Kant. El problema de la metafísica



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Tema 5 Kant. El problema de la metafísica 1. Introducción...2 2. Antecedentes e influencias filosóficas...3 2.1 Racionalismo y Empirismo...3 2.2 La Filosofía Natural de Newton...5 2.3 La Ilustración...5 2.3.1 Los ideales de la Ilustración...7 2.3.1.1 Razón...7 2.3.1.2 Naturaleza...8 2.3.1.3 Progreso...9 3. El pensamiento de Kant...9 3.1 La filosofía crítica, filosofía trascendental...9 3.2 El giro copernicano...10 3.3 Condiciones del conocimiento (materia i forma)...11 4. La justificación de la ciencia...12 4.1 Juicios analíticos...13 4.2 Juicios sintéticos...14 4.3 La ciencia está constituida por juicios sintéticos a priori...14 5. Crítica de la Razón Pura...17 5.1 Estética Trascendental...19 5.1.1 Cómo son posibles los juicios sintéticos a priori en la matemática?...20 5.1.1.1 Exposición metafísica del espacio y del tiempo...21 5.1.1.2 Exposición trascendental del espacio y del tiempo...22 5.1.2 Idealismo trascendental...24 5.2 Analítica Trascendental...25 5.2.1 Analítica de los conceptos...25 5.2.2Deducción metafísica de las categorías...25 5.2.2.1 Los juicios y su clasificación...26 5.2.2.2 Las categorías...27 5.2.3 Deducción trascendental de las categorías...27 5.2.4 Analítica de los principios...29 5.3 Dialéctica Trascendental...31 5.3.1 Alma...33 5.3.2 Universo. Antinomias de la razón pura...33 5.3.3 Dios...35 5.3.4 Resultados de la Dialéctica trascendental...36 1

1. Introducción Immanuel Kant (1724-1804) es considerado como uno de los filósofos ilustrados más importantes del siglo XVIII por su influencia en la historia del pensamiento occidental. Su filosofía suele dividirse en dos períodos: El período precrítico: Etapa científica: Desde 1747 hasta 1760. Kant pretendió la síntesis de la física de Newton y la metafísica de Leibniz. Etapa metafísica: Desde 1760 hasta 1770. En esta etapa En aquesta etapa rechaza la metafísica tradicional por considerar que la filosofía, más que producir conocimiento, ha de ser crítica del conocimiento. Kant concibe la filosofía, la metafísica, como la ciencia de los límites de la razón humana, y no como un sistema de saber. El período crítico: La problemática filosófica de este período la resume Kant en la Lógica (1800): El campo de la filosofía... puede reducirse a las siguientes preguntas: 1) Qué puedo saber? 2) Qué debo hacer? 3) Qué me está permitido esperar? 4) Qué es el hombre? A la primera pregunta responde la Metafísica; a la segunda, la Moral; a la tercera, la Religión, y a la cuarta, la Antropología. Pero, en el fondo, se podría considerar todo ello como perteneciente a la Antropología, pues las tres primeras preguntas se refieren a la última (Lógica, Introducción) En este tema nos ocuparemos de lo relativo a la primera pregunta: qué puedo saber? En 1770 Kant escribe Sobre la forma y los principios del mundo sensible, donde distingue claramente entre conocimiento sensible y conocimiento inteligible. El conocimiento no queda limitado meramente a la experiencia, hay que reconocer la existencia de un conocimiento metafísico que debe justificarse. La cuestión es si alguna vez, y con general asentimiento, la metafísica podrá llegar a exponer algo que sea, por fin ciencia (Prolegómenos, 383). Así comienza la construcción de la que será denominada filosofía trascendental, edificada sobre la idea de un sujeto que impone sus condiciones subjetivas a la posibilidad de que las cosas sean conocidas y pensadas. Solucionar el problema de la metafísica le ocupó diez años, que dedicó al análisis de las objeciones que se le formularon a su propuesta inicial de señalar las características del conocimiento sensible y del intelectual. En 1781 aparece la Crítica de la Razón Pura. Su gran aportación no es otra que la noción de sujeto trascendental, o de subjetividad trascendental, a saber, aquella que impone a la materia del conocimiento la manera o forma de conocer o de representarnos las cosas. 2

2. Antecedentes e influencias filosóficas 2.1 Racionalismo y Empirismo Para el racionalismo, la razón es la única facultad que puede conducir al conocimiento de la verdad. Los sentidos son engañosos. El poder de la razón radica en la capacidad de sacar de sí misma las verdades primeras y fundamentales (ideas innatas), a partir de las cuales, y por deducción, es posible obtener todas las demás, y construir el sistema del mundo. La confianza en la razón es tal que se acepta su valor sin previa crítica; es, como dirá Kant, una razón dogmática. El empirismo es una corriente filosófica contrapuesta, en muchos aspectos, al racionalismo. Esta contraposición se debe a que el racionalismo había tomado como modelo a la ciencia moderna únicamente en su aspecto matemático; mientras que el empirismo había recogido el otro aspecto: la importancia de la experiencia. Con el empirismo, el problema del conocimiento (origen y validez del mismo) pasa a ser el tema fundamental, o, al menos, el tema previo e ineludible antes de comenzar cualquier otra investigación. John Locke (1632-1704) estableció los principios clásicos del empirismo en su obra Ensayo del entendimiento humano (1690): No hay ideas innatas ni principios teóricos o morales. El entendimiento, antes de toda experiencia, no es más que una tabula rasa (L. I); El origen de las ideas es la experiencia sensible, interna o externa; nacidas las ideas simples de la sensación o de la reflexión, el entendimiento puede, a partir de ellas, componer ideas complejas. En una de estas ideas complejas, la sustancia, pueden distinguirse cualidades primarias (objetivas) y cualidades secundarias (subjetivas) (L. II); Las tesis fundamentales del empirismo se pueden resumir así: El origen del conocimiento es la experiencia (aquí experiencia equivale a percepción). Esta primera tesis implica la negación de las ideas innatas del racionalismo. El conocimiento humano no es ilimitado: la experiencia es también su límite. Esta segunda tesis se opone al racionalismo, para el que la razón no tiene límites: si ésta sigue un método adecuado, puede llegar a conocerlo todo. El empirismo niega esta posibilidad y, por tanto, reduce notablemente el ámbito del filosofar (hay objetos incognoscibles) y la certidumbre del conocimiento (sobre muchas cuestiones sólo cabe un conocimiento probable). David Hume (1711-1776) mantuvo una postura escéptica respecto a los problemas de la metafísica. Para Hume, sólo las matemáticas nos ofrecen conocimientos ciertos y necesarios; la física es únicamente una ciencia probable; el resto son ilusiones. 3

Todo conocimiento es conocimiento de ideas. En esta tesis coinciden empirismo y racionalismo: lo que directamente conoce la mente son sus ideas y pensar se reduce a relacionar ideas entre sí. El contenido y alcance de cualquier idea debe ser explicado a partir de las ideas más simples que la componen. Las ideas universales no son sino ideas particulares unidas mediante una palabra (nominalismo). El empirismo propone un nuevo concepto de razón: una razón dependiente y limitada a la experiencia. Razón que, sin embargo, es la única guía del hombre y debe tener una finalidad práctica: considerando imposible la metafísica, el empirismo se dedica a cuestiones políticas, morales, religiosas, pedagógicas... Y, por primera vez, es una razón crítica que examina sus propios límites y posibilidades. La cuestión epistemológica sobre el origen y validez del conocimiento surge en la polémica sobre la existencia de las ideas innatas. El problema del origen del conocimiento: Para el racionalismo, las ideas innatas existen, las razón las descubre y son evidentes; contra ellas se alza el mundo sensible, que sólo reporta engaños, desconfianza y falsos conocimientos (recuérdese tanto a Platón como a Descartes). La prueba de su existencia que se aportaba era la evidencia (o intuición) racional. Además, a través de las ideas innatas fundamentalmente las ideas de alma y dios- se pretendía constituir un sistema moral que regulara la vida de los seres humanos. De este modo, se había conducido a la metafísica hacia la justificación racional de la existencia de determinadas ideas innatas en las que se fundamentarían los valores morales que habían de regir la vida humana. Por su parte, el empirismo sostuvo que el origen del conocimiento es la experiencia. Negó la existencia de ideas innatas, lo que supuso negar toda posibilidad a la metafísica, al dogmatismo y a las consecuencias morales que de todo ello se derivara. Negando toda realidad a la metafísica (porque se negaba la posibilidad de todo conocimiento no basado en la experiencia) se negaba también la posibilidad de establecer un conocimiento universal y necesario, ya que éste nunca puede basarse exclusivamente en los hechos, sino en las exigencias de la racionalidad humana. El problema de la validez del conocimiento: Para el racionalismo el criterio de verdad resultaba ser la intuición de la evidencia racional de las ideas innatas. El empirismo, en cambio, mantenía que el criterio de verdad era la información ofrecida por los sentidos. Pero en ambas corrientes, a partir de las cuales hay que enmarcar la obra de Kant, se cometía un grave error epistemológico: se había identificado el fundamento del conocimiento (es decir, la garantía de su validez) con el origen del mismo (de dónde procede). Pero estas rutas de la indagación no sirven porque han conducido o al dogmatismo del racionalismo, que cree que sólo pensando se puede llegar a conocer la realidad o verdad del mundo (el racionalismo minimizaba o eliminaba el papel de la experiencia en el conocimiento) o al escepticismo del empirismo, que dejaba a la filosofía entera en una mera colección de impresiones despojadas del rango de un 4

conocimiento seguro, necesario y universal (el empirismo negaba la posibilidad de un conocimiento universal y necesario). Kant se encuentra con estas dos posturas irreconciliables e intenta superarlas enfocando el problema de otra manera: no atendiendo a la cuestión de los orígenes sino al conjunto de condiciones que debe poseer cualquier conocimiento que aspire a la verdad. El conocimiento se tiene que apoyar en los sentidos, pero la información otorgada por estos es insuficiente para construir el conocimiento, porque los sentidos son una amalgama de datos sin coordinación en la que es preciso introducir un orden que nos permita su reconocimiento. Por tanto, hay que averiguar. Cómo se organizan esas informaciones exteriores? Dónde y cómo se produce su inteligibilidad? Cómo explicar y justificar el proceso que acaba en la formación de leyes y conocimientos universales y necesarios a partir del conjunto limitado de las impresiones recibidas? Este nuevo planteamiento (la filosofía crítica), según Kant, está de parte de la lógica, siendo enfocado como un análisis del conocimiento. Por tanto, para Kant, el problema del fundamento del conocimiento no reside en averiguar cuál sea su origen (tal como hiciera el racionalismo y el empirismo), sino en cuál es el conjunto de condiciones materiales y formales (lógicas) que hacen posible que exista. 2.2 La Filosofía Natural de Newton La filosofía natural, al margen de las polémicas epistemológica entre racionalismo y empirismo, fue consolidándose como ciencia durante la revolución científica, que tuvo su inicio en 1543, con la publicación del De revolutionibus orbium coelestium de Nicolás Copérnico (1743-1543) y su culminación en 1687, año en que fue publicada la obra más importante de Isaac Newton (1642-1727), Philosophiae Naturalis Principia Mathematica. Durante este período y, por obra sobre todo de Galileo Galilei (1564-16429, Johannes Kepler (1571-1630), René Descartes (1596-1650) y el propio Newton, tiene lugar la aparición y constitución de la denominada ciencia moderna, que se caracteriza por el interés centrado en el conocimiento de la naturaleza, el recurso a las matemáticas como medio de conocimiento y el uso de un método científico. De este modo, la ciencia había conseguido respetabilidad y credibilidad. Prueba de ello fue su fuerte influencia sobre la Ilustración, que decidió apoyarse en ella. También empujó a Kant a comparar los desarrollos de la ciencia con la metafísica y a buscar las razones por las cuales la ciencia poseía las condiciones epistemológicas que le permitían avanzar con seguridad. 2.3 La Ilustración Entendemos por Ilustración el período comprendido entre la Revolución burguesa inglesa (1688) y la Revolución burguesa francesa (1789). La Ilustración parece ser consecuencia natural de la denominada revolución científica que, posteriormente, influyó en la revolución industrial. Pero, sobre todo, está vinculada al aumento de la importancia social y económica de la alta burguesía, que aspiraba a acabar con el 5

sistema aristocrático y, así, acceder al poder político. El conjunto de estas circunstancias generó un estado anímico en una élite formada parcialmente por aristócratas reformistas y alta burguesía, convencida de la necesidad y posibilidad de cambios y transformaciones sociales y políticas que, fundamentadas en la razón, conducirían a la humanidad a un estado general de justicia, felicidad y bienestar. La Ilustración se caracteriza fundamentalmente por una confianza plena en la razón, la ciencia y la educación, para mejorar la vida humana, y una visión optimista de la vida, la naturaleza y la historia, contempladas dentro de una perspectiva de progreso de la humanidad, junto con la difusión de posturas de tolerancia ética y religiosa y de defensa de la libertad del hombre y de sus derechos como ciudadano. Según Kant, el objetivo de la Ilustración es: la liberación del hombre de su culpable incapacidad. La incapacidad significa la imposibilidad de servirse de su inteligencia sin la guía de otro. Esta incapacidad es culpable porque su causa no reside en la falta de inteligencia sino de decisión y valor para servirse por sí mismo de ella sin la tutela de otro. Sapere aude! Ten el valor de servirte de tu propia razón!: he aquí el lema de la ilustración." ( Qué es la Ilustración?, 1784). De qué hay que liberarse? Del Antiguo Régimen, caracterizado por la monarquía absoluta; de la estructura social feudal; del despotismo ilustrado (todo para el pueblo, pero sin el pueblo); de la intolerancia religiosa; de las autoridades, tradiciones e imposiciones en el pensamiento. Cómo liberarse? Con la "razón autónoma". Se trata de iluminar (de ahí que el siglo XVIII también sea conocido como el Siglo de las Luces ) a la sociedad, de sacarla de las tinieblas, de la ignorancia. La luz será la ciencia, el conocimiento. Y el conocimiento es un producto de la razón. Las ideas ilustradas constituyen el depósito conceptual sobre el que se funda la manera moderna de pensar. Representantes de la filosofía de la Ilustración: Inglaterra: Locke (1632-1704), Berkeley (1685-1753) y Hume (1711-1776) Francia: Diderot (1713-1784), D'Alambert (1717-1784), Montesquieu (1689-1755), Voltaire (1694-1778) y Rousseau (1712-1778). Alemania: Leibniz (1646-1716), Wolf (1679-1754), Kant (1724-1804) Finalmente cabe destacar que el pensamiento ilustrado también estableció las bases las bases del patriarcado moderno. Las mujeres quedaron relegadas a la esfera de lo privado: se les negaron los derechos de ciudadanía, se prohibió su acceso a la educación universitaria... Pese a ello, las filósofas ilustradas no cesaron de interesarse por el conocimiento y de reivindicar los ideales de libertad e igualdad para las mujeres. Destacan, entre otras, Madame de Lambert (1647-1733), la marquesa de Châtelet 6

(1706-1749), Mary Wollstonecraft (1739-1797), Olympe de Gouge (1748-1793 guillotinada), Josefa Amar y Borbón (1749-1813), Madame de Staël (1766-1817). 2.3.1 Los ideales de la Ilustración El pensamiento ilustrado tiene conciencia de que se está produciendo una trasformación total de las ideas, especialmente gracias a John Locke y a Isaac Newton. Aparece una nueva forma de racionalidad y una nueva concepción de la Naturaleza. De aquí surge una gran confianza en el progreso. En consecuencia, se renueva también las esperanzas de una transformación social. 2.3.1.1 Razón La Ilustración crea un nuevo modelo de racionalidad, diferente al de la racionalidad cartesiana. Razón empírica y analítica: El cartesianismo había propuesto como modelo de racionalidad la razón matemático-geométrica, es decir, la razón sintética, deductiva (a partir de principios generales considerados como ideas innatas) y sistemática (en el sentido de que construye sistemas omnicomprensivos). La Ilustración, inspirándose en Locke y Newton, rechaza este modelo y propone el de la razón empírica y analítica. La razón empírica es la que parte de la experiencia: puesto que carecemos de ideas innatas (primeros principios), la sensación es el origen de todo conocimiento. Los principios serán establecidos al final, después de la experimentación con los hechos (Newton había procedido así al preconizar el método experimental y al negarse a fingir hipótesis ). La razón analítica es la que observa en un orden sucesivo las cualidades de un objeto, a fin de darle en el alma el orden simultáneo en el que existe.... Esta composición y esta descomposición se realizan conforme a las relaciones que hay entre las cosas como principales y secundarias (Condillac, Lógica, 1780). El análisis ya formaba parte del método de resolución-composición propuesto por Galileo y del método inductivo. A partir del siglo XVIII se impone sobre la síntesis deductiva como método de la ciencia. De este modo, la racionalidad del siglo XVIII es mucho más modesta que la del siglo anterior. La razón ya no es posesión de la verdad (en los primeros principios) sino búsqueda siempre inacabada y, por tanto, actividad inquisitiva. Razón crítica: La actitud crítica es una característica común de la filosofía ilustrada. La razón crítica es aquella que no se fundamenta ni en la revelación ni en las ideas innatas, sino en la experiencia y los resultados de las ciencias, y no busca sacralizar lo que es natural y profano. La razón crítica es pensar con libertad, y ha de ser como la luz de la humanidad. El análisis es el instrumento de la crítica, que se ejercita en todos los campos: Crítica de la propia razón: conduce a fijar los límites de la capacidad de conocimiento del hombre. El racionalismo no realizó esta crítica, aceptó dogmáticamente el poder ilimitado de la razón. El empirismo sí: desvinculó a la razón de todo contenido trascendente (ideas innatas, iluminación divina...) y la 7

redujo a su propia naturaleza y a los límites de la experiencia sensible. Para la filosofía ilustrada, la sensación es el límite del conocimiento: la metafísica deja de tener sentido. Crítica de la tradición, que se considera llena de errores y supersticiones. La crítica se hará, sobre todo, mediante un estudio histórico de los orígenes de las ideas recibidas. También se criticará las instituciones: religión, iglesia, sociedad, Estado, educación, derecho... Razón autónoma: La razón, ya liberada de toda tutela exterior (especialmente de la religión) y conociendo sus propios límites, es la única guía del hombre. Kant, con la frase Sapere aude! ( atrévete a saber), expresa la labor que cada hombre ha de ser capaz de emprender y llevar a cabo por propia iniciativa, una vez alcanzada ya, por historia y por cultura, la mayoría de edad del hombre. 2.3.1.2 Naturaleza Cómo puede ser la razón la única guía del hombre, si ella misma se encuentra vacía de todo contenido, es decir, si carece de reglas propias? La autonomía de la razón significa el rechazo de cualquier tutela, pero necesita un punto de referencia. Éste será la naturaleza. La ciencia del siglo XVIII demostró que se podía prescindir de dios para explicar el mundo, dando lugar a la visión laica de la naturaleza propia de la ciencia occidental. Dos concepciones sobre la Naturaleza así lo hicieron: el materialismo y el naturalismo. Materialismo: la gran máquina del mundo. El materialismo sostiene que sólo existen los átomos y el vacío, de modo que toda la naturaleza y los cambios que en ella ocurren pueden explicarse por los choques que se producen azarosamente entre estas unidades mínimas de materia indivisible dotadas de movimiento eterno. Se trata de una concepción estrictamente mecanicista de la Naturaleza (el mecanicismo concibe la naturaleza como si de una máquina se tratara): todo se explica por el movimiento de partículas materiales; y ese movimiento no requiere ninguna causa trascendente, ni se orienta a ninguna finalidad; se debe, simplemente, a causas físicas (choques, atracciones) regidas por leyes necesarias. En consecuencia, se niega la inmortalidad y espiritualidad del alma y la existencia de dios. Pero este materialismo, además de proporcionar una visión laica de la naturaleza, también tiene una intención ética y social: la naturaleza debe ser la única guía del hombre; la religión (que sustituye a la naturaleza por dios) ha introducido la superstición y la violencia. Naturalismo: la gran cadena del ser: El naturalismo afirma que no hay más que naturaleza. Las cosas se explican por causas y principios naturales y nada está por encima de la naturaleza. En general, el naturalismo tiende a eliminar toda clase de entidades superiores a la naturaleza o distintas de ella como no naturales, no aceptables. 8

Uno de los problemas más debatidos por la ciencia de los siglos XVI y XVII había sido el concepto de fuerza. El mecanicismo estricto no admite la existencia de fuerzas y habla de movimientos. En cambio, el naturalismo no sólo introduce fuerzas en la materia, sino que incluso llega a admitir que puede tratarse de fuerzas no mecánicas, sino vivas. A diferencia del mecanicismo, la naturalismo da una visión de la naturaleza dinámica, evolucionista. Considera a la Naturaleza como una gran animal, compuesto por animales, también compuestos por partículas vivas. 2.3.1.3 Progreso Progreso significa, en general, desarrollo, avance o cambio hacia adelante, hacia mejor, hacia una situación comparativamente mejor que la presente. Normalmente, el término se usa en sentido histórico y con él se describe la característica que posee la historia de ser un proceso lineal, que, avanzando desde el pasado hasta el presente y hacia el futuro, produce, cuando va dirigido por la razón, el conocimiento y la ciencia, un aumento de bienestar general y civilización. La filosofía ilustrada sostiene que las leyes de la historia son, al mismo tiempo, las leyes del progreso, y supone que el progreso de las ciencias y de la técnica implica también desarrollo social, bienestar y triunfo de la tolerancia. 3. El pensamiento de Kant 3.1 La filosofía crítica, filosofía trascendental El sistema filosófico de Kant recibe el nombre general de criticismo o filosofía crítica y se halla expuesto, sobre todo, en sus tres obras fundamentales: Crítica de la razón pura (1781), Crítica de la razón práctica (1785) y Critica del juicio (1790). Los elementos introductorios de este sistema los denomina filosofía trascendental y los expone, principalmente, en los Prolegómenos (1783) y en la Crítica de la razón pura. Por filosofía trascendental entiende el examen a que hay que someter a la razón humana para indagar las condiciones que hacen posible el conocimiento a priori. Kant trata de elaborar una teoría del conocimiento que le permita justificar la validez del conocimiento científico. Dicha teoría trata de responder a cuestiones del tipo: cómo son posibles los juicios sintéticos a priori?, cómo es posible la experiencia?, cómo es posible la naturaleza?. Kant dice que la filosofía trascendental pretende saber sólo si es en principio posible alguna cosa parecida a lo que se llama metafísica. La filosofía trascendental investiga las condiciones del sujeto para conocer, es decir, cómo es la estructura de la mente. Por este motivo se dice que la epistemología de Kant es crítica, que ha dado un giro copernicano a la filosofía y no se interesa por el objeto de estudio (la naturaleza), sino por el sujeto, porque es él quien construye el conocimiento. Para entender esto, planteémonos las cosas tal como lo hizo Kant en la Introducción a sus Prolegómenos y en las primeras páginas de la Crítica de la razón pura. Hume sostuvo que, en lo tocante al conocimiento de las cosas, no era posible ir más allá de lo que nos dan a conocer los sentidos y la memoria. Kant supuso que esta manera de argumentar 9

desproveía de todo fundamento, no sólo a las teorías físicas de Newton, sino a cualquier conocimiento de la experiencia. Hume centró su crítica a la metafísica en el principio de causalidad : podemos pensar alguna relación necesaria y universal entre los sucesos de la naturaleza? Según Hume, no podemos fundamentar el principio de causalidad ni en la razón ni en la experiencia; éste se debe sólo a una especie de fe irracional basada en la costumbre. En consecuencia, la metafísica no es posible. Pero, entonces, la física tampoco es posible, comenta Kant. No podrá haber ninguna ciencia de la naturaleza o de la experiencia en general, si no es posible fundarla en un conocimiento causal. A la afirmación de Hume de que no es posible un conocimiento universal y necesario de las cosas, porque tal necesidad y universalidad no se hallan en la experiencia, Kant opone la suposición de que, no pudiendo venir de la experiencia esta necesidad y universalidad y siendo por lo demás condiciones necesarias de un verdadero conocimiento, han de ser un elemento a priori del mismo. Pero amplía el alcance de la afirmación de Hume: no sólo la idea de causalidad no proviene de la experiencia, sino que de ella no proviene ninguna de las nociones fundamentales de la metafísica, de igual forma que ninguna de las nociones fundamentales para entender la experiencia puede provenir de la misma experiencia; provienen del entendimiento sin más, de la misma estructura del conocer. 3.2 El giro copernicano Para las filosofías anteriores la única causa del conocimiento era la existencia de hechos o sucesos, a partir de los cuales empezaban a obtener conclusiones y justificaciones: unos podrían decir que todo se debía a ideas innatas o a priori, emanadas de la exclusiva razón, y otros que si no existía un origen sensible del conocer que de nada valía la pena hablar, pero, en cualquier caso, el sujeto del conocimiento no parecía tener ninguna participación activa en el hecho del conocer. A diferencia de todos ellos, que aceptaban una correspondencia más o menos fiel entre el mundo exterior y los contenidos de la mente, y para quienes el conocimiento humano era la adaptación de la mente al objeto, Kant propone un procedimiento o método totalmente nuevo para el tratamiento de las cuestiones epistemológicas (relativas al conocimiento y a la verdad), lo que va a significar un giro total en el planteamiento de los problemas filosóficos. Kant sostiene que, para entender la experiencia (conocimiento a posteriori), es necesario tener conocimientos que no provengan de la experiencia (conocimiento a priori): aunque todo nuestro conocimiento empiece con la experiencia, no por eso procede todo él de la experiencia. Sólo así puede tener el conocimiento empírico aquellas condiciones que exige el verdadero conocimiento (universalidad y necesidad) y que la sola experiencia no puede otorgar. Esto equivale a un cambio de método y a afirmar que no es el entendimiento el que se deja gobernar por los objetos, sino que son éstos los que se someten a las leyes del conocimiento impuestas por el entendimiento humano: un giro copernicano, según suele decirse, un cambio de 180 grados, una perspectiva radicalmente nueva. Según Kant, este planteamiento no es nuevo en la 10

historia. Ya se aplicó en la matemática, en tiempos de Euclides (s. IV-III a.n.e.), y en las ciencias de la naturaleza, en tiempos de Galileo. Las matemáticas griegas fundaban su certeza en la construcción de la figura que el geómetra concebía en su mente; la ciencia moderna funda su innovación en el hecho de que es ella la que interpela a la naturaleza mediante sus hipótesis. Igual ha de hacer la filosofía para progresar como ciencia. Ensáyese pues una vez si no adelantaremos más en los problemas de la metafísica, admitiendo que los objetos tienen que regirse por nuestro conocimiento, lo cual concuerda ya mejor con la deseada posibilidad de un conocimiento a priori de dichos objetos, que establezca algo sobre ellos antes de que nos sean dados. Ocurre con esto como con el primer pensamiento de Copérnico quien, no consiguiendo explicar bien los movimientos celestes si admitía que la masa toda de las estrellas daba vueltas alrededor del espectador, ensayó si no tendría mayor éxito haciendo al espectador dar vueltas y dejando en cambio las estrellas inmóviles. En la metafísica se puede hacer un ensayo semejante, por lo que se refiere a la intuición de los objetos. Si la intuición tuviera que regirse por la constitución de los objetos, no comprendo como se pueda a priori saber algo de ella. Rígese empero el objeto (como objeto de los sentidos) por la constitución de nuestra facultad de intuición?, entonces puedo muy bien representarme esa posibilidad. (I, Kant Crítica de la Razón Pura. Prólogo a la segunda edición) En esto consiste el giro copernicano del pensamiento. Hasta ahora, dice Kant, toda explicación del conocimiento ha girado bajo la suposición de que el sujeto cognoscente debía someterse al dictado de los objetos. Qué ocurriría, propone, si se trasmutan las posiciones? Es decir, que sean los objetos lo que hayan de someterse a las exigencias de la racionalidad humana. Kant cree que, en el supuesto de que sean los objetos los que se regulan por la manera como los conocemos y no al contrario, se explica mejor que lleguemos a conocerlos de un modo necesario y universal. 3.3 Condiciones del conocimiento (materia i forma). Qué significa que los objetos deben someterse a la racionalidad humana y no ésta dejarse dominar por los objetos? Que los hombres no son receptores pasivos de las cosas que existen en el mundo exterior. Son agentes constructores del conocimiento. Por tanto, en la construcción del conocimiento concurren dos tipos de condiciones. En efecto, si tomamos un sistema de proposiciones de una ciencia cualquiera, por ejemplo, de la física, nos encontramos que esas proposiciones contienen dos clases de elementos: Unos elementos (condiciones materiales) que proceden de la experiencia (nos han sido dados por los hechos percibidos por nuestros sentidos) como, por ejemplo, el calor dilata los cuerpos. Otros elementos (condiciones formales) que no proceden de la experiencia. Así la proposición el calor dilata los cuerpos, en realidad está diciendo el calor siempre dilata todos los cuerpos en todas partes. Eso que hay de más, esa 11

universalidad y necesidad que hemos agregado a los datos de la experiencia, es razón pura (el componente a priori) Precisamente, este segundo elemento es el que permite efectuar el paso de la contingencia de lo sensible y experimental a la universalidad y necesidad del conocimiento. Este paso, que siempre es difícil de explicar, puede quedar plasmado en el siguiente esquema: La experiencia nunca puede lograr que algo sea universal y necesario, porque siempre está asociada a intuiciones sensibles particulares. La ciencia (el conocimiento), sin embargo, es universal y necesaria. Si sólo hay dos elementos en la constitución del conocimiento (el objeto y la mente) y es imposible que la universalidad y necesidad se originen en la experiencia, entonces dónde radica la posibilidad de que la ciencia sea universal, como efectivamente lo es? La respuesta es evidente: en la mente. Por tanto, es el sujeto cognoscente, el que aporta al conocimiento determinados elementos, ajenos a la experiencia (a priori), en los que radica la posibilidad de convertir a la ciencia en lo que es: un conocimiento universal y necesario. Sólo de este modo, cree Kant, se puede entender que el conocimiento, siendo experimental, sea, al mismo tiempo, universal y necesario. El objetivo general de Kant es, pues, encontrar aquellos elementos que, sin formar parte del mundo material y de la experiencia, son necesarios para conocer; es decir, averiguar lo que de a priori hay en el conocimiento. 4. La justificación de la ciencia Para Kant, igual que para sus predecesores (desde Descartes hasta Hume) la filosofía es sobre todo teoría del conocimiento. Pero hay una diferencia fundamental: cuando sus predecesores hablaban de conocimiento (la ciencia estaba en proceso de construcción), teorizaban sobre cómo debería hacerse la ciencia; en cambio, Kant pensaba en la ciencia ya hecha, en el conocimiento físico-matemático de la Naturaleza establecido por Newton. La diferencia radica en que la formulación matemática de las leyes de la naturaleza ya no era una posibilidad, sino una realidad. Kant, en su teoría del conocimiento, toma la física de Newton como modelo de ciencia. Esa ciencia se compone de juicios (tesis, afirmaciones, proposiciones). Un juicio es un acto mental por el que el entendimiento afirma que el sujeto pertenece o no al predicado en la frase capaz de ser verdadera o falsa. Todo juicio consta de dos términos, el sujeto lógico (del cual se dice algo) y el predicado (lo que se dice de ese sujeto). Kant toma esos juicios, que constituyen la totalidad del saber científico-matemático, y encuentra que pueden dividirse en dos grandes grupos: juicios analíticos y juicios sintéticos. 12

4.1 Juicios analíticos Kant llama juicios analíticos a aquellos en los cuales el predicado está contenido en el concepto del sujeto. Es decir, si analizando mentalmente el concepto del sujeto (S) y dividiéndolo en sus elementos conceptuales, encontramos, como uno de esos elementos, lo que se predicaba del sujeto [el concepto (P)], entonces nos encontramos con un juicio analítico. Ejemplos: "El triángulo tiene tres ángulos". Este juicio es analítico porque si tomamos mentalmente el concepto de triángulo y lógicamente lo analizamos, nos encontraremos que dentro del concepto de sujeto (triángulo) está el concepto "tener tres ángulos". "Todos los cuerpos son extensos". El predicado "extenso" no añade nada al concepto de "cuerpo", sólo expresa una propiedad esencial del sujeto. Cuál es el fundamento de la legitimidad de los juicios analíticos? o, dicho de otro modo, por qué los juicios analíticos son verdaderos? El fundamento de su legitimidad o validez radica en el principio de identidad, pues los juicios analíticos son aquellos en los que la relación entre sujeto y predicado se piensa mediante identidad. Como el sujeto contiene ya el predicado, el juicio por el cual establecemos ese predicado no hará más que repetir, en el predicado, lo que hay en el sujeto. Por eso es un juicio explicativo, un juicio de identidad. También podemos llamarlo una tautología 1, un decir lo mismo, un repetir lo mismo. El juicio analítico está fundado en el principio de identidad y no es más que una tautología; repite en el predicado lo que ya está enunciado en el sujeto. Por tanto, los juicios analíticos son verdaderos, universales y necesarios: Verdaderos, porque no dicen más en el predicado de lo que ya hay en el sujeto. Universales (válidos en todo lugar y en todo tiempo), porque no hacen más que explicitar en el predicado lo que está implícitamente contenido en el sujeto y esa explicitación es independiente del tiempo y del lugar. Necesarios (no pueden ser de otro modo), porque estos juicios tautológicos, derivados del principio de identidad, se fundan en el principio de contradicción. No puede ser que un triángulo no tenga tres ángulos. Y como son verdaderos, universales y necesarios no tienen su origen en la experiencia, sino en el análisis mental del concepto del sujeto. Son, por tanto, juicios a priori o, lo que es lo mismo, independientes de la experiencia. 1 Tautología: del griego tauto = lo mismo; y logia = decir) 13

4.2 Juicios sintéticos Son juicios sintéticos aquellos en los cuales el concepto del predicado no está contenido en el concepto del sujeto. Ejemplo: "El calor dilata los cuerpos". Por mucho que analicemos el concepto de calor no encontraremos en él el concepto de dilatación de los cuerpos, como encontramos en el concepto de triángulo el concepto de tener tres ángulos. Estos juicios se llaman sintéticos porque unen sintéticamente elementos heterogéneos en el sujeto y en el predicado. Por eso dicen más de lo que ya estaba contenido en el sujeto. Son, pues, juicios extensivos, es decir, amplían nuestro conocimiento. Cuál es el fundamento de la legitimidad de los juicios sintéticos? o, lo que es lo mismo, por qué son verdaderos los juicios sintéticos?. El fundamento de legitimidad o validez de estos juicios está en la experiencia, en la percepción sensible. Si no podemos extraer la dilatación de los cuerpos (el predicado) del concepto de calor (el sujeto), entonces sólo podemos decir con verdad que el calor dilata los cuerpos porque experimentamos (tenemos la percepción sensible) que cuando calentamos un cuerpo, éste se hace más voluminoso. Así pues, los juicios sintéticos son verdaderos en tanto en cuanto la experiencia los avale. Ahora bien, como la experiencia es la percepción sensible, y la percepción sensible sólo se verifica en un "aquí" (lugar) y un "ahora" (tiempo), resulta que los juicios sintéticos son verdaderos mientras la percepción sensible los está verificando. Su validez está limitada a la experiencia sensible, se agota en las coordenadas espacio-temporales. Y desde el momento en que dejamos de percibir la dilatación de los cuerpos y el calor al mismo tiempo, ya no sabemos cuál pueda ser el fundamento que avale estos juicios sintéticos. Por eso, los juicios sintéticos (también llamados juicios de percepción) son particulares y contingentes: Particulares, porque su verdad está restringida al "aquí" y "ahora". Contingentes, porque su contrario no es imposible. Lo mismo pudiera ser que el calor en lugar de dilatar los cuerpos los contrajera. Y como son juicios particulares y contingentes, tienen su origen en la experiencia, es decir, son juicios a posteriori. 4.3 La ciencia está constituida por juicios sintéticos a priori Cuál de estas dos clases de juicios son las que constituyen el conocimiento científico físico-matemático? No es posible que el conocimiento científico esté formado por juicios analíticos porque éstos son tautologías y, por tanto, no aumentan nuestro saber. Si la ciencia estuviese constituida por juicios analíticos (como quería Leibniz), la ciencia sería vana; sería una pura tautología, una repetición de lo ya contenido en los conceptos de sujeto. Y tampoco es posible que la ciencia esté constituida por juicios sintéticos. Porque la ciencia enuncia acerca de sus objetos juicios que son verdaderos universal y 14

necesariamente; no juicios particulares o contingentes. Si la ciencia estuviera constituida por juicios sintéticos, por enlaces de hechos (como pretendía Hume), por asociaciones de ideas y repeticiones concretas de experiencia, la ciencia, como decía Hume, no sería ciencia, sería una costumbre sin fundamento; no tendría legítima validez universal y necesaria. Pero la ciencia, la física de Newton, que se puede escribir en una fórmula matemática, no es ni una tautología ni un hábito sin fundamento lógico. Entonces es indispensable que el conocimiento científico esté constituido por un tipo de juicios mixtos, entre analíticos y sintéticos. Por una parte serán juicios que tengan, de los juicios sintéticos, el carácter de aumentar efectivamente nuestro conocimiento y, por consiguiente, de añadir mediante el concepto del predicado algo que no estaba contenido en el concepto del sujeto. Pero por otra parte, puesto que los juicios sintéticos toman su origen de la experiencia y el conocimiento científico tiene un valor universal y necesario, esos juicios científicos no podrán proceder de la experiencia, siempre particular y contingente, sino que deberán ser, como los analítico, a priori, es decir, universales y necesarios, independientes de la experiencia. Por tanto, la ciencia está constituida por juicios sintéticos a priori. El problema ahora es mostrar la posibilidad de este tipo de juicios, pues parece absurdo que un juicio sintético, que no está fundado en el principio de contradicción, sino que se funda en la percepción sensible, sea a priori. Para resolver este problema, lo primero que hace Kant es mostrar que efectivamente las ciencias están constituidas por juicios sintéticos a priori. Las matemáticas, que han pasado por ser el prototipo de las "verdades de razón" (Leibniz) o "relaciones de ideas" (Hume), qué tipos de juicios utiliza? Tomemos un ejemplo de juicio matemático elemental: "la línea recta es la más corta entre dos puntos". Veamos si es un juicio analítico. Analicemos el sujeto ("la línea recta"): encontraremos incluido en el concepto de "línea recta" algo que se parezca a la magnitud, a la cantidad? No. "Línea recta" significa una línea cuyos puntos están todos en la misma dirección. Si decimos: "la línea recta es una línea cuyos puntos están en la misma dirección", entonces habremos dicho un juicio analítico. Pero si decimos, "la línea recta es la más corta entre dos puntos", entonces, con el predicado añadimos el concepto de "corto" (magnitud), y éste no se halla incluido en el concepto línea recta. Aquí tenemos un ejemplo de juicio sintético. Y, además, es un juicio a priori. Porque no es necesario medir con un metro la línea recta para ver si es la más corta entre dos puntos. Es algo evidente; es, como decía Descartes, una naturaleza simple. Se ve por intuición. Y esa intuición es a priori, no es una intuición sensible. Tenemos, pues, un ejemplo claro en matemáticas de juicio sintético y, a la vez, a priori. La física también está llena de juicios sintéticos a priori. Cuando decimos: "en todo movimiento que se trasmite de un cuerpo a otro, la acción es igual a la reacción", estamos emitiendo un juicio sintético y, a la vez, a priori, porque a nadie se le ocurre demostrarlo experimentalmente. La ley de la inercia y las demás leyes del movimiento, cómo las concibió Galileo? Pues como él mismo decía: "mente concipio". Apartó sus ojos 15

de toda experiencia sensible y concibió, con los ojos cerrados, un espacio, un móvil en ese espacio y de esa pura concepción fue por pura intuición directa sacando las leyes del movimiento. Y en la metafísica? También aquí los juicios que formula Descartes demostrando, por ejemplo, la existencia de dios, son a priori. Pues, ni Descartes, ni quienes han demostrado la existencia de dios o la inmortalidad del alma, han tenido experiencia de dios o de la inmortalidad del alma. Y también tales juicios son sintéticos porque en la noción de que todo fenómeno debe tener una causa y que es preciso detenerse en esa serie de causas hasta llegar a dios, el predicado no está contenido en el sujeto. El análisis del sujeto nos llevaría más bien a afirmar la infinita serie de las causas. Tras recorrer rápidamente las ciencias que constituyen el saber de su tiempo, Kant descubre que todo el conocimiento humano está realmente constituido por juicios sintéticos a priori.. Entonces el planteamiento de la teoría del conocimiento resulta evidente: se trata de averiguar cuáles son las condiciones que hacen posibles esos juicios tan extraños, que al mismo tiempo aumentan nuestro conocimiento y son, sin embargo, a priori (independientes de la experiencia). Nos encontramos ante el problema de la fundamentación de la inducción. Como sabemos hay dos clases de inferencias: la deducción y la inducción. La deducción consiste en una serie de razonamientos que son todos de tipo analítico. Dada una premisa se extrae una conclusión que está contenida en la premisa. Deducir es, pues, extraer de unos conceptos básicos lo que está contenido en ellos. Pero esos conceptos básicos, de los cuales se extrae lo que está contenido en ellos cómo han sido establecidos? Si decimos, por ejemplo: el calor dilata los cuerpos ahora hace calor luego ahora los cuerpos se dilatan hemos realizado una deducción. Pero cómo hemos obtenido la primera premisa. La Lógica nos dirá que por inducción; y el procedimiento de la inducción es el inverso al de la deducción. Si la deducción parte de un concepto general para extraer de él lo que había contenido dentro de su seno, en cambio la inducción parte de hechos particulares, de observaciones, de experimentaciones, para luego amplificar la validez de estas observaciones, todas ellas particulares y contingentes, y extenderla, darle un ámbito y una validez universal y necesaria. Hemos observado una y otra vez que el calor dilata este cuerpo, el otro cuerpo; y ello ocurrió ayer, anteayer, en este laboratorio, en el otro; y he aquí que esos casos de observación directa nos bastan para formular una proposición general, universal y necesaria: "el calor dilata los cuerpos". De este modo, inversamente al procedimiento que sigue la deducción, la inducción va de lo particular a lo general. Ahora bien, la legitimidad de la deducción se comprende muy bien; es simplemente la aplicación del principio de identidad; es la explicitación en las conclusiones de lo que ya está contenido en la premisa. Pero el procedimiento de la inducción en donde resulta que la conclusión contiene mucho más de lo que está 16

contenido en la premisa, puesto que de premisas particulares y contingentes se llega a una conclusión universal y necesaria, cuál es su fundamento?, cuál es la condición de su legitimidad? Vemos, pues, que en la inducción tenemos el mismo problema que en los juicios sintéticos a priori. Es decir, juicios procedentes de la experiencia y, al mismo tiempo, a priori, o sea trasformados por la aportación de la razón pura en juicios universales y necesarios. El problema para Kant se reduce a preguntar cómo es posible el conocimiento sintético a priori; qué condiciones lógicas tienen que acontecer en la ciencia para que los conocimientos científicos sean a la vez sintéticos, o sea particulares y contingentes, y a la vez a priori. Kant divide este problema en tres partes 2 Qué condiciones a priori supone el conocimiento sensible? cómo son posibles los juicios sintéticos a priori en la matemática? Qué condiciones a priori supone el conocimiento intelectual? cómo son posibles los juicios sintéticos a priori en la física? Hay elementos a priori de la razón pura? son posibles los juicios sintéticos a priori en la metafísica? A estas cuestiones va a responder en la Crítica de la Razón Pura 3. Primero demostrará que hay elementos a priori (exposición metafísica) y, después que tales elementos son condiciones de posibilidad de todo juicio sintético a priori (exposición trascendental). Las respuestas serán afirmativas para la matemática y para la física; en cambio, para la metafísica, serán negativas. 5. Crítica de la Razón Pura Qué puedo saber? es el tema de la Crítica de la Razón Pura. En ella, Kant pretende determinar la estructura de todo conocimiento en general, y del científico en particular, así como llevar a cabo el estudio del alcance y posibilidad de la Metafísica. La Crítica de la Razón Pura es una investigación de lo que en todas las ciencias hay de puro, en la discriminación de lo que en las ciencias hay de elementos procedentes de la experiencia 2 Kant divide este problema en tres partes porque divide el conocimiento humano en tres grandes grupos: el conocimiento matemático, el conocimiento físico y el conocimiento metafísico. Esta división comprende la totalidad del saber, porque: el conocimiento matemático nos pone en presencia de las formas universales de todos los objetos, de todo ser, de toda existencia; el conocimiento físico (por física entiende Kant la ciencia de la naturaleza -el conjunto de todos los objetos reales- en general) es el conocimiento de la realidad misma, el conocimiento de las cosas; la metafísica es la ciencia de aquellos objetos que no nos son accesibles en la experiencia. 3 Qué quiere decir este título? El sentido que da Kant a la palabra crítica es el etimológico: crítica significa investigación, estudio. Pura es lo mismo que a priori, es decir, independiente de la experiencia. Razón es el conjunto de las facultades superiores (sensibilidad, entendimiento y razón). Por tanto, crítica de la razón pura significa la investigación de la razón funcionando independientemente de la experiencia. 17

y elementos procedentes de la razón pura, es decir, de la sensibilidad, del entendimiento y de la razón. La división de la Crítica de la Razón Pura tiene como propósito contestar a las tres cuestiones anteriores: Estética trascendental: crítica de la sensibilidad (contesta la primera parte del problema). Lógica trascendental: Lógica de la verdad (analítica trascendental): crítica del entendimiento (contesta la segunda parte). Lógica de la ilusión (dialéctica trascendental): crítica de la razón (contesta la tercera parte). En el Prólogo a la segunda edición, Kant expone una de sus principales preocupaciones. Es posible la metafísica? O, lo que es lo mismo, puede la metafísica ampliar nuestro conocimiento de la realidad? Kant no niega la importancia de los temas principales de la metafísica (alma, universo y dios), pero reconoce que está desacreditada. Ello se debe, sin duda, a que la matemática y la filosofía natural (la física) han progresado y en esos campos hay una gran área de conocimiento generalmente aceptado, mientras que la metafísica es una liza de disputas sin fin. El hecho es que la metafísica, a diferencia de la física, no ha encontrado ningún método científico seguro cuya aplicación le permita resolver sus problemas. El carácter inconcluyente de la metafísica, su incapacidad para encontrar hasta ahora un método que lleve a conclusiones ciertas, su tendencia constante a desandar todos sus pasos y volver a empezar siempre desde el principio son rasgos que han contribuido a producir una difundida indiferencia respecto de la metafísica y sus pretensiones. Esa indiferencia es expresión de una cierta madurez de juicio que se niega a contentarse con conocimiento ilusorio o pseudociencia. Por eso debería servir de estímulo para emprender una investigación crítica de la metafísica, sometiéndola al tribunal de la razón. Qué forma ha de tomar esa investigación crítica?. Como ya hemos visto, Kant creía que hay conceptos y principios que la razón forma por sí misma con ocasión de la experiencia. No nacemos con la idea de causalidad. Pero con ocasión de la experiencia, la razón forma ese concepto por sí misma. Es un concepto a priori en el sentido de que no procede de la experiencia, sino que se aplica a ella y la gobierna en cierto sentido. Hay, pues, conceptos y principios a priori fundados en la estructura de la mente misma. Estos conceptos son puros en el sentido de que por sí mismos están vacíos de todo contenido empírico. Ahora bien: los metafísicos han supuesto que la razón puede aplicar esos conceptos y principios para aprehender realidades suprasensibles y cosas en sí. Pero este supuesto era precipitado. No podemos considerar como dado que los conceptos y principios a priori de la razón se puedan usar para trascender la experiencia, o sea, para conocer realidades no dadas en la experiencia. Ante todo hemos de emprender una 18

investigación crítica de las potencias de la razón pura misma. Ésta es la tarea descuidada por los filósofos dogmáticos. El dogmatismo supone que es posible progresar en el conocimiento sobre la mera base de conceptos puramente filosóficos, utilizando principios que la razón tiene desde antiguo la costumbre de usar, sin preguntarse antes de qué modo y con qué derecho ha llegado la razón a esos principios. El dogmatismo es, pues, el procedimiento dogmático de la razón pura sin crítica previa de sus propias capacidades. Kant emprende esta crítica. El tribunal ante el que ha de comparecer la metafísica no es sino la investigación crítica de la razón pura misma, lo que significa una investigación crítica de la facultad de la razón respecto de todos los conocimientos que puede aspirar a conseguir independientemente de toda experiencia. Supongamos con Kant que la metafísica especulativa es una ciencia (o supuesta ciencia) no empírica que pretende trascender la experiencia y alcanzar un conocimiento de realidades puramente inteligibles (no sensibles) por medio de conceptos y principios a priori. Dada esta concepción de la metafísica, la validez de su pretensión estará determinada por la respuesta a la cuestión de qué y cuánto puede conocer la mente prescindiendo de la experiencia. Para responder a esta cuestión hace falta una investigación crítica de la facultad de razonar. Kant se propone estudiar las condiciones puras presentes en el sujeto humano para posibilitar el conocimiento de objetos. Una investigación así se llama, según su terminología. trascendental. Una de las tareas principales de la Crítica de la Razón Pura consiste en mostrar de manera sistemática qué son esas condiciones. Y si tales condiciones muestran que las realidades que trasciendan la experiencia sensible no pueden ser objeto de conocimiento, se habrá mostrado que las pretensiones de la metafísica especulativa son vacías y vanas. Aunque la posibilidad de la metafísica como ciencia (o sea, como ciencia de objetos propios, que trascienden la experiencia sensible) sea para Kant un problema importante, se trata sin embargo, sólo de una parte del problema general considerado en la Crítica de la Razón Pura. Ese problema general es el de la posibilidad del conocimiento a priori. 5.1 Estética Trascendental La Estética 4 trascendental es la parte dedicada al estudio de las condiciones a priori del conocimiento sensible. La tesis que va a defender Kant a lo largo de la Estética trascendental es que espacio y tiempo son las condiciones necesarias bajo las cuales los objetos pueden ser dados a nuestros sentidos. Todo conocimiento comienza con la experiencia y la sensibilidad es la primera capacidad de conocer. Kant define la sensibilidad así: 4 El significado del término "estética" en Kant es su sentido etimológico. Estética deriva de la palabra griega "aisthesis", que significa sensación; también significa percepción. La estética es pues la teoría de la sensibilidad como facultad de tener percepciones sensibles. 19

La capacidad (receptividad) de recibir representaciones por el modo como somos afectados por objetos, llámase sensibilidad. Así, pues, por medio de la sensibilidad nos son dados objetos y ella sola nos proporciona intuiciones (CRP A19. B33) Esta capacidad de recibir representaciones se especifica en dos modos: Sensibilidad externa (vista, oído...): a través de ella nos representamos en el espacio los objetos como exteriores a nuestro yo. Sensibilidad interna: a través de ella tenemos conciencia de nuestros estados psíquicos en el tiempo. El resultado del conocimiento a través de la sensibilidad es la intuición sensible. La sensibilidad depende de determinadas condiciones empíricas, adecuadas al caso y a las circunstancias, y de otras condiciones absolutamente necesarias y universales. Para ver, es necesario que haya luz y un organismo preparado con el órgano de la visión, entre otras cosas; y éstas podrían considerarse condiciones empíricamente necesarias. Pero, para que pueda existir cualquier intuición sensible, para poder recibir algo como objeto percibido, son necesarias otras condiciones exigidas por la misma sensibilidad humana. La más importante de ellas es que la percepción ocurra en un espacio y un tiempo determinados, pues nada se percibe fuera del espacio y del tiempo. El conocimiento comienza, pues, con la sensación, pero no todo lo que conocemos proviene de la sensación. En lo conocido por la sensación, el fenómeno, Kant distingue una materia y una forma. A la materia corresponde todo cuanto es empírico; la forma es la manera como puede conocerse lo que es empírico. La forma no es sensación, sino una condición trascendental de la sensación; por ello es a priori. El problema de la sensación lo trata Kant de forma paralela a la investigación de la matemática como ciencia. 5.1.1 Cómo son posibles los juicios sintéticos a priori en la matemática? La matemática es precisamente la ciencia cuyo objeto estudia el espacio y el tiempo, formulando sobre ellos juicios sintéticos a priori: en geometría, las propiedades a priori del espacio y, en aritmética, las del tiempo y el espacio. Lo que hace que la matemática pueda ser una ciencia (esto es, que sea posible formar juicios sintéticos a priori a partir de los conceptos de espacio y tiempo) hace también posible nuestro conocimiento sensible. Nuestra sensibilidad es espaciotemporal, como lo es también, para Kant, la matemática. Ahora bien, espacio y tiempo no son realidades metafísicas ni físicas, que tengan una existencia en sí y por sí, sino que son formas de nuestra capacidad o facultad de percibir; son formas de la intuición. Así, puesto que la matemática está fundada en las formas de la intuición, toda intuición que luego tengamos tendrá que estar sujeta a las formas de esa intuición, que son el espacio y el tiempo. Cómo llega Kant a este resultado? Para llegar a este resultado, Kant tiene que mostrar tres aserciones: 20