PSICOLOGIA LEGAL Y FORENSE

Transcripción

1 PSICOLOGIA LEGAL Y FORENSE Illes Balears, Febrero, 2013 El papel del psicólogo en los juzgados de familia Beatriz García Rodríguez

2 Funciones El psicólogo se encarga fundamentalmente de dictaminar sobre la idoneidad de que la Guarda y Custodia de los hijos del matrimonio en litigio le sea concedida a uno u otro de los cónyuges, y, de modo casi extraoficial, de ofrecer una serie de pautas de comportamiento para que las ulteriores relaciones paterno-filiales se desarrollen de la forma más correcta posible.

3 Factores que facilitan o dificultan el proceso del divorcio Las características personales de los padres Las características del niño Las relaciones de la pareja La situación económica El apoyo social La existencia o no de pareja alternativa

4 Consecuencias del divorcio en los hijos El supuesto es que los niños de padres divorciados acababan en la consulta de un psicólogo o psiquiatra. A medida que ha pasado el tiempo y el divorcio se ha hecho habitual, se han podido estudiar poblaciones generales de niños pertenecientes a familias rotas y familias intactas. Estos estudios muestran con claridad que después de un período de adaptación (trastorno transitorio) los niños se adaptan y la situación se normaliza (Cantón, Cortés, y Justicia, 2000; Frias, Mestre, del Barrio, y García-Ros, 1992).

5 La patria potestad La patria potestad hace referencia al conjunto de derechos, deberes y obligaciones que atribuye la ley a los padres y madres respecto a la persona y bienes de sus hijos, desde su nacimiento hasta su mayoría de edad o hasta su emancipación, para que los protejan y para que los representen. La patria potestad no es una cuestión de libre disposición, es decir, los progenitores no pueden decidir sobre su titularidad, sino que debe ser el juez quien la atribuya o retire, aunque sí pueden pactar el modo de ejercerla. Es infrecuente que los padres y las madres se vean privados de la patria potestad en un proceso de ruptura de pareja, a no ser que concurran en ellos motivos de privación de la misma, los cuales vienen regulados por ley.

6 La guarda y custodia El término guarda y custodia hace referencia al conjunto de derechos y obligaciones que se atribuyen al progenitor con quien van a vivir los hijos tras producirse la ruptura de la pareja. Su asignación conlleva la convivencia con los hijos, pasando el progenitor a quien no se le concede a ser considerado como no custodio, arbitrando el juez un sistema de comunicación con los hijos.

7 La custodia compartida Respecto a la custodia compartida, la Ley 15/2005 de 8 julio que modifica el Código Civil y la Ley de Enjuiciamiento Civil en materia de separación y divorcio, en su artículo 92, introduce por primera vez el concepto de custodia compartida en la legislación española, si bien la legislación previa no la prohibía expresamente. Esta ley permite a ambos progenitores ejercer la guarda y custodia de sus hijos de manera conjunta, en igualdad de oportunidades, sin que el legislador haya establecido ningún modelo concreto de compartir el tiempo de estancia con los hijos. No implica necesariamente que deba ser al 50%, pudiendo distribuirse por semanas, por varios días a la semana, o por quincenas, atendiendo a las características particulares de cada situación familiar. En cualquier caso, busca un contacto de los hijos con ambos progenitores superior al que se venía produciendo con la custodia monoparental respecto al progenitor no custodio.

8 Factores a favor de la custodia compartida A favor de la custodia compartida se ha argumentado que (Weithorn, 1987): (a) Mejora el bienestar de los hijos al fomentar una relación continua con ambos progenitores, similar a la que puede existir en la familias intactas. (b) Reduce considerablemente el conflicto familiar y evita que los hijos se vean expuestos al mismo, al eliminar las batallas legales sobre la custodia y evitar que los progenitores se vean como adversarios. (c) Frente a la custodia monoparental, evita la sobrecarga que implica para el progenitor custodio tener que afrontar en solitario el cuidado de los hijos, así como los sentimientos de pérdida y ambigüedad en el rol en los no custodios. (d) Supone también un alivio de carga de trabajo para el sistema judicial y evita que el juez tenga que decidir sobre la competencia de los progenitores para cuidar a sus hijos.

9 Factores en contra de la custodia compartida Los argumentos en contra señalan que: (a) La custodia conjunta requiere que la pareja divorciada continúe no sólo interactuando, sino también decidiendo conjuntamente asuntos relevantes para el bienestar de los hijos comunes, lo que aumenta, más que disminuye, el riesgo de conflicto. La capacidad de los progenitores para cooperar e interactuar sin conflicto es crítica para que la custodia conjunta sea viable. (b) La coparentalidad implica f recuentes interrupciones de la continuidad en el cuidado del niño, así como cambios para los hijos. La inestabilidad y los cambios frecuentes en el entorno pueden afectar a la adaptación de padres e hijos. Estos pueden vivir la alternancia de casa y de cuidador como particularmente estresante si los padres no viven cerca o si las condiciones y estilos de vida con cada progenitor son marcadamente discrepantes. (c) La discontinuidad que implica la custodia conjunta puede impedir que el niño mantenga un vinculo emocional estrecho en las interacciones diarias con al menos uno de los progenitores.

10 Criterios para la custodia compartida No deben presentar características que alteren su capacidad para ejercer el rol parental, tales como sufrir una enfermedad mental, presentar problemas relacionados con el abuso de sustancias toxicas, etc. Que los domicilios de ambos progenitores estén geográficamente próximos, para que el intercambio de domicilio no implique para los hijos cambios de colegio, de amigos, de entorno y de rutinas. Que ambos progenitores sean conscientes de la necesidad de los hijos de seguir contando en sus vidas con su padre y con su madre y que sean capaces de separar su rol parental de sus desavenencias conyugales. Que los estilos educativos de ambos progenitores sean similares, de modo que los hijos tengan un referente normativo común. Que la disponibilidad de horario de ambos progenitores les permita la alternancia en el cuidado de los hijos. Que puedan adaptar el patrón de alternancia entre el domicilio de los progenitores a la edad de los hijos: a media que tienen menos edad, sus contactos con cada progenitor deben seguir un patrón temporal que implique contactos frecuentes pero cortos. Cuando son más mayores, el intercambio puede ser más espaciado.

11 Criterios en contra para la custodia compartida Historia de adicción en uno o ambos progenitores. Violencia familiar, incluido el abuso del niño (físico, emocional, sexual). Negligencia en el cuidado del niño. Psicopatología en uno o ambos progenitores. Historia familiar con indicios de incapacidad de los padres para alcanzar acuerdos en la crianza de los hijos. Progenitores que son incapaces de distinguir entre sus necesidades y las de sus hijos. Niños que es probable que no se adapten al modo de vida que supone la custodia compartida o que se rebelan contra ella. Familias con una severa historia de desorganización. Familias en las que ambos progenitores se oponen de forma estable a la custodia compartida. Progenitores que no cooperan entre sí y no se comunican. Existe un alto nivel de hostilidad y conflicto entre los progenitores. Logística que no favorece el plan de custodia compartida (distancia geográfica entre domicilios, estilos de cuidado diferentes).

12 La adopción La adopción tiene distintas características y modos. Hay padres biológicos que conservan el contacto con los hijos adoptados. Hay niños de adopción cerrada cuyos padres son desconocidos y hay estancias en hogares custodios de niños institucionalizados cuyos padres no han perdido la patria potestad. Se ha estudiado especialmente la adopción transracial, porque supone un elemento más de discontinuidad que es necesario atender. Parece que la adaptación en estos casos es más fácil para las niñas que para los niños y que los asiáticos se adaptan más rápidamente que los negros (Burrow y Finley, 2004). Cuando una pareja decide embarcarse en la aventura de la adopción, lo que más necesita es información. Tienen que buscar datos sobre todo aquello que tiene que ver con el tema, tales como: proceso administrativo, países recomendados, características de los padres adoptantes. Si esto se hace, el conocimiento funciona como una prevención y, por tanto, disminuye la posibilidad de cometer errores; es esencial tener en cuenta lo que se sabe, puesto que mejora la acción, expectativas y ansiedad de los padres y todo ello mejora la adaptación del niño.

13 Relación padres-hijos adoptados La comunicación entre padres e hijos adoptivos no sigue una trayectoria ascendente sino que sufre altos y bajos. Es famosa la identificación de la primera fase como de luna de miel en lo que todo rueda porque se produce una hiperatención mutua permanente. Todos desean quedar bien. Sin embargo, esta es una fase breve que no suele durar más de una semana e inmediatamente después empiezan a aflorar los problemas de adaptación que lleva consigo la convivencia estrecha, hasta el punto de que se considera que el período de tres a nueve meses después de la adopción es el más duro (Groze, 1996).