Detección del bullying o acoso escolar en adolescentes de bachillerato

Transcripción

1 Detección del bullying o acoso escolar en adolescentes de bachillerato Resumen El acoso escolar o bullying es una problemática de tipo social que daña la salud física y psicológica de los alumnos y que presenta alta incidencia en nuestro país. Un estudio realizado en 29 escuelas de primaria y secundaria, mostró que el 77% de los estudiantes eran víctimas, agresores y testigos de violencia dentro de las escuelas (Mingo, 2010) y otro estudio con estudiantes mexicanos de 13 a 19 años indicó una incidencia del 53.4% de abuso verbal (Castillo y Pacheco, 2008). Con la finalidad de obtener información más precisa sobre esta problemática en el nivel de bachillerato, el propósito del presente estudio fue analizar las características del acoso escolar o bullying en los adolescentes de bachillerato. Se aplicó un cuestionario sobre interacción escolar que comprende cinco dimensiones de la violencia en el contexto escolar: física, verbal, social, sexual y ciberbullying (Dzib, 2009), el cual fue contestado por 166 estudiantes de bachillerato de una escuela pública ubicada en Ciudad Nezahualcóyotl, Estado de México. La información que proporcionaron los alumnos permitió identificar las fortalezas y debilidades de los alumnos, que podrían ser consideradas en el diseño de programas y estrategias para favorecer en ellos el desarrollo de habilidades de afrontamiento, asertividad y resiliencia; ello con el fin de avanzar en la prevención del bullying en el bachillerato. Palabras clave: Bullying, acoso escolar, adolescentes, bachillerato.

2 Itroducción La violencia escolar ha sido poco estudiada en nuestro país, debido a que la política educativa y los profesores e investigadores han estado más preocupados por el rendimiento académico y el fracaso escolar (García, 2001). Los estudios que se han publicado muestran datos de la incidencia del problema. Una encuesta realizada por la Subsecretaría de Educación Media Superior de la Secretaría de Educación Pública encontró que, el 45% de los alumnos de nivel preparatoria, manifestó haber incurrido en algún tipo de comportamiento lesivo en contra de sus compañeros (Szekeley, 2008). Otro estudio analizó el problema del bullying en la ciudad de Mérida, Yucatán (México) en 18 escuelas, con una muestra aleatoria de 280 jóvenes de secundaria con edades entre 13 y 19 años. Se halló que el abuso verbal era el problema más frecuente, con un 53.4% en malediciencias, del cual, el 52% correspondía a apodos ofensivos y 48% a insultos. Así mismo, se encontró que, entre el 20.6% y el 24.2% de los alumnos reportó que era objeto de exclusión social. Aunado a ello, el 19.4% de los jóvenes afirmaron que, sus compañeros los obligaban a hacer cosas que no querían, el 16.7% que les rompían sus cosas y el 15.5% que eran amenazados (Castillo y Pacheco, 2008). El acoso escolar o bullying entre estudiantes tiene serias consecuencias, tanto en los agredidos como en los agresores. Trabajos recientes en el campo de la victimización escolar, sugieren la presencia de consecuencias psicológicas y sociales para las víctimas (Defensor del Pueblo, 2007), baja autoestima, (Povedano y col., citados por Pérez y Gázquez, 2011) y autoconcepto negativo (Collel y Escudé, 2006). Además, el hecho de sufrir episodios de violencia escolar puede originar problemas de adaptación personal y social e incluso psicopatología (Pérez y Gázquez, 2007; Trianes, citado por Prieto, Carrillo y Jiménez, 2005).

3 Para fines del presente estudio, el acoso escolar o bullying, se entiende como una forma de agresión en la cual uno o más niños dañan o intentan dañar a otro, quien es percibido como incapaz de defenderse a sí mismo (Smokowski y Holland, 2005, citados por Rivera, 2012, p.12). Este comportamiento se repite en el tiempo, carece de justificación y se lleva a cabo a través de una relación interpersonal caracterizada por un desequilibrio real o imaginario de fuerza o poder (Olweus y Limber; Kiryacou; Suckling y Temple; citados por Rivera, 2012). Los alumnos perciben que el consumo de sustancias es un factor muy relacionado con las conductas violentas dentro del centro educativo (Pérez y Gázquez, 2011). Uno de los problemas que más preocupa a la política educativa de varios países occidentales es la violencia, la agresión y el maltrato físico y psíquico que se producen en los centros escolares (García, 2001). Olweus define la situación de acoso e intimidación de la víctima en los siguientes términos: "Un alumno es agredido o se convierte en víctima cuando está expuesto, de forma repetida y durante un tiempo, a acciones negativas que lleva a cabo otro alumno o varios de ellos (Olweus, 1999, pg. 25). Dicho autor afirma que se trata de una relación de poder asimétrica en la que el alumno o alumna víctima no se defiende, lo que establece un desequilibrio de poder entre los dos (Olweus, 2001). En el Bullying intervienen varios participantes y principalmente (González y Patlán, 2009): Ø Bully (abusón o agresor). Ø Bulleado (víctima).

4 Ø Espectadores o testigos. Así, podemos observar que se hacen partícipes quienes ejercen la violencia, quienes la reciben, así como los testigos que juegan un papel de gran relevancia en este fenómeno (Cesar y Giacomondo, 2009). Morita (citado por Gritta, 2009) señala que la agresión se desarrolla en una relación víctima/agresor; no obstante, la duración, la frecuencia y la intensidad de la intimidación depende de la reacción de los demás estudiantes que integran el grupo. Otros autores agregan que, la agresión sólo ocurre donde no hay mediadores capaces de intervenir y cuando alrededor de las víctimas y los agresores existe, tanto un público que aplaude y aprecia asistir al espectáculo, como testigos que intentan no involucrarse (Domínguez y Manzo, 2011). Considerando las ideas de Olweus (2001), Trianes, citado por Prieto, Carrillo, y Jiménez (2005), Barri, (2006) y Magendzo (2009), en el presente trabajo se definirá el bullying o acoso escolar como una agresión a una o varias víctimas, que se produce reiteradamente en el tiempo por parte de uno o varios acosadores, con acciones de exclusión, agresión física, difundiendo falsos rumores o comentando cosas hirientes, lo cual ocurre generalmente ante un grupo, que permanece como espectador silencioso o participa activamente acosando en mayor o menor grado, sin que exista una disputa previa entre acosadores y acosados. Método Pregunta de investigación Cómo es el bullying o acoso escolar en los adolescentes de bachillerato? Objetivo: Identificar las características del bullying o acoso escolar que se presentan en los alumnos de bachillerato.

5 Diseño de la investigación Se realizó un estudio de tipo descriptivo y comparativo, con un diseño de tipo transversal a una muestra aleatoria de 166 adolescentes de bachillerato (95 mujeres y 71 hombres). Variables independiente: Sexo (hombres y mujeres), grupo de edad: grupo 1(15-16 años) y grupo 2 (17-20 años). Variables dependientes: Respuestas al cuestionario de interacción escolar donde se identifica el tipo de bullying o acoso escolar (físico, verbal, social, ciberbullying y sexual) y rol que asume el adolescente ante el bullying (victimario, victimario intelectual, víctima, víctima provocativa, o testigo). Participantes Una muestra aleatoria de 166 adolescentes (95 mujeres y 71 hombres de una escuela preparatoria pública del Estado de México. Sus edades fluctuaban entre 15 y 20 años y el nivel socioeconómico entre bajo y medio. Instrumentos Cuestionario de Interacción Escolar (Dzib, 2009) que permite valorar cinco dimensiones de la violencia en el contexto escolar: física, verbal, social, ciberbullying y sexual. Consta de 38 preguntas con seis opciones de respuesta 1) Yo lo he hecho, 2) A mí me lo han hecho, 3) Me lo han hecho pero me he defendido, 4) He visto que a otros se lo hagan, 5) Yo planeo para que otros lo hagan y 6) No ha sucedido. Resultados Para evaluar la confiabilidad del Cuestionario de Interacción Escolar se calculó el coeficiente Alfa de Cronbach. El valor obtenido fue.91, lo cual indica que el cuestionario presenta una adecuada confiabilidad de forma global.

6 Se obtuvieron distribuciones de frecuencia de los diferentes tipos de acoso a fin de identificar su prevalencia. Los tipos de conductas de bullying verbal que de acuerdo con los alumnos se presentan con mayor frecuencia fueron: burlarse de un compañero (37%), gritarle a un compañero (31%) e insultar a alguien (25%). En relación al acoso social, las conductas más recurrentes hacia algún compañero fueron: ignorarlo (43%), ponerle apodos (25%), no invitarlo a las fiestas (22%), hablar mal de él o ella (22%) y esconder sus pertenencias (21%). Las conductas de acoso sexual a compañeros referidas con mayor frecuencia fueron: hacer comentarios en doble sentido sobre alguien (21%) y acariciar a alguno en contra su voluntad (13%). Con respecto al ciberbullying las conductas más comunes hacia algún compañero fueron: molestarle a través de chismes en los mails, Space, Facebook, etc. (13%) o enviándole mensajes a su mail (10%), fastidiarle cuando está en el Messenger (10%) y grabar videos de éste para sobornarlo (10%). Sobre el bullying físico las conductas que se observaron con mayor frecuencia fueron: pelear con algún compañero (19%) y golpearle (17%). En relación al rol que se ejerce, el más recurrente fue el de victimario (43%), ignorando a un compañero (bulying social). El 13% afirmó ser víctima de burlas (bullying verbal) y el 10% dijo que era ignorado. En cuanto al rol de testigo, del 24% al 30% de los alumnos mencionaron que presenciaron agresiones a otros. Discusión y Conclusión Los resultados muestran que los tipos de bullying verbal y social, son los que se presentan con mayor frecuencia, coincidiendo este resultado con los referidos por Castillo y Pacheco (2008). En relación al rol más recurrente, los datos indican que los alumnos

7 tienden a ser victimarios ante conductas de bullying social y verbal, lo cual constata los hallazgos de Szekeley (2008), que mostraron un alto porcentaje de alumnos de nivel preparatoria, que incurrió en comportamientos lesivos en contra de sus compañeros. Esto puede deberse a que los adolescentes tienden a imitar las conductas violentas de su contexto, ya que, la comunicación y relación entre ellos es por medio de palabras antisonantes, apodos, gritos y/o golpes. La exposición crónica a patrones de convivencia violentos, tanto del agresor como de la víctima, lleva a efectos negativos que suelen extenderse a otros contextos, produciendo trastornos afectivos y de conducta en los estudiantes (Loredo y col. 2008). Debe tomarse en cuenta que la institución en la que se realizó el presente estudio se encuentra en un contexto social donde hay grupos de vandalismo, porros, etc., que frecuentemente agreden a los adolescentes al exterior de la escuela, ya sea quitándoles objetos personales y/ o agrediéndolos física y verbalmente. De acuerdo con Loredo y col. (2008), esto puede estar influyendo en el ambiente escolar y generar inseguridad, desintegración, violencia y circunstancias que favorezcan las conductas de acoso escolar (Loredo y col. 2008). Al explorar el acoso escolar conforme al sexo, los resultados indicaron diferencias estadísticamente significativas en el rol que ejercen los alumnos y alumnas en el bullying físico, verbal y social. Se confirman las hipótesis de que el bullying o acoso escolar se presenta con mayor frecuencia en hombres que en mujeres y que los hombres asumen más el rol de victimarios que las mujeres, aún cuando éstas muestran ciertas conductas de victimarias pero en menor porcentaje y tienden a referir en mayor porcentaje el rol de víctimas. Ello podría explicarse por las prácticas de crianza que prevalecen en nuestra cultura, ya que se suele permitir e incluso fomentar más el comportamiento agresivo en los

8 varones. Aunado a ello, se coincide con Olweus (1998) en que los agresores varones, tienden a ser físicamente más fuertes que sus víctimas. En cuanto al ciberbullying y al bullying sexual, los datos indican que no hay diferencias significativas entre hombres y mujeres en el ejercicio o padecimiento de estos tipos de acoso. Ello podría deberse a que en el ciberbullying no se requiere fuerza física o enfrentamiento, pues se ejerce a distancia y en el anonimato. Se constata que los acosadores utilizan la tecnología para provocar daño a sus pares, dentro y fuera de la escuela (Patchin; Baker, referidos por Vega y col., 2013). La falta de diferencias entre hombres y mujeres en el bullying sexual puede deberse a que los adolescentes tienden a manejar de manera similar sus emociones, ya que, como adolescentes tienden a ser impulsivos y debido al contexto de violencia que impera en la institución escolar. Existe evidencia empírica de que algunos factores que influyen en el desarrollo de la violencia tienen que ver con el contexto escolar, tales como dimensión de la escuela, distribución de espacios, masificasión, problemas de violencia interpersonal y vandalismo (Trianes citado por Arellano, 2013) La comparación por grupos de edad, mostró que en el bullying físico, no hay diferencias significativas en la cantidad de víctimas, lo cual parece indicar que cuando un alumno pelea o es golpeado y lastimado físicamente, tiende a responder sin importar la edad, asumiendo el rol de víctima provocativa, ya que, siendo víctimas de esta forma de violencia, evolucionan hacia una actitud y papel de agresores (Loredo y col., 2008). En lo referente al bullying verbal y social los datos señalan diferencias significativas entre los grupos de edad; los más jóvenes suelen ejercer más como victimarios y los mayores como víctimas de sus propios compañeros. Se confirma la hipótesis de que a menor edad mayor incidencia de bullying y se coincide con otros autores en que los jóvenes varones de menor edad tienden a ser más impulsivos y a sentirse más fuertes (Aguilera, Muñoz y Orozco,

9 referidos por Román y Murillo, 2011). Asimismo se cree que con la edad, los jóvenes adquieren mayor conciencia de las consecuencias de sus acciones y de los riesgos que implica el enfrentamiento, por lo que podrían preferir no involucrarse en este tipo de acciones. En relación al ciberbullying y al bullying sexual, también se encontró que los menores suelen ejercerlo con mayor frecuencia que los de mayor edad. Los jóvenes de 17 a 20 años tienden a ser víctimas y a actuar más como víctimas provocativas, es decir, tienden a asumir acciones de agresores, con la finalidad de no permitir el acoso. Se coincide con otros investigadores en que mediante el ciberbullying se puede hacer daño a los pares en el anonimato (Patchin; Baker, referidos por Vega y col., 2013). Al parecer los menores encuentran en el ciberbullying una forma de hacer daño sin recurrir al enfrentamiento, sin necesitar fuerza física. En cuanto al bullying sexual, los más jóvenes tienden a ejecutar más este tipo de conductas que los más grandes quienes actúan más como testigos. Referencias Arellano, N. (2013). Variables asociadas al bullying en adolescentes de 2o y 3o de secundaria. Tesis de Licenciatura. México: Universidad Pedagógica Nacional, pp Barri, F. (2006). SOS Bullying: Prevenir el acoso escolar. Primera edición. Madrid: Editorial Praxis. Castillo, C. (2008). Perfil del maltrato (Bullying) entre estudiantes de secundaria en la Ciudad de Mérida, Yucatán. Revista Mexicana de Investigación Educativa, 13(38), Cesar, C. y Giacomondo, M. (2009). Acoso escolar o bullying: Problemática creciente de gran impacto entre niños y jóvenes. Revista Mexicana de Psicología, 61,

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