XIII CONGRESO NACIONAL DE SALUD LABORAL EN LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA. PLANES DE EMERGENCIA Y EVACUACIÓN por



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Transcripción:

XIII CONGRESO NACIONAL DE SALUD LABORAL EN LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA PLANES DE EMERGENCIA Y EVACUACIÓN por Fernando Bermejo Martín Jefe del Servicio Contra Incendios y de Salvamento del Ayuntamiento de Badajoz LA REACCIÓN HUMANA ANTE LAS EMERGENCIAS La forma de reaccionar una persona ante una emergencia está en función de diversos factores, entre los que se encuentran: su personalidad, la educación y formación recibidas, la conciencia del problema al que se enfrenta, la respuesta de las otras personas que le acompañan y las características del edificio o del lugar en que se encuentre. La personalidad de un individuo y su educación pueden ser determinantes en su comportamiento ante una emergencia, y, en general son difícilmente modificables para tratar de mejorar dicho comportamiento. Sin embargo también tiene una gran influencia la formación específica sobre actuación en emergencias. Una persona con formación previa reaccionará mejor y más rápido que otra que no la haya recibido. En una emergencia, la percepción individual del riesgo depende también del comportamiento de los otros miembros del grupo. Así, actuaciones de liderazgo individual son capaces de controlar un importante grupo humano, y, por el contrario, actitudes individuales descontroladas influyen negativamente en el comportamiento colectivo. No obstante, en contra de la creencia generalizada, son raros los casos de pánico ante una emergencia. Así lo demuestran estudios realizados con ocasión de grandes incendios. En general la actitud ante las emergencias es de ayuda mutua. Este comportamiento altruista puede desaparecer en evacuaciones masivas si la velocidad de evacuación llega a hacerse muy lenta debido a la inadecuación de las salidas y la amenaza es inminente. De esto se deriva la imperiosa necesidad de tener siempre vías de evacuación suficientes y despejadas. COMPORTAMIENTO INDIVIDUAL DURANTE LA FASE DE ALARMA El comportamiento ante una emergencia depende de la capacidad de evaluar la amenaza potencial. En este sentido cuando confluye una situación amenazante con otros problemas que

disminuyan la posibilidad de evaluar la amenaza, la respuesta tiende a ser mucho más descontrolada; por ejemplo, si se corta el suministro eléctrico y se apagan las luces, impidiendo ver qué es lo que está pasando. Esta es la razón por la que es necesario disponer de un sistema de alumbrado de emergencia adecuado y bien mantenido. Es preciso que una emergencia se detecte en la fase más prematura posible, cuando la amenaza es pequeña, ya que los ocupantes así lo perciben y es más fácil conseguir de ellos reacciones positivas. De esto, y de la extraordinaria rapidez con que puede desarrollarse un incendio se deriva la necesidad de instalar sistemas de detección automática de incendio en determinados edificios. En la percepción individual de la amenaza influye también decisivamente la forma de actuar de los demás. El individuo siempre cuestiona si su percepción de la amenaza es la correcta, y se deja influir por lo que observa en otros individuos. Así, la forma de dar un aviso de emergencia por la megafonía de un edificio (el tono de voz, el contenido del mensaje, etc.) condiciona la reacción de quienes escuchan dicho mensaje. De igual modo, la presencia de una persona que adopte una actitud de liderazgo en el grupo incita a los demás a seguir sus instrucciones, independientemente de cuales sean estas. Por ello es especialmente importante la formación de los empleados en establecimientos que reciben público, ya que su actitud puede ser vital para conseguir comportamientos positivos colectivos en caso de emergencia. No se puede esperar a que asuman este papel de liderazgo los miembros de los servicios públicos de emergencia (bomberos, policía, etc.), ya que las decisiones más importantes hay que tomarlas en las etapas iniciales, antes de que lleguen a la escena los servicios de ayuda externa, sobre todo en caso de incendio. COMPORTAMIENTO DURANTE LA EVACUACIÓN Al tener consciencia de la presencia de un incendio en el edificio, la principal tendencia de los ocupantes será la de evacuarlo. Que se produzca o no esta evacuación y cómo se produzca dependerá de las circunstancias que concurran en el incendio. En general se tenderá a utilizar para la evacuación las vías utilizadas para entrar, es decir las vías habituales de entrada y salida. La utilización de las salidas de emergencia estará condicionada a que las habituales no estén utilizables. Esto puede plantear problemas cuando los ocupantes no están familiarizados con el edificio y las vías alternativas no están adecuadamente señalizadas. Es necesaria una señalización correcta de las salidas normales y de emergencia,

incluso cuando los ocupantes del edificio estén, aparentemente, familiarizados con las rutas de evacuación alternativas. La habitual tendencia a considerar el incendio como algo que pasa a los demás, pero no a mí, conduce a que las vías alternativas de evacuación no se mantengan adecuadamente. Así numerosas víctimas en incendios de locales de pública concurrencia se han debido a encontrarse las salidas de emergencia bloqueadas o cerradas con llave. Es bastante habitual que pasillos diseñados como salidas de emergencia alternativas, acaben siendo utilizados como almacenes improvisados, o sencillamente sean modificados para darles otro uso no compatible con su fin primario de vía de evacuación. En esta circunstancia un incendio que afecte a las vías de evacuación habituales puede llegar a transformarse en una tragedia. Esta pauta de comportamiento, debe corregirse estableciendo un programa de mantenimiento preventivo, y extendiendo la formación a todo el personal del edificio. De este modo la conciencia del riesgo trabajará a favor de la prevención. En general, la evacuación de los ocupantes de un edificio afectado por un incendio será adecuada, si las vías de evacuación no plantean problemas. Pero, incluso ante la presencia de problemas el comportamiento tiende a ser positivo y de cooperación. Solo cuando la velocidad de evacuación disminuye hasta casi detener el flujo, y la amenaza es inmediata pueden generalizarse actitudes irracionales que tienden a conseguir un escape inmediato del peligro: aparece el pánico. Es habitual etiquetar como situación de pánico la producida con ocasión de incendios con múltiples víctimas. Sin embargo, numerosos estudios realizados en incendios de este tipo han demostrado que el pánico no es habitual, ni siquiera en situaciones de incendio con amenaza para la vida de un importante colectivo. Se tiende a confundir el pánico con el miedo o la ansiedad, que son sentimientos muy distintos. Pero a pesar de que el pánico es un comportamiento inusual en los incendios, cuando se produce puede tener consecuencias catastróficas. El pánico se ha definido como: Un sentimiento rápido e intenso de alarma o miedo, originado por un peligro real o supuesto, que afecta normalmente a la integridad física, y que conduce a esfuerzos extravagantes e irracionales para salvar la vida. A veces la situación de pánico arranca de una amenaza hipotética pero no real y genera un comportamiento irracional a pesar de no haber suficientes elementos objetivos que lo justifiquen. El pánico se transmite con rapidez de un individuo al grupo, pudiendo generar una huida colectiva, irracional e insolidaria. Esta evacuación descontrolada disminuirá las posibilidades de que la evacuación sea eficaz.

Dado que la velocidad de evacuación influye decisivamente en el comportamiento, cuanto más numerosas sean las salidas y cuanto mayor sea su ancho, más correcto será el comportamiento de los ocupantes durante la evacuación. Aunque es posible que algunos ocupantes demoren la evacuación tratando de poner a salvo animales domésticos u objetos de valor, habitualmente, una vez evacuado el edificio los ocupantes no tienden a volver a entrar en él si perciben la amenaza del incendio como algo inmediato. Sin embargo, a veces, cuando en el exterior son capaces de sobreponerse a la tensión inicial y evalúan de nuevo la situación, pueden decidir volver a entrar para poner a salvo objetos de valor o mascotas. También es posible que algunos ocupantes vuelvan a entrar en un edificio incendiado para intentar salvar a un familiar directo, incluso con la conciencia clara del riesgo que ello supone para su vida. Esto no sólo les pone en peligro, sino que puede alterar la evacuación de quienes aún no ha salido. Es preciso pues que se potencie el comportamiento de salir y quedarse fuera. EL ATAQUE AL INCENDIO POR LOS OCUPANTES DEL EDIFICIO Hay principalmente dos circunstancias en las que los ocupantes de un edificio deciden luchar contra el fuego: cuando han recibido una formación previa sobre incendios y cuando el incendio les afecta de una forma personal muy directa, por ejemplo cuando se produce en su propiedad (en su vivienda o en su negocio). También existe una marcada tendencia a combatir el fuego en otros casos en los que está presente una alta carga emocional o afectiva. El factor emocional incita automáticamente a luchar contra el incendio. El otro factor, el de la formación previa, puede ser potenciado. El fuego es considerado con carácter general como un elemento difícil de controlar y gravemente peligroso en cuanto se escapa a las formas de control habituales en la vida diaria. La formación en protección contra incendio ayuda a evaluar los verdaderos riesgos de un incendio, de modo que quienes hayan recibido dicha formación estarán más capacitados para determinar si es peligroso o no iniciar el ataque al fuego, y a su vez sabrán como hacerlo sin ponerse en peligro. Por ello, las personas que han recibido una formación previa están más decididas a combatir el incendio. ORGANIZACIÓN HUMANA. EQUIPOS DE AUTOPROTECCIÓN Dada la gran velocidad de propagación de un incendio, y que la ayuda externa se

demorará unos minutos, es preciso que los ocupantes de un edificio sepan como actuar en caso de producirse un incendio. Si saben como comportarse, los daños y la incidencia del incendio serán mucho menores. Todos los empleados de una empresa deben estar involucrados en la seguridad, debiendo tener nociones sobre prevención de incendios adecuadas a su puesto de trabajo y conocer su papel en el Plan de Emergencia de la empresa. En cada sección debe haber personal instruido para actuar rápidamente en el control de un posible incidente. Debe haber una persona o un equipo de personas responsables de la revisión periódica de los riesgos del establecimiento para comprobar que se mantienen bajo control los riesgos ordinarios, detectar riesgos adicionales en los procesos o el adecuado mantenimiento de vías de evacuación y de los equipos de lucha contra el fuego. Debe definirse igualmente una jerarquía de responsabilidades en materia de seguridad en cuya cúspide estará la persona que desempeñe la jefatura de seguridad. En caso de edificios en los que el riesgo de incendio es importante (hospitales, hoteles, etc.) es preciso crear grupos de empleados que sean capaces de intervenir como una brigada interna de bomberos, como un equipo de autoprotección. La actuación de este personal debe estar coordinada, y debe venir regulada por un plan de emergencia interno en el que se reflejen todas las posibles incidencias y como afrontarlas. Este personal debe también recibir formación adecuada sobre su actuación en las emergencias. La composición, organización y funciones de estas brigadas de autoprotección variarán en función de los riesgos y el tamaño del establecimiento. Sus miembros pueden ser voluntarios o designados forzosamente, pero en ambos casos deben tener condiciones físicas adecuadas y formación suficiente. Esta formación debe completarse con entrenamiento específico de actuación en emergencias. La estructura jerárquica de los equipos de autoprotección debe estar muy claramente definida, ya que el principio de autoridad en una emergencia tiene especial importancia. Quienes ostenten cargos de responsabilidad en estos equipos de autoprotección deben tener aptitudes de liderazgo. Cualquier puesto de responsabilidad, tendrá asignado un titular y un suplente. PLANIFICACIÓN DE EMERGENCIA S Teniendo en cuenta los factores que afectan al comportamiento humano, al realizar un plan de emergencia contra incendio es preciso tener muy en cuenta las características de los ocupantes del edificio. La predisposición de los empleados a tener una actitud positiva ante una emergencia depende, como hemos dicho, de su formación previa por somera que ésta sea.

Así se ha observado en incendios en hospitales en los que, aunque el personal no haya recibido formación específica sobre incendios, su preparación profesional en relación con el cuidado de los pacientes, y su cualificación para atender emergencias médicas, les hace reaccionar positivamente en la mayoría de las ocasiones. Pero, incluso en estos casos, si no se ha recibido formación sobre como actuar en caso de incendio, pueden tomarse decisiones incorrectas que agraven los riesgos. Así pues, cualquier plan de emergencia debe contemplar necesariamente facilitar una formación suficiente a los ocupantes del edificio para que sepan que hacer y que no hacer en caso de incendio. Idealmente la formación debe ir acompañada de prácticas de extinción, ya que el combate de incendios, aún en circunstancias controladas, refuerza mucho los comportamientos positivos ante las emergencias reales. Otro elemento imprescindible del plan de emergencia será potenciar actitudes de liderazgo, asignando a determinadas personas responsabilidades en la evacuación del edificio. Debe preverse un programa de inspección periódica de las vías de evacuación alternativas, para asegurarse de que están despejadas y disponibles. Ello hará que la evacuación de emergencia se mantenga dentro de unas velocidades adecuadas y será más improbable la aparición de conductas irracionales de escape. Los ocupantes habituales también deben recibir información sobre como evacuar a través de zonas inundadas por el humo, para que sean conscientes de que se pueden enfrentar a situaciones de visibilidad nula y problemas adicionales de respiración. Es preciso que sean capaces de orientarse rápidamente para localizar las vías de salida, y que sepan que junto al suelo habrá menos humo y menos calor por lo que, en caso de necesidad, deben ir agachados o arrastrándose. Los planes de emergencia deben también tener en consideración los problemas especiales de los ocupantes del edificio que sufran algún tipo de discapacidad. Los empleados o visitantes del edificio que necesiten moverse en silla de ruedas utilizarán habitualmente los ascensores. Pero en un incendio la utilización de los ascensores está contraindicada, así que habrá que prever ayudas adicionales para la evacuación de estas personas. Una situación similar, pero en mayor escala se plantea para la evacuación de hospitales o similares en los que existen numerosas personas con dificultades o imposibilidad de evacuar sin ayuda. Del mismo modo será preciso establecer medidas especiales de evacuación cuando las discapacidades no sean de movilidad sino sensoriales (ceguera, sordera), fisiológicas (cardíacas, respiratorias) o psíquicas. Normalmente la solución a los problemas de evacuación de personas con deficiencias

se debe prever en la fase de diseño, dotando al edificio de más de un sector de incendio por planta, separados por elementos resistentes al fuego y estancos al humo (puertas cortafuego) a fin de poder demorar la evacuación sin poner en riesgo a los ocupantes. Otro problema a tener en consideración será la actuación de los ocupantes no habituales del edificio, es decir de quienes puede que no hayan recibido formación específica sobre el comportamiento idóneo en las emergencias. La información sobre la magnitud, características y localización de la emergencia puede significar una herramienta útil para quienes tienen formación suficiente para enfrentarse a ella, como puede ser el caso de ocupantes habituales que hayan recibido una formación completa sobre este tema. Pero esa misma información puede causar angustia y generar una reacción adversa cuando es recibida por personas que no conocen el lugar y que no tienen formación adecuada, como pueden ser los ocupantes no habituales, por ejemplo los clientes de unos grandes almacenes. Teniendo en cuenta este problema, los planes de emergencia de establecimientos que reciben público deben considerar el establecimiento de códigos de conocimiento exclusivo de los empleados, para notificar la existencia de una emergencia (un incendio), su magnitud, localización y medidas inmediatas a adoptar. Estos códigos, previstos para su difusión a través del sistema de megafonía, facilitarán información suficiente a los empleados para activar adecuadamente el plan de emergencia, pero no llegarán a alarmar a quienes no estén en las inmediaciones del lugar del problema y, por tanto, no tengan otros testimonios del mismo. Estos códigos en clave pueden ser de varios tipos, según indiquen: - el problema: por ejemplo Atención, atención, código rojo, para incendio - las personas requeridas: por ejemplo: Atención, atención, Señor ESI, para reclamar a la brigada de emergencia - del lugar: Atención, atención, Señor ESI, diríjase al Almacén 3 - de las medidas a tomar: Atención, atención, salida rojo 1, para indicar una determinada exigencia de evacuación de los ocupantes, - etc. Los mensajes en clave deben repetirse insistentemente, en bloques de al menos dos repeticiones, para asegurarse que no quedan diluidos por otras consignas ordinarias, y deben incluirse en los simulacros para que los empleados los identifiquen perfectamente y reaccionen con rapidez y precisión. El Plan de Emergencia de cualquier establecimiento debe incluir toda la información necesaria para enfrentarse a cualquier eventualidad que se produzca en el edificio. Todo Plan de Emergencia debe recogerse en un documento escrito en el que deben reflejarse: - Los riesgos del edificio, planta por planta y sector por sector. - Las vías de evacuación disponibles, tanto normales como de emergencia. - Los medios de lucha contra los incendios.

- Las medidas preventivas a adoptar para evitar incendios. - Las acciones a realizar por cada empleado en caso de incendio, según su puesto de trabajo y según circunstancias especiales que puedan concurrir (hora del día, etc.) - Relación de teléfonos a usar en caso de urgencia. - Consignas para los distintos tipos de empleados. - Consignas para ocupantes. - Planos del edificio, con indicación de vías de evacuación y ubicación de medios de protección. El Plan de Emergencia debe ser un documento vivo, revisable periódicamente en todos sus aspectos, debiendo ser modificado en lo que corresponda cada vez que se realicen modificaciones estructurales o funcionales en el edificio. Los empleados deben conocer el Plan en su fase de borrador inicial, para que puedan presentar sugerencias al mismo. Ello reforzará su interés en participar activamente en la gestión de la emergencia y cumplir con las exigencias que definitivamente se establezcan en el documento, al tiempo que permitirá que el Plan sea más completo al recoger puntos de vista diferentes del mismo problema. Las tácticas que deben utilizar los ocupantes de un edificio para enfrentarse a una emergencia varían mucho en función del tipo de edificio y del tipo de ocupantes. Así, no será lo mismo enfrentarse a un incendio en un edificio de oficinas que a un incendio en un hospital. Las tácticas de intervención deben preverse mediante un proceso de planificación previa para cada tipo de edificio, que tenga en cuenta los riesgos del edificio y su localización, en previsión de un posible agravamiento, riesgos para los equipos de extinción, etc. En casos especiales, en los que una emergencia en un edificio puede suponer implicaciones externas (por ejemplo en caso de instalaciones industriales con riesgos para el medio ambiente), es preciso extender el estudio de la emergencia hasta los problemas que pueden ocasionarse en el exterior del edificio. Para conseguir esto hay que desarrollar planes de emergencia externa, en cuya redacción deben estar implicadas todas las entidades afectadas por una posible emergencia. Dado que la coordinación es uno de los principales factores del éxito en una emergencia, los planes de emergencia deben tener en cuenta también la coordinación entre los distintos equipos que deban intervenir. Estos equipos serán tanto internos (brigada de autoprotección) como externos (bomberos, policía, ambulancias). La forma de conseguir esta coordinación es realizar una planificación previa de las distintas actuaciones previsibles, y reflejar estas en el plan de emergencia interno, dándolo a su vez a conocer a las distintas entidades que puede que tengan que intervenir en una emergencia en el edificio.

FORMACIÓN DE LOS EQUIPOS DE AUTOPROTECCIÓN Todo el personal de los equipos de autoprotección debe conocer: - Las distintas partes del edificio, y sus vías de evacuación - Los riesgos de cada zona del edificio - Cuales son las medidas de prevención esenciales - Como manejar los equipos de lucha contra el fuego - Como realizar y dirigir una evacuación de emergencia - Como colaborar con los equipos públicos de extinción Por ello los equipos de autoprotección deben recibir una adecuada formación en prevención y lucha contra incendios que debe incluir: - Información sobre los riesgos específicos existentes en la empresa, su ubicación y modo de controlarlos - Nociones sobre autoprotección personal - Nociones de teoría del fuego y control de humos - Manejo de equipos de lucha contra el fuego existentes en la empresa - Nociones básicas de primeros auxilios - Nociones sobre comportamiento humano en las emergencias - Nociones sobre coordinación con los equipos de ayuda externa (bomberos, etc.) - Conocimiento detallado del Plan de Emergencia de la empresa y de su papel concreto en el mismo - Prácticas periódicas de lucha contra el fuego - Supuestos tácticos o simulacros de emergencias ELEMENTOS DEL PLAN DE EMERGENCIA El Plan de Emergencia puede responder a cualquier diseño. La Dirección General de Protección Civil editó en su día una Guía orientativa sobre el desarrollo de un Plan de Emergencia que ha venido utilizandose desde su aparición como esquema genérico de numerosos planes de emergencia. La citada guía establecía en su día un sistema de análisis de riesgo de los edificios en función de la Norma Básica de la Edificación sobre Condiciones de Protección Contra Incendio en los Edificios entonces vigente y en trámite de revisión, NBE-CPI-82. Dicha norma fue derogada y con ella su sistema de evaluación de riesgos. Pese a ello, en la actualidad muchos profesionales siguen utilizando, indebidamente y sin ninguna utilidad, dicho sistema que catalogaba a los edificios según su uso y tamaño en diversos grupos. Las ediciones posteriores de la NBE, han abandonado tal sistema. INVENTARIO DE RIESGOS DEL EDIFICIO El Plan de Emergencia debe incluir un detallado inventario de riesgos, relacionados planta por planta. Deben incluirse: Zonas o dependencias con especial peligro por su contenido o por la actividad que en ellos se desarrolla. Por ejemplo zonas de proceso que puedan

generar incendios o que puedan ser peligrosos si se desencadena uno, o bien almacenamientos de productos que supongan riesgo Zonas en las que los ocupantes estén sometidos a algún problema, por ejemplo dependencias con minusválidos Zonas especialmente sensibles y que deben ser objeto de protección especial, aunque no supongan un riesgo intrínseco elevado. Por ejemplo zonas de proceso de datos Etc. VÍAS DE EVACUACIÓN Deben relacionarse detalladamente las vías de evacuación, tanto normales como de emergencia Si se prevé la incorporación de personal del exterior en caso de emergencia, debe planificarse cuales de las vías debe utilizar tal personal Deben identificarse los puntos de reunión externos, tanto los generales como los específicos para personal en espera de que se les asignen tareas en la emergencia MEDIOS DE LUCHA CONTRA LOS INCENDIOS La relación de los medios de protección contra incendios debe ser exhaustiva, con indicación de las características de cada equipo y su situación exacta. Debe detallarse cualquier operación no habitual relacionada con estos equipos en caso de emergencia. Por ejemplo que las bombas de incendio solo tienen parada manual, no automática, o que deben ventilarse los recintos protegidos con sistemas fijos, después de la extinción. MEDIOS HUMANOS La relación de medios humanos debe incluir: Desglose del personal por turnos, por plantas, por funciones, etc. Grupos de personas con misiones específicas en la emergencia (Equipos de Segunda Intervención, Equipos de Apoyo, etc), según turnos de trabajo Solo deben relacionarse sus cargos. Los nombres pueden incluirse en un Anexo ACCIONES PREVENTIVAS Como continuación al catálogo de riesgos, deben relacionarse las actividades y actitudes tendentes a minimizar cada uno de los riesgos inventariados. También deben relacionarse actividades de mantenimiento relacionadas con la seguridad, por ejemplo revisiones de equipos contra incendios

ACCIONES EN CASO DE INCENDIO El documento central del Plan de Emergencia será una relación detallada de las tareas asignadas a cada empleado o grupo de empleados en caso de emergencia. Esta tareas deben planificarse teniendo en cuenta la secuencia real en una emergencia, para evitar asignar a una misma persona dos tareas distintas que coincidan temporalmente. Deben utilizarse los cargos de los empleados, no sus nombres. RELACIÓN DE TELÉFONOS Un Anexo con la relación de teléfonos de interés en caso de emergencia debe incluir: Servicios públicos de emergencia (112, Bomberos, Policía, Guardia Civil, Cruz Roja, etc) Centros Sanitarios más próximos (Hospitales, Centros de Salud, etc.) Servicios de Ambulancias Servicios de Taxis Empresas de Mantenimiento habituales Empresas de Servicios (Gas, Electricidad, Agua, etc) Proveedores de productos peligrosos Empleados a avisar en caso de emergencia Etc. CONSIGNAS Debe haber un Anexo en el que se incluyan consignas concretas para los distintos tipos de empleados Eventualmente pueden incluirse consignas para ocupantes, con objeto de servir de recordatorio de las mismas si hay que divulgarlas a través del sistema de megafonía. PLANOS DEL EDIFICIO El plan de emergencia debe incorporar planos para tener una referencia documental de la situación del edificio en el momento de su redacción Al menos debe haber Plano de Situación Plano de cada planta con indicación de salidas, y medios de extinción IMPLANTACIÓN DE LOS PLANES DE EMERGENCIA

Una vez diseñados los Planes de Emergencia deben ser dados a conocer a todos los empleados del establecimiento. Esta divulgación puede ser de muy diverso tipo y puede incluir formación teórica o incluso práctica sobre las exigencias del Plan para cada grupo de empleados. Como mínimo, cada empleado debe conocer los objetivos generales del Plan, su alcance y las tareas previstas en el Plan para él mismo. SIMULACROS Como conclusión del proceso de Planificación de Emergencia los planes deben someterse a un control de calidad a través de la realización de simulacros. Estos simulacros suponen la culminación del proceso de implantación y permiten a su vez detectar carencias e imperfecciones del Plan de Emergencia, permitiendo corregirlo antes de un siniestro real. Los simulacros pueden ser de muy diverso tipo, desde simulacros sobre el papel, a simulacros parciales o generales. En tanto no se ponga en práctica el Plan de Emergencia con la realización de simulaciones de siniestro, cabe decir que el Plan no está aún concluido.