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Transcripción:

maléfrco que los t rajo á nuestra tierra. L os IN DI O S D E C H E T U M AL S U E NO S Y AU G U R I O S. AV E S N O C T U R N AS. Y estás cierto de q ue el trueno q ue s e e y el rayo scucha q ue fulmi producidos tubo na son p or ese ne g ro q ue nunca abandonan? N sab ré deci rte si los prod o uce solamente el tubo, 6 coopera e l genio Y no h as i nvocado contra ese genio á K uk ulcan ó ai excelso ( aku p a cat? C himal, un a idea me ato rmenta, me vuelve loco ; esta idea es de q ue

2 S U P E R S T I C IO N E S MAYAS. los advenedizos tienen un poder supe rior á los dioses. Horror! S í, horror, maldición para los mayas. Desde que los invasores toca ron nuestras pl ayas, derribaron los al tares y destruyeron los dioses que ve n eraban nuestros abuelos, creímos q ue se se g ui ría un cataclismo universal al hecho sacrílego ; pero el sol continuó brillando, el ai re discurriendo en nues tros campos y la ll uvia fecundando la tie rra. Y los sacerdotes q ue dijeron de Los s acerdotes! Si los dioses se manifiestan im p otentes q ué han de ha cer sus ministros! Como i nformes can tos rodaron en l a isla de C uzamil las diosas de la fecundidad con sus her mosas form as de mujeres ; los de Kim pech y P eten chan como encinas derri badas por el rayo ; los sacerdotes, ah! los sacerdotes h uyeron fulminando maldiciones contra el invasor. E so indica que nuestra pérdida es se g ura. E vidente:o y e C hi mal, el insecto

S U P E R S T IC IO N E S MAYAS. 3 : ñ que d a los sueños, ( 1 ) y nos hace vi vi r, mientras el cuerpo descansa, para asisti r aescenas futuras, se posó ayer en mis rodillas. Yo le dije:si he de so ñar la libertad de mi patri a, la derrota del odioso extranjero que pretende so juz g arla, bien hayas, dispensador de l as visiones del po rveni r ; pe ro si has de h acerme presenciar con antici pa ción nuestra ruina, huye, ocúltate de mi vista, que prefiero la m uerte á la suposición de tamaño desastre. Y soñaste? S i, soñé que T reviño, aquel há llestero español m uy diestro que n os ha causado tantas baj as, h aci a blan co en mi pecho que disparo bien ; yo las flechas, me hice el d istraíd o con propósito de aprovech ar su quietud al hacer punteri a, para l anzar un vena blo. Cayó en el ardid ; mas la j ara cas tellan a salió al mismo tiempo que la aza g a y a india; heri en la mano á T re vi no y y o sentí un dolor c ruelisimo e n el pecho. ( I ) D z a ua y ak. Insecto ortó p tero se mej a n te á la Mantis ó Mantide llama d a rezadora en E spaña.

4 sunensr roro m zs MAYAS. Se ntiste la herida? No ha y duda; el insecto me hizo sufri r entre sueños como un des g arra miento en las entrañas, la impresión de un tizón encendido aplicado al p e cho y desperté. E sos presentimientos son fatales, Chakan ; tú mo ri rás á manos del in vaso r pe ro y o enseñaré á nuestro hijo á od iarle. M ori r á sus manos, j amás! ru g ió el i ndio ; perezca nuestro hijo si mue ro a manos del extranjero. Lanzada esta exclamación quedó e n actitud reflexiva el valiente g ue rrero, en tanto que la hermosa india que, según se habrá deducido del d iá logo ante ri or, era su esposa, termina ba su tocado sencillo con el moño ca racterístico de las hijas del p aí s. L a escena pasaba en Chablé, p o blación cercana a Chetumal, en don de acababa de fundar la Vill a Real el capitán Alonso Dávila con un pu na d o de valientes compañeros, luchan do con todo género de contrariedades por el carácter belicoso de los indios que se ne g aban y a, 5. hacer transac

sumsnsr rc ro ues M AY AS. ciones con ellos, lle g ando a faltarles h asta lo más indispensable para su subsisten cia. E l cacique de Chetumal había de sam p arad o el pueblo, con ánimo de j untarse con otro comarcan o para cae r sob re los es p añoles. N o se ocultó esta tram a al capitán Dávila, quien dispuso tomar la inicia tiva, en vez de esperar su acometi miento. Durante este tiempo de pre p ar ativos, tuvo lugar la escena descri ta. Los indios, supersticiosos como los demás pueblos de la an ti g ii ed ad, esta ban tristemente impresionados, espe rando un fatal desenlace para su ca u sa. Habían notado que las aves que re p uta ban de mal a g ii e ro se p esab an en sus casas y árboles frutales. Durante el d ia, el y a h, ave que reproduce co mo un lamento en su canto (y a/z, due le ) y el ci p chchoh ( 1 ) no daban tregua ( 1 ) Por f de ti pos ch d alta para la,, y p heridas representaremos el soni d de estas letras d o u p li cánd olas; para es equivalen la z herida conocida la

6 S U P E R S T I C l O N E S M AYAS. á sus gritos lastimeros ; al anochecer el coakab, el xochch, el d d ohcaxn uc con sus pavorosos g raz nidos les qui taban el sueño, y lo q ue es más, la t ranquilidad. E stos presentimientos d e su ruina apoyados p or la i nsistencia d eses p e rante de tantas señales, sembraban m ayor desm oralización entre ellos, q ue los tubos negros que vomitaban el ra yo y los monstruos de g uerra de es pantables relinchos. Otra cosa tenia impresionado al m atrimonio que n os ocupa; era un a también ave nocturna llamada Xta tacm ó que los obligaba a velar con el, objeto de poder ladear oportu namente 6 poner abajo boca a su hijo li para, brarlo del pernicioso influjo y enfer med ad es, q ue, según antigua p r eocu pación del país, sobreviene á los ni ños que sorprende boca arriba el can to del ave mencionada. cia de t z y pa ra la 3 la convencional también conocida y aceptada de d z como en d zalmu y, d zeb, d zibolal, d zomel y d zul.

sup ensr rc ro ues M AYAS. 7 4 L A PIEDR A R EVELADOR A. DETEN TE, S O L. CUR IOSA TR ADICION. E n tanto ocurr í a esto en el pueblo d e M azan ahó, se preparaban los natu rales para resisti r, y aú n en caso d a d o, agredir a los españoles. E l cacique d e Chetum al convocó a sus aliados y ami gos, y deseando sa ber si llegarí an a tiempo las fue rzas, q ue debían reforzar la s que defendían el pueblo, llamó al adivino para con s ulta rle. P resentóse éste en actitud torva y recelosa, como quien se esfo rzaba en mantener incólume un prestigio que iba decayendo. P re g unt óle el ca ci q ue si vendri a el auxilio, dónde se encontraba y si llegaría a tiempo. E l adivino tomó un a pequeña lámina de pedernal un tanto tran s p a rente ( lo que a nuestro juicio dió ori gen al uso poste rior de objetos de vi d rio ) remoj o la entre un líquido fer mentado que llam an óal c/zé, por entrar en su com posición la corteza del árbol

8 SUPER STICION ES MAYAS. de este nombre, y después de varias palabras a media voz que más pare cian murm ullos q ue voces articul a d as, mientras observaba atentamente esc urri rse el líquido de aq uella piedra, puesta en di rección de la l uz, excla mó:veo veni r en tu ayuda y defensa oh batab! á n uestros valerosos her manos ; Chakan, el del certero brazo y ojo de águila encabeza á los que vie nen de C hablé ; v eo un gran número por otras direcciones ; á x C ocom d e i a dom able patriotismo y á T acu el de prudente consejo y esforzado co razón ; y a viene n, y a lle g an llenos d e can sancio ; apresta el fé rvido óalclzé y el confortante ka h para h acerles reparar sus queb rantad as fuerzas. Quedó en meditación un breve es p 1 cio y p rasi g uió : Animo, valientes! y a veo que siguiendo la antigua tra d ició n, honran las grandes pied ras del camino depositando un a rama so b re ellas ( 1 ) y tom ando otra se sacu d en las rodillas pa ra neutralizar el ( 1 ) Ha degenerado actualmente ; co locan piedrecitas redondas j unto a las cruces de los caminos.

S U P E R S T IC O N E S MAYAS 9. can sancio ; ánimo valientes ro y a el sol quiere ocultarse y las som bras de la noche harán que se d eten g an en el bosque y los soldados d e D ávila tal vez los sorprendan dioses! qué hecatombe d e guerreros harían los invasores! Detente, sol! P ara un instante y l a patria aproveche tan esforzados c om batientes Ya veo que llegarán ; T acuel pri me r ) encaj a pi edras eh las ramas d e los árboles q u e halla a su paso y lo i mitan sus compañeros, y se prolon gara el dominio de la l uz hasta q ue terminen la jornada; y a arrancan las p e stañas y las soplan en dirección al sol para evitar que se ponga tan pron to. Llegará n, B atab, y la defensa con tan a g u erridas huestes, será heróica. ECLIPSE D E L U INA Llegaron los aliados á punto de ce rrar la noche, conducidos por los j e fes que reveló el sasta n ; inmediata mente se colocaron vigilantes en los

10 SUPER STICION ES MAYAS. puestos avanzados, y nutridos peloto n es en las avenidas con l a orden de guardar absoluto silencio, y en caso de presen tarse los invasores, resisti r hasta lo último, con el objeto de d ar tiem po a que las famili as evacuasen la población. D ávila, entre tanto, se aproxim aba, adqui riendo la convicción del alza mie nto de los indios, porque halló las veredas q ue servían de cami nos, ce rrad as; penetró sin sos p e ch arlo a poca distancia del pueblo fo rtificado. Como queda dicho, el jefe indio ordenó que se guard ase absoluto si l en cio, lo q uese observó hasta la m a d ru g a d a de aquella hermosa noche de lun a llena E su último tercio em n pe. zó á proyectarse un a sombra sobre la reina de la noche, sombra que avan zó lentamente h asta osc urecerla por co n p le j o. L a orde n del jefe e ra terminant e y l a disci plina d el ejército severa; pe ro la tradición secular de que debia acudi rse en defensa de la casta D iana, que á su juicio clam aba solicitando la defensa de los mortales contra la pic a

SUPER STICION ES MAYAS. d ura del x ul aó, que la tenía 5. punto d f llecer de e a tal se sobre manera, que se armó en el acto cen puso un a, de ensordece cerrada capaz r á quien quien menos cuidadoso que fuera D á quien aprovechó o rien vila la pa ra tarse. Aquellos guerre ros se pusieron á hacer tod o género de ruidos de para fender la luna; d ej óse esc uchar el ron co caracol, el monótono cimbalo ( tun ku! el l a bte, el z a mtá n el d d or ock ac, el d vd, especie de flauta de barro te r minada en pluma, todos los instru mentos de su música guerrera y ad e más g ritos, lamentos, golpes en los ar boles, mazasos en las pied ras, un a al g arab ía infern a l, un ruido ensordece dor que á haber durado más ti empo que la inmersión del planeta en la s o mbra, 6 él no saber su motivo, in fundiera temo r en el ánimo de los es p añoles. T erminó con el fenómeno el con cie rto, poco antes de amanecer. L os sencillos naturales quedaron satisfe chos del salvamento lunar verificado, y los invasores mucho más, por que

I 2 SUPE R STICION ES MAYAS. sabiendo con precisión el i ngar,a que debían diri g irse, dispusieron el ataque, que tuvo lu g ar en la m añana de aquel d ía; car g aron con d enuedo y en ca rn i zam ie n to sob re los indios ; éstos, g u con si ie ron la g n a d e resisti con r te n acid ad poco cuerdo re, y a q ue ta n sultó no se g ui r la del sil encio hicieron ; frente al enemi o h que adqui g asta, ri eron de que h abí an la con vicc ron evacuado las famili a el pueblo. E nton ces se reti raron con orden. E n la lucha hubo un incidente q ue llamó la atención, y fué que en lo más reñido de ella, u n ballestero español que causaba los n aturales, numerosas baj as entre se propuso ti rar a un in dio q ue igualm ente se distinguía por la precisión con que disparaba las fle ch as, ocasionando alg ún d año entre sus con tra n os. Ambos valientes b us cába n se en los combates, como de sea n d o real i zar un duel o conce rtado tácitamente. E l indio perm a neció co mo distraído esperando que se di spa rase la ballesta para l anzar la flech a ; el español, creyó verdaderamente la distracción y dis p aró la j ara; pero con

suma rapidez lanzó el indio la flecha, S U P E R S T I C! O N E S MAYAS. y á ti empo que se oyó deci r al Capi tán D á vila: <<G uá rd aos, T reviño, que stai herido el indio se e s» arrancaba, d el pecho j excl am an la ara castellana d o: << N m oriré á m perro o tus anos, ri sti ano y alejándose se ah or c ;» algo, có con un bej uco. ( 1 ) << E ra tanta la soberbia de este i ndio, que viéndose herido tan mal, porque n o se dij ese que morí a á m a nos de aquel español se apartó de, allí y a de suyos se ahorcó vista los c on un bejuco.» Cogolludo, C a p. V l l. libro segundo.

d L E Y E N D A D E J U A N T U L. G E N! 0 D E L AS G A N ADE R I A S. D on T eor o :o V illanueva, fué un an cian o * á quien alcanzamos conocer en nuestra niñez. N ació y vivió en Chemax, y d es pués de la recuperación de estas p o el salvaje, blacion es del dominio, q u e se había apoderado casi p or com p l eto del E stado, se estableció en T i zimin. T od avía ha y memori a en C h( max de D. T eú l, que más d e un a vez re g en teó el Juzgado de p az de ese pueblo, y en T izimin, donde se hizo aprecia r p o r su carácter bondadoso y veracidad.

16 SUPER STICION ES M AYAS. E n las noches más obscuras y ll u viosas solia golpearnos las puertas de la casa principal d e C hiki ch, a eso de la un a, y después d e tratamos de flo jos y do rmilones y ap urar al g una cc p a d e su licor favon to, se d es p ed ía al amanecer. M uchos decian q ue era brujo, y cuando de esto se le hablab a, solta ba un a franca y sonora carcaj a da. Esta nota de brujo la obtuvo por la facilidad con que d aba cim a á las empresas más ard uas e n lo tocante á ganaderí a. E ra muy difícil co g er al g ú n toro alzado? N o h abía si n o ha bla r cc n Aguilar, y á la mañana si guiente, presentaba la fiera debida mente a r g o llad a, sin que se s upiese q u e al g uien le h ubiese ayudado en el tra ) aj o. N o se encontraba la c ría de al g una vaca brava ni se sos p ech aba el l ugar en que ésta la ocultase? Agui la r la traerí a en seguida en el a rzó n de su caballo retinto. H abí a qué do ma r algún potro cerri l á q ue no p o d ía siquiera sujetarse? Aguilar le asi a por las orej as con sus nerviosas y enormes manos, d ecíale cuatro terne

SUPER STICION ES M AYAS. zas como aca ricra n d olo, y luego, amo n están d olo para que no hiciera ton terias, de un salto se le encaramaba en los lomos. Salía á escape el bruto sin rienda ni silla, ni otro ad minícu lo de los que en la equitación se acos tumbra n ; sólo llevaba á Aguilar, que se reía de sus reparos y rebotes y lo di rigía á lapos en el hocico. Cansa do al f m, entraban en funciones las eno rmes espuelas para exigi rle más ejercicio y nuevos bríos, h asta que te rriblemente va p ul ad o, qued aba redu cido á la obediencia y en tre g á balo po co después temblando de cansancio y cubie rto de sudor. E n las frestas coma rcan as, Aguilar era indispensable ; los grandes toros de aguada de Acan c um, M ocché, X- Jullat, K a ntó, C ehmás, y Acula, destrozaban las vaquerí as é inutili za ban los caballos si no se llam aba a Aguilar, quien todo lo conseguía cc n habilidad pasmosa.

1 8 S U P E R S T! C I O N E S M AYAS. V arias veces le pregunté el secreto de ésta rara h abilidad y al pri ncipio me decía que todo e ra muy sencillo, reduciéndose á sali r al campo y d ar algunas palmad as. Ya te figurarás que lo ensayé vari as veces sin el me n or éxito. l n sistí, y en cierta ocasión prome tió i n strui rme. me d i j o. N sé qué o extraña im me p resron causó en labios de esta pregunta aquel hombre Sabes extraordinario. que en maya no ha y voces para cali fi car á un hombre de valeroso, lla mán d ole valiente, bravo, fiero, esfor zado, sino que para todo esto se dice <<hombre» entendiéndose que cuando dice un maya Xzóen y a lo expresa todo, así como para de ci rle pusilánime, miedoso, tímido ó cobarde, basta decirle <<no eres hom» E res hombre? me preguntó bre. simplemente Aguil ar, y sentí escalo f río. Me dió ganas de renunciar al pro p ós ito que me había form ado.

SUPER STICION ES M AYAS. S i, le contesté, sin embargo. E n tonces me dió d os palmadas en la es palda como en prueb a de am istad, aunque por poco me derriban, y me dijo que me arrepenti ría de mi deseo: que supiese que n o había sido arroj a d o al campo su cordón umbilical con forme á la antiquísima tradición del p a ís, para evitar que resultase hom bre miedoso, sino que se le cayó en el camp ocomo a los becerros. T odo está bien, Aguilar, le dije ; pero creo que me conoces ani moso y sabes que me basto para ar g ol lar la res más brava. N o eres del todo inepto, me dijo ; pero piénsalo bien y me resolve rás d entro de tres dias. Antes de terminar este plazo tuve qué llevar a mi m adre al pueblo inme d iato. Desde que nos desprendimos de l a fi n ca, oímos tan pronto hácia la derecha como si la izquierd a, un ruido semejante al que h ace un a res cor p u l eri ta, partiendo el monte, y unos bra mid os espantosos. Mi madre, que estaba al tanto de mis propósitos, me dijo:

<<glorias» y se rió de muy buena g ana. 20 SUPER STICION ES M XY AS. E a, T eodoro, ve bien lo que ha ces. N o me libré d e experimentar cier to temor, y com o íbamos solos, aigu me n a vez g lorié devotamente. Ocho dias después me repitio, Aguil ar pal abras de mi madre y las, lo que contesté me h abló de mis la ; Y quién te lo contó? le pre g unté. Ch an d zul, contestó, les acom p añé a ustedes en el camino. Con lo te he di cho compren q ue deras que curé del deseo d cono me e ce r el busilis de ese asunto á que tam poco vol vió a aludi r A g uilar, curado i g ualmente de mis arranques de va lenti a; pero como un resto de la preo cu p a ció n que me ased ió tanto tiempo, de querer penetrar su secreto, tal vez d e i mpo rtancia 6 simplemente de ma ña ó destreza, con alguna de mi p ar te, la d i en ind a g ar en qué époc a ad q u i rió mi amigo esa pericia y cómo la a dqui rió, averiguando para ésto, su vida desde la niñez; con lo que vine a reconstruir esta fantástica historia:

SU PER STICION ES M AYA S. Hijo de una famil i a pobre, mu y j oe v en aú n, tuvo Aguilar q ue dedic arse al trabajo ; y como n o le fué dado es c oger la calidad de éste, quien podi a l o dedicó a pastorear ganado. Por su inexperienci a j uvenil, abandono ú otro motivo, resultó defi ciente su servi ci o e n términos de n o meter ni un a sola en el corral por lo cual res era amo, n estad o al go que con palabras más por el capataz qui fi u ró que en se, g ejercerían en influencia benéfica el i nexpe rto ma ncebo y serían eficaz co rrectivo de su aband ono, ciertos va p u teos aplicad os a l as espaldas j uveniles, no con mucha suavi dad n i en muy es caso número. Originalidades d el ca p ataz. R esultaba d e esto, que eran solida rios y salían g aran tes d e estas faltas sus lomos, y se daba a Pateta cuan d o a esto se j untaban nuevas amon es taciones y vapuleos nuevos por la p o ca prisa y mucho sueño a que se en t re g ab a un macho viejo y tuerto que s acaba agua de la no ri a, y á quien d ebía arrear como ítem de sus funcio mes el mozo. Se p reguntaba éste có

22 S UPER S T IC I ON E S M AYAS. mo podría hacer la recoj a y el arreo, operaciones d isti ntas y a distancia un a d e otra, y decia q ue no pod ía de sem p eñarlas ni el mismísimo bárbaro» capataz si 5 eso se propusiera. E stá demás apuntar q u e esto lo decía para: su cami sa, p ues s i lo oyera el capa taz no lo pasaran mejor sus lomos y posaderas. Y sucedió q ue en cierta ocasión a? cerrar ia noche, hacía seri as reflexio n es sobre estas d ificultad es que le preocupaban demasiado, p ue s se las hacía tene r prese ntes más de lo q ue quisiera, el dolor consiguiente a es os men cion ad os varazos, cuand o o y ó un a voz que le decí a: <<Si eres hom bre y q uieres mejorar de cond ición, toma por el camino que está a tu d e recha.» Inmediatamente lo hizo Aguilar y cuando llegó, como a un cua rto d e Ic g u a d el camino que con ocía palmo á. palmo, porque lo habí a transitado muchas veces, se admiró de ver un a frn ca en lugar en que no había existi do sino bosque. All legar, se le abrieron las rej as d el

24 supsnsn c ro m :s M AYAS. lanzadas, q ue hací an ret embla r la tie rra; un toro ne g ro aú n más cor p u len to, entró al corral. Los pri meros se re plegaron á un lad o y la gigantesca bestia, con p a usa y cie rta majestad d i ri g ióse al bebede ro. Sed ienta debí a esta r, pues bajó un buen palmo el li q uid o; a p a rt óse y los otros se preci pitaron a mitigar su sed. T e rminado esto salieron todos, quedando sólo el más corpulento mencionado ; cerróse el corral ; se plan tó la fiera en el medio ; escarbó, i n cli nó la cabeza abriendo dos surcos p ro fundos y curvos en la tierra y en d i rección de sus arm as pode rosas ; lan zó un bramido espantoso y alzó la ca beza en actitud d e reto. Q ué estam p a más hermosa! temblában le las car n es, azotaba furiosamente los hi j a r es co n la cola y resoplaba su alie nto. << E a, A g uilar, ahora te toca ; toma esta saca y prueba que eres hombre ; d ijo la voz, y un brazo vell udo le p re sentó el trasto. Aguil ar e ra ani moso y d e un salto se colocó fre nte á la fi e ra. C itóla con cariño y la bestia p a rtió como un a

que conoció al rozarse con la suya. SUPER STICIO N ES M AYAS. 25 flecha; ayudado sólo de su an imoso corazón y ligereza, escapó el mozo la co g ida con la precisión de un diestro ; y a comprenderás que ignoraba el a r te p o r completo ; re p i tióse la sue rte con la mism a fortuna hasta seis ve ces, cada un a con furor creciente de la fi e ra y cou mayor serenidad del mozo. <<Ya está probado tu valor,» dijo la voz; ten para alumbrar tu camino, continuó, y le d ió un largo cigarro de holoch, aquella misma m ano velluda, Como si comprendiese estar termi nada su misión, vo lteóse el toro, y an tes de que se le abriese la rej a, saltó sobre los altos muros d el corral sin t o carlos. l l l Sal io Aguilar p or l a misma rej a que le fué abierta misteriosamente, y cuando sólo distaba cinco pasos del corral, volvió p o r casualidad la vista y no vió más q ue monte ; corrales, be bed eros, casas, tod o había d esa p a re cido sin quedar más que el bosq ue mismo que con ocía. Poco antes de a

26 SUPER STICION ES M AYAS. man ecer llegaba a la fi nca de donde le sacó la voz misteriosa, y se encon tró con un desconocido, alto, vell udo y de feísimo aspecto, que le dijo: <<Bien has dormido, Aguilar ; prepara te á la paliza de hoy.» V uelto á la realid ad el mozo y el escozor á sus é s p a ld as, como evocado por la perversa pal abra, contestó mal humorado: Si ha y 6 no paliz a, nada se les d a á los entrometidos como tú. M alas pulgas gastas, mozo, le re Y o gasto las que quiero, dijo és te, y apá rtate algo de mi camino que es lo que te impo rt a. E s que gusto de estorbar á chi c uelos como tú. Chicuelos que hacen ésto, d i jo A g uilar, no son di g nos de desprecios ; este segundo período lo expresó d es pués de aplicar la más sonora bofeta d a que hayan recibido narices de ron d ador m atutino y desconocido. Si los aficionados a ese entrete n imien to culpable y exótico llamado box, hubieran presenciado la lluvia de golpes furibundos que cayó sobre

SUPER STICION ES M AYAS. 27 Aguilar y que éste esquivó con lige reza y serenidad, hubieran dud ado en conceder sus aplausos, pues los me cían tanto la rapidez y numerosos gol pes del acometimiento cuanto la vive za con que los hacía perderse el m u chacho, quien recobrado el buen hu m or á manera deñs g a, dijo Bien has dormido, tío, y por eso estás más pesado que un buey. Cansado el desconocido, rióse a su vez y contestó: E res hombre y y a has capeado a Juan T u! ( 1 ) y le has puesto la ma no en la cara, mozo. Mereces la a y u d a del rey de las ganaderías. Con un a palmada en el campo recogerás el g a n ado que quieras ; domarás las caba lle rías, viaj arás, si es tu gusto, en lo mo de venados, y cuando tengas al guna dificultad, aspi ra el humo que despidan estos cigarros y llama aj uan ( 1 ) Parece h aber existido más an superstición de H uay tigua llamada T ul genio ó divinid ad campestre se mej an te al B alam aludid actual ; la a, en el E stad es de Juan o T ul genio,, de las g an ad e y posterior rías a Con la q uista.

28 SU PER STICION E S M AYAS. T ui. Y el desconocido, después de alar g a rle un abultado royo de cigarros, desapareció. Desde entonces aquel ra p az uelo se convi rtió en el Aguilar que conocí. Y después de decir esto nos vió D. T eod oro a través d e sus pobladas y blan q u ísimas cejas. <<Colorin colo ra do,» añadió, y se rió con la bondad que acostumbraba. Hecha la relación de Juan T ui co mo la conocimos desd e nuestra niñez, hemos debido a la bondad de un ami g o de la pa rte Sur del E stado, la n o ticia d e que en esas regiones existe un a tradición semej ante y que dis crepa sol amente de la anterior en que el corpulento toro se bebí a tod a el a g ua de los bebederos, l o q ue t rai a al muchacho la lluvia de palos consi guiente al supuesto de q ue no habia puesto el caballo de la nori a para l le n a r los depósitos. Algo más para term inar el tratado. E ntre cierta clase del pueblo aú n existe y está tan arraigada la creen cia de que el hombre puede conver tirse por arte oculta, en algún animal,

SU PE R S T 1C IO N E S M AYAS. 3 9 V de a q ui el ] z a y ta m á n, / ua y uac a x, y a ú n ] ua y s od z, su p oniend o que al g ú n brujo se ha metamo rfoseado en c arnero, en toro ó en murciélago, que n o hace muchos años se perpetró un c ri men en l as cerc anías d e esta ci u d ad, (Vall adolid ) c on motivo de esa s uperstición. U n joven en estad o d e embri ag uez c reyó que una anci ana que habitaba e n un a fi n q u ita próxima, se conve rtí a e n vaca p e rsi g uién d ole y metiéndose e ntre la g a n ad ería de su padre. Pue d en verse l as curiosas declaraciones d e ese j oven, en q ue ase g ura esto, en términos de deci r que lazó á la vaca, l a llevó para am arrar á un a m ata de a n ona, d e donde, temiendo que se le e scapara, pues d aba señales de bra vura y de poder romper las ligad uras q ue la sujetaban, la emprendió á p e d rad as, palos y cuchillad as contra l a b ravísima pieza que dos ho ras d es pués identificaba el Juez d e primera i nstancia de este departamento j udi c i al, en la persona de M aría ltzimcab, pobre anci ana q u e vivi a como se ha dicho, e n la finca, é incapaz no sólo

3 0 S U P E R S T I C! O N E S M AYAS de las malas artes q ue la achacaro n y causaron su mue rte trá g ica, sino ab sol utamen te i nofensiva. L a ima gi nación exaltada de aquel joven le hizo ver las cosas de extraño modo sugestionado torpemente desde sus primeros años. Q u é pasó en ese cerebro en q ue c on tanta fuerza se sobre p uso un a preocupación, por des gracia, algo generalizad a?. Se j uzgó al procesado, se le senten ció ; pe ro aú n falta a pl ica r el verd a dero remedio á la enfermed ad q ue p a dece, por un a lamentable desgracia, con el reo, un gran n úmero de los ha bitantes de la clase d el pueblo en la península E l remedio a que nos re. ferimos es desarraigar las preoc upa ciones ; instruir a la n iñez ; fomenta r la educación ; confi ar absol utamente el po rveni r del pueblo a ese faro ú n i co, en el mar tempestuoso de la i g n oran cia, supersticiones y vicios, q ue se llama la E scuela. L u z! l uz! luz para las clases des heredadas, y la socied ad no lamenta ré crímenes tan p ro d itorios como el que acabamos de recordar.

3 2 S U P E R S T I C ÍO N E S M AYAS. Los dos entran a la escena. S u merced lo sabe, señor Cura. Si n o se hacen las cosas como es debi d o y costumbre en el país,. 6 siquiera para complacer á los si rvientes que lo desean, n o tendremos cosecha. Y dije a te R emigio no,, que me gustan esas prácticas ridículas. Si c on todo d an a los que las observano buenas cosechas, no son ridículas. Lo son y pecami nosas ; las misas de estos días tienen una oración <<d á p e tm d a m p l uvía m ;» así es como se pi de á Dios y lo demás es pura chilin drina. - Pues y a lo ve rá su merced, se ñor Cura. Ya lo verás, C hávez; q uieres q ue se diga q ue el C ura autoriza esas prácticas ta n perj udiciales, com o res tos del p ag a nismo de los indios pri mitivos? B u eno ; pe ro no veo i n conven ien te en q ue mientras su merced canta el p ul óía sa l ud a r ís ó como se di g a, Chávez, el mayordomo, presida un rui doso C /zc/zá lun a ; y si su merced q uie

d í culo y pecamin oso, y l levar al santo, sup ransr rc ro uss M AYAS. re h asta podemos llevar a S an Anto nio, el p atrón de la fi nca, que si se moja, n o ha de ser cosa q ue Te d é ta bard illo. N o, Chávez, y a te lo d i je:es ri rechili nd ri n a, eso si que nó, pues n o han de mezclarle en ton teras. T oñte ras? así dicen los hombres leídos y no cosechan nad a. S e acuer d a su merced, señor, d e lo q ue l e de cía antes que em p ezáramos el culti vo del al godón? No le dije q ue mien tras no se observase vi gili a ri gurosa d esde la siembra hasta la co j a, se per de ri a? y qué me co ntestó? << Q uince vi gili as tenemos C on ceniza reservad as. Y yo dije q ue no hicieron la trova c ultivad ºres de algodón ; Q ue si esos hubieran sido andaría hasta en solfa l a vigi lia al udida, y repitió su merced : << Q uince vigilias tenemos Con ceniza reservadas. Y yo contesté qué mal en que ha y aumente su número 6 en que el diga señor: N oventa vigi li as tenemos

vientes, habría qué repeti r la siembra, sunsnsr rc ro uss M AYAS. 34 Con ceni za reservadas? Y observó el señor que se enfe r maria la gente por falta de buena nu tri ción en tanto tiempo y que era ridi culo y pecaminoso. Señor, estos pecados q ue prod u cen buenas cosechas entrarán siem p r e en la tarja? E nt ran, Chávez, y con su item del pecado capital de la avaricia. Pues no peca remos y que se pierda el maizal que estaba tan boni to! como se perdió el al g od ó n que p ro d uj o gusanos los atracones de por carne que se dieron los si rvientes, d u rante su cultivo ; como se perdió la primera siembra de la milpa que d es tru y e ron las alimañas del campo, por que tardó en llover; º record ará el se ñor que vine con la misma embaj ad a y contestó que <<nones» y le dije q ue de no hacerse lo que pedían los si r y su merced dijo: Y se sem bró nuevamente y quiso Dios que entonces lloviese ; empezó el maíz a c rece r que era un a bendición y el fri jol lo mismo y los bes otro tanto y l a

3 5 su esnsr rc ro uss M AYAS. cal abaza campando en el maizal ; se acerca el tiem po de l a espi g a y pára sol hoy ; calcina, q ue se necesita d y e lluvia; lan g u id matas y ecen las baj las hojas as q uedan como papel de y suenan estraza al menor movimiento como si lo fueran ; señor, esto es muy d uro, parece que clam an por lluvia sedientas del de cielos y rocío los la no señor quiere su lluvia llega; Cura merced hagamos el q ue C /zclzd c - clzaac? De nin ún modo g Chávez,, y a te lo ( 11 1 8. Pe ro y a que tanto se opone, sá be el seño r lo que es el C ha/ á c c/za ac? E s lo más inocente ; no le en contra ría sombra de pecado ni el mismo pad re R i p ald a. Vea el señor D esd e el Y (primero de a x - kzn, E nero,) se empieza a observar que tal año ha d e tenerse para la labranza; en qué meses habrá soles ó lluvi a:á esto se llama la cabañuela. L a cabauela podrá ser, pues vie ne de cábala, cabañuela es otra cosa y no me confundas las palabras por vida d ela chilind ri n a. Pues n o confundo y sigo. E l

SU P ER ST IC IO N E S M AYAS. 36 Xoc kz n es la cue nta por orden n umé rico y de meses ; así, el primer d a d el año corresponde á E nero, el 2 á F é brero, etc., hasta d arle el 1 2 á D i ciem b r e; lue g o si g ue el U al a kx oc 6 cuenta retrocediendo, tocando á N oviembre el d ía 1 3 de E nero, 1 Oct ubre el 1 4 etc., hast a terminar con E nero á q ue toca el 2 3; y si el seis de E nero llue ve y también el 18, el mes de J uni o d e ese año resultará ll u vioso porq u e en el Xockí n le tocó á Junio el número 6 y en el U alakxoc el 1 8, com p robá m do se amb a s cuentas; y cuando son -di ver g e n t es res ultando v g. :el 8 d e E n e1 ro q ue correspon d e a Agosto en el Xoclaí n, seco ; y el 16 que correspond e al mismo mes en el U a l a kx oc, lluvioso, esta últim a indicación prevalece p o r que es la más segura. E n nuestra cuenta de este año está indicad a la lluvi a para el presente mes ; no ilue ve y tenemos que sacar al sol al santo p a trono siquiera ó r e cord arlo p o r me dio del C Izc/zá clza ac. V aya con el chili nd ró n de terco ; pues ni se a soleatá al santo n t habrá

sueensr rc wues u vas. ( d ni cú a a, Remi g io, al men os, en la fi nca d el Cura. P ero señor, q u é mal ha y en q ue se reuna n al gun as p e rson as y cons tm y an una barbacoa sobre la cual se p o ne. un a c ruz; en que prepa ren la comida en que entra en p rimer ter mi no el Xuacl q hunfa s q u e es un p a n compuesto d e d iez y seis capas en que se esp º lvorea alternativamente p epita, fri o é ibes; en q ue t ambién priva el Izool y el omszcil que e to se ; mientras s cuece en sendos p ibes preparad os de antemano, el h m e n. Sí, el h men con sus salmos y as p e rcion es º rid ículas invita al demo n io á produci r la lluvia, c hili nd ri n a! N o, señor cura, no ha y tal d iablo i nvitad o ni por llama invitar. á los vientos llama á la lluvia la conjura á,, q u e humedezca la sed y ien ta tierra dice cosas se hace otras mientras la, de vituallas cocción las n ada escasas q u e ha de distribui r ; y en tanto se ve rifi ca, sus ayud a ntes en cuclillas y dando saltitos sobre las puntas de sus p i es imitan á los sapos d e todas cla ses, oyéndose desde las notas a g ud as

sup snsr rc ro uss M AYAS. 3 8 del sapo verde, hasta las g r aves del uom ud z. Sí, y a l o he oido contar; lo que no lle g a al colmo de la ridiculez, toca l as fronte ras de l a supe rstición y del pecado mortal ; lo que entre dientes mu rmura el h men que di rije la fun ción chili nd ri n a! sabe Dios lo que es. T e rmina la fiesta como las c y asd em f ur f ur z s con un a g ra n borrachera. Pe ro llueve, señor Cura. Puede, pero no debido á esas p á trañas. Llueve, señor C ura; p r ecisamen te dice el h men q ue hoy puede ve rifi carse el C /zc/zá cima y el mes en trante el ba n al cal. Muy bien ; otra comilona de Xuac lahun tas, pavos y gallinas ; nuevas li aciones de t óa l otras de aguar clze, diente, mucha salmodia, rezos sin f m, as p er j es del diablo pérdida de un d ia de trabraj o y lo que es peor de sus almas, á lo que va derechamente ta n culp a ble práctica Vá y an se á l a chi l i nd r i n a! Luego tampoco se hará el Iza n al col señor Cura.

S U P E RS T I C IÓ N E S M AYAS. 4 0 c uan do dice q ue el d ía está a p ro pó sito para su ceremon ia, que si no hu biera la malici a d el en g año y hacer c reer que manda en los elementos, se rí a un a sim p i e fullería; exi g e tu* q ue sea un d ía q ue le d esi g nes y verás có mo an d a con subterfu g ios. Y á ti empo q ue esto. d ecí a el C u ra, tron ó ; un V iento hú medo ; refrescó el ambiente y Nubes cargad as d e li u via oscurecieron el c ielo " e n cuanto al cant aba la vista ; y l ó! lovi llovió a to rrentes á p esa r d e no haberse ve rifi cad o el cñá cltaác. TAL I SM AN E S. T U N C H IL C E H. D D U P M AAX. N o crea el lector q ue D. Remi g io creyera en el C há c/z a ac de lo q u e distaba tanto como de creer en el d ia blo cuya in g erenci a en las convivía lidades indígenas tanto preocupaba al C ura. D. R emigio no creía en nada, queriendo, lo di remos de un a vez, que se pasase por ciertas maj ad erí as " d e

s U P E R ST IC IO N E S M AYAS. 4 1 l os pobres si rvientes aunque fuesen causa de su ruina espi ritual con tal de que no le hubiese material en los bienes encomendados á su vigilancia y cuidado. D espués de la lluvia to rrencial mencionada, en que no tomó parte el C lzclzá rha a, preguntaba el cura de almas al mayordomo. O u e tal, R em igio, n o quieres presidi r un solemne C helzá c/zaac f A postaré á que lo dice el señor p or lo ocurrido de que sin esa diligen cia llovió ; pero dicen los sirvientes que si no se hizo en la finca, se veri fi có en otra próxima debido á lo cual llovió. Vál g ame D ios! pues ni los si r vien tes ni tú tenéis remedio por tor p e s y mentecatos. Señor Cura, me encuentro en un a d ifi cult 1 d : tengo que fallar un pleito entre Ucan y H uchim que se disputan un a piedrecita blanca y un trocito de carne disecada, que dicen ser el meñique de un a tucha. Y por tan poco se pelean? E s que dicen, que la pied ra es ta lisman de cazador, como sacada de

qué n o h aría! Pero volviendo al caso, 4 2 sup ensr rc ro uss M AYAS. un a panza de venado cazado en vier n es, y ta! pied ra hallada en tal lu g ar y d ía, d a á su p ºseed or la rara fortu n a de cazar á cualquier hora lo que le viene á voluntad. Otra p ra traña ch ilin d ri n a! de suerte que si la caza no es en viernes 6 si el venado es venad a. L a piedra que acaso tenga no poseerá tal vi rtud, así lo aseguran. Y qué ha y de ese asqueroso ré srd uo? Pues el meñique izquierdo d e un a mona cazada también en viernes, q u e tiene la propiedad, según se cree, de q ue cuando el poseedor le lleva al c uello tenga la sue rte de que le com pren c uanto venda, y le vendan cuan to quiera al precio que le convenga. Pero tom an en serio tamaños de sati n os? Y tanto! lo sensible es q ue sea embuste ; q ue si lle g ara á ser com o pi ensan y y o fuera poseedor de un meñique d e estos, ah, Señor Cura esos hombres se matan por los tali s

SUPER STICION ES M AYAS. 43 manes ; qué opina el señor que yo h aga? Q ue l a piedra se tire y el dedo se queme. Primero se dej arían quem ar ellos qué hago señor? D ímd a tur z n f a n s, digo, que la piedra se dé á U can y el dedo á H uchim. T am poco querrán. A tiempo que contestaba esto el m ayordomo, lanzaba el Cura su más sonoro chil i n d ri n a! porque con gran algazara llegaba un a turba de gente trayendo á un indio azas aporreado echando sangre p or las narices ; e ra H uchim, uno de los disputadores men cion ad os, quien temiendo le fuera arrebatado el meñique aludido se lo puso en la boca ; y mientras luchaban por sacá rselo, en uno de los movi mientos, y a se a por casualidad ó de in tento hi zo la d e, g l u ció :su n contri n cante desentendiéndose de imposi la bilidad que de obtenerlo y a existía 6, tal vez p o ésto mismo le descargó en r, D ívíd ase al niño: aludió á la sentencia de Salomón.

44 S U P E R S T I C! O N BS M AYAS. la cara tal número de golpes que le de j ó en la traza misma en que se lo pre sentaron al pastor de almas. Cuando éste se impuso de lo q ue hemos referido, él, que n o d ebía tener el órgano digestivo á prueba de talis m anes asquerosos como el de H uchim, de tal sue rte exitó el suyo metódico y delicado la idea de aquella d e g l u ció n, que sin poder más, arrojó por boca y narices cuanto en el estóm ago tení a, dej ando a la multitud estupefacta por caso para ellos tan extraño. Ucan q ue estaba hecho un energúmeno, po rque á la pé rdida del primero se h abía se guido el extravío del segundo talis man, se serenó ante el sacerdotal sín cope ; p er o nunca se volvió á saber que fuese cazador, ni hubiese hecho compras 6 vendido algo por que decía tener el n o y a m a ctz l ó virtud z cuya falta le hi zo ren unci ar h asta d el i h i en to.

SUPE R STICION ES M AYAS. 4 5 TABAY. xr<o r<o e sx. N ICTE. Q uien su pusiera q u e hemos tcma do al Sr. Cura N. y á su mayordomo R emigio C hávez de un a manera in n ecesaria para in g erirlos en nuest ro relato, m esta :ía en lo justo, pues re ferimos h echos ocurridos, su p ri mie n d o como es de rigor nombres verda d eros. Con esta aclaración continuamos nuestro relato. E l cual, prudente lec to r, es de que á pocos días del sacer dotal síncope mencion ado platicaban Cura y m a y o rd ) m o sobre un extra ño acontecimiento que traía alb orota d os á los si rvientes y les h acía j urar q ue se sep ararí an de la finca. E ste acontecimiento extraño con sí stía, en la aparición de hermosísím a i ndi a de larga y abund ante cabelle ra to cada al estilo d el país ; terno blan q uís im o de am bordado de clzc/zo lz en el cuello y orill a i n ferior ; ésta vi sión que les causaba efecto terrorífi co, por considerarla fuera del orden

46 suesnsr rc ro ur zs M AYAS. natural, era desi g nad a con el nombre de X T a6a y. Con perdón del buen Chávez debemos decir, para ser exac tos, que andaba en acecho de ella para hacerla el amor, pues n o creía en su natu raleza espiritual ; y c uando oi a la descripció n d e su buena presencia, esbeltez y otras prend as, le brillaban. los ojillos verdosos, más d e lo natural, cosa q r e llam aba la atención, pues siempre se le tuvo p o r p erson a come dida y razonable é incapaz de.nada malo é indig no. E l Cu ra andaba ata read ísimo con sultand o unos tratados antiguos d e T eolo g ía mo ral, y se le oía murmura r palabras extrañas, que p o r no enten d erlas, calificaba el mayordomo de la tinas y c uan d o exclamaba el pastor d e almas <<D e er r or íóus n octur ms a í q ue d i aóol or um. D e zn cuóos et sucuóos, Chávez se c reía obligado á contest a r y contestaba con presteza: Luego, muy preocupado, el dig n o sacerdote exclamó de esta manera: Haz de saber, R emigio, que el demonio suele tomar forma h uman a para p erdición de las alm a s y, tene r

48 sup snsr rc rc mss M AYAS. del buen C hávez al decir esto. E l Cu ra le des p id ió lan zando chili n d ri n as y an atemas á la lige reza con que se p c rmít ía t ratar del asunto, y más á las aficiones diabólicas que d emostra ba aunque fmese á diablos de tan bue n a presencia y gentil garbo como la X T aóa _y. Poco después acla raba el Cu ra, q u e esta antigua tradic ión corres p ondía á l a también antigua en E uropa del sú c ubo que refiere la T eolo g í a moral que no es un ser fantástico p o r q ue a este lo designaban con el nombre de Aí c oko/tz ek fantasm a y q ue; todavía se llama X T aóa_y en el país á la m u j e r que con meln si rlad es y zal amerías atrae a los enamorado L o cual es fama que también con seguían desde la más remot1 an ti g iie d ad ciertas mujeres con el K a y 7. í cfé ó canto de las fl ores V am os á h ablar del procedimiento se gún averi g uación practicada p or el Sr. Cura N. y con siste en tomar un a p as te n ue o cocido c..i viernes ; po n e rle a g u a ise i e n ad a e ntre la cual co locan ) f lores de X D d ur m z/zz gy t omán

SUPER STICION ES M AYAS. 49 dolas entre el pul g ar y el índice por el p i e y haciéndolas gi rar rápidamente al caer en el líquido, en cuya parte media se coloca un ramo de las mis mas fl ores que también se hace gi rar al cae r; que esto se verificará con un a rel ación en que se pide á los ele mentos que de igual manera que ha g a n abrirse esas fl ores al infl ujo de su canto, así se abra el corazón de la pe rsona, objeto de la práctica, para que recordando la belleza y buenas prendas de la olvidada, vuelva como m anso pavo montés ( be y sus uc cutz é ) á sus antiguas relaciones ; que si no es posible que por bien se verifique, se obten g a, de quien quiera que ten g a poder para tanto. E sto lo dice la directora de la ceremoni a, y la perso n a abandonada contesta:c cx m el ua l, aunque sea del abismo. Luego estas dos personas, las únicas de la prácti ca, se desnudan y d an nueve vueltas alrededor del a p a ste en un sentido, y nueve en el contrario, cantando lo que dijeron al remojar las fl ores y d icien do alternativamente Volverá? S i vol verá. Có mo n o ha de volver! S i estos

5 0 SUPER STICION ES M AYAS. cabellos e ran su encanto y los acari ciaba con las m anos! ble que esta vuelta y si no es posi por bien se veri fique, obtén g ase de quien quiera que ten g a poder para tanto. m et n a l, y vuelta al canto del p r i n ci p io y á lo de Volverá? S i volverá C o mo no ha de volver! si esta frente etc., hasta que acaba de mencionar sus perfecciones. E l Cura clamaba contra la abomi nación lanzando gran número d chi e lin d y chilindrones rín as ; en ardía santa i ra; y si no arrojó tablas de las l a Ley, como Moisés, fué porque n o las teni a á su alcance. Y cuánto más se i n d í g n aba el santo varón por el es tribillo de si n o es posible que esa vuelta por bien se verifique, obtén g a se de quien quiera que tenga poder p a r a tanto, pensando, que n o era otr a cosa que la solicitud de satánica ayuda. Luego, preguntó la d uracron de tan culp a ble práctica y le fué inform ado que nueve noches ( bal o n pp e l aé a ó ) y que á la novena se ab rían las fl ores; pero cuando supo que esta agua no.

sunsnsn c ro nss M AYAS. 5 1 renovada durante ese tiempo, servia para cie rtas abluciones dia ri as y des pués para preparar algún brevaj e p a ra la persona que debía volver com o m anso pavo, sintió tal asco el di g no C ura, que si á ésto, se uniera el recuer do del dedo meñique de m arras, die ra al traste con su digestión p atriar cal y al suelo con el contenido, del sa cerd otal estóm ago. Y como en estos casos padecía de masíad o con l as a n sias consiguientes, prohibió á D. R emigio y á sus feli g reses que le tratasen de su p ers ticio nes indígen as.

S AC E R D O T E S M E D 1C O S. N N A A T. H M E N. H P U L Y AAH.. P E D Z. COCAN Yucatán, como los otros paises de la antí g ii ed ad, de gobierno m onár q u i co, tenía clases p rivili g íad as y entre estas se encontraban los sacerdotes y médicos, cuyas funciones se confun d ían, viéndose como cosa natural á un s a cerdote verifi cando el p ed z y apli c ando el coccm y al médico ( Íz m en ) 6 h d zac y a h desem p eñando de sa cerd ote ó adivino, consultando el pe dernal en los primitivos tiem pos y post e riormente obj etos de vidrio. E l nombre del sacerd ote antiguo H ki n, que sin la aspiración de la h a che también significa sol 6 d ía, se

suesnsr rc ro n ss M AYAS. 53 aplica actualmente á los mi n istros de la religión católica, habiendo qued a do esas otras denominaciones, p a ra los sucesores de los que servían en altares de los K ukul ca n. E l primero es el 1 1 m i 6 adivino el segundo el H m en, médico, maes tro de ceremon ias, di rector de prácti cas g e ntílicas, quien como el H N aa t, tiene el uso del sastun, ó piedra ré veladora; y el H P ul y a a /z ó hechi cero autor de los malefícios, temible por sus m alas artes que d an por re sultad o la expulsión de g usanos y aú n de reptiles y al cual, á pesar del temor que les inspi ra, ven los natura les con repulsión y aú n con d es p r e cio, como el brujo de otras regiones. E l H N aa t es considerado siem pre y consultado en los casos en que se necesita adivinar algo, y sus funciones se reducen á eso ; de ma yor g e rar q uía que los otros, es el que tiene el M actz í l ó virtud del n a a! y no desciende á las funciones del H M en sino para p redecir si un enfermo vivirá ó no, si n meterse en la medic a ción. E l Iz m m como se ha

tud para quitarlo. V ayan al abismo, 54 S U P E R S T I C 10 N E S M AYAS. dicho, es el médico y el sacerdote ; su p r mci p al función es el p ed z (a p es g ar.) E s un a imposición de m anos tocan do ai paciente, y, viéndole con g ran fijeza, murmurar ciertas palabras, v. g.: Xz z c ta n ca sz l ko/za n m el ua l. M a z x l uksz e ú ta n casíl? T en l uksz c, ú ta n caszl tum en ya n ten m l a ctz z z n, l uksz c. Xz cooó m etn a l clze tun cz m z l z z z/za l íl, a ua tm d, clzaciza ua y, tuz z k, kal uz x, x t c m etn al. M d i x l uksz c ta n casz l? T en l uksz c ú l ta n ca sz tu m en y a n ten ú m actz z l zn l uksz e. Xz cooó m etn al x c, x ekz k, tukuó, baca n, sa e czm z l, etc. ( 1 ) ( 1 ) Vaya el microbio del enfermo al abismo. Quién quita el microbio? Y o quito el microbio, porque tengo vi r la muerte súbita, el resfriado, el dolor de costado, la lepra, la disnea, reten ción de orina; vayan al abismo. Q uién quita el microbio? Yo quito el micro bio porque tengo poder para quitarlo, vayan al abismo el vómito de sangre, el hipo, la postema, mal de corazón, etcétera. Hemos presenciado un a curiosa es

5 6 s uer :nsr rc ro rrr :s M AYAS. el niño sanarí a de a quella enfermedad, terminando con la ofe rta de que por la noche llevaría la medicina que con sistió en razonable porción de yerbas que molidas se aplicaron á la cabeza del p aciente. Quedamos admirados más que del remedio que dejó al pequeño con enor me gorro de verdura, de la g ravedad del curandero y aú n más de la fé de los circunstantes. L a preocupación de penetrar el por venir, también se manifiesta en el país en forma de buena ventura que se anuncia mezclando la albúmina de un huevo con medio vaso de agua y viendo a trasluz lo que existe tal vez en la imaginación d el que verifica esa mezcla. L a ci rcunstanci a de re citarse sobre el vaso un <<Credo» y escoger se el d ía de S an Juan para efectuar lo, nos hace suponer que no es cos tum bre aborigena y por eso la men cion amos de paso. E l C oca n es tan célebre como el p e d z y se aplica con rezos análogos y ceremonial semejante. <<D iente de cu lebra» si g nifica esa palabra y se origi

sueran sr rc ro nr zs M AYAS. 57 n a de que se toman los colmillos de es tos reptiles y se limpian p erfectamen te para aplicar en form a de sangui j uelas ; producen pequeñas sangrías en vi rtud del tubo capilar que si rvió al reptil para expeler el veneno. T am bién con buen éxito se utilizan en sustitución de los colmillos mencio nados, las puas de un a especie de puerco espin, llam ado K i xp a cboc/z y asimismo algunas especies de e5pinos.

E L L O H. L O H K AAX. L O H N A. H E D Z LUUM L O H C AB. L O H COR R AL. 1. E sta voz m aya L olz viene del ver bo L olz l zolza /z, l o/ze que si g n ífrca, re dimir, rescatar, libe rtar ; de él se deri va redención, muy usado en los libros de doctrina en m aya. Q ué mo trvos tendrían los abo rí genes para pro ceder a liberación del campo de esta, del colmen ar Supond rí an la casa,, asi como á sus cosas bajo el domi se nio del mal? Serí an posteriores estas prácticas á la conquista, y á m anera d e imitación de los exorcismos y asper g es del catolicismo, cuyos primeros mi nistros en el p a í s lo juzgaron bajo el reinado de Satanás, y procedían en co n secuencia á ciertas prácticas?

SUPER STICION ES M AYAS. 59 D ej amos estas consideraciones p a ra estudio de otra índole, concretan donos á obse rvar que si se redujeran al L o/z cor r a l, h ab rí a motivo para j uzgar estas prácticas posteriores á la conquista, después de la cual se intro d uj o el gan ado vacuno en la p e nínsu la; ( 1 ) pero tenemos además la reden ción del monte, de las casas, del col m en ar, lo que n os h ace reputarlo como del Yucatán antiguo. E l l ol:empezaba por el monte que dedicaban á sus labranzas y ranche ri as ; se g u íase el l o/z m i, ceremoni a que verifi caban en sus nuevas habitacio nes ; vení a luego el H ed z [n um 6 acli m atació n y p ara los que tení an re cursos, el l o]:ca b, l o/z cor r a l, E l l o]:ka a x, l a]:m i, lzed z l uzm z y [ala ca b se ve rifrcan de un a m anera ( 1 ) A lgunos opinan que existía 6 cu ando menos se conocía el ganado en la Península por el nombre uaca x que suponen aborigena; no opin amos de ese modo ; creemos que uaca x es corrupción de vacas que pronuncia ban de un a m anera semej ante los conquistadores.