DEL TABAQUISMO CAPÍTULO 7 EL ÉXITO EN SIENTE CLAVES CAPÍTULO 8 1. LA LEY DE LA POTENCIALIDAD PURA CAPÍTULO 9 2. LA LEY DEL DAR CAPÍTULO 10 3.

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2 Table of Contents Chopra CAPÍTULO 1 UNO DE LOS MAYORES ACONTECIEMIENTOS DE LA CULTURA MUNDIAL CAPÍTULO 2 LOS INICIOS DE UN BENEFACTOR DE LA HUMANIDAD CAPÍTULO 3 SE DEFINE EL HOMBRE CAPÍTULO 4 LA MEDICINA AYURVEDA: SUS ORÍGENES CAPÍTULO 5 LA MEDICINA AYURVEDA: SU DESARROLLO CAPÍTULO 6 LOS DOSHAS Y SUS COMBINACIONES CHOPRA Y EL ESTRES CHOPRA Y EL PELIGROSO HABITO

3 DEL TABAQUISMO CAPÍTULO 7 EL ÉXITO EN SIENTE CLAVES CAPÍTULO 8 1. LA LEY DE LA POTENCIALIDAD PURA CAPÍTULO 9 2. LA LEY DEL DAR CAPÍTULO LA LEY DEL KARMA CAPÍTULO LA LEY DEL MENOR ESFUERZO CAPÍTULO LA LEY DE LA INTENCIÓN Y EL DESEO CAPÍTULO LA LEY DEL DESAPEGO CAPÍTULO LA LEY DEL DHARMA EPÍLOGO BIBLIOGRAFÍA

4 Chopra Ayurveda, sabiduría y salud Abraham Vatek

5 Colección Conocer a dirigida por: Carlos Santos Sáez y Adrián Rimondino. Chopra. Ayurveda, sabiduría y salud. es editado por EDICIONES LEA S.A. Av. Dorrego 330 C1414CJQ Ciudad de Buenos Aires, Argentina. info@edicioneslea.com Web: ISBN Queda hecho el depósito que establece la Ley Prohibida su reproducción total o parcial, así como su almacenamiento electrónico o mecánico. Todos los derechos reservados Ediciones Lea S.A.

6 CAPÍTULO 1 UNO DE LOS MAYORES ACONTECIEMIENTOS DE LA CULTURA MUNDIAL El alma es el observador que interpreta y elige como base el karma; es también una coincidencia de relaciones de la que emanan los contextos y los significados, y este flujo de contextos y significados es lo que da lugar a la experiencia. De este modo, a través del alma creamos nuestras vidas. Deepak Chopra, Sincro Destino Cada época trata de ofrecer respuestas a los eternos interrogantes del hombre. Éstos, básicamente son: cuál es mi origen? Qué sentido tiene mi vida? Desaparecerá todo mi Ser al morir? Para qué estamos en el universo, dotados de conciencia de nosotros mismos y de todo cuanto nos rodea? Esas respuestas han variado con cada época y, aún son diferentes según la cultura y el momento histórico que enfoquemos. En todos los casos, la angustia provocada

7 por estos mudos interrogantes no ha hecho otra cosa que impulsar al hombre de todo momento y lugar a buscar esas respuestas, tan necesarias para cualquier sujeto pensante como el aire mismo y los alimentos. Entre Oriente y Occidente gravita una enorme diferencia en cuanto a la interpretación de la realidad, a la comprensión de todos los fenómenos que rodean al hombre y, por ello mismo, las respuestas que se han brindado en el tiempo y en el espacio para estas eternas preguntas han sido, muchas veces, diametralmente diferentes. De hecho, Occidente ha descubierto el Oriente hace relativamente poco tiempo. Si dejamos de lado el conocimiento fragmentario y fantasioso que de los hombres del Oriente tenían los occidentales antes del siglo XII, alimentados por relatos fantásticos de viajeros esporádicos, el contacto real entre ambas grandes culturas de la humanidad ha sido relativamente próximo a nuestro tiempo. Ochocientos años no son nada, comparados con los milenios de vida de Oriente y de Occidente, período en el cual, en la mayor parte, ambas culturas, alejadas por la distancia y la mutua ignorancia, han permanecido separadas. Esta separación de ambas posibilidades de la humanidad, el hombre occidental y el oriental, ha determinado que desarrollaran sus culturas y sus formas de contemplar y comprender el universo de un modo muy distinto, como si se tratara de dos especies diferentes que

8 ocuparan el planeta. Para nosotros, los occidentales, la mente oriental parece ser muy lenta, por cuanto para el hombre del este del mundo todo el transcurso de la existencia está determinado y fijado antes mismo de la existencia. Si es así, qué sentido tiene apresurarse, cuando todo lo que sucede no acontece por tu voluntad, ni por el influjo de ésta sobre el mundo, en lo más mínimo? Es una idea bien extraña a nuestros criterios como hombres de Occidente esta pasividad en el actuar en el mundo, pero, en cambio, el hombre de Oriente es extremadamente activo en lo que respecta a su vida interior. Está volcado con la misma extrema intensidad con la que nosotros, occidentales, nos preocupamos por modificar continuamente la realidad exterior a nosotros, a cambiar y hacer progresar la realidad de su interior. En lo externo a su espíritu, es comparativamente muy pasivo: todo sucede fuera del influjo de nuestra voluntad, por ejemplo, para los hindúes, porque flotamos en lo que ellos definen como el aliento de Brahma. Brahma espira y el mundo se manifiesta, desde el ser más microscópico hasta la ballena azul, incluyendo cada segundo de sus vidas. Aún más, al espirar Brahma, no sólo crea cada instante de estos seres (incluido el hombre), sino además las vidas de las estrellas, los planetas las galaxias y todo cuanto existe. En su aliento está contemplado cada segundo y cada acontecimiento. Cuando inspira, el universo entero se

9 retrotrae, se reduce y finalmente desaparece en la boca metafísica de la deidad, allí donde tuvo su origen. Luego el dios vuelve a expulsar el aire creativo de sus pulmones y retorna el mismo ciclo... En esta concepción, que repiten bajo otros nombres chinos, japoneses, tailandeses, coreanos, nepaleses y con alguna diferencia también los mahometanos, qué papel hay para la voluntad, nuestra más cara pertenencia como occidentales? A diferencia de lo anterior, para el hombre de Occidente las cosas son diametralmente opuestas. Para el hombre occidental, el mundo exterior es el mundo de la acción, al que continuamente tiene que modificar para realizarse como persona. Por ello su mente es extremadamente rápida, vive constantemente acelerada y está permanentemente volcada hacia afuera, hacia lo que sucede fuera del sujeto. El hombre occidental vive ocupado obsesivamente de lo que sucede fuera de él, en su alrededor más inmediato, que considera como parte de su propia vida: el sustento, la escala social, su relación con los demás, los conflictos con su medio inmediato o sea su familia, su trabajo, sus afectos, su país. Es como si permanentemente nos viviéramos ocupando de todo lo que alcanzamos a ver, para tratar de mantenerlo bajo control, entendiéndolo para modificarlo y, fundamentalmente, para que no alcance a dañarnos. Respecto de su vida interior, el hombre occidental, durante milenios, la ignoró completamente, hasta que

10 muy lentamente cuando ya en Oriente había escuelas, doctrinas y tradiciones que la tenían por centro de su ocupación y empeño buscó una explicación a través de sus religiones, que no son otra cosa que adaptaciones de los conceptos orientales a los criterios de Occidente, y, más cercanamente, a través del psicoanálisis. El psicoanálisis le explica al hombre de Occidente que su mundo interior es una escala tortuosa, dominada por el inconsciente, una nebulosa más cercana al mundo animal que al humano, un espectro temible porque nos domina más allá de lo que consideramos como el valor más alto de lo que hacemos: el manejo de la conciencia sobre todos los criterios de la realidad. Mientras el hombre oriental se dedicó durante años a ahondar en su interior suponiéndolo un paraíso posible, el hombre occidental evitó todo lo que pudo ese otro universo interior, creyéndolo habitado por todos los demonios que era necesario soslayar. Sin embargo, ambas diferencias tan diametrales de criterios se pudieron dar por una contingencia geográfica: Oriente y Occidente, hasta hace ochocientos años como mínimo, se ignoraban concretamente entre sí. Los esporádicos contactos que tuvieron antes no sirvieron para otra cosa que para mostrar un mínimo del Oriente al Occidente y para que Occidente adaptara a su conveniencia lo poco que había comprendido del otro extremo del mundo.

11 El hombre del Extremo Oriente labró sus creencias y concepciones sin tomar en la mínima cuenta a su hermano de Occidente. De hecho, mientras Occidente era un mundo bárbaro donde todavía en el siglo XIII de la era cristiana, al conquistar Sajonia, en el centro de Europa, Carlomagno tuvo que prohibir bajo pena de muerte comer carne humana en Oriente se experimentaba la lenta decadencia de las doctrinas ancestrales, como si un largo permanecer apegados a las normas de la tradición fuera dejando sin sentido real a las creencias milenarias. Fueron pocos y hace de ello un tiempo breve quienes comprendieron esta necesidad de una renovación de los sentidos y las técnicas para entender lo real profundo, cuando Occidente, por fin, dejó de ocuparse exclusivamente del mundo exterior y comenzó a manifestar interés por otras maneras de acceder a su mundo interior. Al mismo tiempo Oriente, dejando de lado un anquilosamiento de siglos, empezó a comprender que fuera de las rígidas normas de la tradición también se podía acceder al espíritu absoluto, por caminos poco convencionales hasta años antes. En este floreciente camino al acercamiento entres ambas maneras de conocer el universo y desentrañar el sentido último que tiene la existencia de la humanidad dentro de él, el Dr. Deepak Chopra ocupa un lugar preponderante, que lo hace referente entre los benefactores de la humanidad, por su labor como