Polaridad y modalidad en español: en torno a la gramática de BIEN* Mª Lluïsa Hernanz Carbó Departament de Filologia Espanyola, UAB



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Polaridad y modalidad en español: en torno a la gramática de BIEN* Mª Lluïsa Hernanz Carbó Departament de Filologia Espanyola, UAB 1. Introducción Tal como ha sido observado por diferentes autores -cf. Bosque (1994), entre otros-, la modalidad constituye una etiqueta de "amplio espectro" que ha acogido tradicionalmente una vasta fenomenología provista de manifestaciones formales muy diversas: el modo, los auxiliares modales, ciertos adverbios y partículas, la entonación, el orden de palabras, etc. Otro tanto podría decirse de la polaridad, cuyo análisis se ha circunscrito preferentemente (cuando no exclusivamente) a sus manifestaciones negativas. Aun cuando la mayor parte de las gramáticas dedican, en efecto, a la negación un capítulo específico, no sucede otro tanto con la afirmación. La primera tiene consideración de fenómeno oracional, mientras que la segunda, por el contrario, suele carecer de tratamiento sistemático y, a lo sumo, aparece citada tangencialmente como un epifenómeno asociado a los diversos valores que pueden adoptar ciertos adverbios denominados afirmativos o positivos. Este trabajo está pensado como una contribución al estudio de un fenómeno de contornos un tanto difusos, en el que no parece existir una frontera nítida entre modalidad y polaridad, y para el que voy a postular un análisis (aproximativo) en el que a la postre se van a ver implicadas ambas categorías. Los datos empíricos que constituyen el punto de partida del trabajo nos los suministra el adverbio BIEN en español, y más concretamente, aquellas construcciones en que dicho elemento aparece provisto de un matiz ponderativo que denota una valoración emotiva por parte del hablante con respecto a aquello que enuncia. Ello se ilustra en (1): (1) a. París bien vale una misa b. Bien es cierto que suele levantarse temprano c. Bien se conoce que no es tuyo [apud Moliner (1975), s.v. bien] d. Bien te lo decía yo e. Bien podría haberse callado El aspecto más llamativo que presenta BIEN en (1) es que tanto en lo que respecta a su interpretación como a su distribución se aparta netamente de su homónimo bien, al que

gramáticas y diccionarios asignan tradicionalmente una lectura canónica como adverbio de MANERA. El contraste entre (2a) y (2b) muestra de forma inequívoca la citada bifurcación: (2) a. Bien podría haber cantado b. Podría haber cantado bien Una aproximación trivial al problema podría llevar a suponer que una misma forma encubre en este caso -como sucede en tantos otros- dos comportamientos antitéticos. Si ello fuera así, la cuestión debería dirimirse por vía léxica, postulando dos acepciones diferentes, más o menos irreconciliables, con una entrada específica para cada una de ellas en el diccionario. Se trataría, en suma, de un hecho residual, de carácter idiosincrásico, no reinterpretable en términos de regularidades sintácticas y semánticas independientemente atestiguadas. La trayectoria que seguiremos aquí tiene como objetivo mostrar, por el contrario, que el valor ponderativo de BIEN no constituye un mero "accidente" periférico, sino una manifestación particular de un fenómeno regular de alcance más general, caracterizado -en una formulación aproximada- por el "desplazamiento" de un valor intensional cualitativo a un valor cuantitativo (o cuantificado). Valga la muestra de (3) para mostrar (parcialmente) la envergadura del proceso al que me estoy refiriendo: (3) a. Está terriblemente cansado b. Es un perfecto imbécil c. Il nous aide vachement d. Se divirtieron horrores / una barbaridad / de lo lindo e. Al bell mig de la reunió [lit.: En el bello medio de la reunión] Justamente en medio de la reunión f. Calen tres hores ben bones (per fer l'examen) [lit.: Se necesitan tres horas bien buenas (para hacer el examen] Se necesitan realmente tres horas... g. Buena falta le hace un coche h. Valiente porquería son los donuts! i. Plou de valent [lit.: Llueve de valiente] Llueve muchísimo j. En bonito lío me has metido! k. checo: Pèknè se opil [lit.: Bonitamente se emborrachó] Se emborrachó muchísimo La aparente heterogeneidad de todos estos datos no es óbice para establecer un hilo conductor susceptible de aportar una clave interesante para su análisis: tanto las construcciones

de (1) como (la gran mayoría de 1 ) las de (3) destilan una cierta afectividad, una implicación subjetiva del emisor en la enunciación. En otras palabras, constituyen oraciones marcadas (i.e., no declarativas) desde el punto de vista de la modalidad. Será, pues, un contorno modal específico, que convencionalmente denominaré [+EXClamativo), el desencadenante último del valor ponderativo (o "intensificador") de BIEN en (1) y, eventualmente, de ese mismo valor para los elementos subrayados en (3). A partir de ahí, y centrándome ya en las construcciones de BIEN en (1), intentaré mostrar que dicho elemento funciona como un término de polaridad positiva (TPP) y no como una partícula modal. De acuerdo con esta manera de ver las cosas, el efecto de "modalidad" que parece ir asociado a la citada partícula en los ejemplos de (1) no constituye una propiedad inherente, sino "heredada", como consecuencia de un mecanismo de transmisión del rasgo modal [+EXC] a la categoría funcional de polaridad que alberga a BIEN. Una de las ventajas de esta propuesta es que puede extenderse, mutatis mutandis, a las construcciones de (3) sin que ello conlleve una consecuencia ad hoc a todas luces indeseable, a saber, analizar cada uno de los elementos subrayados en ellas como "partículas" modales. En síntesis, las cuestiones básicas que suscita el análisis de BIEN, y que en alguna medida deberían ser clarificadas a lo largo de esta exposición, podrían sintetizarse en los siguientes puntos: (3)? (4) 1. Qué interpretación semántica corresponde a BIEN en ejemplos como los de (1)? 2. Cuál es su funcionamiento sintáctico? 3. Qué factores inducen o legitiman dicho funcionamiento sintáctico? 4. En qué medida la solución propuesta es extensible a las construcciones de En lo sustancial, el análisis que sugeriré puede esbozarse como sigue: (5) BIEN es un término de polaridad positiva (TPP) provisto de un rasgo [+INT] que se desplaza a la posición de especificador de SΣ para cotejar ese rasgo. Dicho proceso se halla legitimado en virtud de la valencia enfática que hereda el núcleo de SΣ desde 1 De hecho, esta afirmación, aunque válida en términos generales, debería matizarse en el caso de algunos de los ejemplos citados -cf. (3d), (3i), etc.-, en los que los términos subrayados podrían considerarse, en principio, lexicalizados. Nótese, sin embargo, que, si así fuera, habría que explicar el porqué de contrastes como (i) y (ii): (i) a. (No) se divirtieron mucho b. (*No) se divirtieron horrores / una barbaridad / de lo lindo (ii) a. (No) plou molt b. (*No) plou de valent Compárense a ese respecto (i)-(ii) con los ejemplos de (16)-(17), 2.2.

una categoría funcional superior (SC) y que hace posible el cotejo mediante la relación habitual de concordancia entre núcleo y especificador. 2. Análisis de BIEN 2.1. Los diferentes valores de BIEN No existe en español, en lo que se me alcanza, un análisis pormenorizado de BIEN en el uso que aquí se considera relevante. Más aún, puede afrmarse que, salvo alguna fugaz referencia, las gramáticas ni siquiera reseñan la existencia del citado valor. Suele ser práctica habitual en ellas proceder a una clasificación semántica de los adverbios en la que se distinguen (entre otras clases) los de afirmación (ciertamente, verdaderamente, sí, seguramente, efectivamente, también, etc.), los de negación y los de duda. No obstante, en las menciones que se dedican a BIEN, éste aparece exclusivamente tipificado como adverbio de modo 2. Auxilio más eficaz proporcionan en esa búsqueda los diccionarios. Suelen éstos distinguir, además de su más genuino significado -en palabras del Diccionario de Autoridadesde "buena y rectamente, justamente", es decir, de su valor como adverbio de modo, otras dos acepciones. Una (cuya relación con la polaridad se discutirá más adelante) posee carácter cuantitativo y significa "mucho" o "en gran manera", como en "Está bien malo", "Está bien rico" (cf. Diccionario de Autoridades, s.v. bien). La otra, sin duda la más relevante en esta exposición, y que etiquetaremos como valor de polaridad, se presenta de forma algo más etérea, repartida a veces en subapartados distintos: "equivale a lo mismo que de buena gana, con mucho gusto: y así decimos, Yo bien tomara, o hiciera tal cosa, yo bien asistiera, y me quedara con Fulano, si me diera tanto" (ibídem); un matiz algo distinto se percibe en la siguiente caracterización: "Se toma por lo propio que ciertamente, firme y constantemente, con seguridad y certeza [...] Que yo bien creo que... Decirse con los labios bien se puede... (ibídem); y por último: "se usa muchas veces para conceder alguna petición, o condescender al deseo del súbdito: como bien puedes hacer eso" 2 Véanse a ese respecto RAE (1931), 169, Alcina & Blecua (1975), pp. 705 ss., y Bello (1874), cap. XIX. En Alcina & Blecua (1975), p. 712, hallamos una breve mención al uso "que algunos gramáticos censuran" del adverbio BIEN junto a adjetivos "con cierto valor intensivo (bien bueno)". Más adelante me referiré a esta construcción y a su vinculación con el fenómeno de la polaridad. También Bello se hace eco -en una pincelada breve, pero iluminadora- de una acepción de BIEN distinta a la que le es propia cuando funciona como adverbio de modo (cf. Bello 1874, 1228): "Bien: adverbio. Uno de sus significados es el contrario al de apenas: 'Bien se pasaron quince días en que no vimos la caña, ni la mano ni otra señal' (Cervantes)".

(ibidem). Idéntica tripartición -entre valor modal, cuantitativo y de polaridad- se hace asimismo patente en el Diccionario de uso del español de Mª Moliner. De acuerdo con la mencionada autora, el citado adverbio adopta sentido de "ponderación o de importancia, acompañando a verbos: 'Bien me has fastidiado [...] Bien se conoce que no es tuyo'". Y añade, como una posibilidad adicional, la siguiente matización: "Muy frecuentemente, además de ser ponderativo, comunica a la frase un tono de protesta o de reconvención para alguien por hacer o no hacer o decir, bien lo que la misma frase expresa, bien otra cosa que está en la mente del que habla: 'Bien podías haberme avisado. Bien viene a verme cuando me necesita. Bien puedes permitirte ese lujo' [...]". En este brevísimo deambular por los diccionarios del español, resulta a todas luces imprescindible detenerse, siquiera brevemente, en el Diccionario de construcción y régimen del español de R.J. Cuervo. De la copiosa información que suministra en torno a BIEN, cabe entresacar igualmente, amén de las acepciones recurrentes de modo y cantidad, varias referencias que corroboran la existencia de una interpretación para dicho adverbio ligada a la polaridad: "Se usa para encarecer o confirmar. [...] 'Yo bien deseara que escribieras algún librote, por el cual te dieran más de dos mil reis'. [...] 'Con tantas lágrimas acompañaba la enamorada pastora las palabras que decía, que bien tuviera corazón de acero quien de ellas no se doliera'. Cerv. Gal." Y más adelante se añade: "Se usa para conceder o permitir, dando a entender que no se halla o no se opone dificultad para que se haga o se verifique alguna cosa: [...] 'Bien puedes mostrarme todo lo que alcanzas...' 'Bien te puedes despedir de mis favores'[...] 'Bien podría ser que Cienfuegos hubiera sido colegial de los Pardos'". Lo que puede sacarse en claro de los datos presentados hasta aquí, siquiera sea por vía negativa, es la existencia de un conjunto entreverado de acepciones y subacepciones asociadas a BIEN que se distancia netamente del comportamiento canónico que, como adverbio de modo, las gramáticas suelen otorgarle de forma casi exclusiva, según se ha anotado anteriormente. Cuestión más ardua es recomponer, a partir de este mosaico, una interpretación global, de carácter uniforme. Renunciando de antemano a entrar en grandes sutilezas, y en aras de una mayor claridad expositiva, asumiré que una de las diferencias fundamentales entre BIEN como adverbio de modo y BIEN como adverbio de polaridad reside en la naturaleza de la modificación que aportan. En el primer caso, se trata de un adverbio que modifica el evento del predicado principal, mientras que en el segundo afecta a la actitud psicológica del emisor ante su propia

enunciación. Ello queda reflejado de forma clara en el contraste mínimo de (2) antes citado, que reproducimos de nuevo para mayor comodidad: [(2)] a. Bien podría haber cantado b. Podría haber cantado bien En (2b), el elemento subrayado, al igual que sucede con otros adverbios o locuciones adverbiales (ayer, en el teatro, con gracia, etc.) modifica al evento seleccionado por cantar: dicho suceso tuvo lugar "ayer", "en el teatro", se produjo "con gracia" o "de manera buena y adecuada". Por el contrario, ese mismo elemento subrayado no está enfocado en (2a) sobre la predicación implicada en "cantar", sino que modula, confirma, pondera enfáticamente un hecho desde la perspectiva y responsabilidad estricta del emisor. Buena prueba de la distinta interpretación de BIEN en ambos ejemplos nos la suministra un test tan sencillo como el de la expansión 3. Nótese, en efecto, que la serie de adverbios por los que BIEN puede ser reemplazado diverge en (6a) y (6b): haber (6) a. Verdaderamente / ciertamente /*magistralmente / *magníficamente, podría cantado b. Podría haber cantado magistralmente / magníficamente / *verdaderamente / *ciertamente Huelga aclarar que magistralmente, magníficamente, etc. son adverbios de modo, mientras que verdaderamente, ciertamente, etc. aparecen etiquetados, de forma significativa para mi análisis, como adverbios de afirmación en las gramáticas (cf. supra). Un elemento de juicio adicional que corrobora el carácter subjetivo de que se hallan revestidas las oraciones en que emerge BIEN (provisto del valor que aquí se considera relevante) reside en el hecho de que éstas difícilmente pueden corresponderse con enunciados objetivos, concebidos como "verdades" al margen de las creencias o actitudes del hablante. Así se explicaría, en efecto, el carácter marcado o ligeramente marginal de secuencias como las de (7), emitidas en condiciones normales 4 : (7) a.? Bien gira la tierra alrededor del sol b.? Dos y dos bien son cuatro Finalmente, otro dato importante, no sólo a efectos interpretativos sino también 3 Otra prueba en esa misma dirección es la posibilidad de coaparición de dos adverbios bien en una sola oración: Bien podría haber cantado bien. 4 Las secuencias de (7a)-(7b) son enunciados posibles como réplicas a una emisión precedente en la que se pusieran en tela de juicio verdades tales como "La tierra gira alrededor del sol" o "Dos y dos son cuatro", respectivamente.

sintácticos, viene dado por la presencia muy frecuente (aunque no obligada) -en la construcción que nos ocupa- de verbos modales y de formas verbales en potencial y en subjuntivo (si bien conviene aclarar que esta última posibilidad -representada en (8c)- ha dejado de ser productiva en español): (8) a. Bien podías haberme avisado b. Bien puedes permitirte este lujo c."con tantas lágrimas acompañaba la enamorada pastora las palabras que decía, que bien tuviera corazón de acero quien de ellas no se doliera" [Cerv. Gal.] En (8) como en (7) queda patente, en suma, la "aproximación" que desencadena la presencia de BIEN con respecto al punto de vista del emisor -fenómeno que sitúa a tales oraciones en los antípodas de lo que sería una enunciación declarativa neutral -positiva o negativa. 2.2. BIEN y los términos de polaridad Tal como hemos visto hasta aquí, BIEN posee una interpretación netamente diferenciada del valor prototípico que como adverbio de modo suele asociarse a dicha partícula. Queda por dilucidar, sin embargo, de qué forma cabe relacionar -tal como se propugna en mi análisis- semejante interpretación con la que sería propia de un término de polaridad positiva. A tal efecto, se hace preciso definir qué es un término de polaridad positiva (TPP) -tarea no exenta de dificultades, pues ya se ha anotado al principio de este trabajo el desigual tratamiento de que han sido objeto los fenómenos de polaridad positiva y de polaridad negativa por parte de las gramáticas. En rigor, ese tratamiento asimétrico no resulta particularmente llamativo dentro del marco metodológico en el que se mueve la gramática tradicional, cuya doctrina sintáctica se halla normalmente supeditada a los fenómenos que disponen de manifestaciones morfológicas claras. Vistas las cosas así, la poca atención que se ha prestado a la polaridad positiva no sería sino la consecuencia lógica de que ésta dispone de menos "morfología" que la polaridad negativa. El ejemplo más trivial que de esta asimetría cabe aducir nos lo proporciona la comparación entre las oraciones de (9a)-(9b) en español, en las cuales sólo la versión negativa se correlaciona con una marca específica encargada de aportar dicha interpretación: (9) a. Gregorio es bombero b. Gregorio no es bombero La situación reflejada en (9) no constituye, como es bien sabido, una rareza del español, sino que se extiende a la mayor parte de las lenguas. En palabras de Moreno,

"En todas las lenguas conocidas, las oraciones negativas se marcan mediante una palabra o morfema especial y las oraciones afirmativas no conocen en general un marcador obligatorio de afirmación. Por otro lado, no existe ninguna lengua en el mundo en que las oraciones negativas sean no marcadas y en las que las afirmativas se deriven de éstas mediante un morfema o palabra afirmativa especial" (cf. Moreno 1991, I, pp. 587-8). El carácter no marcado de la polaridad positiva tiene un exponente significativo en latín, lengua que carecía de formas inherentemente afirmativas y que debía por tanto recurrir a estrategias diversas (i.e., la repetición del verbo anterior, el recurso a adverbios tales como maxime, valide, etc.) para dar respuesta positiva a una pregunta cualquiera. Ello explica que los dialectos romances mantengan una palabra esencialmente idéntica para la negación básica -no, non, etc.- y que en cambio diverjan notablemente en cuanto a los términos encargados de expresar la afirmación -sí, oui, oc, etc.-, resultado estos últimos de la puesta en práctica de fórmulas varias que tienen como denominador común un proceso de adaptación de elementos inicialmente no afirmativos, con un valor originario de índole deíctica o intensificadora, para la expresión de la polaridad positiva (sí <SIC ["así"], oc < HOC ["esto"], oui < HOC il, etc.). La aparición de tales partículas afirmativas y la subsiguiente construcción en los dialectos romances de un sistema a primera vista homogéneo, en que los adverbios de polaridad sí / no parecen situarse en pie de igualdad, no es óbice para afirmar, sin embargo, que el citado sistema encubre de hecho un comportamiento disparejo de unos y otros tanto en el plano sintáctico como en el interpretativo. Para expresarlo de forma simple, una oración como (10) no representa una variante equivalente a todos los efectos a la oración afirmativa de (9a) anteriormente citada, sino una afirmación enfática con peculiaridades propias: (10) Gregorio sí es bombero Más aún, en dicha oración enfática concurren propiedades comunes a las que, cuando menos en el plano formal, posee la oración negativa de (9b). Si ello es así, cabe pensar que el tradicional binomio afirmación / negación es excesivamente rígido y precisa ser remodelado de forma que dé acogida a valores que en alguna medida relativicen el contraste entre esos dos polos extremos (positivo y negativo) en que convencionalmente ubicamos el acto de habla. Las razones que cabe aducir para defender semejante aproximación no son -contrariamente a lo que de entrada podría suponerse- de índole pragmática, sino estrictamente sintácticas. Tal como ha observado Laka (1990), en efecto, la estrecha conexión mencionada entre afirmación enfática y negación dispone de manifestaciones llamativas en vasco o en inglés, lenguas en las que se refleja de forma bien patente lo que en español sólo en parte los datos disponibles contribuyen a

apuntar: (11) a. Mari joan da [afirmación neutra] María salido ha b. Mari ez da joan [negación] María no ha salido c. Mari da joan [afirmación enfática] María ha salido (12) a. Mary left [afirmación neutra] b. Mary didn't leave [negación] c. Mary did leave [afirmación enfática] [ejs. de Laka (1990), pp. 84-5)] Tal como anota la citada autora (cf. Laka 1990, pp. 84-5), a quien pertenece el paradigma de (11)-(12), cada una de estas lenguas recurre, para expresar la afirmación enfática, al mismo tipo de mecanismo que para la negación: la inversión del auxiliar en vasco y el soporte del auxiliar do en inglés. Si ello es así, cabría suponer la existencia de un tipo específico de morfema afirmativo (enfático) que induce efectos semejantes en la oración a los producidos por su homólogo negativo. De ello se siguen consecuencias importantes para el análisis mismo de la negación, que dejaría de concebirse como un primitivo sintáctico susceptible de encabezar una proyección funcional propia, para pasar a entenderse como una manifestación particular, juntamente con el antes citado morfema afirmativo enfático y otros que eventualmente pudieran alternar con ellos, de un nudo funcional más abstracto que Laka propone denominar SΣ. Hechas estas salvedades, volvamos a la noción de TPP. Siguiendo a Bosque (1980), p. 20 y a Renzi & Salvi (1991), p. 267, definiré un TPP como un elemento que es a la polaridad positiva lo que un término de polaridad negativa (TPN) a la polaridad negativa: así, de forma paralela a lo que sucede con las unidades pertenecientes a este segundo tipo, que sólo son compatibles con un contexto negativo, los TPPs únicamente pueden emerger en un contexto positivo. Ejemplos bien conocidos de TPNs en español son los pronombres y adverbios negativos nada, nadie, nunca, etc., ciertos superlativos (el más mínimo..., la menor idea), algunas conjunciones (ni, sino, siquiera), numerosos modismos (pegar ojo, tener un pelo de tonto, dejar títere con cabeza), etc. 5 Todos estos elementos (entre otros muchos) requieren, para ser legitimados, el concurso de un "activador" negativo, imprescindible para que la oración sea gramatical (cf. Bosque 1980, pp. 19-20), tal como se muestra en los contrastes recogidos en (13)- 5 Para un estudio extenso y bien documentado de la negación en español, cf. Bosque (1980), de quien proceden los ejemplos de polaridad negativa que se citan en el texto.

(14): (13) a. No ha comprado nunca un libro b.*ha comprado nunca un libro (14) a. No ha pegado ojo en toda la noche b.*ha pegado ojo en toda la noche En el otro extremo tendríamos los TPPs, etiqueta que -en palabras de Bosque, uno de los pocos autores que ha prestado atención a este fenómeno en español- englobaría "todas aquellas piezas léxicas que sólo pueden aparecer en oraciones afirmativas" (cf. Bosque 1980, p. 20). Pertenecerían a este grupo, según Bosque (1980, p. 20 y p. 125), ya, prácticamente, bastante, modismos como tener toda la razón del mundo, etc., cuyo funcionamiento se ilustra en (15): (15) a. (*No) son prácticamente las tres b. La película (*no) me ha gustado bastante c. (*No) tiene Ud. toda la razón del mundo [cf. Bosque (1980), p. 20] Aun cuando Bosque no incluye BIEN en su elenco de TPPs 6, existen indicios claros -tal como intentaré mostrar a continuación- de que semejante inclusión se halla a todas luces justificada. Nótese que del análisis de la forma BIEN como TPP se esperaría que ésta sólo encajara en entornos positivos (necesariamente no marcados frente a los negativos, según ya se ha indicado) y que fuera por tanto refractaria a la presencia en la oración de elementos negativos. Eso es justamente lo que sucede en los contrastes de (16)-(17), que configuran un paradigma punto por punto paralelo al de (15): (16) a. Bien puede tener hijos b.*bien no puede tener hijos (17) a. Bien me gustaría viajar en globo b.*bien no me gustaría viajar en globo Otro dato que abunda en la valencia positiva de BIEN es el empleo de dicho elemento - solo o precedido de estar- "para aprobar o asentir" (cf. Cuervo 1886), "para expresar un asentimiento débil o forzado" (cf. Moliner 1975): (18) a. Iremos al teatro esta noche? b. -Bien [apud Cuervo (1886), s.v. bien] 6 En rigor, este autor no trata sino de pasada la polaridad positiva y en ningún caso pretende -como él mismo advierte explícitamente (cf. Bosque (1980, p. 21)- proceder a un estudio sistemático y pormenorizado de los TPPs. En la obra antes citada de Renzi & Salvi (1991), p. 267, sí se alude, en cambio, de forma expresa al valor de polaridad positiva que posee en italiano la estructura "ben + Adjetivo" -supuesto que se ilustra con el siguiente contraste: (i) È ben contento del risultato ottenuto (ii) *Non è ben contenta del risultato ottenuto

(19) a. Quieres que demos un paseo? b. -Bien... [apud Moliner (1975), s.v. bien] En los dos ejemplos reseñados, BIEN es intercambiable por el adverbio afirmativo por antonomasia, sí. Ello no supone afirmar, claro está, que ambas formas se solapen plenamente cuando se emplean como respuestas. Las razones de esta asimetría cabe imputarlas a un hecho bien conocido y ampliamente estudiado desde la perpectiva pragmática, a saber, las diferentes funciones comunicativas que pueden encerrar las preguntas 7. Sin entrar en mayores detalles, basta señalar aquí, a grandes rasgos, que BIEN (al igual que otras fórmulas de asentimiento como bueno, de acuerdo, el término coloquial vale, etc.) puede sustituir a sí en el caso de que constituya una respuesta a una pregunta que se interprete no como una petición literal de información, sino como una orden o mandato atenuados, que en alguna medida impliquen la voluntad del oyente 8. Resulta, por el contrario, inaceptable como respuesta a una pregunta "pura", de carácter neutro: (20) a. Tomamos un café? b. -Sí c. -Bien / bueno / de acuerdo (21) a. Te gusta el café? b. -Sí c. *-Bien / bueno / de acuerdo Los ejemplos de (20)-(21) no constituyen sino una minúscula muestra del nutrido paradigma que posee el español de elementos susceptibles de alternar en determinadas condiciones con el adverbio afirmativo sí (cf. Martín Zorraquino 1994). La lista de (22) - suministrada por la citada autora-, a la que cabe añadir la de (23), dan la medida de la amplitud del fenómeno: (22) claro por supuesto evidentemente desde luego naturalmente... [cf. Martín Zorraquino (1994)] (23) ya seguro eso (mismo / es) ciertamente 7 Para un estudio más detenido de esta cuestión, cf. Escandell (1993), caps. 4 y 10. 8 Tal como observa Escandell (1993), p. 84, entre otros autores, un enunciado como (i) puede interpretarse, en principio, bien como una petición de información, bien como una petición de acción: (i) Puedes ponerte un poco más a la derecha? Nótese que BIEN sólo constituye una respuesta adecuada a (i) entendida en esa segunda interpretación, mientras que sí es una respuesta válida para ambos valores indistintamente.

así es correcto cómo no bárbaro... Dejando de lado la complejidad del problema, cuyo análisis en profundidad, amén de obligarme a desviar por otros derroteros, excede el marco estricto en que se sitúa este trabajo 9, vale la pena anotar que tales ejemplos no sólo contribuyen a corroborar la cuestión relevante a los efectos que me ocupan -la adscripción de BIEN al campo de la polaridad positiva-, sino que tienden un puente significativo con la situación anteriormente citada a propósito del latín, en particular de las diferentes estrategias empleadas en esta lengua para marcar la afirmación. 2.3. BIEN y la modalidad Error! Marcador no definido. De acuerdo con la caracterización esbozada hasta aquí, BIEN es un elemento que denota en alguna medida la actitud psicológica del hablante frente a la enunciación que formula. Ello nos sitúa, según anotaba al principio, en la frontera de la modalidad, una noción sin duda vaga, susceptible de recibir múltiples enfoques, pero que en lo esencial podría ser definida -en palabras de Palmer (1986), p. 16- como la gramaticalización de las actitudes u opiniones del hablante. Si se toman en consideración las tres grandes manifestaciones formales de la modalidad que comúnmente suelen reconocerse -verbos modales, flexión verbal y partículas (o clíticos)-, BIEN se asimilaría, obviamente, a este tercer grupo, que acoge un conglomerado heterogéneo de elementos cuyas funciones recubren un amplio espectro de posibilidades: los adverbios ja, doch, denn, schon, etc. del alemán, wel del holandés (definidos por algunos autores como partículas modales que denotan la manera como es concebido un pensamiento por el hablante 10 ), los marcadores de modalidad del luiseño o del huichol, los clíticos con valor asertivo del ngiyambaa 11, etc. A esta lista cabría añadir asimismo los adverbios asertivos sûrement, 9 Para un estudio pormenorizado de la cuestión, véase Martín Zorraquino (1994). Queda fuera del alcance del presente trabajo una discusión en profundidad de las propiedades y tipología de estas unidades, así como de las de sus homólogas en las restantes lenguas romances. 10 Baardewyk-Resseguier (1991), p. 40, apunta lo siguiente a propósito de las partículas bien del francés y wel del holandés: "Elles rendent l'attitude du locuteur par rapport à son énoncé. Les particules sont donc des marqueurs de la force illocutoire de l'énoncé. Elles établissent une relation entre le contexte du locuteur/auditeur et l'énoncé. Elles ne font que préciser l'acte du langage, elles n'en sont pas seules responsables". 11 Para un análisis pormenorizado de las denominadas partículas modales, cf. Palmer (1986), pp. 43ss.

évidemment, certainement, etc. del francés (cf. Borillo 1976), cuyos paralelos españoles evidentemente, naturalmente, por supuesto, desde luego, etc. antes citados han sido estudiados por Martín Zorraquino (1994), quien los denomina "palabras modales asertivas afirmativas". A la vista de todo ello, resulta obligado plantearse, como una eventual alternativa a la propuesta que aquí se está defendiendo, la posibilidad de que BIEN forme parte de un inventario más o menos amplio de elementos enunciativos cuyos rasgos servirían para discernir entre las diferentes interpretaciones modales que puede adoptar un enunciado. Tal análisis ha sido postulado por Campos (1992) a propósito de las partículas gasconas que, be, ja, etc., las cuales, en opinión del citado lingüista, serían manifestaciones de un nudo funcional PROPOSICIÓN, situado entre SCOMP y SFLEX (o SCONC). Si bien es cierto que, a efectos meramente configuracionales, la elección entre una u otra propuesta no resulta determinante -el nudo SΣ postulado por Laka (1990), o el SPol de Culicover (1993), etc. se hallarían asimismo ubicados entre SCOMP y SFLEX-, no lo es menos que en el comportamiento de BIEN apuntan indicios, según veremos a continuación, que lo hacen candidato a ser tratado como una de las muchas marcas de modalidad epistémica reseñadas en diversos estudios a propósito de diferentes lenguas. De acuerdo con Palmer (1986), p. 96, la modalidad epistémica se asocia con nociones tales como "creencia", "conocimiento", "verdad", etc. con respecto a la proposición que se formula. Siguiendo a ese mismo autor, debe considerarse "epistémico" cualquier sistema modal que indica el grado de compromiso del hablante en relación con lo que dice (cf. Palmer 1986, p. 51). Pertenecerían, pues, a este tipo de modalidad los enunciados en los que no se presenta un hecho directamente, sino que se especula, se duda, se formula una posibilidad, se constata una evidencia, etc. con respecto al hecho en cuestión. Desde esta perspectiva, resulta plausible analizar BIEN -en consonancia con algunas de las caracterizaciones extraídas de los diccionarios antes citadas (cf. 2.1.)- como una partícula cuya función es la de intensificar o enfatizar la aserción contenida en la proposición que se enuncia, atribuyéndole un valor de verdad positiva, un matiz de implicación del hablante con respecto a la validez de lo que se afirma. Ello se aprecia claramente en las alternancias que siguen: (24) a. Bien viene a verme cuando me necesita [Moliner (1975)] b. Viene a verme cuando me necesita (25) a. A este profesor, bien le toman el pelo en clase b. A este profesor, le toman el pelo en clase Un dato llamativo que cabría aducir en favor de la existencia de algún tipo de relación

entre BIEN y la modalidad epistémica nos lo suministra la imposibilidad de que dicha partícula emerja en contextos con valor deóntico 12 -modalidad asociada, para formularlo en términos amplios y generales, con las expresiones de carácter volitivo 13. Así, por ejemplo, verbos como prometer, prohibir, jurar, ordenar, rogar, suplicar, conminar, etc., conjugados en primera persona del singular del presente de indicativo, no pueden coaparecer con BIEN: explicables: (26) a. *Bien te prometo que todo se arreglará b. *Bien te ordeno que te calles c. *Bien te prohíbo que bebas tanta cerveza Semejante restricción desaparece en los ejemplos de (27), por razones fácilmente (27) a. Bien me prometiste que todo se arreglaría b. Bien te ordenaron que te callaras c. Bien le han prohibido que beba tanta cerveza La a primera vista inesperada buena formación de (27) no es sino la manifestación trivial de un fenómeno bien conocido, a saber, la alteración que se produce en el valor enunciativo de los llamados predicados performativos cuando éstos dejan de usarse en primera persona del presente de indicativo. Resulta ocioso, en efecto, aclarar que ni (27a) constituye una promesa, ni (27b) un mandato, ni (27c) una prohibición. La incompatibilidad reseñada a propósito de (26) se hace igualmente extensiva al modo imperativo y a las formas del subjuntivo desiderativo, según muestra el contraste entre bien y muy en los ejemplos siguientes: (28) a. Comed muy /*bien poco b. Ojalá coman muy /*bien poco! Idénticas restricciones se aprecian, por último, con el valor deóntico (de autorización o permiso) del verbo modal poder: (29) a. Puede usted pasar b. Bien puede usted pasar Nótese a ese respecto que el citado verbo modal posee diferente interpretación en (29a) y (29b) -ejemplo este último que sería claramente agramatical si en él se asignara a poder una 12 Cabría aducir, en contra de esta afirmación, alguna de las definiciones que aportan los diccionarios de Moliner, Cuervo, etc. con respecto a BIEN (cf. 2.1.). Creo, sin embargo, que el empleo que se asigna a dicha partícula para "conceder o permitir" no le corresponde intrínsecamente, sino que es un efecto derivado de la presencia del verbo modal poder. 13 Para una caracterización pormenorizada de la modalidad deóntica y de sus posibles manifestacciones, cf. Palmer (1986), cap. 3.

acepción deóntica. En síntesis, supuesto que BIEN fuera una marca modal, los datos presentados en (26)- (29) obedecerían a una misma generalización, reducible, en lo esencial, a un fenómeno de incompatibilidad entre dos tipos de modalidad antitéticos: la epistémica -representada por BIEN- y la deóntica. Una consideración algo más pormenorizada de los datos arroja, sin embargo, dificultades imprevistas. Es ilustrativo en este punto observar que la presencia de BIEN queda bloqueada -tal como se muestra en (30)- en las oraciones en que emerge un predicado asertivo. Este tipo de predicados constituye una clase semántica cuyo denominador común consiste, precisamente, en implicar una opinión afirmativa por parte del locutor con respecto al valor de verdad del complmento proposicional (cf. Hooper 1975) 14. Formarían parte del citado paradigma los verbos pensar, creer, suponer, esperar, etc. (i.e., asertivos "débiles"), así como certificar, afirmar, asegurar, declarar, etc. (i.e., asertivos "fuertes"): (30) a. *Bien supongo que tienes razón b. *Bien pienso que Gregorio es inocente c. *Bien afirmo que el lunes es fiesta d. *Bien aseguro que Gregorio ha mentido La interpretación de los ejemplos de (30) no resulta transparente a primera vista. Si, tal como se acaba de argüir, la mala formación de (26), (28) y (29) obedece a un conflicto derivado de la incompatibilidad entre BIEN y la modalidad deóntica, esa misma línea de argumentación debería en principio, aplicarse a las secuencias de (30), lo que nos llevaría a la inesperada conclusión de que su agramaticalidad obedece al hecho de que también los entornos modales epistémicos son refractarios a la presencia de BIEN. Una posible manera de obviar semejante paradoja consistiría en suponer que dicha partícula y los predicados asertivos (al igual que los adverbios morfológicamente relacionados con éstos) representan diferentes vías léxicas para indicar la opinión afirmativa 15 del locutor con respecto al valor de verdad de la proposición que formula. Dado que en (30) convergen dos 14 De acuerdo con el citado autor, tales predicados "imply in one manner or another that the speaker or subject of the sentence has an affirmative opinion regarding the truth value of the complement proposition. [...] (They) describe a mental act, process, or attitude regarding the truth of the complement proposition" (cf. Hooper 1975, p. 95). 15 Expresada bien sea con alguna reserva, como en el caso de los asertivos débiles de (30a) y (30b), bien sea sin paliativos, como sucede con los asertivos fuertes de (30c) y (30d). Véase Borillo (1976), p. 81.

elementos que en el plano interpretativo se solapan (al menos, parcialmente 16 ), la agramaticalidad de tales secuencias sería la consecuencia lógica de un efecto de redundancia -o de violación de los principios de economía-, provocada por la "colisión" de aquéllos. Un dato adicional que corroboraría esa manera de ver las cosas lo aportan los ejemplos bien formados de (31), en donde, de forma similar a lo que sucede en (27), el predicado asertivo, al dejar de usarse en primera persona del presente, cancela la implicación directa del hablante con respecto al enunciado y propicia, por tanto, que ésta reaparezca, sin un efecto adicional de redundancia, a través de la forma BIEN: (31) a. Bien suponían tus amigos que tenías razón b. Bien pensaba Julia que Gregorio era inocente c. Bien afirmó el decano que el lunes era fiesta d. Bien ha asegurado la prensa que Gregorio ha mentido Es preciso reconocer, sin embargo, que una solución de este tipo, además de ad hoc, resulta poco fundamentada en el plano empírico, pues son innumerables los ejemplos aceptables de redundancia que nos brinda la lengua: Subió arriba, Bajó abajo, Posiblemente podrá cantar, Los aviones deben, necesariamente, someterse a rigurosos controles de seguridad, etc. Por lo demás, resulta significativo que la sustitución de BIEN en (30) por algunos de los adverbios que -según veíamos antes- Martín Zorraquino (1994) denomina "palabras modales asertivas afirmativas" arroje resultados de aceptabilidad variable, en muchos casos perfectamente gramaticales (sobre todo en un registro oral de carácter enfático): (32) a. Evidentemente, pienso que Gregorio es inocente b. Creo, ciertamente, que Gregorio ha mentido c.?por supuesto, afirmo que el lunes es fiesta En resumen, la discusión precedente apunta hacia varios hechos de entrada difícilmente conciliables: por un lado, BIEN y la modalidad deóntica son mutuamente exclusivos; por otro, dicho elemento, aunque capaz de dotar a las oraciones en que comparece de una interpretación parangonable, en lo esencial, con la modalidad epistémica, presenta en el plano formal asimetrías llamativas respecto de ésta, según muestran los ejemplos de (30), así como su comportamiento distribucional divergente del de los adverbios epistémicos (cf. (32)). La conclusión que parece desprenderse de todo ello es que los datos manejados en este apartado no aportan por sí mismos 16 Un análisis algo más matizado del valor semántico de BIEN debería asimismo tomar en consideración el hecho de que la presencia de dicha partícula introduce frecuentemente en el enunciado un matiz añadido (del que carecen los predicados asertivos) de oposición. Tal como ha sido observado, en efecto, a propósito de sus homólogos bien del francés o wel del holandés, se trata de un elemento empleado por los hablantes "to say and pose more firmly what they think and oppose it to what hearers are expecting" (cf. Baardewyk-Resseguier 1991, p. 39).

evidencia suficiente para asimilar BIEN, sin más, a un marcador de modalidad (epistémica), ni tampoco para rechazar de plano esta posibilidad. Por lo demás, los límites difusos entre una "aserción modalizada" y la expresión de un "compromiso (commitment) afirmativo" no contribuyen sino a complicar el problema. Cómo puede discernirse, en efecto, partiendo de una base semántico-cognitiva tan débil como la que nos suministra BIEN, si en dicha partícula cabe considerar como primitivo un rasgo modal o si, por el contrario, su vinculación con la modalidad epistémica surge como resultado de la interacción de otros factores más simples, entre ellos la polaridad positiva, el énfasis, un eventual operador exclamativo o enfático, etc.? En suma, dado que la frontera entre lo epistémico y lo afirmativo enfático -tal como han observado diferentes autores 17 - carece de contornos nítidos, la única posibilidad operativa de hacer avanzar esta discusión exige renunciar a las especulaciones de carácter conceptual y centrarse en la búsqueda de nuevos apoyos formales que avalen un análisis de BIEN ya sea como partícula modal, ya sea como partícula de polaridad. En el primer caso, el estatuto de dicho elemento se asimilaría al de la clase de adverbios que Cinque (1995) trata como especificadores de la proyección funcional que él denomina de Modalidad Epistémica (E); en el segundo, integraría, según se ha argüido anteriormente, la posición de especificador de una categoría funcional de polaridad, en la línea propuesta por Laka (1990) y otros autores. Gráficamente: (33) a. SMod E b. SΣ bien Mod 0 E bien Σ 0 Tal como argüiré más adelante, cuando aborde el análisis sintáctico de BIEN (cf. 4), (33b) constituye una opción más adecuada que (33a). Antes de entrar en ello, no obstante, me detendré de forma breve y superficial, en la consideración de algunos datos comparativos, que permiten ilustrar el comportamiento de BIEN en algunos dialectos romances. 17 Ello es reconocido explícitamente por Palmer (1986), pp. 91-92, cuando afirma: "Emphatic affirmation may be treated either as a matter of discourse or as a kind of 'strong' epistemic modality expressing complete confidence in, or knowledge of, what is being said". La complejidad del problema no se agota aquí, pues habría que tomar en consideración asimismo, para completar ese somero panorama, los lazos que se establecen entre BIEN y el texto previo. El hecho de que sea dicho texto el que actúe en ocasiones a modo de desencadenante de la presencia de BIEN en un enunciado podría llevar a suponer que es el discurso y no la modalidad el marco idóneo para su análisis. Dejando de lado estas consideraciones, nada impide circunscribir el estudio de BIEN a sus propiedades sintácticas y semánticas en el marco estricto de la gramática oracional.

3. Algunos datos comparativos El análisis de BIEN como TPP -difícilmente rastreable, según hemos visto, en las gramáticas del español- se halla por el contrario ampliamente documentado en la tradición de otras lenguas románicas, particularmente el francés y el italiano. En lo que respecta al correlato del citado elemento en francés, en los diccionarios se alude de forma explícita a su valor como elemento que "refuerza la afirmación", equivalente a los adverbios réellement, véritablement, vraiment, etc. (cf. Robert 1979): (34) a. Il part bien demain? b. Nous le savons bien c. C'est bien lui [apud Robert ( 1979), s.v. bien] Bien aparece además incluido en las gramáticas francesas en el elenco de adverbios afirmativos, junto a oui, si, certes, volontiers, etc. De la mencionada partícula se dice igualmente que se emplea -sola o reforzada (i.e., fort bien)- "para marcar adhesión, asentimiento, aprobación" (cf. Grevisse 1969, pp. 858-860): (35) a. Bien, fort bien, je n'y vois aucun inconvénient b. Fort bien, je vois maintenant ce que j'ai à faire [apud Grevisse (1969), pp. 858-860] En lo que respecta al italiano, ben (al igual que pur) aparece asimismo caracterizado, de forma concorde en lo esencial con lo visto hasta aquí, como un adverbio cuyo valor semántico es el de reforzar la valencia asertiva de la oración 18 : (36) a. Gianni avrà ben risposto b. Gianni avrà parlato ben di lui c. Mario aveva ben / pur rifiutato l'offerta [apud Belletti (1990), pp. 39-40, y Renzi & Salvi (1990), p. 362] Ello lo inhabilita, como en el caso de BIEN y de los TPPs en general -cf. ejs. de (16)- (17)-, para aparecer en entornos negativos: (37) a. *Maria non parlava pur / ben di lui b. *Maria non ha pur / ben parlato di lui [apud Belletti (1990), p. 41] La situación esbozada hasta aquí se hace más compleja en el caso del catalán, pues en esta lengua son dos elementos -ben y bé- los que se reparten un terreno que sólo parcialmente se solapa con el del español BIEN. En lo que concierne a bé, con un significado y funcionamiento semejantes a los de su homólogo del español, aparece definida en el Diccionari General de la 18 Véanse al respecto Renzi & Salvi (1991), cap. 7, y Belletti (1991), pp. 39-41.

Llengua Catalana de Fabra (1974) en los términos siguientes: "Per a afirmar, contradient una asseveració, un supòsit, qualsevol dubte possible": (38) a. Bé ho han dit que hi era b. Bé es pot fer en un dia això, no? [apud Fabra, (1974), s.v. bé] En cuanto a la forma ben, posee, según Fabra (1974), dos acepciones. La primera - ilustrada en (39)-, de carácter ponderativo, equivalente a "en alt grau", posee un amplio uso en catalán empleada como sinónima del adverbio de gradación molt ("muy") en contornos modales exclamativos o enfáticos. Algo semejante sucede en italiano (È ben contento del risultato ottenuto -cf. nota 6) y, de forma bastante más restringida, en español peninsular (cf. La comida estaba bien rica, Será bien tonta si lo dice, etc.): (39) a. És ben alta, aquella torre! b. És ben ase de no fer-ho! c. Hi havia ben poques persones [apud Fabra (1974), s.v. bé] La segunda, equivalente -en palabras de Fabra- a "del tot", posee una distribución totalmente distinta a la de bé, ben en (39) y BIEN, tal como se muestra en (40). Ello no obstante, comparte con todas ellas un inequívoco valor ponderativo: (40) a. T'han ben enganyat b. Ja el varen ben atrapar c. T'ho ben assegurem [apud Fabra (1974), s.v. bé] Es importante anotar, asimismo, que la imposibilidad de obtener -al igual que sucede en (38) y (39)- correlatos negativos bien formados de (40) permite desechar una eventual interpretación de carácter aspectual para ben en estos casos: (41) a. *No t'han ben enganyat b. *No el varen ben atrapar c. *No t'ho ben assegurem El estatuto de bé como término de polaridad se hallaría por lo demás atestiguado en las numerosas expresiones -reseñadas por Coromines (1980)- en las que el citado elemento aparece (tanto en catalán como en otras variantes románicas) asociado con la partícula hò / hoc -derivada, al igual que el pronombre átono ho, del latín HOC, y que mantiene en ellas el valor afirmativo que le corresponde etimológicamente. Ello sucede en la locución rosellonesa "bé ho sembla", en la expresión del habla de Cervera "hoc bé", equivalente a "sí, sí", o en el término aranés "òbe", en que el carácter ultraenfático de ho afirmativo ha causado -siempre según Coromines- el

desplazamiento acentual 19. Por último, resulta de indudable interés -en esta relación forzosamente incompleta y, por lo demás, circunscrita a los dialectos romances- hacer referencia al caso del gascón y del aranés, lenguas que poseen un rico sistema de partículas (que, e, ja y be), denominadas por algunos autores elementos enunciativos 20. En lo que respecta a esta última forma, asociada a la polaridad positiva, emerge -de acuerdo con Campos (1992) y Joseph (1989), de quienes tomo los ejemplos gascones de (42) y sus correspondientes traducciones- en oraciones afirmativas con menor o mayor valor intensivo: exclamativas, expresiones de sorpresa, aserciones enfáticas, etc.: (42) a. Las hemnas de uei be'n son urosas dab tots aquestes utis electrics [ Las mujeres de hoy están (ciertamente) contentas con todos estos aparatos eléctricos!] [ej. de Campos (1992)] b. Be cantas plan [ Cantas bien!] c. Lous chins be sou au lheyt! [Los niños están en la cama, verdad?] 21 [ejs. de Joseph (1989)] La diferente valencia de cada una de las citadas partículas viene determinada por el tipo de enunciación con que pueden asociarse en cada caso. Así, en lo que respecta al aranés, que se usa sobre todo en oraciones declarativas, e en oraciones interrogativas y exclamativas, be en oraciones declarativas y exclamativas, y ja -la más neutra-, en todas las anteriormente citadas (cf. Ané et al. 1994, p. 73). Vale la pena añadir que -de forma semejante a lo que sucede con BIEN en español, según veremos más adelante- tales elementos deben aparecer siempre inmediatamente delante del verbo, del que no se pueden separar más que cuando se interfiere un pronombre personal o adverbial. Todo ello se ilustra a continuación: (43) a. Que me'n vau tà casa [Que me voy a casa] b. E vies tu? [ Y vienes tú?] c. Be ac sap ta mair! [ Bien lo sabe tu madre!] d. Ja sabi que non l'ac pòs díder 19 Para un análisis más detallado de los valores afirmativos de hò / ho / hoc en catalán, cf. Coromines (1980), s.v. ho. Agradezco a G. Rigau el que me llamara la atención sobre estos datos. 20 Véanse al respecto Campos (1992), Joseph (1989), Ané et al. (1994), entre otros autores. 21 A pesar de que en los equivalentes españoles de prácticamente todos los ejemplos de (42) hubiera podido recurrirse a BIEN, he optado por adaptar las equivalencias aducidas en inglés, con el objeto de distanciarme lo menos posible de los matices que en cada caso recogen los autores que aportan los datos reseñados.