DISCUSIÓN DE RESULTADOS Y CONCLUSIONES Educadores, médicos, funcionarios de la salud pública y los medios de difusión deben brindar al público más educación sexual (Reinisch & Beasley, 1992) Después de haber realizado el análisis de los resultados encontrados, tanto en el cuestionario y la prueba de conocimientos sobre sexualidad, como en el grupo focal, a continuación se mostrarán las conclusiones que son relevantes derivadas del estudio. Se espera poder manifestar de forma adecuada qué es lo que finalmente esta investigación nos aporta y por ello sería recomendable considerar en acciones de educación sexual dirigidas a jóvenes universitarios. Conclusiones Generales Los resultados de los jóvenes de la muestra se asemejan a los de la primera encuesta nacional sobre sexualidad realizada por el instituto MITOFSKY (2004). De manera afirmativa, se puede decir que es entre los 17 y 25 años que los jóvenes tienen su primera relación sexual, siendo que a los 19 años la gran mayoría ya habrá tenido relaciones sexuales por lo menos una vez. Estos datos podrían indicarnos que durante la etapa universitaria la mitad de los jóvenes que asisten a la Universidad tiene su primera relación sexual. Sin embargo, una aportación de esta investigación se encuentra en el análisis detallado por grupo que ya ha tenido relaciones sexuales y por género, demostrando que en el nivel universitario, son las mujeres quienes tienen su primera relación sexual en esta etapa. La mayoría de los hombres que ya ha tenido relaciones sexuales las han tenido antes de la etapa universitaria. 100
De acuerdo con los resultados obtenidos tanto en los cuestionarios como en el grupo focal se hace evidente la necesidad de información sobre sexualidad planteada en la justificación de esta tesis. Reinisch & Beasley (1992) afirman que muchos creemos conocer más de lo que realmente sabemos sobre sexualidad. Los bajos resultados obtenidos en la encuesta elaborada por el Instituto Kinsey y la Organización Roper son el primer indicador de que en términos generales hace falta información específica sobre el tema de la sexualidad. Esto es cierto tanto para el grupo de estudiantes que ya ha tenido relaciones sexuales previamente, como para quienes no las han tenido, a pesar de que las diferencias entre ambos sean significativas, la media de ambos sigue siendo muy baja. No podría ser más evidente la necesidad de obtener información sobre sexualidad que la mera disposición por participar en la elaboración de cuestionarios después de conocer el tema (como fue el caso de esta investigación), o bien encontrar una participación intensa e interesada en el grupo focal. De pronto estos hechos podrían llevar a suponer que la sexualidad ha sido abordada tan imprecisa y escasamente que cualquier pretexto es válido para interesarse en ella. Tomando en cuenta las impresiones expresadas y los comentarios compartidos por parte de los encuestados durante la aplicación del cuestionario al parecer de todas las áreas que rodea a un ser humano, la sexual es la menos conocida, la más interesante y la más necesitada de atención. La gran diferencia encontrada entre hombres y mujeres que han iniciado su vida sexual se explica por la edad en que inician y en consecuencia el número de parejas sexuales que han tenido. Las mujeres inician su vida sexual (entre 19 y 22 años) a una edad más tardía que los hombres (entre 11 y 16 años) por ello, son los hombres quiénes más parejas sexuales han tenido. Ya en 1960 Lindenfeld adelantada la situación de que las mujeres son más restrictivas en su comportamiento sexual y en el número de parejas sexuales con las que se relacionan. El grupo focal amplía aún más nuestro conocimiento sobre la notable necesidad sentida de conocer y explorar la sexualidad. Los jóvenes por un lado dicen tener conocimientos sobre sexualidad, y por otro expresan estar ávidos de más información. Situación que fue notoria 101
a lo largo de todo el estudio desde la aplicación de los cuestionarios hasta el desarrollo del grupo focal. El grupo focal resultó medular para entender mejor los requerimientos que los jóvenes expresan al tratar el tema de la sexualidad. Éstos no sólo quieren información, ya que dado los recursos con los que cuentan es sumamente fácil acceder a ella. Es claro que los jóvenes universitarios ya no se encuentran en la etapa donde lo que sus profesores y personas mayores alrededor dicen lo toman como verdad única; en la Universidad tienen la oportunidad de cuestionar, reflexionar y manifestar sus puntos de vista. Por ello, además de la información que pueda proporcionárseles, lo que necesitan es poder interactuar con ella y con quiénes se representan como expertos en el tema. Es decir, poder discutirla con personas especializadas. Al igual que en las clases relacionadas con su carrera los jóvenes universitarios necesitan poder expresar sus dudas y manifestar sus experiencias en cuanto a su vida sexual. Reconocerse y expresarse a través del diálogo y la discusión continua y formal. Contar con espacios donde se sientan con la libertad y seguridad de hacerlo se torna vital para verdaderamente plantearnos un paso adelante en cuanto a la información responsable que queremos que tengan las nuevas generaciones. Se requiere relacionar a todos los miembros de la comunidad para lograr con éxito el vivir una sexualidad responsable. No podemos seguir segmentando los espacios que son para estudiantes de los que son para profesores en un tema que preocupa y ocupa a todos los miembros de un sector. Basta recordar la separación que se hacía entre niños y niñas en las escuelas al momento de hablar de sexualidad. Los jóvenes universitarios expresan abiertamente que la educación sexual no es un tema que solo les afecte a ellos; es un tema que envuelve toda una dinámica de vida; la cual incluye profesores, administrativos y miembros de los diferentes escenarios sociales en los que se desenvuelven. Podemos concluir entonces que la información de sexualidad tendría que dejar de ser una necesidad para convertirse en una cotidianidad en las discusiones regulares de nuestros días. Debería ser igual de natural hablar de política o religión como intercambiar opiniones sobre métodos anticonceptivos, por ejemplo. Habría que poner atención en qué es lo impide 102
hablar de sexualidad cuando se requiere: La falta de información específica? La falta de espacios adecuados? La falta de seguridad en el ambiente que rodea? La falta confianza? La falta de apertura? Indudablemente algo falla, algo falta, y los resultados de este estudio nos arrojan cierta luz al respecto. Comparación entre Grupos De acuerdo con la comparación que se hizo de las variables con diferencias significativas según la prueba Z de Kolmogorov-Sminorv entre quienes sí han tenido relaciones sexuales (grupo A) y quienes aún no han tenido relaciones sexuales (grupo B) se expresa lo siguiente: En el grupo A conocen mejor el uso del condón en relación al grupo B. Lo que nos dice, según Ochoa (2005), que la sexualidad se entiende más cuando se nombra, se expresa, se experimenta y se vive abiertamente. El correcto uso del condón se logrará a través de la práctica. Durante el grupo focal se evidenciaba un mayor conocimiento del uso del condón por quienes habían experimentado un acercamiento al tema de la sexualidad de una forma más abierta y bien informada. Es importante mencionar que el condón es usado de igual forma por hombres y mujeres; situación diferente a lo que Wyatt (1994) acredita como una práctica más femenina que masculina por los factores de embarazo. Para el caso de estudio no se encuentra dicha diferencia; quizás por los factores de las ETS el cuál es igualmente peligroso para hombres y mujeres. El resultado que muestra pocas afirmaciones de los encuestados, en cuanto a que los condones reducen el placer del sexo, es cuestionado en el grupo focal, ya que se considera que el porcentaje debería ser más alto según su percepción. Marston & King (2006) en sus revisiones adelantaban la situación de estigmatización de los condones y su acepciones de falta de confianza. En los resultados del grupo no se advierte relación en cuanto a la falta de confianza, pero sí en cuanto al estigma relacionado con la sensación de placer. 103
De cualquier manera es de notar que el grupo A está más de acuerdo con dicha afirmación que el grupo B. Las percepciones que se adquieren en la práctica no deberían ser cuestionadas, sin embargo, este tipo de situaciones son las que alimentan mitos que a la larga podrían afectar de manera negativa a quienes aún no tienen ningún adjetivo para los condones en su relación con el placer sexual. El uso del condón con una pareja nueva es altamente aceptado por ambos grupos; siendo el grupo A quienes se inclinan más por esta opción. Las relaciones sexuales, al igual que muchas otras actividades de la vida diaria, van requiriendo de mayor responsabilidad conforme se adentra más en ellas. Al igual que en el punto anterior, es importante reconocer que con el acercamiento activo a la sexualidad se ganan verdades inherentes a la educación sexual adquirida previamente. Los resultados obtenidos en la prueba de conocimientos sobre sexualidad del Instituto Kinsey y la organización Roper, se encuentra que el grupo B tiene un menor conocimiento en cuanto a temas específicos de la sexualidad mientras que el grupo A obtiene un ligero mejor resultado. Situación que se antoja predecible bajo el supuesto de que, quienes han experimentado una vida sexual activa cuentan con mayor información para ejercerla responsablemente. Aún así es importante mencionar que ambos se ubican debajo de los 6 puntos en una escala decimal. Se encuentra alarmante, como se expresó en el grupo focal, que estudiantes universitarios tengan un déficit tan evidente en la información de sexualidad que poseen; situación que se antojaría más positiva ya que la gran mayoría dijo haber recibido información en la escuela preparatoria y hablado con sus padres sobre temas importantes en la sexualidad antes de llegar a la Universidad. Cardinal (2005) anticipa esta situación declarando la deficiencia que se encuentra en los programas de educación sexual. Dentro de la prueba de conocimientos del Instituto Roper encontramos además que el grupo B tiene menor información específicamente del virus del SIDA, ya que desconocen o creen de manera errónea que hay espermicidas que pueden exterminarlo. Siguiendo en esta línea, el adecuado uso de los lubricantes es mejor entendido por el grupo A que por el B; habiendo una gran diferencia entre ambos. Una vez más se demuestra que, muchas veces, la 104
información que finalmente llega a los receptores se encuentra distorsionada; convirtiéndose en algo erróneo y por ende con consecuencias desagradables. Tanto en el grupo focal como en la encuesta hay evidencia de que los problemas de erección son temas poco abordados por los jóvenes. En general, se encuentra una tendencia a brindar información sobre los temas de las ETS de moda o de salud reproductiva. Ambos grupos, así como el grupo focal, manifiestan una necesidad grande de obtener información sobre las causas y tratamiento de los problemas de erección. Asunto que debería ser atendido en los programas de educación sexual. Resulta igualmente importante atender otro resultado: inquieta que para los estudiantes encuestados el retiro prematuro sea considerado un método de prevención. Solamente tres de los 386 encuestados cuestionó la falsedad de la afirmación. No se puede afirmar que el resto del grupo califique al retiro prematuro como un método anticonceptivo, lo que sí se puede pensar es que reconocen esta práctica, ya que contestan conocerlo muy bien. A pesar que es sabido que el retiro prematuro no es un método anticonceptivo confiable, el grupo A muestra mayor conocimiento hacia éste que le grupo B, resultado que tal vez sea atribuible a la práctica que da su uso dentro de las relaciones sexuales. Lo cual confirma lo que Whelan (2007) menciona al decir que los jóvenes sí reconocen las consecuencias de sus actos; simplemente que toman las decisones no adecuadas ya que la gratificación momentanea es mayor que el detenerse a pensar en una buena decisión. Muchos autores atribuyen esta situación a la falta de información veraz y los mitos alrededor de las prácticas sexuales. Tanto Ochoa (2005) como Álvarez-Gayou & Millán (2004) por ejemplo, al momento de describir los métodos de prevención aclaran fehacientemente que tanto el retiro prematuro como el método del ritmo, incluso los de temperatura, no protegen contra ETS y son muy poco confiables para la prevención de la concepción. Continuando en la información que tienen sobre el retiro prematuro y el embarazo, nuevamente el grupo A muestra un mayor conocimiento en cuanto que, las mujeres pueden 105
quedar embarazadas aún cuando el hombre retire su pene antes de eyacular. El grupo B por el contrario desconoce esta situación o bien piensa que es incorrecta. Las pastillas anticonceptivas son mejor conocidas por el grupo A que por el grupo B. Éste último sabe muy poco acerca de su uso en comparación con el primer grupo. Especular sobre las causas de estas diferencias es atrevido, sin embargo, nos refiere que la práctica de las relaciones sexuales conlleva a buscar métodos anticonceptivos; lo importante con esto sería poder encontrar la manera de difundir métodos de prevención que son eficaces antes de orillar su uso basados en la necesidad inmediata y con ello la exposición a usarlos inadecuadamente con consecuencias negativas, especialmente en las cuestiones hormonales de las mujeres. Como menciona Ochoa (2005) un mal uso de métodos hormonales no solamente puede traer consecuencias al corto plazo (embarazos no planificados primordialmente) sino además puede ser perjudicial en el largo plazo a las mujeres que se auto-receten pastillas anticonceptivas. Comportamiento de los Jóvenes Sexualmente Activos El número de parejas indicado por los jóvenes encuestados varía, sin embargo, es importante tomar en cuenta que no es raro que haya un número elevado que dice haber tenido más de cinco parejas. Aquí la importancia de reforzar la prevención de ETS, basta imaginar el sinnúmero de conexiones que podría encontrarse al iniciar un árbol de parejas. Se antojaría retomar la campaña para promover el uso del condón presentada por el CONASIDA en el 2005. Encontrar que la mitad habla de métodos anticonceptivos antes de tener relaciones sexuales y la mitad no lo hace nos habla de la ambigua apertura al tema de la sexualidad. La falta de planeación y el uso poco frecuente de métodos anticonceptivos indican una verdadera y alarmante necesidad de empezar a tratar la sexualidad como algo tan natural como el decidir en pareja qué película se quiere ver en el cine. 106
Definitivamente los jóvenes quieren cuidarse de igual manera de ETS como de embarazos no planificados; el abanico de opciones para hacerlo es variado, sin embargo, encontramos que las opciones que se reconocen como tales son pocas e incluso erróneas. El condón y las pastillas parecieran ser los únicos métodos existentes desde su óptica; por otro lado, mitos como la no consecuencia de embarazo en la primera vez o el retiro prematuro alertan sobre las prácticas mal informadas que son recurrentes entre los jóvenes. Finalmente sorprende la facilidad con que manifiestan el no pensar en las consecuencias del acto sexual por parte de quienes no usaron métodos anticonceptivos en sus relaciones sexuales. Por ello, no basta simplemente con brindar información preventiva; habría que llegar a niveles de educación y conciencia sobre el bienestar de nuestros cuerpos y la responsabilidad que se adquiere cuando se inicia la vida sexual. Debemos poner atención en integrar la información que se da sobre la sexualidad en sus cuatro áreas: afectiva, social, física y psicológica. No es suficiente informar sobre cómo cuidarnos, es necesario informar sobre los porqués y para qué de los actos que realizamos con nuestros cuerpos en relación con el sexo. Finalmente el equilibrio alcanzado en las cuatro áreas de la sexualidad es lo que contribuirá a una verdadera educación integral de nuestras vidas. A una verdadera educación sexual. 107