Entrevista al Prof. Dionisio Borobio de la Universidad Pontificia de Salamanca sobre Eucaristía y Vocación 1. Qué elementos de la teología eucarística subrayaría como fundamentales para comprender y vivir el acontecimiento de la vocación? La vocación puede comprenderse y vivirse mejor desde el significado global de la eucaristía, pues es la totalidad del misterio celebrado la que nos sobrepasa, nos interpela, nos descubre la grandeza de nuestra vocación humana y cristiana. Sea que la consideremos en su dimensión trinitaria-cristológica, o eclesialcomunitaria, o celebrativa-vital, la eucaristía es siempre el gran don del amor de Dios, que se nos ofrece para nuestra salvación. Como bien dice Benedicto XVI en la Sacramentum Charitatis : Sacramento de la caridad, la santísima eucaristía es el don que Jesucristo hace de si mismo, revelándonos el amor infinito de Dios por cada hombre (n. 1). 2. Qué condiciones habría que tener en cuenta para que la celebración de la eucaristía pusiera de manifiesto el dinamismo de la vocación: llamada, misión, respuesta? Creo que pueden resumirse en una especie de binomios que sintetizan bien el dinamismo de la misión: llamada de Dios que nos convoca a reconocer y asumir nuestra misión, y respuesta a esta llamada en una disponibilidad total; reunión que expresa la verdad de la unidad y fraternidad y la tarea de extenderlas a la congregación de todos los fieles, y misión que manifiesta el empeño misionero y evangelizador; palabra significando uno de los centros de la misión como servicio a la Palabra que debe prolongarse en la vida, y sacramento indicando que no puede haber 73
separación entre anuncio del evangelio y celebración del misterio de nuestra salvación en la fe; y todavía puede añadirse potestas ministeriales o estructura jerárquica, y a la vez diakonía en la participación y servicio al pueblo de Dios. Creo que todos estos aspectos, presentes en la misma estructura de la celebración eucarística, y vividos y renovados desde la llamada gratuita de Dios Amor, que quiere colaboremos en la extensión del Reino, pueden ayudar a poner de manifiesto lo que se me pregunta sobre el dinamismo de la vocación. 3. Qué aspectos de la Sacramentum Charitatis pondría de manifiesto en relación con la teología de la vocación? La eucaristía no sólo es centro de la vida cristiana, síntesis de la misión de la Iglesia, compendio de la fe Es también el indicativo y el exigitivo más significante de la vocación cristiana, y sobre todo de la vocación sacerdotal. Teniendo en cuenta el contenido de la SCar. destacaría que la eucaristía nos introduce en el dinamismo de amor y misión de la Trinidad ( opus Trinitatis ); nos hace revivir las claves de la identidad presbiteral ( in persona Christi capitis, in virtute Spiritus Sancti, in nomine Ecclesiae, in diakonia populi Dei ); nos urge a asumir integralmente la misión en una interrelación armónica entre lo que hay que creer ( lex credendi ), lo que hay que celebrar ( lex orandi ) y lo que hay que vivir ( lex vivendi ), evitando toda actuación polarizadora; nos recuerda la centralidad de la misma eucaristía, en cuanto que es el corazón de la liturgia y la referenciación necesaria de todos los sacramentos; y al mismo tiempo nos advierte de la importancia de mejorar siempre la celebración, la participación externa e interna ( actuosa participatio ), el arte y la estética de la acción celebrativa ( ars celebrandi ). Vivir la vocación es activar desde la eucaristía, y con una pedagogía adecuada, todos estos elementos de identidad. 4. En las parroquias, comunidades y en distintos movimientos se vuelve a potenciar la adoración eucarística: Qué pueden aportar estas iniciativas a la invitación vocacional o al discernimiento? Creo que, siempre que se interprete bien la adoración, es 74
también uno de los elementos que pueden ayudar al discernimiento vocacional. La adoración es a la vez prolongación y preparación a la celebración eucarística; nos ayuda a interiorizar el misterio celebrado y a personalizar la respuesta al don ofrecido; es alimento de la fe eucarística y al mismo tiempo signo de solidaridad en la oración; es momento de revisión de nuestra verdad eucarística y estímulo para asumir el compromiso comunitario y social que de ella se derivan Por todo ello, la adoración, situada de modo equilibrado en el conjunto de elementos que profundizan y alimentan la vocación, puede ser algo muy importante. 5. El Papa en la Sacramentum Charitatis (n. 80) nos dice que la espiritualidad sacerdotal es intrínsecamente eucarística : cómo hacer verdad esta afirmación en la vida del sacerdote? No sólo la espiritualidad sacerdotal, toda espiritualidad cristiana es intrínsecamente eucarística. Es evidente, sobre todo la del sacerdote. Las razones son claras: la eucaristía es el centro y es de alguna manera el todo. Es lo que cada día celebramos y lo mejor que podemos ofrecer al pueblo de Dios. La vida del sacerdote, si bien no debe reducirse a la eucaristía, tiene como punto central de referencia la eucaristía. Han desaparecido en muchas comunidades (y también para algunos sacerdotes) otras celebraciones intermedias (excepto los sacramentos de paso). Nos queda la eucaristía. Si no hacemos de ella el culmen y la fuente de nuestra misión, el alimento de nuestra vida sacerdotal, puede ocurrir lo mismo que a los fieles: que entramos en una pendiente de indiferencia y de abandono. Por supuesto, no hablamos de un celebrar la eucaristía autómata y simplemente ritualista. Hablamos de un celebrar la eucaristía viviendo y haciendo vivir aquello mismo que celebramos, según lo dicho anteriormente. 6. Cómo favorecer la identidad y la misión de la vocación de los laicos a partir de la experiencia eucarística? La eucaristía no es monopolio de nadie. Es el gran bien común del pueblo de Dios, signo permanente de su amor a todos. La eucaristía es de todos, si bien cada uno debe desempañar 75
en ella su puesto y vocación, haciendo todo y solo aquello que le pertenece. Todo cuanto hemos dicho de la vocación del sacerdote, puede aplicarse en su medida a los laicos. Ellos también deben vivir lo que significa la reunión en la fraternidad y la misión evangélica; lo que implica la escucha y fidelidad a la Palabra y la participación en los sacramentos; lo que supone de renovación de la vida bautismal, o matrimonial en y desde la eucaristía. Cuando un cristiano prescinde de la eucaristía, fácilmente olvida su misión, su pertenencia a la Iglesia y a la comunidad, su obligado compromiso en la vida y su coherencia con la fe recibida. La eucaristía no es lo único que debe hacer o celebrar el cristiano. Pero sin eucaristía deja de tener vigor y referencia de fe y de Iglesia la vida del cristiano. 7. Qué importancia reviste la promoción y cuidado de los ministerios laicales en la celebración de la eucaristía? Como ya hemos indicado, la eucaristía es de todos, y todos somos responsables de la eucaristía, cada uno según su vocación y misión. Una verdadera participación en la eucaristía, haciendo lo posible para que se desempeñen los diversos servicios y ministerios que en ella se requieren, es el mejor medio para una promoción adecuada de los servicios y ministerios de los laicos en la vida. No se puede olvidar que la eucaristía es también participación y aprendizaje para participar en la vida; es responsabilización y ejercicio de una responsabilidad que debe prolongarse en la vida comunitaria y social. La forma de participar una comunidad en la eucaristía, manifiesta una determinada imagen de Iglesia: más participativa o más personalista, más ministerial o más centrada en la potestas jerárquica. Es evidente que no se trata de oponer aspectos integrantes de la realidad. Se trata de que en la misma celebración, se transmita una imagen integral de Iglesia, ordenada jerárquicamente, pero también animada por la pluralidad de servicios y ministerios. 8. La familia tiene un lugar destacado en la iniciación cristiana: cómo hacer para que la familia se nutra de la eucaristía y se capacite para esa tarea? Tendríamos que preguntarnos, en primer lugar: Cómo hacer para que la familia crea con una 76
fe consciente y comprometida? Cómo hacer para que tome en serio la transmisión y educación de la fe de sus hijos? Cómo hacer para que dentro de la misma familia se prestigie y coloque en el centro de su vida como cristianos la eucaristía? Cómo hacer para que los responsables ofrezcamos a la familia los medios necesarios para que cumplan su vocación y su misión? Es cierto, vivimos un momento en el que este gran e imprescindible eslabón de la transmisión de la fe está fallando. Son muchas las causas. Es preciso tomar mucho más en serio la pastoral familiar, como paso necesario de una pastoral vocacional. No basta bautizar y hacer primeras comuniones y casar. Todos sabemos que es preciso también acompañar, personalizar y alimentar la fe. Conocemos los medios de siempre: catequesis, educación, religiosidad popular, ritos sacramentales Pero creo que es preciso replantearse todo el sistema de la iniciación, quizás situándonos en un contexto de primera evangelización y catecumenado, como sucedió siempre que la Iglesia se ha encontrado en situaciones de paganismo o neopaganismo. 77
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