"Construcciones En Psicoanálisis: Entre Letras Y Fantasmas"

Transcripción

1 "Construcciones En Psicoanálisis: Entre Letras Y Fantasmas" (*) Jornadas De La Efba, Darío Groel Comenzaré diciendo un enunciado que es de posición: que las construcciones en psicoanálisis debieran ser, por ser conjeturas incompletas producidas en el corte en acto de la operatoria del analista, el intento de escritura de la verdad de un sujeto siempre que ellas imaginaricen un real imposible de decir en el despliegue simbólico de los dichos de un analizante. Escritura, entonces, que por ser intervención que anuda real-simbólico-imaginario (1) en el entramado de sus letras dice no-todo sobre la imposible relación entre saber y verdad. No-todo del saber inconsciente que, claro está, no-cesa-de-no-escribir lo real de la verdad de la división de un sujeto al imaginarizar, precisamente, sus implicancias subjetivas en la economía de goce de un objeto. Es así como entiendo, en Freud, la pertinencia y legitimidad de aquellas construcciones que en tanto escritura de letras son capaces de situar la inefable insistencia del goce en la historia del sujeto. Ejemplos de tal impronta no escasean: pueden ser, entre muchos otros, las letras de la inyección de Irma en el ombligo de su sueño, o la frase pegan a un niño frente al resto pulsional del masoquismo primario, o, incluso, la articulación delirante yo no lo amo en la fantasía homosexual de la psicosis de Schreber. Es el esfuerzo freudiano en aquella dirección de la cura que, por pretender el vencimiento de las resistencias, se inscribe de esta manera como construcción necesaria capaz de propiciar el vaciamiento de sentido de una verdad conjetural en lo real-imposible que anuda una estructura. De esa manera, la división subjetiva como efecto de la operatoria analítica se instauraría en la hiancia abierta entre el despliegue de un saber construido en un análisis y una verdad no ubicable como totalidad. Dice Freud en su texto Construcciones en el análisis: Como toda construcción de esta índole es incompleta, apresa sólo un pequeño fragmento del acaecer olvidado, tenemos siempre la libertad de suponer que el analizado no desconoce propiamente lo que se le comunicó, sino que su contradicción viene legitimada por el fragmento todavía no descubierto ( ) Y a cada construcción la consideramos apenas una conjetura, que aguarda ser examinada, confirmada o desestimada (2). Conceptualizado así, las construcciones se vuelven material simbólico que dice a medias sobre aquello que queda olvidado detrás de lo que fuera dicho-significante si es que, en la significación del objeto en tanto conjetura - Página 1 de 5 -

2 no-todo-revelada en una imaginarización, puede anudarse lo imposible de la posición de un decir con la causa real de la división subjetiva. Lacan afirma tal posibilidad en el seminario 25: La relación de lo imaginario, de lo simbólico y de lo Real, hay allí algo que tiene por esencia al psicoanálisis ( ) La cosa es eso a lo que debemos adherir y la cosa en tanto que imaginada, es decir, el tejido en tanto que representado (3). Las construcciones en el anudamiento real-simbólico-imaginario serían, entonces, las representaciones imaginarizables de un tejido capaz de decir una verdad (a medias) sobre la presentificación de la cosa real en la escritura de las letras ex-sistenciales de un sujeto. Seguiré ahora con un segundo enunciado, aunque esta vez sea de cuestión: que en muchos casos las construcciones en psicoanálisis suelen ser, en tanto precipitado de sentido de una verdad totalizante que copula con un saber simbólico tapón de la castración, el intento de obturar la hiancia ex-sistente entre lo dicho-significante y la captación real del decir por medio del reforzamiento de la escena fantasmática. Relato, entonces, que por ser intervención que no anuda real-simbólico-imaginario en el despliegue significante, le otorga validación y sentido a una verdad totalizante a través de ciertos dichos que sólo agregan consistencia al fantasma. Efecto de sentido que empuja a la solidificación del sujeto y del objeto obturando, de esa manera, el no-todo real como castración en el campo del Otro. Es así como entiendo, paradójicamente en Freud, las muchas veces en que también recurre a las construcciones pero como un intento de obturación y taponamiento de la división subjetiva. En lugar de producir el efecto de vaciamiento de sentido, tales construcciones totalizan la verdad en los dichos-significantes eludiendo, así, la lógica no-toda en lo imposible del decir. Ejemplos de tal modalidad tampoco escasean: pueden ser, entre tantos otros, la insistencia que empuja por el amor al señor K. en la escena histérica de Dora, o la premisa de una hostilidad irresuelta contra el padre en la joven homosexual, o, incluso, la solidificación forzada del sujeto en la presentificación de un objeto que se torna demasiado consistente entre ratas, lobos y caballos. Sin poder interrogar la posición de un decir subjetivo, las construcciones en esta vertiente de sentido se cierran, por el contrario, en lo que queda olvidado como efecto de lo dicho en el despliegue de un relato consistente fantasmáticamente. Tal operación de olvido y de obturación de la verdad en la hiancia entre lo dicho y el decir, es lo que Lacan sostiene como un enunciado fundamental en su texto L etourdit: Que se diga queda olvidado detrás de los que se dice en lo que se escucha (4). Esta vertiente de las construcciones procura el taponamiento de la pregunta por el deseo a través de la irrupción misma del goce totalizante de un Otro no mediatizado por la castración. En el texto Construcciones en el análisis, Freud afirma: Y lo deseado es una imagen confiable, e íntegra en todas sus piezas esenciales, de los años olvidados de la vida del paciente ( ) Es sólo una cuestión de técnica analítica que se consiga o no traer a la luz de manera completa lo escondido (5). Acaso una verdad puede inscribirse como siendo no-toda si el analista busca imágenes confiables e íntegras en un pasado oscurecido por el olvido? Acaso puede pensarse que la construcción de un relato podría confirmar una verdad histórica sin que esta quede sujeta la fantasmatividad misma de la realidad? Pareciera, sin - Página 2 de 5 -

3 embargo, que para lograr la re-construcción (y demostración) de una verdad históricamente acontecida, en gran parte de las intuiciones freudianas se insistiera en la búsqueda de un sustrato tangible capaz de sustancializar la eficacia del inconsciente. La articulación lacaniana entre decir y verdad muestra, por el contrario, no sólo la estructural inadecuación de las palabras y las cosas, sino, además, la irresoluble distancia entre el acontecimiento histórico y la operatoria construcción. En el seminario 25, El momento de concluir, Laca afirma al respecto: Se intenta decir la verdad, pero eso no es fácil porque hay grandes obstáculos a que la verdad se diga. No será que uno se engaña con la elección de las palabras? La verdad tiene que ver con lo Real y lo Real está doblado, si se puede decir, por lo Simbólico ( ) la adecuación de lo simbólico no hace a las cosas más que fantasmáticamente (6). Un relato que agrega sentido con predominancia en lo dicho-significante y que, a la vez, no captura la verdad del decir en lo imposible-real de la letra, no produciría otra cosa que no sea el doblamiento de lo simbólico en una adecuación forzada que vía fantasmática engrosa la efectividad económica del síntoma y cierra la dimensión abierta por el no-todo de la castración. Conforme a lo anteriormente situado a partir de la paradoja freudiana entre verdad y decir, pudo ubicarse, entonces, una doble vertiente en lo que respecta a las construcciones en psicoanálisis. Por un lado, el relato dicho-significante que por no anudar real-simbólico-imaginario cierra la dimensión de la castración con el taponamiento del fantasma y obtura, así, la pregunta abierta por la verdad de la división subjetiva. Por otro lado, la escritura de lo imposible del decir que en la imaginarización de lo real en el corte significante produce, precisamente, la lectura de letras que interrogan la causa misma del sujeto en la operatoria castración del goce del Otro. Ahora bien, una pregunta evidentemente clínica insiste por su relevancia, en que instancia del devenir de la experiencia de un análisis (y de la operatoria del analista) radicaría la diferencia entre una y otra vertientes de la construcción? Agregaré, finalmente, un tercer enunciado en este caso operacional: que las construcciones en psicoanálisis producen la escritura de las letras de la división de un sujeto si es que, en tanto soporte de la operatoria castración, es justamente un analista quien prescinde en ese mismo acto de la obturación que su propio fantasma precipita en su subjetividad. Operatoria analítica, entonces, que por ser intervención que vacía de sentido la propia consistencia fantasmática del analista logra, de esta manera, ser corte en acto capaz de leer la po-ética del deseo (7) en el decir de un analizante. Singular modo de operatoria que lejos de subjetivar la función analista, permite, por el contrario, que por ser soporte de la castración en el lugar del Otro su posición en las coordenadas de una cura sean las del semblante del objeto a. Tanto en Freud como en cualesquiera de los movimientos que le sucedieron, ya sean de ruptura, de continuación o de retorno, se presentaron en innumerables oportunidades el agregado de relatos fantasmáticos que incidieron significativamente en los avatares clínicos, conceptuales y políticos del psicoanálisis. Fueron formas neuróticas (de analistas y de escuelas) tendientes a resistir al avance del deseo inconsciente en el inagotable malestar de - Página 3 de 5 -

4 la cultura. Hasta incluso el lacanismo no pudo dejar de reproducir las mismas lógicas fantasmáticas de hegemonía y orientación que son propias de la psicología de las masas en el silenciamiento de la subversión del sujeto. Sin embargo, y no sin su consecuente impacto en la escena analítica, tales cuestiones fueron planteadas por Lacan desde el comienzo de su enseñanza: no hay otra resistencia al análisis que la del analista mismo (8). A pesar de este efecto inherente a todo intento de captación de lo Real, e, incluso, haciendo frente además el cerramiento fantasmático propio de los discursos tendientes a la cientificidad, los desarrollos lacanianos produjeron modalidades de escritura de la verdad del sujeto que no reforzaron la impostura de la apariencia. Lacan dice en el Seminario 25: Trabajo en lo imposible de decir. Decir es otra cosa que hablar. El analizante habla, hace poesía ( ) El analista, él, zanja. Lo que dice es corte, es decir, participa de la escritura ( ) No hay relación sexual ciertamente, salvo entre fantasmas (9). Podría pensarse, entonces, que sería en tanto pueda sostenerse una práctica capaz de inscribir la no-relación entre subjetividades, esto es, la no-relación entre los fantasmas, como podría hacerse del no-todo de la práctica analítica el operador fundamental de la dimensión castración en el campo del Otro. Por ser intervención real-simbólica-imaginaria en el decir de lo imposible-real, la po-ética del deseo supone, al menos, el vaciamiento del sentido fantasmático en el analista y el no-otorgamiento de totalidad y completud a la relación intersubjetiva entre la in-consistencia de Uno y la in-existencia de Otro. En dicho seminario Lacan avanza sobre el modo de articular el fantasma a lo real imposible de decir. Propone un topologización que denomina toro de 6 en el cual quedan escritas tres cuplas o acoplamientos: la primera escribe la relación entre Pulsión e Inhibición; la segunda, la relación entre Principio del Placer e Inconsciente; la tercera, la relación entre Real y Fantasma. Dice al respecto: Y es aquí que el tercero se presenta como el acoplamiento de lo Real y del Fantasma. Es poner el acento sobre el hecho de que no hay realidad. La realidad no es construida más que por el fantasma y el fantasma es además lo que da materia a la poesía ( ) No he encontrado verdaderamente mejor forma que ese modo de imaginar metafóricamente esto de lo que se trata en la doctrina de Freud (10). Un acoplamiento Real-Fantasma que en la intervención analítica no incluya los otros dos, esto es, Pulsión-Inhibición y Principio del Placer-Inconsciente, se vuelve relato portador de sentido que localiza la posición del sujeto en relación al objeto pero sin que con ello se escriban las letras que interroguen la causa de la división subjetiva en la operatoria castración del goce del Otro. Por tratar de cubrir la insoportable premura de lo Real, tal efecto de fantasmatización elude la castración (ya sea por la inhibición imaginaria o en la predominancia de lo dicho-significante inconsciente), produciendo no sólo una construcción saturadora del sentido sino, además, la obturación de la dimensión del no-todo como instancia necesaria en la po-ética del decir en un análisis. Que las construcciones en psicoanálisis sean de relatos fantasmáticos o de escritura de letras es, en principio, una cuestión que debiera advertir sobre la siempre existente tensión entre lo terminable e interminable de un análisis y su necesaria inscripción en los rocosos avatares - Página 4 de 5 -

5 de la castración. A partir de allí, de lo que se trataría en la experiencia de un análisis es del necesario barramiento de toda posición totalizante: ya sea de operación, de operador, de operatoria. Acaso podría sostenerse una clínica que no sea no-toda? De lo imposible-real del goce en las operatorias analíticas y de sus inefables límites fue, en todo caso, de lo que aquí se trató en esta construcción. NOTAS: (1) Considero que las intervenciones escritas en el anudamientos real-simbólico-imaginario debieran poder ser, por lo menos, una cuestión que se vuelva instancia necesaria para la constitución de un acto analítico que sea corte en la ex-sistencia del sujeto y que, a la vez, permita el retorno de tal operatoria a las condiciones éticas de una práxis. Tal articulación fue desarrollada por mí en un trabajo denominado: Entre-dichos y decires: la po-ética del deseo. (2) FREUD, Sigmund, Construcciones en Psicoanálisis, Amorrortu Editores, Parte II, Págs (3) LACAN, Jacques, El momento de concluir, Versión inédita, Clase del 9 de mayo de 1978 (4) LACAN, Jacques, L Etourdit, Paidós, Revista Escansión nº1 (5) FREUD, Sigmund, Construcciones en Psicoanálisis, Amorrortu Editores, Parte I, Págs (6) LACAN, Jacques, El momento de concluir, Versión inédita, Clase del 15 de noviembre de (7) Entiendo que este modo de escribir po-ética mostraría como la intervención analítica soporta, en la equivocidad de la trama significante, una relación ética con la hiancia que en el decir provoca el deseo del sujeto. (8) LACAN, Jacques, La dirección de la cura y los principios de su poder, Escritos 2, Siglo XXI editores, Pág. 575 (9) LACAN, Jacques, El momento de concluir, Versión inédita, Clase del 20 de diciembre de (10) LACAN, Jacques, El momento de concluir, Versión inédita, Clase del 20 de diciembre de - Página 5 de 5 -