AZRAEL Azrel, s í es como le conocín todos, el á ngel de l muerte, el que Dios yud, quien se encrg de impedir que los demonios escpen del infierno, y de que ningú n lm inocente cig por ccidente l infrmundo. Ese er el nombre que utilizb l myor prte del tiempo, un código pr sembrr el pvor, un seudó nimo pr psr despercibido. Sin embrgo hor, mientrs se tomb un jrr de cervez bien frí sentdo en quel br, volví ser Índigo Bloodworth. Con cuiddo de que no se le cyer l cpuch y dejr s í l descubierto su identidd, peg ó el vidrio sus lbios. L bebid estb held; se derrm ó por el interior de su grgnt resec cusá ndole un respingo de plcer. Acbb de dejrse llevr por un deseo bnl, y más trde tendrí que confesrse. El hábito negro que vestí le impedí probr el lcohol, un de tnts y tnts prohibiciones que l Cs de Drion Gibbs imponí sus devotos monjes. No recordb de dónde vení. Con pens veinte ños hbí decidido buscr respuests sobre su origen, pues su memori estb completmente vcí. Al mirr su lrededor únicmente hbí visto soledd, er un joven sin fmili ni techo, ni siquier un trozo de pn que llevrse l boc. Pero por suerte hbí precido el pdre Drion. Tn generoso, tn dispuesto yudrle, siempre con l plbr oportun pr nimrle. Acb ó por convencerle de que l mejor mner de frontr su triste y desoldor histori er l de formr un fmili, su fmili. Al principio ls coss fueron bien. Índigo er joven y tení mucho que prender, s í que se dedicb entrenrse tods ls
mñns y estudir tods ls trdes grcis l colborció n de los muchos monjes que conformbn el clustro. Hbí n sido mbles con él, grcis ellos hbí cbdo prendiendo muchí sims coss. Lo que má s, prte de vstos conocimientos sobre todo tipo de cultur, polític. El lí der de l sect, el pdre Drion Gibbs, funddor de l mism, er un declrdo enemigo de ls corrientes ideoló gics que mnejbn los gobernntes de l ciudd. En su mente, y en l mente de sus seguidores, reinb el deseo de que lgún dí él y su fmili ocuprín el lugr que les correspondí en L Aguj de Cristl, l enorme torre que regentb l enorme metró polis justo desde el centro del entrmdo de infinits clles y edificios, y desde donde el ctul regente, Brm Crpenter, goberng ls vids de los ciuddnos como si fuese su dueño. Crpenter no er má s que un buró crt, y sus ideles no estbn muy definidos. En un momento ddo hbí consentido l puest en mrch de l creció n de multitud de templos por todos ldos, y tres ños después hbí bolido ese mismo proyecto cundo los lugres de culto divino empezbn tomr form. Por todos er sbido l fcilidd con l que ceptb grndes sums de dinero cmbio de su propio silencio, o bien pr ocupr ltos crgos dentro de su y recrgdo conjunto de mndtrios, cuy myorí de integrntes poseí en estos momentos much má s inteligenci y criterio que Crpenter en person. Pero lo que más hbí odido el pdre Drion Gibbs er su propensió n utilizr los templos pgnos débiles en su beneficio, enrbolndo como bnder el rm perfect: l creenci en un dios único. L filosofí del pdre Drion hbí sido l de ls plbrs.
Durnte décds hbí intercmbido preceres con el propio Crpenter, consiguiendo reunirse con él en diverss ocsiones. Hbí provocdo mnifestciones, hbí reunido firms pr que el gobierno dejse trá s l ide recién doptd de destruir todos los templos pr sustiruirlos por lgo llmdo iglesi, hbí hecho de todo. Por suerte pr Í ndigo, l orden de los monjes l que pertenecí, empleb l doctrin de l espd como filosofí de vid, un mner de llevr cbo un entrenmiento dirio que contribuyese l bienestr y l totl comunió n entre lm, mente y cuerpo. Ern pcíficos, eso s í, má s de un centenr de hombres clmdos y predicdores del buen hcer. O lo hbín sido hst psdos los quince ños desde que Í ndigo entrr en l orden. Pues hrto de que ls plbrs de su mentor no sirviesen pr cmbir el mundo, decidi ó hcer ls coss por si mismo. Quiso persudirle de que se unier él, por supuesto, pero no quiso, s í que hbí tenido que mtrle y ocupr su lugr. A esplds del pdre Drion Gibbs se hbí hecho con el poyo de csi todos los monjes, y hbín plnedo l rebelión. Tn só lo unos pocos se opusieron y cbron corriendo l suerte de su señ or. Desde entonces todos conocieron Índigo como Azrel, el nuevo lí der de l orden drionist. Y hbí n niquildo muchos ltos crgos del gobierno. Cd golpe requerí stuci y precisió n y, menudo, semns, incluso meses de preprció n. Cuidbn cd detlle, de es form nunc hbín flldo. En un lustro hbí n cbdo con l vid de csi cincuent peces gordos. Se termin ó el último trgo de l cervez. Le hbí sentdo
fenomenl, hor er un hombre nuevo, con ls ides clrs, l cbez limpi y el corzón reljdo. Se puso de pie. El cmrero vino y le pg ó uns moneds. Acto seguido sli ó l clle. Los coches circulbn grn velocidd. El estllido repentino de los pitidos de los clxons l slir del trnquilo estblecimiento le turb ó durnte unos segundos, pero nd suficiente pr preocuprse. Er norml en quell ciudd, en donde l gente cminb y conducí con priss todo el tiempo. Agch ó ligermente l cbez y junt ó los puños, ocultá ndolos bjo ls olgds mngs oscurs. Cmin ó buen ritmo. En cinco minutos Tim Edkins, el ministro de defens, sldrí de su cs desprevenido. Normlmente le compñ bn tres o incluso cutro gurdesplds, pero pr eso ntes tení que llegr l coche, tn só lo metro y medio (el ncho de l cer) que seprb el portl de su coche. Er un distnci irrisori, mínim, prá cticmente un resquicio por el que er imposible entrr. Pero pr Azrel no hbí nd imposible. Desde que hbí empezdo morir gente importnte en ms los ciuddnos se hbí n hecho muchs pregunts, no solmente de quién o quienes debín estr detrá s de tntos sesintos, sino, en muchos csos, si no serí buen ide unirse l rebelió n de los héroes nónimos, un recció n muy grtificnte l pr que inesperd. Eso estb debilitndo el seno del gobierno, el cul cd vez se estb viendo sembrdo por más y má s duds. Sendores que desprecín de l noche l mñn, ministros que dimití n... Los frutos de un trbjo bien hecho por prte de Azrel y los suyos. A menos de diez metros estb el portl de Edkins. Ahor Azrel
db l sensción de estr flotndo de tn rá pido como cminb. L puert se bri ó. En frente, cientocincuent centí metros, gurdb el coche con l puert biert y dos gurdesplds preprdos pr recibirle. Edkins sli ó. Azrel ps ó junto él. Un movimiento rá pido, como de un ryo, tn veloz que fue imperceptible, y tn preciso que result ó mortl. Azrel se lej ó. Edkins cy ó de rodills l suelo, con un corte profundo en el pecho; finlmente se desplom ó en el suelo, sin vid. Uno de los gurdesplds se rrodill ó pr sistir l ministro, el otro corri ó trs el sesino y un tercero sli ó del coche, imitndo su compñero. Azrel se detuvo. A sus esplds los dos gorils trjedos estbn punto de lcnzrle, empuñ ndo sus pistols, dispuestos usrls en breve. Escuch ó que se prbn, justo detrás de él, no má s de dos metros. - Dte l vuelt muy despcio y tir el rm! Vmos! Por supuesto no sbí n quién se enfrentbn, de hberlo sbido no hbrín proferido tl orden bsurd. Bueno, lo sbí n medis. Ern conscientes de que estbn nte uno de los sesinos de peces gordos, pero no tení n ni ide de con quién se estbn enfrentndo: él er l muerte. -Clro, lo hré muy despcio...-murmuró -. Tn despcio que ni lo vis ver. L hoj de su espd revn ó los dos cuellos y le dio tiempo regresr su fund en menos de medio segundo. L ú nic diferenci
respecto l imgen de hcí un instnte, cundo los dos gurdesplds estbn vivos, er ls tres gots de sngre que hor mnchbn l túnic de Azrel. El ángel de l muerte sigui ó cminndo. Un mbulnci y vrios coches de policí llegron minutos después l lugr del crimen, pero él y no estb. Su ú nico rstro er el de tres nuevs víctims. Más trde, el ú nico superviviente, quien se hbí queddo con su señor, cb ó declrndo nte ls utoriddes que el utor de ls muertes hbí sido un fntsm, pues hbí precido y desprecido en pens un pr de pestñeos. Ahor Índigo se sentí bien, unque ú n quedb mucho trbjo por hcer. Tendrí que confesrse, pero eso er lo de menos; beberse un cervez no estb ml, l fin y l cbo, quién no pec de vez en cundo?