COMUNICADO FINAL II CONGRESO DE TRABAJO SOCIAL DE MÁLAGA «EL TRABAJO SOCIAL TIENE RESPUESTAS» Vivimos inmersos en una realidad social compleja, que se está configurando a partir de los efectos de una crisis que está teniendo graves consecuencias para amplios sectores de la población. A pesar de grandes anuncios que plantean que la crisis ya ha terminado, lo cierto es que vivimos en un país en el que tanto las situaciones de pobreza como las de exclusión social se han visto agravadas, alcanzando al 27% de la población española y al 38% de la población andaluza (Tasa AROPE 2014). La desigualdad social también ha aumentado, consolidándose una sociedad en la que la fractura social parece afianzarse ante el aumento de la pobreza, la exclusión social, el desempleo y el deterioro del Estado de Bienestar, como consecuencia de las medidas de austeridad adoptadas. Ante esta realidad, las trabajadoras y los trabajadores sociales, comprometidos con la transformación social y desde una actitud crítica con aquellas estructuras que subyacen a la actual situación, pero también con una actitud de revisión de nuestra propia acción, ponemos de manifiesto que el Trabajo Social tiene respuestas, respuestas de cambio y de compromiso, respuestas en permanente evolución, transformación e innovación, desde un continuo interrogarse. Nuestra respuesta es preguntarnos siempre desde la propia realidad en la que trabajamos y de la que formamos parte. Hemos superado al trabajador social como mero gestor de recursos sociales. Son múltiples las experiencias compartidas en este congreso en las que la persona se sitúa en el centro de nuestra intervención social. No trabajamos con problemas ni con números, intervenimos con personas que son sujetos y protagonistas de su propia vida, como hemos podido constatar en las experiencias profesionales desarrolladas. Los recursos sociales son meros instrumentos de nuestra intervención social, en la que, desde el protagonismo de la persona, buscamos la mejora de su calidad de vida.
La centralidad no son los recursos, pero son instrumentos necesarios para que la persona pueda ejercer el protagonismo que le corresponde en su propio desarrollo. Por tanto, estos recursos deben ser de calidad, adecuados y suficientes para garantizar la mejora de la calidad de vida de todas y cada una de las personas que viven en nuestro país. Por ello, planteamos la importancia de la participación de las trabajadoras y los trabajadores sociales en el diseño y el planteamiento de las diferentes políticas sociales y de los recursos sociales necesarios para su desarrollo, y abogamos por un incremento del gasto social, por una nueva Ley de Servicios Sociales, moderna y estable, que garantice la igualdad territorial y que dote al sistema de la estructura, el personal y la financiación necesaria para responder a la realidad social y configurarse como eje vertebrador sobre el que se sustenten las diferentes políticas sociales. Asimismo, también planteamos una Ley de garantía de renta que asegure el derecho de todas y todos a alcanzar un nivel de vida digno y seguimos apostando por el desarrollo de lo público. La solidaridad, la fraternidad, el altruismo, etc., son elementos fundamentales y constitutivos de una sociedad madura, pero, sabiendo que esos valores deben estar presentes en la base de nuestro modelo social, no podemos construir un desarrollo social adecuado si no es con la evolución y consecución de los derechos sociales, bajo criterios de justicia social, lo que conlleva claramente el fortalecimiento de lo público que encuentra su mayor eficiencia en el diálogo con el tercer sector. Hemos compartido en este congreso muchas experiencias y reflexiones que surgen principalmente del trabajo de base. Ante una reducción de recursos tan importante como la que se ha dado, hemos buscado formas de intervención cercanas y de carácter grupal y comunitario que potencien los recursos endógenos. Es posible que en ocasiones hayamos podido olvidar que el trabajo social va más allá de los Servicios Sociales, pero, teniendo claro que la principal fuerza de cambio son las propias personas con las que trabajamos, no queremos perder de vista el objetivo de alcanzar un sistema de Servicios Sociales que esté garantizado como derecho, que cuente con la financiación necesaria para su desarrollo, y que no dependa de la discrecionalidad del partido que alcance el poder cada cuatro años.
En este congreso hemos prestado especial atención a la violencia, a todo tipo de violencia, a cualquier situación que conlleve el abuso, la imposición, la denigración de personas, grupos y comunidades: violencia de género, intergeneracional, o la violencia que supone la misma exclusión social en cualquiera de sus manifestaciones. Constatamos múltiples situaciones en las que las personas están siendo afectadas por procesos de exclusión social: personas sin hogar, familias que viven en barrios marginales, inmigrantes que no logran escapar de la espiral de la desigualdad y la exclusión, menores inmigrantes no acompañadas, etc. Sabemos que el cambio social pasa por el Desarrollo Comunitario, por el fortalecimiento del tejido social, de los vínculos de proximidad y vecindad. El pleno protagonismo de la persona se logra cuando cada uno de nosotros somos protagonistas y sujetos del desarrollo de nuestra sociedad. Las experiencias de trabajo compartidas nos muestran que las trabajadoras y los trabajadores sociales, a través de nuestra intervención, podemos construir mecanismos sociales más potentes en el ámbito local que partan de la comprensión de las dinámicas de exclusión social, creando alternativas, generando ciudadanía, participación, cohesión social y poniendo en relación distintos ámbitos en los que se desenvuelve la vida de las personas, como son la familia y la escuela. Como profesionales, abogamos por la innovación y la reflexión que surge de la propia acción. Igual que la realidad es cambiante y compleja, nuestra acción debe estar en continua evolución. En ese sentido, hemos constatado la importancia del diálogo con la universidad, en el compromiso conjunto de realizar análisis rigurosos de la realidad social, explotando y optimizando todas las herramientas y oportunidades de conocimiento de la realidad que se presentan en el día a día de los profesionales, así como aportando nuevos indicadores que aborden, por ejemplo, el problema de la vivienda o que nos permitan comprender en profundidad los procesos de progresivo deterioro que sufren un número cada vez mayor de familias. Y esta comprensión de la realidad social, apostamos por hacerla desde la perspectiva de las personas, desde sus propios relatos, para conocer y dimensionar los fenómenos ante los cuales
el Trabajo Social debe actuar y ser efectivo, como el caso de la violencia de género, intragénero o abuso sexual hacia menores. Y al igual que la comprensión de la realidad queremos que se centre en la persona, constatamos la importancia de la resiliencia como un nuevo paradigma de intervención social, centrándonos en las capacidades, valores y atributos positivos de las personas, y no en sus debilidades y patologías. Otro aspecto sobre el que hemos reflexionado ha sido el cansancio de las trabajadoras y los trabajadores sociales, sometidos a situaciones de estrés y desgaste por la necesidad de intervenir ante una multiplicidad de problemas sociales que encuentra respuesta sobre todo en el apoyo mutuo entre compañeras. Ante esta situación, se plantea la importancia de la formación continua, por un lado en metodologías de intervención social, como el counselling y, por otro, en el desarrollo de capacidades en las trabajadoras y los trabajadores sociales como la resiliencia, en el sentido de habilidad para sobreponerse a los contratiempos y salir fortalecido de ellos. Por otro lado, también hemos puesto de manifiesto las dificultades para el desarrollo de oportunidades laborales en el trabajo social, especialmente en un contexto de crisis, abriéndonos a nuevas perspectivas de emprendimiento social. Hemos construido entre todas un Congreso en el que ha convivido la sabiduría, el conocimiento, la información y los datos que atesora el Trabajo Social bajo los valores de la ética que da sentido a nuestra profesión. Desde todo ello, este congreso nos muestra que el trabajo social tiene respuestas, pero sobre todo tiene preguntas. Y esa es nuestra principal respuesta, nuestra capacidad de interrogarnos siempre desde la realidad, de reflexionar a partir de la propia acción, situando en el centro a la persona, la auténtica protagonista de su desarrollo. Y a partir de ahí, nuestras respuestas son acciones concretas de transformación social, que nos muestran que realmente es posible otro mundo, nuestra respuesta es la reivindicación de que el cuarto pilar del Estado de Bienestar, el Sistema de Servicios Sociales, sea concebido realmente como derecho universal, con una financiación adecuada, nuestra respuesta es seguir demandando
y proponiendo unas políticas sociales que realmente sean capaces de garantizar que todas las personas que viven en nuestro país puedan alcanzar una calidad de vida digna No hay una única respuesta, tenemos preguntas y respuestas que compartir en un proceso de desarrollo y de construcción colectiva de una sociedad más igualitaria, solidaria y justa.