EL PODER DEL PUNTO ROJO Hacía cinco años que Nuria Valls había acabado la carrera. Realizó sus estudios de Bellas Artes en París gracias a una beca. Desde hacía diez años Nuria vivía en París, dónde empezó y terminó la carrera. Nuria vivía en un piso al lado del Museo d Orsay, dónde iba cada vez que inauguraban una exposición, por más pequeña que fuera, pasaba horas y horas admirando los cuadros de Monet y la bailarinas de Degas. El piso donde vivía tenía 60m2, 40m2 los ocupaba el comedor, la cocina, habitaciones y baños, etc. y los 20m2 restantes los destinó a un estudio dónde pintar. La verdad es que Nuria pintaba muy bien y cuando acabó la carrera, ella pensaba que podría vivir del arte, pero no fue así. Intentó exponer en todas las galerías de arte de París, pero no lo consiguió. Así que buscó trabajo, empezó a buscar empleo en el restaurante Le Quadrien, que estaba situado justo debajo de su domicilio, dónde le admitieron al instante ya que la conocían muy bien por que iba todos los domingos a cenar. Un día, Nuria tuvo una gran idea ya que para acceder al restaurante tenias que pasar por un pasillo de unos treinta metros de largo donde en la pared no había nada más que unos apliques luminosos cada dos metros. Nuria habló con su jefe y le propuso que le dejara exponer sus cuadros en el pasillo y en el comedor del restaurante. Su jefe le dijo que se lo pensaría. Después de dos días le aceptó la propuesta, y acordaron que Nuria tenía dos semanas para preparar cuarenta cuadros para el pasillo y el comedor. Transcurridas las dos semanas el jefe fue a ver los cuadros a su casa, cuando los vio quedo maravillado y enseguida aceptó la idea de Nuria. Ya hacía una semana que estaban colgados los cuadros en el restaurante Le Quadrien, pero pasó una cosa, a los clientes les gustaban y se lo iban diciendo unos a los otros, hasta que llegó a fin de mes y el jefe observó que había facturado el triple que los meses anteriores, y más tarde se dio cuenta que se debía a los cuadros de Nuria. El jefe de Nuria se lo explicó, y Nuria tuvo otra idea era, que como los clientes observaban tanto sus pinturas, los quiso poner en venta y cuando vendiera lo repondría por uno nuevo y así la gente iría aún más porque habría cuadros nuevos.
Pasó una semana y aún no había vendido ningún cuadro, y mira que ponía en la puerta del restaurante: Venta de cuadros, eso pero claro, en francés. Entonces a Nuria se le ocurrió poner un puntito rojo en todos los cuadros (eso significa que el cuadro ya está vendido). Cuando la gente lo vio empezó a preguntar y a preguntar sobre los cuadros. Al cabo de una semana Nuria repuso cuadros nuevos, ya que se suponía que los otros se habían vendido. Pues bien, la idea dio resultado, Nuria vendió los cuarenta cuadros en quince días y el jefe vio que habían multiplicado por cuatro sus beneficios. Cuando Nuria ya había vendido unos ciento veintitrés cuadros, con las ganancias cambió el mobiliario de su vivienda y cubrió todos los gastos de tubos de pintura, pinceles,...que se había gastado para pintar los cuadros. Transcurrieron dos años y Nuria era muy feliz, pintando y vendiendo sus cuadros pero un día, recibió una carta muy importante: era del museo d Orsay; que le proponía exponer sus cuadros en su galería, y al cabo de unos meses, recibió más cartas de diferentes galerías de arte que le planteaban lo mismo. Nuria estaba entusiasmada y a cada oferta que le proponían aceptaba en seguida. Al cabo de unos años tenía cuadros expuestos en casi todas las galerías de París. Nuria empezó a ser una artista muy conocida en Paris y un año más tarde ya tenía un museo y una galería de arte particular. También pudo exponer sus obras de arte en Nova York, Tokio, en el museo Guggenheim de Bilbao y en muchos más sitios Actualmente, Nuria continúa viviendo en Paris y está muy satisfecha de su carrera profesional. Su próximo objetivo es exponer sus cuadros en varios museos de España y especialmente en Avín, el pueblo dónde nació. Maria Saura
APAGON EN LA PLAYA MARIA GALLARDO MORALES Hola, me llamo Susana tengo 12 años mi pelo es pelirrojo, mis ojos son verdes y soy morena de piel. Vivo en una pequeña urbanización junto al mar, en una villa azul. -Susana te pasa algo? -Lo siento Sofía, pero es que mis padres me han dicho antes que, cuando volviera a casa, ahora a las cinco me preparara para la gran sorpresa y estoy impaciente porque no sé lo que es. -Pues no te preocupes tanto, que por allí asoma tu casa. Corrí hacia la puerta sin despedirme de Sofía, la abrí de par en par y lo primero que vi fue un equipo de buceo, si era el mío! y le pregunte a mi madre: -Mama qué hace mi equipo de buceo aquí? Entonces, me dijo mientras me abrazaba: -Nos vamos a la playa. Yo di un salto altísimo de la ilusión, me encantaba bucear i llevaba todo el año esperando poder hacerlo. Llegamos a la playa a las siete. En cuanto vi el mar me puse el equipo de buceo y me tire al mar a bucear. Aquello era precioso había muchos peces, conchas, algas.pase una hora buceando, y a las ocho mi sorpresa continuo, cenaba allí con mi primo Alberto. Ya sobre las diez y media, empezaron a apagarse una farola tras otra, en aquel momento un escalofrío me recorrió el cuerpo y le dije a Alberto:
-Esto no me pinta bien vallamos a mirar. Entre los dos convencimos a los padres. Cogimos dos linternas y Alberto exclamo: -Me han robado el collar de la suerte aquel de oro y plata. -Eso nos da una pista -asegure- porque lo llevabas a la hora de cenar. Ilumine una farola, pero si habían cortado los cables, pero aquella no era la única farola se los habían cortado a todas. -Mira Susana un rastro de cobre lo seguimos, y en efecto localizamos un hombre con el collar de Alberto, cogimos piedras y dije: - Al ataque!!! Mientras lo inmovilizamos nos vio un policía. - Señor hemos detenido a este ladrón. Llamaron a los padres y el policía se lo agradeció. Nuestros padres nos felicitaron, y nos fuimos a casa y esa noche soñé que era policía.
Había una vez una niña llamada María, tenía ocho años. Ella era normal y corriente como todas las demás. Tenía una larga melena castaña, sus ojos eran verdes y tenía una gran sonrisa. Era alta y delgada. Un día iba de excursión con el colegio. En su mochila nueva, que se había comprado, llevaba su almuerzo, su comida, su bebida y un poco de dinero para el postre y algún recuerdo. Después de almorzar no se acordaba de donde había dejado su mochila y empezó a buscarla. Miró por todos los lados pero no la encontró y entonces comenzó a preguntar: - Alguien ha visto mi mochila?, es que la he perdido. Pero nadie la había visto. Al momento vio una mochila más chula, más brillante y más nueva, que le encantó y la cogió. Al cabo de un rato se dio cuenta de que la mochila era mágica, podía sacar todo lo que necesitase e ir al sitio que ella quisiese. Viajó a muchos lugares después de la excursión y sacó muchos objetos de la mochila. Pero como de ella sólo podía sacar las cosas necesarias y la niña era tan avariciosa que pedía muchos más objetos de los precisos, a la mochila le salieron dos piernas y salió corriendo. María fue tras ella, pero no la alcanzó. De camino hacia su casa se encontró con un niño, se acordó de su mochila y le preguntó si la había visto. Enrique, que así se llamaba el niño, le dijo: - Si, y la he cogido por si alguien preguntaba por ella. Enrique se la dio y se hicieron muy amigos. María nunca más fue avariciosa y gracias a eso tuvo muchos más amigos. Autora: Clara Levoni Chuliá 6ºC