JAPÓN, CAZADORES DE BALLENAS Uno de los peores ejemplos de explotación de la naturaleza en la historia de la humanidad es la caza de ballenas. Esta actividad data de hace cientos, incluso miles, de años. Al principio, algunas eran capaces de escapar de los balleneros gracias a su velocidad, (como por ejemplo, la gran ballena azul), pero las cosas cambiaron en el siglo XX, cuando la tasa de muertes comenzó a ascender, hasta el punto que muchas especies se quedaron a un paso de la extinción, o fueron reducidas a la denominada "extinción comercial" (es decir, demasiado raras como para que valga la pena cazarlas). Y esto en tan solo medio siglo! La construcción de barcos más potentes, grandes, y con mayor capacidad de carga llevó a la búsqueda de su presa hasta la Antártida. A partir de 1968 comenzó la caza moderna, que consistió en la introducción de métodos de caza tan salvajes como la "arpón cañón", disparada directamente desde el barco, o el "arpón explosivo", que explota una vez insertado dentro del cuerpo de la ballena. Japoneses y Noruegos primero matan al ballenato, las ballenas adultas lo rodean, y es en ese instante cuando disparan sus arpones y producen la matanza. En las costas de Japón, estos avances tecnológicos generaron un incremento considerable en el número de ejemplares cazados. Primero fue la ballena azul: 243 cazadas en 1911, y ya "sólo" 21 fueron las que se pudieron encontrar y matar en 1934. Para los años treinta, las aguas del Atlántico ya se habían convertido en un gran campo de batalla internacional, en el que los países incluso competían (Reino Unido, EEUU, Argentina, Noruega, Japón, y un largo etcétera). Tal fue la devastación, que fue necesaria la creación de la Comisión Ballenera Internacional (CBI) en 1946, para garantizar zonas de reserva para las ballenas. Así, primero surgió el Santuario, que cubría un cuarto del Océano Antártico, pero sólo duró nueve años. En 1965, la CBI prohibió definitivamente la caza de la ballena azul en el Antártico, pero los balleneros respondieron de dos formas: cazando especies de menor tamaño, o haciendo trampas. La CBI repartió cuotas a los países miembros, pero éstas siempre fueron muy elevadas, lo que llevó a la disminución de las poblaciones en muy poco tiempo. Cuando la ballena azul se hizo demasiado difícil de encontrar, los balleneros se pasaron a la siguiente especie de menor tamaño, el rorcual común; después al rorcual boreal; y después al rorcual aliblanco. La Comisión está abierta tanto a países a favor como a países en contra de la caza. Éstos últimos fueron añadiendo miembros hasta que la CBI se convirtió prácticamente en una organización conservacionista; y como resultado, en 1982, se acordó una moratoria definitiva en contra de la caza comercial que comenzó a ser efectiva a partir de 1986. No obstante, la CBI dejó varios flecos sin atar: primero, el acuerdo de la moratoria es voluntario, de manera que cualquier país puede oponerse a ello y no tener que obedecer las normas que imponga; segundo, existen excepciones para la caza llevada a cabo por aborígenes, (los esquimales americanos aún pueden cazar algunas especies, como la ballena gris); y tercer punto, la caza letal para la "investigación científica" todavía está permitida. Cada vez un número mayor de países de la CBI votan a favor de la reanudación de la caza de ballenas. Entre las nuevas incorporaciones están Benin, Gabón, Tuvalu, y Nauru, los
cuales han sido reclutados por el gobierno japonés y votan bajo lo que la Agencia Pesquera de Japón denomina un programa de consolidación de votos. Japón ha continuado sus actividades a pesar de la presión internacional que recibe para formar parte de la moratoria. Los grupos japoneses se han inventado excusas para continuar con la caza. Según ellos, lo primero es la Ciencia, basándose en la necesidad de tomar todas las medidas posibles y reunir cuantos más datos mejor para así poder realizar una actividad comercial sostenible. En segundo lugar, destacan su cultura, ya que la caza de ballenas cuenta con un amplio historial y la carne de ballena es de gran importancia en su dieta. Y el último punto, y quizás el más absurdo de todos, es que las ballenas comen demasiado pescado, y ponen en peligro los stocks. Bien, argumentemos estos tres puntos (o estas tres excusas...): CIENCIA En cuanto a la "Ciencia", en Japón existe una organización no gubernamental llamada "Cetacean Research", la cual recibe permiso del gobierno para realizar investigación científica en el Océano Antártico. Sin embargo, la cosa no acaba aquí; una vez que la "ciencia" termina (después de la captura y matanza para hacer una serie de medidas), las ballenas son troceadas y empaquetadas para ser distribuidas a los mercados, al gobierno local, e incluso a los comedores de las escuelas. Según el gobierno neozelandés, bajo el programa que se está planeando ahora en el Océano Antártico, conocido como JARPA II, Japón doblará el número de ballenas cazadas en los próximos dos años, tanto dentro del Santuario como fuera de aguas territoriales japonesas. Científicos de renombre de Nueva Zelanda afirman que esta "caza científica" que propone Japón carece totalmente de credibilidad científica. Es más, se ha demostrado que existen métodos alternativos de medida no letales, como el análisis de muestras de biopsias, que revelan la cantidad de grasa o la tasa reproductora, y el análisis de heces, que ofrece información sobre la dieta alimenticia de las ballenas. Hay que comprender que las ballenas no son peces, sino mamíferos; no producen miles de huevos, sino que producen una cría cada uno o dos años, y ésta permanece al cuidado de los progenitores durante un tiempo. Esto significa que su recuperación de la sobreexplotación es muy lenta.
CULTURA Respecto a la cultura culinaria, en realidad son pocos los japoneses que realmente comen carne de ballena. En una encuesta realizada en 2002 por un periódico japonés, sólo el 4% de la población come regularmente ballena, y el 33% nunca la ha comido. Si aún queda algo de tradición, ésta se encuentra relegada a la población costera. Sin embargo, según los japoneses, la protección de todas las ballenas va en contra de sus valores culturales, ya que desde hace cientos de años, su carne ha formado parte de su dieta. Biólogos marinos han tomado muestras de la carne recientemente. La única carne que se hubiera podido vender de forma legal es la de rorcual aliblanco. Y cómo no, los tests de ADN han confirmado que parte de la carne examinada procede de ballena azul, yubarta, rorcual común, e incluso de delfín. Las muestras también se analizaron para determinar el grado de contaminación, y se detectaron niveles importantes de mercurio, residuos tóxicos, insecticidas organoclorados como los PCBs (policlorodifenilos), y DDT, los cuales son muy peligrosos para la consumición humana, ya que son productos bioacumulables. Es más, se sabe que los organoclorados dañan el desarrollo infantil y tienen un efecto negativo en la reproducción. Para que se les permita la caza, los japoneses afirman que sólo cazarían aquellas especies abundantes, y que las especies raras serían protegidas. Pero los resultados obtenidos demuestran que la caza legal podría servir de tapadera para la venta de carne ilegal. Una propuesta de Noruega, (otro país ballenero), es que se establezca un sistema de control para detectar productos ilegales, tomando muestras en los mercados, y así determinar el origen de esa carne. Existe una "Asociación de Caza de Ballenas de Japón" que, obviamente, está a favor de la caza, y recientemente dio una conferencia en la Waseda University de Japón, animando a los jóvenes a no abandonar su cultura culinaria, y pegando pósters por el campus que decían: "está bien comer ballena", entre otros... STOCKS Según Japón, el incremento del 10% de la población de rorcual común observado en los últimos 100 años, ha tenido repercusiones en los stocks de peces en los océanos. Se calcula que hay unas 930.000 de estas ballenas actualmente en el mundo. Otro argumento que da, en este caso un director de una pesquería japonesa, que está aliada con el gobierno, es que el incremento de la población de estas ballenas coincide con el descenso de otras especies de ballenas. En contra de esto, un Biólogo Marino de la Universidad de Canadá demostró que la actividad pesquera y las zonas donde se alimentan las ballenas son totalmente distintas. Ningún Biólogo Marino serio se creería que las ballenas son las responsables del deterioro de los stocks de peces. De hecho, son los grandes barcos pesqueros los que arrasan con todo lo que se encuentran a su paso, incluyendo unas 300.000 ballenas, delfines, y
marsopas cada año, lo cual entra dentro del denomindado "by-catch" (o pesca accidental). Culpar a las ballenas de la reducción de los stocks sería como culpar al pájaro carpintero de la deforestación... Increiblemente absurdo... Existen alternativas a la caza de ballenas, que en algunos casos incluso resultan más rentables económicamente, y no precisan del sacrificio de estos animales. Una de ellas es la creación de santuarios, que son refugios que protegen a las ballenas de la caza, y en los que se pueden criar, alimentar, y continuar su lenta recuperación tras años de sobreexplotación. El Santuario del Atlántico, por ejemplo, es un lugar donde se alimenta el 80% de las grandes ballenas del mundo (y a la vez es donde está cazando hoy en día la compañía japonesa Kyodo Senpaku). Los santuarios ofrecen importantes oportunidades para la conservación de las ballenas y la investigación científica no letal. También ofrecen grandes beneficios económicos, ya que potencian el desarrollo del avistamiento de cetáceos, que es la única actividad económica sostenible dirigida a los cetáceos. Hay más de 87 países implicados en la contemplación de ballenas, que genera unos ingresos de 1.000 millones de dólares americanos al año en todo el mundo. Esta actividad alternativa incluso ha beneficiado al desarrollo de muchas naciones costeras. Un ejemplo, la República Dominicana, que obtiene 5.2 millones de dólares de este tipo de turismo, gracias a la creación del Santuario Marino de rorcuales de Silver Bank. Una de las organizaciones que más empeño está poniendo en la conservación y protección de estos grandes mamíferos es Greenpeace. A la vez que escribo estas líneas, dos barcos de la organización, el Esperanza y el Arctic Sunrise, se encuentran en aguas atlánticas, enfrentándose (pacíficamente, por supuesto) a la Agencia Pesquera de Japón, cuya flota está cazando en el Santuario Antártico de Ballenas. Los activistas de Greepeace han conseguido reducir el número de capturas, interponiendo sus barcos entre los cazadores japoneses, incluso arriesgándose ante posibles ataques de estos inmensos balleneros, (de hecho, la semana pasada uno de sus barcos fue embestido por uno japonés). A nadie le engaña la palabra "research" (investigación) pintada en uno de los lados del barco factoría, Nisshin Maru, que practica la llamada "caza científica" (ya mencionada). Otra vía por la que se está intentando hacer algo es entre Greepeace, la Agencia de Investigación Medioambiental, y la Human Society de EEUU, las cuales se están centrando en la empresa estadounidense de productos marinos congelados, "Gorton s", cuyo dueño es "Nissui USA", una subsidiaria de Nissui, la segunda compañía de productos marinos más grande de Japón, y dueña de un tercio de Kyodo Senpaku. Estas tres asociaciones intentan que Gorton s ejerza presión para convencer a Nissui de que debe terminar con la caza de ballenas.
La caza no es la única amenaza; en la actualidad existen otros muchos factores, como el impacto humano sobre los océanos, el cambio climático global, la contaminación, la sobrepesca, la debilitación de la capa de ozono, el ruido provocado por los dispositivos de sonar y las colisiones entre embarcaciones... Sin embargo, se trata de un factor concreto, localizado, sobre el que creo que podemos actuar directamente (ejerciendo presión sobre los gobiernos que permiten esta actividad, o negándonos a consumir productos de esas factorías que la apoyan), mientras que el resto están muy diseminados y dependen de elementos más complejos de mucha más difícil solución. REFERENCIAS -Purroy, F. J. & Varela, J. M. (2003): Guía de los mamíferos de España. Península, Baleares y Canarias. Lynx Editions, Barcelona. Páginas web www.greenpeace.com www.agora.ya.com/webballenas/ www.monografias.com/trabajos5/mamimar/mamimar2/shtml#clasi www.nature.com