Tema 1.- El dinamismo de la población A.- Una irregular distribución de la población en el planeta La población es el conjunto de personas que habita un territorio. Nuestro planeta, según Naciones Unidas, está habitado por 6.134 millones de personas. Este volumen de población es el resultado del crecimiento de la población que comenzó su desarrollo con la Revolución Industrial y se hizo muy intenso a partir de 1950. A partir de esta fecha la población mundial ha sido capaz de triplicar su volumen y las previsiones, según Naciones Unidas, anuncian que el ritmo de crecimiento, aunque ha iniciado un ligero descenso, continuará siendo alto y se alcanzaran los 9.322,3 millones en el año 2.050. La población no ocupa homogéneamente la Tierra; su distribución es irregular. En el hemisferio norte, especialmente entre los 20º y 60º de latitud viven aproximadamente el 90 % de la población, frente al 10% que habita en el hemisferio su r; este contraste también aparece entre unas zonas costeras, densamente pobladas y los interiores de los continentes, en donde las densidades son menores. Estos y otros contrastes permiten hablar de zonas deshabitadas o desiertos demográficos, en donde la densidad de población oscila entre 1 y 10 habs./km 2. y de auténticos hormigueros humanos. Los demógrafos utilizan para analizar de distribución de población los conceptos de población absoluta o número de personas que vive en una zona geográfica y de densidad de población o habitantes que viven por Km 2. 1.- Grandes concentraciones de población. En el mundo existen grandes focos de población en los que viven dos terceras partes de la Humanidad, aunque representan sólo el 1% de las tierras emergidas. Asia meridional y oriental alberga aproximadamente la mitad de la población mundial. Aquí se asientan algunos de los países más poblados de la Tierra como China, India, Japón etc. Excepto éste último, el resto debe su volumen de población a una agricultura intensiva que se desarrolla en los valles y los deltas de los ríos. Europa es otro de los grandes focos. Sus 600 millones de habitantes se distribuyen de forma regular, aunque las mayores densidades se concentran en torno al mar del Norte y en el eje que forma el Reino Unido, Benelux, Alemania, Suiza y Norte de Italia. El alto desarrollo urbano y económico de Europa explican estas altas densidades de población. La costa atlántica de América del Norte, con algo menos de 100 millones de personas, debe su desarrollo demográfico a la inmigración europea y a su desarrollo económico. Existen, además, otros focos secundarios con altas densidades entre los que se encuentran, en África, el golfo de Guinea, el valle del río Nilo y el norte del Magreb; y en América del Sur, la franja litoral brasileña del este y sureste que se prolonga hasta el Río de la Plata. 2.- Y vacíos demográficos. Pero, al mismo tiempo, existen zonas en las que la densidad de población es muy baja. Son vacíos demográfico. Una cuarta parte de las tierras emergidas sólo concentran el 2% de la población mundial y, entre ellas, se encuentran: Las zonas frías de altas latitudes, situadas por encima de los 55º de latitud norte y sur. Aquí el frío crea desiertos demográficos que se extienden por la Antártida, Groelandia, y el norte de los continentes americano y euroasiático. Los desiertos cálidos se convierte en otras zonas repulsivas para el asentamiento por la escasez de agua. Sólo están habitados por algunos pastores nómadas y agricultores que se asientan en los oasis. Las zonas cálidas y húmedas situadas en torno al Ecuador son repulsivas para la población. Esta causa explica la despoblación de la cuenca del Amazonas, Congo y de las islas de Borneo y Nueva Guinea. Pág.: 1
España tiene una población algo superior a los 41 millones de habitantes y una densidad de 80 habs./km2. pero su distribución presenta importantes desequilibrios. Las mayores densidades de población se alcanzan en Madrid y en la periferia peninsular, mientras que las más bajas, inferiores a la media nacional, corresponden a interior. 3.- Un conjunto de factores explican esta distribución La distribución de la población obedece a una serie de factores físicos y humanos. Entre los primeros, se encuentran: El clima es un factor decisivo. Elementos, por ejemplo, como la aridez, bajas temperaturas, excesiva humedad y temperatura, etc. hacen que algunas zonas se conviertan en repulsivas, mientras que unas temperaturas suaves y precipitaciones adecuadas favorecen el asentamiento de la población. El relieve es otro factor. La población tiende a concentrarse por debajo de los 500 m. sobre el nivel del mar y, especialmente, en torno a la costa. La fertilidad del suelo y los recursos del subsuelo favorecen el asentamiento humano, especialmente si los grupos humanos tienen un desarrollo tecnológico adecuado para su explotación. Entre los factores humanos se encuentran: La antigüedad del poblamiento de un lugar favorece las altas densidades. Este factor explica las altas densidades que alcanzan algunas zonas asiáticas, africanas y europeas. Es el caso de los valles del Nilo, Indo, etc. Los factores económicos. La población se concentra en zonas que cuentan con actividades económicas. Este factor explica las altas densidades que alcanzan las áreas agrarias en los países subdesarrollados y las industriales y de servicios en los países desarrollados. Los factores o decisiones políticas pueden influir y explicar el incremento o la disminución de la población de un lugar. Ejemplos son la colonización de Siberia o la creación del estado de Israel. 4.- La distribución irregular de la población española. España nunca ha sido un país muy poblado y el crecimiento de su población ha sido lento. Pero entre 1900 y 1980 se produjo una aceleración del ritmo de crecimiento debido a la disminución de las defunciones y al mantenimiento de una natalidad elevada. A partir de 1980, el crecimiento de la población se estancó, aunque en los últimos años ha habido un pequeño crecimiento por la llegada de numerosos inmigrantes. La densidad de población española 90 hab/km2 es inferior a la media de la Unión Europea y presenta grandes diferencias regionales. En general las mayores concentraciones se sitúan en la periferia de la Península y en Madrid, y las men ores en las zonas centrales de la Meseta y en las áreas de montaña. Las causas de esta distribución son el mayor desarrollo económico de las zonas costeras y la consiguiente emigración de la población desde el interior hacia Cataluña, País Vasco y Comunidad Valenciana. B.- Los movimientos naturales de población 1.- El crecimiento natural de la población La población de cualquier lugar de la Tierra no cesa de evolucionar debido al incremento que suponen los nacimientos y al decrecimiento de las defunciones. a) La natalidad, factor de crecimiento de la población La natalidad es el número de niños y niñas que nacen en una población durante un periodo determinado. Para su estudio se utiliza la tasa bruta de natalidad que expresa el número de niños y niñas que nacen en un año por cada mil habitantes. También se emplea, porque completa la información de la tasa anterior, el índice de fecundidad general que relaciona los Pág.: 2
nacidos en un año con el número de mujeres en edad de procrear (15-49 años), por cada mil habitantes. Se utiliza también el número medio de hijos por mujer. La tasa media mundial de natalidad se situó, en el periodo 1995-2000, en el 22,1, pero esta distribución es desigual a lo largo del planeta. Las tasas bajas (inferiores al 20 ) se registran en los países desarrollados, mientras que los subdesarrollados mantienen tasas medias (20-30,) si ya han iniciado el proceso de reducción de la tasa de natalidad o altas (superiores al 30 ) que, en algunos casos, pueden superar el 40. Por su parte, la tasa de fecundidad media, que a nivel mundial se sitúa en al 3, mantiene una distribución similar. Los países subdesarrollados alcanzan valores muy superiores a la medía, mientras que los desarrollados, especialmente europeos, no alcanzan los 2,1 hijos por mujer que son necesarios para asegurar el reemplazo generacional. Los contrastes que presenta la tasa de natalidad entre distintos países, obedecen a una serie de factores: Las características de la población (edad, sexo, estado civil, etc.) influyen en la natalidad así, por ejemplo, las poblaciones jóvenes favorecen unas tasas de natalidad más altas que las poblaciones envejecidas. El desarrollo económico y social. Las sociedades más pobres mantienen tasas altas de natalidad porque los padres consideran a los hijos como un elemento de ayuda económica y de seguridad para cuando ellos sean ancianos. En los países desarrollados se tiende a controlar la natalidad, porque los hijos suponen una serie de gastos en educación, alimentación, cuidados médicos, etc. El proceso de urbanización, el trabajo de la mujer fuera del hogar son también factores que condicionan el número de nacimientos. Las decisiones políticas influyen en la natalidad. Existen países, como China e India, que desarrollan políticas de control de la natalidad para frenar su crecimiento. Otros países, entre los que se encuentran los europeos, favorecen los nacimientos, porque tienen problemas de envejecimiento Sucede igualmente con los factores ideológicos y culturales. Las grandes religiones, por ejemplo, favorecen la natalidad porque se oponen al control de los nacimientos; en el extremo opuesto se encuentra el movimiento feminista que defiende la planificación familiar. Influyen también los métodos de planificación familiar. La utilización de los anticonceptivos, las campañas de planificación familiar, los abortos frenan el desarrollo de la tasa de natalidad pero, al mismo tiempo, también favorecen su desarrollo a través de la ingeniería genética y la fecundación in vitro. España comienza el siglo XX con unas tasas de natalidad altas que fueron descendiendo hasta valores medios. A partir de 1970, se ha producido una caída brusca de la tasa de natalidad, situándose entre las más majas del mundo (9,4 ) y de la de fecundidad 1,2 hijos por mujer, muy lejos de los 2,1 hijos por mujer que son necesarios para se produzca el reemplazo generacional. La modernización del país que se produjo a partir de esta fecha, ha provocado estos cambios. b) La mortalidad, factor de disminución de la población La mortalidad es el número de personas que fallecen en una población. Se mide a través de la tasa bruta de mortalidad que expresa el número de muertos en un año por cada mil habitantes. Los contrastes de la mortalidad entre países obedecen a las características de la población y a factores higiénico-sanitarios, socioeconómicos y culturales También se utilizan las tasas de esperanza de vida al nacer y la de mortalidad infantil. Estas últimas facilitan una gran información porque revelan la calidad del estado sanitario y de la alimentación así como el grado de protección que goza la población. La mortalidad infantil relaciona el número de niños muertos en el primer año de vida por cada mil niños nacidos vivos en ese año. Es un indicador fiable para medir el desarrollo socioeconómico de un pueblo. Los países desarrollados presentan valores inferiores al 20, mientras que las tasas superiores al 50 corresponden a los países subdesarrollados. La esperanza de vida al nacer o duración media de la vida es otro indicador socioeconómico. Su actual comportamiento es alentador porque en el mundo se está produciendo un aumento en la esperanza de vida de las personas, a pesar de que en algunas zonas, especialmente en el continente africano, se encuentra comprometido por el sida y el escaso desarrollo económico. Los mayores contrastes se dan entre los países desarrollados, donde las personas viven un promedio superior a los 70 años y los subdesarrollados que, en casos extremos, sólo se alcanza los 50 años. Las mujeres tienen mayores expectativas de vida que los hombres. Pág.: 3
España mantiene unas bajas tasas de mortalidad (9,2 ) que han descendido desde comienzos del siglo XX. La tasa de mortalidad infantil ha tenido, en el mismo periodo, un descenso brusco hasta situarse en unos valores bajos (5.), mientras que la esperanza de vida se sitúa entre las más altas del mundo con 74 años para los hombres y 82 para las mujeres. La modernización de la sociedad española es la responsable de estos cambios. c) Crecimiento natural es la consecuencia de estos factores. La diferencia entre los nacimientos y las defunciones que se producen a lo largo de un año es el crecimiento natural o vegetativo. Su tasa se expresa en tantos por ciento y es el resultado de restar la tasa de mortalidad a la de natalidad, pudiéndose dar situaciones de crecimiento, equilibrio y decrecimiento de la población. Su distribución presenta desigualdades: Países con un crecimiento bajo (menos del 1%). Pertenecen a este grupo los países desarrollados, especialmente los europeos. Algunos de estos países tienen tasas negativas de crecimiento como consecuencia del envejecimiento de su población. Países con un crecimiento medio (entre 1 y 2%). Se integran los países subdesarrollados y algunos países desarrollados cuya población no está envejecida. Países con un fuerte crecimiento natural (tasa superior al 2%) son países subdesarrollados, especialmente africanos, en los que no ha comenzado la reducción de las tasas de natalidad. El crecimiento natural de la población española es pequeño (0,22% en 1999) pudiendo llegar a ser negativo en los próximos años, como consecuencia de las bajas tasas de natalidad y del envejecimiento de la población española. d) La evolución de la población conoce distintos ciclos. Durante los últimos siglos, la población mundial ha conocido un fuerte crecimiento que le ha permitido alcanzar los 6.134 millones en el 2001 y, según todas las previsiones, llegará a los 9.322,3 millones en el 2050. Sin embargo las características de este crecimiento son distintas entre unos lugares y otros y entre distintas épocas, lo que permite hablar de una evolución con distintas etapas: 1.- Ciclo demográfico antiguo. Se caracteriza por unas altas tasas de natalidad que son contrarrestadas por altas tasas de mortalidad, mortalidad infantil y una corta esperanza de vida. Su resultado es un crecimiento natural bajo e, incluso, negativo, si están afectado por alguna crisis de supermortalidad: hambres, guerras y pestes. La población europea permaneció en esta etapa hasta el siglo XVIII. Actualmente sólo algunos países subdesarrollados, afectados por estas crisis, se encuentran en esta fase. 2º.- Ciclo de transición demográfica o intermedia entre los ciclos demográficos antiguo y moderno. Es la etapa de explosión demográfica. En Europa, esta etapa se extendió desde el siglo XVIIII hasta la primera mitad del siglo XX y fue fruto de la Revolución Industrial y de sus transformaciones (higiene, medicina, etc.). A comienzos del siglo XVIII, la reducción de las tasas de mortalidad y unas altas tasas de natalidad permitieron un fuerte aumento de la población aunque, desde comienzos del siglo XX, se fue debilitando porque decreció la tasa de natalidad. La mayor parte de los países subdesarrollados se encuentran en distintos momentos de esta etapa aunque, en todos ellos y especialmente en los africanos, la reducción de la mortalidad se debe al acceso que tienen a la medicina occidental. 3º.- Ciclo de régimen demográfico moderno es en el que se encuentran los países desarrollados desde la segunda mitad del siglo XX. Se caracteriza por unas tasas bajas de natalidad y de mortalidad y un bajo crecimiento natural que puede convertirse en un negativo por la baja fecundidad y el fuerte envejecimiento de la población. Pág.: 4
D) Población y recursos. Un problema de difícil solución. Los habitantes del planeta que demandan comida, agua potable y vivienda son cada día más numerosos. Existe, pues, una pregunta inevitable: puede el planeta producir alimentos suficientes para una población en continuo crecimiento?, En principio, hay dos hechos que parecen claros: La capacidad del planeta depende de la utilización de los recursos realizada por sus habitantes; esto obliga a buscar un consenso para llevar a cabo una explotación racional de los mismos. Existe una manifiesta desigualdad en la utilización de los recursos. Los países desarrollados son los que provocan un mayor impacto sobre los recursos del planeta, ya que cada habitante de un país rico consume, a lo largo de su vida, el equivalente a 40 habitantes de un país poco desarrollado. El problema de la humanidad consiste, por tanto, en buscar un equilibrio entre el crecimiento de la población y los recursos existentes en la Tierra. 1.- Natalistas y neomaltusianos, un debate antiguo La posible necesidad de controlar el crecimiento de la población ha generado una polémica antigua que aún está vigente: para unos, el crecimiento de la población es la solución a los problemas; para otros, en cambio, es la causa de los mismos. Los antinatalistas son partidarios de la limitación de los nacimientos. El primer defensor de estas ideas fue, en 1798, el economista británico Thomas Robert Malthus. Los neomaltusianos actuales son partidarios de frenar el crecimiento de la población, y defienden medidas que contengan la natalidad como la difusión de los anticonceptivos, el aborto o la esterilización. Los pronatalistas o populacionistas afirman que el crecimiento de la población es beneficioso para el desarrollo económico. Entre ellos se encuentran la Iglesia Católica, el Islam y otras muchas religiones. Consideran que en la Tierra hay reservas por descubrir, y que seremos capaces de encontrar soluciones por medio de la técnica y de la mejora en la distribución de los recursos. Son, pues, partidarios del crecimiento de la población y denuncian las políticas intervencionistas para la limitación más o menos forzada de la natalidad. Razones y argumentos a favor de una y otra postura se encuentran por doquier; es cierto que la Tierra tiene suficientes recursos para la población y que estos pueden aumentarse pero también es cierto que es muy difícil que países subdesarrollados puedan salir del subdesarrollo repartiendo pobreza con un alto crecimiento de su población. E.- Saldo migratorio y crecimiento real de la población La población de un área geográfica aumenta o diminuye por el crecimiento natural pero también depende de los movimientos migratorios. Las migraciones son movimientos de la población en el espacio. Toda migración implica salida del lugar de residencia o emigración y llegada al lugar de destino o inmigración. La diferencia entre ambas es el saldo migratorio que será positivo, cuando reciba más inmigrantes que emigrantes lo abandonen y negativo, si el comportamiento es a la inversa. Crecimiento natural y saldo migratorio forman el crecimiento real de la población. Las migraciones se clasifican por el lugar de destino en interiores, si se producen en el interior de un país y en exteriores, si son entre distintos países o por el tiempo de permanencia, en definitivas, cuando el emigrante no tiene voluntad de volver al lugar de origen y temporales, si piensa en su vuelta. Las migraciones son una constante en la historia de la humanidad. Unas veces se originan por motivos religiosos como sucedió en España con la expulsión de los judíos; otras, obedecen a causas políticas como las guerras y las perse- Pág.: 5
cuciones y cuyo ejemplo son las originadas por el conflicto bélico de los Balcanes; o por motivaciones socioeconómicas, si el emigrante busca mejorar su nivel de vida. 1.- Las migraciones interiores explican la distribución de la población Entre las migraciones interiores y definitivas destaca el éxodo rural. Es una emigración que supone la salida de la población del campo hacia la ciudad buscando, entre otras causas, un mejor nivel de vida. El proceso se inició, en el Reino Unido durante el siglo XVIII, pero pronto se extendió al resto de los países desarrollados como consecuencia tanto de las transformaciones (crecimiento de la población, mecanización, etc.) que la Revolución Industrial había introducido en el campo, como de las posibilidades que ofrecía la ciudad con su industrialización. En España, el éxodo rural conoció un fuerte desarrollo entre 1960 y 1973. Numerosas zonas rurales de Galicia, Andalucía y del interior de España sufrieron un fuerte despoblamiento del que se beneficiaron las zonas industriales (País Vasco, Cataluña, Madrid) y, más tarde, las zonas turísticas de Levante, Baleares y Canarias. En los países desarrollados, el éxodo rural se da por terminado a partir de la mitad del siglo XX. A partir de esta fecha, comienza una nueva fase que afecta a los países subdesarrollados Sus ciudades sufren un crecimiento espectacular y en ellas se acumula un gran número de inmigrantes que no ven satisfechas sus aspiraciones de mejorar su nivel de vida porque, al contrario de Europa, su éxodo rural no va acompañado de desarrollo económico. Otras migraciones interiores son los desplazamientos diarios entre el lugar de residencia y los centros de trabajo (movimientos pendulares) o aquellos que están motivados por el ocio (vacaciones y fines de semana) o por trabajos relacionados con las labores agrícolas (migraciones estacionales) etc. 2.- Una constante a lo largo de la historia: las migraciones exteriores. Son desplazamientos de la población que se dirigen hacia otro país. Estos movimientos han sido muy numerosos a lo largo de la historia, pero por proximidad a nuestro tiempo y cultura, destacan: La emigración de europeos hacia América y Oceanía que se desarrolló durante el siglo XIX y comienzos del XX. Se originó como consecuencia de un conjunto de circunstancias favorables que se dieron en los países europeos y entre las que destaca el excedente de mano de obra y, en los países de destino, que necesitaban abundante mano de obra para colonizar los grandes espacios vacíos y acometer su industrialización. El desarrollo de los medios de transportes: ferrocarril, barco de vapor permitieron la emigración de 50 millones de europeos. En una primera etapa fueron los emigrantes de la zona anglosajona los que emigraron a las colonias británicas (EE UU, Canadá, Sudáfrica, Australia y Nueva Zelanda) y cuando esta se agota, surge la de países europeos del Mediterráneos (españoles, portugueses, griegos, italianos que emigran a las antiguas colonias españolas y portuguesas (Brasil, Argentina, Cuba, etc.) Europa occidental es también zona receptora de migraciones. Al finalizar la II Guerra Mundial, esta zona necesitó gran cantidad de mano de obra que sustituyera a las numerosas pérdidas causadas por la guerra y que hiciera posible el fuerte desarrollo industrial. El resultado fue un intenso movimiento migratorio desde los países del norte del Mediterráneo (portugueses, españoles, italianos, etc.,) hacia Alemania, Francia, Holanda, Gran Bretaña, etc. 3.- Movimientos migratorios actuales. El desarrollo económico actual de la Unión Europea y el envejecimiento de su población siguen favoreciendo la llegada de inmigrantes procedentes del Magreb, África Subsahariana y este europeo que se ven obligados a emigrar por la situación económica y política en la que se encuentran sus respectivos países. Destacan también las migraciones que se producen entre zonas que presentan fuertes contrastes demográficos y económicos. Es el caso de Estados Unidos, uno de los focos inmigratorios más importante porque su desarrollo económico atrae a una fuerte emigración de México y de América Central y Asia meridional. Pág.: 6
4.- La migración actual en España Desde los inicios de los años ochenta el saldo migratorio español ha dejado de ser negativo para convertirse en positivo, de modo que España ya no es una sociedad de emigrantes, sino un país que recibe emigración. Por supuesto que en un mundo cada vez más globalizado, sigue habiendo españoles que efectúan desplazamientos de larga duración y permanentes al exterior, pero sus características son muy distintas y más selectivas que en etapas anteriores. Normalmente, se trata de profesionales cualificados que trabajan en el extranjero. En cuanto a la inmigración, aunque el número de extranjeros registrados es de 4, 5 millones. Estos inmigrantes se dividen en dos grupos: uno, el de quienes, procedentes normalmente de países europeos de mayor renta que el nuestro, ejercen tareas cualificadas o disfrutan de su jubilación en áreas de clima suave; otro, el de aquellos que trabajan en servicios poco cualificados, en la construcción y en la agricultura, que suelen ser originarios del Magreb, de Portugal o de países latinoamericanos o de la Europa del Este El número de inmigrantes no registrados (ilegales) es, obviamente, muy difícil de calcular, barajándose unas cifras muy dispares: se estima que son un número parecido a los inmigrantes registrados. 5.- Las migraciones modifican las características de la población. Los movimientos migratorios provocan importantes cambios en la población de los países de procedencia y en la de los países de destino: 1. Crean una nueva distribución de la población. Las zonas de origen se despueblan mientras que la población de las zonas de destino, especialmente la urbana, se incrementa. 2. Modifican la estructura de la población. La salida de emigrantes reduce la natalidad y provoca un envejecimiento en los lugares de origen. 3. El emigrante sufre también problemas de desarraigo y de integración en la nueva sociedad en la que pueden aparecer elementos de rechazo al emigrante, xenofobia y racismo. F.- Estructura de la población La estructura o composición es el conjunto de características biológicas, culturales y socioeconómicas que definen a una población. Las más importantes son la estructura por edad, por sexo y por actividad económica. 1.- La edad de la población Los geógrafos distinguen tres grandes grupos de edades: jóvenes, adultos y ancianos, que se corresponden, respectivamente, con los períodos de formación, actividad laboral y jubilación. Los jóvenes son la población menor de 15 años; los adultos, los que tienen entre 15 y 64 años, y los ancianos, los que tienen 65 años o más. A escala mundial, la edad media de la población era de 26,1 años en 1998; sin embargo, los contrastes entre los distintos países de la Tierra son muy acusados, lo que ha llevado a clasificarlos en jóvenes y viejos. Son países jóvenes aquellos en los que más del 35% de la población tiene menos de 15 años; suelen ser países pobres y subdesarrollados, y la población anciana no supera el 5% de la población total. Son países viejos aquellos donde más del 12% de la población tiene 65 años o más; normalmente se trata de países ricos y desarrollados, y su población joven es, casi siempre, inferior al 25%. No obstante, muchos países están en una situación intermedia. La estructura por edades de una población condiciona, entre otros aspectos, las mentalidades, las necesidades de inversión en educación y pensiones, la disponibilidad de mano de obra, las actividades económicas y la natalidad. Pág.: 7
2.- Composición por sexo En general, nacen más niños que niñas, pero esta diferencia tiende a equilibrarse en las edades adultas por diversos factores, como la sobremortalidad masculina (debida a factores como el desempeño de trabajos físicamente más duros, la mayor mortalidad masculina en algunos tramos de edad) o la mayor participación de los hombres en los movimientos migratorios; en edades ancianas suele haber más mujeres, pues son más longevas. Por tanto, en los países jóvenes predominan los hombres a causa del mayor número de niños nacidos; en cambio, en los países envejecidos tiende a haber más mujeres, que llegan en mayor número a edades ancianas. 3.- Las pirámides de edades La estructura de la población por sexo y edad, en un lugar y en un año determinado, se representa gráficamente por medio de la pirámide de edades. En ella, la población se agrupa en tramos de edad de cinco en cinco años reflejados en un eje vertical. En el eje horizontal se representa el número de personas (también puede expresarse en porcentajes) en cada tramo clasificados por sexo: los hombres, a la izquierda del eje vertical, y las mujeres, a la derecha. La pirámide de edades nos muestra casi un siglo de la historia de una población concreta. El perfil del gráfico resultante (en forma de pagoda, de campana, de bulbo) nos indica si se trata de una población joven, vieja o en proceso de envejecimiento, y su lectura nos informa de los accidentes demográficos que han afectado a una población: guerras, epidemias, aumento o disminución de los nacimientos, etc. 4.- La estructura socioeconómica de la población L a población se diferencia también por su estructura socioeconómica, es decir, por su relación con el empleo y por la actividad económica que desempeña. a) La población y el empleo La población activa está integrada por las personas que realizan una actividad remunerada (población ocupada) y por las que buscan un empleo o están a la espera de conseguirlo (población parada o desocupada). La población inactiva es aquella que no realiza trabajos remunerados: niños y niñas, estudiantes, jubilados y jubiladas, amas de casa, etc. La tasa de actividad, o porcentaje de población activa sobre la población total, se sitúa en una media mundial del 41%, pero varía mucho de unos países a otros. Las mayores tasas de actividad se dan en los países desarrollados (más del 50%) y las menores en los países subdesarrollados (menos del 30%). Esas diferencias se deben a la distinta estructura por edades y a la mayor o menor incorporación de la mujer al mundo laboral: en los países subdesarrollados hay mucha población joven e inactiva, y el trabajo femenino remunerado es escaso; en los países desarrollados, en cambio, la incorporación de la mujer al mundo laboral ha elevado la tasa de actividad. b) La población y los sectores económicos La población activa se clasifica en tres grandes sectores económicos: primario, secundario y terciario. El predominio de uno u otro indica el grado de desarrollo alcanzado por un país. El sector primario agrupa a las personas que trabajan en la explotación de los recursos naturales: agricultura, ganadería, pesca y explotación forestal. El sector secundario incluye la población que se dedica a actividades de transformación: industria, construcción y minería. El sector terciario comprende a las personas que prestan servicios: comercio, transportes y servicios públicos (enseñanza, justicia, administración) y privados (banca, turismo, etc.). En los países desarrollados, el porcentaje de población activa en el sector primario es muy bajo, mientras que los sectores secundario y terciario superan cada uno, por lo general, el 30% de la población activa total. Pág.: 8
En los países subdesarrollados, el sector primario da trabajo a más de la mitad de la población, mientras que los sectores secundario y terciario tan solo proporcionan empleo al 10% o al 20% de la población activa. c) la composición de la población por sexo y edad en España Al igual que en el resto del mundo, en España nacen más niños que niñas, pero la mortalidad es menor en las mujeres debido a causas diversas. Por eso, la composición por sexos de la población española muestra un ligero predominio del número de mujeres respecto al de hombres. Este predominio es mayor cuanto más avanzada es la edad de la población, por lo que el desequilibrio entre los sexos es mucho más acusado entre la población anciana. El análisis de la composición por edades refleja una tendencia al envejecimiento de la población a causa del continuo descenso de las tasas de natalidad, así como de la tasa de fecundidad, aunque, según podemos deducir de los últimos datos, la evolución de estas tasas está empezando a cambiar de orientación. Los mayores de 64 años representaban en el año 2008 el 16,5% de la población total, cuando en 1900 solo eran el 5%. El porcentaje seguirá aumentando en los próximos años debido al aumento de la esperanza de vida, una de las más altas de Europa (más de 75 años para los varones y más de 82 para las mujeres). Por contra, desde 1900, los menores de 15 años han pasado del 33 al 14,4% de la población total. Los adultos representan el 69,1% d) La población y las actividades económicas en España La distribución de la población activa por sectores económicos ha variado sustancialmente a lo largo del siglo XX. La población empleada en la agricultura se ha ido reduciendo como consecuencia de la mecanización de las labores agrícolas. Al mismo tiempo, el progresivo desarrollo y modernización de la industria ha provocado el des plazamiento de la mano de obra sobrante hacia el sector terciario. En el año 2008, el sector primario ocupaba a un 4,3% de la población activa total; el secundario, a un 28,37%, y el terciario, a un 67,4%. Es la típica estructura de un país desarrollado. Pág.: 9