Í N D I C E PRESENTACIÓN

Transcripción

1

2 Í N D I C E PRESENTACIÓN NUEVA ESPAÑA: CONTEXTO SOCIAL PREVIO A 1810 Los límites de la Nueva España al principiar el siglo XIX La población de la Nueva España Difusión de los principios revolucionarios en América España ante la invasión francesa desde 1807 INICIO DEL PROCESO INDEPENDENTISTA, 1810 Hidalgo inicia la Guerra de Independencia La Guerra de Independencia EL NACIMIENTO DEL EJÉRCITO INSURGENTE (FRAGMENTO) APREHENSIÓN DE LOS CAUDILLOS Los insurgentes son aprehendidos y procesados BIOGRAFÍAS MIGUEL HIDALGO, UN HÉROE (FRAGMENTO) Primeras décadas de vida de Miguel Hidalgo IGNACIO ALLENDE, EL PRIMER INSURGENTE (FRAGMENTO) JUAN ALDAMA, UN DRAGÓN EN LA INSURGENCIA (FRAGMENTO) BREVE CRONOLOGÍA DEL INICIO DEL PROCESO INDEPENDENTISTA EN MÉXICO Fuentes

3 P R E S E N T A C I Ó N La Nueva España vivió como colonia española durante 300 años aproximadamente; en ese tiempo se gestaron condiciones sociales, culturales, políticas y económicas de descontento en la población. Lo anterior, sumado a las convulsiones políticas internacionales del último tercio del siglo XVIII, especialmente la independencia de Estados Unidos, ejercieron importante influencia en el pensamiento de las castas con acceso a educación. Sin embargo, fue la intervención francesa en España en los primeros años de 1800, lo que marcó de forma trascendental el futuro de la colonia, dando pie al inicio de conspiraciones contra el régimen imperante. Es así como en el 204 aniversario del inicio de la Independencia de México, recordamos las históricas hazañas de los héroes que, procurando cambiar las condiciones de vida para las castas menos privilegiadas y, cuidar el territorio para el Rey Fernando VII, comenzaron un movimiento que culminaría, años después, en un México libre.

4 NUEVA ESPAÑA: CONTEXTO SOCIAL PREVIO A 1810

5 Los límites de la Nueva España al principiar el siglo XIX El virreinato de Nueva España era del dominio más extenso e importante de los reyes españoles en el continente americano. Abarcaba, por la costa del mar Pacífico, desde los confines con la capitanía general de Guatemala hasta más allá del cabo Mendocino. La frontera oriental queda delimitada, por el sur, por el Golfo de Honduras y, por el norte, por la Luisiana, comprendiendo la península del Yucatán y las costas del Golfo de México. En el norte el límite podría perfilarse con una línea imaginaria que partiera del extremo oriental de la provincia de Texas, en las orillas del Golfo, y dirigiéndose hacia el noroeste terminara en las playas del Grande Océano, separando Nueva España, aunque de una manera incierta y vaga, de los Estados Unidos. Una población que apenas ascendía a seis millones de habitantes ocupaba este inmenso territorio, de cerca de doscientas mil leguas cuadradas, en los primeros años del siglo XIX. Se componía ésta, en su mayor parte, de individuos pertenecientes a las razas autóctonas. Los tres millones seiscientos mil indios que se contaban entonces, aproximadamente, dañados más que protegidos por los privilegios que pretendían concederles las leyes, desconfiaban y recelaban de las demás clases, odiaban a los europeos y calificaban de extranjeros a los descendientes directos de los españoles. Mapa de la Nueva España. Imagen recuperada el 06 de septiembre de 2014 del sitio goo.gl/acrrjp. Fuente: Riva Palacio Vicente (1889.). La población de la Nueva España. En México a través de los siglos (Vol. II, Cap. I, 388). España Océano, 1991.

6 La población de la Nueva España Los componentes de las castas en cuanto a los habitantes que podían englobarse en el nombre genérico de castas, ascendía a casi un millón y medio. Estos individuos procedían tanto de los cruces de españoles con la clase indígena los mestizos-, como de las diversas razas con la negra, dando origen a los mulatos, los zambos y los pardos; entre otros. Las castas merecen especial atención, no sólo por su importancia numérica y sus rasgos característicos, sino sobre todo por su decisiva intervención en los sucesos que pronto iban a conmover a Nueva España. Sus miembros se ocupaban del trabajo en las minas, eran hábiles en los oficios y artes mecánicas y a ellos se encomendaban las faenas agrícolas y las tareas que conllevaba el comercio. Además, se les tenía por criados de confianza en los campos y en las ciudades, eran los soldados del ejército desde el establecimiento regularizado de la milicia y tropa de línea a mediados del siglo XVIII y, por último, formaban el pueblo bajo. No obstante, representaban una constante inquietud para las autoridades. A los mestizos y demás miembros de las castas se les privaba de toda instrucción. Por otra parte, al estar dotados de mayor energía y de más vehementes pasiones que los indios, se les consideraba los enemigos más temibles de las clases privilegiadas. De mestizo y de india, coyote. Imagen tomada de la página de la Universidad de Columbia. Culturas hispánicas II: De la Ilustración a la época contemporánea. Capítulo 1: La Ilustración en España e Hispanoamérica (siglo XVIII). Pinturas de castas (México, s. XVIII). Recuperada de Columbia University in the City of New York. Consultada el 06 de septiembre de 2014 en

7 Difusión de los principios revolucionarios en América Prescindiendo del peligro que se sembró en las colonias españolas al tener al lado una nación independiente y joven (Estados Unidos), la aparición de un pueblo liberado en el suelo americano, que había alcanzado sus emancipación por sublevarse contra su metrópoli, constituyó una amenaza constante para el dominio español. Para prevenirse España contra las posibles consecuencias, dispuso cortar toda comunicación con la nueva república y, en virtud de un sistema propio de la época y de las estrechas miras de una política mezquina, se cuidó guardar silencio sobre la existencia y rápidos progresos en el norte de América; solo se alzaban voces para denigrar a la joven república, representándola como una sociedad dominada por los vicios que más habitualmente atentaban contra la moral y que ni siquiera respetaba los preceptos y el poder moderador de la religión. Sin embargo, las concesiones que España se vio forzada a otorgar a los Estados Unidos en el tratado de 1795 produjeron una opinión favorable hacia la nueva nación en México, pues se creía que si la metrópoli la había tratado con tantas consideraciones, su carácter no podía responder a la degradación con que se la describía. Los hechos positivos e innegables que acontecían en la naciente república confirmaban la bondad de las teorías que abogaban por la independencia Los filósofos franceses hallaron pronto admiradores que fortalecían sus legítimas aspiraciones con sus escritos. En ellos se concentraban duros y certeros golpes que iban dirigidos al viejo orden político fundado con el derecho de la fuerza e impuesto por la violencia a los pueblos europeos. Pese a la estricta vigilancia, esos libros llegaban a la colonia e infundían en sus lectores el anhelo de los principios que consideraban salvadores y cuya trascendencia les había revelado el estudio de aquellas obras. George Washington. Imagen recuperada el 06 de septiembre de 2014 del sitio Fuente: Riva Palacio Vicente (1889.). Influjo de la Revolución Francesa. En México a través de los siglos (Vol. II, Cap. I, 390). España Océano, 1991.

8 España ante la invasión francesa desde 1807 La Corte de España Al morir el Rey Carlos III, lo sucedió su hijo Carlos IV, quién estaba casado con la Reina María Luisa. La Reina había concebido una gran pasión por Manuel Godoy, a quien elevo de simple oficial de la guardia de corps a ministro universal de la monarquía y Príncipe de Paz. El hijo de Carlos III y María Luisa, Fernando, odiaba a Manuel Godoy, odio que compartía con él el pueblo español, por lo que fácil le fue formar una especie de partido político conspirando contra sus padres para llegar a reinar. España, satélite de Francia desde el reinado anterior, continuó en ese papel a pesar de la ejecución de Luis XVI; pues si bien es cierto declaró la guerra a los republicanos franceses, muy pronto se vio obligada a pactar la paz, convirtiéndose, en aliada de Napoleón. Napoleón y el Tratado de Fontainebleau Napoleón supo aprovechar el estado de cosas y, deslumbrando a Godoy con la esperanza de alcanzar un principado en el desmembramiento de Portugal, hizo que España firmara el Tratado de Fonntainebleau, el 27 de octubre de 1807, por lo que las dos potencias aliadas se obligan a acometer a Portugal. Con ese pretexto, el emperador de los franceses invadió España, ocupando sus tropas, fronteras, castillos y plazas fuertes, sin resistencia; pues ya en su ánimo tenía, el disponer de a monarquía española. Napoleón Bonaparte. Imagen recuperada el 07 de septiembre de 2014 del sitio Fuente: Toro, A. (1951). Historia de México 3. Capítulo I. México: Editorial Patria, S. A. Pág

9 Por su parte, el Rey Carlos IV comunicaba al emperador que habiendo atentado contra su vida el príncipe Fernando, lo había desheredado, en tanto que éste mendigaba el favor de Napoleón, pidiéndole la mano de una princesa de su familia y acusando a sus padres y a Godoy de vergonzoso delitos. La abdicación de Bayona El príncipe de la Paz, al ver invadida a España por los franceses, y el peligroso curso que tomaban los sucesos, propuso a Carlos IV que, imitando la conducta seguida por la familia real de Portugal, que se había ido a establecer a Brasil, al ver su reino invadido por los franceses, él se trasladara a la Nueva España. Este proyecto, al ser conocido por el pueblo, dio origen a un motín encabezado por elementos de la nobleza, el famoso Motín de Aranjuez, ocurrido el 17 de marzo, en el que la gente asaltó el palacio de Godoy, quién fue aprehendido. Carlos IV, asustado al considerar la actitud de los sublevados, se vio compelido, para salvar a Godoy, a abdicar en favor de Fernando VII, el 18 de marzo de En ese entonces, Fernando decidió marchar al encuentro de Napoleón, para solicitar que lo reconociera como Rey de España. Por su parte, Napoleón I exigió a Fernando renunciara a la corona en favor de su padre, y éste abdicara en beneficio de Napoleón, el 8 de mayo de 1808, nombrando el mismo rey de España e Indias, a su a su hermano José, a petición de una junta formada por ciento cincuenta personas de la nobleza de España. Las noticias en México El 23 de junio de 1808 llegaron a México las noticias de las abdicaciones de Bayona a favor de Napoleón. Los dos partidos existentes en la colonia, el criollo y el español, aunque conformes ambos en no reconocer al rey José Bonaparte, eran antagónicos. Los criollos lo veían favorable para hacer a la colonia independiente so pretexto de guardar el reino para Fernando VII, en tanto los españoles no querían que se implantara innovación alguna en el gobierno del país. Representación del Ayuntamiento Fuente: Toro, A. (1951). Historia de México 3. Capítulo I. México: Editorial Patria, S. A. Pág Fue el Ayuntamiento de la Ciudad de México quien planteó el problema, a propuesta de los licenciados Juan Francisco de Azcárate y Francisco Primo Verdad y Ramos, regidor y síndico, respectivamente, pidiendo que ésta tuviera por nulas las abdicaciones a favor de Napoleón y que mientras Fernando VII estuviera en su poder, o la nueva España elegía persona de la familia real que viniera a gobernarla o el virrey continuara al frente del gobierno, sin recibir órdenes de España, ni entregarla a potencia alguna hasta en tanto que la colonia, representada por el Ayuntamiento y las principales corporaciones, elegía rey, o quedaban libres Fernando VII y Carlos IV.

10 INICIO DEL PROCESO INDEPENDENTISTA, 1810 Las juntas de Querétaro: Conspiración descubierta

11 En Querétaro, con pretexto de dedicarse al estudio de las bellas letras, se reunían los partidarios de la independencia, ya en la casa del Lic. Lorenzo José Parra, ya en la del presbítero José María Sánchez. Los principales conspiradores, sacerdotes, abogados y militares en su mayoría, eran, además de los licenciados Lazo y Altamirano, los capitanes Ignacio Allende, Juan Aldama y Joaquín Arias, el doctor Iturriaga y los comerciantes Epigmenio y Emeterio Gonzáles. Contaban, además, con el disimulo del corregidor Miguel Domínguez y con el entusiasmo de su esposa Josefa Ortiz de Domínguez. La conspiración hacia progresos visibles día por día, aumentando el número de sus prosélitos, y sólo faltaba un jefe para encabezarla, cuando a Allende se le ocurrió invitar a tomar parte en ella a Miguel Hidalgo, cura de Dolores, tanto por conocer sus ideas avanzadas, cuanto porque por su inteligencia, su vasta instrucción y su carácter sacerdotal, ejercía una influencia decisiva sobre el el bajo pueblo. Hidalgo rehusó al principio tomar parte en aquella empresa, por considerarla poco seria; pero como Allende insistiera, haciéndole ver lo rápidamente que la idea se había extendido, acabo Hidalgo por tomar parte de las juntas y asumir la jefatura de ellas. Josefa Ortiz de Domínguez, La Corregidora. Secretaría de Educación Pública (SEP). Imagen recuperada el 07 de septiembre de 2014 del sitio Desde 1808 había contraído Miguel Hidalgo íntima amistad con los capitanes Allende, Aldama y Abasolo, que con frecuencia le visitaban comentando la situación política de España y de la colonia.

12 La conspiración descubierta Por septiembre de 1810, los trabajos de los conspiradores estaban tan adelantados que se acordó que el movimiento revolucionario estallara el 2 de octubre, según se asegura, simultáneamente en varios lugares; y ya para entonces los conspiradores estaban denunciados y el gobierno tenía espías que concurrían a las juntas, quienes les informaban de cuanto en ellas se trataba. La situación del corregidor de Querétaro, se hacía cada vez más difícil, pues el partido español sospechaba su connivencia con los rebeldes, y le vigilaban también, por lo que podía ser aprehendido de un momento a otro. Entonces decidió catear la casa de comercio de Don Epigmenio González, donde se aseguraba había armas ocultas. Antes de proceder a esta diligencia, dio noticia de lo que ocurría a su esposa doña Josefa Ortiz; pero temeroso de que cometiera una imprudencia, la dejó encerrada. Eran las once de la noche cuando el corregidor Domínguez marchó a catear la casa de Epigmenio González, acompañado de un escribano español y veinte soldados. El cateo lo iba a efectuar solo para cubrir el expediente, pero cuando estaba por terminarlo, el escribano descubrió algunas armas y pertrechos, lo que hizo necesario aprehender a los hermanos González. Conducta de la Corregidora Entretanto, Josefa Ortiz, procuraba comunicarse con alguien que pudiera dar aviso a los principales conjurados. Debajo de su recámara caía la habitación del alcaide de la cárcel, Ignacio Pérez, partidario de la independencia. La corregidora y él tenían convenido de antemano el comunicarse cuando algo inusitado ocurriera, por medio de tres golpes dados en el techo del cuarto del alcaide. Doña Josefa hizo lo convenido y por la cerradura de su aposento le avisó a Pérez de lo que pasaba, ordenándole que inmediatamente se dirigiera a ponerlo en conocimiento de Allende. No conforme con esto, la corregidora, apenas amaneció el día 15 de septiembre de 1810, exhortó al capitán Arias, para que apresurara la revolución; pero este traidor no sólo denunció a sus compañeros, sino que se puso de acuerdo con el partido español, para que aprehendieran al corregidor. No eran éstas las únicas denuncias, pues en Guanajuato había sido también delatada la conjura; por lo que simultáneamente se expidieron órdenes de aprehensión contra Allende y Aldama, así como para que vigilaran estrechamente a Hidalgo. Fuente: Toro, A. (1951). Historia de México 3. Capítulo III. México: Editorial Patria, S. A. Pág

13 Hidalgo inicia la Guerra de Independencia. A pesar de que el cura Hidalgo era vigilado por las autoridades, el día 13, al recibir vagas noticias de que Allende había sido delatado, el envío un mensaje con premura. Por ello, Allende salió de San Miguel y llegó a la casa de Hidalgo la noche del día 14. Entretanto, el emisario de la Corregidora, Josefa Ortiz, pudo hacer contacto con Aldama; éste llegó la mañana del 16 al curato de Dolores. Llamaron en la casa cural, y salió Allende a recibirlos, haciéndoles pasar a la recámara del cura. Varios fueron los pareceres, y como la resolución del asunto se retardara, puso pinto final a los debates Hidalgo diciendo: Caballeros, somos perdidos! No hay más recurso que ir a coger gachupines!. Reunido así un grupo considerable se dirigieron a la cárcel, a liberar a los presos, y al cuartel, donde se les agregó un piquete de soldados del regimiento de Allende; a continuación, éste y Aldama se encaminaron a la casa del subdelegado de Dolores, Nicolás Fernández del Rincón, y lo aprehendieron, al igual que al recaudador de diezmos Cortina. Finalmente, los insurrectos apresaron a los españoles del pueblo fácilmente y a las cinco de la mañana del 16 de septiembre de 1810, un considerable grupo de sublevados entró en el atrio de la iglesia. Allende manifestó su acuerdo y salieron Hidalgo, Allende, Aldama y Mariano Hidalgo, José Santos Villa, el padre Balleza, otros ocho hombres armados, casi todos los sirvientes de Hidalgo, y un vecino de Dolores llamado Martínez. Ordenó luego el cura que se despertara a su hermano Mariano y a otros conjurados, y que se llamara violentamente a los artesanos de la alfarería y a los sederos. Fuentes: Riva Palacio, V Hidalgo proclama la independencia. En México a través de los siglos (Vol. II, Cap. I, ) España: Océano, Toro, A. (1951). Historia de México 3. Capítulo I. México: Editorial Patria, S. A. Pág

14 Hidalgo inicia la Guerra de Independencia. EL GRITO DE DOLORES, 16 DE SEPTIEMBRE DE Amanecía, y como era domingo, se llamó a misa, reuniéndose en poco tiempo en el atrio de la parroquia un gran concurso, no sólo del pueblo, sino también de los ranchos y haciendas circunvecinas que, según la costumbre, llegaban a oír misa. El cura hizo entonces a sus feligreses un breve parlamento, recordándoles los agravios que habían recibido de los españoles, les ofreció a los que se alistaran, un peso diario, si llevaban armas o caballo, y la mitad a los de a pie. Aquel discurso entusiasmó al auditorio, y casi todos se dispusieron a seguir a Hidalgo, formándose un pequeño ejército como de doscientos hombres, armados con hondas y garrotes, porque aún las lanzas y espadas escaseaban y las armas de fuego eran rarísimas; pues las leyes de Indias prohibían a los indios y las castas, el fabricar y usar armas de ninguna especie. EL ESTANDARTE DE HIDALGO Decidieron los caudillos marchar hasta llegar a Atotonilco, allí Hidalgo tuvo una idea genial. Al ver una imagen de la Virgen de Guadalupe en la sacristía del Santuario de esa comunidad, la enarboló en una pica, y le puso una inscripción que decía: Viva la religión! Viva nuestra Madre Santísima de Guadalupe! Viva Fernando VII! Viva la América y muera el mal gobierno!. Estandarte de Hidalgo, Museo Nacional de Historia. Imagen tomada del libro:álbum Conmemorativo del 450 aniversario de las apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe, México, Ediciones Buena Nueva, p. 68. Recuperada el 30 de abril de 2014 del sitio: Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM) en Fuente: Toro, A. (1951). Historia de México 3. Capítulo III. México: Editorial Patria, S. A. Pág

15 Hidalgo inicia la Guerra de Independencia. Entrada de Hidalgo en San Miguel el Grande. Los caudillos de la insurrección que, con notoria falta de elementos, y que se habían visto obligados a precipitar la revolución, aceptaron las consecuencias de su resolución. Los quince individuos que habían salido de la casa cural se habían convertido en seiscientos que, armados con fusiles, lanzas, espadas, instrumentos de labranza, palos y piedras, unos a caballo y los más a pie, que rodeaban a los caudillos. Entonces Hidalgo y Allende partieron hacia San Miguel, dado que allí residían varios partidarios de la independencia; Allende esperaba, asimismo, adherir a la causa al regimiento de dragones de la Reina, del que eran capitanes él y Aldama. Antes de salir, fue liberado el subdelegado Fernández del Rincón, a quien se envió hacia Valladolid. A las once de la mañana salió la tropa con los españoles detenidos. Poco tardaron en llegar a la hacienda de la Erre, donde los jefes del movimiento, a quienes acababa de unirse Mariano Abasolo, fueron obsequiados por Luis Malo, propietario de la finca y miembro de las juntas secretas establecidas por Allende en San Miguel. Tras un descanso, continuaron su camino hacia Atotonilco, mientras iban engrosando las filas numerosos voluntarios. Entretanto en San Miguel cundía la zozobra entre los españoles. Ya había caído la noche cuando los cinco mil hombres que componían el ejército alzado entraron a la población en medio de fervientes aclamaciones. Muchos de los españoles entregaron sus armas, ofreciéndose como prisioneros, quedando todos bajo vigilancia de Aldama. Antes del amanecer, el regimiento de dragones de la Reina, a cuya cabeza se pusieron los capitanes Juan Cruces y José de los Llanos, se adhirió al movimiento. Para ese momento, los seis u ocho mil hombres reunidos se dividieron en escuadrones y batallones, y se mandó construir gran número de lanzas. Fuente: Riva Palacio, V La insurrección se extiende, Entrada de Hidalgo en San Miguel El Grande. En México a través de los siglos (Vol. II, Cap. VIII, ) España: Océano, 1991.

16 La Guerra de Independencia. LA ABOLICIÓN DE LA ESCLAVITUD. En los dos días que duró la estancia de Hidalgo en Valladolid, aumentó su ejercito, allegó armas y dinero, tomando de las arcas de la catedral, en calidad de préstamo, $400,000, y nombró Intendente a don José María Ansorena, criollo de familia distinguida; pero de cuanto allí hiciera, nada es más importante, que el bando que expidió el 19 de octubre de Por él declaraba abolida la esclavitud, mandando poner en libertad a los esclavos, y prohibiendo el tráfico y comercio de ellos, bajo pena de muerte. Por el mismo bando suprimió el tributo de las castas, y redujo varias contribuciones que gravitaban sobre el pueblo, a la vez que dictaba la pena de muerte contra los saqueadores. propuso se le quitara el mando, lo que fue aprobado por todos, quienes nombraron al mismo Allende para que de él se hiciera cargo, quedando el cura en calidad de prisionero, y amenazado de muerte, para el caso de desobediencia; pero se procuro mantener en secreto. LA HUIDA DE LOS CAUDILLOS. Después de la derrota del Puente de Calderón, Hidalgo y Allende, sin previo acuerdo, se dirigieron al Norte del país, creyendo encontrar auxilios para continuar la lucha, llegando ambos, junto con varios jefes, a Aguascalientes. Allende, convertido en enemigo de Hidalgo por considerarlo el causante de todas las derrotas que habían sufrido las fuerzas insurgentes, y del desprestigio en que comenzaba a entrar la insurrección, hizo que se reunieran los principales jefes en la hacienda de Pabellón, y allí, Fuente: Toro, A. (1951). Historia de México 3. Capítulo III. México: Editorial Patria, S. A. Pág.82, 113.

17 EL NACIMIENTO DEL EJÉRCITO INSURGENTE (Fragmento) Miguel Ángel Fernández Delgado Investigador del INEHRM

18 El desconcierto por las armas fue la característica de las tropas insurgentes que comandaba Miguel Hidalgo, hasta que el 22 de octubre de 1810, a su paso por Acámbaro, cuando se fundó oficialmente el primer ejército insurgente, como un cuerpo militar disciplinado y con sus mandos claramente establecidos. Ante el hartazgo de la inequidad, cuando el cura Hidalgo encendió la llama al tañido de la campana de Dolores para levantar a las multitudes en armas contra el gobierno opresor, aquéllas fueron reclutadas de inmediato. Al mando del caudillo y unos cuantos militares, una hueste improvisada carente en su mayoría de las más elementales nociones de estrategia y de táctica militares se conformó y combatió sin los servicios indispensables para el auxilio de las tropas. El levantamiento de Hidalgo dividió a la sociedad novohispana, más de lo que ya se encontraba, entre los partidarios del bando insurgente y los del realista, pues fueron pocos quienes lograron permanecer neutrales, aunque no todos intervinieran directamente en el campo de batalla. La población del virreinato, con un total aproximado a los cinco millones de habitantes, de los cuales había cerca de un millón cien mil criollos, dos millones cuatrocientos mil mestizos y castas, dos millones y medio de indios y apenas 17 mil españoles, quedó escindida, salvo estos últimos. Hidalgo, Allende, Aldama y los demás caudillos. Recuperada el 30 de abril de 2014 del sitio del bicentenario de la Independencia en Fuente: INEHR. El Nacimiento del ejército Insurgente. Miguel Ángel Fernández Delgado. Consultado el 08 de septiembre de 2014 en goo.gl/vixh1p

19 Ambos ejércitos fueron dirigidos por criollos en los puestos principales; mestizos, mulatos y demás variaciones entre las castas engrosaron por igual las tropas de ambos bandos. Algunos indios, en lo particular, se unieron al movimiento insurgente, pero las comunidades indígenas de diversos pueblos permanecieron fieles al monarca español cuando estalló la revuelta. Desde el 15 de septiembre de ese año, el ejército insurgente había crecido exponencialmente sin orden alguno. Otros conspiradores de Querétaro, los capitanes Ignacio Allende y Juan Aldama, sumaron tropas del Regimiento de Dragones de la Reina a la multitud convocada por Hidalgo: los internos de la prisión de Dolores y vecinos que acudieron a su llamado, en buen número indios y campesinos de poblaciones cercanas, armados con cuchillos, machetes, lanzas, hondas y apenas unos cuantos fusiles. El grueso de la hueste unos 300 hombres por lo pronto compensaba su nulo entrenamiento y falta de estrategia militar con el carácter imponente de su número y el entusiasmo de participar en el inicio de un movimiento reivindicatorio. De la sacristía del santuario de Atotonilco, tomó Hidalgo el estandarte con la imagen de la Virgen de Guadalupe, la cual su tropa reconoció de inmediato como estandarte del improvisado ejército insurgente, integrado por unos cuatro mil hombres al momento de llegar a San Miguel el Grande. De allí prosiguieron hasta Celaya, a la que entraron sin resistencia el 20 de septiembre. En ambos lugares, se ordenó construir armas, especialmente lanzas, y se consiguió buen número de barriles de pólvora destinados a las minas. Refiere Lucas Alamán que fue en Celaya donde, a un par de días de su llegada, Hidalgo convocó al ayuntamiento, ante cuyos miembros expuso los principios de su lucha, y en la misma sesión, los allí reunidos lo declararon capitán general; también fue nombrado teniente general Allende y mariscal de campo Aldama. Sin embargo, era necesaria una mejor organización y adiestramiento, pues el nuevo ejército aún no se medía con el enemigo. El tema había sido discutido entre Allende e Hidalgo, dando lugar a discusiones poco amables, pero el caudillo se negó a escuchar entonces al soldado. Precariamente organizados, pero ya con más de 20 mil elementos, los insurgentes partieron hacia Guanajuato, ciudad estratégica tanto por su ubicación y elevado número de habitantes, como por los ingresos que obtenía gracias a la actividad minera. Al frente de las tropas insurgentes iba una infantería compacta, integrada por unos cinco mil hombres, en su mayoría indígenas con hondas; en seguida, la caballería, compuesta por arrieros, rancheros y peones; detrás, los principales cabecillas del ejército y, para cerrar la retaguardia, las dos compañías del Regimiento de la Reina.

20 APREHENSIÓN DE LOS CAUDILLOS

21 Los insurgentes son aprehendidos y procesados. Don Ignacio Elizondo, capitán de las compañías presídiales de Provincias Internas abrazó con entusiasmo la causa insurgente, por lo que pidió a Allende se le diera el cargo de teniente general, lo cual éste rechazó. Por tal motivo, Elizondo se unión a la contrarrevolución, por lo que tramó la traición. Por tanto, durante la marcha del grupo independentista en Acatita de Baján, Elizondo estaba ahí, procediendo a aprehender a los que iban en ella, hasta llegar a Allende, quién cuando se le notificó que se rindiera a nombre del rey, contestó: Eso no, primero morir, yo no me rindo!, y disparó, llamando a Elizondo: Infame traidor! ; éste mandó hacer fuego a las tropas, muriendo a consecuencia el hijo de Allende, Indalecio, por lo que no tuvieron más opción que rendirse. Enseguida venía Hidalgo, acompañado de veinte hombres, siendo todos aprehendidos. EL PROCESO DE HIDALGO En San Felipe de Chihuahua, los presos fueron divididos, mandándose a unos la convento de San Francisco, a los otros a un colegio de jesuítas abandonado, que fue el lugar que se destinó a prisión de Hidalgo. Siguiendo las instrucciones del gobierno virreinal, se procedió a la formación de los procesos, comisionándose para la instrucción de Hidalgo, Allende, Aldama y Jiménez, a Don Ángel Abella, español que había sido administrador de correos en Zacatecas. Fuente: Toro, A. (1951). Historia de México 3. Capítulo III. México: Editorial Patria, S. A. Pág Hidalgo, al ser examinado, no rehuyó responsabilidades de ninguna especie, reconoció que su prisión era debida a haber tratado de poner en independencia este reino ; que los principales autores de la revolución eran Allende y él; que los asesinatos de los españoles se habían hecho por orden suya para satisfacer a los indios y a la ínfima canalla, y que se debían a su condescendencia. Tanto el proceso de Hidalgo, como el de los demás, se formaron sólo con declaraciones de españoles, sin que se examinaran testigos ni se realizaran diligencias. Una vez recogidas las declaraciones, el auditor, Lic. Rafael Bracho, condenó a muerte a los reos; enseguida el consejo de guerra resolvió en el mismo sentido, sin admitir defensas de los acusados. Las ejecuciones comenzaron el 10 de mayo, siendo fusilados el 26 de junio, Allende, Aldama y Jiménez. En cuanto a Abasolo, su conducta fue indigna durante el proceso, pues pretendiendo salvar la vida, echó toda la culpa a sus compañeros, delató a algunos que habían sido considerados como poco importantes, por lo que le fue perdonada la vida y se le deportó a España. El carácter eclesiástico de Hidalgo requirió la intervención de la Iglesia. El obispo de Durango comisionó al doctor Francisco Fernández Valentín, para que lo representara, concediéndole amplísimas facultades, contra los principios del derecho canónico, aun para degradar a Hidalgo.