El sufrimiento no puede localizarse en ningún punto del organismo, simplemente porque no está en nuestra esfera biológica sino en la Espiritual EQUIPO LOCAL BIOÉTICA-TENERIFE- abril 18
Artículo: DOLOR Y SUFRIMIENTO EN EL MUNDO
En este artículo el autor nos habla de cómo la vida conlleva tanto dolor como placer, tanto satisfacción como sufrimiento, los cuales no se dan por igual ni en la vida de cada persona ni en las distintas generaciones. A pesar de que actualmente, en los países desarrollados, los progresos tanto en medicina como socioeconómicos hayan logrado mejorar las condiciones de vida de las personas, esto no ha supuesto ni por asomo encontrar la manera de suprimir el dolor y sufrimiento inherentes al ser humano.
Según D. Callahan se definen cinco contextos del dolor y sufrimiento humano relacionados con: - Los problemas de salud y enfermedades: - La violencia social, - Las catástrofes naturales, - Los accidentes - Las repercusiones de las decisiones tomadas en la vida cotidiana del sujeto Estableciendo desde su parecer una posible jerarquía respecto al peor tipo de dolor o sufrimiento y considerando a la violencia social como la que mayor sufrimiento acarrea debido al significado que la víctima atribuye a esta, ya que por ejemplo, si una persona sufre una herida tras una caída fortuita, esa misma lesión sufrida en otra persona pero cuya causa se deba a una caída ocurrida durante la huida por la persecución de un grupo de fanáticos raciales, no tendrán la misma representación, pues para éste último se superará casi con toda seguridad el dolor meramente físico y se entrará en la dimensión del sufrimiento.
- Tras reflexionar apoyándose en distintas definiciones existentes de "dolor", Aunque el autor resultan se refiere innegables al mismo los como enormes "aquello beneficios que duele", en salud que ha podido aportar la medicina moderna, lo cierto es que a pesar de ello, las personas continúan padeciendo dolor y - Mientras que en el caso de "sufrimiento", manifiesta que puede darse estando sufrimiento; o no y presenté aunque el dolor, pues con frecuencia se trata de puede "una respuesta ser espiritual negativa frente a una situación angustiante en la vida". aliviado, no ocurre lo mismo con el sufrimiento que puede provocar la enfermedad.
El autor hace hincapié en la siguiente idea: Al igual que un médico debe poseer la capacidad para establecer un diagnóstico diferencial de una enfermedad, también debe poseer la habilidad para observar y discernir las manifestaciones tanto de dolor como de sufrimiento en el paciente, si bien reconoce lo complicado que esto último puede resultar, pues al igual que los pacientes, los médicos también pueden responder de diferentes maneras ante el dolor y sufrimiento. En general los profesionales de la salud se sienten seguros realizando aquellas acciones para las cuales han recibido conocimiento e instrucción durante su formación, mientras que para esta otra cuestión o bien no han tenido la formación adecuada o esta ha resultado insuficiente y como bien refiere el autor, a esta falta de formación se suma el significado particular, que como persona que sustenta a todo profesional, se otorgue al dolor y el sufrimiento.
Ante la búsqueda de significado del sufrimiento, cita el autor que: El médico debe hablar de tú a tú con el paciente, pues en ese momento ambos se encuentran en la misma posición en cuanto a personas que intentan comprender la razón de por qué en la vida existe el dolor y sufrimiento, sin importar que el médico carezca de respuestas mejores que la del paciente ante este interrogante, pues lo realmente importante en la medicina humanitaria es prestar ayuda, lo cual se logra simplemente hablando de ello, independientemente de que se le proporcione una respuesta o no a la pregunta sobre el significado del sufrimiento, pues en definitiva se trata de una "respuesta empática de un individuo a otro".
Reflexionando sobre las cuestiones planteadas por el autor, parece correcto admitir que hoy en día la mayoría de las personas manifiestan gran temor ante la presencia de dolor y sufrimiento, sin embargo si echamos la vista atrás, baste retroceder tan solo unos cuantos siglos en la historia de la humanidad, el miedo a estos era menor, ya que posiblemente entonces, la vida y la muerte estaban a la orden del día y por ende el dolor y el sufrimiento formaban parte de la vida cotidiana.
Parece muy oportuno considerar al dolor y sufrimiento como personales, es decir, se relacionan con la biografía personal del sujeto: con su pasado, su cultura, sus roles, sus vínculos afectivos, sus necesidades, sus emociones, su vida íntima y por supuesto su futuro. Malpica (2003) plantea que el dolor como experiencia personal más o menos penosa, puede alcanzar grados insoportables que lo transforman en sufrimiento moral y ese lenguaje relacionado con el que padece dicho sufrimiento solo se comprenderá si se escucha al protagonista del mismo. De igual manera, la tolerancia a ambos no tiene un comportamiento similar en las distintas personas, pues mientras que unos individuos demuestran una excesiva sensibilidad al dolor y sufrimiento, otros en cambio, presentan un alto grado de tolerancia a los mismos, siendo capaces de afrontarlos con verdadero estoicismo.
El auge cada vez más acelerado de la ciencia y la tecnología lejos de disminuir, ha hecho que en el hombre actual, se incremente la necesidad de que el abordaje de sus dolencias se realice desde un punto de vista holístico, como se hacía en las épocas antiguas, cuando a pesar de lo empírico, teúrgico y hasta lo sobrenatural, el médico aunque no disponía de los grandes avances actuales, si que comprendía mejor el dolor simplemente porque empatizaba con la persona, actitud está que se aleja de centrarse únicamente en el órgano afecto de cualquier dolencia (Risquez 2004).
Particularmente, como seres humanos vulnerables, todos hemos experimentado o experimentaremos el dolor tanto físico como espiritual (entendido como sufrimiento), ambos son complejos, pero con la salvedad que: para el primero existe la analgesia que logrará erradicarlo o cuando menos aliviarlo, mientras que para el sufrimiento no tenemos ningún fármaco que lo contrarreste, máxime cuando se trata de ese tipo de dolor que nos deja sin palabras, nos aísla, nos entristece, nos anula... Sin embargo, es este y ningún otro dolor el que nos permite crecer y madurar, pues nos obliga a mirar hacia nuestro interior y ser más reflexivos.
Por todo ello, y a modo de conclusión, pienso que toda persona que además haya decidido dedicarse profesionalmente al servicio de los otros en materia de salud, debe: Permitirse vivir y compartir el dolor y sufrimiento de sus semejantes, tanto con sus seres queridos, como con sus pacientes, pues a pesar de resultar una ardua tarea, llena de complejidad, en la que generalmente no se disponga de soluciones que ofrecer o las respuestas que la persona que sufre esté buscando, si que se puede brindar apoyo y acompañar, muchas veces desde el simple silencio, al que sufre, estableciendo lo que se denomina "relación de ayuda con el enfermo y su familia". Siempre mantengo y trasmito a mis colegas de profesión que no podemos afirmar que ofertamos cuidados integrales si no abordamos la esfera espiritual del paciente, pues es precisamente esa esfera la que alberga el sufrimiento humano.
Fue un neurólogo y psiquiatra austriaco, fundador de la logoterapia. Sobrevivió desde 1942 hasta 1945 en varios campos de concentración nazis, incluidos Auschwitz Y Dachao. A partir de esa experiencia, escribió el libro El hombre en busca de sentido.