TEMA 2.- LA FILOSOFÍA DE PLATÓN Historia de la Filosofía Curso 2016-2017 1. Génesis del pensamiento de Platón 1.1 Circunstancias históricas. Platón (428-347 a.c.), cuyo nombre era Aristocles, nació en Atenas en el seno de una familia aristocrática que descendía, por parte paterna, de Codro, último rey ateniense, y, por parte materna, del legislador Solón. Desde niño recibió una esmerada educación y, entre sus profesores destacó Crátilo, que le instruyó en las tesis básicas de Heráclito. Sin embargo, fue su encuentro con Sócrates, cuando Platón tenía apenas veinte años, lo que hizo que decidiera dedicarse por entero a la filosofía siguiendo, al principio, las enseñanzas de su maestro, al que acompañó hasta su muerte. Contextualizar la filosofía platónica nos lleva, en primer lugar, a destacar la influencia decisiva de las dos grandes guerras que implicaron a las polis griegas de la época: las guerras médicas y la guerra del Peloponeso. Las guerras médicas enfrentamientos entre persas y griegos durante la primera mitad del siglo V a.c.- supusieron el inicio de la decadencia del Imperio persa y de la creciente hegemonía de Atenas en el orbe griego, con la consiguiente desconfianza de Esparta. Esta superioridad ateniense será definitiva a partir del 465 a.c., año en el que se produjo el triunfo de las polis griegas frente a los persas. La nueva situación propició el estallido de las guerras del Peloponeso (431-404 a.c.) poco antes del nacimiento de Platón y que enfrentarán a una Esparta que no quiere perder protagonismo con una Atenas que desea perpetuar su dominio. Las guerras del Peloponeso no sólo significaron la lucha entre Esparta y Atenas por alcanzar la supremacía económica y militar de una ciudad sobre otra, sino que también reflejaron la oposición entre dos modelos sociales antagónicos: la aristocracia espartana frente a la democracia ateniense. Atenas fue derrotada en el año 404 a.c. y Esparta impuso el régimen de los Treinta Tiranos. Este, presidido por Critias, ejerció tal represión sobre los atenienses que apenas duró ocho mese y provocó la vuelta a la democracia. Esta misma democracia sería la que, poco después, condenaría a muerte a Sócrates en el año 399 a.c. Todos estos acontecimientos impulsaron a Platón a comprender la necesidad de reformar la vida de la polis para que la tiranía o los atropellos cometidos en nombre de la democracia no volviera a repetirse en Atenas. En sus numerosos viajes, recibió diferentes influencias culturales, filosóficas y religiosas que perfilarán y madurarán su propuesta filosófica. en el año 387 a.c., y de regreso a su ciudad, Platón fundó la Academia, centro de estudios filosóficos inspirado en las comunidades pitagóricas. La Academia simbolizará el ideal filosófico de Platón: la educación, destinada a formar élites ciudadanas que entendieran que la política ha de ejercerse con el propósito de contribuir a la existencia de ciudadanos justos en una polis que, a su vez, sea justa. Dicho ideal de justicia responderá a la objetividad del bien, máximo grado de conocimiento al que se ha de aspirar. 1.2. Influencias en su pensamiento. La filosofía de Platón manifiesta una clara influencia de los pitagóricos y de Heráclito, ya que desde niño estuvo familiarizado con esas tesis, y de su maestro Sócrates en los aspectos morales de su pensamiento. Heráclito. Platón, en sus primeros años de formación, recibió las enseñanzas de Crátilo, discípulo de Heráclito. Este último propuso la idea del fluir, de la contingencia y el devenir del mundo físico, así como la imposibilidad del conocimiento real. Eléatas. Platón conoció el eleatismo a través de los megáricos (Euclides de Mégara). Es posible que Platón tuviera contacto con estas tesis en su viaje a Megara. Los eléatas, filósofos 1
pertenecientes a escuelas presocráticas cuyo máximo exponente fue Parménides, sostuvieron la inmutabilidad del ser y negaron el cambio, que presentaban como mera apariencia. Platón, con su dualidad de mundos, proponía una primera solución a la problemática sobre el ser y el devenir propuesta por Heráclito y Parménides. Pitagóricos. El pitagorismo influyó mucho en Platón sobre todo en lo referente al dualismo antropológico y a su afirmación sobre la inmortalidad del alma. El ascendiente pitagórico desplazó progresivamente la influencia de Sócrates en el pensamiento de Platón. Sócrates. Platón adoptó de Sócrates el empleo de la inducción como método de formación de los conceptos universales, así como la necesidad de formular las esencias de las cosas y de poder plasmarlas en definiciones. Se puede señalar una clara influencia socrática en su dedicación a cuestiones morales y políticas, pues Platón estuvo, al igual que su maestro, muy interesado por el relativismo ético y gnoseológico propugnado por los sofistas. Los primeros diálogos escritos por Platón presentaban un marcado ascendiente socrático tanto en su trama como en sus contenidos. 1.3. Obras Las obras de Platón están escritas, en su mayoría, en forma de diálogos en los que conversan diferentes personajes de la época. Siguen una estructura común y una metodología socrática basada en la ironía y la mayéutica, su modo de ir sacando la verdad al exterior. Los diálogos suelen clasificarse cronológicamente, según los periodos históricos en los que fueron escritos, al hilo de los diferentes avatares de su vida, y evidencian la madurez de su pensamiento. Diálogos socráticos Clara influencia socrática en sus temas y en su intento de rehabilitar públicamente la figura de su maestro. Apología de Sócrates Critón Laques Eutifrón Ión Protágoras Lisis Cármides República I Diálogos de transición Abandono progresivo de la influencia de Sócrates aunque este aparece como personaje principal de los diálogos. Surgen cuestiones políticas y primeros esbozos de su teoría de las ideas. Menón Gorgias Eutidemo Hipias menor Hipias mayor Crátilo Menexeno Diálogos de madurez Aparecen los temas fundamentales de Platón: la teoría de las ideas, las funciones y características del alma y su teoría política. Banquete Fedón República II-X Fedro Diálogos de vejez Supervisión de sus teorías con aportaciones como el demiurgo y la revisión del marcado idealismo de su teoría política. Teeteto Parménides Sofista Político Filebo Timeo Critias Leyes 2
2. Metafísica. El punto de partida de la filosofía platónica se apoya en la distinción entre apariencia y realidad propuesta en el debate entre Heráclito y Parménides. Este problema puede explicarse mediante la dicotomía que se establece entre el ser y el conocer. Sólo es posible un conocimiento científico de aquello que es inmutable, no sujeto a cambio y, por tanto, necesario. De lo mutable y contingente no es posible tener ningún conocimiento, solo mera opinión. Sócrates trató de solucionar esta cuestión mediante la utilización de conceptos universales. Estos expresarían las esencias de las cosas y, por tanto, quedarían al margen de toda contingencia y cambio. Para Sócrates es innegable que se puede alcanzar un conocimiento de esas esencias. La ciencia es posible, y dejarlo todo en manos de la opinión es propio del relativismo de los sofistas. Platón continúa la línea emprendida por su maestro al llevar esta discusión no sólo al plano del conocer sino también al del ser. Estas esencias o conceptos universales, que tienen las características del ser de Parménides, no son solo el resultado de un proceso lógico de conocimiento, sino que están más allá de la realidad física, tienen rango de auténtica realidad, es decir, rango ontológico. Platón da razón de un mundo sensible, cambiante, en el que no cabe opinión, y un mundo inmutable, con auténtica realidad, aunque no de carácter físico, en el que la ciencia es posible. Para Platón, el ser y el conocer constituyen un mismo plano de acercamiento a la realidad. En esta reflexión centra Platón su teoría de las Ideas o estructura de la realidad. La teoría de las Ideas constituye el tema central de la filosofía platónica y el sustrato de todos los temas que la componen. 2.1 Las ideas. Para Platón, idea es una realidad extramental con realidad objetiva y no una mera construcción mental, con existencia sólo en la mente. Las Ideas representan el verdadero ser de las cosas y son el objeto de la ciencia. Siguiendo a Platón, consideraremos la existencia de cosas sensibles que son bellas. La Idea de Belleza no es un concepto mental formado a partir de esa multitud de cosas bellas, sino que existe por sí misma, en otra realidad distinta y no física, y con independencia de las cosas bellas. Las ideas son causa de la existencia de las cosas sensibles. Por tanto, las ideas también se pueden definir como las esencias de las cosas, como causas de las cosas y el verdadero valor de las cosas. 2.2. Características de las Ideas. Las Ideas son las causas de las cosas. Así, hay cosas bellas porque estas participan de la Idea de Belleza. Platón extendió esta característica a todas las cosas del mundo sensible, aunque sometiera a autocrítica esta cuestión. Así, por ejemplo, hay árboles porque participan de la Ida de árbol. Por tanto, las Ideas, al ser causa de las cosas, constituyen también la norma para valorar las cosas ya que, siguiendo con el ejemplo de la Idea de Belleza, esta no depende de las cosas bellas, sino que se presenta como el criterio para discernir si algo es bello o no. Dicho de otra manera, nos puede gustar algo porque es bello pero no es bello porque nos guste. Las ideas objetivan el valor de las cosas. Las ideas son eternas. Las Ideas, el ser eterno que no nace jamás, son inmutables y, por tanto, eternas. Las cosas sensibles, las que nacen siempre y no existen jamás, son mutables y perecederas. Sólo las Ideas tienen verdadera existencia. Las Ideas son aprehendidas por el entendimiento. En el mundo de las cosas sensibles, sujetas al devenir, no es posible la ciencia, sino sólo la opinión, pues están bajo el imperio de los sentidos. Las Ideas, por tanto, son el verdadero conocimiento que sólo es posible mediante el entendimiento que otorga esas características de universalidad y necesidad. El ser y el conocer constituyen un mismo plano de 3
acercamiento a la realidad. El ser es la Idea y sólo hay conocimiento de lo que es, que es la Idea. Las Ideas están jerarquizadas. Existen tantas Ideas como cosas participan de ellas. Por tanto, las Ideas son infinitas, como lo pueden ser las cosas del mundo físico. Pero, para Platón, al igual que existe un cierto grado de perfección en las cosas sensibles ( no es lo mismo un árbol que una flor), también se da un grado de perfección en las Ideas y hace que estas se organizan de forma jerárquica. En la cúspide está la Idea de Bien, que Platón identifica con la Idea de verdad y belleza. Lo bueno, por ser bueno, es al mismo tiempo verdadero y bello. 2.3. Mundo sensible y mundo de las Ideas. Platón defiende una visión dualista de la realidad en la que esta queda dividida en dos partes: una realidad extramental, que acogería las Ideas y que denomina mundo de las Ideas (mundo inteligible o mundo de las formas), y un mundo físico que daría cobijo a las cosas y que denomina mundo sensible. El mundo de las ideas. Posee las características propias de las Ideas (inmutabilidad, eternidad) y no puede ser percibido por los sentidos, sino que solo es cognoscible por el entendimiento. El mundo sensible. Es mutable, engendrado, puede ser percibido por los sentidos y depende del mundo de las Ideas, ya que las cosas de este mundo participan de las ideas correspondientes al mundo de las Ideas. Cómo interactúa un mundo sobre otro para actualizar o dar razón explicativa de esa participación? Platón dibuja dos realidades indisolubles y, siendo consciente del problema, recurre a una figura pseudodivina que denomina demiurgo. Este se erigiría como un principio ordenador que, tomando como modelo las Ideas, originaría las cosas del mundo sensible. Platón no especifica con claridad la ubicación e este demiurgo, pues situarlo en un mundo o en otro dejaría sin resolver el problema descrito. Lo inmaterial, la Idea, no pude dar lugar a algo material, a las cosas del mundo sensible pues, para los griegos, la creación desde la nada (ex nihilo) no es concebible. Por este motivo, para explicar la manera de actuar del demiurgo es preciso aclarar lo siguiente: la materia preexiste como receptáculo de esa materia. De esta manera, el demiurgo ordena dicha materia caótica al igual que el barro cobra forma en las manos del alfarero. Platón ejemplifica su dualidad de mundos con el Mito de la caverna. Platón comienza el libro VII de la República pidiendo al lector que se imagine una caverna subterránea, con cierta abertura por donde entra la luz del sol, con unos hombres prisioneros desde la niñez, inmovilizados por unas ataduras que sólo les permiten mirar hacia la pare del fondo. A sus espaldas, fuera de la caverna y oculto tras un muro, un camino por donde circulan hombres libres que transportan estatuas de hombres y de animales. La débil luz de una hoguera proyecta sobre la pared del fondo las sombras de esas esculturas que sobresalen por encima del muro, y esas sombras es todo lo que han visto los prisioneros a lo largo de su vida. Al llegar a este punto, Platón nos descubre que nosotros somos semejantes a los prisioneros, vivimos en un mundo de sombras y lo que tomamos por real es apariencia. en correspondencia con la realidad están los diversos grados de conocimiento, desde las apariencias sensibles de los prisioneros (doxa) hasta el conocimiento del mundo de las ideas representado por el sol (episteme). A la contemplación del sol llega el alma por el camino de la dialéctica. Si alguien, después de haber subido a la luz del sol, vuelve al interior de la caverna, será incapaz de ver bien, a causa de la oscuridad. Y si tratase de liberar a sus compañeros, que aman la oscuridad y consideran que las sombras son la verdadera realidad, darían muerte al inoportuno liberador (alusión a Sócrates). De ahí la importancia que da Platón de enseñar valores absolutos a los jóvenes, para librar a la juventud de pasar la vida en el sombrío mundo del error, la falsedad y el prejuicio. Tal educación es primordial para ocupar cargos públicos. 4
3. Teoría del Conocimiento. 3.1. Objeto y grados del conocimiento. Sólo es posible el conocimiento de aquello que es inmutable, universal y necesario. Por tanto, el verdadero conocimiento solo puede darse en el mundo de las Ideas, pues éstas gozan de las características propias del conocimiento científico. Las cosas sensibles, sujetas al cambio, son solo susceptibles de opinión. El conocimiento científico recibe el nombre de episteme; la opinión recibe el nombre de doxa. Los grados del ser se identifican con los grados del conocer. El ser en el plano ontológico se corresponde con la episteme en el plano epistemológico. Solo la idea es, solo la ciencia es conocimiento. El no-ser no es cognoscible. El no-ser en el plano ontológico se corresponde con la ignorancia en el plano epistemológico. De lo que no es no se puede saber nada. Platón sitúa las cosas del mundo sensible en un estado intermedio entre el ser y el noser y las ubica en un llegar-a-ser, ya que no son como las Ideas, pero tampoco se engloban en un no-ser absoluto. El llegar a ser en el plano ontológico se corresponde con la doxa en el plano epistemológico. Platón expone los grados del saber y su relación con los grados del ser en el denominado símil de la línea expuesto en la República. En el plano de la doxa, correspondiente al mundo sensible, Platón distingue dos subniveles: - Imaginación (eikasía), conocimiento del mundo de las imágenes y sombras. Platón entiende por imágenes aquellas que se forman por reflejo de las cosas. Las sombras serían imágenes mentales confusas que se dan en hombres embotados. - Creencia (pistis), conocimiento de las cosas del mundo sensible. En el plano de la episteme, correspondiente al mundo inteligible, distingue dos subniveles: - Pensamiento (dianoía), que tiene por objeto el conocimiento de los entes matemáticos. - Entendimiento (nóesis), que tiene por objeto el conocimiento de las Ideas o formas. 3.2. Métodos para conocer las Ideas. Platón explica diversos modos o métodos para llegar al conocimiento de las Ideas. a) El recuerdo o reminiscencia.- Conocer es recordar. Este camino entronca con la antropología platónica, pues relaciona el conocimiento de las ideas con el alma. El alma preexiste en el mundo de las Ideas, las contempla, las aprehende, pero olvida todo ese conocimiento al verse encarcelada en un cuerpo. El olvido, por su parte, no trae consigo la desaparición de ese conocimiento, de ahí que esos recuerdos, que llamamos saber, bastan, si se tiene valentía y tenacidad, para recuperar lo ya sabido. b) La dialéctica.- Entendida en su aspecto lógico, constituye un proceso de preguntas y respuestas, análisis y síntesis que llevan al conocimiento y, en su aspecto ontológico, configura un proceso que, prescindiendo de los sentidos pero no de la razón, se eleva a la esencia de las cosas, las diferentes Ideas, hasta llegar al conocimiento del Bien en sí, idea suprema. c) El amor.- El objeto del amor es la belleza. Por eso, desde la primera juventud hay que dirigirse hacia los cuerpos bellos, enamorándose de uno solo y comprendiendo que la belleza de los diversos cuerpos es la misma. Posteriormente, se debe pasar de esa belleza corporal a la belleza más sublime del alma, y de esta a la belleza de las normas de conducta y las leyes, prosiguiendo por el amor a las ciencias y, de este amor, discernir una única ciencia que no es otra que la belleza en sí. d) La filosofía como purificación.- En el Fedón se señala que no es posible conocer nada de una manera pura, pues en el conocer el alma siempre está acompañada por el cuerpo y esta es engañada por él. Por tanto, es necesario separar el alma del cuerpo, acostumbrando al alma a concentrarse en sí misma con el fin de purificar toda afectación sensible y corporal. Solo con la muerte, el alma queda sola en sí misa. Por 5
eso el filósofo no teme la muerte, ya que esta supone la posibilidad real de contemplar de nuevo la Ideas tal cual son. 4. El problema del Hombre: dualismo antropológico. El dualismo ontológico platónico se plasma en los grados del conocimiento: mundo de las ideas, episteme; mundo sensible, doxa. Este dualismo ontológico tiene su correspondencia en las tesis platónicas sobre el ser humano, que Platón presenta como un compuesto indisoluble de alma y cuerpo en el que el alma está encarcelada en una prisión que es el cuerpo. Esta unión es accidental y transitoria. Alma y cuerpo, por tanto, constituyen realidades heterogéneas. El cuerpo es material y pertenece al mundo sensible. El alma, por su parte, es espiritual y encuentra en el mundo de las ideas su lugar natural. El alma se configura como el principio que anima el cuerpo, y este, por sí mismo, es inanimado, pues recibe desde fuera su movimiento. Por tanto el alma tiene en sí misma el principio de movimiento y, por ese motivo, es inmortal e ingénita. 4.1. La inmortalidad del alma. En el Felón Platón sistematiza diversos argumentos para demostrar la inmortalidad del alma: La sucesión de contrarios: cada cosa nace o se origina de su contrario. Así, por ejemplo, lo que se hace mejor procede de ser antes peor, y lo más justo, de lo injusto. A la muerte debe suceder la vida, y así como el alma cuando preexiste en el mundo de las Ideas muere al quedar encarcelada en el cuerpo, del mismo modo vivirá cuando ese cuerpo muera y se separe de él. El alma como principio de vida: el alma trae la vida al cuerpo, es principio de vida y participa de esta, pues no puede tener consigo lo contrario, que es la muerte, por la misma razón que las ideas no encierran en ellas lo contrario de lo que son. La Idea de Bien no puede tener en sí misma algo que no sea el bien. El alma no puede contener la muerte; por lo tanto, es inmortal. La reminiscencia: si conocer es recordar, es necesario que hayamos aprendido lo que recordamos en un tiempo anterior. Esto sería imposible si el alma no preexistiera antes de verse encarcelada en el cuerpo. Según esto, el alma es inmortal. La semejanza del alma con las Ideas: el alma preexiste en el mundo de las Ideas. Comparte sus características en lo que se refiere a la eternidad. El dominio sobre el cuerpo: si la muerte supusiera la desaparición del alma y no solo del cuerpo sería una gran suerte para los que hacen el mal librarse, al mismo tiempo, del alma y del cuerpo al morir. Es necesario, por tanto, que sea inmortal, no quedándole al alma más remedio que purificarse mientras está encarcelada. 4.2. Las funciones del alma. Definida la inmortalidad del alma y señalado el mundo de las Ideas como su morada natural, Platón desarrolla su teoría del alma humana recurriendo a los mitos, ya que describir de forma directa el alma presenta una enorme complejidad porque esta solo se da a conocer por sus operaciones. En la República y en el Timeo, y en el mito del auriga o del carro alado en el Fedro, Platón define las funciones del alma, a las que otorga un marcado carácter ético. Platón se muestra aquí como un gran conocedor de las pasiones humanas y resuelve, al mismo tiempo, la contradicción existencial que se da en el ser humano entre lo racional y lo pasional. En el mito del auriga, Platón presenta al alma como una fuerza natural que mantiene unidos un carro con su auriga. El conductor del carro guía a una pareja de caballos, uno hermoso y bueno y otro que es todo lo contrario. De esta comparación surgen las tres funciones del alma: Alma racional. Representada por el auriga, es la más noble y su función es guiar a las otras almas. Situada en la cabeza (conocimiento), es inmortal y su virtud es la prudencia. Las otras dos almas, mortales, perecen con el cuerpo. 6
Alma irascible. Representada por el caballo hermoso y bueno, simboliza el valor y la voluntad. Situada en el pecho, es fuente de pasiones nobles y fácil de conducir. Su virtud es la fortaleza. Alma concupiscible. Representada por el caballo feo y malo, simboliza las malas pasiones y es difícil de conducir. Situada en el bajo vientre, tiene como virtud propia la templanza. 5. La Ética. Platón afirma en el Timeo que todos los seres humanos aspiran a la felicidad. La ética platónica, al igual que la de todos los griegos, es eudemonista. Por eso, lo primero será delimitar en qué consiste esta felicidad o cómo podemos ser verdaderamente felices. En el Filebo Platón se sitúa en una postura intermedia entre el hedonismo y el ascetismo. En este diálogo, Sócrates apuesta por la felicidad como sinónimo de sabiduría y Protarco, por su parte, defiende la felicidad como mera consecución de placeres. Platón defenderá una suma equilibrada de placer y de sabiduría según las características esenciales del Bien propias de la mentalidad griega: la medida, la verdad y la belleza. El resultado será vivir una vida prudente y sabia, en la que los placeres constituirán un complemento de felicidad y estarán ordenados por la razón. La consecución de la felicidad, del sumo bien, requiere la puesta en práctica de la virtud, entendida esta como armonía en el alma, es decir, que cada parte cumpla con su función. Alma racional Alma irascible Alma concupiscible Virtud: prudencia Virtud: fortaleza Virtud: templanza Actitud que permite Discernimiento sobre Moderación de los discernir entre el bien y el mal según las circunstancias. aquello que se debe o no temer. Capacidad de sufrimiento para la apetitos y placeres. consecución del deber. El resultado de esta armonía originará la virtud de la justicia, virtud principal y garante de la ordenación de las tres funciones del alma. El resultado constituirá la salud del alma. No obstante, Platón recoge diversas articulaciones de lo que debe ser la virtud y también la entiende como conocimiento y purificación: - Virtud como conocimiento: siguiendo las tesis de Sócrates, sólo es posible realizar el bien si este se conoce con anterioridad. Aunque sea necesario ese conocimiento, Platón no comparte el intelectualismo moral de Sócrates, de ahí la necesidad de una vida virtuosa que lleve al cumplimiento del bien conocido. - Virtud como purificación: acorde con su teoría de las Ideas y su dualismo antropológico, la virtud debe ser entendida como un desprendimiento del cuerpo por parte del alma. Solo mediante la contemplación de las ideas puede alcanzarse la felicidad en su plenitud. 6. Política Para los griegos, los individuos eran seres sociales por naturaleza. En la polis encontraban el medio para atender sus necesidades primarias y para protegerse. La felicidad no puede alcanzarse de manera aislada, por tanto, como la vertiente social del hombre es una realidad, Platón dedicó casi la totalidad de su diálogo la República y las Leyes a abordar el modo de articular esa vida en sociedad, no solo para la consecución de la felicidad, sino también para formar hombres justos y para, en consecuencia, lograr una sociedad justa en su conjunto. 7
Esta afirmación también posee, en Platón, un recorrido inverso: solo es posible la existencia de hombres justos si la sociedad lo es. La noción de justicia pasará a ser entonces el eje vertebrador de ese modo de organizar la sociedad. Al igual que la armonía de las diversas funciones del alma da lugar a un ser humano justo, la sociedad justa será aquella en la que cada parte cumpla la función que le es propia. La ciudad constituye un organismo heterogéneo que necesita una unidad y un orden. Para conseguirlos se asignará a cada parte de ese todo la función que le corresponda para el bien de todo el conjunto. Cada uno debe atender en la ciudad aquello para lo que esté mejor dotado: A los dotados con la virtud de la templanza, predominio del alma concupiscible, les corresponde la clase inferior debido a que son más numerosos, no por elitismo. A este grupo se le asigna el desempeño de funciones manuales destinada a cubrir las necesidades materiales de los habitantes de la ciudad: artesanos, carpinteros, comerciantes, etc. Esta clase puede poseer bienes propios y familia. A los dotados con la virtud de la fortaleza, predominio del alma irascible, les corresponde la clase de los guardianes. Su misión es velar por la seguridad de los habitantes de la ciudad y defenderlos de los posibles ataques enemigos. A los dotados con la virtud de la prudencia, predominio del alma racional corresponde la clase de los gobernantes. Estos ejercen su poder sobre las restantes clases y son los encargados de la legislación, la administración y la educación de la polis. Los gobernantes tienen que poseer el conocimiento de la dialéctica y su conducta ha de ser irreprochable. Por eso, esta clase debe de estar integrada por los filósofos. Platón plantea una estructura social organizada jerárquicamente en la que las leyes hagan prevalecer el bien común sobre el bien particular de los individuos; por tanto, las leyes serán flexibles y acordes con las necesidades que se planteen. Su cumplimiento se basará, de este modo, más en argumentos racionales que en penas disuasorias. Por ello, el Estado platónico es, esencialmente, un gran organigrama educativo. 6.1. Formas de gobierno. El gobierno ideal es, para Platón, la monarquía ejercida por un rey-filósofo. Un peligro constante de la monarquía es la ambición política de los guardianes, que pueden usar su fuerza miliar para hacerse con honores y puestos del gobierno. A ese abuso se le denomina timocracia y puede degenerar en oligarquía, si los guerreros, no conformándose con el poder, se hacen también con riquezas. Pero, como los ricos son pocos y los pobres son muchos, lo normal es que éstos se subleven e instauren la democracia. En democracia todos participan en el gobierno, pero cada uno busca su provecho y esto se convierte en la lucha del todos contra todos. Este caos abre la puerta a la tiranía o gobierno del más fuerte. LOS QUE GOBIERNAN CUMPLEN LAS LEYES INCUMPLEN LAS LEYES Uno Monarquía Tiranía Unos pocos Aristocracia Oligarquía Todos Democracia Demagogia 8