CULTURA, RELIGIÓN Y VALORES (PROF. AGUSTÍN DE HIPONA) Ana Belén Álvarez Haya Universidad Católica de Valencia San Vicente Mártir RESUMEN Esta comunicación surge por varios motivos. Por la inquietud y pasión que supone para mí la educación. Por impartir una asignatura como es Cultura, religión y valores. Por la experiencia que me hicieron vivir a nivel interior Las Confesiones de San Agustín. Porque no podía dejar de escribir con un lenguaje más existencial que científico lo que este y otros grandes maestros han aportado a mi historia vital e intelectual. No pretendo agotar ningún tema. No es la naturaleza de este escrito. Quizás la presente comunicación deja la sensación de lo que, en parte, es la postmodernidad: fragmentación. Pero espero que sea solo a nivel formal. El contenido es la reflexión a partir de un pensamiento fuerte, el de San Agustín, que responde a un pensamiento débil protagonista de nuestro tiempo postmoderno. Las respuestas tienen sentido si hay unos interrogantes. Hoy el maestro ha de provocar preguntas, sin las que sus respuestas caen en el vacío. Es mi experiencia de cada día al hablar de la fe. La postmodernidad qué pregunta? Si pregunta algo, tiene Agustín de Hipona respuesta a esos interrogantes? Si es así, cuáles son? Lo que no me cabe duda es que son respuestas que tocan la esencia de la educación, porque radican en lo más profundo del ser humano: su relación con Dios, con el mundo, con el prójimo, consigo mismo. Su deseo innato e infinito de eternidad, de verdad, de libertad, de belleza, de amor muchas veces escondido pero no eliminado. San Agustín nos da respuestas que, en un primer momento, han sido respuestas para él. Las Confesiones han sido para mí una inspiración desde que cayeron en mis manos. Por eso a través de esta comunicación también me confieso yo un poco, en el sentido de que son palabras con las que me digo yo antes de intentar decir a los demás. Palabras clave: desaprender, verdad, libertad, amor, belleza.
212 Ana Belén Álvarez Haya 1. PREMISAS En numerosas ocasiones me he sentido pequeña ocupando el lugar de maestra pensando en los grandes maestros que he tenido porque me han dado clase o porque, aun perteneciendo a otras épocas, me han acompañado y educado a lo largo de mi historia. En numerosas ocasiones me he sentido grande ocupando el lugar de maestra ante la magnitud de la misión que me han propuesto estos, mis grandes maestros. Son maestros que han puesto en orden las estanterías de mi mente; que además de enriquecer esta con contenidos, la han dotado de una estructura consistente donde ir colocando todo lo que sigue llegando a ella. Es por ello que esta comunicación no pretende ofrecer un estudio sobre la educación según S. Agustín a nivel teórico, que dejo a los más expertos en su vida y obra, sino que más bien quisiera ser una breve reflexión, a nivel experiencial, sobre la aportación de Agustín de Hipona a la construcción de mis estanterías. Serán unas breves pinceladas que intentarán responder al título del Congreso: La educación según S. Agustín, una respuesta a la postmodernidad o, dicho de otro modo: Cómo enseñaría S. Agustín a los maestros a ser maestros hoy? Yo centraré este interrogante un poco más, dado que imparto una asignatura que, además, creo que traduce la naturaleza del congreso como Congreso sobre Educación Católica: Cómo enseñaría Cultura, religión y valores S. Agustín hoy? 2. ES HORA DE DESAPRENDER Es hora de desaprender, dice un eslogan publicitario. Habéis leído Las Confesiones de San Agustín? Leedlas, por favor. Es hora de desaprender, dice también en ellas Agustín de Hipona con su lenguaje existencial, capaz de llegar a lo largo del tiempo a todos los que lo leen. Desaprender una imagen de Dios, una imagen del ser humano, una imagen de la Iglesia para aprender (aprehender-agarrar) a un Dios que hace descansar nuestro corazón inquieto. El maestro hoy educa en un contexto postmoderno. Y esta época tiene mucho que ver con el necesario desaprendizaje. La postmodernidad, como lo indica el mismo término, supone un después de la modernidad, esa Modernidad en la que cae la fe para encumbrarse la razón. La fe, centro en la sociedad medieval, pasa a ser sustituida por la razón en el contexto moderno. Pero en esta época postmoderna, en la que ya nos situamos después de lo moderno, en la que parece que hasta lo moderno está pasado, qué ocupa el centro de nuestra sociedad, de nuestros intereses, de nuestras ideas, de nuestras convicciones?, dónde está el sentido? Quizás hoy el sentido está fragmentado, relativizado, quizás hoy la pregunta por el sentido (definitivo) no tiene
Cultura, religión y valores 213 tanto sentido para nuestros contemporáneos. Carpe diem, oigo a menudo, pero un carpe diem sin sentido, sin fin Las Confesiones de San Agustín son un itinerario de búsqueda de sentido, un itinerario escrito cuando ya se ha aprehendido el sentido. Por eso, el maestro enseña a desaprender desde lo aprendido. El maestro educa desde una cultura, que asume y trabaja (como un cultivo), y unos valores que aportan sentido. El maestro, como San Agustín, desaprende un concepto de religión para aprehender una experiencia de fe. Una experiencia que le hace entender mejor la realidad. Mejor, con más profundidad. Creer para entender, dice San Agustín. Creer nos hace más razonables, explicaría a sus alumnos. Nos hace ir más allá de la superficie. Y el ser humano está hecho para eso, para entrar en su intimidad y ahí descubrir para qué está hecho, cuál es su sentido y, por tanto, su esperanza. Si no, quedamos como seres superficiales. El sentido de la vida no permanece fuera de nosotros, porque es dentro de nosotros mismos donde encontramos a Dios y, según la expresión de San Agustín, vivimos descentrados, no tanto porque nos encerramos en nosotros mismos como porque vivimos fuera de nosotros mismos. Todo habla de Dios para el que ad-mira la realidad con los ojos de la fe. Digo ad-mira porque la fe te da unos ojos que te hacen contemplar a Dios, al mundo, a ti mismo, desde la novedad y la originalidad. Te hace amar las cosas como las ama Dios, no desde el sentimentalismo, sino desde la donación. La fe en Dios humaniza a la persona. 3. PROBABLEMENTE DIOS NO EXISTE. ASÍ ES QUE DEJA DE PREOCUPARTE Y DISFRUTA DE LA VIDA Probablemente Dios no existe. Así es que deja de preocuparte y disfruta de la vida, se podía leer en los autobuses de Londres, y después también en los de algunas ciudades españolas. La postmodernidad renuncia al futuro porque ya la modernidad lo dejó como indemostrable. Renuncia, por tanto, a la vida eterna. Por eso enfatiza el disfrutar el presente. Y para eso necesita negar a Dios, porque lo ve como el enemigo de una vida disfrutada, de una vida feliz. San Agustín confiesa una vida sin Dios disfrutada y llena de sufrimiento. Del mismo modo confiesa una vida convertida hacia Dios disfrutada y con sentido. Diría el Santo: Dios existe. Disfruta de la vida. El ser humano convertido, que ha vuelto su vida a Dios, es decir, que antes le había dado la espalda, no cambia su vida por la de antes, cuando vivía sin Dios, porque en su nueva existencia ha encontrado la libertad que no tenía. Este es el camino que recorre Agustín. Es paradójico. La postmodernidad tiene un concepto de libertad que poco tiene que ver con la libertad descubierta y conquistada por el cristiano, por el ser humano convertido.
214 Ana Belén Álvarez Haya 4. LA VERDAD OS HARÁ LIBRES San Agustín busca la verdad y ahí encuentra la libertad. Hoy, muchos no creen que vivir con Dios te hace más libre, por qué? En primer lugar porque lo postmoderno parte de una idea moderna que rechaza la autoridad externa para confiar únicamente en la autoridad de la propia razón. Y parece que, para muchos, Dios impone la verdad o, más bien, los que creen en Él pretenden la verdad imponiendo su autoridad. Y no estamos dispuestos a acatar cualquier autoridad aunque si pensamos en todas la autoridades que se imponen en nuestro corazón Dios no se impone. Se propone. Él respeta nuestra libertad más que cualquier otro ser. Esto se ve claro en el proceso de San Agustín, que nos muestran sus Confesiones. Podemos verle como educador, porque vemos cómo ha sido educado, por Dios. Vemos cómo ha sido conducido por Él hacia la verdad. Repito: leed Las Confesiones. Es un manual de pedagogía, entre otras cosas, que trata sobre el modo que tiene Dios de educar. Con paciencia, adaptándose a los ritmos, con amor y firmeza a la vez. Y su alumno aprende desde la admiración, la sorpresa, la humildad. El que enseña es capaz de hacerlo si es humilde ante al que enseña. Por todo ello, para hablar hoy de educación y de postmodernidad se hace necesaria una revisión del concepto de autoridad, para integrarlo en el proceso educativo. En segundo lugar, a muchos les resulta difícil pensar que creer en Dios te hace más libre porque identifican la creencia en Dios con las normas. Me resulta maravilloso cuando alguno de mis alumnos descubre que la fe en Dios libera la mente, la agiliza. Y las normas? Las obras, atención, digo obras y no normas, son la traducción de esa liberación de mente y espíritu. Se acompañan mutuamente. No sería posible leer Las Confesiones sin contemplar simultáneamente estas dos realidades. La fe cambia la forma de pensar y de vivir de Agustín. Es su conversión, fundamental en todo proceso religioso, pero también en todo proceso educativo. Porque si nos rehacemos a la etimología, qué es la educación sino el proceso de guiar a alguien, sacando lo que lleva dentro y alimentándolo para que crezca? Pues justo esto es lo que leemos en Las Confesiones. 5. TARDE TE AMÉ AMA Y HAZ LO QUE QUIERAS Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva Palabras llenas de sentido en el proceso de conversión y educación de San Agustín y palabras bellas. La belleza llega directamente a nuestro corazón y mente. No puedo dejar de hablar de la belleza que encierra el mensaje cristiano, una belleza capaz de llegar a todo ser humano porque lo humano es lo cristiano, porque Jesucristo volvió a decirnos quiénes somos a través de su vida, de su muerte y de su resurrección. Porque, cuando nos encontramos con esa belleza, exclamamos: tarde te amé Porque ante ella toma-
Cultura, religión y valores 215 mos conciencia de los falsos maestros que hemos tenido en la vida. Maestros, amad la belleza, diría a sus alumnos San Agustín. Ama y haz lo que quieras. Estas palabras también suyas las dejo resonando en vuestros oídos y corazones. Porque los maestros no lo intentan explicar todo. Escribía San Juan de la Cruz: al atardecer de la vida te examinarán del amor. Es el último examen, el que todos haremos. Y en el camino de la vida, hasta ese atardecer, nos acompañan el Maestro y los maestros. Me viene a la mente la canción de unos dibujos animados que le gustan a mi hija: papá y mamá me saben guiar. Dejémonos guiar, acompañar por los que saben hacerlo, porque antes han sido ellos mismos educados. Un excelente ejemplo: Agustín de Hipona