Masonería: orígenes, ideología y cambios en el Siglo XVIII.

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1 Masonería: orígenes, ideología y cambios en el Siglo XVIII. Autor : Julio Martínez García. Universidad de Salamanca. juliomartinez@usal.es RESUMEN A lo largo de la historia, la Masonería se ha visto envuelta en múltiples polémicas, muchas veces sin que sus miembros lo desearan. Ante este hecho, el presente ensayo pretende arrojar un poco de luz en torno a esta desconocida organización, explicando sus orígenes, en qué consiste, que fines persigue y los procesos de cambio que sufrió a lo largo de los siglos, especialmente en el siglo XVIII. De hecho, fue durante esa centuria cuando se produjo la transformación de la antigua Masonería Operativa en la Masoneria Especulativa, que es la que ha perdurado predominantemente hasta el día de hoy en todo el mundo.. PALABRAS CLAVE : Masonería, Logia, transformaciones, persecuciones, ideología, valores. I. INTRODUCCION A la Masonería Especulativa que es la predominante en la actualidad le ha perseguido una leyenda negra desde sus inicios, una mala imagen que puede tener su origen en distintos motivos. Uno de los más importantes ha sido la acción persecutoria de la Iglesia de Roma, que condenó por primera vez a este movimiento el 24 de abril de 1738, a través de la carta apostólica In Eminenti Apostolatus Specula, rubricada por el Papa Clemente XII 1. 1 En dicha carta apostólica se criticaba el secretismo de la Masonería y se prohibía a los católicos formar parte de esta organización. Se trata de una argumentación y una interdicción que la Iglesia mantendrá a lo largo de los siglos hasta el Concilio Vaticano II, aunque con diferentes argumentos. 1

2 Ésta fue la primera de una serie de disposiciones apostólicas que, a lo largo de la historia, han provocado que las Logias estuvieran proscritas desde el punto de vista del Catolicismo. Así, la Fraternidad ha sido víctima de múltiples acusaciones, muchas de ellas infundadas. Por ejemplo, algunos de los académicos que han investigado la Orden la han responsabilizado de dirigir múltiples conspiraciones contra el trono y el altar. Un ejemplo de ello ha sido Ricardo de la Cierva (2011), autor de Masonería, Satanismo y Exorcismo (Cierva, 2011). En la obra del mencionado historiador se identifica a la Hermandad con el Satanismo, llegando a afirmar que ambas tendencias tienen idénticos fines (Cierva, 2011: 94). Señala que el objetivo primordial de los miembros de las Logias es subyugar al mundo y constituirse como dioses, además de acabar con el Judaísmo y el Cristianismo (Cierva, 2011: 94 97). Pero esta persecución no sólo ha venido por parte de la Iglesia Católica y por determinados sectores ultraconservadores de la Academia. También dictaduras de la más diversa estofa han proscrito a la Fraternidad. Un ejemplo fue el régimen de Francisco Franco, en España, que se prolongó entre 1939 y 1975, y que defendió la idea del contubernio judeo-masónico-comunista. El mencionado militar imaginó esta conspiración como forma de autoafirmación tras vencer la Guerra Civil y al ver que las potencias del Eje, a las que había apoyado en la Segunda Guerra Mundial, perdían la contienda de Por tanto, al quedarse sin pilares externos, y en un contexto interno de autarquía económica, pobreza y represión, Franco quiso desviar la atención de los españoles a través de la mencionada conspiración, de la que los masones eran parte medular. La Masonería es un fenómeno que ha estado presente constantemente a lo largo de estos tres últimos siglos. Y, sin embargo, pocos temas, incluso hoy día, se manifiestan tan polémicos y controvertidos. Es curioso constatar que cuando se suscita esta temática en una conversación, tertulia o conferencia, la reacción inmediata es de una toma de posición en no pocos casos apasionada, cuando no violenta (Ferrer, 2010: 19). Por tanto, a lo largo de la historia esta organización se ha visto envuelta en múltiples polémicas, muchas veces sin que sus miembros lo desearan (Ferrer, 2005: 13). Ante esta situación, lo que se buscará en el presente estudio será arrojar un poco de luz en torno a la mencionada entidad, explicando en qué consiste y los procesos de cambio que vivió en el siglo XVIII. De hecho, fue durante esa centuria cuando se produjo la 2

3 transformación de la Masonería operativa en especulativa, que es la que existe actualmente Pero, en qué consistió este cambio? Cuál fueron los principales procesos que desembocaron en la mencionada variación? En qué se basaron los rasgos principales de la Masonería especulativa? Dónde se originó la leyenda negra hacia las logias? Por qué la Iglesia se obsesionó tanto con esta realidad? Algunas respuestas a estas preguntas tuvieron lugar en el siglo XVIII, y se responderán a lo largo del presente ensayo. II. DEFINICIÓN DEL CONCEPTO MASONERIA. Llegados a este punto es conveniente preguntarse: qué es exactamente la Masonería? Entre las definiciones de dicha realidad se encuentra la realizada por Findel (1866), en la que se indica que se trata de una asociación que reúne en una misma familia a todos los hombres de buena voluntad bajo la bandera de la igualdad y de la amistad fraterna, y que les propone como fin el ejercicio de la influencia moral sobre el resto del mundo (Findel, 1866: 154). Por otro lado, en la explicación propuesta por Ragon (1870) se hace más hincapié en la ideología y los valores de esta tendencia: La Francmasonería es una sociedad íntima de hombres escogidos, cuya doctrina tiene por base el amor a Dios, bajo el nombre de Gran Arquitecto del Universo, y el amor a los hombres; por regla, la religión natural y la moral universal. Reconoce por causa la verdad, la luz, la libertad; por principios, la igualdad, la fraternidad, la caridad; por armas, la virtud, la sociabilidad, el progreso y por objeto el perfeccionamiento y la felicidad de la humanidad a la que trata de reunir bajo una sola bandera (Ragon, 1870: 21 22). Esta conceptualización es más exacta que la anterior, e introduce la realidad del Gran Arquitecto del Universo, aunque desde una perspectiva pía. Por otro lado, el profesor de la Universidad de Zaragoza y experto en Masonería, José Antonio Ferrer Benimeli (2005), define a este movimiento como: Una escuela de formación humana que, abandonadas las enseñanzas técnicas de la construcción, se transforma en una asociación cosmopolita que acoge en su seno a hombres de diferente lengua, cultura, religión, raza e incluso convicciones políticas, pero que coinciden en el deseo común de perfeccionarse por medio de una simbología de naturaleza mística o racional, y de prestar ayuda a los demás a través de la filantropía y la educación (Ferrer, 2005: 38 39). Por ello, y en la misma obra, el mencionado autor deja claro que: 3

4 La Masonería no es un partido político, ni un sindicato; tampoco es una religión, ni una secta, y ni siquiera es, en la actualidad, una sociedad secreta, aunque, naturalmente, tenga sus secretos como cualquier otra institución. Por supuesto, tampoco tiene nada que ver con toda esa serie de leyendas con las que en algunos países, como el nuestro [por España], se la ha rodeado (Ferrer, 2005: 15). Así, de todas las aportaciones señaladas, se pueden extraer unos elementos comunes, que armonizan con los ofrecidos por el profesor de la Universidad de Granada, Eduardo Enríquez del Árbol (1989), y, cuya conjunción, permite una buena definición de la Hermandad: 1) [La Masonería] es una asociación universal, filantrópica y progresiva bajo los principios básicos de amor al Gran Arquitecto del Universo y de los hombres y por reglas la Moral universal y la Ley natural, dictada por la razón y definida por la Ciencia. 2) Es a la vez un sistema filosófico práctico dirigido a cada individuo con unas pretensiones definidas. 3) Persigue la emancipación pacífica y progresiva de todos los seres humanos, es decir, la perfección de los hombres, por lo tanto tiene una proyección social; trabaja sin descanso por el bien la Humanidad, fundamentalmente por medio de la instrucción, del trabajo y de la beneficencia. 4) Prohibición de discusiones políticas y religiosas en su seno, ya que llevarían la división y pondrían en peligro la tolerancia y la fraternidad (Enríquez del Árbol, 1989: 9 y 10). Pero, de dónde procede el término masón? Hay varias teorías al respecto, aunque la más aceptada es la que afirma que el mencionado concepto apareció por primera vez en Inglaterra en 1350 bajo la forma de free-stone-mason, es decir, cantero libre que trabajaba la piedra de mayor calidad, elaborando elementos tales como columnas, capiteles, esculturas o adornos. En definitiva, no era más que una posición concreta dentro de los gremios de constructores, que se contraponía a la de rough stone mason, la cual se remitía a la figura del cantero-albañil que solo labraba la piedra de sillería, más tosca y dura (Ferrer, 2005: 22) como elemento constructivo. Así, la expresión free-stone-mason fue progresivamente variando hasta a la de free mason. Cuando en el siglo XVIII la operatividad de la Fraternidad fue evolucionando hacia lo especulativo, ésta última expresión, la de free mason, se tradujo como francmasón 2, que es el concepto que se ha mantenido hasta la actualidad (Ferrer, 2005: 22). 2 Esta palabra se adaptó a las diferentes lenguas que existían en Europa. De esta forma, se pudieron observar diversas variaciones, siempre respetando un tronco común. Entre las mismas, se encontraron: franc-maçon, freimaurer, liberi muratori, pedreiro livre, libre murador, francmasón Pero todas ellas remitían a la misma realidad. 4

5 III. LA ESTRUCTURA DE LA HERMANDAD. En lo que se refiere a la organización de este movimiento, indicaremos que la Masonería se estructura en Logias, que, a su vez, se ven acompañadas por la existencia de los Triángulos o los Capítulos. En el caso de los primeros, se podrían definir como aquellas reuniones de hermanos en las que no se alcanza el número mínimo de miembros para constituirse como una Logia normalmente siete (Martín, 1996: 61). Mientras que los Capítulos se caracterizan por ser una agrupación de iniciados en la que se congregan componentes cuyo rango está ubicado entre el grado cuarto y el decimoctavo (Martín, 1996: 63). En cualquier caso, las logias responden a una serie de reglas codificadas en reglamentos, las cuales varían según la Obediencia O Rito, el cual se definiría como: [ ] conjunto de reglas o preceptos, de conformidad a los cuales, se practican las ceremonias [que tienen lugar en las logias]. [ ] Pero en general, no sólo se da este nombre al conjunto de las ceremonias e instrucciones propias de cada uno de los diversos grados, pertenecientes a un mismo sistema, orden o agrupación particular, sino que, confundiéndolo con el gobierno masónico, lo vemos aplicar también a los altos cuerpos que dirigen y administran la Masonería en los estados (Celis, 2010: 29). En torno a esta realidad, Ferrer Benimeli señala que el concepto rito tiene dos sentidos diferentes en la Fraternidad, según su primera letra se escriba en mayúscula o en minúscula. Así, con la primera de estas opciones se designa una presentación particular de la Masonería cuyo carácter se distingue del de los otros Ritos por la forma (Ferrer, 2005: 42). Empero, la segunda de las vertientes de la palabra remite a los diversos actos ceremoniales de iniciación [ ] o de desarrollo de los trabajos dentro de la logia, cuyo formalismo está regulado según su finalidad iniciática (Ferrer, 2005: 42). Pero regresando al concepto de los Ritos, con mayúscula, se debe indicar que los mismos cuentan con una serie de grados, definidos por un conjunto de elementos, entre los que se hallaría la manera de iniciarse, el juramento a realizar cuando se toma posesión del mismo o la simbología (Celis, 2010: 33). Además, de acuerdo a la definición dada por Daza (1997), los grados, en Masonería, son cada una de las etapas de educación masónica a las que se llega tras superar una serie de iniciaciones en las que se van asumiendo tanto los fines como la doctrina de la Fraternidad (1997: 169). Los tres primeros grados aprendiz, compañero y maestro son compartidos por todas las logias especulativas y su origen entronca con los gremios medievales (Trueba, 5

6 2007: 37). Unos niveles jerárquicos cuya significación tiene que ver con la construcción del hombre y de la sociedad. En las dos primeras fases, el iniciado trabajará sobre sí mismo, puliéndose, para intentar pasar de piedra bruta a piedra cúbica, unos conceptos muy vinculados con la herencia gremial de la organización. En la ceremonia de iniciación masónica [especulativa] en el grado de aprendiz el profano es introducido en el templo con los ojos vendados, símbolo de la ignorancia y del no conocimiento, desprovisto de metales, pues la logia es lugar de paz y concordia, y bajo la forma de un mendigo, con el pecho y pie izquierdos descubiertos, en señal de pobreza y humildad; así sufre las pruebas de la tierra, el aire, el agua y el fuego. Solamente entonces [ ] se le quita la venda, y simbólicamente, se manifiesta ante sus ojos la luz del conocimiento (Ferrer, 2005: 45). Ésta se trata de una fórmula que es muy semejante a la empleada durante la Masonería Operativa anterior al siglo XVIII, y de la que beberían las logias especulativas existentes en la actualidad. Sin embargo, consistiría en una ceremonia que sólo está circunscrita a la iniciación de los aprendices, ya que la del compañero tiene otro tipo de connotaciones: Evoca simbólicamente el viaje de la tradición de los compañeros; una larga peregrinación en la que el nuevo obrero se ponía en camino para adquirir aquí y allá nuevos conocimientos. Es el grado de la búsqueda del saber y del descubrimiento del mundo. [ ] El simbolismo del segundo grado de la Masonería es el viaje y la revelación de la estrella flamígera 3, el centro de donde parte la verdadera luz (Ferrer, 2005: 45). Al mismo tiempo, la maestría se trata de una etapa centrada en la idea de la muerte y la resurrección (Ferrer, 2005: 45). A partir de estas tres primeras fases, cada uno de los Ritos estructura su jerarquía libremente. Asimismo, durante la tercera década del siglo XVIII, se impulsaron las siguientes normas organizativas y de funcionamiento. Algunas de ellas ya no se encuentran vigentes en su concepción inicial: 1) Sólo una Gran Logia puede crear una logia regular. 2) La Gran Logia tiene jurisdicción sobre sus logias subordinadas. 3) Todos los masones tienen el deber y la obligación de creer en un Ser Supremo. 4) Los debates sectarios acerca de remas religiosos están prohibidos en las logias y entre los masones. 3 La estrella flamígera se trata de un símbolo del Hombre, ya que es una estrella de cinco puntas y cinco es el número del microcosmo, además de identificarse cada una de sus puntas con la cabeza, los brazos y las piernas. También es el símbolo del Masón iniciado, resplandeciente de Luz en medio de las tinieblas del mundo profano y un emblema de la perfecta Maestría (Figueroa, 2011: 21). 6

7 5) Todos los iniciados deben jurar lealtad a la logia sobre el volumen de la ley sagrada que norma sus creencias. 6) Los masones deben observar estrictamente sus deberes y las costumbres y usos del oficio (Trueba, 2007: 60). Sin embargo, estas reglas de comportamiento no evitaron que muchas de las agrupaciones masónicas de la época tomaran diferentes derroteros ideológicos, que desembocaron en la aparición de varias tendencias en el seno de la Hermandad. Las dos corrientes más importantes fueron la anglosajona y la francesa, que es la que existe mayoritariamente en Francia, España y América Latina. En este sentido: Ninguna Gran Logia podía frenar ya el avance de las sociedades de ideas que hicieron suyas las propuestas de la Ilustración, la Enciclopedia y el liberalismo. Resulta comprensible entonces que las cofradías ya integradas por librepensadores, ilustrados, burgueses y sacerdotes progresistas se convirtieran en portadoras de un liberalismo más o menos moderado que, en algunos casos, buscó conciliar catolicismo y modernidad con el fin de transformar las sociedades y liberarlas del peso del absolutismo, la Iglesia y otras corporaciones (como el ejército) (Trueba, 2007: 64). Y, para finalizar este apartado, y en lo referente a la actividad masónica, sus reuniones se denominan tenidas. Estas sesiones suelen comenzar con la intervención del Venerable Maestro responsable jerárquico de la Logia, que toma la palabra con el fin de detallar el orden del día. A lo largo del encuentro, las alocuciones deben respetar el turno de palabra así como el asunto tratado, ya que el venerable tiene la potestad de retirar el derecho de plática si el hermano que está hablando se desvía del asunto discutido. Además, ningún miembro de la sede, salvo el superior jerárquico, tiene la competencia de interrumpir a la persona que se encuentre exponiendo su posición (Martín, 1996: 94-95). 7

8 Capítulo I: Masonería, de lo operativo a lo especulativo. I.1 LOS ORIGENES DE LA FRATERNIDAD: Los gremios de constructores medievales. A la hora de hablar de la historia mundial de la Masonería se debe hacer una diferenciación entre la etapa Especulativa de la Fraternidad, que es la que existe en la actualidad, y la Operativa, que se remonta a los orígenes medievales del mencionado movimiento. Fue en la Edad Media en la que nacieron los gremios de constructores, que eran los masones operativos, o trabajadores que participaban directamente en las actividades de construcción y poseían el saber arquitectónico de aquel periodo 4 (Trueba, 2007: 34). En este tipo de logias: [ ] la estructura gremial permitió que la idea de construcción adquiriera un doble sentido que se manifestaba en los ámbitos físico y espiritual: el levantamiento de los edificios y la paulatina edificación de sus miembros a medida que accedían a los secretos del oficio. [ ] Entre los masones operativos, el aprendizaje y el tránsito de una jerarquía inferior a una superior no sólo se llevaba a cabo mediante procesos educativos más o menos convencionales y el desarrollo de algunas habilidades vinculadas con la arquitectura, sino que también adquirieron una estructura muy similar a la de los ritos de paso [como posteriormente se generalizará en la Masonería] (Trueba, 2007: ). En cualquier caso, durante esta época, las sociedades de todas las tipologías, fueran políticas, profesionales, religiosas, económicas o comerciales, contaban con un cierto ritual durante sus reuniones. De hecho, poseían símbolos o palabras de orden concretas para sus celebraciones. Estas agrupaciones se correspondían con grupos sociales determinados o con sectores concretos, y todas ellas, ya fuera por interés o miedo, solían guardar secretos (Ferrer, 2005: 18). Unas características que, como no podía ser de otra manera, se reflejaban en las Cofradías de Constructores medievales. Tal es así que la vida de los trabajadores que se incluían en los mencionados gremios se encontraba reglamentada por estatutos, cuya principal finalidad era lograr la concordia fraternal entre los miembros de la entidad. Esta situación hay que enmarcarla dentro de la pretensión de conseguir la unificación de las fuerzas de los diferentes trabajadores, con el objeto de afrontar convenientemente la 4 En este sentido, Trueba Lara (2007) afirma que es imposible negar la existencia de una «Masonería» medieval, pues la presencia la acción de los gremios de constructores está perfectamente documentada en casi toda Europa (Trueba, 2007: 34). 8

9 edificación de las catedrales. Contexto en el que hay que entender la relevancia de los ritos de iniciación (Ferrer, 2005: 19). Los mencionados ritos se constituían como unas ceremonias en las que el neófito, una vez concluido su periodo de aprendizaje, solicitaba la entrada a la organización. Previamente, además, tendría que haber superado no sólo la formación requerida, sino también las pruebas de honradez y legitimidad de su nacimiento. Una vez aceptado, el recién llegado recibía un signo que debía reproducir en todas sus obras. La recepción del aprendiz estaba revestida de una gran pompa, que, a grandes rasgos, ha perdurado hasta la actualidad. El compañero encargado de la preparación inmediata del neófito, siguiendo una costumbre pagana, le obligaba a adoptar el aspecto de un mendigo. Despojábase de las armas y de los objetos metálicos; se le desnudaba el pecho y pie izquierdos, y con una venda en los ojos se le conducía a la puerta que daba acceso al salón, la cual se abría después de haber llamado dando tres fuertes golpes en ella. El segundo presidente guiaba al recipiendario hacia el maestro, y éste le hacía arrodillarse mientras se elevaba en una plegaria al Altísimo. Luego el candidato daba tres vueltas alrededor del salón y, situándose ante la puerta, ponía los pies en ángulo recto y daba tres pasos hasta llegar al sitio que ocupaba el maestro, quien tenía una mesa delante, y encima de ella se hallaban colocados el libro de los Evangelios abierto, la escuadra y el compás. El candidato extendía la mano derecha jurando fidelidad a las leyes de la cofradía, las obligaciones de la misma y a guardar el más absoluto secreto acerca de lo que sabía y de lo que aprendiera en lo sucesivo. Terminadas las ceremonias del juramento, se quitaba al neófito la venda, mostrándole la triple gran luz. Se le entregaba un mandil nuevo, se le daba a conocer la palabra de paso [o contraseña], designándole el sitio que había de ocupar, y finalmente el saludo y el toque que posteriormente usaban los aprendices francmasones (Ferrer, 2005: 25). De esta forma, para poder instalar una Logia se necesitaba, por un lado, el cumplimiento de una ceremonia ritual, la necesidad de un mínimo de siete masones, un local o espacio en el que desarrollar los trabajos, así como el acondicionamiento y la consagración del templo. Todo ello sin pasar por alto la consecución de la indumentaria, las herramientas y la parafernalia necesaria para los ritos, además de El Libro de la Ley y los estatutos de la reunión. Un documento legal que también debía verse acompañado por la carta de patente otorgada por una Gran Logia, que suponía la instalación legal de los oficiales y dignatarios de la agrupación (Martínez, 2011: 258). Además, como en todos los gremios medievales, los albañiles contaban con sus propios patronos protectores, que eran dos: San Juan Evangelista y San Juan Bautista 5 (Ferrer, 2005: 21). De hecho, y como se verá en el siguiente epígrafe, la constitución de 5 No es raro que la Masonería operativa asumiera advocaciones católicas. De hecho, sus miembros estaban obligados a ser buenos cristianos, a frecuentar la iglesia y a promover el amor de Dios (Ferrer, 2005: 22). Fue bien entrado el siglo XVIII cuando un sector de las logias abrazó el laicismo. 9

10 la Gran Logia de Londres tuvo lugar el 24 de junio de 1717, festividad del San Juan de Verano. Un día cargado de simbolismo para un hecho histórico, que cambió el devenir de la Fraternidad al convertir su operatividad en una realidad especulativa. I.2 EL FIN DE LA OPERATIVIDAD MASONA. Aristócratas y burgueses llaman a la puerta. En lo que se refiere a los orígenes de la Masonería especulativa que es la que existe actualmente se remontan oficialmente al 24 de junio de 1717, que es cuando se constituyó la agrupación primigenia de dicha escuela de pensamiento. Ese día, los masones existentes en Londres se congregaron en la taberna Goose and Gridiron Ale- House y fundaron la Gran Logia (Navarrete, 1957: 10). Entre las explicaciones que se han dado a la transformación de la Masonería Operativa en la Especulativa se encuentra la ofrecida por Trueba Lara, que es una de las más seguidas por los investigadores: Una de las hipótesis más aceptadas sobre este proceso sostiene que entre los masones operativos surgió la costumbre de conferir la iniciación a las personas que deseaban honrar los nobles, altos burgueses, ciertos sacerdotes, etc.-, con lo cual la Cofradía comenzó a perder su cualidad gremial y lentamente se transformó en un espacio abierto a la discusión de nuevas ideas y donde confluían individuos de los más distintos orígenes y oficios. Como resultado de este proceso, los masones operativos se convirtieron en una especie condenada a la extinción, mientras que los masones especulativos hallaron éxito en el nicho creado por los gremios medievales (Trueba, 2007: 46). Los nuevos individuos que entraban a las logias eran los masones adoptados, que normalmente se caracterizaban por ser los miembros de la alta sociedad que financiaban a los gremios (Celis, 2010: 13 14). De hecho, y además de aristócratas, se pudo ver en estas reuniones a burgueses y profesionales de la más diversa índole. Entre ellos, abogados, mercaderes o cirujanos (Ferrer, 2005: 29), o lo que es lo mismo, las élites del momento buscaron en la Masonería el lugar de encuentro hombres de cierta cultura, con inquietudes intelectuales, interesados por el humanismo como fraternidad, por encima de las oposiciones sectarias que tantos sufrimientos habían acarreado a Europa la Reforma, por una parte, y la Contrarreforma, por otra (Ferrer, 2005: 32 y 33). Como consecuencia, no se hacía diferenciación ni por clases ni religión ni creencias políticas, apostándose por la tolerancia 6 y la fraternidad. 6 Las logias especulativas se basaban en el postulado de la amistad universal entre los hombres. Se trató de un ideal vago que permitió a sus miembros encontrarlo en estas sedes masónicas de la mano de la tolerancia hacia los demás (Ferrer, 2005: 37). 10

11 Los masones abandonaron la forma gremial y corporativa de los constructores medievales de catedrales para constituir una nueva sociedad basada en la tolerancia (política, social y religiosa) y el pacifismo, después de los estragos ocasionados en Europa, especialmente a raíz de las guerras de religión. Buscaban una igualdad fraternal por encima de separaciones sectarias o simplemente nacionales. Deseaban constituir una reunión de hombres creyentes por encima de las divisiones políticas y religiosas del momento; querían conocerse y trabajar juntos a pesar de sus opiniones religiosas y su afiliación a confesiones o ideologías diferentes (Ferrer, 2005: 54 y 55). Además, a este proceso se añadió una situación adicional. Hay que tener en cuenta que desde el siglo XVI se terminaron las grandes catedrales góticas o sus trabajos fueron abandonados definitivamente. Además, el Renacimiento, al aportar nuevas técnicas constructivas y de transmisión del conocimiento arquitectónico, hizo que ya no fueran necesarios ni el secreto ni la forma de enseñanza gremial. Y, al mismo tiempo, el simbolismo cristiano fue sustituyéndose por uno puramente filosófico. Ante este cúmulo de circunstancias, las logias operativas fueron perdiendo relevancia y razón de ser, por lo que los masones adoptados fueron ganando terreno (Ferrer, 2005: 30). Así, las sedes fraternas se constituyeron en una suerte de sociedades de ideas: La transformación de las cofradías masónicas en sociedades de ideas en las que era posible discutir sobre los más variados temas sin caer en el debate religioso sectario y donde los miembros no existían como sujetos sino como una pequeña colectividad que se relacionaba gracias a ciertos rituales, ideas y fines, permitió a las minorías políticamente activas contar con un espacio para planear, discutir y construir alternativas políticas y sociales. Como resultado de esto, la nueva visión de la sociedad creada por la Ilustración me refiero a las ideas de secularización, igualdad, autonomía, libertad y democracia, entre otras encontró un terreno fértil en las logias, las cuales lentamente comenzaron a funcionar como organizaciones políticas prepartidistas 7 que en más de 7 En los regímenes parlamentarios del siglo XVIII, todavía muy escasos, las logias se constituyeron, al igual que otras organizaciones similares, en entidades prepartidistas. En unos contextos en los que las organizaciones partidarias en su sentido actual no existían, las sedes masónicas fueron las encargadas de asumir su función. Y lo hicieron con gran éxito (Trueba, 2007: 54). En este sentido, se debe destacar el caso mexicano, país en el que, tras la independencia, no existían instrumentos definidos de participación política y, en su lugar, fueron las Obediencias masónicas las que asumieron el mencionado papel. Por un lado, se encontraban las logias reunidas en torno al Rito Escocés, en las que se agruparon españoles, los viejos militares realistas y todos aquellos que descendían políticamente del gobierno colonial y buscaban afanosamente la pervivencia de los privilegios perdidos (Fuentes, 1996: 10). Así, los miembros de esta facción tenían un cariz más conservador, ya que, inicialmente, habían sido partidarios de la monarquía, y después, cuando vieron que sus ideas tuvieron la repulsa casi general, adoptaron los principios del centralismo (Fuentes, 1996: 10). Por otro lado se encontraban los yorkinos, cuyas agrupaciones estuvieron formadas por un gran grupo de exaltados partidarios de la República Federal y de la eliminación de la influencia de la Metrópoli (Fuentes, 1996: 11). Entre los integrantes más destacados de este Rito se hallaron Lorenzo Zavala o Vicente Guerrero. Además, hay que referirse a la influencia del embajador estadounidense en México, Joel R. Poinsett, en la creación del Rito yorkino en México, al regularizarlo y reorganizarlo. Así, consiguió para esta agrupación de logias, más cercanas a Estados Unidos en lo ideológico, la carta de patente del Gran Rito de York, con sede en el vecino del norte. Los liberales mexicanos, en una actitud que al cabo del tiempo nos parece de una ingenuidad inconcebible, pero que entonces era muy explicable por su inmadurez política, vieron en Poinsett, esencialmente, no al agente de una potencia que aspiraba a crecer a costa de México, sino al 11

12 un caso se transformaron en opositoras del absolutismo y del papado, los dos grandes enemigos de la modernidad y las propuestas ilustradas (Trueba, 2007: 50). En este contexto, Sir Anthony Sayer fue elegido gran maestro de la Gran Logia de Londres, mientras que los pastores protestantes James Anderson y John Th. Désaguliers fueron los encargados de escribir el documento fundacional, que salió de la imprenta en 1723 bajo el nombre de The Constitutions of freemasonery. Dicho texto se transformó en la obra que hasta nuestros días regula la actividad y los rituales de la mayoría de las Logias (Trueba, 2007: 47 48). Este documento recogió la transformación habida en las Logias, al señalar que la catedral ya no es un templo de piedra a edificar, sino el edificio que habrá que construir será en honor de la Humanidad. De hecho, la piedra bruta que deberá convertirse en cúbica será el hombre, que se irá puliendo en contacto con sus semejantes. Y, ante esta situación, cada una de las herramientas constructivas tendrá un sentido simbólico. El compás representará el límite con el resto de ciudadanos, la escuadra remitirá a la regulación de las acciones 89 y el delantal, por una parte, reflejará el trabajo y, por la hombre que defendía, con tanta brillantez como sagacidad, la forma republicana de gobierno, por la cual luchaban algunos viejos combatientes (Fuentes, 1996: 13). Por tanto, se trata de una diferenciación ideológica y organizativa entre escoceses y yorkinos que pronto dio paso al conflicto. En el fondo de aquel choque enconado se movían intereses políticos [ ], en una pugna por encauzar, cada uno a su modo, la marcha de la política de la nación. Por un lado los masones escoceses tendían a la conservación de los fueros económicos y de las instituciones sociales del Virreinato. Por el otro, los yorkinos se abanderaban con las demandas populares y con el principio político que era emblema sagrado, en ese momento, para la gran mayoría de los mexicanos: la conservación de la independencia y de las instituciones republicanas (Fuentes, 1996: 11). En cualquier caso, se deben tener en cuenta las diferencias con las entidades políticas de la actualidad, ya que si bien estas agrupaciones fraternas y las organizaciones partidarias de hoy en día coinciden en ciertos puntos, eran muchas las divergencias que les separan: Estos diversos grupos [por las logias] no eran partidos políticos en el sentido moderno y, aunque es cierto que sus jefes se dieron a conocer por sus actividades y discursos, no presentaron manifiestos claramente definidos para ser debatidos públicamente. No obstante, se halló una especie de estructura básica en el movimiento masónico que facilitaba los medios para la organización y la difusión de la propaganda política (Costeloe, 1996: 20). 8 En este sentido, el masón debe colocarse siempre entre la escuadra y el compás, lo que equivale a decir que debe esforzarse en ser justo en sus apreciaciones y en su conducta, sin dejar de ser fraterno con todo el mundo (Ferrer, 2010: 30). Por tanto, existe una diferencia de manejo simbólico entre estos dos elementos. La unión de la escuadra y el compás está marcando una dicotomía o una confusión. Si bien la escuadra es inflexible, el compás habilita todo tipo de tolerancia y amplitud (Iglesias y Gutiérrez, 2010: 72). 9 Además, estas dos herramientas, la escuadra y el compás, están relacionadas con una tercera, el Volumen de la Ley, que entronca con un libro sagrado. [Este elemento] es, junto con la escuadra y el compás, una de las Tres Grandes Luces de la Masonería, cuya misión es iluminar el espíritu y la mente. Es un texto sagrado. En los países predominantemente cristianos suele ser La Biblia, que se acostumbraba a abrir en diferentes capítulos, según el grado en que se trabaja. Cuando se trata de un país musulmán se utiliza El Corán, mientras que los hindúes emplean el Libro de los Vedas. Ante este texto se presta el juramento de fidelidad a la Orden (Torres-Cuevas, 2005: 328). 12

13 otra, su blancura se vinculará con el candor de las costumbres y la igualdad. Los guantes recordarán que los iniciados nunca deberán mancharse con la iniquidad, mientras que la biblia regulará la fe (Ferrer, 2005: 32). Asimismo, el triángulo equilátero también tiene un significado concreto dentro de la cosmogonía masónica. Sus lados remitían a valores como la libertad y la igualdad. Unas características que descansarán sobre la base de la mencionada forma geométrica, que se vincularía con la fraternidad que debe reinar entre los masones. En definitiva, todo ello se constituiría como una suerte de declaración abreviada de los derechos y deberes humanos fundamentales 10 (Ferrer, 2005: 32). A pesar de toda esta simbología, las Constituciones de Anderson obligaban a los iniciados a creer en Dios, siendo indiferente la advocación religiosa concreta 11 (Ferrer, 2005: 33). La nueva organización masónica se caracterizó por desear la consecución de una finalidad ética 12, susceptible de propagarse por todos los pueblos civilizados (Ferrer, 2005: 31). Esta renovación hizo que la Hermandad se convirtiera en una entidad defensora de la dignidad humana, de la solidaridad y de la fraternidad, siendo su principal finalidad el alcanzar el perfeccionamiento moral y cultural de sus miembros mediante la construcción de un templo simbólico dedicado a la virtud (Ferrer, 2005: 32). La tolerancia religiosa, el deísmo [ ] y la liberalización de las sociedades adquirieron singular importancia, en la medida que permitían la incorporación de nuevos miembros y ofrecían a las logias y sus integrantes un nuevo rumbo que conduciría al paraíso terrenal anunciado por la fe en el progreso (Trueba, 2007: 64). 10 Sin embargo, como en todo discurso iconográfico, existen diferentes interpretaciones en relación a una misma realidad. El historiador Eduardo Torres Cuevas le da un nuevo enfoque, aunque respetando la idea política de la forma. Constituye la figura geométrica perfecta por tener sus tres lados y sus tres ángulos iguales. Ello significa la igualdad entre los hombres y, en sentido republicano, la igualdad entre los tres poderes del Estado (Torres-Cuevas, 2005: 95). 11 El artículo 1 de las Constituciones de Anderson decía lo siguiente: El Masón está obligado, por vocación, a practicar la moral y si comprende sus deberes, nunca se convertirá en un estúpido ateo, ni en un hombre inmoral. Aún cuando en los tiempos antiguos los masones estaban obligados a practicar la religión que se observaba en los países donde habitaban, hoy se ha creído más oportuno, no imponerle otra religión que aquella en que todos los hombres están de acuerdo, y dejarles completa libertad respecto a sus opiniones personales. Esta religión consiste en ser hombres buenos y leales, es decir, hombres de honor y de probidad, cualquiera que sea la diferencia de sus nombres o de sus convicciones. De este modo la Masonería se convertirá en un centro de unidad y es el medio de establecer relaciones amistosas entre gentes que, fuera de ella, hubieran permanecido separados entre sí. 12 A pesar de que cambiaron los objetivos de la Masonería, se conservaron la organización, usos tradicionales, términos técnicos, signos usuales y nomenclatura de la cofradía operativa (Ferrer, 2005: 31). 13

14 En países como España, el pensamiento de masones ilustrados llegó a sintonizar con los postulados de la burguesía más reformista e, incluso, con las corrientes republicanas 13. Entre ambas realidades se dieron afinidades muy relevantes, como la libertad de pensamiento, la censura de la intransigencia religiosa, así como cierta idea de progreso y reforma de la sociedad en su conjunto. De hecho, según Ferrer Benimeli, las logias, en determinados países, llegaron a representar en el ámbito cultural las mismas aspiraciones e inquietudes que en el plano político defendían algunos sectores de la burguesía liberal 14 (2005: 109 y 110). Asimismo, no se debe pasar por alto que la mencionada organización se mostraba a favor de la tolerancia y fraternidad, dos realidades fundamentales para que existiera la paz. De igual forma, la Fraternidad lucharía, además, contra la intransigencia, el fanatismo, el dogmatismo la tiranía y la superstición, así como a favor de la democracia (Ferrer, 2005: ). De esta forma, en los postulados de la Orden: [ ] predominan las ideas de paz y amistad basadas en un concepto de universalidad y humanismo fraternal que no admite en su logias ninguna controversia de origen político, racial, religioso o ideológico, estando incluso prohibidos los temas políticos y religiosos; tiene [además] como Gran Arquitecto del Universo tanto al Dios de los cristianos como al de los musulmanes y judíos; no hace tampoco distinción de nacionalidades, razas, religión, condición social o credo político; favorece y busca la comprensión mutua, la amistad, la cooperación y la paz entre todos los pueblos (Ferrer, 2005: 160 y 161). 13 Sin embargo, durante el siglo XVIII, al existir todavía la Inquisición en España, se produjo un fenómeno curioso, que Céline Sala (2009) ha calificado como sociabilidad masónica de frontera (Sala, 2009: 6). Al estar las logias perseguidas en territorio hispano, tuvieron problemas para desarrollarse libremente. Por ello, muchos de sus miembros sobre todo los catalanes cruzaron los Pirineos y se instalaron en el sur de Francia. Por ello, en localidades como Perpiñán las sedes masónicas vivieron un florecimiento durante esta época (Sala, 2009: 6). La misma autora confirma que tanto la mencionada ciudad como todo el sur francés ocupaban una posición privilegiada por estar en contacto con los límites meridionales del país, alzándose de esta forma como un lugar de tránsito. En este sentido, en dichos territorios se pudo distinguir una gran movilidad de masones, ya que en las agrupaciones existentes en los mencionados emplazamientos se solía acoger a los hermanos extranjeros que estaban de paso (Sala, 2009: 10 y 11). 14 Un debate muy interesante en este sentido es aquel que indica la verdadera trascendencia pública de los postulados masónicos. En este aspecto, José Antonio Ferrer Benimeli, hace una reflexión muy certera: Cuando se habla de las actuaciones de ciertos masones tenemos que cuestionarnos si esas personas sean célebres o no en sus actitudes ante la vida, la política, la religión, la sociedad, etc., están actuando como masones o como políticos de partido, o simplemente como miembros de cualquier otra institución, ya que no hay ninguna razón para que sus actuaciones se tengan que ver exclusivamente bajo el prisma de la Masonería, tanto más cuando, en no pocos casos, la pertenencia activa a la Orden se circunscribe a periodos muy limitados y concretos de sus vidas (Ferrer, 2005: 153). En efecto, la Cofradía no deja de ser una organización con unos valores determinados que sus componentes comparten, pero que pueden coincidir con los postulados de partidos políticos, sindicatos o cualquier otro tipo de agrupación. 14

15 De esta forma, se puede observar el nacimiento de una ideología moderna o avanzada en el seno de las logias. Pero, qué es lo que se entiende por dicha realidad? Éste es un concepto poliédrico, que aún hoy no ha recibido una definición completa. Sin embargo, a través del repaso a sus elementos, se puede alcanzar una aproximación al mismo. De esta manera, podría estar relacionada con un protoliberalismo, así como con la defensa de una universalización de la educación o una aproximación al obrerismo. En este sentido, las Obediencias, sobre todo las que se enmarcaban dentro de la tendencia francesa 15, incluían en sus declaraciones de principios fundamentos como la libertad de conciencia y de pensamiento. Por ello, abogaban por el racionalismo, el respeto a los demás y porque la religión se circunscribiese al ámbito privado del individuo. Una postura que acabó desembocando en la defensa de la separación entre Iglesia y Estado (Álvarez, 2005: 170, 197, ). Pero, dejando a un lado el problema religioso, hay otros elementos interesantes de la ideología de la Masonería, como la defensa del mutualismo en favor de los obreros 16, algo que se encontraría relacionado con la relevancia que la Orden infundía al trabajo, ya que lo consideraba un derecho, por ser la forma en que cada persona colaboraba en la edificación de la Humanidad. Pero los masones, en el tema laboral, nunca apostaron por un posicionamiento revolucionario. Más bien se inclinaron hacia un reformismo, en el que denunciaban públicamente la mala situación que tenían los trabajadores, así como su escasa intervención y participación en el avance material y moral de la sociedad (Álvarez, 2005: 332). Pero las soluciones que se proponían desde las logias para alcanzar la justicia social pasaban siempre por la defensa de la propiedad privada no hay que olvidar que la gran mayoría de sus miembros eran burgueses, así como por el asociacionismo del proletariado y la instrucción de la clase trabajadora. Mediante la creación de organizaciones, los obreros contarían con una mayor capacidad de defender sus derechos, mientras que a través del aumento de su educación serían más eficaces en su labor y más conscientes de sus posibilidades y obligaciones (Álvarez, 2005: ). 15 Dentro de la Masonería se distinguen dos corrientes principales. Por un lado, la anglosajona, más conservadora, y por otro, la francesa, que aceptaba los postulados defendidos por el librepensamiento (Álvarez, 1985: 238). Sin embargo, de ambas realidades se hablará más adelante. 16 Sin embargo, esta postura se profundizará durante el siglo XIX, con la aparición y desarrollo del movimiento obrero. 15

16 Por otro lado, la Fraternidad también abogó por posturas democratizadoras, y de ahí que surgieran muchas voces críticas en su interior hacia los regímenes absolutistas. Defendieron, asimismo, determinados postulados que se podrían definir como liberales o protoliberales: Dentro del ámbito sociopolítico, se dedicaron algunas tenidas a fomentar el sentido crítico de los asistentes, haciéndoles ver la necesidad de modernizar y moralizar la Administración del Estado; y otras a consolidar las convicciones democráticas de los hermanos en favor del Estado de Derecho, resaltando la importancia del sufragio universal, la necesidad del derecho de asociación y la transcendencia de la libertad de expresión (Álvarez, 2005: 360). De igual forma, la Masonería especulativa no quiso constituirse como una religión 17. Simplemente se presentaba como una reunión de hombres creyentes, que mostraban su respeto por la moral natural y que buscaban coordinarse y trabajar unidos (Ferrer, 2005: 33). Es más, las Logias se constituían como unas entidades deístas, admiradoras de la armonía de la naturaleza, obra del Gran Arquitecto del Universo (Ferrer, 2005: 37). Sobre éste último concepto, se debe señalar lo siguiente: Los albañiles medievales disfrutaban de una situación social relativamente elevada, y tendieron hacia la creación de una profesión arquitectónica cuyos miembros eran considerados como individuos que ejercían un arte liberal, más bien que un oficio básico. Su encumbrada posición se percibe también en la iconografía medieval de Dios Padre como creador, dibujando el universo con un compás. El concepto de Gran Arquitecto del Universo se remonta, por lo tanto, mucho más allá de la moderna expresión de la idea (Ferrer, 2010: 26). En este sentido, hay cierta polémica, incluso dentro de los masones, sobre la consideración exacta de la naturaleza del Gran Arquitecto del Universo (GAU) 18. Para algunos es el Dios creador, mientras que para otros se trata de un símbolo meramente masónico. 17 Empero, la Masonería Operativa, de la que procedería la actual, sí que asumió determinadas ideas esotéricas renacentistas. Entre ellas, la de la cábala, el hermetismo o el iluminismo rosacruz (Trueba, 2007: 44). 18 El GAU, para algunos autores, se representa a través de la letra G dentro de la iconografía masona. Empero, se trata de un grafismo que puede remitir a diferentes realidades, como a los conocimientos geométricos o geodésicos. Así definen esta realidad Iglesias y Gutiérrez (2010): Letra sagrada de los masones de origen muy debatido. Posiblemente relacionada con el inicio de la palabra geometría, ciencia vista como resumen del conocimiento en la Edad Media europea. Se asocia también con el genio y con la gravitación. El significado más generalizado es el de Dios, pues en inglés es God, concepto típico de la Masonería moderna (Iglesias y Gutiérrez, 2010: 70). Incluso, hay más significados, que relacionarían a la mencionada representación con disciplinas como la astronomía. La Letra G, además, es un símbolo polar que, según los antiguos rituales de la Masonería Operativa, se encuentra figurada en el centro de la bóveda [celeste], en el punto que corresponde a la Estrella Polar (Figueroa, 2011: 20). 16

17 En cualquier caso, el término Gran Arquitecto del Universo siguió utilizándose en la Masonería especulativa como una tradición recibida de los gremios medievales de los masones operativos (Ferrer, 2010: 163). Así, según Consuelo Conde (1989), con la figura del GAU, se busca una reconciliación entre los tiempos pretéritos y los avances actuales: La identificación con el pasado en asuntos claramente contrapuestos a la realidad circundante nos puede dar una visión evasiva y nostálgica del pasado. Se huye porque existe una crisis, un abismo entre el progreso tecnológico e industrial y la pérdida de valores tradicionales como la religiosidad, que venía legitimando el progreso histórico. De ahí que en la Masonería se sustituya al Dios tradicional católico por el Dios arquitecto, dignificador del trabajo, que, además, podía hacer más factible la idea de que no existiera contradicción entre el orden divino y el humano. Para vincular el capitalismo y la ciencia, por un lado, con la religión fue preciso que surgieran nuevas filosofías reconciliadoras e incluso mesiánicas. En esta línea estarían la Masonería y otras disciplinas herméticas (Conde, 1989: 134). Y, en este mismo sentido, las nuevas Logias tampoco se constituían como una doctrina filosófica. De hecho, la mencionada organización lo que pretendía, como ya se ha mencionado, era y es unir a los hombres en torno a valores de tolerancia y fraternidad (Ferrer, 2005: 34). Además, las nuevas Logias deseaban la construcción de un contexto universal basado en la sabiduría, la fuerza y la belleza, que se alzaron como tres de los pilares fundamentales de la entidad. Esta preocupación del francmasón por el ámbito formativo del hombre se inspiraría en Comenius, cuyo concepto de que la educación sería el mejor instrumento para liberar al ser humano influyó directamente en la cosmogonía de la Cofradía. Un trabajo intelectual que se desarrollaría a través de la filantropía y del gusto por las artes y el humanismo (Ferrer, 2005: 39). Estas nuevas características no impidieron que se conservaran determinados elementos de la época de operatividad masona. Entre ellos, los ritos de iniciación, como los del juramento y el secreto. El primero de los casos se puede conceptualizar como una suerte de promesa que se encuentra revestida de algunas formalidades medievales (Ferrer, 2005: 36). Un ejemplo de este juramento, que aún hoy se seguiría utilizando, es el contenido en un catecismo de la francmasonería de Berna de 1740, y que estaría redactado en los siguientes términos: Prometo bajo mi palabra de honor no revelar jamás los secretos de los masones y de la Masonería que me van a ser comunicados bajo el sello del arte. Prometo no esculpirlos, ni grabarlos, ni pintarlos o escribirlos sobre ningún objeto. Además, prometo jamás hablar nada contra la religión, ni contra el Estado, ayudar a socorrer a mis hermanos en sus necesidades y según todo mi poder. Si faltase a mi promesa, consiento en que me sea arrancada la lengua, cortada la garganta, 17

18 atravesado el corazón de parte a parte, quemado mi cuerpo y mis cenizas arrojadas al viento para que no quede ya nada mío sobre la tierra, y el horror de mi crimen sirva para intimidar a los traidores que fueran tentados de imitarme, que Dios sea en mi ayuda (Ferrer, 2005: 36). En este juramento se pueden observar algunas menciones interesantes. Por un lado, se incluye la obligatoriedad de cumplir la secrecía masónica, que procedía de la discreción mantenida por las Logias operativas. Una situación con la que se buscaba preservar sólo entre los iniciados el conocimiento arquitectónico de los gremios. Además, La Masonería [especulativa] no funcionaba como una sociedad secreta, sino más bien, como una sociedad con secretos. Sin embargo, dependiendo del espacio donde se estableció y de las condiciones políticas de su arribo, sobre todo climas de prohibición o persecución, ésta podía trabajar perfectamente en la clandestinidad. Aun así, y es importante recalcarlo, se caracterizó más bien por un constante anhelo de reconocimiento oficial como una institución de utilidad pública (Solar, 2011: 139). Asimismo, se prohíbe hablar en contra del Estado y de la religión, lo que restaría credibilidad a las posturas conspirativas sobre la Fraternidad, que la culpabilizan de estar detrás de todos los movimientos en contra del trono y del altar Estos posicionamientos en torno a la Hermandad se deben enmarcar en una tendencia de pensamiento que algunos autores han definido como lectura negativa (Vázquez, 2008: 64). Se trata de una corriente que enraíza sus orígenes en el siglo XVIII, cuando se acusaba a la Fraternidad de ser enemiga del altar y del trono, y de estar detrás de las revoluciones y revueltas que tuvieron lugar a finales del siglo XVIII (Ferrer, 1986: ). Para hacer estas acusaciones, la lectura negativa centraba sus iras en el secreto masónico, del que decían que iba en contra de la nueva forma de hacer política, basada en el principio de que la acción de las autoridades debía someterse al escrutinio de la opinión pública. Además, acusaban a los miembros de la Fraternidad de querer establecer un poder superior al de las autoridades civiles y eclesiásticas (Vázquez, 2008: 134 y 135). En cualquier caso, y a pesar del tiempo transcurrido desde entonces, la mencionada forma de pensamiento sigue vigente. De hecho, uno de sus más altos exponentes en el ámbito hispano es César Vidal, quien ha publicado varios libros sobre la Fraternidad. Uno de ellos es La Masonería: un Estado dentro del Estado (Vidal, 2011). Como su propio título indica, lo que Vidal pretende demostrar es que entre los objetivos del movimiento analizado estaría la constitución de un Estado dentro del Estado. Y para ello pone el ejemplo de México, donde las logias habrían capitalizado todos los comicios presidenciales desde la emancipación a la actualidad, al mismo tiempo que arrinconaba a la Iglesia mediante el impulso de legislación laicista (Vidal, 2011: 109 y 153). Pero sin duda, a uno de los asuntos a los que más atención presta Vidal es a la incompatibilidad entre el clero y la Fraternidad, señalando que la persecución del primero hacia la segunda estaría justificada en los ataques que habrían proferido previamente los masones al estamento religioso. Esta infiltración habría sido posible gracias a la estructura jerárquica clerical y a que parte del clero estaba dentro de la organización diocesana por conveniencia, no por devoción (Vidal, 2011: 133). A pesar de ello, los componentes de la Orden se habrían infiltrado exitosamente en la organización confesional para poder influir en ella (Vidal, 2011: 109). Dentro de la lectura negativa también se debe nombrar a Ricardo de la Cierva, quien ha publicado Masonería, Satanismo y Exorcismo (Cierva, 2011). En la obra de este «historiador» se identifica a la Orden con el Satanismo, llegando a asegurar que ambas tendencias tienen idénticos fines (Cierva, 2011: 94). Señala que el objetivo primordial de los miembros de la Fraternidad es subyugar al mundo y constituirse como dioses, además de acabar con el judaísmo y el cristianismo (Cierva, 2011: 94 97). En este sentido, De la Cierva critica al referido movimiento por no tener una moral y por su secretismo, que, según asegura, serviría para proteger a un hermano masón ante cualquier circunstancia, incluso frente a la comisión de crímenes (Cierva, 2011: 143). 18