SEMIOLOGÍA HOMEOPÁTICA, LOS SÍNTOMAS, CLASIFICACIÓN, JERARQUIA Dra. Gladys Vallet A. Para cumplir con la alta misión del médico que es curar al enfermo, es imprescindible conocer una terapéutica que se base en principios naturales de indiscutible validez. Es necesario conocer lo que hay de patológico en el paciente. Y lo que hay de curativo en las drogas. El conocimiento del valor curativo de las drogas podemos encontrarlo en las materias médicas, producto de la experimentación pura y en los repertorios que son verdaderos diccionarios de síntomas producidos por las drogas. A través del estudio semiológico, el médico podrá conocer la perturbación mórbida, el trastorno adaptativo que tiene como única forma de expresión, la totalidad sintomática característica del paciente. Y al hablar de la totalidad sintomática característica, nos referimos a síntomas subjetivos y objetivos de naturaleza psíquica funcional y orgánica presentados por ese paciente que es diferente a todos los demás enfermos, aún de aquellos que presentan la misma enfermedad. La semiología clásica en sus diferentes etapas nos conduce al diagnóstico patológico y al pronóstico. De esta determinación derivará un tratamiento que variará naturalmente según los países, los criterios, las costumbres y escuelas. A las diferentes etapas de la semiología clásica: anamnesis, inspección, palpación, percusión, auscultación (Semiotecnia); interpretación de signos y síntomas conducentes a las hipótesis diagnósticas, confirmadas o desechadas por los exámenes complementarios (clínica propedéutica), la Homeopatía Hahnemanniana agrega los signos diagnósticos de la reacción del enfermo. A la semiología clásica le interesa la pesquisa de los síntomas patognomónicos de las enfermedades conducentes al diagnóstico clínico o de enfermedad. El enfoque terapéutico se orienta al cuadro nosológico del paciente; de modo que a los pacientes que presentan una misma enfermedad se les aplicará el esquema terapéutico en uso, con pequeñas variaciones según resistencia, susceptibilidades o contraindicaciones en cada caso. A la semiología homeopática interesan no sólo los síntomas patognomónicos y comunes de las enfermedades, sino especialmente aquellos que expresan de un modo particular la individualidad del sujeto: los cambios de humor, las emociones, los impulsos, los excesos, los rechazos, los deseos, las preocupaciones, las impresiones violentas, los hábitos, la moral; las situaciones ambientales meteorológicas, posturales, sociales, horarias, biográficas, que agravan, mejoran o desencadenan sus síntomas.
El médico homeópata, además de establecer el diagnóstico clínico, necesita especialmente conocer la capacidad reaccional de ese organismo, la manera particular en que tal o cual enfermo hace su enfermedad, pues la homeopatía es ante todo, una medicina de la persona y uno de los pilares de su doctrina es la individualización. El médico homeópata aplica en su totalidad el esquema semiológico clásico, pero difiere en la anamnesis que exige del médico ausencia de prejuicios y sentidos perfectos, atención al observar y fidelidad al trazar el cuadro de la enfermedad. Parágrafo 83 Hahnemann El médico homeópata ve, oye y observa con sus otros sentidos todo lo que haya de alterado o extraordinario en el enfermo. Escribe con exactitud todo lo que el paciente y sus acompañantes le han dicho, en sus propios términos. Guardando silencio les permite decir todo lo que tengan que referir sin interrumpirlos, a menos que se desvíen a otros asuntos. Les indica al principio del examen que hablen despacio, a fin de anotar las partes importantes de lo que digan. Parágrafo 84 1. El enfermo narra al médico el desarrollo de sus sufrimientos. 2.- Los que rodean al enfermo refieren al médico de qué se ha quejado, cómo se ha comportado y lo que han observado en él. 3.- El médico ve, oye y observa con sus otros sentidos lo que halla de alterado o de extraordinario en el enfermo. El médico anota con exactitud todo lo que han dicho, el paciente y sus parientes en los propios términos escuchados. Guardando silencio les permite decir todo lo que tengan que referir y se contiene de interrumpirlos, (74) a menos que se desvíen hablando de otros asuntos. El médico les indica al principio del examen que hablen despacio a fin de que pueda anotar las partes importantes de lo que digan. Constantino Hering en su célebre conferencia publicada en la Biblioteca Homeopática de Ginebra en 1933, indica el método a seguir para recoger en el dédalo anamnéstico y sintomático las desviaciones del estado de salud de un enfermo dado. Escuchar Escribir Interrogar Coordinar La pesquisa e interpretación de los síntomas característicos del paciente constituyen la semiología homeopática y su finalidad es terapéutica. La comparación de los síntomas característicos (notables, singulares, extraordinarios, peculiares) del enfermo con la lista de síntomas de los medicamentos conocidos, permitirá al médico definir cuál es el medicamento más apropiado para realizar la curación. La clave fundamental de la homeopatía reside en oponer a los signos y síntomas más característicos de la reacción individual, los signos y síntomas más característicos de una patogenesia medicamentosa.
LOS SÍNTOMAS Síntomas son todos aquellos que diferencian al hombre enfermo de sí mismo, cuando está sano. Carroll Dunham Definición Síntoma es la expresión espontánea de una perturbación patológica, es un fenómeno que representa un desorden funcional o lesión. Puede ser indagado por el interrogatorio del enfermo (síntomas funcionales) o por examen físico del mismo (signos físicos) (J. Pineros Corpas) (Clínica Semiológica). Para Hahnemann, los síntomas representan la imagen reflejada al exterior de la esencia interior de la enfermedad, son el principal y único medio por el cual la perturbación de la energía vital da a conocer el remedio que necesita para volver al estado de salud. En el parágrafo 6 del Organón dice: En cada manifestación patológica no se perciben, sino las perturbaciones del cuerpo y del alma perceptibles a los sentidos. Estas desviaciones del estado primitivo de salud del individuo, ahora enfermo, que son sentidas por el paciente mismo, observadas por los que le rodean y por el médico, constituyen los síntomas que en totalidad representan y forman la verdadera y única imagen de la enfermedad. Los síntomas son pues, según Hahnemann, la única fuente para conocer la enfermedad, sean éstos subjetivos u objetivos y deben ser removidos en su totalidad para alcanzar el estado de salud. Las enfermedades se expresan solamente por síntomas, y es mediante síntomas como reclaman el agente curativo. CLASIFICACIÓN DE LOS SÍNTOMAS 1.- Objetivos o subjetivos según sean observados por el médico o sentidos y referidos por el enfermo, o ambos a la vez. 2.- Según localización A) Síntomas mentales Parágrafo 189 6 ed. Sin embargo, basta la menor reflexión para concebir que un mal externo no ocasionado por una gran violencia externa, no puede nacer, ni persistir, ni menos empeorar, sin una causa interna y la participación del organismo entero. No podría manifestarse si la salud general no estuviese desarmonizada, con la participación del resto de todos los órganos vivientes; es decir, de la Fuerza Vital que compenetra todas las otras partes sensibles e irritables del organismo.
Su desarrollo, en verdad, no podría concebirse si no fuese el resultado de una alteración de la vida entera; no hay que olvidar qué íntimamente enlazadas están las partes del cuerpo, formando un todo invisible en cuanto al modo de sentir y obrar. No puede, pues, sobrevenir una erupción en los labios o un panadizo sin que precedente o simultáneamente haya algún malestar interior en el plano dinámico o energético del organismo. Parágrafo 210 El estado mental del enfermo debe anotarse entonces como dato importante en la totalidad de los síntomas en todos los casos en que se nos llame a curar, si queremos trazar una imagen exacta de la enfermedad, a fin de poder tratarla homeopáticamente con éxito. a) Emocionales y afectivas: cólera, temor, tristeza, llanto, efectos del consuelo, ansiedad, angustia, conceptos de vida o muerte, felicidad, celos, etc. b) Volitivos: indolencia, abulia, industriosidad. c) Oníricos: sueños. d) Intelectivos: memoria, comprensión, juicio, delirios, etc. B) Síntomas Generales: Expresan la perturbación general del organismo y se expresan en: a) Tono vital: cansancio, debilidad, disminución de fuerza. b) Calor vital: tolerancia al frío y al calor. c) Transpiración: Horario, circunstancia, localización. Características del sudor: olor, viscosidad, cantidad, temperatura, si mancha. d) Sueño: Insomnio, somnolencia, bostezo. Posición al dormir, agitación o intranquilidad, profundidad, salivación, bruxismo, rechinar de dientes, como despierta. e) Sed: Ausencia de sed con boca seca. Sed inextinguible. f) Apetito: Su alteración constituye síntoma si está aumentado o disminuido. Horarios: hambre nocturno, después de comer. Deseos y aversiones por diferentes alimentos. Intolerancias. g) Escalofríos: Horario, circunstancia de aparición, periodicidad, ubicación, ritmo, etc. C) Síntomas locales o Particulares: Manifestaciones sintomáticas en órganos o aparatos (dolor en epigastrio; cefalea; dolor de garganta, etc.).
3.- Según su frecuencia a) Síntomas comunes: son aquellos que se presentan en gran número de enfermos, enfermedades y remedios en las patogenesias. Ej.: debilidad, insomnio, mala memoria, tristeza, cefalea. b) Síntomas patognomónicos: determinan el diagnóstico clínico de enfermedad. Ej.: la hiperglucemia en diabetes; rush en sarampión. c) Síntomas característicos: síntomas comunes, patognomónicos objetivos y subjetivos, a los cuales se agrega una modalidad reaccional que singulariza dicho síntoma a un grupo reducido de enfermos y de remedios que lo presentan en sus patogenesias (no más de 10 remedios). Ej.: Cefalea que agrava con el movimiento o por el frío y mejora por la presión externa. d) Síntomas peculiares: son aquellos que poseen modalidades aún menos frecuentes (4 a 9 medicamentos). Por ejemplo: cefalea cuando tiene hambre. e) Síntomas raros y key-notes: que sólo los presentan 3 medicamentos o menos. Ej.: no poder orinar en presencia de extraños (Natrum Muriaticum), alegría durante las lluvias (Sepia). Otra clasificación es la siguiente: 1) Síntomas comunes: ya definidos en la clasificación anterior que, desde el punto de vista homeopático, sólo tiene validez si están modalizados, es decir, si tienen alguna característica que los haga singulares. 2) Síntomas patognomónicos: que son los que conducen al diagnóstico de enfermedad y que en homeopatía sólo tienen validez si están modalizados. 3) Síntomas característicos: aquellos propios de la reacción individual, se dividen en peculiares o raros (key notes), dependiendo de la menor o mayor rareza de su hallazgo respectivamente. Estos tres grupos de síntomas pueden ser objetivos o subjetivos, generales o locales. Los síntomas comunes y patognomónicos son los de mayor importancia para la medicina clásica, porque conducen al diagnóstico de enfermedad. Los síntomas característicos son los más importantes para la homeopatía, porque en su estudio y análisis se encontrará el remedio adecuado para el enfermo. El médico homeópata debe ser un buen clínico, por lo tanto, no deberá descuidar ninguno de los pasos de la semiología clásica ni los exámenes de laboratorio, ecografías, RX, resonancia magnética, que eventualmente pudiera requerir para llegar al diagnóstico clínico.
Finalmente al definir y clasificar los síntomas, deberíamos considerar las causalidades o síntomas etiológicos que desencadenan o agravan los trastornos mórbidos en un terreno predispuesto. Ej.: Cuadros clínicos desencadenados por: a) Causas psicógenas: miedos, emociones, duelo, cólera, celos. b) Influencias higrométricas: humedad, frío, viento, etc. c) Causas alimentarias: alcohol, alimentos, etc. d) Influencias traumáticas. e) Influencias fisiológicas: menstruación, hambre, sueño, abstinencia o excesos sexuales, etc. f) Causa infecciosa Corresponde agregar dos grupos de síntomas que acompañan al o a los síntomas principales: los síntomas concomitantes y los síntomas alternantes. Síntomas concomitantes son aquellos que aparecen simultáneamente con los síntomas principales o precediéndolos o sucediéndolos, que agravan o los mejoran, o los dejan inalterados, sin reacción clínica o fisiopatológica explicable. Por ej.: cefalea que cada vez que se presenta se acompaña de diarrea (118-2), vértigo con náuseas (1202-2) o con zumbido de oídos. Síntomas alternantes son aquellos que aparecen cuando otros desaparecen, ya sea en el mismo sitio o en otros órganos, sin relación fisiológica explicable. Por ej.: asma que desaparece, apareciendo una erupción o un prurito; cefalea que desaparece al aparecer una leucorrea o vómitos, etc. JERARQUIZACIÓN DE LOS SÍNTOMAS Hemos clasificado los síntomas en mentales, generales y locales. Le hemos dado la categoría de comunes, patognomónicos y característicos, peculiares y raros; corresponderá enseguida modalizarlos para descubrir la individualidad del sujeto que se halla como trasfondo en cada enfermedad. No basta con saber que una persona sufre de dolor de cabeza, sino que hay que conocer las sensaciones, el horario, periodicidad, factores que agravan o mejoran, lateralidad, síntomas concomitantes o alternantes si los hubiera. Lo mismo en lo que se refiere a los síntomas generales: debilidad, calor vital, sueño, transpiración, escalofrío, fiebre, apetito, sed, etc. Pero lo más importante radica en la esfera psíquica y en el estudio de la personalidad, lo que permite extraer los síntomas más auténticos, más originales, los más inéditos de cada ser. La prescripción homeopática se ha de basar fundamentalmente en estos síntomas individuales característicos y no en los síntomas patológicos. Es lo que se llama la totalidad característica o síndrome mínimo de valor máximo.
Los síntomas patológicos comunes y patognomónicos conducen al diagnóstico clínico; pero a los fines de la prescripción homeopática sirven fundamentalmente los síntomas característicos, en primer lugar los psíquicos emocionales, los afectivos, luego los volitivos, los intelectivos, los generales y los locales. Este es el orden jerárquico habitual, pero a veces un síntoma local o general muy notable, raro o insólito, puede ocupar el primer lugar, teniendo presente que los síntomas de máxima jerarquía son siempre los que, se recogen de la historia biopatográfica del paciente. La totalidad sintomática característica del paciente debe incluir los síntomas subjetivos y objetivos más notables, originales, los más inusitados y los más personales. Mientras más reducida sea numéricamente esta totalidad, más fácil será encontrar su imagen exacta en las patogenesias medicamentosas. Esto requiere gran destreza y experiencia del homeópata para juzgar el valor real de cada síntoma y elegir un mínimum de síntomas de valor máximo como decía Hering. Para que un taburete tenga buen equilibrio, debe tener por lo menos tres patas. Igualmente, hay que apoyarse por lo menos en tres buenos síntomas para encontrar el remedio del enfermo. No todos los síntomas tienen el mismo valor terapéutico, la misma importancia para elegir el remedio. Esta importancia puede ser evaluada por tres factores: a) La naturaleza del síntoma. b) La rareza del síntoma. c) La antigüedad del síntoma.