CENTRO CULTURAL Y EDUCATIVO ESPAÑOL REYES CATÓLICOS PROGRAMACIÓN GENERAL RELIGIÓN CATÓLICA PRIMARIA DANIEL RIBERO FUQUEN BOGOTÁ COLOMBIA

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Transcripción:

CENTRO CULTURAL Y EDUCATIVO ESPAÑOL REYES CATÓLICOS PROGRAMACIÓN GENERAL RELIGIÓN CATÓLICA PRIMARIA 2017-2018 DANIEL RIBERO FUQUEN BOGOTÁ COLOMBIA

INTRODUCCIÓN MARCO DE LA EDUCACIÓN RELIGIOSA ESCOLAR ESPAÑA De conformidad con dicho Acuerdo, la disposición adicional segunda de la Ley Orgánica 8/2013, de 9 de diciembre, para la Mejora de la Calidad Educativa, que ha modificado la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, establece que se incluirá la religión católica como área o materia en los niveles educativos que corresponda, que será de oferta obligatoria para los centros y de carácter voluntario para los alumnos y alumnas. El Real Decreto 126/2014, de 28 de febrero, por el que ese establece el currículo básico de la Educación Primaria, indica en su disposición adicional segunda que la determinación del currículo de la enseñanza de religión católica y de las diferentes confesiones religiosas con las que el Estado español ha suscrito Acuerdos de Cooperación en materia educativa será competencia de la jerarquía eclesiástica y de las correspondientes autoridades religiosas. En este marco, la enseñanza de la religión y moral católica se presenta como opción libre para los alumnos y obligatoria para los centros. La enseñanza religiosa contribuye a la calidad de la educación que preconiza la LOMCE desde la propuesta y desarrollo de unos conocimientos, valores y actitudes que conforman su propio currículo. Lo hace desarrollando especialmente la capacidad trascendente del alumno, facilitándole una propuesta de sentido último para su vida e iluminando el fundamento de aquellos valores comunes que hacen posible una convivencia libre, pacífica y solidaria. No podría existir una formación integral y, por tanto, una educación de calidad, si no se desarrollasen todas las capacidades inherentes al ser humano, entre las cuales se encuentra constitutivamente la capacidad trascendente. Esta capacidad básica del individuo, adquiere su auténtico cumplimiento en la búsqueda del sentido último de la vida. Enraizada en lo más profundo del ser, el alumno va descubriéndola -teniendo en cuenta los niveles de aprendizaje propios de cada edad- en los símbolos y signos de su entorno, en el progreso y humanización del propio ser humano, en el lenguaje narrativo de la Biblia, en los modelos cristianos de identificación y, particularmente, en la persona de Jesucristo y su presencia en la comunidad cristiana. La formación religiosa y moral católica cuenta con una larga tradición en el sistema educativo español y, respondiendo a razones profundas de la institución escolar y a derechos humanos reconocidos por la Constitución española, está garantizada actualmente por el Acuerdo suscrito entre el Estado español y la Santa Sede sobre Enseñanza y Asuntos Culturales, firmado el 3 de enero de

1979, en el cual se establecen los principios que hacen posible las garantías constitucionales. COLOMBIA La educación escolar en el campo religioso tienen un marco en el ordenamiento constitucional y legal, que además de permitirlo, establece unas garantías y responsabilidades muy claras para el estado y para los establecimientos educativos, respecto de la educación religiosa. En el artículo 19 de la constitución política del 1991 se reconocen derecho de libertad religiosa y de culto. El ámbito preciso de este reconocimiento se plasmo en la ley estatutaria que desarrolla el derecho de libertad religiosa y de cultos, Ley N. 133 de 1994. El Estado desde su condición de no confesionalidad y de garante de la libertad religiosa, se relaciona con sus ciudadanos y entidades religiosas con un perfil que la ley señala en los siguientes términos: Ninguna Iglesia o confesión religiosa es ni será oficial o estatal. Sin embargo, el Estado no es ateo, agnóstico o diferente ante los sentimientos religiosos de los colombianos. El Poder Publico protegerá a las personas en sus creencias, así como a las iglesias y confesiones religiosas, y facilitara la participación de estas y aquellas en la consecuencia del bien común. De igual manera, mantendrán relaciones armónicas y de común entendimiento con las Iglesias y confesiones religiosas existente en la Sociedad Colombiana (Ley 133 de 1994, art. 2). Los establecimientos educativos deben adoptar ese perfil del poder público respecto a lo religioso, y proteger y garantizar todas aquellas expresiones comprendidas en el ámbito de la libertad religiosa, para la persona (Ley 133 de 1994, art. 6) y para las Iglesias y confesiones religiosas (Ley 133 de 1994, art. 7, 8 y 14). En ese ámbito se encuentra le educación religiosa, frente a la cual la persona tiene derecho de elegir para así y los padres, para los menores o incapaces bajo su dependencia, dentro y fuera del ámbito escolar, la educación religiosa y moral según sus propias convicciones. Para este efecto, los establecimientos docentes ofrecerán educación religiosa y moral a los educandos de acuerdo con la enseñanzas de la religión a la que pertenecen, sin perjuicio de su derecho de no ser obligados a recibirla (Ley 133 de 1994, art. 6, literal h). Los principios que sustenta las disposiciones de esta ley y el alcance que tiene para su aplicación en los establecimientos educativos, se pueden encontrar en el estudio y sentencia de constitucionalidad de esa norma, emitida por la corte constitucional en la sentencia C- 088\93. En la Ley general de educación, Ley N 115 de 1994, se adoptan principios y disposiciones que incluyen el desarrollo de valores morales, éticos, espirituales y religiosos, en la definición de la educación (art. 1 y 92), en el marco de fines de la educación (art. 5 numeral 1), en los objetivos comunes y por niveles (art. 13 literal b, 15, 16 literal h, 20 literal f, 21 literal k, 22 literal j y el art. 30 literal g), en la indicación sobre enseñanza obligatorias (art. 14 literal d), en el enunciado de las áreas obligatorias y fundamentales

(art. 23 y 31). Todo lo anterior debe realizarse en el marco de la Ley estatutaria que desarrolla el derecho de libertad religiosa y de culto (art 24). Todo lo articulado de esta Ley general de educación, que se refiere a educación y valores religiosos, fue mantenido como exequible en la sentencia de la corte constitucional C- 555\94, documento que, por tanto se constituye en una herramienta fundamental para que los establecimientos educativos aprecien el sentido, alcance y obligatoriedad de estas normas. Estas disposiciones van siempre relacionadas con el derecho de libertad de conciencia formulado en el artículo 18 de la constitución de 1991, con la inmunidad de coacción como nota esencial: Nadie será molestado por razón de sus convicciones o creencias ni compelido a revelarlas ni obligado actuar contra su conciencia. Este marco normativo permite el cumplimiento de compromiso suscrito por Colombia, como el siguiente: Los Estado partes en el presente pacto se comprometen a respetar la libertad de los padres y, en su caso., de los tutores legales para garantizar que los hijos reciban la educación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones (pacto internacional de derechos civiles y políticos de 1966, art. 18). Este deber va de la mano con el reconocimiento, también consignado en el art. 68 de la constitución, acerca de que los padres, y en su caso los tutores, tienen derecho a que sus hijos o pupilos reciban la educación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones (Convención Americana sobre derecho humano o Pacto de San José de Costa Rica de 1969 art. 12). El marco ante descrito tiene como eje el poder asegurar a los padres de familia una educación religiosa y moral acorde con sus convicciones, sin perjuicio de su derecho a no ser obligados a recibirla. Para realizarlo, la Ley 133 de 1994 prevé, en su art. 15, el establecimiento de acuerdos con la respectiva iglesia o confesión, que pueden ser tratados internacionales o convenios de derecho público interno. En ese contexto se ha brindado orientación a los establecimientos educativos, desde el ministerio de educación, en los siguientes términos: La educación religiosa que los establecimientos educativos estatales tiene el deber de ofrecer es aquella que haya sido regulada por medio de acuerdo que el Estado haya suscrito con la Iglesia o confesión de la respectiva religión, en el marco del art. 15 de la ley 133 de 1994, cuyo objeto incluya la educación religiosa y la asistencia religiosa en los establecimientos educativos oficiales, a quienes les deseen recibir. El Estado Colombiano, a través de los establecimientos educativos que prestan el servicio público de la educación, debe cumplir lo previsto en el art. XII del Concordato suscrito en 1973 entre la República de Colombia y la Santa Sede sobre la educación religiosa católica, así como lo previsto en los art. VII a IX del Convenio de Derecho Público Interno N 1, promulgado mediante

decreto 354 de 1998, sobre la enseñanza religiosa cristiana no católica. Las instituciones educativas no estatales deben ofrecer el área de educación religiosa. En ejercicio del derecho de libertad de enseñanza, estas instituciones tienen autonomía para determinar el tipo de educación y asistencia religiosa que ofrecen y las condiciones de este servicio para sus usuarios, de acuerdo con el proyecto educativo institucional. La libertad religiosa de los estudiantes cuyo credo no se está enseñando en los establecimientos educativos, debido a la ausencia de acuerdos entre el Estado y la Iglesia o confesión religiosa a la que pertenecen, se garantiza acogiendo la opción de no recibir ninguna enseñanza religiosa, manifestada por los padres o tutores legales, o por los estudiantes si son mayores de edad, representando siempre la eventual decisión de unos y otros de tomar la educación religiosa que se ofrece, aunque no corresponda a su credo (Directiva Ministerial N 002, del 5 de febrero del 2004). A esta diferenciación que la ley prevé para la educación religiosa se le deben agregar las consideraciones iniciales de esta presentación de estándares, acerca de la necesidad de ofrecer y garantizar el espacio y los medios para que los estudiantes se formen en la toma de conciencia de la propia identidad religiosa y el reconocimiento de las identidades distintas de aquellas que se posee, así como el desarrollo de aptitudes de apertura al conocimiento mutuo interreligioso y ecuménico, la tolerancia, el respeto y la cooperación interreligiosa. Esta perspectiva es posible desde la misma identidad religiosa, pues una de sus expresiones ha de ser la apertura el conocimiento mutuo. En las orientaciones para la aplicación de la Constitución y la ley, expedidas desde el Ministerio de Educación, se indico, lo siguiente: La educación religiosa debe hacerse de acuerdo con los programas que presenten las autoridades de las Iglesias y los aprendizaje básicos que consideren pertinentes para cada conjunto de grado así como los criterios de evaluación de los mismos (Directiva Ministerial N 002, del 5 de febrero del 2004). Esta orientación se basa en el reconocimiento que la ley y la jurisprudencia constitucional hacen acerca de la competencia de la respectiva iglesia para presentar los programas. Por ejemplo, explicando la disposición del art. VII del Concordato, sobre las atribuciones de la iglesia católica para presentar los programas y planes de estudios de su educación religiosa, la Corte Constitucional dice:... Y quien mejor que esa potestad eclesiástica es la indicada para contribuir con su magisterio en los respectivos programas docentes (Sentencia C-027\93).

LA EDUCACIÓN RELIGIOSA EN LA ESCUELA En la historia y en la actualidad del mundo, la experiencia religiosa ha estado y está siempre presente, a nivel personal y colectivo, en forma privada y pública como búsqueda individual y también como vivencia dentro de un credo y de las comunidades religiosas organizada, con pertenencia mayoritaria a la fe cristiana en la iglesia católica y con pertenencia minoritarias, con presencia seculares y con comunidades y confesiones religiosas de reciente conformación, con componentes subjetivos o de interioridad y con componente objetivos o (objetivaciones religiosas, como la doctrina, el culto, la organización comunitaria, etc.). También al lado de la experiencia religiosa se encuentra las de quienes optan por la no creencia o por una vivencia parcial de su identidad religiosa. Esa presencia de lo religioso, el testimonio de los creyentes, las pertenencias religiosas de las familias, y en general la necesidad de una educación que respete las identidades religiosas y fomenten la amistad y la tolerancia entre grupos religiosos, hacen que la religión se convierta en otro reto para la escuela. El desafío para la educación religiosa escolar es ofrecer y garantizar el espacio y los medios para que los estudiantes se formen en: La toma de conciencia de la propia identidad religiosa y el reconocimiento de las identidades distintas de aquella que se posee. El desarrollo de habilidades y actitudes para dar razón de su propia convicción mediante el diálogo y la argumentación, para anunciar, comunicar y difundir, de palabra y por escrito, su propio credo, sin menoscabo de la libertad de los otros para escucharlos o no. La apertura del conocimiento mutuo interreligioso y ecuménico, la tolerancia, el respeto y la cooperación interreligiosa. La educación para el ejercicio y respeto de la libertad religiosa. El desarrollo de la capacidad para establecer relaciones entre la propia convicción religiosa y los demás conocimientos y valores adquiridos a través de las otras áreas fundamentales del conocimiento y la formación. La identificación del aporte de la doctrina del propio credo religioso para la ordenación de la sociedad y la orientación de la

actividad humana, en general y ámbitos particulares, como el matrimonio, la familia, la pareja, los derechos humanos, la paz, la vida, entre otros. La iniciación en la realización de acciones de servicio a la sociedad que permitan poner en prácticas los preceptos de orden moral, desde el punto de vista social del propio credo religioso. El aprendizaje de métodos y procedimientos para interpretar la experiencia religiosa, descubrir el sentido y el valor de las vivencias religiosa, sus símbolos, documentos, acontecimientos y su doctrina. El desarrollo de actitudes y valores conforme al propio credo religioso y de actitudes definidas frente a las convicciones religiosas. El reconocimiento del aporte de la experiencia religiosa en la conformación de la propia identidad y la vida familiar y social. La comprensión de las razones y vivencias del creyente y del no creyente, y la educación para el respeto mutuo. La aplicación de la doctrina de su propia convicción a la transformación de la realidad social y cultural. La educación de los sentimientos propios de la experiencia religiosa y el aprendizaje de prácticas, individuales o colectivas, en privado o en público, de actos de oración, culto y festividades religiosa conforme a su credo religioso y el desarrollo de actitudes de respeto y de no perturbación de quienes la realiza. El conocimiento y la comprensión de los principios, valores y normas que rigen las decisiones de contraer y celebrar matrimonio y establecer una familia conforme a su religión y la organización de la correspondiente iglesia o confesión religiosa. El currículo de la enseñanza de la religión católica es una síntesis básica y global del mensaje cristiano, adecuada a la edad del alumno, a las exigencias epistemológicas de la materia, a las expresiones culturales del entorno y a las demandas didácticas del sistema educativo. Junto con las otras opciones del área de Religión, se enmarca en un contexto histórico y social, incluye parte del gran acervo cultural y artístico que emana de la fe católica y de otras confesiones, y posibilita el análisis comparado de los

contenidos y líneas básicas de las grandes religiones vigentes. Con todo, la enseñanza religiosa católica se desarrolla especialmente en cuatro grandes dimensiones: La dimensión cultural e histórica está presente en la enseñanza religiosa, dado que el patrimonio cultural, histórico y antropológico-axiológico que gran parte de las sociedades reciben del pasado está vertebrado por contenidos religiosos. En este sentido, la Religión católica ha dado sus frutos en el arte, en los sistemas de significación moral, en la creación popular y en la acción social. Por ello, el currículo de la opción confesional católica enseña la incidencia que el cristianismo -en sus contenidos doctrinales y sus formas históricas- ha tenido y tiene en la cultura. La dimensión humanizadora de la opción católica constituye una aportación eficaz en la maduración de la personalidad integral del alumno, enraizando los mismos objetivos del sistema educativo en un núcleo referencial de ideas, valores y creencias que permiten al alumno dar respuesta a sus interrogantes más radicales, haciendo a su vez posible la formación de hombres y mujeres conscientes, críticos, libres y creadores. La formación religiosa católica aporta de esta manera una cosmovisión que hace posible la apertura hacia el fundamento y el sentido último de la vida y, por tanto, al sentido de la ciencia, de la cultura y de la identidad misma de la persona humana. Se trata de afrontar las grandes preguntas que el alumno se plantea y ayudarle a encontrar las respuestas que podrá asumir como opción libre y personal. Es finalidad de la escuela que los alumnos logren su desarrollo personal; lo que no es posible sin una conveniente fundamentación y orientación hacia un significado último y global de la existencia. La dimensión ético-moral explicita las exigencias morales que conlleva el mensaje cristiano. En la religión católica se ofrece una determinada manera de ver la vida, en cuya base se encuentra un concepto de hombre, un núcleo referencial de ideas y creencias, y la propuesta de una escala de principios y valores. La enseñanza religiosa católica expone, fundamenta y jerarquiza los valores y virtudes capaces de educar la dimensión moral y social de la personalidad del alumno, en orden a hacer posible la maduración en la responsabilidad, el ejercicio de la solidaridad y de la caridad. Todo ello, como expresión coherente del conocimiento de Dios revelado en Jesucristo. La opción religiosa católica se presenta en el ámbito escolar, en su estructura epistemológica o disciplinar, con el carácter científico con el que, en la cultura universitaria, se abordan las ciencias de la religión y la teología. Sus contenidos son saberes con una fundamentación y una metodología científica propia, implantados con rigor y tradición en los Estados de nuestro entorno cultural. Su estatuto epistemológico original entra en el ámbito educativo en confrontación y diálogo con aquellos otros tipos de saberes y racionalidad que operan en la escuela.

ESTRUCTURA DE LA EDUCACIÓN RELIGIOSA ESCOLAR La Educación Religiosa Escolar es una estructura compuesta de los siguientes elementos: Se presentan estándares para cada grado, con el fin de facilitar el trabajo de educación religiosa de todos los niveles, que precisa indicaciones y ayudas para un mejor desempeño. En cada grado se adopta una experiencia significativa, que se constituye en un eje transversal. Los estándares de los grados primero a cuarto comparten la misma estructura general. En cada grado, de primero a cuarto, la experiencia significativa se estudia desde cuatro enfoques o miradas, que se van desarrollando en una secuencia por grado. Se presentan estándares sobre el objeto de estudio y enseñanza y sobre los aprendizajes que han de adquirir los estudiantes. El objeto de estudio presentado se desglosa para incluir las preguntas o problemas de investigación y unos contenidos temáticos relacionados con esos interrogantes. Los aprendizajes que deben alcanzar se desglosa en cuatro, donde aparecen las competencias propias de la educación religiosa. En cada una de las competencias generales se presenta un elenco de aprendizajes, que son indicadores de los saberes adquiridos por el estudiante. Este conjunto de elementos indican los estándares de aprendizaje y de contenidos, entendiendo por estos los problemas de reflexión e investigación que se plantean y los temas necesarios para guiar en la reflexión y la búsqueda de alternativas de solución y respuesta. A- LOS EJES DE CADA GRADO O EXPERIENCIAS SIGNIFICATIVAS.

Las experiencias escogidas para cada grado fueron adoptadas en los programas de educación religiosa (cfr. CONFERENCIA EPISCOPAL DE COLOMBIA. Orientaciones Pastorales y Contenidos para los programas de Enseñanza Religiosa Escolar. Santa fe de Bogotá, 1992) y han dado lugar a diversas experiencias pedagógicas por parte de los maestros e instituciones dedicados a la educción religiosa. Constituyen, por tanto, un camino recorrido que ahora se actualiza, se complementa y se enmarca en el contexto de los conceptos de estándares y competencias. Son ejes curriculares transversales de cada grado. Con la expresión experiencia significativa se quiere indicar una categoría que facilita el acceso al mensaje y al mismo tiempo es contenido u objeto de estudio y de aprendizajes por parte de los estudiantes. Por ejemplo, la vida es un hecho que permite el acceso al mundo de la experiencia religiosa y al mismo tiempo es parte esencial del mismo mensaje cristiano. De la vida se habla en otras áreas, pero en educación religiosa se trata de abordar la vida desde el punto de vista religioso cristiano, con el ánimo de que los estudiantes identifiquen cual es la visión y la vivencia que los creyentes en Cristo tienen acerca de la vida. Las experiencias son ejes que guían y permiten encontrar elementos básicos del cristianismo, de su experiencia de vida, de su doctrina, de su moral, de su culto, de su acción y organización comunitaria, de su acción pastoral. Las experiencias escogidas son significativas, por la importancia y la centralidad que tienen en el proyecto de vida religioso basado en la persona de Jesucristo y en los fines y objetivos trazados por la educación en Colombia. Son afines también de intereses y vivencias de las familias y los estudiantes en las diversas edades de los grados respectivos. B- LOS ENFOQUES En cada grado se va desarrollando una secuencia, basa en un camino seguido en el ámbito de las ciencias teológicas y de la misma acción pastoral de la iglesia, en el cual primero se estudia el problema o tema planteado, desde el punto de vista de antropológico, social y cultural, y luego se analiza a la luz de la divina revelación, describiendo y reflexionando primero su evolución en el Antiguo Testamento y luego a su plenitud en la persona y enseñanza de Cristo. Enseguida se analiza el tema en el contexto de la fase post-bíblica o tradición de la Iglesia. Estos cuatro enfoques pueden tomarse como unidades, y si se quiere pude descubrirse en los cuatro periodos académicos del año escolar. 1- Enfoque antropológico. En el primer enfoque se abordan los problemas y temas desde la perspectiva de búsqueda de su sentido y valor en la sociedad y cultura actual, es decir, se plantea la situación del tema en el mundo de hoy, y los análisis y sentido que se aportan

desde los ámbitos ético, filosófico y religioso no cristiano. 2- Enfoque bíblico. En el segundo enfoque se aborda los problemas y temas desde la perspectiva de la Divina Revelación, en su etapa del Antiguo Testamento. Por consiguiente, se explora la historia bíblica antes de Cristo, la experiencia religiosa de Israel y su preparación a la plenitud de la revelación. 3- Enfoque bíblico-cristológico En el tercer enfoque se abordan los problemas y temas de la perspectiva Divina Revelación, en su etapa del Nuevo Testamento, centrado en Cristo y en la experiencia de los apóstoles y primeros cristianos. Así este enfoque se orientan los dos anteriores, y de el brota el enfoque eclesiológico, pues el centro de la palabra de Dios es Jesucristo y, por ende, Él es el centro hacia el cual converge todos los temas y problemas de la educación religiosa. 4- Enfoque eclesiológico. En el cuarto enfoque se abordan los problemas y temas desde la perspectiva de la historia post-bíblica, esto es, de la tradición de la Iglesia, del cristianismo vivido y de su presencia y acción en el mundo de hoy. Así como el primer enfoque permite presentar la perspectiva de las religiones no cristianas, en el cuarto enfoque se abre el espacio para presentar la perspectiva ecuménica, es decir, de las convicciones de las iglesias que se reconocen mutuamente como tal. C- OBJETO DE ESTUDIO El objeto de estudio está compuesto por dos elementos: las experiencias problemas y los temas. Ambos componentes están relacionados, no se pueden separar. a- La experiencia problema. Son situaciones trascendentales de la existencia, o en su encuentro con la experiencia religiosa y sus expresiones de culto, de mora, de doctrina, de acciones, de personas, de lugares, de relatos. Estas preguntas se dirigen a la reflexión guiada por la razón (en el enfoque antropológico) y a la sensibilidad religiosa y a la Fe, es decir, con referencia a Dios y a la comunidad de los

creyentes cristianos (en los enfoques bíblico, cristológico y eclesiológico). Plantear preguntas para presentar el contenido de la Educación Religiosa Escolar es reconocer que el mensaje cristiano se revela y se le conoce en medio del diálogo y de la búsqueda que el hombre hace de DIOS y que Dios hace de los hombres para revelarse a ellos, para cuestionarles y darles un sentido a su vida. El uso de preguntas en estos estándares significa también un reconocimiento de que el camino del conocimiento parte de la sensibilización hacia problemas fundamentales de la vida humana y del ejercicio de aprender a plantearse problemas y a dialogar con Dios, recorriendo el camino de sus huellas, de sus manifestaciones en la historia. Al plantear problemas como el objeto de estudio en la ERE se está asumiendo la investigación como método fundamental y se está atendiendo a la necesidad de que los niños conozcan y apliquen a su realidad las convicciones y visiones de la vida que brotan de la experiencia religiosa cristiana. Se debe tener en cuenta que si los problemas de investigación están en el corazón del ser humano y brotan, por tanto, de la experiencia, es necesario reconstruir en el aula la experiencia o experiencias desde las cuales brotan los interrogantes. Pueden ser incluso las preguntas que nazcan en los niños, a partir del contacto con vivencias de su entorno religioso familiar, socio religioso y de su iglesia de pertenencia. La presentación de problemas denota una intención metodológica de investigación, que facilita la perspectiva dialogal y de incorporación de diversas alternativas de respuesta a los problemas, incluidos las razones del no creyente y del cristiano no católico. Se requiere objetividad y fidelidad del maestro en la presentación del mensaje cristiano, y al mismo tiempo apertura y conocimiento de las visiones alternativa. Ello facilita incorporar en las respuestas las convicciones religiosas no católicas y fomentar el conocimiento y el respeto mutuo, de modo que se fomente la convivencia interreligiosa en el respeto y cultivo de la propia identidad religiosa y del tipo de educación religiosa y moral escogida por los padres de familia para sus hijos. b- Los temas Son aquellos referentes necesarios a la Sagrada Escritura y a la Tradición de la Iglesia, con los diversos lenguajes en los cuales se expresa el mensaje cristiano. Los temas no son contenidos para desarrollar con los estudiantes, mas bien constituyen el ámbito epistemológico de orden teológico que los educadores han de conocer, para que puedan orientar a los estudiantes en el proceso de investigación sobre los problemas o interrogantes planteados. La educación religiosa escolar no es un desarrollo de temas sino un proceso de investigación para ayudar a los niños a encontrar el sentido y valor que desde la experiencia religiosa se da a la vida y a las mismas convicciones y prácticas religiosas. Los temas son la referencia a la doctrina y al saber teológico necesario para

resolver los problemas planteados; son las respuestas que desde la experiencia de la fe la Iglesia da a las experiencias problema. Los temas son los contenidos del ámbito del saber de referencia para el área de educación religiosa escolar y que en este caso, está constituido por un marco de doctrina estructurado, como lo es el catecismo de la Iglesia Católica y una reflexión rigurosa que lo estudia como es el conjunto de las ciencias teológicas. D- LAS COMPETENCIAS CLAVES La enseñanza de la religión católica en la escuela se atiene a la finalidad propia de ésta, que es la formación plena del alumno mediante los sistemas propios de aprendizaje que se concretan en el currículo y su desarrollo. Contribuye a la calidad de la educación desde la propuesta y desarrollo de unos conocimientos, valores y actitudes que conforman su propio currículo. Lo hace desarrollando especialmente la capacidad trascendente del alumno, facilitándole una propuesta del sentido último para su vida e iluminando el fundamento de aquellos valores comunes y propios de esta enseñanza que hacen posible una convivencia libre, pacífica y solidaria. Las propuestas de la enseñanza religiosa católica constituyen en sí mismas una cosmovisión del mundo, de la vida y del ser que hacen posible la formación integral. Todo ello se realiza mediante la presentación sistemática, orgánica y científica del mensaje, vida y persona de Jesucristo, presente en su Iglesia, avalada por la Tradición y el Magisterio de la Iglesia, trasmitida a través de la acción educativa del profesor con su preparación científico-técnica y su testimonio cristiano. A su vez, las aportaciones de esta enseñanza hacen posible, como oferta libre, una manera de ser y de vivir en el mundo, de tal manera que los principios, valores y actitudes que generan los elementos básicos del cristianismo ayudan al alumno a situarse lúcidamente ante la tradición cultural y, por ende, a insertarse críticamente en la sociedad. Con todo, las competencias básicas, como son la interpersonales, interculturales, sociales y cívicas y la comunicación lingüística adquieren en esta área elementos básicos para su adquisición a lo largo de la enseñanza obligatoria. En lo que se refiere a la Educación Primaria -etapa en la que el niño comienza a tener conciencia refleja de sus propias acciones percibiéndose cada vez más como individuo-, el alumno se enfrenta por primera vez a la urgente necesidad de realizar el descubrimiento de su propia identidad. Este proceso está muy condicionado por los modelos culturales que los adultos encarnan, modelos que influyen en la vida cotidiana de los niños, en sus juegos y en sus acciones creativas.

Precisamente una de las funciones de la enseñanza escolar católica en esta etapa es la presentación de los modelos cristianos de identificación. Éstos se encuentran en las figuras bíblicas más destacadas de la historia de la salvación, en las acciones y vivencias de la comunidad cristiana y sobre todo en la persona, vida y palabra de Jesucristo. Su inseguridad, propia de una edad temprana, está demandando modelos de vida auténticos en el proceso de maduración de su personalidad. La enseñanza religiosa católica va a insistir en la propuesta explícita de la persona de Jesucristo, los principios que de Él dimanan, los valores que genera y las actitudes que brotan a fin de que los alumnos reflexionen seriamente acerca de la conducta personal y social. Ello exige una información sólida sobre el hecho religioso y, en concreto, en cuanto a esta asignatura compete, una exhaustiva presentación del hecho religioso conformado en la religión católica. La formación religiosa se desarrolla en la escuela en un diálogo autentico con la realidad cultural, informando sobre la relación e influjo mutuo entre la cultura occidental y el hecho religioso cristiano; juzgando y criticando esa cultura -compuesta por ideas, principios, valores, modos de vida- a la luz del Evangelio, que en su perenne actualidad ilumina lo más profundo del ser humano y proyecta una libre y crítica postura ante la cultura emergente. Si bien la enseñanza religiosa está presente y ayuda a la conformación de las competencias fijadas en los decretos de enseñanzas mínimas, teniendo en cuenta que las competencias básicas son aquellas que sustentan la realización personal, la inclusión social y la ciudadanía activa, algunas de ellas tienen una especial relación con la acción educativa de la religión católica, e incluso, podría afirmarse que otras, si se prescinde de la realidad religiosa, carecerían de elementos importantes para su adquisición y desarrollo. Entre otras proponemos las siguientes: 1. Competencia en comunicación lingüística. La enseñanza religiosa católica aporta elementos básicos en cuanto al logro de la competencia en comunicación lingüística pues se sirve del lenguaje académico, de aquellos lenguajes que conforman la cultura que se trasmite en el área de religión, así como de los lenguajes de la propia enseñanza religiosa. El diálogo de la fe con la cultura contribuye a la competencia en comunicación lingüística, en la medida en que exige ejercitarse en la escucha de la palabra de Dios, la exposición de sus contenidos y aplicación a la cultura y a las distintas formas

de vida social, así como a la argumentación adecuada a esta edad y siempre presente en la enseñanza religiosa. Por otra parte, es propio de la enseñanza religiosa católica la utilización de los diversos modos de comunicación que la acción de Dios sobre el hombre ha utilizado. Su revelación es rica en distintos lenguajes. Así, el lenguaje bíblico y su riqueza de expresión y simbología, el lenguaje doctrinal y su precisión conceptual, analítica y argumental, el lenguaje litúrgico y su cercanía al lenguaje de los símbolos del pueblo cristiano, el lenguaje, en fin, testimonial que hace posible la transmisión vital de lo creído. Todo ello es imprescindible para la comprensión del lenguaje en todas las lenguas de la cultura occidental. La enseñanza religiosa hace posible una verdadera comunicación lingüística, al utilizar los distintos lenguajes en su expresión verbal o escrita, explícitos e implícitos en fuentes diversas. Finalmente, el análisis de hechos sociales que se presentan en la clase de religión, como elementos motivadores de la realidad evangélica, posibilitan el enriquecimiento del vocabulario. 2. Competencia social y cívica. Con relación a la competencia social y cívica donde se integran elementos esenciales para la humanización, personales, interpersonales e interculturales y recogen todas las formas de comportamiento que preparan a las personas para participar de una manera eficaz y constructiva en la vida social y profesional. La enseñanza religiosa católica expone, fundamenta y jerarquiza los valores y virtudes que contribuyen a educar la dimensión moral y social de la personalidad del alumno, en orden a hacer posible la maduración en la corresponsabilidad, el ejercicio de la solidaridad, de la cooperación, la libertad, la justicia y de la caridad. Todo ello, como expresión coherente del conocimiento de Dios revelado en Jesucristo. Se trata del ser personal en coherencia con las convicciones propias libremente asumidas; es decir, a prender a ser motivando y recreando lo verdaderamente humano en la formación plena del alumno. En este sentido, el desarrollo del ser entero del hombre, de las capacidades de su mente y de su corazón, de las potencialidades que le configuran y que desbordan las expectativas puramente materiales y funcionales, fundamentan y dan sentido a la acción social y cívica del alumno. La enseñanza religiosa en este cometido incide substancialmente en el descubrimiento y desarrollo de la verdadera humanización, capaz de hacerle competente en la acción social. Con ello estamos fundamentando uno de los valores básicos, su dignidad como ser humano, como hijo de Dios. El alumno necesita, ya en estas edades, especialmente motivaciones para amar, para construir la personalidad más humana, para ilusionarse en proyectos de vida altruista y desinteresada. El testimonio de hombres y mujeres santos en toda la historia

constituye un referente continuo para la autoasimilación de los valores más genuinamente cristianos. De esta forma la enseñanza religiosa educa en la iniciativa personal y autónoma de los alumnos por el bien y la verdad. En consecuencia, se contribuye directamente a la dimensión moral de la persona favoreciendo que los alumnos y alumnas reconozcan la raíz de su propio ser y sus mismos comportamientos. Ello conlleva mejorar las relaciones interpersonales basadas en principios y valores que emanan de la persona de Cristo y ayuda en consecuencia a afrontar las situaciones de conflicto mediante el diálogo, el perdón y la misericordia, valores genuinamente cristianos. En lo más profundo del ser cristiano surge el gran valor de la fraternidad universal. De ahí que las mínimas exigencias éticas de convivencia, participación, conocimiento de la diversidad y de las situaciones de discriminación e injusticia, estén fundamentadas y sean consecuencias de la fe cristiana. Los valores del respeto, cooperación, solidaridad, justicia, no violencia, compromiso y participación tienen su fundamentación y referencias cristianas en la filiación por el amor de Dios, el amor, la fraternidad, la justicia, la misericordia, el perdón, la donación de sí mismo, la entrega total a favor de los pobres. 3. Competencia cultural y artística. La contribución a la competencia cultural y artística se relaciona con sus aspectos de conocimiento y valoración de toda la expresión artística, plástica, histórica, simbólica, lingüística, de costumbres, ritos, fiestas, valores y modos de vida impregnados de cristianismo desde su origen y su desarrollo actual, como manifestación del hecho religioso. El alumno no sólo va a conocer, sino que podrá comprender y asumir los valores que conlleva el conocimiento del hecho religioso en su expresión artística, cultural y estética, teológica y vivencial. La cultura y la historia europea occidental, y la propia historia y cultura española, no pueden ser comprendidas y asumidas si se prescinde del hecho religioso presente siempre en la historia cultural de los pueblos. Es conocido por todos que la maduración de la personalidad humana se realiza dentro de la tradición cultural donde crece y se sustenta. Esta maduración se realiza en un mundo cada vez más complejo y de mayor contraste cultural y de presencia, respeto y diálogo de culturas. La religión y moral católica presenta el acontecimiento cristiano en diálogo con la cultura, incorporando orgánicamente el saber de la fe en el conjunto de los demás saberes. Con ello el alumno adquiere una valoración crítica de la cultura a la luz del evangelio, motivando al mismo tiempo el aprecio de la propia cultura y la estima adecuada de otras tradiciones culturales y religiosas. En el currículo de la religión católica están presentes también los elementos esenciales que definen las demás

grandes religiones. La enseñanza religiosa católica no sólo aporta a la competencia cultural y artística unos conocimientos del arte y cultura con referencia religiosa y unas destrezas, sino también el sentido y profundidad de su presencia que remite a una manera concreta de ver la vida, de expresarla y de vivir desde la aportación cristiana a la cultura. Con ello contribuye también a la conservación y valoración del patrimonio cultural. 4. Competencia de aprender a aprender. La Religión católica contribuye igualmente al desarrollo de la competencia de aprender a aprender, fomentando las capacidades a través de la educación, el impulso del trabajo en equipo, la síntesis de la información y opinión. Así mismo, la enseñanza religiosa ayuda a los alumnos a ser protagonistas de su propio aprendizaje como respuesta a la voluntad de Dios de que el ser humano colabore activa y libremente con el plan por Él establecido. Por ello, aprender a aprender conlleva no sólo una propuesta consensuada de sentimientos, valores y actitudes, sino un marco de referencia aceptado voluntariamente según sus convicciones, que ha de ser crisol en la búsqueda de la verdad y del bien. Esta competencia es desarrollada a través de la metodología didáctica adoptada, que más adelante se explica. 5. Competencia de autonomía e iniciativa personal. En cuanto a la autonomía e iniciativa personal la enseñanza religiosa católica se imparte en el campo específico de la escuela, cuyo objetivo irrenunciable formar a la persona desde dentro, liberarla de todo lo que le impide vivir libremente conlleva su efectiva referencia a una determinada visión del hombre y a su sentido último, para afirmarlo, negarlo o prescindir de él. Es finalidad fundamental del quehacer de la escuela que los alumnos descubran su identidad personal, pero esto no será posible sin una apertura al significado último y global de su existencia humana. La autonomía e iniciativa personal no podrá realizarse en el alumno si no comienza ya a adiestrarse en el conocimiento de sí mismo, en su ser más profundo, en sus potencialidades, en su dignidad y en su sentido. La formación religiosa católica aporta de esta manera una cosmovisión que hace posible la apertura hacia el fundamento y el sentido último de la vida y, por tanto, al sentido de la ciencia, de la cultura y de la identidad misma de la persona humana.

La enseñanza religiosa católica no se reduce a una enseñanza de valores; se dirige a la persona concreta en sus raíces, en sus posibilidades humanas de acción y de servicio y, sobre todo, se dirige al ser humano en su finalidad trascendente. Todo ello conlleva el ofrecimiento del Evangelio de salvación de Jesucristo, para que, una vez conocido, surja la humanidad nueva hecha de hombres nuevos conforme al designio de Dios. Por eso la enseñanza ha de proponer a Jesucristo como camino que nos conduce a la verdad y a la vida y ha de hacerse desde la convicción profunda que procede de la Iglesia que confiesa, celebra y vive la fe en Jesucristo, y, en consecuencia, mediante la forma propia y más coherente de transmitir esa fe de la Iglesia: el testimonio. En la contribución al desarrollo personal del alumno, la religión es generadora de valores y de integración social. La religión colabora en esta competencia entregando al alumno las virtualidades necesarias para crear las disposiciones y actitudes que favorecen la inserción social. La autonomía del individuo cristiano viene precisamente favorecida por la apertura a una visión totalizante del mundo y de la realidad, una cosmovisión que hace posible la formación integral del alumno frente a visiones parciales y determinantes de la libertad propia. Desde los procedimientos del área se favorece esta competencia básica desarrollando iniciativas y atiende especialmente a que los alumnos y alumnas construyan un juicio moral basado en los principios, valores y actitudes que genera el mismo evangelio. 6. Competencia en el conocimiento e interacción con el mundo físico. La religión católica contribuye al desarrollo de la competencia en el conocimiento e interacción en el mundo físico a través de la doctrina social de la Iglesia, iluminando las respuestas y las soluciones a los problemas que surgen en la interacción del ser humano con el medio físico y con sí mismo. También contribuye a la valoración ética del uso de la ciencia y de la tecnología. A su vez apoya y da sentido a las habilidades y destrezas relacionadas con la ecología que se adquieren desde esta competencia. El cristiano entiende la naturaleza como creación de Dios, por lo que la valora, la cuida y fomenta. Todas las aportaciones a las distintas competencias pueden ser agrupadas y definidas en cuanto a la aportación religiosa como un desarrollo de la capacidad trascendente de la persona, es decir su aportación espiritual y religiosa. Ello le capacita para dar sentido a su vida. A este objeto, conforman la capacidad trascendente: La apertura de la razón a la búsqueda de la verdad en la superación de todo itinerario racional reductivo, la capacidad de

dejarnos confrontar e interpelar por la llamada a la libertad y a la felicidad verdadera, el empeño en el diálogo de la fe y la razón, de la fe y la cultura, la atención a la capacidad innata para dinamizar la inteligencia y llamar a la razón humana a la búsqueda de «algo más», de la identidad propia del ser humano, la capacidad de ser y estar junto a los otros desde la fraternidad, el amor y la misericordia, el ansia de infinito, el anhelo de Dios y la planificación del ser en la vida eterna... son, entre otros, objetivos y elementos fundamentales en el desarrollo de las competencias antes descritas. E- LOS APRENDIZAJES QUE SE DEBEN ALCANZAR Se presentan cuatro competencias básicas para la educación religiosa escolar. Vienen para cada uno de los cuatro enfoques de grado y en ellas se presentan los aprendizajes que los estudiantes pueden alcanzar. Se han seleccionado cuatro aprendizajes que incluyen diversas competencias, derivadas de la naturaleza, finalidades y objetivos de la educación cristiana y teniendo en cuenta que en ERE el tema de competencias se orienta no tanto al saber hacer, cuanto al saber actuar; se trata, por tanto, de la adquisición de un conocimiento para realizar unas acciones y adoptar unas actitudes fundadas en la convicción religiosa, frente a las situaciones de la vida cotidiana, personal y social. Se busca el saber comprender para poder saber dar razón de la Fe, saber integrar Fe y vida y saber aplicar a la realidad que se vive. 1- Saber comprender Se refiere en estos estándares a la capacidad de interpretar la experiencia humana, desde la experiencia cristiana y su lenguaje bíblico narrativo, litúrgico, cultural, moral y sistemático-doctrinal. Los estudiantes podrán adquirir un conocimiento objetivo sistemático y básico de contenidos y de las fuentes de la revelación cristiana y su experiencia religiosa. Identificarán e interpretarán las manifestaciones del mismo desarrollo histórico y cultural del cristianismo y las expresiones más significativas y auténticas de la vida de los cristianos. 2- Saber dar razón de la Fe Se refiere en estos estándares a la capacidad de realizar procedimientos y formas de explicación, investigación y expresión de los lenguajes religiosos, identificando su sentido y valor y correlacionándolo con la cultura y los conocimientos de las demás áreas y campos de la formación. Esta competencia, cercana a la denominada competencia argumentativa, se refiere a la capacidad de dar razón de las convicciones de la fe, sin fanatismo y por medio del dialogo con los otros, con los postulados de la razón humana, de las ciencias, de la cultura, de otras visiones religiosas. En orden al desarrollo de la capacidad de aprender

a aprender, los estudiantes podrán desarrollar destrezas y habilidades para el planteamiento del problema religioso y el manejo correcto de las fuentes de la revelación cristiana: la sagrada escritura, los documentos y hechos principales de la tradición cristiana. 3- Saber integrar fe y vida Se refiere en estos estándares al desarrollo de valores y aptitudes, fundamentos en las capacidades de comprender y dar razón de la fe; los estudiantes descubrirán la importancia del problema religioso para la humanidad y valoraran el aporte de la fe cristiano a su proceso de personalización y al desarrollo social; podrán relacionar la experiencia religiosa cristiana con otras formas de experiencia religiosa y sistemas de significado presentes en nuestra cultura, y desarrollaran especial respeto y comprensión por las opciones religiosas que se sigan del proceso educativo y la de sus conciudadanos. Esta competencia valorativa actitudinal se refiere a la capacidad de saber integrar a su vida personal el saber religioso estudiado, para lograra la síntesis entre fe y vida. 4- Saber aplicar a la realidad Se refiere en estos estándares a la capacidad de saber aplicar el saber religioso a la realidad social y eclesial, en función de un cambio, de una transformación de la cultura y de la sociedad y de una renovación en la misma vida cristiana. También se refiere a la capacidad de valorar el entorno social, ético, cívico, político y económico, a la luz de la fe cristiana, y de identificar su presencia en su entorno o contexto familiar, social y religioso.

a- Los estándares para el primer nivel de primaria Propósitos: Conocer aspectos centrales acerca de la fe cristiana con respecto a los seres vivos y a la vida humana y relacionarlos con las narraciones bíblicas, con los signos y acciones litúrgicas, con las acciones morales y las fórmulas que expresan esas convicciones. Comprender el sentido y el valor de sus símbolos y expresiones. Establecer relaciones de diferencia con las convicciones no cristianas, identificar su presencia en el entorno, relacionarlas con la vida y con el entorno familiar y respetarlas. Enfoque antropológico: la vida y sus manifestaciones. Experiencias problema Cómo nace la vida? Cómo se desarrolla la vida? Por qué mueren los seres vivos? Por qué se habla de dignidad de la vida humana? Por qué se mata a una persona? Temas - La vida y sus manifestacione s. Los seres vivos: nacen, crecen, reproducen y mueren. - El humano llamado a la vida. Comienzo de la vida humana. - La admiración Saber comprender - Describe y reconoce por su nombre las diferentes manifestacione s de la vida. - Identifica en manifestacione s culturales y en hechos como la muerte, la forma como las personas de mi entorno Saber dar razón de la fe - Explica la relación entre familia, pareja, matrimonio y transmisión de la vida humana. - Manifiesta por medio de expresiones culturales, como la pintura, la literatura, la música, su Saber integrar fe y vida - Aprecia y valora su vida y la de otros. - Muestra interés por estudiar los dinamismos de los seres vivos. - Expresa admiración ante el mundo de la vida. - Muestra hábitos de Saber aplicar a la realidad - Confronta los conocimientos y valores adquiridos en clase con la experiencia familiar y comunitaria de protección a la vida. - Muestra interés por el cuidado de las formas de vida. - Proyecta