Pulsión, Trieb desvío. Los tres ensayos (1905)(cap. II) Sobre las trasposiciones de la pulsión y en particular del erotismo anal (1917)

Transcripción

1 Pulsión, Trieb desvío. Los tres ensayos (1905)(cap. II) Sobre las trasposiciones de la pulsión y en particular del erotismo anal (1917) La pulsión, el Trieb, es una noción temprana en la obra de Freud. En los Tres ensayos 1 aparece ya como concepto, articulado a otros conceptos, constituyendo la teoría sobre la sexualidad, que le había dicho a Fliess, que estaba buscando. De la dificultad de la tarea dan cuenta la cantidad de modificaciones y añadidos que Freud fue haciendo en este texto en las distintas ediciones, desde 1905 hasta En 1923 hace un giro, cuando escribe La organización genital infantil donde habla de primado del falo a partir del momento en que se despliega el Edipo. Desde ese momento ya no podemos hablar de sexualidad, de esa sexualidad organizada por las pulsiones, sino de primacía fálica, de las pulsiones resignificadas por el falo. A esa organización sexual Lacan ya no la llama sexualidad sino sexuación. Tenemos entonces: - un primer tiempo de sexualidad pulsional, en el que describe al niño como perverso polimorfo, con un cuerpo que, en lo sexual, sigue fragmentado; como un sujeto que se satisface mediante las diversas zonas erógenas, en el que conviven las distintas pulsiones parciales - y el 2º tiempo, que se produce a partir del narcisismo, en que se despliega el Edipo bajo la primacía del falo. Las pulsiones no desparecen en esta nueva organización, sino que, en el dicho de Lacan, son resignificadas por el falo. Lo que Freud describe en los Tres ensayos es ese tiempo de sexualidad perversa polimorfa; por eso habla de las pulsiones oral, anal, de apoderamiento y de mirar, considerándolas pregenitales y parciales. Esa sexualidad perversa polimorfa es la propia de los perversos y de los niños; en el caso de los perversos se trata de llegar a la culminación del placer sexual tomando sólo uno de los componentes del juego sexual preliminar del acto sexual, en el caso de los niños conviven indistintamente cualquiera de esos componentes. En la medida que las pulsiones dejan fijaciones reprimidas, la sexualidad perversa se mantiene en el Inconsciente como fantasías, que retornan en los síntomas; de modo, dice Freud, que los síntomas son la práctica sexual de los neuróticos. Como veíamos en la clase anterior, esas fantasías son las teorías sexuales infantiles que el niño construye a partir de las respuestas que encuentra leyendo la realidad para responderse a preguntas complejas para las que no tiene la información necesaria. En el adulto, esas fantasías perviven en el Inconsciente, porque la información consciente no las alcanza; en la mayoría de los casos sólo el análisis las cuestiona. 1 Freud, S.: Tres ensayos de teoría sexual 1905 A.E. T.VII 1

2 Freud describe el desarrollo sexual del niño como el descubrimiento del placer en cada zona por apuntalamiento: la boca en la alimentación, el ano en el control de esfínteres, la piel en el baño, la mirada en la curiosidad Luego la búsqueda de la repetición de la vivencia de satisfacción lleva a la masturbación centrada en cada zona. Por eso habla de onanismo del lactante, que se irá desplazando hasta el onanismo genital, que se interrumpe en el periodo de latencia, hasta que reaparece con la pubertad, aunque el sujeto viva esta reaparición como un descubrimiento. Aquí, aunque Freud no lo nombra, vuelve a estar presente el deseo, en esa nostalgia de la vivencia de satisfacción. Como veíamos, la etapa oral surge por apuntalamiento en la necesidad de alimento, que genera una respuesta inespecífica, que el adulto tiene que leer como demanda, y responde con otra demanda. En cuanto a la analidad, Freud dice que surge también por apuntalamiento, pero hemos visto con Lacan que la demanda es originalmente sólo del Otro, lo que implica una diferencia importante. Sin embargo, aunque Freud no señala esa diferencia, en un texto posterior 2, trabaja los desplazamientos de los rasgos anales de un modo que permite leer la diferencia entre oralidad y analidad, porque orden, limpieza y ahorro son virtudes que surgen en el sujeto por la exigencia educativa del Otro, que el niño lee correctamente como una demanda y obedece por amor. Después de las pulsiones anales (analidad propiamente dicha y apoderamiento) Freud trabaja en los Tres ensayos, en un apartado añadido en 1915, la curiosidad, lo que llama la pulsión de saber. Freud dice que no puede considerarse entre las pulsiones elementales, sino que su acción corresponde a una manera sublimada del apoderamiento y que trabaja con el placer de mirar 3. Vemos que Freud no escribe aquí sobre una pulsión de mirar, sino de saber, y dice que no es una pulsión elemental, Lacan dirá que no sólo no es una pulsión elemental sino que no hay pulsión de saber, que el ser hablante no quiere saber, en cada estructura clínica a su manera: represión, renegación y forclusión, respectivamente. Respecto a la asociación del saber con el apoderamiento, pienso que hay que referirla a la pulsión escoptofílica, al mirar en general, y que Lacan toma esta asociación cuando habla de culminar su posición como deseo, mediante la categoría de la potencia. Lo primero que Freud plantea es que es la amenaza de la llegada de un hermanito lo que vuelve al pequeño sujeto reflexivo y penetrante, pero luego 2 Freud, S.: Sobre las trasposiciones de la pulsión y en particular del erotismo anal (1917) A.E. T.XVII 3 Freud, S.: Tres ensayos para una teoría sexual A.E.TVII pg.177 (traducción corregida a partir del alemán: Drei Abhandlungen G.W., Ed. S. Fischer T.V pg. 95.) Freud no habla de pulsión de ver, como aparece en la traducción, sino de placer de mirar. 2

3 descubre que es la diferencia sexual anatómica lo que llena de curiosidad al niño, y, a partir de ahí, trata de averiguar qué pasa y por qué. El niño de entrada da por supuesto que todos los sujetos son genitalmente iguales a él, no tendría por qué pensar otra cosa; es cuando descubre la diferencia cuando se pone a reflexionar sobre la cuestión. El varón construye una primera teoría que es que no hay diferencia, que vió mal, que a nadie le puede faltar un pedazo, y menos ese. Ese pene universal que no puede faltarle a nadie, y menos que nadie a la madre, es el falo; es la teoría de la presencia universal del falo, ese que en realidad no tiene nadie. En cambio la niña no duda, puede pensar que le crecerá durante un tiempo, pero luego será el deseo de pene, deseo propiamente femenino, lo que desencadenará el Edipo propiamente femenino. A partir de ahí surge la teoría de la amenaza de castración en los varones, y la envidia del pene en las niñas, y con eso los distintos recorridos edípicos de uno y otra, que ya veremos. En cuanto a la pulsión escoptofílica, que es lo que nos interesa ahora, lo que está claro es que el mirar se erotiza. Freud trabaja esta pulsión, casi exclusivamente como perversiones exhibicionista y voyerista; tenemos que recurrir a Lacan para trabajarla un poco más. Para encontrar la pulsión de mirar en Freud tenemos que esperar a donde trabaja los modos del verbo: activo, reflexivo y pasivo: mirar, mirarse, ser mirado, para explicar la génesis del exhibicionismo y el voyerismo. Hay que tener en cuenta que en este momento y ha escrito La introducción del Narcisismo, con lo que estamos ya en la 2ª teoría pulsional, ya no se trata de pulsiones de autoconservación vs. pulsiones sexuales, sino de pulsiones narcisistas vs. pulsiones objetales. Lo que está claro es que esta pulsión no surge por apuntalamiento en una necesidad, y no depende de la demanda, por lo que Freud no puede trabajarlas como las otras; Lacan nos dice que depende del deseo al Otro, como decía que la pulsión oral depende de la demanda al Otro. Lacan señala la importancia de la mirada ya en el Estadío del espejo, de modo que la constitución del sujeto depende de ella; y en el apólogo de los 3 prisioneros vuelve a aparecer la mirada como necesaria para que un sujeto sepa quien es respecto a los otros. (A pesar que este cuento existe en otra versión sin concurso de la vista, Lacan elige la que elige.) Por supuesto la mirada, la visión de la diferencia es fundamental para el desencadenamiento del Edipo, y además Lacan subraya que Edipo se quita los ojos como castigo a su crimen. Luego, tanto en el seminario 11 como en el 13, hace un largo recorrido por la geometría proyectiva para tratar de trabajar esta pulsión, pero no veo que llegue a concluir nada; donde más he encontrado es el seminario sobre la angustia. Veamos ahora la teoría freudiana general sobre las pulsiones. 4 Freud, S.: Pulsiones y destinos de pulsión A.E.T. XIV pg.125 3

4 Aunque Freud define el Trieb como un concepto límite entre lo biológico y lo psíquico, la descripción de sus cuatro componentes fuente, fuerza, objeto y metapermiten distinguir nítidamente la sexualidad pulsional, es decir humana, del sexo instintivo del resto de los mamíferos. En los instintos: la fuente es un proceso fisiológico, la fuerza es discontinua al ritmo de las necesidades, el objeto está prefigurado y es fijo, y la meta es la supervivencia del individuo y la especie. La sexualidad humana, carente de instintos, es polimorfa y perversa, pervertida por el lenguaje, por el Otro cuyos manejos son necesariamente traumáticos. En la sexualidad pulsional: La fuente (Quelle) es una excitación en la mucosa de un agujero corporal, al que llamamos zona erógena; zonas erógenas que serán susceptibles de ser abordadas topológicamente. La fuerza (Drang) es constante, a diferencia de la discontinua y rítmica producida por estímulos puramente somáticos. El objeto (Objekt) sexual aparece de entrada como la persona desde la que parte la atracción sexual. Pero pronto se demostrará enormemente desplazable, como el componente más cambiante de la pulsión, que no se trata de reencontrar sino de reconocer. La meta (Ziel) es la acción hacia la que fuerza la pulsión, para cancelar el estímulo, y que consistirá en la búsqueda de la satisfacción, y no en un proceso programado para la especie. De modo, que aunque Freud dice que la pulsión es una noción entre lo somático y lo psíquico, la plantea como un proceso de lenguaje: No podemos aludir sino a una moción pulsional cuya representancia de la representación (Vorstellungsrepräsentz) es inconsciente, pues otra cosa no puede considerarse. 5 Este proceso de lenguaje desvía al cuerpo de su funcionamiento biológico, al punto que se rige más por la gramática que por las leyes de la biología. La pulsión, dice Lacan, es el montaje a través del que la sexualidad participa en la vida psíquica, y de una manera que tiene que conformarse con la estructura de hiancia característica del Inconsciente. 6 Es decir que los orificios corporales, que son la sede fundamental de los intercambios con el Otro, resultan erotizados en ese intercambio, e incorporados, convertidos en cuerpo humano, por la palabra. El lenguaje desvía al cuerpo haciéndolo pasar por el desfiladero del significante y haciéndolo funcionar según sus leyes, que son las del inconsciente, estructurado como un lenguaje, y no según las leyes de la biología. Entonces, no hay nada evolutivo en el paso de una pulsión a la siguiente, sino la intervención del Otro y su palabra. 5 Freud: Lo inconsciente 1915 A.E. T XIV pg. 173 (traducción corregida a partir del alemán: Das Unbewusste G.W., Ed. S. Fischer T.X pg. 276) 6 Lacan, J.: Seminario, libro 11 Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis pg Ed. Paidos 4

5 La demanda, el lenguaje convierte al cuerpo en otra cosa que un mamífero, subvierte las necesidades, de ahí que la buena traducción de Trieb sea desviación; la demanda marca el cuerpo y lo convierte en algo que habla, que habla en silencio, es decir que escribe. En el sem. 23 El síntoma Lacan da una última definición de pulsión: La pulsión es un eco en el cuerpo de que hay un decir, y que ese cuerpo resuena con él, consuena. En el intervalo entre las definiciones anteriores y ésta, Lacan ha dicho by by a la biología, ha encontrado la materialidad del lenguaje como fundamento del aparato psíquico. Con ello hemos pasado del fundamento biológico, que Freud esperaba que la ciencia encontrase, al fundamento en la palabra, para el psiquismo; se trata de una inversión: de los estímulos del cuerpo como fuente de la pulsión, que necesitan de las representaciones para estar presentes en el aparato psíquico, como planteaba Freud, a la pulsión como efecto del decir que produce un eco en el cuerpo. Angeles Moltó 5