Palabras de la presidenta de Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre CAMPUS FAES. NAvacerrada, 4 de julio de 2012) La Directora de este Curso Un proyecto de libertad para ambos hemisferios del Campus FAES 2012, mi amiga Cayetana Álvarez de Toledo ha tenido la amabilidad de invitarme a participar en él y, además, me ha encomendado una función que me atrevo a decir que es de verdadero lujo: presentar al Profesor John Elliott, que ha querido venir para hablarnos de un asunto que domina como nadie en el mundo: España y el mundo transatlántico, pasado y presente. Por eso, quiero empezar agradeciendo a Cayetana su invitación. Y, al mismo tiempo, quiero pedirles a todos ustedes que sean benevolentes con mis palabras si lo que les digo les resulta ya sabido, pero es que, la verdad, presentar a Sir John Elliott es una tarea más que difícil, bastante superflua, dada su categoría intelectual y humana, y dados el prestigio y la fama de que gozan él y sus obras entre todos los españoles medianamente cultivados. Empezaré por decirles que me alegra que mi intervención en un Curso que se ocupa de la libertad en ambos hemisferios sea este 4 de julio, justo 236 años después de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, que, precisamente, es la Nación que más protagonismo ha tenido en estos dos siglos largos en el desarrollo y la defensa de la libertad en el mundo. Y entrando en la materia que me ocupa, empezaré por decirles que es un verdadero privilegio que Sir John Elliott participe en el Campus FAES 2012. Por eso, en mi nombre y en el de la Fundación, quiero agradecerle muy sinceramente su presencia entre nosotros. 1
Creo que estudiar Historia, conocer nuestro pasado, nos ayuda a entender mejor nuestro presente y a planear mejor nuestro futuro. Y hoy España está excepcionalmente necesitada de esa ayuda para entender mejor nuestro presente y para procurar mejorar nuestro futuro. Porque probablemente uno de los problemas actuales de España es que se ha descuidado, desde la escuela, el estudio de la Historia. Y cuando los ciudadanos no tienen interiorizadas una interpretación y una narración de nuestro pasado, cuando no saben explicarse cómo hemos llegado a ser lo que somos, se ven inermes para entender nuestro presente. De ahí, la importancia de estudiar y conocer la Historia. Y de ahí, la admiración que sentimos por el magisterio de Sir John Elliott todos los interesados en la Historia de España. Sir John Elliott es, me atrevo a afirmar, un perfecto producto de la magnífica tradición escolar y universitaria británica. Alumno de Eton y luego de Cambridge, los españoles tuvimos la suerte de que en 1950 el joven Elliott viniera a España. Como él mismo ha contado en alguna ocasión, cuando llegó aquí se encontró con una nación atrasada y devastada. Un país que se parecía más a la España descrita por George Borrow en la década de 1840, que a un país moderno de la Europa occidental. Esa imagen de España como un país sentenciado a no participar de la modernidad encajaba a la perfección con el retrato que una parte importante de la historiografía europea había difundido de nuestra Nación. Era la caricatura de un país antaño poderoso y orgulloso que, tras perder su hegemonía política, había vuelto a enredarse en sus luchas intestinas. España era vista todavía en 1950 como un país exótico, folclórico y excepcional en su peor acepción-, que vivía de espaldas a la 2
modernidad y divorciado de la experiencia histórica del resto del mundo. Ese fue el país que encontró John Elliott y ese fue el país al que decidió dedicar lo más importante de su fructífera vida intelectual. Hoy, 62 años después de aquel primer encuentro del joven británico con nuestro país, tenemos que agradecerle todo lo que, desde entonces, ha hecho para renovar la historiografía española. La dedicación del joven Elliott a la Historia de España dio sus primeros frutos en 1963, con La España imperial, que pronto se convirtió en un best seller entre todos los estudiantes de Historia españoles. Y con La revuelta de los catalanes, que analizaba en profundidad la crisis de 1640. Después vendrá su monumental biografía del Conde Duque de Olivares, que es una obra indispensable para entender el siglo XVII español y, también, europeo. Su excelente Un palacio para un rey, en colaboración con Jonathan Brown, sobre el Palacio del Buen Retiro, hizo que el profesor Elliott fuera invitado a formar parte del consejo asesor para la reconstrucción del Salón de Reinos. Y como reconocimiento a ese trabajo de difusión de la historia y la cultura de España, el Gobierno le concedió la Gran Cruz de Isabel la Católica. Pero el Profesor Elliott no se ha limitado a redactar estudios fundamentales sobre los siglos XVI y XVII españoles. Su influencia en la historiografía española ha ido mucho más allá. Hay que tener en cuenta que, cuando John Elliott empieza a estudiar la Historia de España, algunos historiadores españoles veían la idea de España como un problema e interpretaban nuestro pasado con arreglo a una serie de peculiares características nacionales, inalteradas a través del tiempo, que teóricamente explicaban la llamada decadencia 3
española. Desde esas posiciones, el fracaso y el aislamiento eran las dos caras de la misma moneda que el destino había guardado para España. John Elliott, que también es un extraordinario conocedor de toda la Historia de Europa, supo ver que, en realidad, la historia de España era muy parecida a la de otras naciones europeos. Y que ya era hora de estudiarla desde una perspectiva que no buscara el exotismo o la excepcionalidad. Y hay que agradecer a Sir John Elliott el papel fundamental que su obra ha tenido para que España se haya sacudido la imagen de país divorciado de las grandes experiencias históricas de Europa y América. Su obra ha servido de inspiración para toda una generación de jóvenes -y ya no tan jóvenes- historiadores, que han redescubierto el pasado español con una mirada más equilibrada. Así, por ejemplo, gracias a él, la crisis vivida por España en el siglo XVII ha pasado a ser analizada como lo que fue: parte de una crisis mucho más amplia que, de una u otra manera, afectó a todas las potencias europeas de la época. Y así, también, la propia España ha pasado a ser vista y juzgada como lo que es, una de las grandes naciones del mundo, con sus debilidades y sus fortalezas, con sus momentos de crisis y sus momentos de esplendor. Esa ha sido una de las grandes aportaciones de Sir John Elliott, desmitificar el tópico de la España diferente y presentarla, de manera clara y objetiva, como un actor fundamental de la política europea. 4
La otra gran aportación de Sir John Elliott es dejar sentado que la historia de España no puede entenderse sin la historia de América, ni la de América sin la de España. Esta dimensión atlántica de España, sobre la que Elliott tanto ha escrito, es fundamental. La construcción de España como Estado moderno no puede comprenderse al margen de la relación entre España y el Nuevo Mundo. España es una gran nación europea y, al mismo tiempo, una gran nación americana. Y los trabajos de Elliott sobre el mundo atlántico nunca han dejado de afirmar la importancia de estudiar los lazos históricos entre el Viejo Mundo y el Nuevo. En fin, señoras y señores, la obra de Sir John Elliott es tan importante y tan sugerente que la simple enumeración de los grandes temas que toca no cabe en esta presentación que ya se está alargando demasiado. Sólo me queda reiterar nuestro agradecimiento al Profesor Elliott por haber querido venir a estar con nosotros y dejarles con su palabra y su siempre excepcional magisterio. 5