ASAMBLEA ECLESIAL DE SANTIAGO Una profesión de fe

Transcripción

1 ASAMBLEA ECLESIAL DE SANTIAGO Una profesión de fe Muy queridas hermanas y hermanos en la fe, querida Iglesia, Pueblo de Dios, que peregrina en Santiago conducida por Don Ricardo, por gracia de Dios, nuestro Pastor, Hoy estamos de cumpleaños! La Iglesia de Santiago cumple 450 años de vida. Fue erigida como obispado el 23 de Junio de 1561, aunque algunos dicen que fue poco después. Por eso, hoy 23 de Julio, estamos de cumpleaños, bendiciendo a Dios por una historia de gracia que nos ha engendrado en la fe. Este año también trae otros aniversarios: los 50 años del Concilio Vaticano II y los 5 años de la Conferencia Plenaria del Episcopado en Aparecida. Cinco- cinco- cinco tres fechas que marcan nuestra historia. I. Año de comunión misionera En este año de la comunión misionera nos hemos reunido a conocernos, a intercambiar, a soñar. Lo hemos hecho en nuestras parroquias, colegios y movimientos, en nuestras vicarías ambientales y zonales, y hoy queremos devolver a la comunidad lo que ustedes mismos han trabajado. Lo hacemos en torno a los 4 pilares del Concilio Vaticano II, como los llama Don Ricardo, que expresan lo esencial de nuestra Iglesia. Y lo hacemos también con la actualidad que adquieren estos cuatro pilares en el lenguaje de Aparecida y en las Cartas del Papa Benedicto XVI. Estos cuatro pilares son: La Palabra de Dios, en el oído del discípulo misionero. Es la Constitución Dei Verbum del Concilio Vaticano II, enriquecida por la Exhortación Apostólica Verbum Domini, del Papa Benedicto; La Liturgia, en el corazón del discípulo misionero. Es la Constitución Sacrosanctum Concilium del Concilio Vaticano II, actualizada por la Exhortación Apostólica Sacramentum Caritatis, del Papa Benedicto; La Iglesia, en la vida del discípulo misionero. Es la Constitución Lumen Gentium del Concilio Vaticano II que leemos a la luz de la carta Deus Caritas est, del Papa Benedicto; El servicio al mundo, en el amor solidario del discípulo misionero. Es la Constitución Gaudium et Spes del Concilio Vaticano II, enriquecida por la Carta Encíclica Caritas in Veritate, del Papa Benedicto. 1

2 Ahora bien, es tal la riqueza de lo que hemos recibido del trabajo de las comunidades de Santiago 1 - cuyo extracto Uds. tienen en sus manos - que se resiste a ser simplemente resumida. Les cuento lo que me sucedió: lo leí por primera vez y pensé que era una excelente lluvia de ideas de buenas prácticas pastorales. Y lo es. Lo leí por segunda vez y me resonó en el oído un queremos una especie de la Iglesia que queremos. Y es verdad. Sin embargo, después de la tercera lectura me di cuenta que había mucho más. En mi corazón resonó creemos y por eso, me pareció más adecuado presentarlo como una profesión de fe. No es el credo de la Iglesia de Santiago. Sería presuntuoso. Es simplemente un Credo que nace del corazón tartamudo de un Vicario pastoral, después de procurar escuchar la riqueza de la fe de esta Iglesia tan amada. II. Una profesión de fe 1. CREEMOS en la Iglesia de la acogida, con sus puertas y su corazón abierto al Señor Jesucristo que nada nos quita y todo nos da. Abierta a su Persona, abierta a su Misterio, abierta a su Presencia, siempre actual. Abierta a recibir de sus manos el amor y la salvación. Abierta siempre a su gran amor. ESPERAMOS firmemente los cielos nuevos y la tierra nueva que ya germinan entre nosotros en la persona de nuestros santos: el Padre Alberto Hurtado, Teresita de Los Andes, Laurita Vicuña, Ceferino Namuncurá y tantos otros más aun no canonizados. Esperamos con certeza que podremos disfrutar eternamente en el corazón de la Santísima Trinidad, unidos por los vínculos de amor a la Santísima Virgen María, nuestra Madre, y al Santiago Apóstol, nuestro patrono, junto a todos los bienaventurados y a nuestros seres más queridos, con quienes desde ya estamos unidos en la comunión de los santos. 2. CREEMOS en una Iglesia acogedora, con sus puertas y su corazón siempre abiertos a cada persona que vive en esta tierra; que quiere dar su bienvenida especialmente a los más pobres, marginados y desvalidos, a los ancianos, a los migrantes y a cuantos necesiten ser más amados y contenidos, como se dice en estos días. ESPERAMOS realizar esta acogida en las plazas y las calles, en los hospitales, cárceles y asilos, y también en las puertas del templo, constituyendo equipos que sean signos del ministerio de la bienvenida y equipos de escucha, en cada unidad pastoral, atentos a las necesidades de los hermanos y hermanas que golpeen nuestras puertas. 3. CREEMOS en una Iglesia fundada en la Palabra del Señor, su Roca firme, que responde a los embates de la naturaleza, terremotos y tsunamis, y resiste a los 1 Síntesis de las respuestas de parroquias y vicarías, a las preguntas hechas por la Vicaría Pastoral, buscando las mejores prácticas pastorales, que fueron respondidas en sus respectivas Asambleas. 2

3 embates del espíritu del mal. Esa Palabra que es viva y penetrante, como espada de dos filos, ante la cual nos sentimos desnudos, pues es capaz de leer los secretos del corazón y enseñarnos el camino de la vida. ESPERAMOS seguir profundizando y practicando la lectio Divina, no sólo entre los sacerdotes y religiosos, ni sólo entre los agentes pastorales, sino en todas las instancias de la Iglesia, especialmente en la catequesis familiar, en la formación de los laicos, en los grupos juveniles. Que cada uno pueda leer un versículo o un párrafo cada día, que acompañe nuestra vida cotidiana y no sólo los grandes acontecimientos eclesiales. 4. CREEMOS en una Iglesia que celebra su fe en el Señor, muerto y resucitado, en la Santa Eucaristía y en los sacramentos de la fe. En ellos el Señor nos regala su presencia viva y operante en los signos que Él quiere ser reconocido, en todas las etapas de la vida personal y comunitaria de la Iglesia. Creemos en su presencia al sumergirnos en las aguas que nos dan la vida en el Bautismo, en la imposición de manos con que recibimos su perdón, en las unciones que nos fortalecen y devuelven la salud, en la entrega de los cuerpos que se unen en Santo Matrimonio. Estos signos se prolongan en el pan compartido en la mesa del hogar, en las manos que se estrechan para hacer las paces, en los ungüentos que se nos prodigan en la enfermedad Lo sepamos o no lo sepamos, todos esos signos delatan la presencia del Señor. ESPERAMOS celebrar mejor la Eucaristía, con más formación, con más belleza, con equipos Litúrgicos que junto al presbítero se esmeren en prepararla y coros que animen la fe y no canten para sí mismos. Esperamos una Liturgia que asuma la vida y en que recupere el sitial del sacramento del perdón, hasta hacer de nuestra propia existencia un culto vivo y agradable a nuestro Padre Dios. 5. CREEMOS en una Iglesia viva, cuerpo de Cristo, pueblo de Dios, al que el Señor nos introduce por el sacramento del Bautismo. En él recibimos nuestro nombre y cada uno, cada una, recibe una vocación particular: somos un pueblo de convocados. Una Iglesia rica en vocaciones laicales, sacerdotales, diaconales, monásticas y religiosas, de especial consagración. Una Iglesia ministerial en que brilla la acción del Espíritu Santo a través de los distintos ministerios clericales y laicales. UNA IGLESIA comunión, vivida en comunidades de las más diversas: comunidades familiares, parroquiales y de base, comunidades escolares y de movimientos, comunidades de lectio, de reflexión y de amistad. Una Iglesia que aprecia las agrupaciones civiles de la sociedad organizada, especialmente aquellas que trabajan por la justicia, la fraternidad, la paz. ESPERAMOS una Iglesia de un mayor protagonismo laical, en que todos aprendamos a vivir la autoridad como un servicio y jamás como una imposición. Una Iglesia de la diversidad, de dones y carismas, en que nos demos espacio unos a otros para vivir nuestros aportes. Una Iglesia en que vivamos de verdad una pastoral de conjunto en que no encuentren lugar los llaneros solitarios ni los francotiradores, especialistas en disparar las críticas pero sin comprometerse. 3

4 Una comunidad de amor, de respeto, de simpatía, que cultive con ardor las relaciones personales y comunitarias, convencida de que la comunión y participación son el santo y seña de la comunidad de los discípulos de Jesús. 6. CREEMOS en una Iglesia servidora del hombre, varón y mujer, de la humanidad, del mundo. Una Iglesia que ayude a construir un mundo con sabor a bienaventuranzas, con la sal del Evangelio y la levadura que haga germinar la masa. Una Iglesia que trabaje para que cada ser humano sea un resucitado, desde ahora, desde este tiempo de la historia. Una Iglesia que opta decididamente por la dignidad de cada ser humano, y preferentemente por los pobres, por los jóvenes, y por los constructores de la sociedad. ESPERAMOS personas y comunidades capaces de salir como lo pide el Señor Dios a Abraham, a Moisés, al pueblo elegido Personas y comunidades que salgan a buscar, a encontrar, a entrar en comunión, especialmente con los que están alejados y defraudados por la Iglesia. Comunidades que no confundan la parroquia con el templo o la capilla, que salgan a servir y no vivan refugiadas en los locales eclesiales. Hombres y mujeres que tengamos pasión por el bien y la bondad, la justicia y la verdad. 7. CREEMOS en una Iglesia abierta a los signos de los tiempos, que asuma y participe activamente en las causas nobles de la humanidad como la promoción del hombre y la mujer, la causa mapuche, la ecología, la calidad de la educación, los derechos humanos y tantas otras más. Una Iglesia que haga honor a estos 450 años de historia en que el Señor nos ha bendecido desde sus inicios con pastores y profetas como los que hoy nos rodean: el Cardenal Raúl Silva, Don Juan Francisco Fresno, el Padre Alberto Hurtado, y tantos nombres entre sus fundadores como Don Diego de Medellín y Don Diego de Humanzoro grandes defensores de los naturales de estas tierras. ESPERAMOS que según la vocación que Dios nos haya dado a cada uno, a cada una, estemos prontos a asumir aquellas causas que golpeen nuestro corazón y nuestra conciencia para abrazar desde la fe las banderas de la humanidad. Esperamos seguir asumiendo los gozos y esperanzas de la humanidad y seguir sirviendo a los desvalidos, como ya lo hacemos de tantas maneras, desde la visita y la comunión a los enfermos, siguiendo por los programas de Caritas y la pastoral social, hasta la palabra del pastor cuando los tiempos lo requieren. 8. CREEMOS en una Iglesia atenta a los signos de los tiempos que hoy abre sus oídos para escuchar el clamor de los jóvenes: los que marchan por las calles en pro de una educación mejor, los que manifiestan su indignación con formas no violentas, los que profesan un neo anarquismo, aquellos que buscan y no encuentran, los que salen en misiones y trabajos estacionales, los que consagran sus vidas al Señor y tantos más Todos ellos son brotes del presente y llevan en su corazón las semillas del mundo nuevo que desde ya están llamados a protagonizar. 4

5 ESPERAMOS que todos en la Iglesia hagamos realidad la opción preferencial por los jóvenes, haciendo que nuestro camino de comunión misionera se encamine decididamente a la Misión Joven con que queremos asumir estas búsquedas y estas realidades. Con las palabras luminosas con que el Papa Juan Pablo II nos enseña la espiritualidad de comunión (NMI 43), esperamos que todos y todas en la Iglesia seamos capaces de reconocer el rostro de Dios en cada joven, independiente de la forma como se vista y se presente; sentir a cada joven como uno que me pertenece para compartir sus alegrías y sufrimientos, para intuir sus necesidades y ofrecerles una sincera amistad ; deseamos destacar antes que nada lo mejor de sus cualidades y virtudes, y sentirlas como propias, por ser ellos parte de nuestra vida; queremos, en fin dar espacio a los jóvenes: espacio físico, social, espiritual y sicológico, para su pleno desarrollo, estando para ello dispuestos a llevar sus cargas para aliviar el peso de sus mochilas. 9. En fin, y parafraseando a nuestro hermano el Padre Esteban Gumucio, CREEMOS en la Santa Iglesia Católica, edificada sobre firme fundamento, y de la mano de la Mujer María: en ella queremos vivir hasta nuestro último momento. Amén. P. Cristián Precht Bañados Vicario General de Pastoral Santiago, 23 de julio de 2011 II Asamblea Eclesial Año de la Comunión Misionera 5