Tercer Periodo (1868-1898): Auge del Cafetal y Afirmación Criolla!
Decadencia del azúcar El cultivo y la molienda del azúcar pasó por situaciones críticas a finales del siglo XIX. Diversos factores tuvieron que ver en ello: La depreciación del azúcar moscada La reducción del volumen de producción a causa de plagas, sequias y huracanes. Los impuestos obligados El atraso tecnológico que evidenciaban la mayor parte de las haciendas. Eventos como la abolición de la esclavitud en 1873 y las guerras tarifarias entre España y Estados unidos incidieron adversamente en las condiciones de la industria. Grupo Editorial EPRL ( 2014) El azúcar en Puerto Rico. Enciclopedia de Puerto Rico Fundación Puertorriqueña de las Humanidades. Recuperado de: hep://www.enciclopediapr.org/esp/aricle.cfm?ref=08111801 hep://hectormendezcaraini.com/2013/fotografias-en-blanco-negro/haciendas-cafetaleras-de-puerto-rico-1987-1990/
El rápido asenso del café (1868-1898) El auge cafetalero comenzó a mediados de 1870 a raíz de un aumento súbito en la demanda internacional por ese grano. Al no poder otros países saisfacer esa demanda, subieron los precios del café durante dicho periodo.
Regiones de culivo de Café en Puerto Rico Las regiones centro y oeste de la Cordillera Central fueron protagonistas de las grandes cosechas de este producto. Los habitantes de dichas zonas, trabajaron audazmente en este culivo. Pueblos como Jayuya, Andjuntas y las Marías, desarrollaron el culivo del café con resultados muy exitosos. Las siembras nuevas llegaron a contarse en decenas de miles de cuerdas entre 1880 a 1897. Para fines de la década de 1880, Puerto Rico era ya el cuarto productor del grano aromáico de café, cuyo valor sumó 4,700,000 pesos en 1886, se elevaron diez años más tarde a casi 14,000,000.
Está danza millonaria, la única de nuestra historia que se concentró en el espinazo central de la isla, invirió la importancia económica de la altura y la bajura, al menos por el breve espacio de 20 años. La cosecha de café precipitó también el crecimiento de la población en las zonas de la siembra. A este crecimiento se le suma los migrantes de todas partes los cuales llegaban para quedarse o simplemente para trabajar durante el recorrido de grano.
El café transformó los municipios montañosos del oeste en centros de ebullición cultural y en focos de la discusión intelectual y políica. Yauco, Adjuntas, Maricao, Las Marías, Lares, Ciales, Jayuyas y Utuado tuvieron, en definiiva, instantes de gloria y fama.
Los trabajadores del cafetal Los forjadores de los cafetales fueron gente sencilla. Algunos eran hijos o nietos de los hateros, aniguos dueños de grandes extensiones de terreno en las montañas. Otros descendían de campesinos pobres que, en la primera mitad del siglo, habían emigrado de las costas al interior montañoso en busca de Ierras más accesibles y de un mejor vivir. A otros, que solo vivían en la altura durante la cosecha de café, se les conocía como correcostas.
El auge del café promovió un cambio gradual en la situación económica de las familias campesinas. Antes de la danza millonaria del café, tanto las mujeres como los niños trabajaban todo el año en las parcelas ya fueran propias, arrendadas o simplemente ocupadas por ellos. Las mujeres adultas y las niñas hacían también labores domésicas de costura, lavado de ropa, limpieza y cuidado de niños.
Quiénes eran los trabajadores del cafetal? El desarrollo de la economía cafetalera impusó exigencias adicionales a las mujeres y a los niños fuera del ámbito del hogar. Todos los miembros de las familias campesinas eran trabajadores potenciales del café. 1. Los niños de tres años en adelante podían dedicarse a recoger los granos de los ganchos bajos o los que caían al piso. 2. Las mujeres desempeñaban el recogido y sorteo de los granos con la misma destreza que los hombres. 3. Solo algunas labores, como la pilación de los granos, requerían un esfuerzo Bsico tal que se reservaba para los hombres más fuertes. Así, aunque se emplearan sólo durante la cosecha, las mujeres y los niños contribuían al sostenimiento de sus empobrecidas familias.
Durante las ulimas tres décadas del siglo XIX se agudizó la miseria y la desesperación de la mayoría de los habitantes de los campos de Puerto Rico. Esta situación se debió en parte a que más y más trabajadores perdieron sus parcelas tradicionales de culivo, con las que se sostenían. Al ocurrir esta situación, la alimentación se empobreció y, por consiguiente, la salud se deterioró.
En las regiones montañosas, la temporada del recogido de café era época de abundancia relaiva, pues había trabajo para todos. Pero los demás meses, el ingreso de una familia hpica se reducía a lo que algún miembro afortunado podía ganarse aviando guineos, talando algún monte o, como se diría hoy, haciendo chivos por aquí y por allá. La dieta, insuficiente de por sí, se empobrecía aún más durante esos meses dikciles.
Las expectaivas de vida de los puertorriqueños pobres eran poco halagüeñas. Descalzos, ignorantes de medidas de higiene y desprovistos de servicios médicos básicos, el hombre y la mujer del campo morían demasiado jóvenes. Esto, cuando lograban sobrevivir una infancia amenazada por un verdadero catalogo de enfermedades y otros riesgos mortales.