MATERIA (049): Psicoanálisis Freud - Cátedra: I TEÓRICO: 25 FECHA: 18 de octubre de 2006 PROFESOR: Osvaldo Delgado

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1 MATERIA (049): Psicoanálisis Freud - Cátedra: I TEÓRICO: 25 FECHA: 18 de octubre de 2006 PROFESOR: Osvaldo Delgado Hoy vamos a tomar dos textos de Freud de referencia: El yo y el ello y El problema económico del masoquismo. Los tomo juntos porque son textos imbricados uno con el otro, textos de un mismo ordenamiento conceptual. El problema económico del masoquismo se apoya necesariamente en la segunda tópica, en el desarrollo que hace Freud respecto al ordenamiento del aparato psíquico. Pero, a su vez, no se podría entender El yo y el ello, si no tuviéramos la referencia de El problema económico del masoquismo ; son dos textos que se necesitan, pertenecen a una misma área de interrogación, a un mismo problema u obstáculos en la clínica. Ya no portan la pregunta por cómo se desarrolla un psicoanálisis, sino cuáles son los obstáculos para la conclusión de un tratamiento analítico, aportan la pregunta respecto al final de análisis; Freud se encuentra con los obstáculos a la curación y a la conclusión. Ambos textos enlazados, provienen de un lecho en común: Más allá del principio de placer con la introducción del concepto de pulsión de muerte y la tercera formulación del modelo pulsional. Entonces, tenemos el aparato psíquico regulado por el más allá del principio de placer, las pulsiones de autoconservación y sexuales reunidas en pulsiones de vida, Eros y la necesidad clínica y teórica de la introducción del concepto de pulsión de muerte. De qué nos habla cada uno de estos textos en su estrecha copertenencia? El problema económico del masoquismo ubica las modalidades de satisfacción de la pulsión; opera sobre Pulsiones y destinos de pulsión (1915). La tesis freudiana acerca de que el sadismo era lo primario en cuanto intencionalidad o voluntad pulsional sostenida en Pulsiones..., aquí sucumbe, el sadismo es segundo. Podíamos anticiparlo en el texto de 1915, cuando trabaja masoquismo, pero aquí está dicho con todas las letras. Lo primario es el masoquismo, lo primario es el placer en el dolor contra sí mismo. El ser humano tiene una satisfacción en el dolor contra sí mismo, primariamente. Estoy uniendo satisfacción con dolor y, en el mismo acto, estoy ligando la pulsión de vida con la pulsión de muerte. El masoquismo habla de la ligadura, de la fusión, o de la mezcla (de acuerdo a las traducciones), entre la pulsión de vida y la pulsión de muerte; pulsión de muerte que hemos visto en la clase sobre Más allá del principio de placer, con los tres referentes freudianos: el juego del carretel, los sueños traumáticos y la compulsión de repetición en la transferencia. Freud sostiene que tenemos que suponer que en el origen, en la constitución del sujeto una expulsión de grandes cantidades de pulsión de muerte lo trabajó en la relación yo 1

2 placer-yo realidad en Pulsiones..., lo que produce placer es yo, y lo que produce displacer es el no-yo, lo otro, lo extraño, lo extranjero. Está trabajado, fundamentalmente, en La negación (que trabajarán en prácticos), pero, desde aquí podemos decir que el masoquismo, es la ligadura de la pulsión de muerte que resta no expulsada, con la pulsión de vida. Esa primera ligadura es el fundamento del masoquismo erógeno, fundamento de los otros dos. El masoquismo erógeno habla, entonces, de la primera ligadura del resto de pulsión de muerte que quedó a partir de esa primera expulsión, el resto de pulsión de muerte que quedó con la pulsión de vida; esa ligadura forma lo que Freud llama el masoquismo erógeno. Esto parece una construcción metafísica, pero lo voy a poner a raya del piso de la clínica, de lo observable. Para que cualquier sujeto se pueda constituir como tal, en su origen tuvo que perder algo que jamás volverá a recuperar, podemos decir, un estado de goce absoluto, completo. Por otro lado, no perderlo, quedarse en ese estado de Nirvana, sin pérdida equivale a la muerte misma. Para poder afirmarse como sujeto se necesita una primera separación de eso que se pierde para ser sujetos, para ser lo que somos, somos exiliados en el país del lenguaje, hemos perdido el país de origen y vivimos en el mundo del lenguaje, de las palabras. Tenemos algunos modos, en algunos momentos, de recuperar algo, alguna partícula más o menos ilusoriamente de ese paraíso perdido, que en sí mismo, es la muerte. Sobre ese masoquismo erógeno, Freud funda los otros dos: el masoquismo femenino y el masoquismo moral. Hay que tener en cuenta que el masoquismo femenino no tiene nada que ver con la feminidad, sino que se trata de un modo de satisfacción con meta pasiva, un modo de satisfacción pasiva que es hacerse dice Freud : hacerse amordazar, hacerse atar, hacerse violar, hacerse golpear, torturar; tal como es la fórmula del fantasma Pegan a un niño. Quiere decir que, la referencia conceptual del masoquismo femenino, no son los textos sobre la feminidad sino el texto Pegan a un niño, en el que ubica la segunda fase la que nunca existió, la que es construida soy golpeado por el padre, como identificación del sujeto con esa posición de objeto: hacerse golpear, golpeado; como participio pasado. La voz segunda del esquema de la construcción del fantasma, el segundo momento, el más importante, es en voz reflexiva, que no es pegar ni ser pegado, es hacerse pegar. Es una actividad al servicio de una meta pasiva, porque no es lo mismo ser golpeado que hacerse golpear. La voz reflexiva, en términos gramaticales de la construcción del fantasma, se coagula como participio pasivo o pretérito (golpeado, violado, amordazado, etcétera). En el campo de la neurosis todos portan masoquismo femenino, como universal, en todos está el hacerse golpear, en sus variaciones personales. Es a la carta, para cada uno el hacerse golpear es a su manera. Entonces, el masoquismo femenino entra en correspondencia conceptual y lógica con Pegan a un niño ; y entra en conexión lógica y conceptual con la resistencia del ello (como 2

3 una de las resistencias estructurales). Por ahora lo dejo ahí hasta que tome el ordenamiento de la segunda tópica. Ese hacerse golpear se pone en juego en el análisis y, el analista, debe saber maniobrar para rechazar esa satisfacción. No tiene que ver con la feminidad, ni tampoco con la perversión masoquista. El neurótico toma de los materiales de los perversos para la construcción de sus fantasías, pero no es del campo de la estructura perversa. Para los colegas docentes presentes, el fantasma implica la perversión en tanto que es un modo privilegiado de obturar la castración del otro. Esa perversión no tiene que ver con la psicopatología perversa, es lo mismo que la resistencia del ello al final del análisis, cuando el análisis se convierte es un peligro para el sujeto. Freud, se encuentra con algo que ya había trabajado en Introducción del narcisismo, en relación con el ideal del yo. Allí no sólo ubicábamos el problema del deslizamiento conceptual, ideal del yo, yo ideal; sino que además había un deslizamiento con relación al ideal del yo y la conciencia crítica. Freud estaba anticipando otra tópica, otra instancia psíquica que en este texto llama ideal del yo. Decíamos que el ideal del yo le sirve al sujeto para tener una referencia simbólica a la identificarse primariamente; sin embargo, era también una instancia crítica, una conciencia crítica que, incluso, se satisfacía en la crítica. Se puede ubicar desde los primeros textos cuando trabaja neurosis obsesiva. En el obsesivo ubicábamos el reproche por una satisfacción que tuvo: exceso de placer-defensa primaria-reproche-conciencia moral. Y el auto reproche? Era un modo de satisfacción. El auto reproche mismo se transformaba en una satisfacción al servicio de la hipótesis auxiliar: fuente independiente de desprendimiento de displacer; fórmula con la que contaba cuando todavía no tenía todo el ordenamiento. Tenemos, entonces, una satisfacción en la conciencia crítica. Recuerdan Crimen y castigo de Dostoievski? Allí, el personaje central, Raskólnikov, su seudónimo es Rodia. Vivía absolutamente torturado por un profundo sentimiento de culpa. Para poder aliviar ese sentimiento de culpa, tiene que realizar un asesinato y asesina a una anciana Freud trabaja a cerca de los que delinquen por sentimiento de culpa, un modo de calmar el martirio, esa satisfacción pero mortificante, es cometer un delito para ser sancionado, porque esa sanción alivia. Alivia porque lo localiza otro (el juez, la cárcel), que da una sanción, es la paradoja. La cuestión no es primero el crimen y después el castigo, sino, primero la necesidad de castigo y luego el crimen, para obtener una sanción del otro en el caso de la justicia. En el caso de la economía psíquica, es exactamente lo mismo. Primero, la necesidad de castigo del yo y, luego, lógicamente, el sentimiento inconsciente de culpabilidad a partir del superyó. Es un modo de satisfacción paradójica, tiene una zona erógena que es la conciencia la mortificación del superyó y la necesidad de castigo del yo. 3

4 Freud dice que hallamos en los sujetos un masoquismo moral esto es una atrocidad en la cultura occidental judeo-cristiana, la moral como un modo de satisfacción. El superyó, en tanto instancia heredera del complejo de Edipo, heredera de la supuesta referencia normativa de la prohibición paterna, en su hipermoral se satisface; y no sólo lo conocen claramente los obsesivos sino también se produce en el campo de lo social. Un dictador puede decir: vamos a eliminar a los subversivos, después a los que lo apoyan, a los que hacen la logística, después a sus amigos, conocidos, familiares, a los que figuran en la agenda, a los que alguna vez se cruzaron con ellos, a los que en algún momento tuvieron una palabra de intercambio, hasta que queden sólo los puros. Entonces, el masoquismo moral es el que Freud ubica como instancia hipermoral, es un modo de satisfacción y es casi el nombre mismo de la paradoja. A cada renuncia, el superyó toma más fuerza, engorda. Cada cantidad voy a decirlo de este modo de satisfacción pulsional que no realizo en términos de los pecados del mundo, cada renuncia no lo alivia, siempre es poca la renuncia; ni bien se renuncia dice, es poco, más pecador. Esto es lo paradójico del superyó. Freud dice que así como el ello es amoral, el superyó es hipermoral, sin comillas, ya vamos a ver porque. Entonces, la conciencia moral, como masoquismo moral, es una satisfacción en el dolor a partir de la moral misma; la moral como un modo de satisfacción en el dolor. La moral es un problema. Pero, una aclaración importante que no hubiese sido necesaria hace 10 ó 15 años, nos lanzamos todos a procurarnos nuestros modos de satisfacción sin miramiento por nada ni por nadie, total no le vamos a dar el gusto a la moral que está todo el tiempo diciéndonos este pecado no, este pecado no? El psicoanálisis es una práctica que lleva hacia un modo de vida que implicaría lanzarse a los modos de satisfacciones pulsionales de cada uno? No. El psicoanálisis produce sujetos responsables, sujetos que respetan la diferencia y al otro; no con una hipermoral pero si sujetos con principios que tienen que ver con la responsabilidad. Una cosa es el poder hipermoral del superyó, el masoquismo moral; y, otra cosa, es el efecto del psicoanálisis al operar para hacer caer eso, porque esa satisfacción paradójica del superyó, se presenta en la clínica. De qué modo se presenta en la clínica? Freud lo llama reacción terapéutica negativa. La reacción terapéutica negativa es la resistencia del superyó, como masoquismo moral, jugándose en el tratamiento mismo, es la expresión, el modo de presentación del masoquismo moral, de la satisfacción del superyó en transferencia. Entonces, la referencia del masoquismo moral es el auto reproche obsesivo de los primeros textos, es el superyó. Aquí se abre otra articulación que trabajaremos la próxima vez, con Inhibición síntoma y angustia. Freud se encuentra con que los síntomas no sólo querían decir algo sino que eran un modo de satisfacción; llega a decir en uno de los primeros textos que han trabajado, que 4

5 son la práctica sexual de los neuróticos. Después se presentan ciertos obstáculos, por ejemplo los sueños de angustia, los sueños traumáticos, los sueños punitivos, a partir de los cuales hace una modificación. Freud dice que el síntoma no implica sólo una transacción entre el deseo inconsciente y la represión que desfigura, para que se pueda expresar el deseo inconsciente; sino que todo síntoma es una solución de compromiso de la instancia reprimida y la instancia represora. Cuando conceptualiza la pulsión de muerte en Más allá del principio de placer, y tiene El problema económico del masoquismo, con la segunda tópica (yo, ello y superyó) dirá que el núcleo del síntoma, el hueso, es la necesidad de castigo, es la satisfacción de la necesidad de castigo. En El yo y el ello, lo explica por la culpabilidad incestuosa: el sujeto en vez de sentirse culpable por sus deseos incestuosos, parricidas por el deseo de acostarse con su madre y matar al padre, se siente culpable, sentimiento inconsciente de culpabilidad, por los deseos incestuosos, pero es paradójico, porque no se sienten culpables sino enfermos. Ahí donde se sienten enfermos, sabemos que en verdad se sienten culpables por sus deseos incestuosos y parricidas. La fórmula del Edipo es: deseo incestuoso hacia la madre, deseo parricida hacia el padre, sentimiento inconsciente de culpa, busco ser castigado por mis deseos prohibidos. Hasta aquí la explicación cierra, pero para eso no se necesita el masoquismo primario. Para qué se necesita si hay primero una satisfacción en procurarse dolor? Freud dice, que a los deseos incestuosos deseo de acostarse con mi madre, de matar al padre, la prohibición dice no, por lo tanto, aparece la culpa por tener esos deseos; por eso el neurótico padece la conciencia crítica, la culpabilidad y el superyó lo critica. Paga con el padecimiento porque es culpable de estos deseos. El sujeto en vez de sentirse culpable se siente enfermo, sentirse enfermo es una metáfora de sentirse culpable por los deseos incestuosos. Pero, decíamos, para eso, no se necesita el masoquismo primario, alcanzará con la explicación edípica. Sin embargo, primero está el masoquismo, está la enigmática satisfacción en el dolor contra sí mismo; todo lo demás, es una construcción neurótica para darle texto, una auto interpretación de esa enigmática tendencia a satisfacerse en hacerse sufrir. Freud lo explica diciendo que el yo es masoquista y el superyó es sádico, aunque en verdad sabemos que no hay complementariedad entre sadismo y masoquismo, pero descriptivamente, el yo necesita para satisfacerse castigarse y tiene su partenaire el superyó que le dice sos culpable. En la actualidad el superyó no es prohibidor, exige gozar más, siempre es poco. Es uno de los problemas clínicos fundamentales. Freud en el El yo y el ello dice que no alcanza con el conflicto de instancias conciente-preconciente-inconsciente con el que contaba. Seguimos sosteniendo que todo lo reprimido es inconsciente pero no todo lo 5

6 inconsciente es reprimido, hay un inconsciente no reprimido en el núcleo del yo y es de donde parte la resistencia. El inconsciente no se resiste, busca expresarse todo el tiempo, por eso hay lapsus, actos fallidos, chistes, síntomas, sueños. El inconsciente busca que se lo escuche, insiste no se resiste. No hay resistencia del inconsciente en ese plano. Sólo podemos tomar el inconsciente como resistencia en tanto modo privilegiado de defensa, en tanto es una elucubración de saber sobre la lengua, en ese punto sí es resistencia. Hay una instancia en el núcleo del yo, sede de las mudas pulsiones, que será el ello. Entonces, el yo ya no es una unidad de completud, ya no es el yo completo del narcisismo, tampoco es el yo igual conciencia. En su núcleo del hay algo diferenciado, desgarrado estructuralmente que se llama ello, sede de las pulsiones, sede de los restos visuales y auditivos. Es el punto freudiano, en el que la gramática del ello se articula con la construcción del fantasma. Y es el nombre de una de las resistencias estructurales, la resistencia del ello. Se trata, entonces, ahora de saber qué hacer ya no con lo que es reprimido, porque lo reprimido lo interpretamos, sino qué hacer con ese inconsciente no reprimido. Ya no alcanza la interpretación porque interpretamos lo reprimido, entonces, si ya no se trata de representantes psíquicos reprimidos que retornan desfiguradamente cómo operar? Freud sostiene que la resistencia del ello como sede de las mociones pulsionales, es también la sede de donde abreva energéticamente, de donde toma fuerza económica el superyó. El superyó abreva su energía en términos de economía libidinal en las mociones pulsionales del ello. El superyó como el otro lugar diferenciado; así como tenemos un lugar diferenciado una desgarradura dentro del yo que es el ello, tenemos otro desgarramiento que es el superyó, la conciencia moral, la instancia crítica, que se abastece con las mociones pulsionales del ello. Y, también aunque de un modo absolutamente diferente, proviene de restos auditivos, de lo oído. Son dichos de la trama infantil, de la trama del Edipo, dichos formulados que funcionan como imperativo moral: pero, recuerden, son dichos como frases, que funcionan como imperativo moral. La frase en el famoso ejemplo freudiano de obsesión el Hombre de las Ratas es serás un gran hombre o un gran criminal. Es tremendo, porque la alternativa si no es un gran hombre es ser un gran criminal, es insensato, porque no es tan fácil ser un gran hombre. Pero, así como está el dicho insensato que no reconoce la debilidad del sujeto, que lo aplasta con sus exigencias y sus críticas, también son en esos dichos restos auditivos. Qué digo? Voz. Está lo que se dice pero también está la voz. Se trata de una satisfacción paradójica respecto de esos dichos y una satisfacción respecto a esa voz del superyó que se satisface expresándose. 6

7 Esto no anula la primer tópica conciente-preconciente-inconsciente se sostienen, la segunda tópica yo-ello-superyó no la reemplaza. El inconsciente como tal está, la diferencia es que hasta ese momento inconsciente y reprimido eran sinónimos y ahora Freud sostiene que es cierto que todo lo reprimido es inconsciente, pero no todo lo inconsciente es reprimido; lo inconsciente que no es reprimido es el núcleo del yo que se llama ello. Vamos a terminar. El día 30 de noviembre a las 10, dictará una conferencia en el marco de la cátedra, el psicoanalista francés Eric Laurent, Delegado General de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, fundada por Jacques-Alain Miller que es un continuador de la obra de Jacques Lacan, de quien fue paciente y discípulo durante muchos años. La AMP, es la Organización Mundial que nuclea a varias Escuelas en el mundo, entre las que se encuentra la EOL, Escuela de la Orientación Lacaniana. Eric Laurent es un psicoanalista internacional de primerísimo nivel. La conferencia se llama Qué es un órgano del cuerpo?. Hablará del cuerpo en el debate del psicoanálisis y las neurociencias, y el cuerpo en nuestro mundo contemporáneo. Cuál es la relación de la ciencia actual que tiene la posibilidad de cambiar los cuerpos y producir todo lo que produce? Y, cuáles son los nuevos modos de padecimiento que esto genera y las nuevas interrogaciones que tenemos en la clínica psicoanalítica? Podrán escuchar y conocer a uno de los psicoanalistas de la actualidad más importantes del mundo. Bibliografía trabajada Freud, S. (1923), El yo y el ello, en: Obras completas, tomo XIX, Buenos Aires: Amorrortu editores (1924), El problema económico del masoquismo, en: Obras completas, tomo XIX, Buenos Aires: Amorrortu editores. Bibliografía citada Freud, S. (1909), A propósito de un caso de neurosis obsesiva, en: Obras completas, tomo X, Buenos Aires: Amorrortu editores (1915), Pulsiones y destinos de pulsión, en: Obras completas, tomo XIV, Buenos Aires: Amorrortu editores (1914), Introducción del narcisismo, en: Obras completas, tomo XIV, Buenos Aires: Amorrortu editores (1919), Pegan a un niño, en: Obras completas, tomo XVII, Buenos Aires: Amorrortu editores. 7

8 (1920), Más allá del principio de placer, en: Obras completas, tomo XVIII, Buenos Aires: Amorrortu editores (1925), La negación, en: Obras completas, tomo XIX, Buenos Aires: Amorrortu editores (1926 /1925/), Inhibición, síntoma y angustia, en: Obras completas, tomo XX, Buenos Aires: Amorrortu editores. 8