1 El yoga hoy 1ª-Parte Como indica el título, voy a exponer cómo es el yoga actual, y para ello, debo reflejar como fue en su momento y el cambio que se ha operado al entrar en Occidente. Conviene que el lector sepa que soy psicopedagogo, es decir, un profesional del medio educativo con especialidad en psicología y además conozco y practico el yoga desde hace treinta años. Debido a circunstancias que no vienen al caso, me decidí a crear un programa de salud que utilizase el yoga, además de otras formas de terapia. En esta situación y con mi acervo cultural y profesional, vi en la práctica del yoga, toda una serie de errores que interesa evitar. De momento, voy a contar cómo fue el inicio del yoga en Occidente. Sé que va a sorprender lo que voy a decir, y lo curioso, es que el más sorprendido soy yo, por no haber leído todavía una realidad que aunque no nos guste, no por ello se hace invisible. Aunque el yoga entró en Occidente mucho antes de 1960, fue en esta década, con el auge de la revolución hippie cuando tuvo su mayor repercusión y donde se gestó lo que serían las normas aplicables del yoga en Europa. Pues bien, en la India y en todo Oriente, el yoga se transmitía de maestro a discípulo. El discípulo tenía en alta estima a su maestro y seguía sus indicaciones. Como el yoga en su esencia es una herramienta de desarrollo espiritual, el maestro debe ocuparse de sus alumnos, observar sus errores y conversando con ellos aclararles en qué punto fallan. También puede llegar a ser duro con aquellos que no ponen su empeño en aprender. Hay una relación realmente importante entre maestro y discípulo que hace que unos conocimientos psicológicos, sabios y místicos, pasen a engrosar la vida de los discípulos. Esto, amigo lector, es el yoga, pero no va a ser fácil, por no decir imposible, que encuentre alguien que le dé este tipo auténtico de yoga. Qué ha sucedido?. Cuando el yoga entró en Occidente, y sobre todo en España, las relaciones maestro discípulo no eran las mismas, el discípulo ahora era alumno y el maestro monitor. Como en la cultura consumista de Occidente la persona que compra tiene todos los derechos, de ninguna manera el alumno va a consentir pagar por aprender yoga y que un monitor le diga que comete errores, que no
2 es lo perfecto que aparenta, pues, cuando sucede esto, que ya sucedió, el alumno ofendido se va. También es cierto que un monitor de esos que se forman en seis meses, difícilmente puede enseñar la filosofía Oriental o mejor aún, hacerla asequible con la Occidental. Esta situación resultó insostenible, pues, si de un lado no era posible indicar en qué fallan los alumnos, tampoco se debería decir que se imparten clases de yoga. Un yoga sin filosofía, sin comentarios al final de la clase, no es yoga, aunque se empeñen en ello. Podría parecer que no hay solución, pero la hay, y es muy antigua, la de dar clases por parte del profesor de manera gratuita. Al menos en el yoga más espiritual, de esta manera el alumno ya no podrá entrar con su dinero donde quiera, sino donde el maestro permita. De esta manera se podría seguir transmitiendo el conocimiento del auténtico yoga. El otro método, tiene más riesgo, pues cobrando por dar clases, el profesor no debe asustarse por perder alumnos, pues, ante todo, se debe a la verdad y si cuando esta se dice hay personas que se ofenden, es asunto suyo. Un profesor de yoga que pretenda hacer bien su trabajo, no debe ajustar sus charlas para justificar la vida de los que le escuchan, sino el saber matizar y aclarar conceptos que hacen infelices a las personas, en otras palabras, ayudar a los que le escuchan a ser un poco más felices. Es posible que algún lector confunda lo que acabo de comentar con algunos centros que además de yoga hacen una exposición de la filosofía Oriental. Lamento desilusionar, pero estos centros buscan prosélitos y no te ofrecen un camino de libertad, sino todo lo contrario. Vamos a pasar ahora a las concesiones. Por orden de preferencia las personas que asisten a clases de yoga son para combatir una dolencia física, luego las de orden afectivo, como son la ansiedad, y la depresión. También están los que padecen estrés y los que tienen insomnio. Sólo unos pocos van a clases de yoga para buscar un sentido a su vida. Esta es la razón de que el hahta yoga, (el que utiliza ashanas), se haya impuesto a las otras formas, pues de todas, ésta es la más física. Muchas veces hemos oído eso de un yoga para la 3ª edad. Esta idea es falsa, se basa en unos ejercicios de gimnasia muy lentos que nada tiene que ver con el yoga. Dentro del campo de acción del hatha yoga, -que es el que se supone se da a la 3ª edad-, hay una serie de ashanas que ni siquiera pueden hacer algunos jóvenes de 15 años, estas posturas apenas son conocidas en Occidente, de hecho, no se suelen dar porque aquí pocos las harían, y así se quitó ya una parte de esta disciplina. Las otras ashanas no
3 pueden hacerlas personas de sesenta o setenta años, si previamente no han llevado un régimen de ejercicios diarios. Respecto a la concentración, es lo mismo, si una persona no se ha acostumbrado a detener el flujo de pensamientos centrándose únicamente en una cosa, o en ninguna, si es meditación, a una edad como las descritas, realizar este proceso les va a resultar casi imposible. Sin embargo, la relajación si es viable en personas de la 3ª edad, pero si eliminamos las ashanas y también la concentración, no podemos definirlo como yoga. He hecho esta aclaración pues concesión a concesión, la idea que puede al final tener el gran público de lo que es el yoga, no se va a parecer a su realidad. Con ponernos a realizar ejercicios de meditación como en las formas de raja, gnana, agni, tantra, y kundalini yoga, entre los más conocidos, no se consigue nada, si luego, en la vida diaria, vamos fastidiando a los demás. El yoga no debe ser un bálsamo soporífero para la conciencia. Quiero que el lector sepa que muchas de las personas que han saltado de la política al escándalo por dar estafas de alto nivel, realizaban todos los días sus sesiones de meditación. Ahora voy a comentar un hecho que se repite numerosas veces en la práctica de la forma de yoga kundalini. Sin entrar en detalles, diré que el kundalini o la serpiente de fuego, es una técnica yoga encaminada al desarrollo de las fuerzas psíquicas que comparten nuestro organismo por medio de unos centros o nódulos llamados chakras. Pues bien, una manera de activarlos, -según algunos supuestos maestros-, consiste en concentrarse en un chakra determinado, para luego realizar una serie de respiraciones jadeantes, parecidas a las que enseñan a las mujeres antes del parto, aunque con el añadido de hacer muchas por minuto. En esta situación el alumno empieza a ver los objetos que le rodean cubiertos por un brillo especial, la sensación de espacio sufre alteraciones, hasta el suelo parece sumido en ondulaciones, también puede tener alguna alucinación y un sentimiento de euforia. A estos fenómenos, el supuesto maestro- los define como el progreso del kundalini. Lo que ha sucedido es un efecto claro de hiperventilación. Cualquier médico lo conoce y también las personas que se dedican al submarinismo.
4 El Yoga Hoy 2ª-Parte En esta segunda parte voy a seguir comentando los errores más frecuentes que se producen en una clase de hatha yoga, su finalidad es que el monitor se dé cuenta y modifique su manera de impartir la clase. Para el alumno supone saber si está siendo bien dirigido. Una de las situaciones que más me alarmó, era ver la cara de sorpresa que ponían algunos alumnos que venían de otros centros de yoga cuando les preguntaba si tenían o habían tenido alguna lesión de músculos o huesos. Esta pregunta es fundamental. Cómo se puede mandar a una persona hacer unos ejercicios o ashanas sin saber su estado de salud?. En algunas clases se empieza haciendo una serie de ejercicios, que en realidad son ashanas, denominado como: Saludo al sol. Este error tan evidente no debería producirse, no es aconsejable nada más empezar una clase, sin precalentamiento de ningún tipo, hacer estos ejercicios. También existe la costumbre de dejar la relajación y la concentración para el final de la clase. Sólo tenemos que pensar que los alumnos que acuden a su sesión de yoga, llegan de su trabajo, o bien de su casa, pero tanto en una situación como en otra, tienen una serie de músculos más tensos que otros, y qué decir de los que padecen estrés. Si a estas personas, nada más iniciar la clase, no las relajamos tanto física como mentalmente, los ejercicios o ashanas, pueden resultar contraproducentes, incluso pueden salir con más contracturas que las que tenían al entrar. El monitor debe acostumbrarse a realizar algo que es gratuito, me refiero a pensar, no ha repetir lo que le han enseñado. Hay que cuestionarse lo que uno hace si de verdad desea progresar. En cualquier centro de yoga enseñan a los alumnos a concentrarse cuando están haciendo ashanas, pero no les indican que éste es el principio básico del hatha yoga para desvincular la idea de que el cuerpo lo es todo. A través de esta concentración en posturas tan diferenciadas entre sí, el practicante termina dándose cuenta que el cuerpo es el cuerpo y la mente, la mente. No sorprenda al lector lo que acabo de comentar, pues muchas personas que van a clase de yoga no aceptan la existencia de un principio
5 eterno, como es nuestro espíritu. Respecto al tiempo en la ejecución de las ashanas no debe en ningún caso pasar de los cinco minutos, ya que entonces su eficacia se convierte en todo lo contrario, resultando perjudicial. Vamos a aclarar un poco esto. Sobre los beneficios del hatha yoga se ha escrito mucho, se sabe que favorece la circulación sanguínea, que fortalece músculos y huesos, que corrige malformaciones de la columna, que establece una energía vital mayor, con lo que se evitan muchos constipados y gripes. Esto respecto a la práctica de las ashanas, mientras que la concentración lo que consigue es un aumento de las capacidades de memoria y también potencia la inteligencia, sin embargo, no se ha explicado por qué el yoga es tan eficiente en problemas hormonales, o potenciando nuestro sistema inmune, o por qué es capaz de aliviar artrosis y hasta combatir enfermedades virulentas. Ahora voy a pasar a exponer cómo se produce este fenómeno. El desajuste propiciatorio Voy a intentar exponer con la mayor claridad un argumento complicado, y espero que lo sencillo no se convierta para el lector, en simple. Recordemos las posturas de hatha yoga, tienen dos características, una, su quietud, y la otra, la dificultad de sus formas. Para un observador que no supiese qué es el yoga, valoraría estas posturas como una manera rara de retorcer el cuerpo. Lo más sorprendente de todo esto, es que la eficiencia del yoga se basa en todo lo contrario a lo que se está suponiendo. El hatha yoga actúa como lo hacen algunos medicamentos homeopáticos, producen un desajuste que luego las defensas de nuestro organismo corrigen. En efecto, cada ashana, es en principio perjudicial para nuestro organismo, y sin embargo, es este desajuste que produce en nuestro organismo lo que no da mayor salud. Cómo puede ser esto?. Dentro del campo de la biología hay una ley que nos dice que toda reparación que nuestro organismo hace por restablecer la salud, se desarrolla con el mínimo esfuerzo. Esto quiere decir que si nos pinchamos en un dedo, nuestro potencial de recuperación utilizará lo justo para curar la herida. Lo mismo sucede si nos caemos y nos partimos el hueso de una pierna. Si ponemos números a lo dicho, habría que señalar que si pincharse en el dedo vale como herida cinco, nuestro organismo utilizará las mismas unidades de recuperación para paliar el daño, ni una más, ni una
6 menos. Con el hueso roto de la pierna utilizará un potencial reparador igual al valor de la lesión, para que se cumpla así la ley del mínimo esfuerzo. Las posturas de yoga introducen un elemento perturbador en nuestro organismo, un auténtico desajuste. Pongamos por ejemplo que nos duele la cabeza y decidimos hacer la postura shirshana, con la cabeza en el suelo y los pies hacia arriba, pues bien, el desajuste respecto al dolor de cabeza antes de este ejercicio valía, por -poner un número-, 10, pero, mientras realizamos la ashana, su valor ha subido a cincuenta. Esto quiere decir que nuestro organismo prepara una réplica para solucionar el problema de salud con una potencia de cincuenta. Cuando dejamos la postura la decisión ya ha sido cuantificada por nuestro organismo, así que el potencial de reparación es tan elevado que el dolor de cabeza se suprime mucho antes. Lo que hemos hecho ha sido engañar a nuestro cuerpo demandándole un mayor potencial de curación. Por este motivo es importante controlar los tiempos de ejecución de las ashanas, pues si insistimos más tiempo de lo necesario en la postura, el potencial de recuperación se igualará al valor del desajuste. La duración de estos tiempos no la conozco, pues además obedece a la edad de los practicantes y su estado de salud, no obstante; no es efectivo si se permanece en una ashana menos de un minuto y más de cinco. Hay sectores de la medicina tanto occidental, como oriental, que reconocen que agravando de manera controlada, determinadas partes de nuestro organismo, éstas mejoran más rápidamente, sobre todo la homeopatía.