A1. La pintura románica. Características generales y ejemplos. A1. Pintura erromanikoa. Ezaugarri nagusiak eta adibideak.

Transcripción

1 OPCIÓN A El alumno deberá desarrollar un tema y comentar una imagen. Ambos deberán coincidir. Serán ambos A1 o A2 A AUKERA Ikasleak gai bat garatu eta irudi baten iruzkina egin beharko du, multzo berekoak, hau da, biak A1 edo A2 multzokoak izango dira. Tema - Gaia A1. La pintura románica. Características generales y ejemplos. A1. Pintura erromanikoa. Ezaugarri nagusiak eta adibideak. A2. La escultura renacentista española. A2. Espainako ernazimenduko eskultura. Imagen Irudia A1. Estatua de Marco Aurelio. Roma. A1. Marco Aurelioren estutua. Erroma. A2. Iglesia de Santa María. Eunate. A2. Andre Mariako eliza. Eunate. OPCIÓN B El alumno deberá desarrollar un tema y comentar una imagen. Ambos deberán coincidir. Serán ambos B1 o B2. B AUKERA Ikasleak gai bat garatu eta irudi baten iruzkina egin beharko du, multzo berekoak, hau da, biak B1 edo B2 multzokoak izango dira. Tema - Gaia B1. El Pop Art. Características generales y artistas más representativos. B1. Pop Art. Ezaugarri nagusiak eta artista adierazgarrenak. B2. Expresionismo. Características generales y movimientos más representativos. B2. Espresonismoa. Ezaugarri nagusiak eta mugimendu adierazgarrienak.

2 Imagen Irudia B1. S. Calatrava. La estación de Lyon. Abesti Gogorra. B1. S. Calatrava. Lyon-go geltokia. B2. J. Oteiza. Caja Metafísica. B2. J. Oteiza. Kutxa Metafisikoa. OPCIÓN A A1. Estatua de Marco Aurelio. Roma. A1. Marco Aurelioren estutua. Erroma.

3 OPCIÓN A A2. Iglesia de Santa María. Eunate. A2. Andre Mariako eliza. Eunate. OPCIÓN B B1. S. Calatrava. La estación de Lyon. Abesti Gogorra. B1. S. Calatrava. Lyon-go geltokia.

4 B2. J. Oteiza. Caja Metafísica. B2. J. Oteiza. Kutxa Metafisikoa.

5 RESPUESTAS OPCIÓN A Tema: A1. La pintura románica. Características generales y ejemplos. La pintura tuvo un destacado papel en el Románico. Al igual que la escultura de esta época, su función principal fue adoctrinar y educar a los fieles en los principios religiosos. Además, dada la gran cantidad de muro existente en las construcciones románicas, la pintura sirvió también para decorarlos y para realzar las formas arquitectónicas. La pintura se desarrolló en tres géneros diferentes: la pintura mural, la pintura sobre tabla y la miniatura. La pintura mural, de influencia bizantina, recurre a la abstracción y a las estilizaciones simbólicas para lograr transmitir una idea, que es su principal interés. No interesa tanto la estética y la belleza como la finalidad docente. Se sitúa generalmente en el ábside, en los muros del templo y en el muro de los pies de la iglesia. Cada uno de estos espacios tiene reservado su temática: En el ábside se pinta el Pantocrátor rodeado de la almendra mística o mandorla. Se representa a Cristo sentado en un trono y en actitud de bendecir. A los lados, se reproduce el Tetramorfos, que equivale a los símbolos de los cuatro evangelistas. En un nivel inferior, se colocan la Virgen y los Apóstoles. En las paredes del templo se distribuyen escenas del Evangelio o de carácter alegórico. En el muro situado a los pies de la iglesia, se representa la escena del Juicio Final, con un Dios severo que separa a justos de pecadores. La pinturas murales se realizan generalmente al temple. Previamente es necesario preparar el muro. Para ello, se aplican varias capas de argamasa y se enluce con una capa de yeso fino que deja un superficie lisa y blanca, sobre la que el artista puede aplicar la pintura. Los colores son planos y poco brillantes. En cuanto a los ejemplos más destacados de pintura mural románica, en Italia pueden distinguirse dos tendencias: el estilo italo-bizantino, que se aprecia en los frescos de Santo Angelo in Formis, y el estilo griego, de formas más estilizadas, como puede contemplarse en los frescos de San Urbano alla Caffarella. En Francia, en las pinturas de la cripta de Auxerre, se puede apreciar el suave y rico colorido de los murales. En España, pueden diferenciarse tres tendencias: la italo-bizantina, la francesa y la local. La primera de ellas predomina en Cataluña y su representación más importante es el conjunto de frescos de San Clemente de Tahull y Santa María de Tahull. La tendencia francesa se recibió a través del Camino de Santiago y su ejemplo más sobresaliente se encuentra en las pinturas de San Isidoro de León, que recogen temas evangélicos y apocalípticos, y que son de una calidad y destreza excepcionales. Por último, entre los frescos de estilo local, pueden mencionarse los de San Juan de la Peña y la iconografía profana con escenas de caza de San Baudelio de Berlanga. La pintura sobre tabla tuvo especial desarrollo en España. Realizada también al temple, era necesario recubrir previamente la madera con una capa de yeso para evitar las imperfecciones. Los relieves de los mantos, por ejemplo, se conseguían a base del pastillaje, una técnica consistente en aplicar yeso para dar relieve y pintarlo posteriormente. Los fondos de las escenas se realizaban con panes de oro, cubiertos a veces con un barniz para dar la sensación de un esmalte.

6 Existían básicamente dos modelos de pintura sobre tabla, la que se colocaba delante del altar y el retablo. Sobresalen los frontales navarros, aragoneses y catalanes, siendo estos últimos los más numerosos. Las pinturas sobre tabla catalanas se distribuyen en tres escuelas, correspondientes a la Seo d Urgell, Vic y Ripoll. En último término, destaca la miniatura, que es la realización de pinturas de pequeñas dimensiones y muy ornamentadas, generalmente para ilustrar manuscritos. Sobresalieron dos escuelas: la italiana, de clara influencia bizantina, y la británica, que se caracterizó por la complejidad decorativa de sus iniciales y por el expresionismo de las escenas que representó. En España, deben destacarse las Biblias catalanas del siglo XI, entre las que sobresalen la de San Pedro de Roda y la de Ripoll. Además, se realizaron también miniaturas en códices de carácter histórico o jurídico. Es el caso del Libro de los Testamentos de la catedral de Oviedo. Imagen: A1. Estatua de Marco Aurelio. Roma. La estatua de Marco Aurelio, realizada en bronce en el siglo II d.c., es la única estatua imperial a caballo que llegaron a conocer los artistas del Renacimiento. Miguel Ángel mandó trasladarla a la plaza del Capitolio de Roma y sirvió como modelo para las posteriores estatuas ecuestres. La escultura representa al emperador Marco Aurelio ( ) montado a caballo y con el brazo derecho en alto en signo de paz. El caballo tiene una pata levantada y todo el conjunto ofrece una elegante serenidad. Llama también la atención el trabajo de la barba y el pelo rizado del emperador. Se observa la preocupación de los escultores romanos por captar y transmitir el carácter del personajes tanto en los gestos como en el rostro. La cara del emperador desprende bondad. En su faceta de escultores, los romanos destacaron en los retratos y en el relieve histórico. El retrato se caracteriza por la fidelidad no sólo de los rasgos físicos del retratado sino también de los tocados y de la indumentaria, como se aprecia en la imagen, lo que le convierte en una excelente fuente histórica de información. Debe notarse igualmente la fidelidad y detalle con la que al artista trabaja la figura del caballo. En la época imperial, el retrato alcanzó un cierto idealismo, sobre todo en las representaciones del emperador como divinidad. Esta circunstancia hizo igualmente que se produjera una evolución hacia el hieratismo. Se puede señalar que a finales del siglo II, época a la que pertenece la estatua ecuestre de Marco Aurelio, se grababan las pupilas del personaje. En la imagen se puede observar que las pupilas aparecen horadadas. Por otra parte, el recurso a la técnica del trépano en la talla, creó interesantes efectos de claroscuro. La escultura romana recogió las influencias etrusca y griega. La primera, se observa principalmente en la función funeraria de algunas obras y en la capacidad de los escultores romanos para captar la realidad y reproducirla. En la etapa de la República, se realizaban unas mascarillas de difuntos, hechas a base de yeso o cera, cuya fidelidad en los rasgos se transmitió después a los retratos. La segunda influencia, se manifiesta en la evolución hacia el hieratismo y la rigidez a la que llega la escultura romana entre los siglos III y IV. Los romanos vieron en la escultura un arte decorativo, que en muchas ocasiones resultó ser un signo claro de ostentación, y un arte que ocupaba sus espacios privados. Pero la escultura romana fue

7 también un arma de propaganda política, fundamentalmente de los emperadores. Éstos podían ser retratados de diferentes formas: como patricio; como militar; como divinidad, tal y como se aprecia en los retratos de Augusto; y ecuestre, desde de finales del siglo II, como demuestra la escultura de Marco Aurelio.