Reunión Lacanoamericana de Psicoanálisis de Montevideo. Del 28 al 1º de noviembre de 2015 Del semblante: lugar y función Susana Splendiani

Transcripción

1 Reunión Lacanoamericana de Psicoanálisis de Montevideo. Del 28 al 1º de noviembre de 2015 Del semblante: lugar y función Susana Splendiani Recorriendo las primeras páginas del Seminario XVIII, De un discurso que no fuera del semblante, precipita un interrogante: que lo lleva a Lacan a producir un corrimiento, respecto del lugar del agente en el discurso, lugar superior izquierdo y nombrarlo como lugar del semblante? En el Seminario XVII, El envés del Psicoanálisis, Lacan se dedica a precisar las particularidades que hacen a ese lugar de agente. Derivado del latin, agentis, el que lleva a cabo una acción ; agere, hacer actuar, lleva a actus, actun. Si bien acentúa aquel lugar en el discurso, que hace las veces de agencia, de representante de, no obstante arrastra actus, actun, acto. También actor. A propósito del agente, ya había planteado que el padre real era el agente de la castración, pero, en la medida que hace el trabajo del amo, esto es, lugar de agente entonces, en el discurso amo. Semblant, lugar del discurso, es un significante, insistirá Lacan y como tal hace cadena en tanto representa a un sujeto, sujeto del análisis, para otro significante, produciendo así significancia. De este modo semblant soporta la función representación por y con el significante mismo. Pero agente, como vimos, también implica esa función representante de que lleva a producir un acto, acto del analista en tanto se produzca un giro en el discurso. Que lo lleva a Lacan a producir ese corrimiento de agente a semblante? Semblante sustituye a agente o es que agente resulta insuficiente para nombrar ese lugar del discurso que comanda? Respecto del término semblant, como consecuencia del pasaje a otra lengua, hay un deslizamiento, traslitera con apariencia. Apariencia, muestra algo que parece y que no es, acentúa la dimensión de engaño, pero muestra, se da a ver, indica. Podríamos decir que apariencia opera como dimensión imaginaria del semblant. Tomando en cuenta la propuesta de Bárbara Cassin respecto de los términos intraducibles, podemos sostener que semblant es uno de ellos; es un término que no cesa de no traducirse en tanto implica hacer lugar a la diferencia de 1

2 lenguas. De ahí que siguiendo la lengua francesa en su homofonía con el español, optemos por nombrar semblante y no apariencia. Si bien no se trata solo de un problema de la insuficiencia de la traducción. Es además un concepto que Lacan va construyendo. Si Lacan produce un giro de agente a semblante, tendrá que ver entonces con la especificidad de la práctica clínica misma y sus efectos. El discurso del analista, último en llegar con Freud quien recortó un campo de saber con el descubrimiento del inconsciente y la invención del psicoanálisis, posibilitó que se ordenen los otros tres: Maître, Histérico, Universitario. Y es entonces el semblante el lugar desde el que se direcciona un discurso, mejor aún es el lugar desde el que parte cada discurso y, que tomará su nombre de acuerdo a la letra que allí ubicamos. para el discurso Maître, para el discurso de la Histérica, el saber, para el Universitario, y a para el discurso del analista. Interrogando De un discurso que no fuera del semblante, nos conduce a la letra. Y el Discurso analítico introduce en la operación del análisis, a la letra. El analista en el lugar del semblant de a, convoca al objeto. Aquello que resiste precisamente a la representación, esto es, el goce, pero que se bordea por la vía de la palabra puesto que el semblant es un significante, dimensión simbólica. Por la operación transferencia, el analista queda en el lugar de saber supuesto, engaño necesario para poner en movimiento el discurso analizante. Transferencia como Sujeto supuesto saber. El acto del analista, produce caída del saber y de esa caída resulta un efecto de verdad sobre el sujeto, verdad de castración. Emergencia de esa a, resto que propicia la operación de lo real del análisis. No sin el deseo del analista. No hay discurso que no sea del semblante. La eficacia entonces de la acción analítica, del acto del analista y el desencadenamiento que el trabajo del inconsciente efectúa por el despliegue del decir llevado al estatuto de regla, permitirá que su producto, vaya arrojando un resto. Por la transferencia, ese resto se localiza en el lugar del analista que por su deseo, sostiene ese lugar de semblant de a. Poner entonces en movimiento el que se diga da lugar al decir, produciendo como efecto esa lluvia de letras, en tanto el analista como semblant de a, opera con sus intervenciones. 2

3 Algo nos aporta Freud respecto de la letra a propósito del Hombre de los lobos. En esa reconstrucción de la neurosis infantil, uno de los síntomas que padecía era el miedo, el terror a los lobos y a las mariposas. Sobre el final del análisis, ya planteado ese tiempo de concluir por Freud, retorna con insistencia algo del comienzo y si bien se repitió en el transcurso del análisis, demandaba una intervención del analista: era un recuerdo encubridor. Recordaba la irrupción de angustia en ocasión en que persiguiendo una mariposa veteada de color amarillo, se posó sobre una flor. Salió corriendo preso de terror. Mariposa, bábushka en su lengua, también significa abuelita. Asociaba a la mariposa, con mujeres o niñas por una parte y por otra parte, con un comentario deslizado en otra oportunidad, en que el abrir y cerrar las alas de la mariposa, era como si una mujer abriera las piernas y [ ] dibujara la figura de una V romana 1. Letra V, aleteo de las mariposas, mujer de piernas abiertas. Pero también las cinco, V, número romano, hora del trauma en que posteriormente se construyó la escena primordial y que en la actualidad le produjo efectos sombríos a esa hora señalada. Lobo en su lengua materna se dice volk. Esa V que cae, es letra puente entre el aleteo de la mariposa, el lobo, volk y esa hora señalada, las cinco V número romano. Hora que por otra parte se despierta por una evacuación interrumpiendo la escena. Desprendimiento de un objeto pulsional, resto. Asociado al color amarillo vetado de la mariposa, surgen una serie de recuerdos: una niñera cuando era muy pequeño, no recuerda su nombre. El amarillo veteado lo conduce a las peras, grusha en ruso, fruta que se cosechaba en la primera finca. Y ahí surge el nombre de su niñera: Grusha, homofonía Grushagrusha que liga entonces, mariposa y lobo, por la vía de la mirada. Esa mirada de los lobos que aterroriza al niño. Y ese color amarillo que insiste, presencia del la mirada. Objeto pulsional que no termina de caer si bien la producción del análisis, por su insistencia deja un resto. Un sueño aun donde insisten las alas y el color amarillo veteado: Espe- Wespe. Se repite la V. Espe, S. P. son las iniciales de su nombre (Sergei Pankejeff). Esas iniciales de su nombre, son letras, S.P. de las que el joven dice: ese soy yo. Toca su ser. Pero son letras. Esa espe mutilada es un corte, una separación que hace a la inscripción de su nombre. Hombre de los lobos, como nombre que toca el núcleo de su ser, le hará suplencia. 1 Freud, S., 1918 [1914]: De la historia de una neurosis infantil, en Obras Completas, XVII, p.83, Buenos Aires, Amorrortu Editores,

4 El analista como sembant de a, aloja, recibe, ese resto, efecto del movimiento discursivo del análisis. Semblant es un significante que puede deslizar hacia dos vertientes. Una de ellas va hacia el sentido, imaginario, y la otra vertiente, implica esa intervención del analista que permite atravesarlo produciendo esa cascada de letras, letras que articulan el lugar del objeto en que está retenido. Esa V, hora señalada de esa escena primaria, escribe el lugar del goce en que quedo preso en su fantasma. Efecto de esa caída, produjo un movimiento que le posibilitó rehistorizar su neurosis infantil. Litura 2, littera, literal, lettre, letra, letter 3, litter. Litoral, entre saber y goce. Si bien la letra es ese borde, frontera que toca lo real, solo se puede abordar desde lo simbólico y lo imaginario. De letra a basura, produce un giro respecto de su goce. Es lo que mejor se puede esperar de un psicoanálisis en su fin 4, dirá Lacan. Así, la posibilidad de definir al semblante como esa apariencia en tanto vestidura imaginaria, de un real que emerge anudado lo simbólico, nos lleva al meollo de la posición del analista cuya función se sostiene al alojar el objeto a del analizante, resto, basura, desecho, efecto de la operación de alienación- separación al campo del Otro, puesta en acto del fantasma en la transferencia lo cual implica poner en juego el deseo del analista. Asi, semblant anuda Real, Simbólico, Imaginario. R.S.I. Entonces, es justamente esta operación sobre el discurso la que se produce solo si el analista se hace soporte de aquello que recibe en la transferencia respecto del goce en el que está preso el sujeto en el fantasma, única posibilidad para que lo que haga agujero, allí en el lugar del semblante, pueda torsionar a causa de deseo. Leemos en Encore : Lo que el discurso analítico hace surgir es justamente que el sentido no es más que semblante. Si el discurso indica que este sentido es sexual, solo puede hacerlo dando razón de su límite. 5 No se trata de todo el sentido sino de ese sentido sexual que en tanto remite al semblante, reenvía a esos objetos, que se recortan de los orificios del cuerpo: oral, anal, escópico, invocante, cuyo 2 Del latin: trazo grueso con que se tacha lo escrito. En J. Lacan Seminario De un discurso que no fuera (del) semblante. Clase 7: 12 de mayo de 1971.(Versión crítica). Establecimiento del texto, traducción y notas: Ricardo Rodríguez Ponte. Para circulación interna de la Escuela Freudiana de Buenos Aires 3 punto de partida con el que Joyce desliza de a letter a a litter: de una lettre, yo traduzco, a una basura. Idem pag Lacan J, 1971: El Seminario. De un discurso que no fuera del semblante, 18. P Buenos Aires, Paidos, Lacan J., 1972/73: El Seminario. Aún, 20. P. 96. Buenos Aires, Paidós,

5 límite es precisamente el goce, puntas de goce que en tanto se trata de un discurso, se bordea simbólicamente, haciendo del agujero, falta. Así, el semblante se perfora, se horada, se erosiona, se atraviesa cada vez que el acto del analista escribe marca de castración como efecto de su acto, también lugar del Otro de la transferencia, para que caiga el a, esa a del fantasma, pues, solo es posible interpelar, incidir, morder lo real del goce, a partir del semblante. En ello, el analista está implicado y responsabilizado en su función operando desde el para-ser, paraître, semeja darnos el soporte del ser 6, al costado de lo verdadero, puesto que ni siquiera somos semblante, dirá Lacan y agrega, Somos en ocasiones lo que puede ocupar su lugar y hacer reinar ahí el objeto a 7, justamente para hacerse ser, finalmente, semblante de deshecho, de letter a litter, de letra a basura y producir su caída, en tanto des-ser. No hay discurso que no sea del semblante, pero, como dirá Lacan, el discurso del analista está al acecho de aquel que no fuera del semblante 8. Acecha, aguarda, está a la espera, puesto que si el analista está en el lugar del semblant de a, su acto apunta precisamente a su atravesamiento. Y algo sabe, está advertido de esta operación por haber transitado ese pasaje de analizante a analista en su análisis. Susana Splendiani 6 Ibid. Pag Ibid.Pag Lacan J, 1971: El Seminario. De un discurso que no fuera del semblante, 18. P Buenos Aires, Paidos,2009 5