LA PINTURA EN EL RENACIMIENTO
En el siglo XIV surgió, en oposición a la Escolástica (enseñanza filosófica propia de la Edad Media, en la que dominaban las ideas de Aristóteles), un nuevo movimiento intelectual, el Humanismo. Esta corriente marcó una actitud distinta frente al entorno, al ser humano y al saber. Los humanistas estaban interesados profundamente en el hombre mismo, en las posibilidades que ofrecía la existencia terrenal y en la belleza de este mundo.
Los mecenas fueron personas poderosas que facilitaron, con su ayuda material o con su protección política, el desarrollo del Humanismo y del Renacimiento. Papas y obispos, reyes y príncipes, banqueros y comerciantes reunieron obras clásicas, llamaron a los eruditos, distinguieron a los humanistas con su amistad personal y los acogieron en sus palacios.
Entre ellos destacó en Florencia Lorenzo de Médicis, apodado el Magnífico, quien hacía de Miguel Ángel, joven escultor, el compañero de sus hijos y sobrinos, al tiempo que también amparaba a otro escultor: Donatello.
En Milán, Luis Sforza (el Moro) protegió principalmente a Leonardo da Vinci, aunque este artista también estuvo bajo el amparo del rey Francisco I, que lo llevó a Francia. Asimismo, entre los papas hubo grandes mecenas. León X quería elevar al pintor Rafael a cardenal. Julio II proclamaba que las bellas letras eran dinero para los plebeyos, oro para los nobles y diamantes para los príncipes. Inició la reconstrucción de la basílica de San Pedro, llamando a trabajar en ella al arquitecto Bramante, a Miguel Ángel y a Rafael.
Hubert y Jan Van Eyck Políptico de Gante La adoración del Cordero Místico, pintado en 1432. Fue un encargo de Jodocus Vijdts y su esposa Isabel Borluut. Está formado por numerosas tablas. En esta obra se pueden apreciar algunos de los caracteres típicos de la pintura de Van Eyck: naturalismo analítico, uso de colores luminosos, cuidado por la representación del paisaje y gran lirismo.
Italia En la pintura, los artistas del Renacimiento se destacaron por su dibujo, es decir, por el uso del trazo perfecto. Asimismo, redescubrieron las leyes de la perspectiva, ignoradas desde la antigüedad. Gracias a lo cual pudieron representar las figuras en una superficie plana, con la forma con que aparecían a la vista.
El invento del óleo fue muy importante (Van Eyck). Esta técnica consiste en el uso de colores disueltos en aceite, que pueden ser aplicados sobre telas o maderas, lo que provocó el surgimiento del llamado cuadro de caballete, es decir, en tela o madera y fácilmente transportable. Gracias al óleo se logró un mayor colorido y minuciosidad, porque podía ser trabajado con más lentitud que los frescos, que debían pintarse más rápidamente sobre un muro cuando este estaba todavía húmedo.
Por todo ello es que los pintores de esa época se destacaron en varias facetas distintas. Fueron hábiles compositores, es decir, supieron agrupar armoniosamente las distintas figuras y elementos de sus cuadros. Solucionaron también el problema de la conveniente distribución de la luz y de las sombras que se conoce con el nombre de claroscuro. Finalmente, fueron grandes coloristas, al saber disponer y graduar debidamente los colores.
El retrato: un alarde de belleza y poder En una sociedad dominada por el linaje familiar y las jerarquías sociales, era fundamental hacerse notar. El retrato era un alarde de poder y sofisticación en la Italia del siglo XV. Con origen en las monedas romanas, el perfil era el modo más refinado de mostrarse al mundo: luces suaves y ligeros ángulos en los plano rodeaban al modelo. El parecido físico no era estrictamente necesario, pero sí comunicar las convenciones sociales y la identidad cultural.
Hay una serie de características que distinguen la pintura renacentista de su inmediata antecesora, la pintura medieval. Evocación de lo antiguo, cuya belleza idealizada pretendían tomar como ejemplo. Observación viva de la naturaleza. Los cuadros se sitúan en paisajes naturales que se intentan recrear con fidelidad, o en marcos arquitectónicos, en los que columnas, frontones, palacios y templos sirven de excusa a alardes de perspectiva.
La figura humana se convierte en centro y medida de todas las cosas. El estudio de la anatomía, incluso la realización de autopsias, ayuda a los artistas a comprender la realidad del cuerpo humano y sus mecanismos de movimiento, de manera que lo representan de forma más realista pero normalmente, idealizada.
Dominio de la perspectiva, y de las técnicas compositivas, en la que destacó Leonardo da Vinci. Continúan los efectos de luces y sombras como el claroscuro o la grisalla. De ahí técnicas nuevas como el esfumado (efecto brumoso).
Se extiende el uso del lienzo, que es más económico que la tabla. Los grandes retablos, en que cada cuadro es parte de un tema más amplio, pierde presencia en favor del cuadro único, bien como tabla de altar, bien como lienzo. Se adopta de manera casi exclusiva la pintura al óleo. Jan Van Eyck sin haberla inventado, mejora la técnica de la pintura con este material. En Italia, sin embargo, se conserva la pintura sobre tabla y la técnica del temple en la pintura llamada de caballete. Es principalmente en Venecia donde, por influencia flamenca, se introduce el uso del óleo.
Si en la Edad Media la pintura fue de manera casi exclusiva religiosa, en el Renacimiento se introducen nuevos temas, como los mitológicos, alegorías y temas históricos. Aparece el desnudo, no por sí mismo sino en el marco de una pintura de naturaleza por ejemplo mitológica. Siendo la iglesia católica uno de los principales mecenas de la época, no dejan de pintarse cuadros religiosos.
Se cultiva con extraordinario vigor el retrato con maestros como Tiziano o Antonio Moro. En esta época empiezan, tímidamente, otros géneros considerados menores, como el paisaje o el bodegón, entendidos en el Renacimiento como un elemento subordinado frente a la historia.
El Renacimiento italiano creó una verdadera revolución en la pintura. Italia fue el foco primero y principal del Renacimiento en todas sus manifestaciones, del siglo XV al XVI. Un directo antecesor de esta nueva sensibilidad fue Giotto, maestro que rompió con el estilo bizantino. Sustituyó el típico fondo dorado por escenarios naturales.
La pintura del Quattrocento se desarrolló primero con la obra de Fra Angelico y sobre todo de Masaccio (1401-1428), que creó una nueva sensibilidad, totalmente ajena al gótico. Logra la sensación de espacio a través del uso metódico de la perspectiva lineal, como puede verse en la Trinidad de Santa María Novella (h. 1420-1425). Con el Humanismo, el hombre se sitúa en el centro de todas las cosas, y es la medida de referencia.
La perspectiva debe entonces respetar las leyes físicas del mundo, y la relación entre luz y sombra en los cuerpos. Masaccio quiere representar en sus cuadros la realidad objetiva. Tradicionalmente es considerado el primer pintor moderno. Introdujo en el arte occidental la noción de verdad óptica, de perspectiva y de volumen.
Esta investigación sobre la geometría y la matemática fue seguida por Paolo Uccello,
Andrea del Castagno.
Fra Filippo Lippi.
Conviene destacar a Piero della Francesca (1416-1492), quien se interesó por los tratados de Vitrubio, pensador latino del siglo I, que desarrolló en sus escritos el arte de la razón, el sentido de la medida y del equilibrio (desarrolla un modelo de ciudad romana con las proporciones "ideales").
La pintura exige la adecuación entre la visión de la imagen pintada y la de los objetos en el espacio. Este principio se traduce en la representación de los objetos más distantes de menor tamaño que los que están más cercanos. Piero della Francesca estudió el realismo visual y la perspectiva lineal, como puede verse en su Flagelación de Cristo, 1477-1479, Urbino.
La siguiente generación de artistas florentinos logró un mayor refinamiento: Benozzo Gozzoli,
Domenico Ghirlandaio
Sandro Botticelli.
En la segunda mitad del siglo XV surge una escuela pictórica en el centro de Italia, preocupada ante todo por crear el espacio en el que se mueven los personajes de sus cuadros, esforzándose por crear sobre todo paisajes ordenados y realistas.
En Umbría destacó Perugino,
Rafael
Pinturicchio
Luca Signorelli.
En la misma época, el Renacimiento alcanzó el norte de Italia, surgiendo escuelas regionales de marcada personalidad: Andrea Mantegna es el pintor más importante de Padua.
Carácter especial presenta Venecia, en contacto constante con oriente, lo que da a este centro artístico un aire diferente, en el que el color predomina sobre la línea y el paisaje sobre la persona humana, justo a la inversa de lo que ocurre en Florencia. Los más sobresalientes pintores venecianos de la época fueron los Bellini, en particular Giovanni Bellini.
Una destacada figura veneciana de principios del siglo XVI fue Giorgione, al que se pueden atribuir cuadros como la Venus dormida, La tempestad y Los tres filósofos.
La segunda fase del renacimiento italiano es el Cinquecento, en el que destacan los tres grandes nombres de la pintura renacentista: Leonardo da Vinci (1452-1519), Rafael (1483-1520) y Miguel Ángel (1475-1564). De Leonardo sobre todo destaca su asimilación de novedades gráficas como los claroscuros o el esfumado. Se trata de un principio de perspectiva que da a las formas lejanas un aspecto más difuso y a las cercanas una imagen más nítida. El dibujo, como en toda la escuela florentina, prima sobre el color.
Miguel Ángel, escultor, poeta y arquitecto, pintó en los frescos de la Capilla Sixtina una de las obras cumbres del Renacimiento. Representan numerosos episodios relatados en el Antiguo Testamento (el Génesis) y en el Nuevo Testamento (el Juicio Final, que realizó en un momento posterior de su vida). Esta obra maestra del Renacimiento es considerada como los frescos más famosos del mundo. El estilo pictórico, que imprime un gran dinamismo y una distorsión del cuerpo, hacen del Miguel Ángel el padre del Manierismo.
En España, por proximidad geográfica y lazos de todo tipo (históricos, comerciales, etc.), los modelos del Renacimiento italiano llegaron por la Corona de Aragón, difundiéndose más tardíamente en Castilla, donde prevalecía la influencia del gótico flamenco. Hay cierta resistencia española al estilo renacentista, que explica por la fidelidad a la pintura hispanoflamenca, los escasos pintores españoles que realmente viajaron a Italia y cierta desconfianza hacia unos modelos que se percibían como paganizantes.
A diferencia de Alemania o Italia, aquí había un fuerte poder centralizado, por lo que era escasa la iniciativa cultural y artística de los municipios. Los mecenas del Renacimiento español fueron la Corte, la Iglesia y la nobleza. Siendo la iglesia católica uno de los principales, si no el más importante, de los mecenas, los temas fueran predominantemente religiosos. Sólo en las colecciones reales y en las de algún noble podía verse otro tipo de pintura, generalmente obra de autores italianos.
Tiziano
El Greco