Citabria Stevens Número de palabras: 1.199 Dictadura y democracia La crónica 25 de febrero, 2011 La búsqueada del ritmo latino El baile de salsa, con el ritmo latino tan bello, es una enigma. El secreto más elusivo de la salsa para una persona como yo, que no tiene raíces latinas, es el ritmo latino. Desde México a España, en California y Nueva York, he buscado el ritmo latino. Curiosamente, el baile de salsa tomó un viaje muy parecido para encontrar su ritmo. Desde Europa y el Caribe hasta América Latina y los Estados Unidos, el baile de salsa buscaba a su propio estilo suave y, por último, su lugar en el mundo. Otro secreto de la salsa pasa a ser donde nuestros viajes se unen. Una noche recién, intenté la salsa de nuevo. Por la primera vez, me sentía sorprendentemente que el ritmo latino se nació dentro de mí en su sorprendente lugar de nacimiento. Estaba estudiando español en México con mi madre. Un día, ella me dijo que íbamos a tener una lección de salsa después de nuestras clases de español. Nunca había bailado salsa, pero siempre había querido probarlo. Mi madre y yo fuimos a un garaje de nuestra escuela para encontrarnos con nuestro maestro de baile. Era un hombre de mediana edad, con piernas bajas y un estómago redondo. De verdad, no parecía como una persona que podría bailar muy bien. Pero no me importa. Solamente quería aprender salsa. Al instante, él tomó a mi madre por una vuelta sobre las manchas del petróleo que cubrían la pista de baile. Miré a los bailarines con atención. Quería absorber todo lo que pudiera del baile de salsa. Pero, antes de darme cuenta de que la lección de mi madre se terminó, el 1
maestro agarrandé mis lazos de cinturón, me dijo, Sígueme, y estábamos bailando salsa! Me hizo girar, me hizo bajar, me llevó por todo el garaje. De vez en cuando, el maestro había repetido, Sígueme. Y todo lo que tenía que hacer era seguirle. Desde ese momento, me encantaba bailar salsa. Y pensé que lo entendí: todo lo que necesitaba para bailar salsa era un buen bailarín. Estuve en Madrid para estudiar español otra vez. Una noche, fui a un club de salsa con algunas amigas. No había bailado salsa desde mi lección en México, pero me acordé que solamente necesitaba encontrar un buen bailarín para bailar salsa. Noté a un hombre que podía bailar muy bien. Él estaba bailando sólo, pero nunca he visto a alguien que podía bailar salsa como él. Él parecía como si estuviera bailando encima de un suelo de brasas y sus piernas se movían como si estuvieran en fuego. Sus moviemientos emanaron directamente de la música, y bailó apasionadamente. Miré al bailarín con atención. Quería absorber todo lo que pudiera de su baile de salsa. Él se dio cuenta de mi mirada fija y me invitó a bailar. Me puse nerviosa porque él era tan bueno, pero me tranquilizó en seguida porque he encontrado mi buen bailarín! Fuimos a la pista de baile y él empezó a bailar conmigo. Pero no podía bailar con él. Me hizo girar, y salí en puntas de pie; me hizo bajar, y me enredé en los brazos; él no podía llevarme por toda la pista de baile porque no podíamos movernos juntos. Él me decía una y otra vez en íngles con acento duro, Move your heeeps! Move your heeeps! Y sólo podía responder con, Estoy moviéndome las caderas tanto como puedo! 2
Era obvio que estábamos en niveles distintos. Fuimos por nuestros caminos separados él para bailar con otras chicas y yo para pensar en la salsa otra vez. Pero, pensé que ahora lo entendí: todo lo que necesitaba para bailar salsa era aprender bien los pasos. Estaba en un estudio de baile con mi madre en el sur de California, con casi veinte mujeres de mediana edad y la misma cantidad de hombres. Estábamos posicionados en dos líneas con una mujer enfrente de cada hombre, y bailaríamos con cada persona del sexo opuesto. Había pasado unos años desde que había intentado bailar salsa, pero la quería intentar otra vez porque estaba convencido que aprender los pasos era la clave para bailar salsa bien. La maestra nos enseñó unos pasos simples. Practicamos con los hombres, cambiábamos las parejas con cada paso. Miré a la maestra con atención. Quería absorber todo lo que pudiera enseñarme del baile de salsa. Ella nos decía una y otra vez, Trabaja bien con sus parejas. Se mueven juntos! Los pasos fueron fáciles y los entendí en seguida. El problema esta vez era el movimiento: no pudía sentirme cómoda con ningunos de mis compañeros. Un hombre se movería los brazos tanto mientras otro hombre inventaría sus propios movimientos. Los hombres no me hacían girar; no me hacían bajar; y definitivamente no podían llevarme por toda la pista de baile porque habían demasiado bailarines torpes. Cuando terminé la clase, pensé que lo entendí: todo lo que necesitaba para bailar salsa era buscar a un compañero de baile con quien estaba familiarizada. 3
Recientemente, mi novio y yo fuimos a El Morocco un club de baile latino en Nueva York para bailar salsa. El baile de salsa creció en los barrios latinoamericanos de esta ciudad. Así como continué mi propia búsqueda del ritmo latino, los inmigrantes de los países varios de América Latina buscaban su propio ritmo en Nueva York y ellos y yo utilizamos la salsa para encontrarlos. El club era un mundo surreal: los paredes estaban cubiertas por tela de cebra y espejos elaborados; había alfombras rojas por todo el suelo; y el techo estaba sostenido por columnas que parecían como palmeras. A pesar de que sobresalimos en nuestros vestidos casi conservadores, yo tenía mucho entusiasmo porque estaba en un lugar perfecto para bailar salsa con un compañero de baile familiar. Al principio, nos quedamos en el borde de la pista de baile para mirar a los bailarines con atención. Las personas estaban bailando con habilidad impresivo: los brazos, las caderas, y los pies de cada pareja se movían como si fueran de un solo cuerpo. Mi novio me dijo que estaba estudiando el arrastramiento de los pies que hacían los hombres. Mientras tanto, yo estaba estudiando el movimiento de las caderas de las mujeres. Queríamos absorber todo lo que podíamos del baile de salsa. Cuando sentimos que entendíamos los pasos y los movimientos, los probamos en la pista de baile. Queríamos girar, queríamos bajar, y queríamos ir por toda la pista de baile, pero nos pusimos nerviosos tan pronto como nos unimos con la multitud de bailarines. Un hombre se dio cuenta que no pudimos bailar y él nos intentó ayudar. Una canción de salsa estaba tocado. Nos señaló la pulsación de la canción: Uno, dos, tres, cuatro. Uno, dos, tres, cuatro, nos dijo. Bailan a la pulsación! 4
No parecía muy difícil. Empezamos bailar con la pulsación uno, dos, tres, cuatro. Espera! le dije a mi novio. Lo entiendo! Todo lo que necesitamos hacer para bailar salsa es bailar! Puede encontrarse un buen bailarín; puede moverse las caderas como quiera; puede aprender los pasos básicos. Pero no se olvide bailar. Uno, dos, tres, cuatro eso es el secreto de salsa; eso es el ritmo latino; eso es el ritmo neoyorquino. 5