El desafío empresarial de la gestión de la Responsabilidad Social Corporativa: un enfoque sectorial



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Transcripción:

El desafío empresarial de la gestión de la Responsabilidad Social Corporativa: un enfoque sectorial Avanzando hacia una empresa socialmente responsable Vol. I Pilar García Lombardía Carlos de la Torre García Antonio Fuertes Zurita

AGRADECIMIENTOS Este libro se ha escrito gracias a la inestimable colaboración y generosidad de personas que han contribuido con apoyo e ideas a su elaboración. Queremos mostrar aquí nuestro agradecimiento a todas ellas y en especial a: Jesús Abadía, Juan José Almagro, Celia de Anca, Alberto Andreu, Inés Añez, Antonio Argandoña, María Arrien, Clara Bazan, Pedro Cano, José María Carpena, José Luis Colás, Juan Manuel Cruz, Carlos Bendito, Mariona Doménech, Ana Fernández, Roberto Fernández, Ángela Gallifa, Martín Godino, Marta Gómez, Marcos González, Tomás González Cueto, Inés García, Joaquín Garralda, Gemma Giner, Germán Granda, Ángel Lagares, Rafael Lobeto, Marta Martín, Alfonso Masoliver, Jesús Mercader, Jaime Montalvo, Rafael Montes, Juan Mora, Carmen Morales, Jesús Núñez, José Ramón Pin, Juanjo Pol, María Jesús Redondo, Jose Luis Relea, Joaquín Rivera, Iñigo Sagardoy, Juan Antonio Sagardoy, Jaime Sureda, Antonio Vázquez y Sergio Turrión. Del mismo modo, queremos reconocer a la Fundación Sagardoy y al IESE Business School su apoyo en las tareas de la investigación que sustenta este estudio y el haber contribuido con sus medios técnicos y humanos a la realización de la misma. Finalmente deseamos agradecer a las empresas que han respondido al cuestionario de tendencias de futuro de RSC incluidos en el Epílogo. Asimismo, queremos agradecer el patrocinio de ACCIONA, MAPFRE y la Consejería de Empleo y Mujer de la Comunidad de Madrid para la edición de este libro. Entidades Patrocinadoras: IESE - Universidad de Navarra 3

Índice Prólogos 7 Presentación 13 Introducción y conclusiones 15 Estructura y metodología 25 Capítulo 1: RSC en el sector aéreo 27 Capítulo 2: RSC en el sector bebidas alcohólicas 47 Capítulo 3: RSC en el sector construcción 61 Capítulo 4: RSC en el sector energía 81 Capítulo 5: RSC en el sector farmacéutico 111 Capítulo 6: RSC en el sector hostelería 131 Capítulo 7: RSC en el sector tabacos 149 Capítulo 8: Responsabilidad Social Corporativa: análisis cross-sectorial 171 Epílogo: Tendencias de RSC. Cinco preguntas concretas para una reflexión sectorial de la gestión de la Resposabilidad Social Corporativa 183 Anexo I Mapa legal de la RSC 201 Anexo II Certificaciones y estándares en Responsabilidad Social Corporativa 211 100 Referencias generales Internacionales de RSC 217 IESE - Universidad de Navarra 5

Prólogos Fundación Sagardoy Hace unos años, escribía E. Vázquez que la «práctica del valor desarrolla la humanidad de la persona, mientras que el contravalor (y no digamos la ausencia de valores) le despoja de esa cualidad». La justicia, el honor, la libertad, la generosidad, la lealtad, el bien común, la verdad, la honestidad, son valores que dignifican al hombre y, sin ellos, efectivamente su esencia queda en nada. No habría dignidad, pues en sentido humanista, tener valores es lo que hace que la persona sea tal, sin lo cual perdería la humanidad o parte de ella. No tener principios sólidos convierte al ser humano en una hoja al viento. En el mundo de la empresa y de los negocios no se puede faltar a los principios de la ética, de la lealtad, de la palabra dada, de la justicia distributiva... pues con ello daremos entrada a una convivencia selvática que lleva a la pérdida de la fe en nuestro sistema económico. Los valores que exigen dedicación y esfuerzo son, pues, en la vida personal, en la política y en la empresa esenciales, y por eso siempre he considerado el concepto de la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) con un potencial enorme que permite interconectar el mundo de los negocios con la sociedad y coloca a las empresas como uno de los principales motores del compromiso social. Las empresas, y a ello me he referido en muchos foros, tienen una misión esencialmente económica, esto es, producir beneficios, lo que hoy los expertos de management llaman generación de valor, pero nada impide que desarrollen su negocio de acuerdo con parámetros de ética y sostenibilidad y aporten en las relaciones con su entorno (grupos de interés) valor económico, pero también valor social. Ética y eficiencia económica deben ser compatibles en la gestión empresarial. Si una empresa crea riqueza económica y genera cantidad y calidad de empleo, y gestiona de manera responsable sus recursos humanos, de manera consensuada y negociada, con riguroso cumplimiento de sus obligaciones de prevención de riesgos laborales, aprueba y pone en práctica planes de conciliación, igualdad o diversidad, integra de manera efectiva a trabajadores discapacitados, a las mujeres, a los jóvenes o a los inmigrantes en su proceso productivo, planifica de manera adecuada la formación continua y el mantenimiento de la empleabilidad de sus trabajadores, implanta sistemas de compensación y beneficios sociales transparentes y equitativos, preserva los derechos fundamentales de los trabajadores en la empresa y, eventualmente, aplica, en caso necesario, planes sociales de acompañamiento si se precisan mecanismos de reducción o suspensión de contratos estará asumiendo compromisos muy destacados con sus empleados y con la sociedad y generando un clima de confianza y estabilidad que, sin duda, será bien valorado por el entorno (analistas, inversores, accionistas, sindicatos, reguladores, clientes, proveedores, comunidades locales, ONGs y sociedad en general). En otras ocasiones me he referido a los retos sociales que tienen ante sí los directores de recursos humanos como parte de un humanismo laboral que, cada vez, se hace visible con más fuerza, y ahora muchos de ellos cuentan con un protagonismo nuevo gestionando la dimensión interna y social de la RSC. Si a eso se añade, desde otras áreas, una gestión responsable de las preocupaciones medioambientales y económicas o de gobierno corporativo, la empresa se estará posicionando en los mercados como una empresa estable, predecible, fiable en definitiva, como una empresa socialmente responsable. Será una empresa con valores o, por ser más preciso, con un equipo de dirección y gestión (de profesionales) que siguen criterios de RSC en la toma diaria de decisiones. La Responsabilidad Social Corporativa es un concepto jurídico todavía en construcción, y pese a que ya hay definiciones bastante certeras (Comisión Europea, Congreso, Foro de expertos del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, etc.), todavía se desconocen con precisión sus límites y potencialidades. También son emergentes y especialmente novedosas las herramientas para su gestión (plataformas de diálogo y aprendizaje con los grupos de interés, portales interactivos, planes directores, programas de acciones concretas, directivos especialistas, sistemas de gestión, certificaciones, memorias, etc.). La gestión avanzada de la RSC no parece una tarea fácil, si se tiene en cuenta que son muchos los grupos de interés y que sus expectativas puede que no siempre encuentren acomodo en la misión, principios y objetivos de la empresa. En este marco se plantea este libro que el lector tiene en sus manos, que es una feliz iniciativa de CR WORKS, consultora especializada en la gestión de la responsabilidad corporativa en la empresa; del IESE - Universidad de Navarra 7

IRCO, Centro de Investigación del IESE; de la Cátedra la Caixa de Responsabilidad Social y Gobierno Corporativo, y de la Fundación Sagardoy, y que pretende profundizar en el desafío empresarial de la gestión de la RSC desde un enfoque sectorial, incorporando claves importantes para avanzar hacia empresas socialmente responsables en siete sectores analizados: transporte aéreo, bebidas, construcción, energía, farmacéutico, hostelería y tabaco. Señalan los autores que la gestión de la RSC como una orientación esencial del management del siglo XXI debe ser fruto de la reflexión y el diálogo permanente con los grupos de interés, y que no es universal, sino que depende de tres factores determinantes: la estrategia del negocio, la cultura corporativa y las circunstancias y condiciones de cada sector y si acaso, de cada proyecto empresarial, y puede y debe ser una ventaja competitiva. El proyecto de esta investigación, una vez alcanzados ya los resultados de su publicación, merece desde luego mi reconocimiento por su rigor y profundidad y, también, por su innovación, al incorporar nuevos elementos de análisis y reflexión en la gestión de la RSC en la empresa. Deberemos ahondar en el futuro en este planteamiento sectorial, que estoy seguro encontrará una investigación minuciosa de otros sectores en otro libro que dará continuidad a esta publicación. Juan Antonio Sagardoy Bengoechea Presidente de la Fundación Sagardoy 8 IESE - Universidad de Navarra

La empresa siempre, pero especialmente en estos inicios del siglo XXI, es un organismo vivo en permanente necesidad de adaptación a las exigencias de la sociedad. La interdependencia entre empresa y sociedad es hoy ya indiscutible. Por ello, es ya reconocida por todos la necesidad de que la empresa interactúe con su entorno, esto es, con sus grupos de interés, para generando valor a ambos lados, cumpla su misión, que es esencialmente económica, pero también social. Este nuevo planteamiento sobre el papel que cumple la empresa en nuestra sociedad parece un cambio de paradigma, fuertemente motivado por un elenco de factores, entre los que destacan: la creciente globalización e internacionalización de las economías, el aumento de las multinacionales, así como una mayor preocupación de la sociedad por cuestiones como el medio ambiente, la cohesión social, la calidad del empleo y, cómo no, la erradicación de las injusticias sociales. Esa visión apuesta claramente porque las empresas no tengan una labor de carácter exclusivamente económico, de producción de bienes y servicios para satisfacer las necesidades humanas, sino, también, que sean agentes sociales, y que por ello deben tener una responsabilidad para con la sociedad en que se desarrollan. En este debate, la visión y expectativas de los agentes económicos y sociales ante la RSC es distinta. Por un lado, las organizaciones empresariales consideran que, como ciudadanos corporativos, tienen que ser responsables de las actividades que desarrollan. No obstante, mantienen que la aplicación de la RSC debe de ser voluntaria, unilateral y decidida libremente por la empresa (company driven); reclaman flexibilidad para que los temas de RSC a abordar sean a la carta ; limitan el control de la RSC a mecanismos internos, y sólo eventualmente, externos asociados a las demandas de los consumidores, y defienden un rol para el regulador internacional o nacional meramente incentivador. Por el contrario, los sindicatos proponen una legislación de RSC, su integración en toda la política empresarial (mainstreaming), controles externos, un mayor protagonismo de los sindicatos como interlocutor clave de referencia y un rol para reguladores y auditores más destacado. Con todo, aún se hace más necesario que organizaciones empresariales y sindicatos aborden en profundidad un enfoque sectorial de la RSC. Esa visión es, sin duda, uno de los logros más significativos del alcance de esta investigación, que también aporta un orden conceptual sobre el alcance y fronteras de la RSC e incorpora nuevos elementos en el debate sobre el desafío empresarial de la gestión inteligente de la RSC en las empresas e, incluso, se apunta un modelo para avanzar hacia empresas socialmente responsables. Son muchos los retos y contenidos de la RSC en las empresas, siempre más allá del marco legal aplicable para mantener la voluntariedad y nivel de excelencia que requiere y conectados con la estrategia y cultura corporativa. Entre otros, destacan en el ámbito de la responsabilidad social: los planes de igualdad, diversidad o conciliación; los sistemas de gestión de prevención de riesgos laborales; el control de subcontratación; el patrocinio o el mecenazgo; la acción social; la formación en competencias de RSC; las memorias sociales; los códigos de conducta, etc. En el ámbito de la responsabilidad económica y de gobierno corporativo: la transparencia financiera y contable y la gestión de riesgos financieros. Finalmente, en el ámbito de la responsabilidad medioambiental: la eficiencia energética, la biodiversidad o las auditorías medioambientales. Hay, por tanto, espacios para la gestión interna de la RSC en las empresas y espacios para las tareas de consultoría, formación u outsourcing especializado en RSC, a las que los profesionales de CR WORKS dedicarán su conocimiento para, también, avanzar en ese loable propósito de alcanzar la excelencia y conseguir, cada vez más, empresas socialmente responsables. Jaime Montalvo Correa Presidente de IESE - Universidad de Navarra 9

Eficiencia económica, ética y responsabilidad corporativa La Responsabilidad Social Corporativa (RSC) tiene dos caras: una interna, personal, íntima, y otra externa, pública, patente a todos. La primera es la más importante: es la del empresario o directivo que se mira en el espejo de su conciencia y se pregunta: estoy haciendo lo que debo? debería hacer más? Cuáles son, en definitiva, mis deberes, mis obligaciones, mis responsabilidades, ante mis accionistas y mis empleados, mis clientes y mis proveedores, la comunidad local y la sociedad en general? Y luego, traslada esas preguntas a los propietarios de sus empresas, a sus colegas y subordinados, a sus empleados, proveedores y clientes, y les pregunta: estamos haciendo lo que debemos? deberíamos hacer más? Porque la empresa es una comunidad de personas, más que una colección de activos o un nexo de contratos, como decimos los economistas. Y la RSC es una responsabilidad personal, sí, pero también colectiva, compartida, solidaria, que hemos de ejercitar todos juntos, sin que nadie escurra el bulto. La cara interna es la más importante porque, sin ella, la RSC corre el riesgo de convertirse en lo que los anglosajones llaman window dressing: operaciones de escaparate, relaciones públicas, quedar bien, dorar la píldora Esto no tiene por qué producirse, pero los que vemos desde fuera el comportamiento de las empresas nos preguntamos si se lo creen de verdad, si se lo toman en serio, o si es sólo una estrategia para vender más, para motivar a sus empleados, para fidelizar a sus clientes, para ahorrarse problemas todo ello con la intención última de ganar más. Porque, si es así, el día en que se presente un conflicto entre beneficios y responsabilidad, ganarán los primeros. Hay una buena descripción de esto, que he encontrado atribuida tanto a Mark Twain como a Groucho Marx: el secreto del éxito es la honestidad y el trato justo. Si eres capaz de fingirlos, ya lo has conseguido. Pero, hay que rechazar todo intento de comportarse de manera socialmente responsable, si no obedece a una profunda convicción personal y compartida? No, desde luego. Porque las personas aprendemos de nuestra propia conducta y de la de los demás. Quizás al principio procuramos no contaminar, o no pagar sobornos, o tratar bien a los empleados por el qué dirán, o porque lo manda el código de conducta de la empresa, Pero es probable que más adelante lo hagamos porque aquí lo solemos hacer de esta manera, y luego porque esa es una buena manera de hacer las cosas y, finalmente, porque esa es mi nuestra- responsabilidad social. Esto explica también que siempre podemos aprender mucho de lo que hacen los demás. Por eso, trabajos como este pueden ser muy útiles. Para unos, porque nos ponen ante el espejo de las actuaciones, socialmente responsables o no, en nuestro sector o en otros sectores. Para otros, porque nos ayudan a entender cómo ven otras empresas sus responsabilidades. Y para todos, porque acaban siempre planteándonos aquellas preguntas íntimas, comprometedoras, a las que me refería más arriba: estoy haciendo lo que debo? Podría debería- ir más lejos? qué puedo aprender de lo que hacen los demás? Y para los que nos dedicamos a estos temas en el mundo de la academia, este trabajo nos pone ante nuevas preguntas importantes, tanto en lo conceptual como en lo práctico. Cómo entienden las empresas de diversos sectores sus responsabilidades sociales? Cómo influyen en su manera de ver la RSC las especificidades de sus procesos productivos, la naturaleza de sus productos o servicios, la personalidad de sus clientes, su ubicación en la cadena de valor, el marco social en que se encuentran, sus condiciones competitivas, la regulación a que les someten las autoridades? Sabemos muy poco sobre todo esto, y por eso me parece que un trabajo como este es de una gran importancia. Primero, porque nos enseña sobre el proceso que siguen las empresas para comprender sus responsabilidades y hacerles frente. Segundo, porque nos explica por qué la RSC no es no debe ser- café para todos, sino que debe adaptarse a las peculiaridades, primero, del país y del sector, y sólo después de la empresa, de sus circunstancias, de su historia y de su equipo humano. Tercero, porque nos ayuda a entender lo que la sociedad pide a los productores de cada bien o servicio. Y, finalmente, porque, de alguna manera, nos pone ante lo que los economistas llamamos el problema de la acción colectiva : hay cosas que una persona aislada no puede resolver, y debe pasarlas a la organización (familia, IESE - Universidad de Navarra 11

empresa, grupo político, club deportivo ). Del mismo modo, hay cosas que la organización la empresa- no puede solucionar, y debe trasladar a la asociación industrial o sectorial. Por ejemplo, erradicar el trabajo infantil o corregir los problemas del cambio climático están más allá de lo que una empresa puede lograr, por muy poderosa que sea, y no le queda otro remedio que trabajar en equipo con otras, a las que debe convencer de que este problema es nuestro, no de otros, sino nuestro. Y, finalmente, hay problemas que sólo puede solucionar la comunidad nacional, e incluso la humanidad en su conjunto. Mi felicitación, pues, a los autores de este trabajo, que nos proporciona información; que, seguramente, nos obligará a pensar y que, sobre todo, abre avenidas nuevas a nuestra curiosidad intelectual, a nuestro conocimiento, y a un mejor sentido de nuestras responsabilidades personales, organizativas y sociales. Antonio Argandoña Profesor, Cátedra la Caixa de Responsabilidad Social de la Empresa y Gobierno Corporativo IESE Business School, Universidad de Navarra 12 IESE - Universidad de Navarra

Presentación I+D+i+R José Ramón Pin Arboledas Profesor del IESE, Director del IRCO Como afirma el estudio que presentamos a continuación, alguna vez he dicho que: «la Responsabilidad Social Corporativa estará en la estrategia de la empresa o no estará». Pero ahora creo que debo ser todavía más tajante y añadir que: «la estrategia debe contener la RSC o será incompleta». Estas dos afirmaciones deben reunirse en una sola que, por tanto, diga: «La estrategia de la empresa no estará completa si no integra la RSC, y ésta no será consistente si no está integrada en la estrategia». Ello nos lleva a recuperar algo que parece que se olvidó en la concepción de la estrategia empresarial hace unos quince años. La explosión del neocapitalismo de los años noventa del siglo pasado centró la estrategia en conseguir el mayor valor para el accionista. En sus concepciones más radicales se llegó a olvidar cualquier otro criterio. Las teorías de Milton Friedman sobre la responsabilidad empresarial eran: obtener beneficio económico, cumplir las leyes y pagar impuestos. Nada más, aunque nada menos. Pero no siempre fue así. Ya en los años sesenta del siglo pasado, la RSC era considerada parte de la estrategia. Kenett Andrews fue el profesor de Harvard que inició el desarrollo de la estrategia empresarial como materia académica. En su libro El concepto de Estrategia Corporativa 1, indica que los cuatro componentes de la empresa son: oportunidades de mercado, competencias de sus componentes, las aspiraciones y valores del personal y la responsabilidad social. En una economía dinámica como la actual, la empresa necesita diferenciarse en su sector. Esta diferenciación se consigue innovando. Hoy no se concibe una estrategia competitiva sin que se apoye en la I+D+i. Investigación, desarrollo e innovación. Pues bien, si de verdad se quiere completar el armazón competitivo hay que volver a incluir la R de Responsabilidad Social. La estrategia debe basarse en el cuadrinomio: I+D+i+R. Sin la R de Responsabilidad Social el resto está cojo. No es consistente. Acabo de publicar un libro sobre recursos humanos, o dirección de personas, que es como nos gusta llamarlo en el IESE, dado que para nosotros los humanos no son recursos, son personas. La clave de dicho libro la da su título: Consistencia 2. Su tesis es que el éxito de las políticas y prácticas de dirección de personas está en la consistencia entre todas ellas, y de su conjunto, con otros elementos de la empresa: entorno social, cultural y político; tecnología, entorno sectorial y competitivo; ADN de la compañía (valores, misiones, visión, motivos de sus componentes, cultura, historia...). La consistencia no sólo hace compatibles todos estos elementos entre sí, los potencia mutuamente en un proceso sinérgico. Pues bien, la RSC es también una parte de ese todo que constituye la empresa. No puede ser mera filantropía ajena a la realidad del resto de la compañía. En ese sentido, puede decirse que hay acciones de RSC más adecuadas a una empresa que a otra, a un sector que a otro. Los gestores tienen la obligación de invertir de la mejor manera posible los recursos que les han confiado el resto de los stakeholders o grupos de interés (GDI) 3. Sus acciones deben tener la propiedad de la consistencia. En la RSC, igual que en marketing, investigación, producción... 1 Andrews, K. (1970), El concepto de estrategia corporativa, EUNSA, Pamplona. 2 Pin Arboledas, J. R. (2007), Consistencia. La estrategia de la empresa es la estrategia sobre sus personas, Pearson Educación S. A., Madrid. 3 Véase la definición de GDI en el capítulo: Introducción y conclusiones. IESE - Universidad de Navarra 13

De ello se deducen, entre otros muchos, dos colorarios: a) Para una empresa, hay acciones de RSC más adecuadas que otras según el sector competitivo en que se encuentra. b) La RSC no puede ser un mero adorno, es una parte de la estrategia. De ahí que al IRCO (International Research Center on Organization), Centro de Investigación del IESE que dirijo, le haya parecido un acierto la iniciativa de la Fundación Sagardoy, la Cátedra la Caixa de RSC, también del IESE, que dirige el Prof. Antonio Argandoña, y la consultora. Se trata de profundizar para ayudar a los gestores a ser consistentes en sus actividades de RSC, aportando un modelo conceptual y un estudio de campo. Como verán los lectores del estudio, en el modelo conceptual se analizan, al menos, dos tests: el de relevancia y el de compatibilidad. Ambos son claves para la consistencia. El de compatibilidad asegura que no hay contradicciones entre las acciones de RSC y otros elementos del conjunto de la empresa. El test de relevancia para los diferentes GDI aporta la búsqueda de la sinergia. Ambas son condiciones esenciales para la consistencia. Pero, como hacemos siempre en el IESE, el modelo teórico debe enraizarse en la realidad. El estudio de campo presenta las mejores prácticas de varios sectores (aéreo, construcción, hostelería...). La tesis contenida en este análisis es que, en principio, son los actuales protagonistas los que mejor saben lo que conviene a su sector o estrategia. Todo ello porque los impulsores de este estudio pensamos que ha llegado la hora de profundizar más en el contenido metodológico. Después de la explosión del interés de los últimos años por la RSC, es necesario ir acotando más el conocimiento de esta materia y su encaje sectorial. Estamos convencidos de que el sector competitivo donde se encuentra una empresa condiciona su actividad y, por supuesto, su estrategia, y dentro de ella, su RSC. Con este objetivo, y el gran trabajo de sus autores, esperamos que este estudio sirva de ayuda a quienes desde la dirección general o la específica función de la dirección de la RSC tienen la responsabilidad de gestionar. 14 IESE - Universidad de Navarra

Introducción y conclusiones Carlos de la Torre García Inspector de Trabajo y de Seguridad Social Profesor de Derecho del Trabajo UC3M Director Técnico del Máster de Abogacía Laboralista FUNDACIÓN SAGARDOY Antonio Fuertes Zurita «El debate actual sobre el gobierno de las corporaciones es, pues, sólo una primera escaramuza. Tendremos que aprender a establecer nuevas definiciones de qué significa rendimiento en una empresa», Peter Drucker, El Management del siglo XXI. Las fronteras de la Responsabilidad Social Corporativa Esta es la primera ocasión en que colaboramos tres organizaciones: la Fundación Sagardoy, una institución de formación con fuerte especialización en práctica laboral y en programas focalizados a las relaciones laborales, compensación y beneficios, recursos humanos, extranjería o expatriación, vinculada con el bufete internacional Sagardoy Abogados; el IRCO, un centro de investigación del IESE que estudia la organización en sus aspectos humanos, y CR WORKS Responsabilidad Corporativa, una consultora de alta especialización en servicios y productos de Responsabilidad Social Corporativa (RSC). Son bastantes los libros y publicaciones que han visto la luz en los últimos años, así como los seminarios, conferencias, foros y propuestas surgidos en torno a la RSC en todos los ámbitos nacionales e internacionales, pero se hacía necesario profundizar en el alcance y las fronteras de la Responsabilidad Social Corporativa y, sobre todo, analizar con el rigor y la profundidad adecuados las oportunidades y retos de gestión que se abren a las empresas desde un enfoque sectorial. En el contexto de creciente globalización, de mayor sensibilización social y medioambiental, y de explosión de las posibilidades que ofrecen las tecnologías de información y comunicación (TIC), la RSC ha cobrado un gran impulso más allá de los aspectos meramente legales o ligados al beneficio, y ello justifica sobradamente el presente trabajo de investigación. Una cuestión previa de cierto calado es la delimitación de las fronteras del concepto de Responsabilidad Social Corporativa que se desarrolla en Estados Unidos, en un entorno no regulado, en su fase embrionaria como filantropía y voluntariado corporativo y que se desarrolla después de manera reactiva, preferentemente en los ámbitos de gobierno corporativo, transparencia y certificación pública de auditorías privadas (Ley Sabarnes-Oxley), ante escándalos empresariales (Nike, Enrom, Worldcom, Arthur Andersen, Tyco, Wal-Mart...). La RSC tiene una mayor expansión e impulso en Europa, al ser la tradición empresarial europea más social y desarrollarse en un entorno muy regulado (competencia, libre circulación de bienes, trabajadores y servicios, derecho social, medio ambiente) y con un modelo de inclusión y protección social muy avanzado. La ausencia inicial de fronteras y el carácter holístico de la RSC hace que impregne a muchos departamentos de una empresa (recursos humanos, calidad y medio ambiente, financiero, compras, asesoría jurídica, comunicación y reputación corporativa, relaciones con inversores, relaciones institucionales, etc.) y afecte a distintas políticas sociales, medioambientales o financieras, que deben, con carácter prioritario, cumplir un marco legal a veces denso y complejo, cuyo cumplimiento es, en todo caso, una condición necesaria, pero no suficiente, para una gestión avanzada de la RSC. La Comisión Europea ha intentado poner cierto orden conceptual a partir del Libro Verde de 2001 y sus comunicaciones de 2002 y 2006, que definen la responsabilidad social de las empresas como «la integración voluntaria por parte de las empresas de las preocupaciones sociales y medioambientales en sus operaciones comerciales y sus relaciones con los interlocutores». IESE - Universidad de Navarra 15

Son varias las claves de arco de esa definición que se recomiendan a los Estados miembros y que se pueden extraer según la siguiente secuencia: a) integración, lo que conlleva la incorporación de la RSC en la estrategia y cadena de valor de la empresa, aunque se admiten fórmulas de gestión internas, externas (outsourcing) o mixtas; b) voluntariedad, porque la RSC pertenece a las empresas, lo que no excluye legislación o políticas públicas de promoción de la RSC que acompañen a las empresas, especialmente con movilización de fondos públicos para las pymes, ni impide mantener la obligatoriedad de cumplimiento del marco legal nacional o internacional específico de bloques materiales que forman parte de la RSC (normas laborales, medioambientales, financieras, de competencia, etc.) y, por tanto, parte de la RSC no será discrecional, especialmente cuando confluye con un marco regulatorio; c) preocupaciones sociales y medioambientales como límite de las operaciones comerciales, lo que conecta a la empresa con los retos de sostenibilidad, pero también como oportunidad para estar en diferentes mercados ( licencia para operar ), y d) relaciones con los interlocutores, lo que obliga a gestionar por las empresas un diálogo bidireccional permanente y abierto con los grupos de interés como un proceso continuo de aprendizaje y entronca con las relaciones de poder entre la empresa y las partes interesadas, y con la posibilidad de que esos interlocutores, especialmente gobiernos, empleados y clientes, puedan dinamizar la demanda de productos y servicios de RSC de las empresas. Una de las definiciones de RSC más significativas en España ha sido propuesta por el foro de expertos convocado por el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, según la cual «la responsabilidad social de la empresa es, además del cumplimiento estricto de las obligaciones legales vigentes, la integración voluntaria en su gobierno y gestión, en su estrategia, políticas y procedimientos, de las preocupaciones sociales, laborales, medioambientales y de respeto de los derechos humanos que surgen de la relación y el diálogo transparente con sus grupos de interés, responsabilizándose así de las consecuencias y de los impactos que se derivan de sus acciones. Una empresa es socialmente responsable cuando responde satisfactoriamente a las expectativas que sobre su funcionamiento tienen los distintos grupos de interés». Sin discusión, otra de las aportaciones más valiosas para delimitar el alcance del concepto de RSC en nuestro país viene de la mano del Congreso de los Diputados en el magnífico informe de la subcomisión para potenciar y promover la responsabilidad social de las empresas, aprobado por todos los grupos parlamentarios por unanimidad en fecha 27 de junio de 2006 y que, en sus constataciones primera y segunda, señala que la RSC (el Congreso prefiere la denominación de RSE) constituye «un proceso, no un estadio final concreto y determinado, de escucha activa de las demandas explícitas e implícitas de los diversos grupos de interés, en una interacción continua entre ellos» y «un nuevo modelo de gestión que integra, en el proceso de toma de decisión de los temas estratégicos y los operativos, los impactos económicos, ambientales y sociales». Tras estas aclaraciones conceptuales, una cuestión que merece un análisis detenido es la relación entre empresa y sociedad, ecuación resuelta en sentido positivo para la RSC por, entre otros, Porter y Kramer 4, cuando señalan en primer lugar que ambos conceptos son interdependientes y, en segundo lugar, que además las compañías no deben gestionar la RSC de manera general, sino de la forma más adecuada (podríamos decir inteligente) para la estrategia de cada una. Los objetivos de la empresa y el bienestar social no son un juego de suma cero. El modelo de Porter y Kramer recoge cuatro enfoques hacia la RSC. El primero es el enfoque moral, que establece la necesidad de hacer o dejar de hacer a partir de ciertos principios éticos. El segundo es el enfoque de sostenibilidad, que destaca la responsabilidad ambiental; el tercero es el enfoque licencia para operar, que se deriva de que las empresas necesitan cumplir una serie de requisitos para ejecutar sus actividades. Finalmente, el cuarto es un enfoque de reputación, porque las empresas obtendrán por su RSC una mejor imagen y mayor fortaleza de sus marcas y, por tanto, de su valor en bolsa. Desde esta perspectiva, el avance progresivo de las prácticas de RSC está llevando su consideración hacia un enfoque estratégico desde posiciones de partida más reactivas. Se trata, según el modelo de Porter y Kramer, de que las empresas opten por una posición proactiva, más allá de ser un buen ciudadano que mitiga los impactos de las actividades para conseguir descubrir las oportunidades en las que descansa el verdadero valor del negocio. En ese planteamiento, si bien es cierto en el modelo de Porter y Kramen que la empresa y el bienestar social no son un juego de suma cero, sí conviene recordar el discurso de Peter F. Drucker 5, que ya preveía en el año 2000 los profundos cambios que se anticipaban en la definición del rendimiento por parte de las empresas para satisfacer las nece- 4 Porter y Kramer, Strategy & Society. The link between competitive advantage and Corporate Social Responsability, Harvard Business Review, diciembre de 2006, versión on line, http://harvardbusinessonline.hbsp.harvard.edu/hbrsa/en/issue/0612/article/r0612. 16 IESE - Universidad de Navarra

sidades no sólo de los propietarios legales o accionistas, sino de los de otros grupos, como los propietarios de capital humano o trabajadores del saber, o para dejar de considerar sólo los costes de lo que pasa dentro de la empresa, para pasar a calcular el coste de todo el proceso económico, tanto dentro como fuera de ella. Desde otra perspectiva, en España, el profesor Argandoña 6 ha desarrollado con gran profundidad las claves de la responsabilidad moral (que forma parte de toda acción humana); social (cuando se da cuenta de una acción u omisión, accountability) y legal (aunque se señale que las leyes no pueden abarcar todas las situaciones posibles, se dictan con retraso y son reactivas). Por contraposición al marco legal, la RSC nace con vocación proactiva, aunque sus contenidos, que deben partir de la búsqueda de la eficiencia económica y social y de la creación de valor económico y social, sean variables, y su relación con la excelencia implique que no se alcance nunca, porque siempre se pueda avanzar más. La relación entre RSC y marco legal abre algunas dificultades para poner fronteras a la RSC, ya que si ésta es voluntaria y va más allá del cumplimiento legal (que se entiende como un suelo de mínimos ), las prácticas empresariales de cumplimiento de la ley no podrán ser incorporadas en las memorias de sostenibilidad, al menos sin aclaración expresa. En esa dirección, no se deberían abrir mecanismos de publicidad o marketing de acciones de RSC si no se cumple primero el marco legal aplicable. En clave política y en el contexto europeo, la RSC forma parte del modelo social europeo aunque no exista una estrategia europea común de RSC ni un método abierto de coordinación para armonizar las políticas públicas en esa materia, y la justificación, no es otra, que la RSC pertenece a las empresas, y por eso en el ámbito europeo se promueve desde el European Multistakeholder Forum on CSR y desde la futura Alianza Europea. Esa dimensión interna y social de la RSC permite que exista un vínculo casi natural con el crecimiento sostenible y la creación de más y mejores empleos, con la cohesión social y con la gestión responsable de los recursos humanos, y desde esa perspectiva, y especialmente en relación a empleados, pero también hacia fuera en relación a clientes, accionistas o gobiernos, transfiere un gran protagonismo en la gestión de la RSC a los directores de recursos humanos de las corporaciones. Sin embargo, también existe una importante dimensión externa de la RSC en las empresas, ya que sin abandonar su papel primario a la hora de producir bienes y servicios en la sociedad y de generar ventas y desarrollar negocio, existe también un rol vinculado con la generación de puestos de trabajo, de transferencia de conocimiento y tecnología a la sociedad y de motor del progreso social, sin que ese papel social suponga que la empresa tenga que asumir funciones políticas de distribución de la riqueza o la renta, problemática que claramente corresponde a los poderes públicos. El desafío empresarial de la Responsabilidad Social Corporativa: plataformas de diálogo y/o aprendizaje con los grupos de interés. El binomio expectativas-compromisos En este contexto, sin discusión, una de las notas emblemáticas de la empresa social y responsable es su apertura hacia el entorno. Esa apertura se ha producido, inicialmente, desde la transparencia, la comunicación y el marketing, especialmente para las sociedades cotizadas, pero ya empieza a integrarse la RSC en la estrategia de la empresa, con el objetivo inmediato de crear valor (tangible o intangible) y contribuir al desarrollo del negocio y a la generación de ingresos. Para lograr su continuidad y sostenibilidad a largo plazo, las empresas (incluidas las pymes), cada vez de manera más generalizada, precisan abrir plataformas de diálogo e interacción bidireccionales (que son también de aprendizaje permanente) con sus grupos de interés 7 (GDI): accionistas, inversores, socios, clientes, directivos, empleados, sindicatos, proveedores, comunidades locales, reguladores, ONG, medios de comunicación, sociedad, etc., para identificar los grupos más relevantes (internos o externos) y conocer, entender, priorizar e integrar sus expectativas (hay que comprender qué quiere cada GDI), identificar factores críticos de éxito y poder elaborar planes y programas concretos de RSC de acuerdo con una escala de prioridades que permita materializar sus compromisos y contribuir al desarrollo estratégico de cada empresa. El vínculo de la empresa con sus distintos grupos de interés puede ser jurídico (incluyendo relaciones contractuales y extracontractuales), económico o social, tanto presente como potencial o futuro, lo que explica de modo muy visible 5 Cfr. Druker, P., El management del siglo XXI, Edhasa, 2000. 6 Cfr. Argandoña, A., Eficiencia económica, ética y responsabilidad corporativa, conferencia en la presentación de la cátedra la Caixa de RSC y Gobierno Corporativo del IESE Business School. 7 Según la definición clásica de Freeman (1984), «grupo de interés es todo individuo o grupo que puede afectar o ser afectado por el resultado de la empresa», que incorpora en su tesis posterior (1997) de que la empresa debe ser gestionada en interés de sus grupos de interés. IESE - Universidad de Navarra 17

el distinto poder de cada uno de los interlocutores, que tiende a ser cada día mayor ante la importancia de los activos intangibles de las organizaciones y del valor de la marca y de la reputación corporativa en los mercados. Ese diálogo lleva implícito en la fase de interacción, entre expectativas y compromisos, la idea de pacto, no necesariamente escrito, pero sin la rigidez de la negociación colectiva propia del marco de conformación de las relaciones laborales, y que amplía las obligaciones empresariales, de un lado, y los derechos de los trabajadores, de otro (con vocación de permanencia y de irreversibilidad), lo que implica no considerar, necesariamente, la RSC dentro de la negociación colectiva de cada sector o empresa, aunque puedan existir aspectos materiales que pasen del diálogo a la negociación y de los compromisos a los convenios (piénsese, por ejemplo, en aspectos como la prevención de riesgos laborales, la igualdad de género o la conciliación). Esas plataformas de diálogo exigen una interacción permanente de la empresa con su entorno, con el añadido de que muchos de los protagonistas afectados pueden asumir una o varias posiciones en los grupos de interés (se puede ser a un tiempo accionista, empleado y cliente, por citar un ejemplo) con expectativas diferentes en función de cada uno de los roles, y pueden existir, incluso, bajo el control o no de la gestión de la empresa, canales de diálogo entre las propias partes interesadas entre sí. La diversidad de grupos de interés conduce, de manera lógica, a una diversidad de expectativas (a veces contradictorias entre sí), pero no conlleva a que se precise sustituir o suplantar los intereses del grupo de interés más tradicional en el management empresarial en tiempos pasados (accionistas), ni conlleva a que el gobierno de la empresa se tenga que diluir o compartir con los GDI diferentes de los de la propiedad, sino que por razones de estrategia, cultura y supervivencia (sostenibilidad) es muy conveniente abrir el diálogo y desarrollar una gestión inteligente del mismo con más interlocutores. Hay al menos dos cuestiones, realmente críticas en este proceso, a saber: la primera, emprender lo que podemos denominar test de relevancia, esto es, determinar la relevancia (y la influencia) de cada GDI por sector y empresa, y la segunda, conllevaría un test de compatibilidad que exigiría analizar si las expectativas de los GDI son compatibles con la misión, valores y principios de la empresa (en clave de aportación de valor económico o social). Los resultados de ambos tests permitirán identificar las acciones de mutua conveniencia a emprender y, en su caso, gestionar las respuestas positivas o negativas a cada GDI, lo que debe permitir identificar un espacio de responsabilidades recíprocas y compartidas en situaciones de cooperación y consenso (en transacciones one to one con cada GDI), pero también pueden hacer visibles intereses contradictorios de la empresa con uno o varios GDI en situaciones de conflicto. En esa gestión vale la pena explorar mecanismos proactivos y no meramente receptivos, y avanzar en una gestión no conflictual de los intereses de la empresa con los propios de cada GDI, lo que exige incorporar variables hasta hace poco desconocidas del management empresarial: un modelo teórico para la gestión del diálogo, canales formales e informales de información y comunicación permanente con los GDI (hay aquí espacios de innovación con apoyo de la tecnología y los sistemas de información), competencias propias de RSC en los distintos niveles de la organización y sistemas de gestión que permitan la búsqueda y obtención de valor para los GDI que se consideren relevantes para el éxito y sostenibilidad de la empresa. La máxima expresión de ese diálogo de la empresa con sus GDI se alcanza cuando la RSC se eleva al máximo gobierno de la empresa (el consejo de administración), incluso con el nombramiento de consejeros independientes de RSC, y se permite el diálogo de esa sede con los GDI y la incorporación de la RSC en el modelo de toma de decisiones tal como están otros criterios tradicionales (eficiencia, rentabilidad, marketing, innovación, etc.). La comprensión de las expectativas de los grupos de interés es, por tanto, crucial para desarrollar iniciativas de RSC y crear mutua confianza entre los interlocutores de la empresa, e incluso cuando la RSC se desarrolle desde los valores empresariales incorporados en la misión, objetivos y principios de la organización, la gestión de la RSC puede superar las expectativas de los GDI (tránsito desde un enfoque reactivo a otro proactivo). Con ese objetivo emergen con fuerza grandes bloques de la RSC que afectan a los sistemas de dirección y gestión empresarial, entre otros, el buen gobierno corporativo, la inversión socialmente responsable, la innovación responsable, la acción social, los planes de igualdad y no discriminación, la diversidad, la conciliación, la calidad de empleo, la publicidad y marketing responsable, los códigos de conducta, las memorias de sostenibilidad, la comunicación y reputación corporativa, los planes de inclu- 18 IESE - Universidad de Navarra

sión social, el voluntariado corporativo, los planes de patrocinio o mecenazgo, la protección de los derechos humanos por las empresas con una fuerte presencia internacional, la eficiencia energética, la biodiversidad o el eco-diseño y eco-eficiencia en productos y servicios. Con todo, los contenidos de la RSC no son absolutos, sino que cambian en el tiempo y en el espacio, en el sector y en cada empresa. Hacia una gestión inteligente de la RSC: un nuevo modelo por armar en una empresa social y responsable Una gestión adecuada y profesional de la RSC exige abordar algunas preguntas fundamentales y sus correspondientes palancas de gestión: Quién debe gestionar la RSC? Alta dirección (director de RSC) y liderazgo. Con quién se debe gestionar la RSC? Test de relevancia y de compatibilidad por cada GDI. Con qué herramientas se puede gestionar la RSC? Plataformas de diálogo, portal de los GDI, plan director de RSC y sistemas de gestión. Qué enfoque debe tener la gestión de la RSC? Principio moral, sostenibilidad, licencia para operar y reputación según el modelo de Porter y Kramer. Por qué hay que gestionar la RSC? Eficiencia económica, valor social y reputación corporativa. Cómo gestionar la RSC de acuerdo con el negocio? Estrategia e innovación (integración en la cadena de valor y creatividad). En este proceso de gestión de la RSC es muy relevante asegurar que los resultados del diálogo de los GDI se trasladan a las políticas de RSC, a los procesos y a la estrategia de negocio de cada compañía para crear valor, tangible o intangible, a corto o largo plazo y, para ello, es esencial conocer el mapa legal de la RSC cada vez más creciente que se debe cumplir (ámbito jurídico) y las certificaciones de los sistemas de gestión (ámbito empresarial) adoptadas por foros internacionales o nacionales (véanse Anexos de este trabajo de investigación). Desde esta perspectiva, la gestión de la RSC, aunque puede tener un componente emocional innegable, porque pretende incorporar un nuevo modelo de dirección y gestión empresarial para asegurar un entorno más eficiente y social y medioambientalmente comprometido, es, sobre todo, racional, y precisa la suma de capital intelectual (conocimiento especializado en RSC), capital social (integrado por las expectativas de los grupos de interés) y capital estratégico (incorporando un sistema de valores que conforme una ética de los negocios que permita, también, seguir generando negocio de manera sostenible). Del lado de la metodología, la gestión de la RSC exige un triple componente: a) una reflexión detenida del entorno empresarial, los mercados, las necesidades, las mejores prácticas nacionales e internacionales y los retos y oportunidades de gestión de la RSC; b) un diálogo abierto, permanente y responsable que exige la apertura de mesas de sostenibilidad con los distintos grupos de interés, y c) un programa de acciones concretas de RSC que, si han de perdurar, deben estar integradas en la estrategia de la empresa y en toda la política empresarial (mainstreaming), y que deben permitir, también, mejorar los procesos de gobierno, la dirección estratégica y gestión de riesgos, la supervisión, control y verificación periódica, y contribuir así a definir la cultura corporativa de cada compañía. Ese triple componente de la gestión de la RSC reflexión-diálogo-acción deberá buscar su propia consistencia y sostenibilidad dentro de la estrategia y de la cultura corporativa, y con el apoyo y liderazgo de la alta dirección para que la RSC eleve el valor IESE - Universidad de Navarra 19

de la empresa, abra nuevas oportunidades comerciales y genere transparencia y confianza en sus grupos de interés. La estrategia de gestión de la RSC tiene que concretarse en un plan director que integre todos los programas y acciones concretas, para conformar en el tiempo el mapa de procesos de la RSC en la empresa. Y es aquí donde España, con una economía predominante de servicios, debe buscar espacios de creatividad e innovación no tanto asociados a nuevos productos o servicios, sino especialmente a la renovación constante y transformación de las organizaciones y su relación con la sociedad, explorando el propio vínculo con la RSC. Ahí también hay aportaciones de gran interés en el management empresarial cuando, por ejemplo, Ridderstrale y Nordstrom 8 advierten que la sorpresa es prácticamente el único camino hacia la riqueza en la gestión empresarial y aconsejan ahondar en la diversidad, la actividad cultural y las emociones, y a liberarse de los procesos que empujan a las empresas a explotar en lugar de crear. En esa dirección, son muy reveladoras las conclusiones alcanzadas por Montañer y Olier 9, que aúnan estrategia y tecnología con el desarrollo del modelo de Corporate Governance Intelligence, que permitirá la mejor actualización tecnológica para el desarrollo del portal de todos los GDI, facilitando la formación de la corporación comunicada con el entorno, en un giro copernicano que entiende una nueva misión de las organizaciones corporativas, consistente en la creación de valor para sus GDI, que es el fundamento del crecimiento y del éxito empresarial y lo que crea valor económico, político y social. La empresa inteligente del siglo XXI debe interactuar con el entorno y crear valor a ambos lados. Por otra parte, el vínculo entre RSC y diversidad (en su triple acepción de género, cultura y personalidad), como reverso de la globalización, también está teniendo un gran impacto en las empresas, como han señalado De Anca y Vázquez 10, que aunque mantengan una visión y estrategia únicas, proporcionen un entorno flexible y diversificado, aportando grandes beneficios como la retención del talento, el acceso a nuevos mercados, la reducción de costes, la innovación y la integración organizativa. La gestión de la diversidad, según los autores, ofrece un marco de análisis en tres niveles de profundidad (en el individuo, en la organización y en la sociedad), con el objetivo de armonizar la empresa con la demanda social y apoyar el desarrollo individual de los miembros de la organización. Una empresa diversa también será una empresa socialmente responsable. La RSC es, por tanto, un área de la gestión empresarial que empieza a estar madura y constituye ya, especialmente para las sociedades cotizadas, un elemento central en las corporaciones para interactuar de manera permanente con su entorno, y se ha convertido en una tendencia sólida y dominante para mejorar la rentabilidad sostenible y el desarrollo de negocio, buscando, a través de la innovación responsable, las ventajas competitivas en un entorno de globalización y competencia extrema. La RSC se añade con carácter natural a la investigación, desarrollo e innovación, que sigue siendo un reto de las empresas españolas (I+D+i+R). La inclusión de la RSC en la estrategia y en la cultura corporativa exige su incorporación en la misión, principios y valores de la empresa, e incluso se ha afirmado con acierto, por el profesor Pin Arboledas, que la RSC estará en la estrategia de la empresa o no estará 11. La necesidad de gestión de la RSC es también visible para las pymes, aunque deberán buscar un modelo propio y diferenciado, en función de los drivers dominantes de su sector productivo y, probablemente, con el apoyo de fondos públicos y a remolque de los indicadores de desempeño económicos, sociales y medioambientales exigidos por las grandes empresas a sus proveedores. En resumen, la gestión de la RSC como una orientación esencial del management empresarial del siglo XXI debe ser fruto de la reflexión y el diálogo con los grupos de interés; no es universal, sino que depende de tres factores determinantes: la estrategia del negocio, la cultura corporativa y las circunstancias y condiciones de cada sector, y sobre todo, de cada proyecto empresarial; y puede y debe ser una ventaja competitiva. En ese trayecto, la RSC se acerca a la versión más humana, antropomórfica y ciudadana de la empresa, y a un nuevo estilo de dirección y gestión de las empresas, sin que por ello quede alterada su esencia misma: la generación de valor a través de la creación de bienes y servicios en los mercados. 8 Ridderstrale y Nordstrom, Funky business, Editorial Pearson, Madrid, 2000. 9 Montañes, P. y Olier, E., Corporate Governance Intelligence. Desarrollando la corporación en web, Editorial Pearson, 2006. 10 De Anca C. y Vázquez, A., La gestión de la diversidad en la organización global. Hacia un nuevo valor en la empresa, Editorial Pearson, 2005. 11 Pin Arboledas, J. R., conferencia magistral sobre La gestión de la RSC en la empresa, IESE Business School, 2006. 20 IESE - Universidad de Navarra