LANZAMIENTO DEL INFORME DE MONITOREO DE CULTIVOS DE COCA EN COLOMBIA 2011 PALABRAS DEL SR. ALDO LALE-DEMOZ, REPRESENTANTE UNODC EN COLOMBIA Bogotá D.C, 25 de julio 2012 En nombre de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, tengo el honor de presentar el Informe de Monitoreo de Cultivos de Coca en Colombia 2011 tal como lo hemos venido haciendo en los últimos 11 años. Es importante poner de relieve que el informe fue sometido a un proceso transparente, independiente, riguroso y detallado de supervisión metodológica por parte de Naciones Unidas, trabajando con el apoyo técnico y logístico --y de manera transparentemente-- con diversas instituciones del Gobierno de Colombia. Hoy reportamos oficialmente que al 31 de diciembre de 2011, el área sembrada con coca en Colombia fue de 64.000 hectáreas, un leve incremento de 3%, mientras que el potencial de producción de cocaína fue de 345 toneladas, un leve descenso de 1 %. Desde una perspectiva científica, dichos resultados demuestran una relativa estabilidad del fenómeno en relación con el año anterior. Consideramos positivo que las cifras
globales se mantengan en los niveles históricamente bajos alcanzados en el año 2010. La tendencia a la reducción en los últimos años se hubiera mantenido, de no ser por un fuerte incremento en el área sembrada con coca en tres departamentos que contrarrestó la tendencia generalizada a la reducción en el resto del país. El informe que hoy presentamos muestra una serie de señales positivas sobre la dinámica del fenómeno: La primera de ellas es que en Colombia predomina la tendencia a la reducción: esto es así, porque de los 23 departamentos afectados por la presencia de cultivos de coca, 14 tienen hoy menos coca que el año pasado. Además, 5 departamentos tienen menos de 100 hectáreas sembradas con coca y avanzan hacia la consolidación de territorios libres de cultivos de coca. Otro dato importante es que el 31% del territorio que alguna vez estuvo afectado, ya lleva más de tres años sin coca. El ritmo de expansión del fenómeno se redujo y la deforestación de bosque primario para la siembra de
coca se estabilizó, factores de suma importancia para la integridad de nuestro medio ambiente. Podemos señalar también que la productividad de los lotes de coca continúa bajando; el rendimiento promedio anual de kilogramos de hoja de coca fresca por hectárea pasó de 6.600 en el año 2005, a 4.400 en el 2010 y a 4.200 en el 2011. Entre los principales factores que explican estas señales positivas, priman las políticas y campañas gubernamentales efectivas de reducción de cultivos ilícitos y de tráfico de estupefacientes, así como una mayor presencia del estado y de programas de desarrollo en regiones afectadas o vulnerables a los mercados ilícitos. Se siguen haciendo sentir los enormes esfuerzos humanos y materiales que realiza el Estado colombiano --de la mano con varios países amigos-- para avanzar en materia de control, seguridad y prosperidad en el territorio nacional. Si las noticias en el informe no son aún más positivas, esto se debe a que el incremento del área sembrada en los departamentos de Putumayo y Norte de Santander, neutralizó las reducciones en el resto del país. En ese sentido, nuestro informe presenta señales de alerta que ameritan la atención temprana y asertiva del
gobierno. Si bien es cierto que se reportan reducciones importantes en varios departamentos, también es preciso llamar la atención que existen áreas sembradas con coca que siguen fortaleciéndose. Más de la mitad de la coca se encuentra en los departamentos de Nariño con el 27%, Putumayo con el 16% y en el Guaviare con el 11%. Los municipios de la región fronteriza al sur de Colombia tienen el 23% de todos los cultivos de coca del país. Por ello, es importante que las autoridades adopten medidas para impedir que el fenómeno se agudice y se consolide precisamente en estas regiones. El 5% de los cultivos está en zonas protegidas por el sistema de Parques Nacionales y el 10% está en resguardos indígenas. La legislación establece condiciones especiales para el desarrollo de cualquier actividad --inclusive las de lucha contra los cultivos de coca-- en estas zonas. El 25% de los cultivos de coca está en consejos comunitarios de comunidades Afro Colombianas. Estas comunidades son particularmente vulnerables, por sus condiciones de pobreza, inseguridad y aislamiento.
Por otra parte, el Informe SIMCI reporta una reducción en el potencial de producción de cocaína. No obstante, hay dinámicas cambiantes en términos de procesos de extracción, por lo cual es necesario continuar actualizando y profundizando en este conocimiento. En tal sentido, resaltamos que los campesinos cultivadores ya no asumen solamente la fase de transformación primaria como en años anteriores. Hoy en día, la hoja de coca se acopia y se transforma por actores armados que podrían obtener más eficiencia en los procesos de producción de cocaína en años venideros. Es preocupante que los cultivos estén creciendo precisamente en zonas donde también se realiza la transformación de hoja de coca y el tráfico de cocaína. En estas regiones, se está integrando toda la cadena del narcotráfico, lo que representa retos importantes para el gobierno de Colombia y para la comunidad internacional comprometida en la lucha contra el tráfico de drogas. Con base en el informe, podemos asegurar que la coca no genera ganancias extraordinarias ni mucho menos-- a los pequeños productores agropecuarios. En promedio, se calculó un ingreso diario por persona de COP$3.500 o USD 1,8 dólar. Esto demuestra que los programas de desarrollo alternativo actualmente
agrupados en unas 620 empresas campesinas si pueden competir holgadamente con los ingresos ilícitos de la coca. La propuesta del Estado colombiano, basada en la institucionalización del territorio, la participación ciudadana, el buen gobierno y la integración regional, requiere de los esfuerzos concertados y sostenidos en las instancias nacionales y locales, así como el sector privado y la cooperación internacional, para atacar los factores que han conducido a la vulnerabilidad de los territorios. Finalmente, quiero destacar que entender las dinámicas de los cultivos ilícitos requiere un análisis riguroso y comprehensivo, sustentado con información objetiva, imparcial y transparente. El trabajo continuo entre nuestra Oficina y el gobierno de Colombia, particularmente en el marco del Comité Técnico Interinstitucional de seguimiento al proyecto SIMCI, ha permitido una mejor comprensión de la geografía y dinámica de los cultivos de coca, de la producción y procesamiento de la hoja de coca, de la estructura social y económica de la población involucrada, y de las dinámicas que afectan el territorio. La información que produce SIMCI forma parte del Reporte Mundial sobre Drogas de las Naciones Unidas
que ofrece una perspectiva clara acerca del impacto y el alcance del problema mundial de drogas. Pero sobre todo, nuestro informe anual es una herramienta fundamental que apoya a las instituciones colombianas para la formulación y la ejecución de políticas públicas. Y esto no solo respecto del tema de drogas, sino en diversos ámbitos del desarrollo humano y de consolidación del estado. Con herramientas de desarrollo; con presencia del Estado; con integración; con oportunidades reales para los campesinos colombianos; con políticas de largo plazo, será posible seguir agrandando las zonas libres de cultivos ilícitos en Colombia. Muchas gracias.