2. El 60 % de las compras familiares son para los niños y niñas.

Transcripción

1 EDUCAR PARA CONSUMIR Y VER LA TELEVISIÓN Un reciente estudio internacional, realizado sobre las tendencias y los gustos de los más pequeños en cuanto a los juguetes (que les gustan, que poseen, etc), respaldado por el Instituto de la Pequeña y Mediana Industria y el Instituto Tecnológico del Juguete (AIJU), ha revelado que los niños y niñas actuales son superconsumidores y acceden cada vez antes a las nuevas tecnologías, es decir, a videoconsolas, a ordenadores, etc. Este estudio, realizado con niños y niñas de 6 a 12 años, es decir, que cursan la etapa de Primaria, de siete países europeos (España, Alemania, Inglaterra, Holanda, Francia, Portugal e Italia) revela datos como los siguientes: 1. Los niños y niñas actuales son muy diferentes a los de otras épocas anteriores, que jugaban con algún juguete sencillo sin exigir, ya que son superconsumidores. 2. El 60 % de las compras familiares son para los niños y niñas. 3. Los niños y niñas acceden cada vez a edades más tempranas a las nuevas tecnologías (ya que como sabemos existen juegos de ordenador para bebés y portátiles para los más pequeños). 4. Tanto niños como niñas, sin distinción de sexos acceden a las nuevas tecnologías en edades tempranas. 5. Los niños y niñas españoles siguen siendo, con diferencia, los que más juegan en la calle de todos los europeos. Los estudios, estudios son y los datos, datos son. Pero creo que estos datos nos pueden servir para reflexionar sobre lo que ocurre, sobre lo que nos pasa, o mejor dicho sobre lo que nos sobrepasa y, quizás, sobre lo que vivimos y hacemos vivir a los demás apenas sin darnos cuenta, como sumergidos en una dinámica en espiral en la que unas cosas llevan a otras y quién se atreve a salirse de lo marcado, de lo que se lleva, de lo último!

2 Este estudio internacional revela muchas cosas, quizás todas ya las conocemos, pero sin embargo la primera de ellas es preocupante: los niños y niñas actuales, la sociedad del mañana, son superconsumidores. Puestos a buscar una causa y/o un culpable ante esta situación, los mismos expertos que han realizado el estudio sobre nuestros niños y niñas, afirman que la culpa no es sólo de los padres/madres o tutores legales, ni tampoco de los niños y niñas. Es la sociedad la que crea los estereotipos del consumo. Lo que está claro es que hay situaciones que han pasado a ser normales, como por ejemplo que los niños y niñas tengan de todo (la gran mayoría de las veces sin merecerlo), que sean los que mandan en las casas desde tempranas edades (pequeños dictadores que imponen sus órdenes ), que no tengan referentes y patrones de conducta claros y válidos para responsabilizarse de lo que tienen, que no acepten un no como respuesta, que los adultos que les rodeamos seamos los Reyes Magos durante todo el año, cuando ellos/as lo piden, que estén habituados al quiero eso ahora te lo compro, que no valoren nada de lo que tienen y, sobre todo, que no disfruten con casi nada de lo muchísimo que poseen. Eso es lo realmente preocupante tanto para nosotros, como docentes, como para las familias. Los niños y niñas de hoy día, son un reflejo, más o menos cercano, de los adultos con los que viven y a los que ven. Consumir es una actividad más, una actividad importante, o a la cual vemos importante, casi un modo de ser y estar en nuestra sociedad. Los que han realizado el estudio concluyen que deben fabricar juguetes que ayuden a los niños a mejorar su calidad de vida, a estar más activos, más saludables y relajados juguetes que les diviertan, pero, a la vez, que les permitan mejorar su autoestima y concienciarse con el entorno. Los estudios sociológicos revelan que una de las patologías de la sociedad moderna es la adicción al consumo, todos (o la gran mayoría de nosotros) somos adictos al consumo. Las causas son múltiples. Las consecuencias son comunes y graves. Ojalá, apoyándonos en todo lo nuevo que se inventa y que genere posibilidades, podamos educar a los más pequeños, tanto en los centros educativos como en los hogares, en el uso responsable de lo que se tiene, en el consumo responsable, en la reflexión adecuada para cada circunstancia y edad, en el valor de las cosas, en las consecuencias del modo de vivir (y consumir) que tenemos, en la importancia de respetar tiempos y procesos, en el valor del esfuerzo, en la conciencia y el compromiso con el entorno, especialmente con los que menos tienen. Debemos educar de tal modo que logremos que los niños y niñas, ahora calificados como superconsumidores, pasen a ser niños y niñas en los que se fomente la sobriedad en todos los aspectos de consumo y sean un poco más felices, no por lo que tienen, por lo que compran o por lo que se les compra, sino por lo que son. Nuestro objetivo podría ser educarnos y educar para pasar del consumir para ser normal al ser normal para poder consumir con responsabilidad y conciencia.

3 Para ello habrá que poner al consumo en su sitio, no eliminarlo, ni demonizarlo, pero sí realizarlo en su justa medida y ponerle al servicio de las personas y no las personas a su servicio. En definitiva, la educación en el consumo ayudará a educar a los más pequeños en valores como el beneficio de compartir, el reparto igualitario, el concepto de ahorro, la contención ante los deseos y la capacidad de escucharse a uno mismo y reflexionar sobre sus acciones porque consumir es una actividad ineludible para vivir, pero no se vive para consumir (y menos para malgastar, que es lo que suele hacer la gran mayoría). Tanto nosotros los docentes, como las familias, debemos educar para consumir y ver la televisión de una manera más crítica y racional. El consumo excesivo de televisión también tiene consecuencias sobre la salud del niño. Es responsabilidad de los padres/madres o tutores legales, que el niño/a desarrolle hábitos saludables en cuanto a horas de sueño, alimentación y ejercicio físico, ya que con el uso de ordenadores y videoconsolas, hábitos como la realización de algún deporte han disminuido considerablemente en nuestra población. Uno de los grandes problemas con los que muchas familias se enfrentan a diario es con la cuestión de si dejan o no ver la televisión a sus niños/as más pequeños, qué tipo de programas, en qué horarios, etc., y la respuesta que todos los psicólogos, educadores y demás personas relacionadas con el entorno infantil es un rotundo NO, pero es que acaso es tan malo ver la tele? Si un niño de menos de tres años se expone al televisor sin importar lo que esté viendo, ya sea una película de guerra o dibujos para su edad, el niño/a no entenderá que es lo que está viendo, y para él no dejan de ser imágenes que se mueven, a lo que muchas personas no dan importancia. Sin embargo, el ser expuesto ante la pantalla también influye sobre ciertos aprendizajes como por ejemplo: - actividades psicomotrices que dejan de realizarse - sedentarismo temprano - pasividad - retraso en lenguaje - sobre estimulación - alteraciones del sueño El tiempo que un niño/a pasa frente al televisor, es tiempo que se le resta a actividades importantes, tales como la lectura, tan importante durante toda nuestra vida, no sólo en el periodo de educación obligatoria, el trabajo escolar, el juego, la interacción con la familia y el desarrollo social. Para evitar esto, pienso que los padres/madres o tutores legales del alumnado deberían estar pendientes de lo que sus hijos/as ven en la televisión, e incluso ponerse a ver la televisión con ellos y con una duración estimada de tiempo, indicándoles cuando se enciende y cuando se debe apagar el televisor, aprovechando

4 el tiempo restante para jugar, salir al parque, jugar con los demás niños para relacionarse, leer Más que censurar por completo la televisión y prohibir, hay que lograr que los niños y las niñas hagan un uso beneficioso de ella. Tampoco se trata de prohibir por completo que vean la televisión. Prohibir no es el mejor camino para que la gente haga lo correcto. Todos somos personas racionales que si nos argumentan el por qué no se debe hacer tal cosa, no la haremos porque así lo pensamos, no por el temor a ser castigados. Si es cierto que con un niño/a no puedes razonar las cosas de la misma manera que con un adulto, pero si se lo planteas de distinta manera, con juegos, premios, etc. no tendrás que prohibirle nada. Pero para no llegar a prohibirle ver la televisión a un niño hay que empezar desde el principio a educarle, debemos ser capaces de hacerle ver que ciertos programas no son los más adecuados para él o ella, y que existen más cosas para hacer aparte de ver la televisión, pero, cómo hacemos que nuestros hijos sepan que pueden o que no pueden ver? Es fácil, si queremos que nuestro hijo vea cierta programación podemos dejarle que la vea, pero en el momento en que termine debemos apagarle la TV, no debemos dejarle que tenga él el mando y siempre que sea posible que el niño/a este acompañado mientras ve la tele. Si esto lo hacemos siempre haremos que el niño se meta en una rutina de tal manera que llegara un día que él lo haga solo y sepa diferenciar entre lo que tiene que ver y lo que no, y que sepa cuando tiene que ver la TV y cuando hacer los deberes o jugar. Pero recordar que no solo es el hecho de prohibir o no que vean televisión, también depende de los programas que ustedes vean, el número de horas que dedique su hijo a ver la tele, etc. En nuestras manos está que tenga una mejor infancia.

5 CONCLUSIÓN A través de las actividades realizadas en los centros escolares debemos fomentar la actividad física, para evitar la vida sedentaria que observamos a nuestro alrededor en estos últimos años, lo cual, además de aumentar la población infantil obesa, forma a individuos consumidores. Siempre con la coordinación con las familias debemos trabajar el uso correcto del televisor, durante un tiempo determinado y de contenidos adecuados a la edad del niño/a. Mediante un trabajo conjunto podemos propiciar un consumo responsable, respetuoso con el medioambiente y solidario con los más desfavorecidos ya que la sociedad en la que vivimos nos imprime un ritmo muchas veces desenfrenado de compras y gastos que, de manera inconsciente, realizamos día a día. BIBLIOGRAFÍA Fernández Enguita, M. (2001). Educar en tiempos inciertos. Madrid: Morata. Imbernón, F. (1999). La Educación en el siglo XXI. Los retos del futuro inmediato. Barcelona: Graó. Alvarez N. y otros. (2007). La educación del consumidor en el aula. Barcelona: Graó.