XI CONGRESO DE ECONOMÍA REGIONAL DE CASTILLA Y LEÓN

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1 XI CONGRESO DE ECONOMÍA REGIONAL DE CASTILLA Y LEÓN PANEL 3: GOBERNANZA Y FINANCIACIÓN DE LA UNIVERSIDAD. EL PAPEL DEL SECTOR PÚBLICO EN LA RELACIÓN UNIVERSIDAD- EMPRESA Burgos, 21 de Noviembre de 2008 Juan Rodríguez Población Una de las muchas definiciones de gobernanza que podemos encontrar, se refiere al ejercicio del poder político de forma interactiva por el conjunto de la sociedad y no solo por el gobierno. Precisamente y como apunta el ponente en su magnífica exposición, esta es la asignatura pendiente fundamental en las universidades públicas españolas. Cierto es que la regulación de la figura del Consejo Social, pareció suponer un avance significativo en esa dirección, pero deberemos reconocer que, en general, los Consejos Sociales de las Universidades no cumplen, salvo honrosas excepciones, el papel que se les otorga legal y socialmente. Pero, estando gobernanza y financiación, como conceptos, íntimamente relacionados, debemos aceptar que su adaptación a una nueva realidad, probablemente deba desarrollarse a ritmos diferentes. Así, mientras cualquier cambio en la forma de gobernar las universidades, requiere de un debate amplio (y muchas veces tortuoso) y de un grado de consenso cuya consecución requiere un tiempo prudencial (no olvidemos que hablamos de instituciones, en muchos casos, con más de ocho siglos de historia), los problemas financieros de nuestras universidades son, lamentablemente, acuciantes.

2 Y lo son hasta el punto en que no podemos pararnos a dilucidar si hablamos de galgos o de podencos. Hablamos, en muchos casos, de pagar los gastos de funcionamiento e incluso las nóminas a final de mes, lo cual nos hurta parcialmente el debate necesario sobre la relación entre los problemas financieros de la universidad y su concepción de gobierno o, para ser exactos, con su gobernanza, entendida en el sentido inicial. Pero esta urgencia no debería ocultarnos el bosque. Las soluciones a los problemas económicos de la universidad, deberían alinearse con las necesarias trasformaciones en la forma de gobernanza de la misma. Por ello, es importante la implantación de mecanismos como los contratos programa en la financiación de las universidades. O la potenciación de mecanismos de colaboración universidad empresa, o la orientación de los sucesivos modelos de financiación hacia una perspectiva más competitiva y más vinculada a los resultados (medidos en términos de objetivos sociales) de la propia universidad. Y todo ello es preciso en un entorno en el que no faltan voces cuasi apocalípticas sobre el fin de la filosofía pura de la universidad (la de ser una especie de olimpo de la razón y el conocimiento) abandonada en brazos de la presión de los intereses espurios de la empresa y el mercantilismo y destinada a la formación, no de científicos, si no de profesionales para trabajar en la sociedad privada y externa a la universidad. Habría que plantearse si, en términos de tan excelsos fines, tiene sentido el enorme esfuerzo económico que el sector público (es decir, toda la sociedad) realiza para financiar esta estructura (en España, en el año 2006, cerca de millones ).

3 Así pues, el marco financiero hacia el que deberían avanzar las universidades públicas españolas, ha sido definido claramente en la ponencia que acabamos de escuchar y sobre la que, no obstante, me gustaría incidir en los siguientes aspectos: 1º.-Austeridad y racionalidad en el gasto. Esta es una cuestión poco agradable pero esencial. El esfuerzo público por incrementar los fondos financieros de las universidades se ha visto acompañado por un incremento desmedido en los gastos de funcionamiento de las mismas. Según datos de la propia CRUE ( La Universidad en cifras: 2008 ), el incremento de los fondos públicos para financiación corriente de las universidades españolas en el periodo 1994/2006 fue de un 178% (en términos absolutos, pasó de a millones ). En ese mismo periodo, el incremento de gastos de personal de las universidades fue de un 142%, lo que implica que absorbió, prácticamente, el 65% de semejante aumento de financiación. Si nos referimos a las inversiones, durante este mismo periodo las trasferencias de capital a las universidades aumentaron un 221%. Pues bien, aproximadamente el 60% se dedicaron a inversiones en infraestructuras y el 40% restante a inversiones en I+D+I. Es decir que nuestras universidades han invertido mucho en ladrillos, poco en infraestructuras de investigación y mucho menos en mejora de la gestión interna.

4 2º.- Desarrollo de nuevos modelos de financiación pública. La financiación pública de las universidades ha venido siguiendo la pauta de cubrir los gastos de funcionamiento (personal y corrientes), así como una parte (decreciente pero todavía significativa) de las inversiones en infraestructuras, sin más planteamientos ni condicionantes. En el caso de nuestra Comunidad, en el año 2007 se produjo un primer avance en este esquema, con la firma de un contrato programa plurianual ( ), en el que se introdujeron, si bien todavía tímidamente, ciertos criterios de control e información y que está conllevando algunos progresos significativos en la mejora y eficiencia de la gestión de los recursos públicos. En estos momentos, en la Junta de Castilla y León (al igual que ocurre en otras administraciones autonómicas), estamos acometiendo la evolución hacia un nuevo modelo que, en nuestro caso, esperamos poner en marcha en el ejercicio 2011 y que sustituirá al actual, que tenía un carácter transitorio. El nuevo modelo se desarrollará siguiendo criterios de participación, transparencia, objetividad, suficiencia y excelencia. Como consecuencia, la financiación básica deberá estar vinculada a objetivos de mejora en la eficiencia del gasto y a criterios medibles de avance en la calidad educativa e investigadora. Asimismo deberán introducirse, paulatinamente, segmentos de financiación competitiva.

5 3º.-Potenciar los mecanismos de financiación privada Este es un campo en el que, como refleja la ponencia, hay un enorme trabajo por hacer. Las universidades europeas en general se encuentran muy lejos de los porcentajes de financiación privada frente a países como EEUU, Japón o Australia. Incluso entre los países de la UE hay diferencias muy significativas. Por ello, uno de los objetivos de la declaración de Bolonia es, precisamente, incrementar el peso de la financiación privada. Para ello, es preciso, como se ha indicado, aprovechar el potencial de transferencia de conocimiento entre la universidad y la sociedad, especialmente en su esfera empresarial. A este respecto, la Comunidad de Castilla y León acaba de lanzar una ambiciosa estrategia Universidad-Empresa que por su carácter global, estratégico y transversal, entendemos que es pionero en España y al que se va a dedicar, hasta el año 2011, una inversión de 150 millones. La estrategia se estructura en nueve líneas de actuación enmarcadas en tres grandes áreas: Transferencia de conocimiento e I+D+I Educación, formación permanente y convergencia universidadempresa Foros de dialogo universidad-empresa Entre los objetivos que esperamos alcanzar con esta estrategia, podemos destacar el de incrementar en un 50% el número de grupos de investigación universitarios que colaboran con empresas; duplicar los ingresos anuales de

6 la universidad por contratos de I+D y servicios científico-tecnológicos; incrementar en un 67% el numero de patentes generadas en la universidad por millón de habitantes y aumentar en un 120% el numero de empresas innovadoras creadas en la universidad. En resumen, el sector público (insisto, el conjunto de la sociedad) está haciendo un enorme esfuerzo, en los últimos años, por mejorar la financiación de las universidades públicas. Lamentablemente (como tozudamente reflejan los ranking más reconocidos al respecto) dicho esfuerzo no se ha traducido en una mejora sustancial de la calidad educativa e investigadora ni, por tanto, de los resultados sociales de las mismas, seguramente por las deficiencias del modelo de gobernanza. Es hora, pues, de cambiar los enfoques y los planteamientos introduciendo y/o potenciando, en la financiación pública, elementos de control y supervisión, objetivos cuantificables e incentivos a la mejora en la eficiencia y al cumplimiento de dichos objetivos y, simultáneamente, desarrollando los mecanismos de financiación privada a través de una mayor colaboración con el sector empresarial. Esperamos que actuaciones como el nuevo modelo de financiación de las universidades o la estrategia universidad-empresa nos permitan avances positivos en esta dirección Al tiempo, el sistema universitario debería aprovechar la adaptación al EEES (Espacio Europeo de Educación Superior) para mejorar sus estructuras (especialmente en materia de gobierno, responsabilidad y tomas de decisión), profesionalizar la gestión interna, contener sus gastos, racionalizar sus inversiones y, todo ello, dentro de una estrategia de mejora de la calidad educativa y búsqueda de criterios de excelencia.

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