INDUSTRIA LÍTICA EN EL PICU SANTUFIRME (LLANERA, ASTURIAS) SELECCIÓN DE ESPACIOS Y TERRITORIOS EN EL PALEOLÍTICO ANTIGUO?

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1 Nivel Cero 12 Santander, 2010 Pág INDUSTRIA LÍTICA EN EL PICU SANTUFIRME (LLANERA, ASTURIAS) SELECCIÓN DE ESPACIOS Y TERRITORIOS EN EL PALEOLÍTICO ANTIGUO? David ÁLVAREZ ALONSO Departamento de Prehistoria y Arqueología UNED dalvarez@gijon.uned.es 1. INTRODUCCIÓN Con este trabajo hacemos un breve acercamiento a una cuestión escasamente tratada para las primeras ocupaciones paleolíticas del Cantábrico, pero sumamente interesante, en tanto en cuanto podemos intuir que existe una continuidad en el poblamiento desde las últimas fases del Pleistoceno Medio, hasta los inicios del Pleistoceno Superior (o lo que es lo mismo, desde los primeros vestigios del Paleolítico antiguo Inferior y Medio antiguo al aire libre, hasta el Musteriense clásico que se desarrolla en las cuevas cantábricas). Esta continuidad, visible a partir de las industrias líticas durante el Paleolítico antiguo y el Musteriense clásico, nos hace pensar en un poblamiento continuado, y por lo tanto pensar en una paulatina evolución interna que conllevaría una fijación territorial, y el planteamiento de recurrentes esquemas económicos adaptados al medio cantábrico. Sin lugar a dudas, el análisis de las primeras etapas paleolíticas conocidas en el Cantábrico, y la posible existencia de un planteamiento territorial con distintas funcionalidades del espacio, es una cuestión de gran importancia para conocer la posterior evolución de los grupos humanos a comienzos del Pleistoceno Superior, pero también nos llevaría a desterrar viejos mitos sobre la, tan recurrente, visión del nomadismo para los grupos humanos del Paleolítico Inferior. Estas cuestiones están directamente ligadas al medio y al marco geográfico y topográfico (así como también climático), por lo cual, para analizar el modo de vida de los primeros grupos humanos paleolíticos conocidos en el Cantábrico, no es válido partir de conceptos generales extraídos de análisis de industrias y yacimientos de otras zonas, (como pueden ser los yacimientos africanos, centroeuropeos o incluso de la Meseta, con otras características totalmente diferentes). 2. ZONA DE ESTUDIO Y ANTECEDENTES El Picu Santufirme (440 m) es un pequeño cerro situado en el centro del concejo de Llanera, que delimita por el norte la cuenca terciaria central asturiana, la cual se caracteriza por formar una gran planicie. Se sitúa al norte del monte Naranco, quedando entre ambos la gran llanura a la que nos hemos referido anteriormente. El Santufirme forma parte, a su vez, de una serie de cerros aislados que se caracterizan por formar un relieve residual que va descendiendo hasta la rasa litoral cantábrica. La cuenca de Llanera se encuentra delimitada por dos áreas de fuerte presencia inferopaleolítica, la primera de ellas la constituyen las cuencas fluviales del centro de la región, caracterizadas en este punto por el río Nora y su afluente, el Noreña, donde destacan los yacimientos de Paredes y Llagú y los múltiples hallazgos de los alrededores de Oviedo y Siero (Rodríguez Asensio, 1983). La otra área a destacar es la región costera, en este caso representada por la zona del Cabo de Peñas (Álvarez Alonso, 2004; Álvarez Alonso y Arca, 2008; Pérez Pérez, 1975, 2001; Rodríguez Asensio, 1983) y sobre todo por los hallazgos de los alrededores de Gijón (Rodríguez Asensio y Noval Fonseca, 1998). Vemos que Llanera se sitúa en un punto intermedio de dos áreas bien diferenciadas, la costa y los valles del interior, formando parte del corredor natural entre estas dos zonas. 3. INDUSTRIA LÍTICA Durante los años 2004 y 2005 se produjeron una serie de hallazgos en el entorno del Santufirme, fruto de un proyecto de investigación materializado en un programa de prospecciones arqueológicas intensivas (Álvarez Alonso, 2005 y 2007). Se trata, en definiti-

2 DAVID ÁLVAREZ ALONSO Fig. 1. Situación del Picu Santufirme. va, de una serie de pequeños conjuntos líticos, distribuidos desde la cima hasta el pie de la ladera, cuya cronología relativa la podemos encuadrar en el Paleolítico antiguo, es decir, testigos de ocupaciones anteriores al último periodo interglaciar (OIS 5e), o lo que es lo mismo, adscritas a los últimos momentos del Pleistoceno Medio e inicios del Pleistoceno Superior. Durante los trabajos de prospección se recogieron un total de 108 piezas líticas, documentándose 2 localizaciones contextualizadas estratigráficamente asignadas al Paleolítico Inferior 1, varios hallazgos aislados así como conjuntos líticos sin relación estratigráfica alguna. Estas dos localizaciones se encuentran muy cercanas entre sí, en la ladera del Picu Santufirme pero a cotas diferentes, y además los materiales recuperados poseen gran similitud, siendo muy homogéneos. En primer lugar tenemos el conjunto lítico de La Bérbola, que se encuentra compuesto por 43 piezas, 1 De manera provisional, y hasta futuras investigaciones que precisen la cronología, nos decantamos por incluir estos yacimientos en este periodo y no en otro. siendo halladas un buen número de ellas en contexto estratigráfico (Álvarez Alonso, 2005; 2007). Se trata de un yacimiento en clara posición secundaria, aunque la densidad de material hallado en superficie y en el corte estratigráfico, así como la homogeneidad de la muestra y el estado de la misma, con escaso rodamiento y ausencia de pátina en muchas piezas, nos hace pensar en la proximidad al enclave primario de deposición de estos materiales. Los materiales que aparecen son encuadrables claramente en el Paleolítico antiguo, apareciendo representado el macro-utillaje característico de esta etapa, cantos trabajados, hendedores, bifaces y triedros. Todo parece indicar que se trata de un conjunto achelense, aunque este extremo no lo podemos asegurar, ya que bien pudiera pertenecer también a una fase inicial del Paleolítico Medio, en donde sabemos que aún coexiste el utillaje característico del Paleolítico Inferior. Sólo una intervención arqueológica nos permitiría profundizar en esta cuestión y aclarar la atribución crono-cultural del yacimiento, ya que la muestra es demasiado limitada para obtener más información. El conjunto está formado por 2 bifaces, 3 hendedores, 1 pico triedro, 8 cantos trabajados, 7 8 Nivel Cero

3 INDUSTRIA LÍTICA EN EL PICU SANTUFIRME (LLANERA, ASTURIAS) Fig. 2. Industria lítica de La Bérbola. núcleos, 1 raspador atípico, 17 lascas, 1 lámina y 3 restos de talla. En segundo lugar tenemos el conjunto de Caraviés, formado por 26 piezas (Álvarez Alonso, 2005). Los materiales se encontraron principalmente en uno de los caminos de ascenso al Picu Santufirme desde Caraviés, apareciendo casi todos en superficie, aunque en algunos casos fueron extraídos del corte estratigráfico existente en el lugar, a unos 50 cm de profundidad y en un contexto arenoso similar al de La Bérbola aunque con un número menor de elementos líticos. El contexto geológico es el mismo que el del yacimiento de La Bérbola, un coluvión cuaternario, y los materiales son muy similares. Por todo ello, consideramos estas dos localizaciones como parte de un mismo yacimiento 2, a falta de estudios exhaustivos sobre sus contextos geológicos y estratigráficos. Todo parece indicar que la ubicación primaria estaría cercana al lugar de Caraviés, siendo los materiales encontrados en La Bérbola y en cotas más bajas, fruto del arrastre y la removilización dentro de un depósito de ladera, y por lo tanto en una clara posición secundaria. La industria lítica de Caraviés, al igual que la de La Bérbola presenta una ausencia casi total de elementos retocados, y al igual que en aquel conjunto, sólo 2 Yacimiento que se encuentra a lo largo de la ladera, en un depósito que conforma un gran cono de deyección. Nivel Cero aparece una pieza retocada, un raspador. Abundan, por encima de todos los útiles, los cantos trabajados (todos unifaciales) y además hay presencia de un hendedor y de un protobifaz, las lascas es el otro grupo dominante, todas ellas simples y sin retoque. Completando estas colecciones, a lo largo de la ladera se recuperaron otras 33 piezas líticas descontextualizadas entre las que abundan los productos de talla, y tan sólo un hendedor y dos cantos trabajados son representativos de estos otros conjuntos. La mayoría de las piezas estaban aisladas, y sólo destacan dos conjuntos líticos cercanos a Caraviés, los cuales no presentan discordancias tecnológicas con los materiales hallados en contexto estratigráfico. Intervenciones arqueológicas futuras, podrían arrojar luz sobre estos hallazgos, que aún no se encuentran muy bien caracterizados. 4. SELECCIÓN DE ZONAS Y LUGARES DE OCUPACIÓN Son pocos los datos que poseemos para poder adentrarnos en cuestiones relativas al tipo de hábitat o a las actividades llevadas a cabo por los grupos humanos del Paleolítico antiguo en esta zona. No obstante, consideramos necesario un acercamiento, en este caso fundamentalmente teórico, a partir de los escasos vestigios y su distribución diferencial por el marco geográfico. 9

4 DAVID ÁLVAREZ ALONSO Por territorio, aplicando este concepto al Paleolítico antiguo, entendemos un espacio variado y fuertemente condicionado por el medio geográfico y el ecosistema. Rodríguez Asensio (2004) ha aportado alguna definición al respecto para el área cantábrica, aunque de carácter muy genérico. Este autor entiende el territorio de un grupo paleolítico como un espacio geográfico en el que se encuentra una fuente de agua potable en torno a la cual se extiende un área de varios kilómetros cuadrados que es fácilmente dominable por un grupo humano en el desarrollo de sus actividades predatorias. Este mismo autor indica que puede considerarse como tal, la zona que se encuentra dentro del espacio que un grupo humano es capaz de recorrer en un movimiento de ida y vuelta desde un punto fijo en dos jornadas, Rodríguez Asensio (2004) hace referencia también, de manera somera, a la importancia de la geografía y la topografía. Por nuestra parte consideramos que éste es sin lugar a dudas el aspecto más importante a la hora de definir un territorio para un grupo paleolítico. La geografía, la topografía y el ecosistema que se desarrolla en función de esas variables, son los elementos fundamentales que van a definir un territorio, y por lo tanto el grado de movilidad (o sedentarismo) de un grupo, que girará en virtud de la variedad del biotopo y de la capacidad de adaptación al mismo, así como del planteamiento económico desarrollado. Vemos, por tanto, la dificultad de evaluar la territorialidad de los grupos humanos en épocas tan antiguas, a partir de tan pocos datos. El Picu Santufirme, como hemos visto, se sitúa en un lugar privilegiado, pudiendo dominarse visualmente desde su cima una amplia zona, que va desde la costa (región del Cabo Peñas) hasta alcanzar, en días de buena visibilidad, los Picos de Europa, y por supuesto toda la región central asturiana hasta el monte Naranco y sierras del área central. De igual modo, el control visual permite divisar claramente la zona del valle de Paredes, donde se encuentra un importante yacimiento inferopaleolítico, las pequeñas elevacio- Fig. 3. Cono de deyección en la ladera del Santufirme con sedimentos cuaternarios que incluyen la industria lítica. 1 Cima del Picu, en la cual se halló alguna pieza aislada; 2 Caraviés; 3 La Bérbola. 10 Nivel Cero

5 INDUSTRIA LÍTICA EN EL PICU SANTUFIRME (LLANERA, ASTURIAS) nes que se divisan hacia el Nordeste, entre las cuales discurre la antigua carretera Oviedo-Gijón (N-630) y donde se encuentran, entre otros, los yacimientos de Veranes (Rodríguez Asensio y Noval, 1998) y los de la zona del valle del Nora/Noreña a su paso entre los concejos de Oviedo, Llanera y Siero. Se trata pues de una zona con abundancia de restos del Paleolítico antiguo, a la vez que un estratégico punto de control del territorio. Nivel Cero En tiempos paleolíticos, en los que estas zonas tuvieron una prolongada ocupación a la luz de los numerosos hallazgos el conocimiento del medio debió de ser un factor sumamente importante para la supervivencia, y del mismo modo para la localización de recursos bióticos o para el control (y prevención) de supuestos peligros para estas poblaciones como podría ser el contacto con los grandes depredadores existentes en el Pleistoceno medio. Por lo tanto, la existencia de un lugar desde donde poder controlar visualmente y dominar una zona tan extensa, debió de suponer un elemento importante para los grupos humanos paleolíticos. Así, tenemos evidencias cercanas de restos líticos en zonas elevadas, en el Altu la Mayá en Siero (Rodríguez Asensio, 1977), visible desde el Santufirme, en la zona de Veranes, Campa Torres, monte Deva, monte la Granda y monte Areo, en Gijón, (Rodríguez Asensio y Noval, 1998), como lugares más representativos y claramente diferenciados del hábitat en zonas bajas, todos ellos cercanos entre sí norte de la región central asturiana. Creemos que la presencia de industrias líticas en zonas elevadas, alejadas de las zonas que, a priori, presentan un mayor potencial económico, por su ubicación y riqueza (cercanía a cursos de agua y mayor accesibilidad a las materias primas líticas), puede explicarse por cuestiones derivadas del diferente uso y estructuración que los grupos humanos hacían del espacio que habitaban. Especialmente, los hallazgos del Picu Santufirme (Álvarez Alonso, 2005; 2007) se pueden relacionar, a nivel de tipología de asentamiento, con los del Altu la Mayá (Rodríguez Asensio, 1977) y el Cantu Negru y Silvota (Rodríguez Asensio, 1983), ya que todos se encuentran delimitando la gran llanura central, el primero por el norte y los restantes por el sureste aunque estos últimos sin duda controlan directamente el valle del Noreña. Todos estos hallazgos se encuentran en cotas situadas por encima de los 200 m, y no superan los 250 m (con la excepción del Picu Santufirme). En todos los casos no se trata de contextos fluviales, no pudiendo asignar estos materiales a depósito de terraza alguno. Sin más datos al respecto, no deja de ser llamativo que los cerros y pequeños cordales que delimitan esta gran depresión, tengan constatada presencia humana durante el Paleolítico antiguo. En esta zona se documentan además otros depósitos de terraza en el río Nora, con restos del Paleolítico antiguo, como son los yacimientos de Paredes (Rodríguez Asensio, 1983) y de Cayés, pertenecientes, seguramente, a un mismo horizonte de ocupación humana que denota el intenso poblamiento de la cuenca del Nora y del centro de Asturias durante el Paleolítico antiguo. Principalmente, los yacimientos conocidos en Asturias (y en el resto del Cantábrico) atribuidos al Paleolítico antiguo, suelen situarse en la cercanía a cursos de agua, zonas lacustres, o en un contexto litoral (Rodríguez Asensio, 2004). Esto se puede explicar en términos económicos como la elección de un espacio con abundancia de recursos esenciales para la supervivencia, tanto para el desarrollo de la vida humana como animal, siendo por lo tanto un lugar idóneo para la caza, e incluso para el carroñeo, al igual que zonas óptimas para la adquisición de materias primas líticas. De este modo no es extraño encontrar ocupaciones en zonas elevadas como por ejemplo en terrazas fluviales, pero estas ocupaciones, en principio, responden a la mencionada proximidad al medio fluvial donde no sólo es posible aprovisionarse de alimentos sino también de materias primas. El ejemplo del Picu Santufirme no se corresponde, con las mismas circunstancias que otros yacimientos cercanos como por ejemplo Paredes terraza fluvial. Su ubicación, en una zona de características diferentes, parece responder a una funcionalidad distinta de unos yacimientos a otros. Aunque presente, no existe en el Santufirme un fácil y óptimo acceso a buena materia prima como en el inmediato curso del Nora o del Noreña, y por otro lado se ubica en el límite de la gran llanura endorreica (situada entre el Naranco y el Santufirme) que debió constituir un espacio con una gran variedad biológica, así como con una gran afluencia de mamíferos. La idea del control visual sobre este territorio, de una zona elegida por su privilegiada situación, más que por sus recursos naturales para la subsistencia, ha de ser puesta en consideración. Por otra parte los restos líticos encontrados en esta zona no han sido aportados por agentes naturales, por lo que su presencia en este monte, ha de ser explicada por circunstancias derivadas del aporte antrópico. Aquí podemos introducir el concepto de territorialidad de los grupos humanos del Paleolítico antiguo, con lo que ello conlleva para la concepción de grupos tradicionalmente considerados nómadas o seminómadas. No sólo eso, sino que sería la primera vez en la que podríamos plantear este tipo de comportamiento para los grupos humanos paleolíticos de esta zona, siendo por lo tanto las primeras evidencias de este tipo de comportamiento en la Región Cantábrica, y uno de los más antiguos vestigios de la Península. Este concepto de territorialidad no lo contemplaremos pues como la sujeción de un grupo humano a un área determinada y su identificación con ella, sino más bien como una forma de integración en el medio 11

6 DAVID ÁLVAREZ ALONSO y conocimiento del mismo para su mejor explotación, y por lo tanto para poder asegurar la subsistencia de una manera más consolidada. La existencia de dos hábitats diferenciados en esta región central y el control visual sobre ambos hace que la idea de estacionalidad del hábitat entre costa e interior en un intervalo espacial corto (debido a las particulares características geográficas de Asturias) cobre sentido dentro de un esquema vertebrado del espacio. El emplazamiento en zonas elevadas sería pues, más que un asentamiento condicionado por el aprovechamiento económico directo, un lugar que podemos considerar como ubicación de carácter indirecto o secundario, donde existiría una predeterminación de las actividades a llevar a cabo en estos lugares, en definitiva un punto de vertebración del espacio. A este planteamiento se le pueden cuestionar principalmente dos puntos, el primero sería el por qué consideramos que los grupos del Paleolítico antiguo tendrían un comportamiento estacional entre la costa y el interior en función del aprovechamiento económico, si no se puede hablar de caza especializada y sí por el contrario de oportunismo; o por el contario este aspecto no supone más que una suposición, ya que no hay restos faunísticos de estas etapas en los yacimientos al aire libre del Cantábrico. Evidentemente no existen más restos que los líticos, y la ausencia de restos de fauna o de restos de habitación que demuestren un tipo determinado de conducta nos impide afirmar con rotundidad una cosa u otra. Pero lo que está claro es que a pesar del tipo de aprovechamiento económico, ese oportunismo que llevaría a cazar cualquier especie o recolectar carroña o vegetales sin una pauta económica concreta pero sí con una predeterminación en la actividad a llevar a cabo, recogería por lo tanto la posibilidad de controlar un ecosistema variado y con más posibilidades para la subsistencia, como el que presenta un esquema costa e interior. Esto haría, por lo tanto, necesario un conocimiento del territorio para lo cual, evidentemente, lo mejor es contar con zonas de visualización desde puntos elevados. Una circunstancia que llevaría a obtener un esquema mental del territorio, e incluso poder establecer puntos de control para la captación de recursos. En el Paleolítico Superior estas conductas se muestran altamente especializadas y consolidadas, por lo que cabría pensar en una cierta evolución en este sentido a partir de las etapas más antiguas del Paleolítico. La segunda cuestión que se podría plantear al respecto, es sí la localización en estos puntos elevados del territorio, más que a una elección concreta y predeterminada, responde a zonas que por sus características han conservado mejor los restos que las zonas bajas. Rotundamente decimos que no a esta última pregunta, por la sencilla razón de que los restos se encuentran en iguales circunstancias en zonas altas y bajas, siendo incluso más frecuente el hallazgo en zonas bajas y a menudo dependiendo de las circunstancias de prospección. Por lo tanto no se puede decir que sean relictos mejor conservados, cuando la actividad agrícola a lo largo de la Historia en Asturias ha ocupado no solo las zonas llanas y bajas sino también las cotas elevadas, y más tratándose de cotas inferiores a los 500 m y con pendientes poco pronunciadas (como es el caso del Santufirme). Esto evidentemente ha hecho que tanto unas zonas como otras se han visto sometidas a la constante acción antrópica, no teniendo por qué estar menos alteradas unas que otras, y más aún cuando la acción reforestadora de época contemporánea ha incidido notablemente en los montes del centro y de la costa asturiana. Al margen, creemos que esta crítica se saldría del planteamiento que estamos desarrollando, ya que el problema sería plantear por qué se ocupan zonas elevadas en lugares donde existen en los alrededores más recursos, como los fluviales y todo lo que de ello se deriva, aparentemente autolimitando el desarrollo de las actividades, y no la frecuencia de hallazgos de unos sitios a otros. Creemos que algunas de estas ocupaciones en zonas elevadas podrían responder a una motivación vertebradora del espacio, funciones previas e indirectas sobre el medio que posibilitan la posterior interacción, y por lo tanto, la explotación de los diferentes recursos de los cuales se pueda disponer, pudiendo así entender que existen ocupaciones de carácter primario y secundario en función del grado de establecimiento de posteriores cadenas operativas durante el Paleolítico antiguo. 4. CONCLUSIONES Los restos documentados en el Picu Santufirme no constituyen un volumen suficiente de información para profundizar en esta interpretación, pero son claramente encuadrables dentro del Paleolítico antiguo. Asumiendo que no se puede asegurar que los restos pertenezcan a un mismo conjunto, y menos a una misma ocupación al hallarse totalmente descontextualizados y carecer de contexto estratigráfico, es obvio que su situación y el hecho de encontrarse en estos lugares, no se puede explicar por circunstancias derivadas de la acción de agentes naturales. La presencia de herramientas líticas en estas zonas elevadas, sin lugar a dudas responde a su traslado hasta allí por parte de los grupos humanos paleolíticos, por lo cual hay que explicar la presencia humana en este tipo de localizaciones. En este aspecto debemos señalar que en Cantabria se ha hecho referencia a la presencia de 12 Nivel Cero

7 INDUSTRIA LÍTICA EN EL PICU SANTUFIRME (LLANERA, ASTURIAS) materiales en zonas elevadas alejadas de la inmediata influencia de cursos fluviales (Montes, 2003), así como en la cuenca del Duero, donde también se han documentado circunstancias similares (Díez Martín, 2000). La existencia de materia prima en la zona y el tratarse de útiles de sencilla elaboración nos hace pensar que pueden pertenecer a cadenas operativas realizadas íntegramente en el mismo lugar (o alrededores) del hallazgo, no con ello queriendo decir que puedan relacionarse entre sí. Por lo que respecta a la situación del hallazgo y las referencias que hemos hecho a cuestiones relacionadas con la territorialidad, podemos decir que la variedad de yacimientos del Paleolítico antiguo, atendiendo a su morfología y no a las condiciones de deposición, es grande. Aquí debemos apuntar que hemos hecho referencia a localizaciones primarias y secundarias no desde el punto de vista del depósito, sino desde el punto de vista de la concepción del asentamiento, refiriéndose a su finalidad y a lo que de ello se deriva. Por lo tanto creemos que las localizaciones de industrias líticas del Paleolítico antiguo en zonas altas no asociadas a terrazas fluviales pueden responder (tal vez entre otras razones) a motivaciones vertebradoras del espacio en un esquema paleolítico concreto como es el del centro de la región asturiana. BIBLIOGRAFÍA ÁLVAREZ ALONSO, D. (2004): Individualización de los métodos de reducción lítica en el Paleolítico antiguo de Bañugues (Gozón, Asturias), Homenaje a Victoria Cabrera Valdés. Espacio, Tiempo y Forma, I (16-17), pp ÁLVAREZ ALONSO, D. (2005): El Paleolítico inferior en el Picu Santufirme (Llanera). Bol. R.I.D.E.A., 166, Oviedo, pp ÁLVAREZ ALONSO, D. (2007): El yacimiento de la Bérbola (Lugo de Llanera, Asturias). Una nueva estación del Paleolítico Inferior en Asturias, Munibe, 58, San Sebastián, pp , ÁLVAREZ ALONSO, D. y ARCA MIGUÉLEZ, Mª. C. (2008): Avance al conocimiento del Paleolítico antiguo de la ría de Avilés. Excavación arqueológica del solar c/ La Cámara, 5 (Avilés, Asturias). Sautuola, XIV, pp DÍEZ MARTÍN, F. (2000): El poblamiento paleolítico en los páramos del Duero, Studia Archaeologica, 90, Universidad de Valladolid. LLOPIS LLADO, N. (1968): Estudio de la región norte de Llanera (Oviedo), Mapa geológico de Asturias ( hoja nº6), Oviedo. MONTES BARQUÍN, R. (2003): El primer poblamiento de la Región cantábrica. El Paleolítico inferior cantábrico, Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira, 18, Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, Madrid. PÉREZ PÉREZ, M. (1975): Los yacimientos prehistóricos de la región de Cabo Peñas, Actas del XIII Congreso Nacional de Arqueología, Zaragoza, pp PÉREZ PÉREZ, M. (2001): Un yacimiento inferopaleolítico en el curso medio del río Tuluergo (Avilés, Asturias), BIDEA, 157, pp RODRÍGUEZ ASENSIO, A. (1977): El conjunto inferopaleolítico del Altu la Mayá (Siero, Asturias), Sautuola, II, pp Nivel Cero RODRÍGUEZ ASENSIO, J. A. (1983): La presencia humana más antigua en Asturias, Oviedo. RODRÍGUEZ ASENSIO, J. A. (2004): Territorios en el Paleolítico antiguo asturiano?, Homenaje al Dr. Emiliano Aguirre. Madrid. RODRIGUEZ ASENSIO, J. A. y NOVAL FONSECA, M. (1998): Gijón antes de Gijón. Breve aproximación a los primeros grupos predadores en la prehistoria asturiana, Gran enciclopedia asturiana, Gijón. 13