DISCURSO 10º ANIVERSARIO CENTRO DE DERECHOS HUMANOS

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1 DISCURSO 10º ANIVERSARIO CENTRO DE DERECHOS HUMANOS 1

2 No puedo iniciar estas palabras sin rendir un homenaje a quien no alcanzó a acompañarnos en este aniversario y lo sentimos mucho, el profesor Máximo Pacheco Gómez, gran formador y defensor de los derechos humanos. Tuve el honor de conocerlo y trabajar con él y fui su ayudante cuando regresó a esta Facultad. Su Seminario de Derechos Humanos fue la semilla de mucho de lo que hoy celebramos. Es un gran honor poder dirigirme a ustedes en el marco de la presentación del Anuario de Derechos Humanos 2012, para celebrar los 10 años desde la creación de nuestro Centro de Derechos Humanos de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. Tengo una profunda convicción de la importancia que tienen los rituales para nuestras vidas personales y también de las instituciones. Este momento, nos da la oportunidad de compartir con ustedes, amigos y amigas del Centro, un espacio de intimidad para revisar nuestra historia y vislumbrar el futuro. Estos rituales cobran especial significancia cuando celebramos una historia exitosa y un futuro desafiante. Este es un buen momento para recordar cuál fue el mandato que la Facultad nos entregó hace diez años: hacer investigación de excelencia en un campo de la mayor relevancia, los derechos humanos. Que este Centro sea parte de esta Facultad no es una cuestión baladí, al contrario, es determinante en lo que ha sido nuestra historia y lo que esperamos sea nuestro futuro. Enfrentar el tema de los derechos humanos desde la academia nos ponía en una posición particular, pero hacerlo, además, desde la Universidad pública, hacía que el reto fuera aún mayor. Todos quienes hemos participado en este proyecto valoramos que nuestro trabajo se desarrolle desde una institución que no reconoce otro interés que el de la excelencia. Estoy pensando, al igual que ustedes, en la Universidad de Chile como el lugar donde se construye la república, y donde deben buscarse las respuestas a los problemas que nos aquejan como país y como región. Esta Universidad debe ser fiel a su tradición y asumir efectivamente el desafío que nos lega la historia: la misión de la Universidad de Chile es iluminar con ideas, proyectos y cuestionamientos a nuestro país y nuestro continente. Esto implica docencia, investigación y extensión al más alto nivel. Como comunidad universitaria plural, donde confluyen diversos grupos sociales, religiosos y políticos que representan el Chile real, somos parte de un proyecto que nos trasciende y eso no podemos olvidarlo jamás. En estos tiempos, en que la educación pública se ha visto amenazada como pocas veces en su historia, creemos relevante compartir con ustedes nuestra mirada sobre el rol de un centro de derechos humanos, que desde la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, mira los problemas de nuestro país y nuestra región. La base de nuestro trabajo se funda en una idea central: la construcción de un sistema democrático sólo tendrá viabilidad en la medida que se encuentre sólidamente fundado en el pleno respeto de los derechos humanos. Desde ese acuerdo básico y fundacional hemos intentado desarrollar las labores de investigación, extensión y docencia, propias de toda institución académica. Ustedes conocen nuestro trabajo. Hemos desarrollado una amplia gama de actividades que pretenden dar cuenta de estas labores centrales asociadas con la academia. Pero en este 2

3 momento de celebración quiero ir algo más allá de las formalidades y contarles lo que hemos ido construyendo. Sin duda que la principal actividad de nuestro Centro estos años ha sido nuestro Programa de diplomas de postítulo. A través de éste, hemos intentado llegar a un grupo de profesionales que requerían formarse en derechos humanos, pero que no contaban con otras alternativas que los clásicos postgrados, la mayoría de ellos en otros continentes o en otras realidades; muchos de ellos, además, inalcanzables económicamente o pensados para realidades distintas a las de nuestros países. En 2004 iniciamos este desafío, proponiendo una innovadora fórmula para la realidad latinoamericana: conectar lo mejor de la educación a distancia, con la riqueza de la experiencia personal o presencial. Si hoy evaluamos, no sólo hemos logrado un número inimaginable de exalumnos y alumnas, sino que muchos de ellos están marcando la diferencia en sus países en materia de derechos humanos. Como no destacar algunos ejemplos: nuestra subsecretaria de Justicia, Patricia Pérez quien hoy impulsa uno de los cambios institucionales más importantes de la historia de Chile en materia de derechos humanos, con la creación de la subsecretaria de DDHH; el subsecretario de justicia de Brasil, Paulo Abreu quien lidera una de las iniciativas más importantes en materia de justicia transicional de que tenga memoria nuestra región; el juez Daniel Urrutia y su lucha incansable por los derechos humanos desde la judicatura; asimismo, hoy los defensores Públicos de Chile, Ecuador, Honduras y Guatemala, son ex alumnos que se encuentran incorporando vívidamente los conocimientos adquiridos en nuestros diplomas; hemos sido testigos de sendas reformas en las policías en Chile y Bolivia, que han sido impulsadas por nuestros exalumnos; ONGs en toda la región, pero particularmente en Argentina, Perú, México y Colombia están siendo impulsadas por nuestros estudiantes; programas de Memoria en Argentina van en el mismo sentido; los órganos de DDHH tanto nacionales como del propio sistema interamericano hoy son beneficiarios del trabajo de varios jóvenes que han pasado por nuestros diplomas. Es decir, en docencia, hemos marcado una diferencia, pero lo más relevante es lo que un exalumno me comentaba hace algunos días, quienes hemos hecho los diplomas de postítulo del CDH nos sentimos parte de una comunidad que se reconoce como tal, eso es más de lo que imaginamos hace 10 años. En materia de investigación, hemos desarrollado un inmenso trabajo, que se ha traducido en importantes proyectos de investigación y líneas de investigación que han tenido financiamiento y continuidad en el tiempo, cuestión sumamente difícil de lograr desde instituciones donde los recursos para investigar son siempre escasos. Lo que ha caracterizado nuestro trabajo es que la investigación siempre ha estado pensada como un instrumento útil para el trabajo docente y para la vida profesional de nuestros destinatarios. Asimismo, hemos desarrollado un esfuerzo sistemático por llegar con nuestro trabajo a toda la comunidad. Por ello, la extensión ha sido esencial para nosotros estos años. Son incontables las charlas, los foros, entrevistas y otras actividades en las que hemos participado, pero siempre con respeto y buscando la excelencia. Nunca hemos pensado que la extensión pueda hacerse con un menor estándar que nuestras otras actividades. El Centro también ha desarrollado actividades de liderazgo en temas o discusiones emergentes en la región. La capacidad de convocatoria del Centro la hemos utilizado, precisamente, para apoyar la agenda regional sobre derechos humanos; y podemos decir que en muchos temas, lo hemos logrado con creces. 3

4 Pero esta historia exitosa, que valoramos, no puede quedar en eso y tenemos que mirar hacia el futuro, lo que nos preocupa son los desafíos que le deparan al Centro en las próximas décadas. El escenario no es sencillo, estamos ante un contexto cambiante en Chile y en la región. El mundo ha evolucionado y las prioridades han ido variando. Si alguna vez América Latina y Chile fueron el centro de atención, eso ya no ocurre. Las experiencias asiática y hoy la africana parecen concentrar la atención del mundo en estos momentos. Asimismo, nuevos temas han ido copando la agenda internacional. Eso en ningún caso significa que la democracia esté asegurada en nuestra región y que los graves problemas que nos han acompañado las últimas décadas estén superados. Es evidente que hoy la democracia en América Latina está amenazada, la amenazan desde sus fundamentos, la exclusión que viven importantes sectores de nuestras sociedad, partiendo por la mitad de la población, las mujeres; la violencia que genera el crimen organizado y la respuesta igualmente violenta de algunos Estados para combatirlo; la concentración de poder, tanto en el ámbito político como en económico. Si no logramos entregar propuestas serias que superen las debilidades estructurales de nuestros sistemas democráticos, podemos ser testigos de retrocesos institucionales que ya sabemos cómo terminan. No es casual que en estos días hayamos sido testigos de un debate interamericano centrado en el sistema de derechos humanos. No es la primera vez que se hacen intentos por limitar el rol de los órganos de protección de los derechos humanos. Este debate está íntimamente ligado con las discusiones sobre la legitimidad del sistema, esto es, su capacidad para dar respuestas eficientes a las víctimas dentro del marco que los propios Estados han diseñado. Moverse dentro de esta paradoja requiere conocimientos y perspectivas innovadoras, que vean al Estado y la sociedad civil como actores relevantes y legítimos. Nuestro Centro entiende que en este contexto tenemos mucho que aportar. En Chile estos diez años hemos sido testigos de muchos cambios. De hecho la institucionalidad en derechos humanos es otra. Hoy contamos con un Instituto de Derechos Humanos que cada día se esfuerza por cumplir su rol; un Consejo de la Transparencia, que ha puesto en jaque la cultura de secretismo que nos acompaña desde siempre; un Museo de la Memoria que nos enorgullece, aunque algunos aún no entiendan su naturaleza reparadora de nuestra historia trágica reciente; una sociedad activa y cada vez más consciente de sus derechos y dispuesta a ejercerlos. Pero también hemos sido testigos de leyes, actos y discursos que nos muestran lo mucho que nos queda por avanzar en materia de derechos humanos. Pero hoy también tenemos otro escenario en el ámbito financiero. No solo las crisis han golpeado la ayuda para desarrollar proyectos en materia de derechos humanos, sino que hemos sido testigos de cambios en las agendas de las instituciones y gobiernos donantes que son preocupantes. Estos no son tiempos de abundancia, por lo que el desafío es mayor, hay que hacer tanto o más que hace algunos años, pero con menos recursos; de ahí que la administración deba ser cada vez más eficiente y los esfuerzos personales se deben redoblar. No puedo dejar pasar esta oportunidad para hacer un llamado al cuerpo diplomático para que envíen un mensaje claro a sus gobiernos: América Latina en general y Chile, en particular, necesitan de su ayuda para seguir construyendo alternativas democráticas fundadas en el pleno respeto de los derechos humanos. 4

5 Esperamos que este llamado también tenga eco en nuestro país. Como Centro no podemos entender que el actual gobierno haya eliminado toda ayuda financiera a nuestro Programa de Diplomas de Postítulo. Esperamos que esta administración renueve su compromiso con el Centro. La nueva institucionalidad que Chile se ha ido dando en materia de derechos humanos, el pleno cumplimiento de sus compromisos internacionales y la vigencia de los derechos fundamentales consagrados constitucionalmente, requieren de un sustento de fondo y no sólo de formas; ello implica formación e investigación, que en este Centro hemos demostrado podemos realizar al más alto nivel. Afortunadamente, la Facultad ha entendido este nuevo escenario y a través del Decanato y el Consejo de Facultad, han comprometido su apoyo a las actividades del Centro, no solo facilitándonos nuestro trabajo, sino que con un decidido apoyo financiero que valoramos profundamente. Todas las autoridades y funcionarios de esta Escuela nos demuestran día a día su apoyo y este es un buen momento para agradecer a cada uno de ellos. Hacia donde vamos? Nuestro énfasis en esta nueva etapa del Centro estará orientada en el acceso a la justicia de grupos discriminados. Queremos concentrar nuestras mejores capacidades para generar espacios de igualdad en nuestras sociedades. La situación de las mujeres, de los indígenas, migrantes, personas privadas de libertad, niños y niñas, grupos sexuales diversos, entre otros, requiere de medidas eficaces por parte de los Estados que permitan erradicar las condiciones institucionales y culturales que permiten y perpetúan la discriminación. Seguimos convencidos que el enfoque de derechos es un instrumento esencial para construir sociedades inclusivas y respetuosas de los derechos de cada una de las personas que están sometidas a la jurisdicción de nuestros Estados. Seguimos creyendo que el sistema internacional es un espacio relevante y que junto con la protección nacional de los derechos humanos, pueden ir generando una interacción que permita encontrar en cada situación concreta la mejor forma de garantizar los derechos humanos de todos y, en particular, de aquellos que han sido históricamente excluidos y marginados en nuestras sociedades. Enfrentar las urgencias de nuestro continente no permite dobles lecturas, solo son legítimas aquellas actuaciones estatales que cumplan con las obligaciones en materia de derechos humanos y que le den efectividad a los derechos. Para ello es necesario tomar en cuenta la situación fáctica de los titulares de derechos y sus condiciones personales. El Anuario que hoy presentamos no solo tiene un nuevo diseño, sino que también es reflejo de esta opción por afinar nuestro enfoque y ampliar los temas que han estado en la agenda de trabajo de nuestro Centro. Para ello aspiramos a una mayor incidencia. Estamos ciertos que la docencia y la investigación son necesarias y por tanto, las seguiremos desarrollando. Pero queremos sumar un nuevo énfasis, queremos incidir en las políticas públicas, legislativas y en la actividad jurisdiccional, con mayor fuerza. Estamos ciertos que en este esfuerzo contaremos con el apoyo de toda la comunidad que se ha ido formando en torno a nuestro Centro, alumnos, alumnas y docentes; autoridades y funcionarios; investigadores y activistas. Esperamos el apoyo de todos para dar pasos efectivos para generar los cambios que nuestros pueblos se merecen. Toda esta historia y nuestro futuro serían inimaginables si no fuera por el compromiso de 5

6 todos quienes han sido parte de nuestro Centro. Muchas están hoy con nosotros y otros no han podido estar físicamente, pero sabemos que nos acompañan esta tarde. Este Centro no ha tenido ni tendrá dueños, pero sí ha sido, es y será el fruto del aporte de quienes trabajan en él. Cada actividad, cada proyecto se ha construido con aportes personales, que han ido mucho más allá de un compromiso simplemente laboral. Este ha sido y seguirá siendo un proyecto de vida, de todos quienes componen el CDH. Son muchos a quienes quisiéramos homenajear, pero queremos hacerlo a través de aquellos que fueron sus fundadores y marcaron el trabajo del CDH con su impronta: Cecilia Medina, José Zalaquett e Ingrid Wittebroodt, con quienes tuve el honor de compartir desde el primer día este proyecto que hoy celebra sus diez años de vida. Cada uno aportó o sigue aportando, lo mejor de sus capacidades para este esfuerzo compartido. Su ejemplo es el que hoy guía a la generación de recambio; una generación que asume la temática de derechos humanos, no desde el testimonio, sino desde la rigurosidad del saber y la generosidad del actuar. Tengo el honor de ser hoy el director de un grupo extraordinario para el que solo tengo palabras de agradecimiento por su compromiso diario. Tenemos consciencia que en nuestro trabajo hay mucho en juego, es la vida de las personas en condiciones de dignidad mínimas lo que está en la esencia de todas nuestras actividades y eso lo sabemos y nos compromete. Somos un equipo que entiende que nuestra institución y las ideas que ella encarna es lo central y por tanto, no hay espacio para egos ni intereses personales. Gracias a cada uno de ustedes por compartir con nosotros la celebración de estos 10 años y espero nos acompañen en lo que será nuestra historia las décadas venideras. MUCHAS GRACIAS Claudio Nash Rojas Director Centro de Derechos Humanos Facultad de Derecho Universidad de Chile Santiago, 10 de julio de