TEMA 1 INTRODUCCIÓN A LA HISTORIA DEL ARTE. El arte como expresión humana en el tiempo y en el espacio: Significado de la obra artística. No es fácil establecer y definir que es el arte, aunque podríamos definir que es una necesidad esencial del ser humano, una manera de expresarse que aparece desde el Paleolítico. La creación artística es una función esencial de la humanidad: arte y ser humano son inseparables. Las ideas y sentimientos podemos transmitirlos a través del lenguaje artístico al ser un medio de comunicación, un lenguaje donde el artista expresa imágenes de la realidad física y humana y sentimientos. El lenguaje artístico deriva de la tendencia innata o la necesidad de expresión del ser humano. Pero el artista no se limita a representar, sino que transforma los datos de la naturaleza y los interpreta ordenándolos de manera diferente, es decir el autor de una obra de arte es un creador. El arte tiene un lenguaje con un código que el espectador de cada época conoce y sabe interpretar, por ello es necesario tener en cuenta los parámetros espacio-temporales en que la obra de arte nace para entenderla en profundidad. El arte también debe ser entendido como un doble proceso de contemplación y de reflexión. Ambos procesos requieren una formación, incluso el primero de ellos, que no consiste simplemente en mirar sin más la obra de arte. Hay que saber mirar, saber leer y descifrar en las imágenes todos aquellos elementos con los que el autor quiere transmitir sus sensaciones. Por lo tanto debemos aprender a mirar una obra de arte, no sólo para decidir si nos gusta o no según unos criterios subjetivos de belleza. La belleza, concepto cuya concepción varía con el paso del tiempo, ha sido primordial en muchos momentos de la Historia del Arte, pero esto no significa que sea el único objetivo de la misma. Una obra de arte puede tener otras funciones, complementándose entre si. La obra artística en su contexto histórico. Función social del arte en las diferentes épocas: Artistas, mecenas y clientes. La mujer en la creación artística.
Las circunstancias histórico-sociales influyen también en los artistas, pues no viven aislados de los demás. Para interpretar y valorar adecuadamente una obra de arte es necesario conocer el contexto histórico en el que fue realizada En la segunda mitad del siglo XX se han hecho algunos estudios para demostrar, analizando las características de un estilo, la relación que hay entre la estructura social y los rasgos estilísticos, y confirmar la hipótesis de que el arte es la expresión simbólica de los pensamientos y deseos de los miembros de una sociedad. Lo que es indudable es que las obras de arte no son sólo la expresión de un artista individual sino que reflejan también muchos aspectos de una época, de una sociedad, o al menos de un grupo social o de una institución. El artista es libre, pero un conjunto de elementos ajenos a él influyen sobre sus deseos: encargos, gustos de los clientes, obras de otros artistas contemporáneos o las circunstancias vitales. Las ideas y los valores que nutren la creación no aparecen por generación espontánea dentro del alma del artista sino que se desarrollan en la educación y en las vivencias sociales. La condición social del artista ha ido variando a lo largo del tiempo: En la Prehistoria el arte es una especie de rito mágico que sirve para atraer la caza, un rito que lleva a cabo el artista. En Egipto los artistas apenas eran tenidos en consideración y se encontraban muy por debajo de los escribas en la rígida jerarquía social. Los griegos y los romanos establecían diferencias entre las artes nobles y la artesanía. Así, consideraban que aquellas manifestaciones artísticas que no se vinculaban al esfuerzo físico, como la música y la poesía, se encontraban muy por encima de la pintura o la escultura, de carácter manual. En la Edad Media el artista no experimentó una mejora en su consideración social. La pintura y la escultura continuaron siendo minusvaloradas frente a la poesía o la música, sobre todo por la prevención del cristianismo contra los sentidos y la información y el goce que proviene de ellos. En esta época el arte adquiere un carácter doctrinal y docente, ya que la mayoría de la población no sabe leer ni escribir. El artista medieval es un personaje anónimo e itinerante que se ajusta a los rigurosos programas iconográficos trazados por los teólogos. Además, el artista suele trabajar encuadrado dentro de los rígidos marcos de la organización gremial. Durante el Renacimiento se produce un cambio de mentalidades (del teocentrismo al humanismo), considerándose la actividad artística como una labor de carácter intelectual, afirmándose lo individual y la originalidad. El
artista ya no será un artesano, innovará e irá adquiriendo un reconocimiento social que nunca antes había tenido. El siguiente paso lo encontramos en el Academicismo, sobre todo durante el siglo XVIII. Además de considerarse que el arte puede ser enseñado y aprendido, se trata de uniformar el gusto creando un modelo único. También, gracias al movimiento ilustrado, surge el concepto de lo público y los museos: las grandes colecciones reales ya no son propiedad privada del rey, sino de la nación. Se desarrolla la idea de que el arte ha de ser de dominio público, de que todos tienen derecho a contemplar las obras y a mejorar gracias a ello su educación como ciudadanos. La aparición de los grandes museos va acompañado de instituciones y establecimientos privados como salones, galerías de arte, revistas, enseñanza en academias y universidades Será en la época contemporánea cuando el artista alcanzará una verdadera independencia, e inicia un camino que le llevará a tener una mayor libertad y que llega hasta nuestros días. El Romanticismo del sxix introduce la idea de genio y artista maldito, una imagen que daría posteriormente la idea del artista-bohemio. El artista de vanguardia se enfrenta contra el tradicionalismo y el academicismo. En el mundo actual el artista no se limita a los medios de expresión habituales, sino que trabaja con los medios más insospechados (desde todo tipo de materias y tecnologías hasta con el propio cuerpo humano). Todo ello ha provocado la incomprensión e incomunicación entre el público y el arte contemporáneo. Otro papel importante en la Historia del Arte lo desempeñan los clientes de los artistas. Es importante saber que las obras de arte estaban destinadas a unos consumidores finales, que podían influir en mayor o menor medida sobre el artista. En la Edad Moderna, a la vez que se implantaba la economía capitalista, un mercado anónimo del arte, en el que el artista realizaba obras sin saber cuál sería su comprador final. Sin embargo, lo normal en la Historia del Arte es que las grandes obras artísticas se realizarán a partir de encargos concretos por parte de instituciones o personas y cuyas exigencias quedaban bien claras. La monarquía, la nobleza y los poderes religiosos han sido siempre los grandes mecenas y clientes del arte. En ocasiones estas personas podían tener un papel intelectual tan decisivo como el de los propios artistas.
Los grandes teóricos del arte han intentado también responder a la pregunta para qué sirve el arte? La cantidad de respuestas es enorme, aunque destacamos las siguientes ideas sobre la finalidad artística: El arte respondió, en general, a exigencias colectivas, aunque estas estuvieran dominadas por distintos grupos sociales (casta sacerdotal, aristocracia, burguesía). El arte era inteligible al pueblo, ya que tendía a representar la naturaleza en la que las personas se desenvolvían, aunque esa naturaleza fuera transformada con trucos ópticos o simbolismos. En la Prehistoria la plástica tenía una función propiciatoria; en Egipto, Asiria, Roma y el absolutismo se exaltaba el poder de sus gobernantes; en el arte Paleocristiano y Románico el arte tenía una clara función docente. En los siglos XIX y XX, con el ascenso de la burguesía al poder político, el arte adquiere un valor de cambio, perdiendo su tradicional valor de uso. El arte se convierte en objeto de inversión especulativa, prestigio social, predominando la función esencialmente decorativa. La peculiaridad del lenguaje plástico y visual: Materiales, técnicas y elementos formales. Importancia del lenguaje iconográfico. En el proceso creativo de la obra de arte, el artista debe conocer y desarrollar los siguientes elementos: La técnica: el grado de destreza manual. Los conocimientos técnicos influyen en el aspecto de una obra. Cada material exige una técnica determinada y hay que conocerla. Entenderemos por técnica la manera con que el artista hace vivir las formas en la materia. Para algunos autores, como Semper, podemos estudiar la evolución de la Historia del Arte acudiendo a la evolución de las técnicas y materiales empleados. El material: la materia influye en la forma, ya que no puede obtenerse con cualquier material, y la elección del material implica una cierta intencionalidad.
La idea: entendido como el tema o contenido, ha sido la base de un buen número de escuelas descriptivas, simbolistas e iconológicas. La forma: la forma está determinada por la materia, la técnica y el poder creador del artista que la realiza según su voluntad y conforme a una idea. Son estas formas artísticas las que definen un estilo concreto, al repetirse durante un cierto tiempo o ser constante en las obras de un país o artista. Al estudio de los temas figurados e identificar el contenido que aparecen en las obras de arte se dedican dos ciencias: iconografía e iconología. Establecer una separación nítida entre ambas es difícil ya que las dos se complementan. Edwin Panofsky, padre de la iconología, las define de esta manera: La iconografía se ocupa del contenido temático o significado de las obras de arte en cuanto a algo distinto de su forma; el historiador deberá indagar y descubrir las analogías internas existentes entre fenómenos tan heterogéneos, en apariencia como la literatura, las artes, la filosofía y los acontecimientos sociales, políticos y los movimientos religiosos. Panofsky estableció un método iconológico que analiza lo señalado: 1. Descripción preiconográfica: consiste en una descripción de los elementos que integran las obras, de las expresiones y gestos de sus protagonistas. Para este primer paso tan sólo precisamos de la utilización de nuestros sentidos. 2. Análisis iconográfico: implica la identificación de las imágenes, las historias y alegorías de las obras. Este segundo paso será meramente descriptivo, nunca interpretativo. Para poder llevarlo a cabo con eficacia es necesario tener un bagaje literario y cultural que nos haya permitido estar familiarizados con estos temas y, de esta manera, poder clarificar como ha variado la manera de representarse a lo largo de la historia. 3. Análisis iconológico: si en el proceso anterior analizamos el origen y variación del tema, en este lo que hacemos es penetrar en el significado del mismo, el mensaje que se quiso transmitir a través de la obra de arte. Por tanto la iconología consiste en rastrear en documentos escritos el origen de esos símbolos para interpretar el significado de las obras en el contexto que fueron creadas.
Aplicación de un método de análisis e interpretación de obras de arte significativas en relación con los estilos y con artistas relevantes.