparecen otras sobre materias a n m s especializadas, como el "Canadian Inventory of Historic Building" o "Droits Antiques", elaborado por el Centre de Documentation des Droits Antiques. (7) El "American Men and Women of Science" incluye m s de 130.000 biograf as. Por su parte, BIODOC cuenta con 50.000 sobre personas de origen europeo. El "Biography Master Index", de la Gale Research Company, est dotado de m s de seis millones de referencias tomadas de diccionarios biogr ficos. Las Sanker Database System 101 y 102 incluyen referencias, respectivamente, de las personas de relevancia y de los graduados de nivel universitario japoneses. (8) Puede observarse el estado de la cuesti n en el _Cat logo de bases de datos espa olas_, publicado por CITEMA y FUINCA el pasado a o. La base de datos m s importante es la del ISOC, que re ne la producci n espa ola en ciencias sociales y humanidades, en los siguientes campos: econom a, sociolog a, ciencias pol ticas, urbanismo, documentaci n cient fica, psicolog a, ciencias de la educaci n, ciencias jur dicas, geograf a, historia, filosof a, literatura, ling? stica, arqueolog a, antropolog a, religi n y bellas artes. Cuenta con m s de 35.000 referencias, extra das de revistas editadas en Espa a sobre aspectos relativos a las ciencias sociales y las humanidades. (9) "Online retrieval - today and tomorrow", en RAITT, David I. (ed.), _An introduction to online information systems. A collection of the significant papers in the field of the online retrieval of information_, Oxford, 1984, p gs. 287-295. (10)_Ibidem_, p g. 293. (11) El analista, si lo desea, puede ser el encargado de introducir los criterios de interpretaci n de acuerdo con un tratamiento ling? stico que l mismo concibe. O, por el contrario, cabe la modalidad de que el mismo programa sea el que se encargue de realizar la indizaci n utilizando t cnicas como la de los antidiccionarios y/o los analizadores morfogr ficos. Pueden consultarse m s detalles sobre este proceso en CHAUMIER, J., _An lisis y lenguajes documentales. El tratamiento ling? stico de la informaci n documental_, Barcelona, 1986; _L'accŠs automatis a l'information. Informatique documentaire et bases de don es_, Par s, 1982; DEWEZE, A., _Informatique documentaire_, Par s, 1985. (12) Existen programas incluso para equipos sencillos. Cfr. "Microcomputers Applications in the Administration of Archives and Special Collections", en KESNER, Richard M. y JONES, Clifton H., _Microcomputers Applications in Libraries. A Management Tool for the 1980,s and beyond_, Westport, 1984. (13) Cfr. CRAWFORD, Walt, _MARC for Library use: understanding the USMARC Formats_, New York, 1984, p gs. 73-81. La Biblioteca del Congreso y la Society of American Archivists (SAA) son los responsables del mantenimiento del formato. (14) Las normas para la catalogaci n usando este tipo de formato est n incluidas en _Reglas de catalogaci n angloamericanas_, 2a. ed. cast., Washingtong, 1983, p gs. 130-147. Se pueden ver casos pr cticos en CHAPMAN, L., _How to catalogue: a practical handbook using AACR2 and Library of Congress_, London, 1984. (15) Cfr. "The Marc Format and Life cycle Tracking at the National Archives: a Study", NARA, primavera de 1986. La conclusi n final del informe es que NARA utilizar sus propios sistemas, flexibles y capaces de realizar m ltiples "outputs", uno de los cuales es el formato MARC.
(16) "Documenting the Americas: a Conference of Spanish Archivists", organizado por el Southwestern Mission Research Center, la Universidad de Arizona, la Smithsonian Institution, la Biblioteca del Congreso y National Archives, con motivo del pr ximo centenario del descubrimiento de Am rica, y centrado en las soluciones ofrecidas por la moderna tecnolog a aplicada al trabajo archiv stico. El desarrollo del encuentro fue precedido por la enumeraci n de varios enunciados propuestos como puntos de partida, el primero de los cuales era: "the basic form of storage and retrieval beginning in the 21st century will be digital". (17) Cfr. LAUB, Leonard, "The Evolution of Mass storage. An overview of the thechnology's beginnings, current status, and potential development in the realm of microcomputers", en _Byte_, vol. 11, n m. 5, mayo 1986. (18) El "Optical Disk Pilot Program" nace para buscar soluciones a algunos de los problemas de la Biblioteca. Uno de ellos es que gran parte de su material est grabado en soportes de gran acidez, que con el uso se est n deteriorando notablemente. La Library of Congress Office of Planning and Development ofrece informaci n sobre este programa al personal interesado. Los detalles presentados en estas l neas est n tomados de un bolet n informativo editado por la Library of Congress. (19) DESMARAIS, Norman, "Laser Libraries", en _Byte_ (rev. cit.), p g. 246. Al final de este art culo se afirma que la tecnolog a l ser es tan barata que la mayor parte de las bibliotecas podr n hacerla directamente accesible a sus usuarios.