Introducción CENAPRED. El origen de los volcanes



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Transcripción:

Volcanes CENAPRED Introducción El origen de los volcanes La Tierra, el planeta donde vivimos, es un sistema muy complejo que evoluciona en el tiempo. Esta evolución se inició hace un poco más de 4,500 millones de años, cuando la Tierra se condensó en una esfera, cuya superficie se enfriaba con relativa rapidez. Algunos miles de millones de años después y hasta la actualidad, la superficie ha alcanzado un grado de equilibrio que le permite sustentar la vida. Sin embargo, en su interior, distintas fuentes de calor tratan aún de buscar un equilibrio por medio de complicados mecanismos de enfriamiento. La evolución de la Tierra se ha traducido asimismo en la formación de una estructura interna, en la cual se pueden distinguir varias partes. En una forma muy simplificada, pero útil para el propósito de este fascículo, podemos imaginar a la Tierra estructurada en forma similar a un huevo o un durazno, en la que se distinguen tres regiones concéntricas: la corteza, una especie de cáscara relativamente delgada cuando la comparamos con el diámetro del planeta, sobre la cual se encuentra la atmósfera y los océanos. La corteza incluye a los continentes sobre los que vivimos y a los fondos marinos. El manto terrestre es una gruesa capa de material rocoso, análogo a la clara del huevo o la pulpa del durazno de nuestro ejemplo. El núcleo, situado en el centro, conforma la estructura análoga a la yema del huevo o al hueso o carozo de la fruta. El núcleo terrestre está a su vez conformado por dos capas, una externa y fluida, y otra interna y sólida. Al manto terrestre lo podemos imaginar como una gran masa de material rocoso, un tanto similar al basalto que abunda en algunas regiones de México. Sólo que a la presión y temperatura que se encuentra en el manto su composición y características son diferentes. Si pudiéramos obtener una muestra de esa roca del manto y estudiarla en un laboratorio especial que mantuviera las condiciones de presión y temperatura de esa profundidad, lo veríamos como una roca sólida, pero con cierta plasticidad, muy densa, muy caliente y que fácilmente se fundiría en el caso de que se disminuyera la presión a la que está sometida, o que se aumentara su temperatura un poco más. El magma es la roca fundida que resulta cuando ese tipo de materiales cambia sus condiciones. La roca líquida Fig.1. Volcán Popocatépetl, México, ubicado entre los estados de México, Morelos y Puebla tiene una menor densidad que la sólida y por ello tiende a subir. Este magma se puede acumular en la corteza formando recipientes o cámaras magmáticas. El magma acumulado en la corteza no siempre sale a la superficie. En algunos casos permanece inmóvil por largos tiempos en el subsuelo, hasta que se enfría formando grandes estructuras de roca volcánica solidificada que por lo general sólo aflora a la superficie cuando la porción de corteza que la cubre se erosiona. A este tipo de roca volcánica se le llama intrusiva. En otros casos el magma sale a la superficie, produciendo una erupción volcánica. Un volcán se define como aquel sitio donde sale material magmático o sus derivados, formando una acumulación que por lo general toma una forma aproximadamente cónica alrededor del punto de salida. La palabra volcán también se aplica a la estructura en forma de loma o montaña que se construye alrededor de la abertura mencionada por acumulación de los materiales emitidos. Cuando el sitio de salida no es aproximadamente circular, como en el caso de una fisura por ejemplo, el volcán puede tomar una forma diferente a la cónica. 3

CENAPRED Volcanes Generalmente los volcanes tienen en su cumbre o en sus costados, grandes cavidades de forma aproximadamente circular (fig. 2) denominadas cráteres, generadas por erupciones anteriores, en cuyas bases puede, en ocasiones, apreciarse la abertura de la chimenea volcánica. Los volcanes que se forman por la acumulación de materiales emitidos por varias erupciones a lo largo del tiempo geológico se llaman poligenéticos, o volcanes centrales (fig. 3). Fig. 2. Foto del cráter circular formado durante las erupciones del volcán El Chichón, en Chiapas durante las erupciones de 1982. Fig. 3. El Popocatépetl es un ejemplo de volcán poligenético. Foto de S. De la Cruz (2002). Existe otro tipo de volcanes que nacen, desarrollan una erupción que puede durar algunos años y se extinguen sin volver a tener actividad. En lugar de ocurrir otra erupción en ese volcán, puede nacer otro volcán similar en la misma región. A este tipo de volcán se le denomina monogenético y es muy abundante en México (fig 4). Fig. 4. El volcán Paricutín, que nació en 1943, en un sembradío de maíz de Michoacán, rodeado de volcanes similares como el que se ve al fondo, es un ejemplo de volcán monogenético. Foto de S. De la Cruz. 4

Volcanes CENAPRED Los volcanes Xitle y Teutli, ubicados en el Distrito Federal y Jorullo y Paricutín, en Michoacán son de este tipo, de formación reciente y se encuentran en regiones donde abundan conos monogenéticos similares. Generalmente, los volcanes de este tipo son mucho más pequeños que los volcanes centrales y en su proceso de nacimiento y formación producen erupciones menos intensas pero que pueden prolongarse por varios años. Se dice que un volcán es activo, cuando existe magma fundido en su interior, o cuando puede recibir nuevas aportaciones de magma y por tanto mantiene el potencial de producir erupciones. Por ello, aun volcanes que no muestran ninguna manifestación externa pueden ser clasificados como activos. En muchos casos es difícil decir si un volcán es activo o no. Por lo general se dice entonces que un volcán es activo si ha mostrado alguna actividad eruptiva relativamente reciente. Aquí el problema se transforma en definir qué es reciente. Según se defina este término algunos volcanes podrán ser considerados activos o no. Por ejemplo, un intervalo de tiempo comúnmente aceptado es 10,000 años. Esto significa que un volcán que haya tenido algún tipo de actividad los últimos diez mil años puede ser considerado activo. Sin embargo, este número es convencional, ya que un volcán con, digamos once mil años de inactividad no Fig. 5. Distribución geográfica de volcanes en el mundo. Fig. 6. Monitoreo visual del volcán Popocatépetl. necesariamente está muerto, ni un volcán que haya tenido su última erupción hace, digamos 8 o 9 mil años necesariamente volverá a hacer erupción. Otra característica muy interesante de los volcanes activos es su distribución geográfica. Los volcanes activos no se encuentran dispersos arbitrariamente sobre la superficie de la Tierra, sino que se distribuyen por diferentes regiones definidas por los procesos tectónicos de escala global, como las interacciones de las placas tectónicas que conforman la corteza y las corrientes convectivas del manto terrestre que las mueven. En particular, México es una de esas regiones tectónicamente activas y los volcanes son parte característica del paisaje de muchas regiones del país, particularmente en una faja central que se extiende desde Nayarit hasta Veracruz. 5

CENAPRED Volcanes Los Peligros Volcánicos La actividad volcánica puede tener efectos destructivos, pero también efectos benéficos. Las tierras de origen volcánico son fértiles, por lo general altas, de buen clima, y ello explica el crecimiento de los centros de población en esos sitios. Los habitantes de esas regiones y los usuarios de los servicios disponibles deben adquirir entonces una percepción clara de los beneficios y de los riesgos que implica vivir allí. Esto es especialmente importante en zonas donde hay volcanes que no han manifestado actividad reciente. Al no existir testigos o documentos de las erupciones, puede desarrollarse entre la población una percepción incorrecta del riesgo volcánico. En el mundo existen alrededor de 1300 volcanes continentales activos (entendiendo como activos aquellos que han mostrado alguna actividad eruptiva en los últimos 10,000 años). De éstos, 550 han tenido alguna erupción en tiempos históricos (esto es, han sido presenciadas o han afectado a seres humanos). Los volcanes activos mantienen una tasa eruptiva global de 50 a 60 erupciones por año, y en promedio, existen en todo momento unos 20 volcanes en actividad en distintos puntos del globo (Simkin y Siebert, 2002). A lo largo de la historia, poblaciones asentadas cerca de esos 550 volcanes en distintas partes del mundo han soportado los efectos de la actividad volcánica. Se estima que cerca de 270,000 personas han perecido en distintos lugares del mundo por efecto de desastres volcánicos desde el año 1700 de nuestra era. La tabla 1 muestra una relación de los desastres volcánicos más importantes de los últimos 290 años y las causas principales de la mortandad. El potencial destructivo de los volcanes representa actualmente una amenaza a la vida y propiedades de millones de personas. Fig. 7. Erupción del volcán Reventador, Ecuador, 2003. Es sumamente difícil estimar el valor de los daños materiales ocasionados por las erupciones, pero en algunos casos éstas han involucrado la pérdida de ciudades enteras, la destrucción de bosques y cosechas, y el colapso de las economías de las regiones afectadas por largos períodos, especialmente cuando ocurren en países relativamente pequeños y en los que el valor de los daños puede representar un por ciento importante de su producto interno. 6

Volcanes CENAPRED Tabla 1. Desastres volcánicos a nivel mundial desde el año 1700 Causa Principal de la Mortalidad Flujo Flujo de Volcán País Año Piroclástico Lodo Awu Indonesia 1711 3000 Tsunami Oshima Japón 1741 1481* Cotopaxi Ecuador 1741 1000 Makian Indonesia 1760 2000 Papandayan Indonesia 1772 2957* Gamalama Indonesia 1775 1300 Hambruna Laki Islandia 1783 9336 Asama Japón 1783 1151* Unzen Japón 1792 15188* Mayón Filipinas 1814 1200 Tambora Indonesia 1815 12000 80000 Galunggung Indonesia 1822 4000 Mayón Filipinas 1825 1500 Nevado de Ruíz Colombia 1845 1000 Awu Indonesia 1856 3000 Cotopaxi Ecuador 1877 1000 Krakatoa Indonesia 1883 36417 Awu Indonesia 1892 1532 Soufriere St. Vicent 1902 1565 Mt. Pelée Martinica 1902 29000 Sta. María Guatemala 1902 1500 Taal Filipinas 1911 1335 Kelud Indonesia 1919 5100 Merapi Indonesia 1930 1300 La Mington Papua (NG) 1951 2942* Agung Indonesia 1963 1900 El Chichón México 1982 1700 Nevado el Ruíz Colombia 1985 25000 Lago Nyoos Camerún 1986 1746 víctimas por emisión de CO2 Pinatubo Filipinas 1991 800 Totales (según causa) 56893 51889 53086 89336 Otras erupciones, más frecuentes pero con menor número de víctimas totalizan cerca de 10,000 muertes más. *Con gran avalancha de detritos, similar a la del Monte Santa Helena en 1980. 7

CENAPRED Volcanes La gráfica siguiente, obtenida a partir de datos publicados por UNDRO/ UNESCO (1985), nos muestra la distribución del número global de víctimas causadas por efecto de manifestaciones volcánicas directas (flujos de ceniza, de lodo y de lava) en lapsos de 50 años desde 1500. En esa gráfica no se muestran decesos causados por efectos secundarios derivados de las erupciones, como hambrunas o tsunamis para el caso de erupciones en islas volcánicas. La figura indica que el número de víctimas causadas directamente por efecto de erupciones ha mostrado una tendencia a aumentar con el tiempo. Esto indica que, no obstante los avances en materia de ciencia y tecnología en el campo de la vulcanología y ciencias afines, que se han traducido en una crecientemente exitosa capacidad de pronóstico de la actividad eruptiva, los desastres volcánicos continúan ocurriendo en distintos lugares del mundo por efecto del acelerado crecimiento de la población y de asentamientos en sitios susceptibles a ser afectados por erupciones. Es necesario entonces identificar y eliminar o al menos reducir las causas de esos desastres. Para tratar el problema de los daños provocados por fenómenos naturales y buscar soluciones que permitan reducir su impacto, es necesario proceder metódicamente. En primer lugar es necesario definir y cuantificar los conceptos que relacionan los fenómenos naturales con su impacto sobre la sociedad. Riesgo es un concepto complejo, que involucra varios componentes. En términos generales se define al Riesgo asociado a los fenómenos naturales, y en particular al fenómeno volcánico, como la combinación de dos componentes: Riesgo = Peligro x Vulnerabilidad El peligro o amenaza se define como la probabilidad de que alguna manifestación volcánica específica, como por ejemplo los flujos piroclásticos o la lluvia de ceniza, descritos en la siguiente sección, pueda presentarse en un área o región particular del entorno del volcán en un intervalo de tiempo dado. La vulnerabilidad se define como el grado o porcentaje de pérdida o daño que puede sufrir un elemento de la estructura social (población, infraestructura, productividad) por efecto de alguna de las manifestaciones volcánicas. Fig. 8. Distribución temporal de fatalidades causadas en el mundo por efectos primarios de erupciones volcánicas desde el año 1500 (Datos de UNDRO/UNESCO, 1985). 8

Volcanes CENAPRED Si el peligro o probabilidad de ocurrencia, y la vulnerabilidad se expresan como fracciones entre 0 y 1, el riesgo se puede cuantificar como una cantidad entre 0 y 1 que representa la proporción o probabilidad de que ocurra una pérdida o daño de vidas, bienes, o productividad en una zona volcánica por efecto de una manifestación eruptiva. Este concepto es compatible con el principio que establece que la probabilidad de que se presenten dos condiciones independientes, se obtiene del producto de las probabilidades de ocurrencia de cada una de ellas. Considerando al riesgo volcánico como la probabilidad de pérdida ante la posible ocurrencia de una erupción, surge el planteamiento del problema de reducción o mitigación del riesgo. Este planteamiento resulta de la posibilidad de modificar el valor del riesgo. Si bien el peligro es una característica del fenómeno que no puede ser modificada, la vulnerabilidad puede ser reducida en forma considerable a través de la preparación. La preparación se deriva de la comprensión de los efectos de las diferentes manifestaciones volcánicas y de la adecuada percepción del riesgo, y consiste en una respuesta organizada de la sociedad encaminada a realizar una serie de medidas coordinadas y precisas que reduzcan la exposición y fragilidad de los bienes amenazados por esas manifestaciones. Fig. 10. Modelo digital de elevación del volcán Popocatépetl El efecto de la preparación en la reducción del riesgo puede visualizarse a través de un nuevo parámetro que defina la capacidad de respuesta de la sociedad para disminuir la vulnerabilidad. Si definimos un número Q que refleje el grado de preparación, el riesgo reducido puede representarse como: Riesgo Reducido = Peligro x (Vulnerabilidad)/Q En la otra sección se analizan algunas medidas de preparación aplicadas en México. Fig. 9. Modelo tridimensional del volcán Popocatépetl. En el análisis del riesgo volcánico es muy importante distinguir claramente la diferencia entre el fenómeno volcánico esto es las erupciones y su impacto, es decir el efecto que pueden llegar a tener sobre el entorno del volcán, que, si es grande, puede transformarse en un desastre. Esta distinción nos lleva a comprender que si bien no podemos evitar la ocurrencia de erupciones, si es mucho lo que podemos hacer para evitar que se transformen en desastres. Para ello, el primer paso es entender el fenómeno volcánico y sus diferentes manifestaciones. 9

CENAPRED Volcanes El Fenómeno Volcánico Las erupciones volcánicas resultan del ascenso del magma que se encuentra en la parte interna de un volcán activo. Cuando el magma se acerca o alcanza la superficie, pierde todos o parte de los gases que lleva en solución, formando gran cantidad de burbujas en su interior. Las erupciones son entonces emisiones de mezclas de magma (roca fundida rica en materiales volátiles), gases volcánicos que se separan de este (vapor de agua, bióxido de carbono, bióxido de azufre y otros) y fragmentos de rocas de la corteza arrastrados por los anteriores. Estos materiales pueden ser arrojados con distintos grados de violencia, dependiendo de la presión de los gases provenientes del magma o de agua subterránea sobrecalentada por el mismo. Fig. 11. Vista del volcán Popocatépetl desde Atlixco, Puebla. Fig. 12. Erupción explosiva del Volcán Etna, Italia, 2002. Cuando la presión dentro del magma se libera a una tasa similar a la que se acumula, esto es, cuando el magma puede liberar los gases en solución en forma equilibrada, el magma puede salir a la superficie sin explotar. En este caso se tiene una erupción efusiva. La roca fundida emitida por un volcán en estas condiciones sale a la superficie con un contenido menor de gases y se llama lava. Comúnmente, las lavas recién emitidas se encuentran en el rango de temperaturas entre 700 y 1200 C, dependiendo de su composición química. Si el magma acumula más presión de la que puede liberar, las burbujas en su interior crecen hasta tocarse y el magma se fragmenta violentamente, produciendo una erupción explosiva. Todas las rocas que se han formado a partir del enfriamiento de un magma se llaman rocas ígneas. Cuando el enfriamiento tuvo lugar en el interior de la tierra, y las rocas fundidas no llegaron a emerger a la superficie, se llaman rocas ígneas intrusivas. Cuando la roca se ha formado a partir del enfriamiento de lava en la superficie, se denomina roca ígnea extrusiva. A todas las rocas que han sido producidas por algún tipo de actividad volcánica, sean intrusivas o extrusivas, se les llama rocas volcánicas. Pero no todas las rocas ígneas son volcánicas. Existen grandes masas de rocas ígneas intrusivas, denominadas plutónicas, que se han enfriado a gran profundidad, sin estar asociadas a ningún tipo de actividad volcánica. Algunas de las rocas plutónicas más comunes son, por ejemplo, ciertos tipos de granito. 10

Volcanes CENAPRED Una emisión de material rocoso y gases a alta temperatura, esto es, una erupción volcánica, puede desarrollarse de diversas formas. Cuando la erupción resulta de la acción directa del magma o de gases magmáticos, se tiene una erupción magmática. Las erupciones pueden resultar también del calentamiento de cuerpos de agua por la cercanía de magma o por interacción con gases magmáticos. Cuando un cuerpo de agua subterráneo o acuífero es sobrecalentado por efectos magmáticos, la erupción generada por la expansión del vapor de agua se denomina erupción freática. Este tipo de erupciones generalmente produce explosiones de vapor de agua que lanzan fragmentos de la roca sólida «vieja» que encierra el volumen sobrecalentado. En algunos casos, este tipo de erupciones puede emitir también productos magmáticos mezclados con los de la erupción de vapor. Si este es el caso, la erupción se denomina freatomagmática. Cuando una erupción efusiva se desarrolla lentamente y la lava emitida es muy viscosa, se puede formar una estructura en forma de cúpula a la que se llama domo (fig. 13), que puede crecer hasta cubrir por completo el cráter. La actividad más reciente de los volcanes Popocatépetl y Colima ha estado caracterizada por la formación y destrucción de domos de lava. Fig.14 y 15. Domo de lava del volcán Colima, México, 2003. Fig. 13. Domo volcánico en crecimiento en el interior del cráter del Popocatépetl. Foto: José A. Cortés. 11

CENAPRED Volcanes Los materiales rocosos fragmentados emitidos por una erupción, lanzados en forma sólida o líquida, se denominan piroclastos. Qué tan fina sea la fragmentación de los piroclastos depende de la intensidad de la erupción explosiva. Estos, al depositarse en el suelo, pueden cementarse por varios procesos, tales como solidificación por enfriamiento si venían fundidos, o por efecto del agua, etc. Los piroclastos cementados forman las rocas piroclásticas. Una forma genérica de referirse a los productos piroclásticos, cualesquiera que sea su forma, es tefra. A los fragmentos de tefra con tamaño entre 0.004 mm y 2 mm se les llama ceniza volcánica, a los que tienen entre 2 mm y 64 mm lapilli, y los mayores de 64 mm se les denomina bloques o bombas dependiendo de su morfología. El magma, antes de emerger en una erupción, se acumula bajo el volcán a profundidades de unos cuantos kilómetros en una cámara magmática. Fig. 16. Flujo piroclástico en el volcán Colima, México, 2003 Las erupciones explosivas pueden producir densas columnas de tefra que ocasionalmente penetran la estratosfera y alcanzan alturas superiores a los 20 km; estas son las columnas eruptivas. Fig. 17. Columna eruptiva del volcán Etna, Italia, 2002 Durante una erupción explosiva, el magma, al alcanzar la superficie, produce grandes cantidades del gas que traía en solución, y libera enormes cantidades de energía por diversos procesos. Esta diversidad de mecanismos presentes en la erupción hace difícil medir su tamaño. Así, la medida del tamaño de una erupción es uno de los problemas fundamentales de la vulcanología. Por ejemplo, en el caso de los sismos, existen herramientas precisas para determinar la energía liberada por un temblor en forma de ondas elásticas (la magnitud sísmica, generalmente expresada en términos de escalas como la de Richter, o la de momento sísmico) y la energía que llega a una cierta región (intensidad sísmica, comúnmente expresada en términos de la escala de Mercalli) midiendo la amplitud, frecuencia y duración de las señales registradas por sismógrafos. Los volcanes pueden liberar energía como calor (por la alta temperatura del magma emitido), como energía cinética (energía de movimiento de los fragmentos lanzados), energía sísmica, etc. 12

Volcanes CENAPRED La forma como se reparte esta energía varía en cada erupción, aun tratándose del mismo volcán, lo que hace muy difícil cuantificarla. Walker (1980) sugirió que se necesitan cinco parámetros para caracterizar adecuadamente la naturaleza y tamaño de una erupción explosiva: Magnitud de masa es la masa total del material emitido; Intensidad es la razón a la que el magma es expulsado (masa/tiempo); Poder dispersivo es el área sobre la cual se distribuyen los productos volcánicos y está relacionada con altura de la columna eruptiva; Violencia es una medida de la energía cinética liberada durante las explosiones, relacionada con el alcance de los fragmentos lanzados; y Potencial destructivo es una medida de la extensión de la destrucción de edificaciones, tierras cultivables y vegetación, producida por una erupción. En 1955 Tsuya definió una escala de magnitudes basada en el volumen de los distintos tipos de materiales emitidos. La Escala de Tsuya se incluye en la tabla 2. En 1957 Yokoyama y en 1963 Hédervari, propusieron extender las escalas de volumen a una Escala de magnitud de energía, basada en la relación de proporcionalidad directa entre la masa del material emitido, su volumen y la energía liberada. Recientemente, De la Cruz- Reyna (1990) definió una escala de magnitudes basada en la relación entre el tamaño de las erupciones y su tiempo medio de recurrencia. Actualmente, una de las formas más aceptadas de cuantificar las erupciones explosivas (forma que no es válida para las erupciones efusivas) es la escala del índice de explosividad volcánica (VEI, por sus siglas en inglés). Esta escala fue definida por Newhall y Self en 1982, y es una escala compuesta donde se toman en cuenta diversas características de una erupción mencionadas arriba: el volumen de magma emitido, la energía térmica liberada, el alcance de los productos fragmentados, el grado de destrucción causada, la altura de la columna eruptiva, la duración de la erupción, etc. La tabla 2 muestra la escala VEI en términos de algunos de los parámetros eruptivos relevantes. Tabla 2. Índice de Explosividad Volcánica (VEI, por sus siglas en inglés). Adaptado de Newhall y Self (1982) CRITERIO VEI Descripción Volumen emitido (m 3 ) 0 1 2 3 4 5 6 7 8 No explosiva Menor Moderada Moderada Grande Grande Muy Grande <10 4 10 4-10 6 10 6-10 7 10 7-10 8 10 8-10 9 10 9-10 10 10 10-10 11 10 11-10 12 >10 12 Escala de Tsuya I II-III IV V VI VII VIII IX ----- Altura de Columna (km) Cualitativo Clasificación Duración de la Fase Explosiva (hrs) Inyección Troposférica Inyección Estratosférica <0.1 0.1-1 1-5 3-15 10-25 >25 suave y efusiva hawaiana stromboliana explosiva severa cataclismo paroxismo vulcaniana pliniana <1 >12 1.6 6-12 mínima menor moderada sustancial ultrapliniana nula nula nula posible definida significativa 13

CENAPRED Volcanes Los materiales emitidos durante una erupción de cualquier tipo pueden causar diferentes efectos sobre el entorno, dependiendo de la forma como se manifiestan. Las principales manifestaciones volcánicas son: Flujos de lava: La roca fundida emitida por una erupción efusiva desde un cráter superior, algún cráter secundario o desde una fisura en el suelo, puede avanzar como lenguas o coladas de lava con velocidades que dependen de la topografía del terreno, y de su composición y temperatura, pero que por lo general son bajas (fig. 18). Esto permite a la gente ponerse a salvo y contar con tiempo suficiente para desalojar sus bienes. Sin embargo, los terrenos y las construcciones invadidas por la lava son destruidos y difícilmente pueden volver a ser utilizados. Esta manifestación se pudo estudiar con mucho detalle durante la erupción del Paricutín (fig. 4). Este volcán nació el 20 de febrero de 1943 en Michoacán. En los primeros días de 1944, un flujo de lava que tardó tres días en desplazarse desde el volcán, alcanzó al pueblo de Paricutín, a una velocidad de unos 30 m/h, cubriéndolo por completo. En mayo de 1944, San Juan Parangaricutiro también fue alcanzado por otro flujo similar, que se desplazaba a 25 m/h, destruyéndolo casi en su totalidad. Fig. 18. Flujos de lava en el volcán de Colima. Este tipo de actividad efusiva se inició desde 1960 y continúa en el presente. Los episodios de actividad efusiva se alternan con episodios de erupciones explosivas. La foto de arriba muestra uno de los flujos de lava que se formaron en 1976 (Foto de S. De la Cruz). A la derecha una foto del sistema de monitoreo volcánico de la Universidad de Colima de los flujos de lava del marzo de 2002. 14

Volcanes CENAPRED El alcance de los flujos de lava depende críticamente de su viscosidad (es decir su resistencia a deformarse rápidamente). Flujos de lava de baja viscosidad, como los que se forman en los volcanes de Hawai por ejemplo, pueden extenderse por decenas de kilómetros. Fig. 19. Lava volcánica del volcán Kilauea, Hawaii, 2002 El efecto destructivo proviene principalmente del peso de la lava que, con una densidad típica en el rango de 2.7 a 2.9 g/cm 3, aplasta a las edificaciones de menor altura. Sin embargo, un edificio de altura suficiente que exceda el espesor de flujo de lava, podría en principio resistir el avance de éste. Tal fue el caso de la iglesia de San Juan Parangaricutiro, cuyas partes más altas están relativamente poco dañadas, aunque rodeadas por el flujo de lava. Los flujos de lavas más viscosas, sólo pueden avanzar sobre terrenos de pendientes fuertes y, como se observa por ejemplo en el caso del volcán de Fuego de Colima (fig. 18), se detienen cuando la pendiente del terreno es menor que aproximadamente el 15%. Sin embargo, ese tipo de flujos de lava de bloques puede fragmentarse y generar fácilmente derrumbes o avalanchas de rocas incandescentes que al deshacerse pueden liberar flujos piroclásticos, como ha sido el caso de la actividad reciente del volcán de Colima. La razón de esto es que la presión dinámica que puede ejercer lateralmente un flujo de lava sobre un edificio depende linealmente de la densidad de la lava del flujo y del cuadrado de su velocidad. Si bien la densidad de la lava puede ser considerable como se indica arriba, la velocidad de avance es por lo general tan baja, que la presión dinámica ejercida por el flujo de lava sobre las paredes de la iglesia de San Juan Parangaricutiro se estima que fue del orden de tan sólo 0.07 Nw/m 2, muy pequeña comparada con la presión ejercida por el peso. Estas consideraciones pueden ser importantes en el diseño y construcción de edificaciones en zonas volcánicas, tales como plantas de producción de energía, (nucleares o de otro tipo), o cualquier otra estructura cuya resistencia sea crítica para la seguridad de la región circundante. Fig. 20. Cono volcánico del volcán Colima, 2003 15

CENAPRED Volcanes Flujos piroclásticos: Durante las erupciones explosivas, pueden generarse avalanchas formadas por mezclas de fragmentos de lava, ceniza volcánica (magma finamente fragmentado), y gases muy calientes, que se deslizan cuesta abajo por los flancos del volcán a grandes velocidades y pueden llegar a ser muy destructivas y peligrosas. Estas avalanchas de material magmático, gases calientes y fragmentos de roca reciben varios nombres: flujos piroclásticos, nubes ardientes o flujos de ceniza caliente. Estos flujos representan una de las manifestaciones más impresionantes y destructivas de las erupciones volcánicas y ha sido la causa de numerosos desastres volcánicos en distintas partes del mundo. Entre los más conocidos está la destrucción de Pompeya por la erupción del Vesubio en el año 79 D.C. Otro gran desastres causados por flujos piroclásticos ocurrió durante la erupción del Monte Pelée, en Martinica, isla francesa en el Caribe, el 8 de mayo de 1902, que destruyó la ciudad capital de St. Pierre, causando cerca de 29,000 víctimas. El poder destructivo de los flujos piroclásticos depende esencialmente de sus volúmenes y de sus alcances. Estos factores están controlados por el tipo de erupción que los produce, por la topografía del terreno (esto es, por las pendientes y barrancas del volcán), por las características de los materiales arrojados durante la erupción (composición y contenido de volátiles), y por la altura a la que se originan. Existen varios tipos de flujos piroclásticos: Flujos relacionados con derrumbes o colapso de domos, o con el desmoronamiento de los frentes de flujos de lava en pendientes fuertes; flujos producidos directamente en cráteres de cumbre, que pueden ser dirigidos lateralmente por domos; flujos producidos por el colapso de grandes columnas eruptivas, entre otros. Algunos ejemplos se ilustran en la figura 21, donde se muestran flujos piroclásticos producidos por el derrumbe de partes del domo y de las coladas de lava del volcán de Colima, y los grandes flujos piroclásticos generados durante la erupción del volcán El Chichón en 1982 que causaron el peor desastre volcánico de la historia de México. El único mecanismo de protección ante estos flujos es la evacuación preventiva. Por su velocidad (que puede exceder fácilmente los 100 km/h), hace muy difícil cualquier acción durante su desarrollo, ya que a lo más les toma pocos minutos recorrer las distancias que separan a poblaciones vulnerables de los volcanes activos. Los alcances máximos de los flujos piroclásticos deben estar indicados en los mapas de peligros volcánicos de cada volcán. Fig. 21. Izquierda: Flujo piroclástico de magnitud moderada producido por el derrumbe de bloques de lava en el volcán de Colima a finales de 1998. Numerosos flujos de este tipo han motivado varias evacuaciones preventivas de poblaciones cercanas a ese volcán. Derecha: Flujo piroclásticos de gran tamaño y poder destructivo, generado durante la erupción del volcán El Chichón, el 3 de abril de 1982. Fotografías de S. De la Cruz. 16

Volcanes CENAPRED Flujos de lodo (o lahares): La mezcla de bloques, ceniza y cualquier otro escombro volcánico con agua puede producir unas avenidas muy potentes de lodo y rocas, que tienen un poder destructivo similar o incluso mayor a los flujos piroclásticos, y por lo general mayor alcance, pues pueden recorrer decenas de kilómetros. El agua que forma la mezcla puede tener varios orígenes, tales como lluvia torrencial sobre depósitos volcánicos, drenaje abrupto de lagunas, o por la entrada de flujos piroclásticos en ríos o en zonas de nieve o glaciares provocando su fusión súbita (figura 22). Estas avenidas pueden acarrear escombros volcánicos fríos o calientes y se mueven con rapidez, erosionando e incorporando materiales de las pendientes del volcán, siguiendo las barrancas que forman su drenaje natural. Los lahares pueden desarrollarse durante o después de las erupciones, por ejemplo en la estación lluviosa que sigue a una erupción. Los valles angostos y con cierta pendiente, pueden canalizar los lahares a través de grandes distancias. Sin un lahar llega a un valle amplio y de poca pendiente se dispersará lateralmente formando un abanico, que aunque puede tener menor longitud, abarcará sitios fuera de la desembocadura del valle angosto. Las velocidades de estos flujos están determinadas por las pendientes, por la forma de los cauces, por la proporción de sólidos/agua y en cierta forma por su volumen y pueden variar desde pocas decenas a más de 100 kilómetros por hora. Los lahares pueden destruir o dañar gravemente poblados, tierras dedicadas a la agricultura y todo tipo de infraestructura, sepultando carreteras, destruyendo puentes y presas y bloqueando rutas de evacuación que podrían haber sido consideradas seguras por su relativa lejanía al volcán. También pueden depositarse formando represas y lagos de lodo que al sobrecargarse, se rompen generando un peligro adicional. Es bien conocido el trágico caso del volcán Nevado El Ruíz, en Colombia, el 13 de noviembre de 1985, cuando una erupción relativamente pequeña originó una de las peores catástrofes volcánicas de la historia. Los flujos piroclásticos erosionaron catastróficamente el glaciar y la nieve de la cumbre del volcán, formando un lahar que, desplazándose a una velocidad media estimada en 12 m/s, arrasó varias poblaciones, incluyendo la ciudad de Armero a 55 km de distancia y causando cerca de 25,000 víctimas. Fig. 22. Generación de flujos de lodo o lahares. En este caso, el agua de la lluvia se mezcló con la ceniza volcánica de la erupción del Chichón de 1982, produciendo grandes cantidades de lodo que fluyeron destructivamente seis semanas después de terminada la erupción, al inicio de la estación de lluvias. Foto de S. De la Cruz. Una manera de reducir el impacto de los lahares, es por medio de diques y otras estructuras especialmente diseñadas para controlar el curso de sus flujos y reducir su energía de movimiento. En Japón esta tecnología se ha desarrollado en gran medida y se denomina ingeniería Sabo. 17

CENAPRED Volcanes Derrumbes y deslizamientos: Los edificios volcánicos están formados por los depósitos de materiales emitidos en erupciones pasadas, y por lo general no son estructuras muy firmes. Una erupción o un terremoto pueden provocar la fractura y el derrumbamiento del material acumulado en las partes altas del volcán y producir una gran avalancha de escombros. Este tipo de avalancha por lo general llega a ser muy destructiva, dependiendo de la cantidad de material involucrado, de la altura a la que se origina y de la topografía del terreno. Fig. 23b. Foto del derrumbe del edificio volcánico del Monte Santa Elena en E.U.A., el 19 de mayo de 1982. Foto de Lyn Topinka. Fig. 23a. Una caldera abierta de unos 5 km de diámetro rodea al actual cono del volcán de Colima. Esa caldera ha resultado de varias erupciones que han causado derrumbes del edificio volcánico. Foto de la SCT. Por ejemplo, el volcán de Colima tuvo una gran erupción hace 4300 años que produjo el colapso del cono volcánico existente entonces. La fig. 23a muestra el cráter en forma de caldera abierta que han dejado ese tipo de erupciones y que rodea al actual volcán de Colima. Otro ejemplo reciente de este tipo de manifestación se pudo observar en la erupción del volcán Mt. Saint Helens, en el estado de Washington, E.U.A. del 18 de mayo de 1982 (fig 23b). 18

Volcanes CENAPRED Columnas eruptivas y lluvias de fragmentos y de ceniza: Las erupciones explosivas lanzan grandes cantidades de gases calientes y fragmentos de magma (mezclas de cristales y fragmentos de vidrio) de todos tamaños al aire. Los gases calientes pueden arrastrar las partículas hasta grandes alturas (en la erupción de El Chichón de 1982, la columna eruptiva alcanzó alturas máximas de 24 km sobre el nivel del mar, y en la erupción del volcán Pinatubo en Filipinas el 15 de junio de 1991, la columna alcanzó cerca de 35 Km de altura). Cuando la columna eruptiva de una erupción penetra en la estratosfera, es decir, alcanza alturas mayores a unos 11 a 13 km, se dice que la erupción es Pliniana. Durante una erupción, los fragmentos más grandes caen cerca del volcán y los fragmentos más finos pueden ser arrastrados por el viento sobre distancias de cientos y hasta miles de kilómetros, especialmente a elevadas altitudes, produciendo lluvias de ceniza sobre grandes extensiones (fig. 24). La ceniza más fina puede permanecer en el aire por varios días y hasta por algunas semanas, dependiendo de sus características, de su altitud y de los vientos dominantes. Los aerosoles formados por la condensación de varios de los gases volcánicos y sus interacciones con el agua, sea el vapor que acompaña a la columna eruptiva, o la humedad atmosférica, pueden permanecer suspendidos por tiempos mayores. Por ejemplo aerosoles formados por gotitas de ácido sulfúrico pueden permanecer por semanas, meses y hasta años en las partes altas de la atmósfera. El daño principal que causa la ceniza en las poblaciones se deriva de su acumulación en los techos, pudiendo provocar su colapso, lo que puede evitarse removiendo la ceniza acumulada, teniendo gran cuidado de no arrojarla al drenaje. La inhalación o exposición excesiva a la ceniza volcánica también llega a ser dañina, por su carácter erosivo y, en ciertos casos, por los materiales volátiles que se pueden condensar sobre la superficie de las partículas. En algunos casos, por suerte poco frecuentes, la ceniza puede acarrear depósitos de flúor a niveles tóxicos. Fig. 24. Efectos de la lluvia de ceniza. Los fragmentos finos de las erupciones de 1982, esto es, la ceniza volcánica emitida por las erupciones del Chichón de 1982 fueron transportados por el viento sobre distancias de cientos de kilómetros, precipitándose sobre el campo. Nótese la acumulación de ceniza humedecida sobre las líneas de energía. Foto de S. De la Cruz. 19

CENAPRED Volcanes La inhalación excesiva puede reducirse permaneciendo en casas o sitios en los que se evite la entrada del polvo. También debe evitarse que la ceniza caiga en el agua potable, y de ser posible proteger o trasladar animales y ganado doméstico a un lugar seguro. Cuando haya ceniza en el aire, los equipos mecánicos deben protegerse con filtros adecuados. La ceniza depositada sobre las vías de comunicación puede inhabilitarlas (fig 25). Fig. 25. La ceniza depositada sobre las carreteras puede inhabilitarlas parcial totalmente. La foto muestra las dificultades de evacuación en una carretera parcialmente cubierta de ceniza durante la erupción del volcán El Chichón, en 1982. Foto de S. De la Cruz. Fig. 26. El peso de la ceniza puede producir el colapso de instalaciones inadecuadamente diseñadas. La foto muestra el techo caído de la terminal camionera de Pichucalco, a unos 20 km del volcán El Chichón, que cayó por efecto de una acumulación relativamente pequeña de ceniza. Cuando la ceniza depositada se humedece o se compacta, su peso puede producir hundimientos de los techos y caída de hojas y ramas de plantas y cables de todo tipo. Así mismo, la ceniza húmeda puede conducir la electricidad, produciendo corto-circuitos en líneas de transmisión de energía y en líneas de comunicación. La densidad de la ceniza no compactada es comparable a la del agua o granizo (cerca de 1000 kg/m 3 ). La ceniza húmeda y compactada puede alcanzar densidades carcanas a 3000 kg/m 3, por lo que su acumulación sobre techos inadecuadamente diseñados puede causar su colapso (fig. 26). 20

Volcanes CENAPRED La ceniza húmeda puede tener ciertas propiedades de cohesión y cementarse, especialmente cuando ha invadido sistemas de drenaje (fig. 27). La lluvia abundante sobre depósitos de ceniza genera lodo que dificulta el tránsito y puede generar peligrosos flujos de lodo. Fig. 27. La foto muestra los drenajes de Pichucalco, Chiapas, completamente bloqueados por la ceniza de la erupción del volcán El Chichón caída sobre la ciudad, a la que se añadía la ceniza removida de los techos. Foto de S. De la Cruz. Los fragmentos mayores, especialmente aquellos formados por las rocas densas de las estructuras más viejas del volcán, como son los domos que tapan los cráteres, son lanzados por las explosiones como proyectiles balísticos (denominados líticos ) y pueden causar severos daños, incluso en techos más reforzados (fig. 28). Fig. 28. En regiones más cercanas al centro eruptivo, aparte de la ceniza volcánica, los fragmentos de mayor tamaño pueden producir perforaciones y severos daños a los techos, y a las vías de comunicación. Estas fotos muestran ese tipo de daños producidos por las erupciones del volcán El Chichón en 1982, dentro de un radio de 10 km. Arriba, foto de un techo perforado por líticos. A la derecha un puente semidestruido por impactos de líticos. Fotos de S. De la Cruz. 21

CENAPRED Volcanes Algunos de los peligros asociados a los distintos tipos de erupciones volcánicas y a sus diferentes manifestaciones se resumen en las tablas 3 y 4. Manifestación Peligro asociado Tabla 3. Erupciones efusivas Velocidad Alcance Efecto más frecuente Lava líquida Flujos de lava Baja Corto Destrucción del terreno Ceniza Lluvia de ceniza Media Intermedio Acumulación de ceniza Tabla 4. Erupciones explosivas Manifestación Fragmentos de todos tamaños Peligro asociado Flujos piroclásticos Velocidad Alcance Efecto más frecuente Muy alta Corto a intermedio Ceniza Lluvia de ceniza Media Largo a muy largo Lodo (agua y fragmentos) Derrumbe o deslizamiento Flujo de lodo (lahar) Avalancha de escombros Media a alta Alta a muy alta Intermedio a largo Intermedio a largo Devastación Acumulación de ceniza, bloqueo de drenajes Devastación Devastación 22

Volcanes CENAPRED Las velocidades y los alcances están descritos aquí en términos cualitativos, dado que dependen de muy diversos factores, como altura del volcán, intensidad de la erupción, topografía del terreno, vientos dominantes, etc. En términos muy generales, estos rangos pueden acotarse como sigue: Las velocidades denominadas bajas están en el rango de metros por hora; las intermedias, de pocos kilómetros por hora; y las altas, desde varias decenas de kilómetros por hora, hasta cientos de kilómetros por hora. Alcances cortos implican de cientos de metros a pocos kilómetros; intermedios, algunas decenas de kilómetros; y largos hasta cientos de kilómetros. Fig. 29. Lava volcánica del volcán Kilauea, Hawaii, 2002 Los volcanes poligenéticos pueden producir cualquier tipo de erupción con un rango amplio de intensidades. En los volcanes monogenéticos por lo general domina la actividad efusiva, pero ésta puede ir acompañada de fases moderadamente explosivas (denominadas como del tipo Stromboliano, por su similitud con las erupciones del volcán Stromboli en Italia). Fig. 30. Volcán Paricutín, México. Fig. 31. Erupción volcánica 23

CENAPRED Volcanes Actividad Volcánica Reciente en México México, como muchas otras naciones de América Latina, es un país rico en volcanes localizados en la región circumpacífica. La mayor parte del vulcanismo está relacionado con las interacciones entre las placas tectónicas de Rivera y Cocos y la Placa Norteamericana y se manifiesta principalmente en la Faja Volcánica Mexicana (FVM). Esta Faja es una región volcánica elevada, con orientación aproximada Este-Oeste, que se extiende más de 1200 km con un ancho variable entre 20 y 150 km, aproximadamente a lo largo del paralelo 19. Sin embargo la FVM no es la única región volcánica. Como lo muestra la fig. 33, actividad importante ha ocurrido en el Noroeste (Baja California y Sonora, en las islas del Pacífico (principalmente las Revillagigedo), y en el Sureste (principalmente en Chiapas). El vulcanismo que se desarrolla a lo largo de la FVM es muy variado, e incluye desde actividad efusiva, cuyos productos más importantes son los derrames de lava, hasta volcanes que han producido erupciones altamente explosivas, con emisión de grandes cantidades de materiales piroclásticos tanto de flujo como de caída. Esto genera una diversidad de volcanes, casi 2000, que incluye grandes estratovolcanes y extensos campos de pequeños conos de ceniza y volcanes escudo. La tasa de la erupción promedio en México durante los últimos 500 años ha sido de unas 15 erupciones de diversos tamaños por siglo. Fig. 32. Nevado y volcán de Colima, México Si bien la mayoría de las erupciones han sido de magnitudes bajas, otras han sido destructivas en grado moderado, como las del Colima de 1576 y 1818, o las del San Martín Tuxtla de 1664 y 1793, o en mayor grado, como recientemente ocurrió en la erupción del volcán El Chichón en 1982, que causó numerosas víctimas, devastó 150 km 2 de áreas boscosas y de cultivo y destruyó varios miles de cabezas de ganado. Otras erupciones, como el nacimiento del volcán monogenético Parícutin han producido flujos de lava, provocando la destrucción de poblaciones y tierras cultivables, pero sin causar víctimas. Casos análogos de volcanes monogenéticos recientes son el Jorullo, que nació en Michoacán en 1759, y el Xitle, que nació en el valle de México, hace unos 1670 años. Los efectos de los flujos de lava del Xitle pueden apreciarse muy claramente en la zona arqueológica de Cuicuilco en el sur del Distrito Federal. En el figura 33 se muestran algunos de los principales volcanes mexicanos que han desarrollado algún tipo de actividad eruptiva en tiempos geológicamente recientes. Puede notarse en esa figura que la mayor concentración de volcanes activos se encuentra el la Faja Volcánica Mexicana. 24

Volcanes CENAPRED Fig. 33. La figura muestra algunos de los volcanes de México que han tenido erupciones en tiempos geológicos muy recientes o históricos. Nótese que algunos de los volcanes señalados (como el Xitle o el Paricutín) son monogenéticos. Fuente: tepetl.igeofcu.unam.mx/volcanes. A continuación, en las tablas 5 a 16 se describen de una forma muy condensada y resumida las erupciones más importantes que han ocurrido en México en tiempos históricos, afectando de una manera u otra a la población que ha habitado en sus entornos. Los volcanes se listan desde el Noroeste al Sureste. Tabla 5. Volcán Tres Vírgenes Complejo de tres estratovolcanes andesíticos y domos dacíticos Altura: 1,940 msnm Fecha (D/M/A) Localización: 27.47 N, 112.59 O (Baja California Sur) Tipo de erupción y efectos 1746 y 1857 Erupciones dudosas y poco documentadas. No hay reportes de daños. 25

CENAPRED Volcanes Tabla 6. Volcán Bárcena Cono Cinerítico Altura: 381 msnm Fecha (D/M/A) 01/08/1952 Localización: 19.30 N, 110.82 O (ISLA SAN BENEDICTO, Archipiélago de las Revillagigedo, COLIMA) Tipo de erupción y efectos Nace este volcán en el extremo sur de la isla San Benedicto del archipiélago de las Revillagigedo, deshabitada en esa época. La actividad fue principalmente de tipo stromboliano y se prolongó hasta marzo o abril de 1953. Tabla 7. Volcán Evermann (o Socorro) Volcán de Escudo Altura: 1,050 msnm Fecha (D/M/A) 1848, 1896, 1905 y 22/05/1951 Localización: 18.78 N, 110.95 O (ISLA SOCORRO, COLIMA) Tipo de erupción y efectos Erupciones pequeñas a moderadas. 01/02/1993 Leve actividad eruptiva por una ventila submarina en el flanco oeste del volcán, a 3 km de Punta Tosca y a una profundidad de unos 300 m. Algunos fragmentos de pómez emitidos por esta actividad fueron vistos flotando en la superficie del mar. Tabla 8. Volcán Sangangüey Estratovolcán andesítico Altura: 2,340 msnm Fecha (D/M/A) 1742 y 1859 Localización: 21.45 N, 104.73 O (NAYARIT) Tipo de erupción y efectos Erupciones dudosas y poco documentadas. Es posible que los reportes de la época sean incorrectos o atribuyan al Sangangüey erupciones de otros volcanes cercanos. 26

CENAPRED Volcanes Estratovolcán andesítico-dacítico Altura: 5,454 msnm Fecha (D/M/A) Entre 3200 y 2800 A.C. Entre 800-200 A.C. Entre 700-1100 D.C. Tabla 10. Volcán Popocatépetl Localización: 19.02 N, 98.62 O (MEX-PUE-MOR) Tipo de erupción y efectos Erupciones plinianas con intensos flujos piroclásticos, algunos derrames de lava y generación de grandes lahares. Erupción pliniana similar Erupción pliniana, similar a las anteriores. 1347 Erupción poco documentada 1354 y 1363 Episodios de actividad eruptiva moderada 1509, 1512 Emisión de fumarolas 1518-1528 y 1530 Episodios de actividad eruptiva moderada, con fumarolas, explosiones y esporádicas emisiones de rocas incandescentes 1539-1540 Erupciones moderadas, similares a las anteriores 1548 Erupción moderada, con algunas explosiones y emisión de material incandescente 1571-1592 Actividad persistente. Emisiones de gases y cenizas. 20/10/1697 Explosión moderada 1720 Actividad moderada 19/02/1919-1927 Episodio de actividad eruptiva consistente de la emisión y destrucción de domos de lava en el interior del cráter. A lo largo de varios años se manifestaron explosiones, emisiones de ceniza y materiales incandescentes y fumarolas. Hubo una víctima y dos heridos entre miembros de una expedición al borde del cráter, al ocurrir una explosión el 25/03/1921. 1989 Se instala la primera estación de monitoreo sísmico del volcán 1993-1994 Aumento en la actividad microsísmica y fumarólica. Se extiende el monitoreo. 21/12/1994- A las 01:31 del 21/12/ 1994, ocurren cuatro explosiones seguidas por una emisión creciente de gases y ceniza. En esa ocasión, se evacuaron unas 20,000 personas en poblaciones del Estado de Puebla al pie del volcán. Las emisiones de ceniza o exhalaciones continuaron en 1995 y 1996. En marzo de 1996, ocurre otro episodio de emisión intensa de gases y cenizas. A finales de marzo, se detecta un domo creciente de lava en el interior del cráter. Las explosiones subsiguientes se hacen más intensas y lanzan fragmentos incandescentes alrededor del cráter. El 30/04/1996, una explosión causa la muerte de 5 alpinistas cerca del labio inferior del cráter y lluvias de ceniza y arenilla en poblaciones cercanas. En 1997, continúa el crecimiento del domo de lava y la actividad de exhalaciones y explosiones. La de mayor intensidad, el 30 de junio de 1997, produce una columna eruptiva de 8 km sobre la cima y una leve lluvia de ceniza en la ciudad de México. Otras explosiones en 1997, 1998 y 1999 lanzaron cantidades importantes de fragmentos incandescentes y causaron incendios en la vegetación de las faldas del volcán, provocando la destrucción parcial de los domos de lava. En diciembre de 2000 se registra la erupción más grande del episodio actual, lo que lleva a realizar evacuaciones preventivas similares a las de 1994. Hasta marzo de 2003 se han formado de 25 domos. Explosiones registradas entre febrero y julio de 2003 destruyen el último de esos domos. 28