3.- Justificación del texto desde la posición filosófica del autor. Propuesta 1 La alegoría de la caverna tiene tres sentidos: a) Ontoepistémico. La caverna será el mundo sensible y la luz del fuego que hay en ella es lo que hace posible el conocimiento a través de los sentidos. La realidad exterior sería el mundo de las Ideas y el sol representa la Idea del bien que es lo que hace posible el conocimiento de las Ideas. b) Antropológico. La caverna representa el cuerpo en el que el alma está encerrada. El esclavo liberado representa el recorrido que ha de hacer el alma para volver al mundo de las Ideas. c) Éticopolítico. El esclavo liberado que consigue conocer las Ideas representa al filósofo que tiene una función pedagógica y dirigente. El filósofo ha de ser quien gobierne porque, al ser quien tiene el conocimiento del Bien, necesariamente obrará con justicia. Considero adecuado justificar este texto desde la teoría del conocimiento de Platón. Pero antes expondré un breve resumen de la teoría de las Ideas de Platón. Se trata del núcleo de todo su pensamiento. De esta teoría se desprenden tres rasgos del pensamiento platónico: 1.- El idealismo. Las Ideas son anteriores a las cosas sensibles. Son los moldes, el modelo de acuerdo al cual han sido hechas las cosas sensibles, con la intervención del demiurgo. Las Ideas son objetivas, perfectas, inmortales e inmutables. Así es la verdadera realidad, mientras que las cosas sensibles solo imitan o participan de las Ideas en mayor o menor grado. 2.- El espiritualismo. Las Ideas son el fin, la meta a la que ha de llegar nuestra alma si se libera de los placeres sensibles, si consigue salir de ese cuerpo en que se encuentra prisionera, porque el lugar natural del alma es el mundo de las Ideas. 3.- El ejemplarismo. Las ideas están jerarquizadas y en la cima de todas ellas se encuentra la Idea del Bien. Y hay que conocer el bien si queremos ser justos en lo privado y en lo público.
La teoría platónica del conocimiento es dualista, es decir, distingue dos tipos de conocimiento: 1. Conocimiento sensible. Es un conocimiento engañoso, que no nos ofrece la verdadera realidad. Es el conocimiento que obtenemos cuando nos dejamos llevar por los sentidos y no usamos la razón. Este conocimiento nos ofrece sólo apariencias. Es un conocimiento imperfecto y engañoso y sólo nos permite obtener opiniones (Doxa). 2. Conocimiento intelectual. Es el conocimiento verdadero. Es el que obtenemos cuando nos desligamos de los sentidos y utilizamos la razón. Este conocimiento nos ofrece la verdadera realidad, que son las Ideas. Sólo este conocimiento nos permite obtener la ciencia (episteme), porque es el que nos lleva a los conceptos universales. Lo importante de la teoría platónica es que, según él, el conocimiento intelectual es anterior al sensible. Esto se denomina idealismo. El alma pertenece al mundo de las Ideas y tenía el conocimiento de éstas antes de unirse al cuerpo, pero lo pierde al encarnarse en un cuerpo. Si lo persigue, lo recuperará. Conocer es recordar. El conocimiento es reminiscencia. Pero para conseguir recuperar el conocimiento de las Ideas hay que seguir un camino marcado por el esfuerzo, desde la ignorancia hacia la sabiduría. Este camino se denomina dialéctica, y pasa por cuatro fases. Dos de ellas pertenecen al conocimiento sensible (doxa) y son: -Imaginación, o conocimiento de imágenes (eikasía). Es el conocimiento que sólo nos permite obtener imágenes de la realidad que otros nos proyectan. Es el conocimiento que tenemos cuando simplemente repetimos las opiniones de otros como si fueran reales. Es la situación en que se encuentran los esclavos encadenados en el mito de la caverna. -Creencia (pistis).- Es el conocimiento que obtenemos directamente de nuestros sentidos. Es la situación que se encuentran los esclavos cuando conocen los elementos causantes de las sombras que se proyectaban en las paredes de la caverna. Las otras dos fases pertenecen al conocimiento intelectual (episteme) y son: -Cto. discursivo (dianoia).- Es el conocimiento que se basa en la razón, pero que se apoya en hipótesis. Da por supuestas algunas ideas y se dirige a partir de ellas hacia las cosas sensibles. Es la situación en que se encuentra el esclavo cuando se aproxima a la boca de la cueva y ve las cosas iluminadas por el sol, pero no puede mirar directamente a éste. -Inteligencia (noesis).- Es el conocimiento de las Ideas mismas, que no va de las hipótesis hacia las cosas, sino hacia arriba, hacia las ideas mismas. Es el que nos enfrenta a la Idea del Bien y el que nos lleva a darnos cuenta de que ésta es la causante de todo lo demás. Es la situación en que se encuentra el esclavo que sale de la caverna y mira directamente al sol. Lo que mueve al ser humano a caminar desde la ignorancia hacia la sabiduría es el Eros, el amor, entendido como el reconocimiento de aquello de lo que se carece y su búsqueda. Para Platón la dialéctica no es sólo diálogo para llegar a la verdad sino también un proceso de purificación del alma. La dialéctica tiene una doble dirección:
Ascendente, que consiste en la indagación del principio del que dependen todas las hipótesis, en la búsqueda de una realidad que no necesita de ninguna otra para existir. Descendente, que consiste en extraer las consecuencias de ese principio para vivir de una manera justa. Éste es el motivo por el que los que han ascendido al mundo de las Ideas, y han contemplado la Idea del Bien, deben regresar a la caverna a liberar a los demás prisioneros de sus prejuicios. Y eso a pesar de que, al bajar a la oscuridad, los que están encadenados se van a reír de ellos cuando les cuenten lo que han visto, e incluso querrán matarlos. Propuesta 2 A los griegos les resulta difícil concebir al hombre en estado de aislamiento. Por eso el hombre es un animal esencialmente social, que encuentra en la agrupación con sus semejantes el complemento indispensable para atender sus necesidades. Precisamente por esa razón, los griegos no hacen separación entre la ética y la política, ya que las virtudes morales sólo son posibles en la polis. La virtud moral es el dominio de las pasiones a través de la razón, pero también es armonía: el equilibrio entre las tres partes del alma. El dualismo establecido por Platón entre el Mundo sensible y el Mundo de las Ideas se traduce, en el caso de su antropología, en el dualismo entre cuerpo y alma. El cuerpo es de naturaleza material, es la raíz de todo mal, porque crea necesidades al alma y le impide buscar la verdad. Así pues, queda claro que para Platón el cuerpo es la tumba y cárcel del alma. El cuerpo es una pesada carga de la que tiene que liberarse poco a poco (purificación) para poder acceder a la contemplación de las Ideas. El alma es superior al cuerpo; es quien lo anima y mueve, ya que éste es de por sí inanimado (sin vida). La vida humana comienza cuando el alma cae al cuerpo transmitiéndole, así, la vida. La unión cuerpo-alma es un estado accidental y transitorio, porque el lugar propio (natural) del alma es el Mundo de las Ideas, y su actividad es la contemplación de las mismas. De ahí que mientras ésta permanezca unida al cuerpo su tarea fundamental sea purificarse (para que «le vuelvan a salir las alas») que es tanto como oponerse al cuerpo y sus demandas, que es de donde vienen todas las impurezas. El auténtico destino de las almas consiste en la contemplación, en el conocimiento de las Ideas inmutables. Al ser entendida como principio (origen) de conocimiento intelectual, y no como principio vital, Platón tuvo siempre la convicción de que el alma es inmortal y de que existía una vida después de la muerte. Una de las razones que nos proporciona Platón a favor de la inmortalidad del alma es que sólo así es posible que el hombre se haya comportado injustamente, sea castigado y recompensado quien haya sido virtuoso. Para aclarar la relación entre el cuerpo y el alma, Platón nos cuenta el mito del carro alado en el Fedro, este mito pretende representar de forma figurada el conflicto interior humano entre las pasiones corporales y la razón. Según él existen tres tipos de alma: el alma concupiscible y el alma irascible que son mortales y se relacionan con las pasiones corporales y el alma racional que es inmortal y en la que habita el conocimiento. El fundamento de la ética platónica es, sin duda, la doctrina moral de Sócrates, centrada en el cultivo y cuidado del «hombre interior» y en la convicción de que los conceptos morales pueden ser fijados racionalmente mediante definiciones rigurosas. Platón radicaliza esta convicción socrática, atribuyendo a estos conceptos morales (la
Justicia en sí, la Bondad en sí, ) el estatuto de Ideas, cuya realidad y validez objetiva es independiente de las opiniones que cada cual pueda tener acerca de ellas. Platón mantiene que solamente un hombre virtuoso (excelente) puede ser feliz. Esta vida feliz se conseguirá armonizando, en una vida virtuosa, placer y sabiduría. La realización de esta mezcla armoniosa y medida de placer y sabiduría es labor de la razón, que es la verdadera esencia del hombre y, por lo tanto, la que debe regir (mandar) en su conducta. Y lo debe hacer porque es ella la que es capaz de contemplar (conocer) la Idea de Bien que es norma suprema y objetiva de toda ordenación moral. Recordemos que la misión del alma racional es gobernar a la parte anímica y la apetitiva y conseguir que las dos anteriores obedezcan los dictados de la primera; sólo entonces habrá Bien y felicidad. Uno de los principios donde se asienta su teoría política es la correlación entre alma y Ciudad-Estado. El alma es tripartita y tres son las clases sociales que están relacionadas con la satisfacción de las necesidades de los ciudadanos del Estado. 1. Se hacen necesarios los servicios de todos aquellos que satisfacen nuestras necesidades materiales (alimento, vestido, vivienda,...) y a estos Platón los llamará productores. En los productores domina el alma concupiscible y pueden tener propiedades y familia propia. 2. Se requieren los servicios de algunos hombres que se dediquen a la custodia y defensa de la ciudad. Esos que vigilan el orden de la ciudad y la protegen son los Guardianes, en ellos domina el alma irascible. 3. Es necesario el esfuerzo de unos cuantos hombres que sepan gobernar de manera adecuada. Los gobernantes deben legislar y administrar las leyes y la educación. En los gobernantes domina el alma racional, por lo que son los únicos que pueden acceder al verdadero conocimiento. Son los hombres sabios y justos, es decir, los filósofos que acceden al conocimiento dialéctico. Tanto los guardianes como los gobernantes no tendrán bienes propios, tampoco tendrán casa propia, y las mujeres e hijos serán comunes a todos. Recordemos brevemente las virtudes que poseían las tres partes del alma: El alma racional, la prudencia; el alma irascible, la fortaleza o valor; y el alma concupiscible, la templanza o moderación. Para Platón esas son las virtudes que deben poseer, respectivamente, las distintas clases sociales. De esta forma, dependiendo de qué parte del alma predomine en cada ciudadano, así pertenecerá a una clase u otra: si predomina la parte racional, será gobernante; si predomina la parte irascible, será guerrero; y si predomina la parte concupiscible será artesano. Para saber a qué clase social pertenece un individuo Platón recurrirá a la educación (paideía), pieza clave en su sistema político. Educar consiste en hacer girar el alma para que mire donde merece la pena mirar ; es decir, la educación consistirá en liberarse de las cadenas sensibles e ir ascendiendo por los distintos grados de realidad hasta llegar a la contemplación de la verdadera realidad. Ya dijimos anteriormente que la educación es
un proceso largo y gradual, este proceso queda representado en el Símil de la Línea y en El mito de la caverna. Platón insiste en la unidad ética-política, que se manifiesta en la correlación entre alma y Estado. Así, la Justicia en la ciudad y en el individuo consistirá básicamente en lo mismo. La Justicia en el Estado se realiza cuando cada uno de los grupos sociales realiza la función u oficio que le corresponde y la realiza de modo adecuado, esto es, según la virtud que le es propia.