DE GMrtf CAN.ARIA; KEY WDRDS: Trace elements, prehistoric economy, Canary prehistory, strontium, barium.



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obtenidos a través de esta línea de investigación no se limitarán a enmarcar la economía dentro de los márgenes definidos por la tecnología y los intercambios biológicos y energéticos del grupo con la naturaleza. Atendiendo a su correlación con el resto de informaciones biológicas y culturales disponibles, harán posible la identificación de comportamientos singulares que, en relación a la dieta, respondan a cualquiera de las variables referidas (sexo, condición social, etc.). Sin embargo, no abundan del mismo modo trabajos que aborden las diferencias en los patrones alimenticios de poblaciones arqueológicas en territorios espacialmente circunscritos, es decir, la diversidad de estrategias económicas emprendidas en un marco geográfico particular, que puedan ser reflejo, a su vez, de la variabilidad de los mecanismos de adaptabilidad desarrollados por los grupos que allí habitaron 4 La analítica paleodietética proporciona el marco idóneo para la valoración de todos estos aspectos, especialmente si atendemos a una serie de razones fundamentales. En primer lugar, esta parcela de la investigación cuenta con la ventaja de incidir directamente sobre los protagonistas directos de los modelos de comportamiento a los que se alude, lo que conlleva la evaluación de estos procesos desde una óptica biológica y cultural. En segundo lugat~ facilitará la caracterización de un conjunto poblacional amplio, permitiendo observar así tanto la normalización de unas pautas de conducta económicas y alimentarias, como su propia diversificación en el marco definido por los factores espacio, tiempo y cultura. En relación a ello, hay que manifestar que los datos derivados de este tipo de estudios no pueden pasar a entenderse por sí solos, sino que habrán de ser estimados en estrecha relación con el contexto cultural, cronológico y espacial del que provienen los materiales objeto de examen. El conocimiento de este entorno proporcionará buena parte de los criterios básicos que permitan considerar el grado de representatividad y la significación de los resultados obtenidos mediante la investigación bioantropológica. En el caso específico de la población prehispánica de Gran Canaria todos estos aspectos adquieren una especial importancia, más aún, considerando la limitación y parcialidad de la información hasta ahora disponible. Las referencias arqueológicas y etnohistóricas conocidas hasta el momento en relación a estos grupos prehistóricos muestran claramente la existencia de una organización económica compleja. A pesar del manifiesto consenso de todos los investigadores en otorgar a las labores agrícolas el protagonismo indiscutible en este modelo de formación social, faltaba por precisar el alcance real de tal estimación. De igual forma, se consideraba con una certeza semejante el papel secundario de la ganadería, la recolección vegetal, la caza, la pesca y el marisqueo, si bien, no se terminaba de distinguir el papel de cada una de estas actividades en la articulación de este panorama económico. Han persistido así, amplias lagunas en la investigación, especialmente en lo que se refiere a datos que permitan hacer una cuantificación precisa de todos estos fenómenos y, especialmente, una valoración certera de la estructuración territorial de las estrategias subsistenciales referidas. Todos estos aspectos cobran una especial significación en un espacio insular que, a pesar de su reducido tamaño, se encuentra fuertemente compartimentado desde el punto de vista biogeográfico. Esta diversidad podría estar provocando la convivencia de estrategias económicas territorialmente diferenciadas, cuya razón última podría ser la consolidación de un modelo de producción dominante. MATERIAL Y MÉTODO. Para los fines señalados previamente se procedió a la determinación de los siguientes elementos traza: Cu, Zn, Mg, Ba y Sr s en 286 individuos 6 procedentes de once yacimientos prehispánicos de Gran Canaria. El método empleado para ello fue la espectrofotometría de absorción atómica (Espectra A-lO de Varían). En todos los casos las muestras pertenecían a una fracción cortical procedente de la tibia derecha de cada sujeto, tratando de minimizar con ello las variaciones causadas por la elección de diversos tipos óseos para el desarrollo de esta analítica (Grupe, 1989; Francalacci, 1990)7. Éstas fueron tratadas segúnel procedimiento químico descrito por E. González y M. Arnay (1992). Los conjuntos arqueológicos seleccio- 312

nadas, y el número de muestras procedentes de cada uno de ellos, son los siguientes (Figura 1): Crucecitas (6), Hormiguero (8), Agujero (24), Guayadeque (230), El Pajita (5), Caserones (3), Tabacalete (2), Juan Tello (2), S. del Pinillo (2), Agaete (2) y Charquitos (2)8. Dada la heterogeneidad de los registros esqueléticos contemplados y la particularidad de los objetivos perseguidos en este trabajo se optó por su agrupamiento en dos categorías regionales: costa e interior. La primera de ellas estaría formada por los siguientes yacimientos: Agujero, Crucecitas, Hormiguero, Agaete y Caserones. Los sitios de donde proceden los registros esqueléticos del interior son: Guayadeque, Charquitos, El Pajita, Tabacalete, S. del Pinillo y Juan Tello. Ambas zonas integran variaciones locales importantes, aunque es igualmente cierto que muestran una serie de caracteres comunes que permiten su asociación en el sentido propuesto. El principal parámetro de discriminación es la proximidad territorial a la franja litoral grancanaria, lo que, a priori, tan sólo vendría a significar la posibilidad de un acceso más o menos directo a los recursos ofertados por el ecosistema marino. Sin embargo, la distinción regional que proponemos conlleva también otras desemejanzas espaciales 9,.las cuales contribuirán, por su lado, a favorecer la existencia de estrategias diferenciadas en el aprovechamiento económico del entorno. Desde el punto de vista estrictamente cultural, los estudios arqueológicos más recientes (Rodríguez, 1997) indican un aprovechamiento intensivo del medio marino por parte de los canarios. Otros autores (Navarro, 1990) han propuesto, incluso, que la distribución espacial de algunos de los asentamientos costeros de Gran Canaria hace pensar que tal localización constituiría una estrategia orientada a lograr una explotación efectiva de los recursos pesqueros y marisqueros. -===::':i 10Km Figura 1: Localización de los yacimientos de los que procede el material sujetoa análisis. 313

RESULTADOS Y DISCUSIÓN El primer oligoelemento sobre el que centrar nuestra atención es el cobre. Las diferencias entre ambas zonas se muestran de forma evidente: 5,8±1,8..tg/g para los individuos del «interior» frente a un 7,1±2,5..tg/ g de los «costeros» (t=4,2, p<o,oool). Esta disparidad de valores puede ser atribuida a un mayor consumo de moluscos y pescado por parte del último grupo nombrado, facilitando por tanto la articulación de los primeros elementos de distinción zonal. Otra de las posibilidades que explicarían esta desigual concentración de Cu en ambas zonas sería un mayor acceso a los recursos cárnicos por parte de la generalidad de los individuos procedentes de los yacimientos más cercanos al litoral. Sin embargo, este aspecto necesita de una contrastación con el resto de los elementos analizados, con especial referencia al Zn. El zinc no muestra desemejanzas estadísticas entre ambos grupos: 128±39,8..tg/g en el interior vs 112,02±34,l..tg/g en la costa (t=l,50), aunque sí puede apreciarse un ligero ascenso de la presencia de este metal en el primer subconjunto poblacional. De esta manera puede deducirse que las mayores concentraciones de Cu en los segundos no responderían a un acceso preferente a los recursos cárnicos derivados de los animales domésticos, sino esencialmente a una mayor ingesta de productos marinos. En el caso de los yacimientos más alejados de la línea costera podría inferirse un consumo ligeramente mayor de otros comestibles ricos en proteínas. Los resultados de cobre y zinc 1o, vistos en conjunto, llevan a plantear la posibilidad de que en la zona que denominamos «interior» el aporte básico de este nutriente esencial provenga principalmente de la explotación de la cabaña ganadera, mientras que en la franja litoral éste se obtendría a través de las actividades predadoras sobre el medio marino. A pesar de ello, habría que introducir nuevos parámetros de estudio en lo que se refiere a los alimentos ricos en zinc que pudieron ser consumidos por los grupos asentados en las medianías y cumbre de Gran Canaria. Éstos tendrían una mayor facilidad de acceso -atendiendo tan sólo a la cercanía territorial- a aquellas zonas en las que se recolectarían productos vegetales cuyo contenido en este metal podría estar condicionando su concentración en los registros óseos exhumados en estos espacios de la isla. Es probable, igualmente, que las diferencias zonales que cabría esperar al comparar ambos grupos puedan estar en cierto modo enmascaradas por la presencia habitual en la dieta de algunos productos agrícolas con elevadas concentraciones de zinc. Así, la inclusión de leguminosas entre los alimentos consumidos con mayor asiduidad (Sosa, 1994) favorecería un aumento general de los niveles de este metal, haciendo más difícil su propia interpretación. El destacado papel atribuído a los bienes subsistenciales obtenidos a través de las labores de cultivo hacen que esta propuesta cobre una especial protagonismo, más aún cuando la presencia simultánea de cereales y leguminosas constituye una combinación nutricional idónea para un marco alimenticio francamente dependiente de esta actividad productiva (Rivera y Obún, 1989)11. A pesar de tales apreciaciones resulta probable que el mayor grado de responsabilidad en la diferenciación de los niveles de zinc en ambos subconjuntos poblacionales sea atribuible a la desigual participación de los alimentos marinos y ganaderos en los respectivos regímenes alimenticios y, por ello, a desemejanzas territoriales en algunas de las estrategias económicas puestas en práctica por estos grupos. A diferencia de los oligoelementos anteriores aquellos que son indicadores específicos de dietas vegetales muestran un comportamiento particular que permite la reconstrucción conjunta de ambos patrones alimenticios. En este sentido el magnesio no muestra diferencias entre ambas zonas, de modo que las gentes procedentes de las áreas costeras presentan un valor de 4598,02±2504,8..tg/ g, frente a un5537,81±3120,8..tg/g enel otro conjunto poblacional, (t=l,81; n.s.). Tales resultados, sin significación estadística, podrían llevar a pensar en un mayor consumo de productos vegetales, especialmente cereales, en la zona de las medianías y cumbre de Gran Canaria. Quizás las mejores condiciones climáticas en estas áreas para 314

llevar a cabo este tipo de cultivos conferiría cierta credibilidad a esta hipótesis. Sin embargo, las zonas de las desembocaduras de los principales barrancos de Gran Canaria (y especialmente las zonas de procedencia de este muestreo) cuentan igualmente con unas condiciones especialmente idóneas para un óptimo desarrollo de la producción agrícola. A la existencia de amplias y fértiles vegas, habría que añadir las facilidades para el riego, más aún cuando los canarios conocieron sistemas artificiales para lograr este propósito (Morales Padrón, 1993). Es más factible que tales desemejanzas no hagan alusión expresa a un mayor consumo de cereales por parte del subconjunto poblacional «del interior», sino que pueda ser reflejo de una más importante variedad de recursos vegetales consumidos por éstos. La cercanía territorial a zonas con una mayor potencialidad de especies silvestres comestibles, podría estar explicando las disimetrías expuestas. La falta de disparidades en la ingesta de productos obtenidos a partir de las actividades agrícolas parece venir confirmada por las respectivas concentraciones de bario. Así, los individuos que habitaron en los espacios costeros proporcionaron un valor de 131±77,41lg/g, el cual se aleja bien poco del otro grupo, cuya media fue estimada en un 140,6 ± 84,6 Ilg/g (t=o,26, n.s.). Es cierto que, nuevamente, el subconjunto asentado más al interior viene caracterizado por unas concentraciones ligeramente superiores de este alcalinotérreo, quizás como consecuencia de un mayor consumo de productos vegetales. No obstante, es tan débil esta desigualdad, que tan sólo puede ser indicativa de una diferenciación escasamente perceptible en lo que concierne a esta faceta de la dieta. Tanto el magnesio como el bario parecen ser indicadores fiables de una ingesta bastante similar de productos derivados de las actividades agrarias en ambos espacios. Ello supondría el consumo generalizado de cereales como base fundamental de la subsistencia, con cierta independencia del área geográfica ocupada. El análisis del estroncio, por su lado, aporta nuevos puntos sobre los que asentar las posibles variaciones en el patrón alimenticio básico de los espacios considerados. Las concentraciones de Sr en los conjuntos poblacionales más cercanos a la franja litoral presenta un valor medio de 1760,6±795,7 Ilg/g, significativamente diferenciado del obtenido para los yacimientos de medianía y cumbres: 1223,9±576,1 Ilg/g (t=5,18, p<o,oool). En relación a lo anterior, y atendiendo también a la información arqueológica más reciente (Rodríguez, 1997), sería del todo erróneo interpretar tales resultados como consecuencia de un consumo diferencial de productos vegetales en una y otra zona. La posibilidad más congruente que explique tales discrepancias en el Sr deriva de las desemejanzas en el aprovechamiento de los recursos ícticos y malacofaunísticos. La confirmación de este extremo vendrá propiciada por la estimación de los resultados obtenidos para el coeficiente Ba/Sr que permite cuantificar en valores reales el consumo de alimentos de origen terrestre y marino (Burton y Price, 1990). La relación del bario/estroncio en la población costera cuenta con un valor estimado de 0,08±O,04, mientras que en los sujetos del interior aumenta hasta alcanzar una media de 0,14±O,l1 (t=2,64, p=o,009). El razonamiento más lógico para dar una explicación coherente a tales datos pasa por el planteamiento de un recurso diferencial a los alimentos marinos entre los individuos asentados en las cercanías de la franja litoral y aquellos que habitaron en zonas más distantes a la misma. De esta manera, las concentraciones de estroncio y el coeficiente Ba/Sr en los conjuntos esqueléticos originarios de las zonas próximas a la costa muestran con claridad un consumo considerablemente mayor de peces y moluscos, tal como también se había propuesto atendiendo a sus contenidos en cobre. Ello podría vincularse además con el desarrollo y perfeccionamiento de aquellas estrategias más aptas para lograr un aprovechamiento óptimo de este medio (Rodríguez, 1997), como un mecanismo de adaptación a los condicionantes medioambientales existentes en dichos ámbitos. Se observan, pues, evidentes diferencias regionales en el acceso y consumo de ciertos bienes subsistenciales en el conjunto de Gran Canaria. Este hecho muestra una marcada acomodación de estos individuos, y sus sistemas culturales, a las particularidades de cada 315

entorno y a los recursos que éste ofrece. Igualmente, constituye un testimonio directo de ciertas diferencias en las pautas de explotación del territorio y en las estrategias económicas puestas en marcha para lograr su máximo rendimiento. Por estas razones, el modelo económico de esta prehistoria insular no puede ser valorado de forma monolítica y unidireccional, especialmente en lo que se refiere a las actividades económicas genéricamente calificadas como «complementarias». En consonancia a esta explicación cabría señalarse que en numerosas sociedades dependientes de sistemas de producción agrícolas, como la que aquí se observa, existe el recurso a una amplia gama de productos alimenticios complementarios que, además de ser reflejo directo de un uso intensivo del medio, garantizan la estabilidad del régimen tconómico global, minimizando las consecuencias negativas de cualquier posible coyuntura crítica (E. Martín, 1992; J. Ezzo, 1994). Todo ello no puede ser entendido, o al menos esa no es nuestra intención, como el producto de una economía fundamentalmente ganadera en el interior de la isla frente a una más agrícola en la costa, que complementa esta actividad con el aprovechamiento del medio marino. Como ya se ha expuesto, se observa una dependencia semejante en ambos territorios a la economía de producción cerealista, descartándose en todos los sentidos la posibilidad anteriormente citada. Con tales reflexiones lo que sí se quiere poner de manifiesto es que los datos de paleodieta estarían reflejando una explotación intensiva del territorio, que lleva a estos grupos a mantener una economía estable a partir de un régimen agrícola plenamente consolidado, que será complementado con aquellas estrategias económicas más acordes y más favorables a los intereses del grupo. Así, en el territorio litoral la posibilidad de un acceso privilegiado a las fuentes proteínicas que ofrece el medio marino, brinda claramente esta oportunidad a las gentes que aquí se asientan. En las zonas más lejanas a la costa queda más limitada esta eventualidad, por lo que se opta por ampliar la gama de recursos explotados o hacer un aprovechamiento más intensivo de éstos, siempre y cuando las condiciones medioambientales y poblacionales así lo permitan, o el colectivo lo estime oportuno 12. Los resultados obtenidos permiten plantear nuevas valoraciones en relación a otros aspectos que inciden directamente sobre la posibilidades del empleo del índice Sr/ Ca para la caracterización del régimen alimentario de esta población prehistórica. Los resultados del cálculo de este coeficiente en los dos grupos descritos (5,54±2,87 enelinterior y 7,41±2,84 en la costa) y las ya referidas diferencias en las respectivas estrategias económicas, imposibilitan el empleo del Sr/Ca como un referente de la posición de estos individuos en la cadena trófica 13. Un extremo éste que parece venir a confirmar, de igual modo, las diferencias observadas en la media de Sr/Ca del conjunto del registro esquelético analizado (5,8±2,94) y la obtenida en los análisis practicados sobre evidencias óseas pertenecientes a herbívoros 14 originarios de los mismos yacimientos (16,56±O,37). Tal circunstancia no puede ser atribuible a un escaso consumo de vegetales por parte de los canarios, como así lo manifiestan tanto las pruebas arqueológicas como la analítica aquí presentada 15. Es probable que dicha eventualidad esté respondiendo en mayor medida a un elevado consumo de alimentos ricos en calcio por parte de la población prehistórica de Gran Canaria. La leche presenta altos niveles de este componente esencial, a la vez que una escasa proporción de Sr/ Ca (A. Sillen y M. Kavanagh, 1982), razónporla cual dichos autores manifiestan que: «it may be possible to detect a shift toward dependence on dairy joods in a population, where a lowering in Sr/Ca ratios in human skeletons is jound and hunting can be excluded as an important part oj the economy». A partir de tales valoraciones, la explicación de los niveles de Sr/Ca en la población prehistórica de Gran Canaria parece poder atribuirse a un aprovechamiento básicamente secundario de la cabaña ganadera, justificándose de este modo las diferencias de este coeficiente con el obtenido para los animales. Esta misma línea explicativa ha sido también propuestapor otros autores entrabajos recientes (Burtony Wright, 1995; Ezzoet al., 1995) enlos que se plantea la dependencia directa del coeficiente Sr/Ca con el volumen de calcio ingerido durante la alimentación, condicionándolo especialmente en aquellos casos en los que la dieta presenta concentraciones substanciales de este último alcalinotérreo 16. 316

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NOTAS 4 Uno de los escasos ejemplos en este sentido es el desarrollado por K. Harrit y S. Radósevich (1992), donde se analizan varias poblaciones (costeras e interiores) del noroeste de Alaska. No obstante en este caso en particular no se pudieron observar diferencias significativas entre ambos subconjuntos poblacionales. 5 Estos elementos, además de proporcionar una reconstrucción fidedigna de la dieta de una población arqueológica, se caracterizan por poseer una relativa estabilidad diagenética (Palmieri et al., 1994). 6 Se trata en todos los casos de individuos adultos fallecidos en edad no senil. 7 Además de los sistemas de limpieza referidos por varios autores (Lambert et al., 1989), se procedió al control histológico de un porcentaje elevado del muestreo (80%) con el fin de tratar de calibrar la incidencia de cualquier agente modificador que supusiera la alteración de los resultados (Price, 1989; Armelagos et al., 1989). En este caso resulta posible mantener la escasa incidencia de la contaminación diagenética de los valores aquí expuestos. B Materiales procedentes de los fondos del Museo Canario de Las Palmas de G.C. 9 A nivel genérico puede señalarse, por ejemplo, como estos emplazamientos costeros suelen estar ubicados en las cercanías de vegas agrícolas fértiles y en espacios con una topografía menos abrupta que los incluidos dentro de la categoría del interior. La economía tradicional de Gran canaria, tanto en lo que se refiere a la agricultura y ganaderí, como la explotación del medio marino, ha definido una evidente distinción regional en las estrategias subsistenciales desarrolladas en los espacios litorales y aquellas practicadas en las medianías y cumbre de la isla (estas últimas ciertamente similares entre sí). lo A pesar del controvertido debate en torno al uso de estos metales (Ezzo, 1994) los resultados aquí expuestos permiten, al menos, unas distinciones dietéticas que se verán luego confirmadas por el resto de los oligoelementos analizados. IIEI desconocimiento, a partir de estudios paleocarpológicos, de las especies de leguminosas cultivadas por los primitivos habitantes de Gran Canaria hace que debamos ser conscientes de la limitación de tales interpretaciones, más aún cuando este grupo vegetal cuenta con concentraciones variables de zinc (Whitmer et al., 1989). 12 En el interior de la isla se darían las condiciones idóneas para favorecer la presencia de un número sensiblemente más elevado de animales domésticos y con un régimen de permanencia más estable. De esta manera podría existir una disponibilidad cuantitativamente mayor de los recursos alimenticios derivados del pastoreo, tal como se propone a partir del estudio de estos oligoelementos. Lamentablemente la falta de estudios zooarqueológicos en este sentido impide profundizar en esta hipótesis. 13 Que en este caso podría venir propiciada con mayor exactitud por la valoración de los contenidos de bario o BalCa en los restos analizados (Gilbert et al., 1994; Ezzo, et al., 1995). 14 Ovis aries y Capra Hyrcus. 15 Las concentraciones de bario en los ovicápridos asciende a 159,55±89,6/lg/g, cantidad ésta que dista bien poco de la obtenida del registro humano (139,5±83,8/lg/g; t=1,60, n.s.). 16 J.H. Burton y L.E. Wright (1995) señalan que «bone Sr/Ca can also be disproportionaly affected by idiosyncratic variation ofhigh calcium foods and by culinary practices such as the use ofmineral aditives. While bone leveis ofstrontium can faithfully reflect dietary Sr/Ca ratios, they should not be interpreted as a simple index oftrophic position. Rather bone Srshould be seen as a record ofthe high-calcium components ofpast diets.. 318