SALVAR LA BIODIVERSIDAD 10 objetivos para detener la perdida de biodiversidad antes de 2010 CUENTA ATRÁS SALVAR LA BIODIVERSIDAD
CUENTA ATRÁS Cuenta atrás SALVAR LA BIODIVERSIDAD En las últimas décadas prácticamente todos los ecosistemas de la Tierra han sufrido una transformación drástica debido a las actividades del ser humano. La tendencia a convertir los diferentes territorios en explotaciones agrícolas, zonas urbanas o espacios industriales es creciente y no parece que, de momento, se esté ralentizando. Uno de los efectos más graves del deterioro ambiental ligado a las transformaciones de los ecosistemas es la pérdida actual de biodiversidad, más rápida que en ningún otro momento de la historia. Muchas poblaciones de plantas y animales han disminuido en número y en extensión geográfica, o ambas cosas. Aunque la extinción de especies forma parte natural de la historia de la Tierra, la actividad del ser humano ha aumentado su ritmo en, al menos, 100 veces en comparación con el ritmo natural. En este escenario, se puede considerar que el planeta atraviesa una crisis global de extinción de especies. Este manual, que forma parte de la campaña desarrollada por Ecologistas en Acción a favor de la iniciativa Cuenta Atrás 2010, pretende establecer las principales medidas que deben adoptar las diferentes administraciones del Estado español para lograr lo antes posible el objetivo de frenar la perdida de biodiversidad. La alianza Cuenta Atrás 2010 tiene el objetivo de detener la pérdida de la biodiversidad antes del 2010, objetivo que ha sido asumido por el Convenio sobre la Diversidad Biológica, los Jefes del Estado de la UE en el Consejo Europeo de Gotemburgo, el Ministerio de Medio Ambiente y varias administraciones regionales y locales del Estado español. Aunque es poco probable que se consiga frenar la pérdida global de biodiversidad de aquí a 2010, Ecologistas en Acción considera que si todos, especialmente las administraciones competentes, tomamos las medidas oportunas, podemos frenar el ritmo de pérdida de biodiversidad. Noviembre 2006 Fotos: Ecologistas en Acción Marqués de Leganés, 12-28004 Madrid Tel. 915312389, Fax: 915312611 naturaleza@ecologistasenaccion.org www.ecologistasenaccion.org/cuentaatras2010
Biodiversidad La biodiversidad es el conjunto que forman la variedad de poblaciones y especies diferenciadas genéticamente que habitan en el planeta y el entramado de relaciones que se establecen entre ellas. Desempeñando un papel fundamental en el funcionamiento de los ecosistemas y en los imprescindibles beneficios que éstos proporcionan a la especie humana y al resto del mundo vivo. La pérdida de biodiversidad tiene efectos negativos sobre el bienestar humano, la seguridad alimentaria, la vulnerabilidad ante desastres naturales, la seguridad energética y el acceso al agua limpia y a las materias primas. Cuando se altera el entorno para superar los límites de uno de los servicios que prestan los ecosistemas, su acción suele acarrear también cambios al resto de estos servicios. Por ejemplo, las medidas para aumentar la producción de alimentos en la agricultura suelen traducirse en menos y peor agua disponible para otros usos. Los principales factores que desencadenan la pérdida de biodiversidad son la modificación del hábitat, la introducción y propagación de especies exóticas invasoras, la sobreexplotación de los recursos naturales, la contaminación, los monocultivos intensivos, la deforestación, la alteración de los ciclos hidrológicos, la concentración de poder en los mercados de las semillas y de la producción de alimentos y los cultivos de organismos genéticamente modificados. Pero además, el cambio climático están teniendo ya repercusiones importantes sobre la biodiversidad y los ecosistemas del mundo. A medida que se intensifique, se espera que los efectos negativos se agraven, provocando la extinción de especies, la alteración de hábitats, la reducción de las poblaciones, etc. El Estado español, el país con mayor biodiversidad del continente europeo, no es ajeno a esta situación, y en los últimos cien años se han extinguido, al menos, 17 especies y subespecies de animales y 24 especies vegetales, 15 de las cuales eran endemismos. Por ejemplo, en el año 2000 se confirmó la extinción del bucardo, una subespecie de cabra hispánica propia del Pirineo. De las 582 especies de vertebrados presentes en España en 2003, 136 especies se encontraban con algún grado de amenaza (24% del total), de las cuales un 17% son mamíferos, un 28% aves, un 22% anfibios y reptiles y un 15% peces continentales. De entre los mamíferos amenazados destacan especies tan importantes como el lince ibérico o el oso pardo, ambos en peligro crítico de extinción. Entre las aves, el águila imperial ibérica se encuentra también en peligro crítico. Actualmente un tercio de las especies declaradas amenazadas o en peligro de extinción presentan poblaciones en declive, y únicamente el 10% de dichas especies ha experimentado una mejoría en los últimos años. Aunque la normativa española establece la obligación de realizar planes de acción (incluye los planes de conservación y los de recuperación) para la totalidad de las especies amenazadas, las administraciones autonómicas solo han elaborado un 12%.
1. Lograr un adecuado estado de conservación de especies y espacios naturales Ante el proceso rápido y sin precedentes de pérdida de biodiversidad y las dificultades para frenar la reducción de las poblaciones de especies en peligro de extinción es necesario intensificar los esfuerzos para evitar el deterioro del hábitat, para frenar las introducciones de especies exóticas y para reducir las causas de mortalidad no natural. Es especialmente importante lograr que las administraciones competentes elaboren los planes de recuperación y de conservación de especies amenazadas, así como los planes de gestión de los espacios naturales protegidos. Por ello las principales medidas a adoptar son: Aplicar la Estrategia Española para la Conservación y el Uso Sostenible de la Diversidad Biológica, incluyendo la elaboración de sus correspondientes planes sectoriales. Elaboración y aplicación de los planes de recuperación y de conservación de todas las especies incluidas en los Catálogos de Especies Amenazadas y de los planes de uso y gestión en los espacios naturales protegidos. Culminar el proceso de creación de la Red Natura 2000, incluyendo la elaboración de un Plan Nacional de Seguimiento y Vigilancia de la red Natura 2000, la elaboración de los planes de gestión y la declaración de las Zonas de Especial Conservación. 2. Reducir las emisiones responsables del cambio climático El enorme crecimiento de la emisión de gases de efecto invernadero (principalmente de dióxido de carbono, CO 2 ) está provocando el aumento de la temperatura terrestre y dando lugar a una alteración sin precedentes del clima que amenaza, entre otras, las zonas costeras (por la subida del nivel del mar), los ecosistemas naturales, así como la disponibilidad de alimentos y de agua. Se trata de un problema que afecta a servicios de los ecosistemas imprescindibles para que el conjunto de los seres vivos pueda seguir viviendo. Por ello es necesario y urgente reducir la emisión de gases invernadero, estableciendo objetivos concretos y cuantificables. El Estado español es uno de los territorios más afectados de Europa por el cambio climático, pero también es el mayor incumplidor de los compromisos en este sentido. Es, por tanto, urgente e imprescindible actuar en las siguientes líneas: Cumplimiento de los compromisos de España en el Protocolo de Kioto, reduciendo las emisiones y modificando las políticas sectoriales, especialmente la energética y de transporte. Liderazgo del Gobierno español en las negociaciones en la UE para la reducción en un 30% de sus emisiones de gases de efecto invernadero para el año 2020 con respecto a 1990. Adoptar medidas de gestión en los espacios naturales más amenazados por el cambio climático para minimizar su efectos.
3. Reducir las necesidades de movilidad 4. Reducir el consumo energético y potenciar las energías limpias El actual modelo de transporte de mercancías y de personas no se puede sostener. Es un factor fundamental en el deterioro del medio ambiente que incide directamente en la destrucción de los hábitats, aumento de la contaminación atmosférica y acústica, ocupación del espacio, compartimentación del territorio, emisiones de gases invernadero, mortalidad de fauna por colisión... Por ello, es imprescindible apostar por un nuevo modelo de transporte que abandone la construcción de grandes infraestructuras, como autovías, autopistas, trenes de alta velocidad, aeropuertos y puertos, y fomente la recuperación y mejora del ferrocarril convencional, el transporte público y los medios no motorizados. Es, por tanto, necesario: Establecer un nuevo modelo de transporte encaminado a reducir las necesidades de movilidad motorizada. Mejorar la accesibilidad y favorecer los modos de transporte no motorizados y el transporte público colectivo. Reducir progresivamente el transporte por carretera y aéreo, mediante una moratoria a la construcción de infraestructuras, seguida de la deconstrucción de algunas de las existentes (pasos elevados o subterráneos, nudos de transporte...). Abandonar la alta velocidad ferroviaria y mejorar servicios, líneas y velocidad del ferrocarril convencional. Aplicar medidas para minimizar el efecto barrera y el riesgo de colisión en todas las carreteras. Hacer recaer sobre cada medio de transporte los costes reales que genera tanto a la sociedad como el medio ambiente. El factor energético es fundamental en el análisis de las causas de la contaminación, a escala local (contaminación urbana), regional (lluvias ácidas) y global (efecto invernadero). El uso de energías fósiles (carbón, petróleo, gas...) desequilibra el clima del planeta, y la generación de residuos nucleares hipoteca nuestro futuro. Además, se trata de energías no renovables que actualmente se usan como si fuesen a durar siempre. Una política energética sostenible debe basarse en el ahorro y eficiencia, en reducir nuestra dependencia de los combustibles fósiles, así como en el desarrollo de las energías renovables. Lograr para 2010 una reducción del 20% del consumo energético y un aumento de hasta un 25% de las energías renovables en el suministro de energía primaria. Cerrar las centrales nucleares, penalizar el uso de los combustibles fósiles e incentivar el uso de energías limpias. Crear compañías públicas de fomento del ahorro energético a escala estatal y autonómica. Avanzar hacia un modelo descentralizado en el que producción, consumo e impacto provocado por el uso de la energía queden concentrados localmente.
5. Frenar la globalización económica La globalización de la economía, en la que participan las administraciones y empresas españolas, está provocando gravísimas consecuencias ambientales y sociales en todo el planeta. El desarrollo económico, basado en un crecimiento ilimitado, conduce a una explotación irracional de los recursos naturales y provoca la destrucción de los ecosistemas, el deterioro ambiental y social, la privatización de los recursos genéticos y de los conocimientos tradicionales. La política económica española no debe considerar desarrollo aquello que impacta negativamente sobre la biodiversidad, el equilibrio de los ecosistemas, y el bienestar de las personas, entendiendo éste como algo diferente a la capacidad de consumir. Abolir la deuda externa y reconocer la deuda ecológica que los países del Norte tienen contraída con los del Sur. Aplicar la normativa española, especialmente la Ley de Responsabilidad Ambiental, a las empresas españolas que trabajan en otros países. Revisar la política española de cooperación para minimizar el impacto de las actuaciones sobre los pueblos y ecosistemas del planeta. Apostar por un modelo comercial que incentive los intercambios en clave de cercanía y el consumo de bienes y servicios producidos localmente y que incorpore los costes ambientales y sociales de la larga distancia. Retirada del Gobierno español de megaproyectos que suponen un grave atentado no sólo a la diversidad biológica sino también a los derechos de los pobladores indígenas. Abandono por parte del Gobierno español de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y rechazo a las medidas de potenciación del libre comercio, estableciendo estrictas restricciones al comercio de especies silvestres. 6. Adaptar la pesca a los recursos diponibles Nuestros océanos y mares están sufriendo sobreexplotación, debido especialmente a la presión pesquera, que genera un grave impacto sobre la biodiversidad marina. Aunque es evidente la disminución de las capturas, no se advierte signos de moderación en el sector pesquero. Es urgente adaptar la presión pesquera a los recursos disponibles, garantizando su sostenibilidad, promoviendo nueva legislación que ordene su gestión y explotación. Reducción drástica de las pesca hasta convertirla en una práctica sostenible, condicionando la explotación de los caladeros a la conservación de los ecosistemas marinos. Creación de reservas pesqueras y potenciación de las áreas marinas de la Red Natura 2000, elaborando planes de gestión que incluyan una adecuada gestión de la presión pesquera. Controlar que todas las artes de pesca que se utilicen sean selectivas, eliminando todas aquellas artes en el que las capturas accidentales, descartes e impacto sobre los fondos marinos, flora o fauna tenga un impacto irreversible.
7. Compatibilizar agricultura con biodiversidad La liberalización del comercio agroalimentario y la Política Agraria Comunitaria (PAC), diseñadas para incrementar la producción, han sido responsables del desacoplamiento de la gestión agroganadera, incrementando los impactos ambientales y deteriorando el medio rural, especialmente debido al uso de agro-químicos, al uso insostenible del agua, el monocultivo, roturación de terrenos forestales y sobrepastoreo... Además, se ha producido una constante pérdida de razas ganaderas y de variedades agrícolas. Por todo ello es necesario modificar la política agraria para hacer compatible la agricultura con la conservación de la naturaleza, modificando el actual reparto de subsidios, potenciando las explotaciones extensivas, generalizando adecuadas medidas agroambientales y desarrollando estrategias de desarrollo rural. Reforma de la política agraria, para que el mantenimiento del medio ambiente, de los recursos naturales y del empleo en el mundo rural sean realmente sus objetivos prioritarios. Reducción drástica del uso de químicos (fertilizantes, pesticidas...) para lograr en 2010 una reducción del 20%. Incorporación del balance energético de los cultivos como criterio para conceder subvenciones y otorgar permisos. Prohibición de organismos genéticamente modificados. Apoyo a las pequeñas explotaciones agropecuarias y retirada de las subvenciones a las grandes explotaciones de monocultivos. Apoyo decidido a la agricultura ecológica y a su comercialización, así como a la recuperación y promoción de semillas autóctonas. Reducción del consumo de agua y moratoria para nuevos regadíos. 8. Frenar el crecimiento urbanístico El masivo, desaforado y especulativo proceso de cementación del territorio supone la destrucción de los espacios naturales. El ritmo irracional de construcción de viviendas es varias veces superior al crecimiento de la población. La concentración de la población en las ciudades, cada vez más grandes, provocan que estas se conviertan en enormes sumideros de recursos cuya reincorporación a los ciclos vitales se hace muy complicada. Para frenar el crecimiento urbanístico es necesaria una nueva ordenación del territorio, que impida la especulación del suelo y proteja efectivamente las costas y las montañas, así como los espacios naturales y agrícolas de la especulación. Implantar planes de ordenación urbana que reduzcan la urbanización difusa y que favorezcan la concentración de usos en barrios compactos, donde los ciudadanos puedan acceder a los diferentes servicios a pie, en bici o en transporte colectivo. Protección del suelo incluido en la Red Natura 2000, para que no pueda ser clasificado como urbanizable. Los núcleos urbanos incluidos en estas zonas deberán limitar su desarrollo urbanístico, aproximadamente, al crecimiento vegetativo. Implantar medidas tendentes a favorecer el acceso a la vivienda y la ocupación del patrimonio ya construido, como nuevos impuestos sobre viviendas vacías, estímulos fiscales al alquiler de viviendas, compra de inmuebles por las administraciones, etc. Eliminación de las ayudas fiscales a la compra de propiedades inmobiliarias, especialmente cuando no sean primera residencia.
9. Gestión de los recursos hídricos Durante décadas la política hidrológica se ha basado en la construcción de infraestructuras, especialmente embalses y trasvases, generando graves afecciones ambientales, para incrementar los recursos disponibles mediante obras de regulación. Frenar la pérdida de biodiversidad requiere una política hidráulica que tenga como ejes la gestión ecológica de la demanda, y no el aumento de la oferta, y una adecuada conservación de los ecosistemas acuáticos. Garantizar la calidad del agua y satisfacer la demanda ambiental en las cuencas, con especial protección ambiental del dominio público hidráulico y la conservación de los ecosistemas de ribera. Realización del deslinde del dominio público hidráulico, así como de un programa de restauración ecológico-forestal, encaminado a la recuperación de la vegetación de ribera y revegetación de laderas con especies autóctonas. Abandonar la construcción de grandes embalses y trasvases, y de la construcción de encauzamientos de hormigón de escasa eficacia frente a riadas y avalanchas de agua. Medidas económicas y sociales para incentivar el ahorro y penalizar el derroche o mal uso del agua, incluyendo una modulación racional de los precios que evite efectos regresivos sobre los sectores más desprotegidos de la población e impulse prácticas agrícolas más ecológicas y adaptadas a nuestro clima. Evitar la sobreexplotación de las aguas subterráneas, adecuando su explotación a la capacidad de recarga y recuperación de los acuíferos. 10. Educar para la sostenibilidad La publicidad y la mercadotecnia verde de empresas y administraciones crean una ficción y la gente termina creyendo que es posible compatibilizar el crecimiento económico ilimitado con la conservación de los espacios naturales y la biodiversidad. La sostenibilidad requiere un proceso educativo que permita comprender la realidad de otro modo, que distinga crecimiento ilimitado de progreso, que muestre la autolimitación y el respeto de los ciclos como un ineludible tránsito hacia un futuro sostenible. Para avanzar en este camino es preciso: Incorporar en las propuestas curriculares de la educación formal, en todos sus ciclos, módulos de economía ecológica que sitúen la natural dependencia que los sistemas económicos humanos tienen de los flujos de materiales y energía en el planeta Desarrollar pautas para la elaboración de materiales y libros de texto que muestren de forma integral las relaciones que existen entre economía, sociedad, biodiversidad, ecología, etc. Incorporar en los programas una visión crítica de la tecnología, que analice pros y contras de los supuestos adelantos y incorpore como criterio básico el principio de precaución. Incorporar en los programas educativos reflexiones sobre las necesidades humanas y las diferentes maneras de resolverlas, de manera que sea posible comprender cómo el consumo irracional no sólo no es fuente de bienestar real, sino que imposibilita el futuro.
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