Brechas de Género en Chile: Indicadores OCDE 1
I. INTRODUCCIÓN El presente reporte aborda las brechas de género, entendidas como las desigualdades entre hombres y mujeres en distintos ámbitos, desde el mercado laboral, pasando por el uso individual del tiempo libre, hasta la división del trabajo doméstico al interior del hogar. Los estudios indican que las brechas de género existentes en el país tienen relación con el rol de cada sexo en la sociedad. En Chile, el rol de la mujer ha estado tradicionalmente asociado al cuidado de los hijos y del hogar, lo cual podría influir en una baja valorización del trabajo femenino, ya que cuidar de los hijos y del hogar es un trabajo que no recibe compensación económica. A su vez, siguiendo el enfoque de capacidades de Amartya Sen, las personas serían más felices, o tendrían más bienestar cuando pueden elegir y cuando pueden concretar sus elecciones. De esta manera, las brechas entre hombres y mujeres generan una distribución desigual del bienestar cuando restringen las opciones y capacidades de las mujeres (u hombres). En este documento se seleccionaron indicadores propuestos por la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo (OCDE) para medir brechas de género. Estos indicadores abarcan dos dimensiones: mercado laboral y uso del tiempo. Para la primera dimensión se utilizó como fuente de información la Encuesta de Caracterización Socioeconómica (CASEN) 2009 y para la segunda, Encuesta de Uso del Tiempo (EUT) que publicó el INE para el 2008. 2
II. DIMENSIONES ABORDADAS A. Mercado Laboral El rol de la mujer en Chile, ha estado tradicionalmente asociado al cuidado de los hijos y al cuidado del hogar. Esto se puede reflejar en las bajas tasas de participación y ocupación femenina que no se condicen con los altos niveles de escolaridad que alcanza la mujer chilena. Ocupación El cuadro 1 muestra datos de la brecha entre hombres y mujeres para la ocupación laboral. En el cuadro se puede ver que la brecha ocupacional ha ido disminuyendo lentamente pero aún es significativa. Para el año 1990 la brecha ocupacional era de un 38% a favor de los hombres mientras que en 2009 esta brecha disminuyó a 27%, es decir una reducción de 29% en casi 10 años. Por otro lado, en el mismo periodo, la escolaridad de hombres y mujeres aumentó, los hombres mayores de 15 años aumentaron su escolaridad desde 9,2 años en 1990 a 10,6 años en 2009, mientras que las mujeres mayores de 15 años aumentaron su escolaridad de 8,9 a 10,3 años en el mismo periodo. De esta forma se puede ver que a la fecha hombres y mujeres tienen en promedio el mismo nivel de escolaridad, que según las teorías de capital humano se utiliza para predecir ocupación y salarios. Sin embargo, el cuadro 1 nos muestra que a pesar de que no hay diferencias significativas en escolaridad, sí se observan diferencias en la tasa de ocupación entre hombres y mujeres. Por otro lado, en el cuadro 2 se puede apreciar que la tasa de ocupación de las mujeres es inversamente proporcional a la edad de los hijos. De esta forma, en 1990 una madre con hijos entre 6 y 15 años de edad, trabajaba en promedio 6 puntos porcentuales más que una madre con hijos de entre 0 y 2 años. Para el año 2009 esta diferencia alcanza los 11 puntos porcentuales. No obstante lo anterior, las tasas de ocupación para las madres han aumentado sistemáticamente desde 1990 aunque persiste el hecho de que madres de niños más pequeños presentan menos tasas de ocupación. 3
Ingresos del Trabajo Otro aspecto relevante del mercado laboral, son los ingresos percibidos por los trabajadores, esta información se observa en el cuadro 2 que muestra la brecha mediana del ingreso, es decir, la diferencia del ingreso mediano de hombres y mujeres para trabajadores a tiempo completo. El cuadro muestra nuevamente que las mujeres tienen una posición de desventaja cuando son comparadas con los hombres, ganando en promedio para el año 2009, un 16,2% menos que los hombres. Si se analiza la trayectoria de la brecha desde 1990 hasta el 2009 podemos ver un comportamiento irregular, los datos sugieren que la brecha aumentó entre 1990 y 1996 y luego decreció hasta 2009. Es importante destacar que los datos presentados no controlan por variables de capital humano o por el sector económico que pueden incidir en los salarios pagados, por ejemplo, si las mujeres trabajan mayoritariamente en empleos con bajas remuneraciones o que requieren baja escolaridad o capacidades, entonces la brecha salarial estaría reflejando este hecho y no una brecha de género propiamente tal 1. Sin embargo, la mayoría de los estudios para Chile que analizan la brecha salarial controlando por variables de capital humano, jornada y variables asociadas al sector económico, encuentran que la brecha sigue siendo significativa y a favor de los hombres después de realizar todos los controles 2. Más aún, los datos indican que esta brecha es mayor para los quintiles de más ingresos, confirmando la hipótesis del techo de cristal que plantea que mujeres pueden acceder a buenos trabajos, bien remunerados, pero que enfrentan una barrera superior y por lo tanto es difícil que obtengan puestos directivos o salarios ubicados en la cola derecha de la distribución de salarios. 1, En este caso, debería iniciarse una discusión sobre segmentación laboral. 2 Ver Fuentes, Palma y Montero (2005) y Perticara y Bueno (2009) entre otros. 4
Riesgo de pobreza El riesgo relativo de pobreza calcula para diversos tramos de edad la tasa de pobreza relativa comparándola con la pobreza relativa en la población total. De esta forma, si para un segmento etario, el coeficiente de riesgo de pobreza es 140, esto quiere decir que este segmento tienen un 40% más de riesgo de estar en pobreza que el total de la población, un coeficiente de 100, indica que no hay diferencias entre ese segmento de edad y el total de la población, mientras que coeficientes inferiores a 100, por ejemplo 80, indican que ese segmento de edad tiene un 20% menos de pobreza que la población total y por lo tanto menos riesgo relativo de experimentar pobreza. El cuadro 3 muestra las trayectorias del riesgo de pobreza para hombres y mujeres en diferentes tramos de edad para dos periodos: 1996 y 2009. El cuadro muestra que para 1996 las mujeres tienen más riesgo relativo de pobreza que los hombres para casi todos los tramos de edad, los hombres sólo tienen más riesgo de pobreza en los tramos 41 a 50 y más de 76. Para el 2009 la tendencia se hace más drástica, las mujeres tienen más riesgo de pobreza relativa en todos los tramos de edad salvo en 76 y más. B. Uso del Tiempo Otro aspecto relevante para estudiar las desigualdades entre hombres y mujeres viene por el lado del uso del tiempo. Aunque las cifras en el mercado laboral no presentaran diferencias entre hombres y mujeres, es importante ver que es lo que hacen las personas con su tiempo, en especial con su tiempo dedicado al ocio. Si las mujeres tienen que dedicar la mayor parte de su tiempo a cuidado de niños o quehaceres domésticos, este hecho estaría reflejando desigualdades más sutiles que las que muestra el mercado laboral pero podría ser un indicio de que las mujeres no son tan dueñas de su tiempo y que no tienen tanta libertad de elección. Hay que destacar que en todo este apartado se analizan cifras estadísticas y no se hace ningún análisis de preferencias, por lo tanto se deja fuera de análisis el hecho de que las mujeres pueden estar eligiendo un óptimo de bienestar, por ejemplo aumentando el tiempo destinado a cuidar los hijos y disminuyendo el tiempo destinado a ocio simplemente porque lo prefieren así. 5
Trabajo y número de hijos El cuadro 5 muestra estadísticas del tiempo destinado al trabajo por hombres y mujeres según la cantidad de niños en el hogar menores de 5 años (aún no empiezan la educación formal u obligatoria). Como se puede apreciar, el número de niños en el hogar está inversamente relacionado al tiempo dedicado al trabajo. En general, para hombres y mujeres, no hay diferencia estadística en el tiempo destinado al trabajo entre no tener niños o tener 1 niño, sin embargo, para 2 o más niños, el tiempo dedicado al trabajo cae 7 puntos porcentuales para hombres y 10 puntos porcentuales para mujeres 3. Del mismo cuadro se desprende que para todos los niveles las mujeres destinan menos tiempo al trabajo remunerado. Tiempo destinado a cuidados Viendo datos de uso del tiempo asociados a la labor de cuidados, se puede observar en el cuadro 6 el tiempo destinado a cuidado de niños y adultos por hombres y mujeres según el número de niños en el hogar menores de 5 años. Al mirar las estadísticas se aprecia inmediatamente la diferencia de tiempo destinado a cuidados entre sexos, en efecto, los hombres utilizan siempre menos del 2% de un día de 24 hrs a actividades de cuidado, mientras que el rango dedicado de tiempo en las mujeres es de entre 2% cuando no hay niños en el hogar, hasta 14% cuando hay 2 o más niños en el hogar. Tiempo dedicado al ocio En el cuadro 7 podemos ver cuantos minutos por día dedican hombres y mujeres a actividades de ocio, consideradas como aquéllas actividades que se hacen sin obligación o necesidad. Acá se consideraron: actividades culturales, juegos o pasatiempos y deportes. La brecha entre hombres y mujeres es de 10 minutos diarios a favor de los hombres. En promedio, al día, una mujer destina 24 minutos a actividades de ocio, mientras que en hombres este tiempo alcanza los 34 minutos. 3 Este fenómeno puede esconder una correlación con el ingreso: personas de menores ingresos tienen en promedio más hijos y presentan menor capital humano por lo que sus tasas de ocupación son menores. 6
Tiempo dedicado a diversas actividades En base a una encuesta con representatividad nacional, se pueden calcular los promedios de edad de la población cuando se encuentra haciendo diferentes actividades, por ejemplo: trabajar, estudiar, inactividad, jubilación, etc. En base a estas estadísticas a nivel de la población, se puede inferir el comportamiento de un individuo representativo de esa población. El cuadro 8 resume esta información usando datos de la encuesta de uso de tiempo. Los datos muestran que las mujeres tienen casi la misma escolaridad que los hombres, en promedio, la mujer tiene 13 años de escolaridad mientras que el hombre alcanza los 14 años. Con respecto a los años dedicados al trabajo las mujeres están 3 años menos que los hombres trabajando, con un promedio de 48 años mientras que los hombres dedican 51 años. Las mayores diferencias entre hombres y mujeres se aprecian en la inactividad y jubilación. Las mujeres están en promedio 6 años en inactividad, mientras que los hombres están solamente un año inactivos. Dado que la edad de jubilación es más temprana para las mujeres y a que viven más, en promedio las mujeres están 10 años en estado de jubilación, mientras que los hombres están 5 años en esta actividad. 7
III. CONCLUSIONES Las cifras mostradas en este informe, muestran que a pesar de los avances en Chile, aún persisten ciertas brechas de género que deben ser abordadas. Las estadísticas relacionadas al mercado laboral muestran que las mujeres han aumentado su participación y ocupación a lo largo de los años. Más aún, la ocupación ha aumentado también para las madres, en promedio las madres de hijos entre 0 y 2 años han aumentado su participación en 14 puntos porcentuales entre 1990 y 2009, llegando a tasas de ocupación de 37%. Si bien las estadísticas de participación y ocupación muestran una mayor inserción de la mujer al trabajo, las cifras de salarios muestran que existe una brecha salarial importante entre hombres y mujeres que en 2009 alcanzó un 17%. Aún cuando esta brecha no controla por actividad realizada o variables de capital humano, la evidencia actual muestra que aún después de controlar por varias variables, aún hay una brecha significativa. Más aún, persisten las diferencias entre mujeres sin hijos y madres. Analizando la ocupación de las madres con hijos en distintos tramos de edad, se desprende que para 2009 las madres de hijos entre 0 y 2 años trabajaron en promedio 11 puntos porcentuales menos que las madres con hijos entre 6 y 15 años de edad 4. Esto plantea la necesidad de desarrollar políticas de conciliación entre maternidad y trabajo. El bienestar de las personas no sólo se mide por las condiciones materiales, sino que también por otras variables que Amartya Sen asocia a la autorrealización y a la capacidad de hacer cosas. Usando la Encuesta del Uso del Tiempo se calculan estadísticas que muestran cómo se divide el tiempo en distintas actividades entre hombres y mujeres. Las conclusiones son ineludibles: las mujeres dedican menos tiempo a ocio, más tiempo al cuidado de los niños y adultos y menos tiempo al trabajo cuando tienen hijos. 4 En Chile existe pre y post natal que son un derecho irrenunciable, por lo tanto las menores tasas de ocupación pueden estar reflejando en parte esta política. 8
Lo anterior puede estar afectando el desarrollo y bienestar de las mujeres si es que este mayor tiempo dedicado a cuidados de niños y adultos no se ve como una elección individual sino más bien como una actividad que hay que realizar sin capacidad de elegir. 9
Cuadro 1 Fuente: Elaboración propia en base a Encuesta Casen, Ministerio de Desarrollo Social. Cuadro 2 Fuente: Elaboración propia en base a Encuesta Casen, Ministerio de Desarrollo Social. 10
Cuadro 3 Fuente: Elaboración propia en base a Encuesta Casen, Ministerio de Desarrollo Social. Cuadro 4 Fuente: Elaboración propia en base a Encuesta Casen, Ministerio de Desarrollo Social. Fuente: Elaboración propia en base a Encuesta Casen, Ministerio de Desarrollo Social. 11
Cuadro 5 Fuente: Elaboración propia en base a EUT, Ministerio de Desarrollo Social. Cuadro 6 Fuente: Elaboración propia en base a EUT, Ministerio de Desarrollo Social. 12
Cuadro 7 Fuente: Elaboración propia en base a EUT, Ministerio de Desarrollo Social. Cuadro 8 Fuente: Elaboración propia en base a EUT, Ministerio de Desarrollo Social. 13