ESCUELA DE FORMACIÓN SANTO TOMÁS DE AQUINO EL SACERDOCIO DE CRISTO 2do. Módulo 2014 Del 28 de mayo al 16 de julio
Oración para comenzar a estudiar Oh inefable Creador nuestro, altísimo principio y fuente verdadera de luz y sabiduría, dígnate infundir el rayo de tu claridad sobre las tinieblas de mi inteligencia, removiendo la doble oscuridad con la que nací: la del pecado y la ignorancia! Tu, que haces elocuentes las lenguas de los pequeños, instruye la mía, e infunde en mis labios la gracia de tu bendición! Dame agudeza para entender, capacidad para retener, método y facilidad para atender, sutileza para interpretar y gracia abundante para hablar. Dame acierto al empezar, dirección al progresar y perfección al acabar Oh Señor! Dios y hombre verdadero, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén Autor: Santo Tomas de Aquino
TEMA 4: UN CAMBIO DE SACERDOTE (Heb 7, 11-28) Bajo la meditación de la Sagrada Escritura y a la luz de la Pasión, Muerte y Resurrección, el autor de nuestra Carta nos muestra la relación de semejanza y continuidad entre Aarón y Cristo, reconociendo que el sacerdocio antiguo ha llegado a su plenitud en Jesucristo. Es lo que vimos en el tema anterior. Pero esto no es suficiente para definir el sacerdocio de Cristo, hay otras diferencias sustanciales, esenciales
Hablamos de un cambio de sacerdocio (7, 12). Esto sucede en otros campos como por ejemplo, la continuidad entre Jesús y David (Lc 1, 32); la entronización no era lo que se esperaba; su victoria parecía una derrota Al parecer, nos toma cierto tiempo para que nuestra limitación y estreches pueda comprender la realización de las promesas divinas. Necesitamos ser educados y transformados La Carta subraya por tanto que: 1) hay una verdadera continuidad; 2) con diferencias y rupturas, 3) porque pasamos a algo superior.
Veamos algunas diferencias con respecto a la posición del sumo sacerdote en relación con los hombres y en su relación con Dios. 1. En el AT no se insiste en la necesidad de que el sacerdote sea tomado de entre los hombres; más bien insiste en separarlo de ellos (por estar consagrados a Dios no deben quedarse al mismo nivel de lo profano (Cfr. Ex 29; Lev 8-9). Las reglas de pureza ritual eran muy estrictas (Cfr. Lev 21, 11), Cristo por el contrario tuvo que asemejarse en todo a sus hermanos (2, 18; 4, 15), ser ultrajado, sufrir y morir (Cfr. Heb 11, 26; 5, 8; 2,9).
2. En el AT se exigía al parecer más la severidad que la misericordia como fundamento del sacerdocio (Ex 32, 25-29; Núm 25; Dt 33, 8-11). Pareciese que excluye la compasión hacia los hombres, la fidelidad de Cristo hacia su Padre no ha exigido de Él la ruptura de todo lazo de fraternidad y solidaridad con nosotros, sino todo lo contrario (Cfr. Heb 2, 10-11). No lucha contra el pecador como en el AT-, Él soporto lo que al pecador le tocaba: la muerte. Su lucha culminó en verdadera victoria de (de Dios y del hombre), contra el pecado y la muerte.
Cristo sumo sacerdote nos revela el amor misericordioso del Padre, lo cual no estaba totalmente ausente en el AT (Cfr. Aarón en Núm 17, 9-15; Sab 18, 20-25). 3. Nombrado por Dios igual que Aarón (Heb 5, 4-5), Cristo no lo es del mismo modo que Aarón; su sacerdocio es guiado por la revelación divina del Salmo 110-, según el orden de Melquisedec. El autor relee las frases del Génesis concernientes a Melquisedec (Gén 14, 18-20; Heb 7, 1-3), y ve en este personaje una prefiguración de Cristo.
Cristo Glorioso, es al mismo tiempo Rey y Sacerdote, más grande que Abraham (Heb 7, 6-7; Crf. Jn 8, 58) y, por consiguiente, más grande que todos los sacerdotes judíos. El poder sacerdotal de Cristo no está fundado en su pertenencia a una familia de sacerdotes, sino en la posesión de una vida indestructible (7, 16), la vida del Hijo de Dios, que gracias a la Pasión ha revelado en su humanidad glorificada (7, 3. 28). Por tanto, la relación de Cristo glorioso con su Padre sobrepasa incomparablemente la relación del antiguo sumo sacerdote con Dios (Cfr. Heb 7, 20-22).
4. La consagración de los sacerdotes judíos no los transformaba profundamente: después como antes, permanecían afectados por la debilidad (7, 28). Eran mortales y la muerte ponía fin a sus funciones (7, 23). Ritualmente separados de los pecadores, de hecho ellos mismos eran pecadores y no podían entrar realmente en la intimidad de Dios (9, 8-10). La humanidad de Cristo, por el contrario, fue renovada por la Pasión glorificante. En lo sucesivo, ya no queda afectada por la debilidad; Él no muere más y por tanto su sacerdocio no tiene fin (7, 24-26).
5. En Cristo la exigencia de separación (consagración) se realiza por otro lado perfectamente: su humanidad está totalmente muerta al pecado (Cfr. Rom 6, 10). No obstante, cercano a Dios como ninguno, permanece cercano a nosotros. Leamos Hebreo 7, 26; 8, 1
Para el próximo encuentro leer y estudiar los Capítulos del 8 al 10
Oración!