PUCARÁES DE LOS ANDES ECUATORIALES INCAS O PREINCAS? Análisis crítico de las investigaciones de los sitios arqueológicos llamados Pucaráes.

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1 PUCARÁES DE LOS ANDES ECUATORIALES INCAS O PREINCAS? Análisis crítico de las investigaciones de los sitios arqueológicos llamados Pucaráes. Por Cristóbal Cobo Arízaga La incertidumbre acerca del origen, construcción y funcionalidad de los Pucaráres, aún subsiste en los intentos de interpretación de los mencionados contextos arqueológicos, por parte de varios investigadores, sobretodo arqueólogos que han intervenido en estos sitios para un acercamiento a la comprensión histórica sobre la existencia y el significado de estos vestigios arqueológicos. Los Pucaráes, sitios arqueológicos interpretados como fortalezas de uso militar para la mayor parte de los Arqueólogos que han investigado esta región, o templos u observatorios para otros, son construcciones civiles de la época prehispánica, que en su mayoría fueron construidos en las partes altas de las montañas o montes a lo largo de los Andes. Sin embargo en este análisis revisaremos la región de los Andes Ecuatoriales, debido a que es justamente en esta región donde persisten profundos interrogantes acerca de la verdadera correspondencia cultural, así como la posible funcionalidad o posibles funcionalidades (Jara y Santamaría, 2010) del que fueron objeto estos sitios, que en su mayoría han sido catalogados como monumentos del Patrimonio Nacional del Ecuador. Foto 042 Pucará Pi 20 (Plaza, 1977). Foto 047Pucará Pi 23 (Plaza, 1977). A pesar de que en las investigaciones actuales se puede recurrir a diferentes y variadas aplicaciones tecnológicas como métodos de muestreo Geofísicos que incluyen tres métodos de teledetección a través del suelo: Magnetometría, Resistividad Eléctrica y Georadar también conocido como GPR (Ground Penetrating Radar) (Radar para Penetración de Suelos), también la aplicación de SIG (Sistemas de Inforamación Geográficos), GPS (Sistema de Posicionamiento Global) y de la misma manera una amplia aplicación de análisis de laboratorio, etc., las investigaciones hasta ahora llevadas a cabo en estos contextos, no han logrado arrojar evidencias concretas y definitivas acerca de las ocupaciones que existieron en estos sitios, la falta de análisis de las evidencias halladas y el

2 sinnúmero de contradicciones e incongruencias expuestas en informes y publicaciones de varios investigadores, hacen de varios de estos estudios y sus resultados, interpretaciones no convincentes sobre el origen y uso que tuvieron estos sitios. Y, son justamente estos interrogantes, los cuales se convierten en el canal conductor para el presente análisis. Tanto la descripción arquitectónica para el uso militar, así como las evidencias cerámicas y de la misma manera las referencias etnográficas, no han logrado cuajar la insistente denominación militar para estos sitios. Y estos factores serán analizados independientemente en este documento. Referencias etnográficas Muchos son los autores que acuden a los registros históricos, sobretodo aferrándose a las crónicas tempranas de la conquista española, las cuales, en su mayoría interpreta a los Pucaráes, como fortalezas militares construidas por los Incas, como es el caso de Gerónimo Puento:...andando este testigo algunos días por la comarca del dicho pueblo de Cayambe, Guayllabamba y Cochasquo e Carangue e Tabacundo e Peruchos e Perugaches siendo doctrinero en el dicho pueblo de Cayambe le mostraron a este testigo mucha cantidad de pucaras que son unos cerros que le dixeron que alli se fortificava el Ynga en la dicha guerra y para este efecto los mandaua hazer a manera de fortaleza y fosos e que esto oyo dezir que los hazia el Ynga oprimido en la dicha guerra de los dichos caciques por no poderlos subjetar e que esta guerra dure ocho o nueve años e que en cuatro leguas que ay desde el rio questa desta parte de Guayllabamba camino para Cayambe bido este testigo treze o catorze de las dichas fuerzas que estaran vna de otra algunas de ellas tiro de arcabuz y otras mas... (Puento,1586, tomado de Plaza,1976) Pero de la misma manera también existen documentos que describen a estos sitios como fortificaciones aborígenes que fueron construidas para la defensa contra la incursión Inca. Fernando Plaza Shuller, deduce que debían existir entonces algunas Fortalezas que hayan sido construidas por la (s) sociedad (es) local (es) para resistir al sometimiento inca. Cita a Cieza de León (Cieza,1551;tomado de Plaza,1976), quien deja constancia de la preparación de los locales en la región...para resistir a quien a buscarlos viniese, y tenían hechos fuertes y albarradas e muchas armas, sin embargo el mismo cronista señala la forma constructiva usual para las fortalezas Incas del Tanhuantinsuyo:...su usanza es hacer un cercado con dos puertas, y mas alto otro tanto, y así hacer en un cerro siete u ocho fuerzas.... Así mismo el cronitsta Bernabé Cobo describe el origen local: Desde Tumibamba enviaba el Inca á sus capitanes á diversas jonadas y á otras iba él mismo, en que pasó muchas dificultades, porque los indios de aquellas provincias eran valientes y guerreros, y muchas veces vencieron y desbarataron los escuadrones del Inca, y no pocas pusieron en huída al mismo rey; particularment los Cayambes, por ser hombres de valor y ánimo, dieron tanto en qué entender al Inca Guayna Capac y á sus capitanes, que les constó mucha sangre y tiempo el conquistarlos. Emprendió el Inca Guayna Capac en persona esta conquista con un ejército muy poderoso...; entró en tierra de los Cayambes, llevándolo todo á fuego y sangre; éllos, no hallándose con fuerzas iguales para esperar al Inca en campaña, se recogieron y hicieron fuertes en una muy grande fortaleza que tenían; mandóla sitiar el Inca y que le diesen continua batería, mas, anduvieron tan esforzados los de dentro, que forzaron al Inca á levantar el cerco, por hacer perdido mucha gente en los asaltos. Los Cayambes, que sintieron flaqueza en sus contrarios, salieron á ellos y los apretaron de manera, que los orejones, que eran el nervio del ejército, dieron á huir, desamparando á su rey, el cual, con el tropel de sus gentes que sin tino huían, cayó en

3 tierra, y si no acudieron á socorrerle y sacarle de peligro los capitanes Cusi Tupa Yupanqui y Guayna Achache, muriera á manos de sus enemigo (Cobo, 1892: ) (tomado de Conell, Gifford, Gonzáles Y Lewis, 2006) De esta manera, a partir de las referencias etnográficas comenzamos a encontrar una serie de contradicciones sobre la correspondencia cultural que se les quiere adjudicar a los Pucaráes y que obligan a acudir a otros medios de comprobación por ejemplo la investigación arqueológica, entre otras. Debemos ser claros que los registros etnográficos, apenas son referencias que hay que tomarlas con mucha discreción, ya que como para muchos etnohistoriadores como Frank Salomón en su hipótesis sobre los Señores Étnicos de Quito; la descripción llevada a cabo por los españoles que recorrieron estas tierras, estaba sujeta a una interpretación desde su visión cultural, mas no, era una descripción válida de acuerdo a la vida, y desarrollo de los aborígenes, con una cosmovisión diferente (Salomon,1980). Por lo tanto sería erróneo el considerar a las crónicas como verdades absolutas de lo que vieron y escribieron los cronistas tempranos. Lastimosamente, la mayor parte de arqueólogos caen en en el uso de estas referencias, aferrándose a las descripciones detalladas en estos documentos para justificar a como de lugar, la interpretación que dieron estos autores a estas construcciones (Fresco, 2011; citando a Salomon). Y la consecuencia se demuestra en las propuestas de las investigaciones, donde, desde los títulos de las mismas ya se comprometen a un dogma temático como son los siguientes estudios: Arquitectura de Fortalezas en Pambamarca, (Conell, Gifford, Gonzáles y Lewis, 2007) El Quito De Los Incas, (Fresco,1991) La fortaleza de montaña de Quitoloma en la sierra septentrional del Ecuador. (Oberem,1969) Complejo de Fortalezas en el Área Andina, (Oberem, 1980) La Incursión Inca En El Septentrión Andino Ecuatoriano, (Plaza,1976) El complejo de fortalezas de Pambamarca: contribución al estudio de la arquitectura militar prehispánica en la sierra norte del Ecuador (Plaza, 1977) Lastimosamente, se excluyen otras posibles funcionalidades que pudieron tener estos sitios, perdiendo objetividad científica y discreción en la propuesta de investigación. Como veremos, no solo la correspondencia cultural Inca de estos sitios resultan ser no convincentes, sino también la posible funcionalidad militar que pudieron tener estos sitios. ARQUITECTURA DE LOS PUCARÁES. Muchos autores de las investigaciones desarrolladas en la región, han logrado descripciones sobresalientes de acuerdo a las posibles implicaciones de uso militar en cuanto a estas construcciones, logrando marcos teóricos dignos de ser estudiados en la ciencia de tácticas y estratégicas castrenses, es la común lectura y escritura epopéyica de la historia antigua, así tenemos magistrales hipótesis sobre avanzadas, líneas de contención, tropas enemigas, invasiones, campañas de conquista, incursiones, ataques, defensas, arremetidas, ofensivas, asedios, etc, etc, (Bedoya, 1990; Conell y Gifford, 2007; Espinosa, 1988; Fresco, 1984; Pérez, 1980; Plaza, 1976; Oberem, 1969,). Y son estos soberbios análisis militares los cuales promueven una serie de interrogantes que ponen en duda la construcción de origen Inca, y más bien, el sentido común, nos señala que posiblemente son de filiación aborigen. Por ejemplo:

4 Quiénes construyen fortalezas, los que se defienden o los que atacan? Si fueron los Incas los atacantes, pues es más lógico que quienes construyeron las supuestas fortalezas, eran los aborígenes quienes tenían la necesidad de defenderse (Costales, 1962; en Oberem, 1969: 205). Sin embargo se dice que después de haber doblegado a los aborígenes Cayambis, los Incas procedieron a levantar estas construcciones con el fin de controlar las arremetidas de los Cayambis que se unieron con los Caranquis (Espinosa, 1988: 298). Entonces, nace otra inquietud: Para qué los Incas iban a invertir tantos recursos, mano de obra, y tiempo, si supuestamente ya habían conquistado la región? El sentido común nos indica que de en vez de derrochar tanto tiempo y energía en construir estas supuestas fortalezas, simplemente hubieran invertido todo el contingente en tener un dominio absoluto de la región, además que, si supuestamente, los Incas no lograron someter a los aborígenes, los mismos que arremetían con fuerza contra los Incas como nos señalan las crónicas Cieza de León (1968), Garcilaso (S.F.), Cabello Valboa (1951), Borregán (1968), y las recopilaciones de Santacruz Pachacuti (1879), Montesinos (1882), Sarmiento (1907), a las que se agregan diferentes relaciones geográficas de la época, coinciden en resaltar la gran resistencia opuesta por la población de los Andes septentrionales del Ecuador a la conquista incaica, haciendo mención genérica o específica de fortificaciones construidas por los aborígenes o por el Tawantinsuyu. (Plaza, 1977) Aquiles Pérez, en relación a las supuestas fortalezas Incas, nos hace considerar lo siguiente: Si por orden de Guayna Cápac fueron levantadas para refugio de su ejercito, esta medida inhabilitaba a sus escuadras para atacar al enemigo, el cual debió rodearlas totalmente para su inacción y para detener a cualquier refuerzo extraño; además, de haber sucedido así, las gentes de los pueblos dominados pudieron sumarse con quienes combatían por su libertad;... (Pérez, 1980: 43) Con el arrasamiento de las poblaciones y la implantación de mitimaes Qué necesidad tuvo el enemigo para emprender en la construcción larga y costosa, en todo aspecto, de los baluartes de Cangahua?. (ibdem: 45) Estos interrogantes se acentúan aún más, cuando otros autores, al referirse a estas supuestas fortalezas, en el caso de Fresco, 1984, señala:...la mayor parte de dichas estructuras debieron ser construidas con la finalidad de mantener un control permanente sobre las poblaciones de las regiones ya incorporadas al imperio y sus vecinos inmediatos no incorporados. Mientras no se consolidase dicha dominación no se podría disponer de una mano de obra suficientes para tan enorme esfuerzo constructivo (como mínimo 50 pucaráes en la región de Quito, y algunos enormes), cuando ni siquiera un ejercito tan numeroso como el incaico podía resistir con éxito los contra ataques de los caras. (Fresco,1984: 6) El autor reconoce que, para el enorme esfuerzo constructivo pueda llevarse acabo, primero debía consolidarse la dominación. Es una contradicción muy clara, Para qué, los incas iban a construir estas fortalezas si el dominio estaba consolidado? Esta interrogante la refuerzan otros autores, cayendo en la misma contradicción como el Proyecto

5 PAP (2007), refiriéndose a los aborígenes: Aunque esta famosa resistencia es vital para comprender el papel desempeñado por Ecuador en la caída del imperio inka, es curioso que no se haya buscado rigurosa evidencia científica para la confirmación de este hecho histórico. En nuestro propio tiempo, hemos sido testigos de los esfuerzos de diferentes pueblos para resistir el poder imperial. Por ello, nos es relativamente fácil visualizar cómo una resistencia armada del siglo XVII (concretamente a fines de la década de 1400 y comienzos de la de 1500) haya podido vulnerar con éxito la integridad global del imperio inka. Argumentamos aquí que hay evidencia abrumadora de que la mencionada resistencia tuvo lugar en el Complejo de Fortalezas de Pambamarca, que constituye un área intensamente fortificada en las altas crestas de un promontorio que se proyecta hacia el oeste, desde la Cordillera Real, cerrando la cuenca norteña de Quito en la intersección de los ríos Pisque y Guayllabamba (Connell y Gifford, 2007: Cap. II: 24). Se menciona que la resistencia aborigen, pudo vulnerar con éxito la integridad global del impero Inka, en el complejo de Fortalezas de Pambamarca. Sin embargo los investigadores citados insisten en adjudicar la construcción de dichos sitios a los Incas. (Ibdem) Hasta ahora, los únicos sitios Incas que han sido verificados a plenitud y los cuales presentan evidencias indiscutibles de arquitectura Incaica en toda la región, desde la provincia de Cotopaxi hasta la provincia de Imbabura, son los sitios de San Agustín de Callo, en la provincia de Cotopaxi, investigado por David Brown (Brown, 2000) y el otro sitio que se encuentra en Caranqui, en la ciudad de Ibarra, provincia de Imbabura, sitio investigado por José Echeverría (Echeverría, 2007). Sin embargo los dos sitios presentan evidencias de cerámica local lo cual nos sugiere que no se deba descartar que la construcción Inca fue realizada mediante una sobre posición en el asentamiento aborigen, como la lógica de la secuencia cronológica, debe aparecer en los diferentes sitios arqueológicos. Este tipo de arquitectura que ha sido muy bien descrita por Gasparini (?), simplemente no se presenta en las supuestas fortalezas de la región. Lastimosamente, hasta ahora, no se han presentado la posibilidad de formularse interrogantes que, nos sugerirían más discreción al momento de describir e interpretar la filiación de estos sitios. Posiblemente todavía hay carencia de una objetividad científica que ayude a someter a los estudios a un nuevo marco de hipótesis que puedan aportar con nuevas perspectivas de esta problemática. Es muy interesante cómo algunos de los investigadores de la región han recurrido a tomar ejemplos con el fin de justificar de una manera análoga lo que pasó en otros sitios, con el fin de acercar a una compatibilización en las similitudes de las construcciones prehispánicas, de la misma manera, con interpretaciones de carácter militar (Oberem, 1986). Tal es la descripción que se lleva a cabo con respecto a los sitios de Chanquillo en Casma Perú y Sacsayhuaman en el Cuzco Perú, sitios que también han sido descritos como fortalezas militares, describiendo, incluso hasta las mismas evidencias encontradas en los pucaráes ecuatoriales, como muros parapetados, fosos y piedras (proyectil) para las hondas (Oberem,1986; Topic,1997), sobretodo para el sitio de Chanquillo, los investigadores han realizado profundos análisis y descripciones de tipo militar, e inclusive, encuentran incongruencias desde un marco analítico derivado de la historia militar europea, ya que en dicho sitio, John Topic encontró que la ubicación de los soportes, en todos los casos que se observaron, se encontraban afuera de las portadas. De este modo, una puerta solamente podría ser

6 atada a la parte externa del muro; tendría que haber sido fijada por alguien que se encontrase afuera de ella (Topic,1997). La razón a esta incongruencia desde el enfoque militar, es que dicho sitio nunca fue construido como una fortaleza, estos sitios fueron construidos con otro objetivo, como veremos más adelante. Chanquillo. Valle del Casma, Perú. (Ghezzi y Ruggles, 2007) Sacsayhuaman. Cusco, Perú. Las investigaciones más recientes han demostrado a plenitud que dichas construcciones tuvieron una función básicamente astronómica (para Chanquillo, Ghezzi y Ruggles, 2007), (para Sacsayhuaman, (Aguilar y Galindo, 2010), y esto es muy interesante desde la objetividad científica, ya que el uso astronómico del sitio nos da paso a un justificativo sobre la selección del sitio, que a su vez dio origen a la posterior construcción civil. Y esta selección del sitio, a su vez se debió a factores implícitos in situ, como es la orografía y topografía del terreno, lo que llamó la atención de los observadores, para proceder a su uso astronómico. En la astronomía del horizonte, la orografía y topografía circundante es indispensable para el establecimiento de un observatorio. No es así para la selección de un sitio de uso militar, ya que tanto el uso táctico, como estratégico y torres de observación militar, necesitan ciertos factores, como explica Topic: La mayoría de ellas están ubicadas en lugares bastantes aislados, frecuentemente a una o dos horas de subida por encima del suelo del valle, y este hecho ha sido citado repetidas veces como una muestra de su naturaleza defensiva (Wilson 1988: 104, 323; 1987: 59). Si bien el aislamiento de dichos lugares hacía que fuese más difícil atacarlos, la falta de agua implica que eran vulnerables a las tácticas de asedio; que los alimentos y otras provisiones de la fortaleza tuviesen que ser cargados una distancia mayor y que las personas tuviesen que caminar más para buscar refugio. Además, su aislamiento cede todas las propiedades casas, bienes, campos y canales a los atacantes; los defensores no pueden siquiera hacer una salida rápida para molestar a los saqueadores. (Topic, 1997: 570) Si comparamos este análisis de Topic, con los Pucaráes de los Andes Ecuatoriales, desembocamos en las mismas observaciones, y esto refuerza aún más, la duda sobre la supuesta funcionalidad y origen del uso militar de estos sitios. De la misma manera Aquiles Pérez T. En relación a los sitios de Pambamarca, razonablemente menciona: Que para su fabricación, era menester mucha gente obrera y de servicio, alimentos, bebidas luengo tiempo, conocimiento detallado de la topografía, tranquilidad entre todos los ocupados; tales condiciones pudieron disfrutar sólo los nativos y nó los extranjeros. (Pérez, 1980: 43)

7 Otra observación que no convence, con relación al origen de las construcciones con uso militar, es la disposición tanto geográfica como topográfica, es el caso de los supuestos Pucaráes que se encuentran en las laderas, de disposición inclinada obedeciendo la propia topografía del terreno, como es el caso de los sitios del complejo de Pambamarca (Pi0011, Pi0012 y Pi0016, códigos de Plaza Shuller, 1977; Ver carta de localización), donde no encontramos justificativo alguno para su uso militar, al contrario, el uso defensivo del sitio para propósitos militares ni siquiera debe ser tomado en cuenta, son sitios demasiado expuestos. Pucará Pi 0016 (Plaza,1977) Lo interesante de estos sitios es que corresponden a la misma arquitectura del resto de Pucaráes, por lo tanto esta observación, retro alimenta la incertidumbre sobre el supuesto uso militar de estas construcciones. A pesar de que existen investigadores que adjudican la correspondencia cultural de estos sitios a los aborígenes como es el caso de Fernando Plaza Shuller, 1976, el resto de investigadores, no nos han proporcionado ni una ligera explicación del porqué se descarta o se excluye la posibilidad de que estos sitios puedan ser de arquitectura Preinca, entonces, la nueva interrogante es: Porqué estos sitios no pueden corresponder a la arquitectura aborigen?, Cuál es la razón, o evidencia por la cual se deba descartar esta posibilidad? Existe una creencia que no está acompañada de un argumento sólido, donde se comienza a especular que la posible diferencia, es, que los Incas construyeron con piedra, mientras los aborígenes con Cangahua (rp). No es de sorprender que las fortalezas de Cangahua como el sitio Pi 019 se concentre a lo largo de las estribaciones del norte de Pambamarca, o sea, hacia la región del País Caranqui que resistió a los Inkas. A partir de esto es que sospechamos que esta categoría de fortalezas pertenecieron en forma prístina a las sociedades indígenas.

8 Aquellos construidos con roca se aglomeran en el sur, o sea, hacia Quito y las tierras conquistadas por los Inka, y es por ello que los consideramos como de origen Inka. (Connell, Gifford, González y Lewis: Cap. III: )...el sistema de construcción a base de la técnica conocida con el nombre de pirca, que es totalmente distinta de los métodos aplicados por los pueblos preincaicos de la Sierra Norte, que utilizaron más bien la cangahua y las piedras sobrepuestas sin mortero;. (Almeida y Jara, 1984) Esta nueva diferenciación no está acompañada de comprobación alguna, y, mas bien se expone muy débilmente al conocer que en la región se han encontrado sitios Preincas con evidencias arquitectónicas que fueron construidas con piedra, por ejemplo, los sitios Parque Rumipamba (Bolaños, Coloma y,) ; Ciudad Bicentenario (Dominguez,), Catequilla (Fresco, Tobar,) o Mesa Tola (Bray, 2003) entre otros, los cuales demuestran que la diferenciación del razgo arquitectónico entre piedra y cangahua, no puede ser tomado en consideración para la diferenciación en cuanto a la filiación cultural de los Pucaráes. Estas dudas sobre la adjudicación de los sitios en análisis, a los Incas, también se replican para sitios en el sector de Guayllabamba, donde se insisten que algunos de los sitios contienen arquitectura Inca (Bray,2003; Fresco 1991), pero lastimosamente también caemos en el mismo interrogante, Porqué no pueden corresponder a la arquitectura aborigen?. De la misma manera el proyecto PAP menciona: Dado que no se ha presentado fuerte evidencia en el sentido de que estos monumentos hayan sido construidos antes de la invasión inca al Ecuador, nuestra investigación ha apoyado (con la excepción de algunos casos puntuales) la proposición de que los pucarás de Pambamarca fueron efectivamente construidos y ocupados por grupos leales a los incas. Varias pruebas de sensor profundo realizadas en Quitoloma no detectaron ningún rasgo o vestigio de arquitectura más temprana. Por otro lado, trabajos realizados en otras dos fortalezas, Campana Pucara y El Sombrero, sugieren una fecha más tardía de construcción (Connell, Gifford y González, 2007) Si es que estas investigaciones no han encontrado la presencia de fuertes evidencias de la construcción de estos sitios antes de la invasión Inca, es posible que las evidencias que supuestamente no las han encontrado sean las mismas construcciones en las cuales están investigando y que será difícil que puedan encontrar evidencias más tempranas, ya que posiblemente estos sitios fueron construidos por los aborígenes, antes de la llegada de los Incas, y la breve ocupación Incaica no permite que los arqueólogos puedan encontrar diferencias en las estratigrafías geológicas; por lo tanto las pruebas indican una sola ocupación aparente. De ninguna manera se puede negar que efectivamente en estos sitios se desarrollaron encuentros de carácter bélico, como se ha demostrado con el hallazgo de cantos rodados o piedra bola en cantidades significativas, materiales que fueron usados como proyetiles (Conell, Giffor, Gonzalez y Lewis, 2007), los encuentros bélicos en realidad sí existieron en estos sitios. Sin embargo, esto no demuestra que los sitios fueron construidos con este propósito. La existencia de plataformas centrales en estos sitios, nos sugieren que tuvieron un posible uso ritual mas no, para enfrentamientos seculares. Todavía se deben realizar estudios para poder comprender la presencia de estas plataformas en estos sitios arqueológicos y porqué fueron construidas en estos determinados sitios, o A qué se debe la selección de estos sitios?. Lo que sí nos sugieren estas plataformas centrales, llamadas Ushnos por algunos autores, es que, posiblemente estos sitios considerados sagrados, tuvieron que ser defendidos posterior a la selección del sitio y la

9 construcción civil, y, esa es la razón por la cual se encuentran estas piedras proyectiles en los diferentes sitios. Entre todos los autores, consideramos que la descripción en relación a los Pucaráes de Guayllabamba, de José Echeverría es muy razonable y debería ser tomada muy en cuenta, ya que no descarta y tampoco deja de mencionar la posible importancia ideológica de estos sitios Dentro de las evidencias de este período, en la categoría de monumentales, están los pucaracuna o fortalezas que, a más de su funcionalidad militar parece que fueron también centros ceremoniales de gran importancia para la población aledaña. En estos lugares estaba la waka o deidad mayor de la región o de la localidad, por ello, ante el avance de los Inkas, los lugareños defendieron con más ahínco estos espacios. Abandonar una posición de estas equivalía a perder la dignidad como pueblo, su identidad sintetizada en la waka. Cuando las etnias de la sierra norte, de lo que hoy es el territorio ecuatoriano, conocieron del avance impetuoso del ejército cuzqueño, se prepararon con la construcción de los pucaracuna y fabricación de armas. El acucioso cronista Cieza de León nos dejó una nota interesante al respecto: para resistir a quien a buscarlos viniese, y tenían hechos fuertes y albarradas e muchas armas. (Echeverría 2004: 4) La Guerra Secular y la Guerra Ritual Para la mayor parte de investigadores, las supuestas guerras acaecidas en estos sitios tenían como objetivo el control de los recursos que ofrecían los excedentes que la explotación agrícola que poseía la región y asegurar la posibilidad tributaria de la mano de obra local, constituía por sí una potencial atracción para las huestes del sur. (Fresco, 1990; Plaza,1976) Sin embargo, la comprensión de estos lugares está nublada por la perspectiva analítica que los arqueólogos tradicionalmente emplean al estudiar los restos materiales, que asume racionalidades económicas para toda estructura social. (Topic, 1997: 571) Lastimosamente casi no se considera la posibilidad de aspectos ideológicos que posiblemente motivaron a los enfrentamientos entres los grupos interesados en el control de los Pucaráes, para el caso de Pambamarca se menciona muy superficialmente, con relación al Dios Viracocha, con relación al ushnu de Quitoloma: Un fascinante elemento de la militancia Inca es la extensión en donde, la religión y la ideología están firmemente incrustadas en la materialización de la guerra. Mi investigación indica que hay una asociación consistente de drenajes sagrados, canales, y recursos de agua con Ushnus. Desde mi entendimiento, la conquista militar, en parte, estaba motivada por el deseo de difundir la palabra del Dios Creador Wiracoha. Por lo tanto, las áreas de colección de agua, eran aparentemente fuentes de visiones divinas en anticipación de tales batallas, como fue testificado por Pachakukti en su visión del Dios Creador en la víspera del combate con los Chankas. (Conell, Gifford, Lewis y Me Bar, 2007) También en el caso de Rumicucho, se menciona una posible relación astronómica o como templo El hecho de que Rumicucho se encuentra en la línea ecuatorial (001latitud y longitud), facilitaba a los creyentes aborígenes comprobar el fenómeno mágico ritualista del hombre sin sombra. (Jara y Santamaría, 2011; Almeida,1984, 1999: ) En este punto es interesante citar las referencias de Topic 1997, con respecto a su análisis de la

10 guerra ritual, citando a Leslie Browring (1972; véase también Hartmann 1978:210) brinda un ejemplo especialmente vívido de esto, procedente de la zona cañar del Ecuador. Allí los combates son llamados el juego de pucará y pueden consistir en batallas campales que involucran a varios participantes por lado. Sin embargo, el juego consiste más estrictamente en una pareja de combatientes, o varias, que se enfrenta entre sí. Se llama huaraca al arma usada pero no se trata de una honda, sino que es más bien una piedra atada a una larga cuerda. Los combatientes usan un gran sombrero hecho de cuero sin curtir llamado cubijón, que usan como un escudo con el cual desvian los golpes de la huaraca. Ellos se ponen frente a frente y se turnan para golpearse con sus hauracas. (Topic,1997: 576) Como señala Hocquenghem (1987:120), la práctica ecuatoriana puede ser la supervivencia de la batalla ritual que los jóvenes incas recién maduros realizaban en el Cuzco. Se estima a un combatiente valiente que ha dado muerto a su contrario en el pucará y él gana prestigio (Browring 1972:96). (Ibdem) Joan Santa Cruz Pachacuti (1928: ; Rostworowski 1988:79) cuenta una historia interesante acerca de una celebración triunfal. Al regresar de la campaña de Quito antes mencionada, Túpac Inca llevó consigo soldados extranjeros así como mujeres. Al llegar al Cuzco fueron recibidos por Pachacútec, quien ordenó realizar un combate á manera de comedias. Huayna Cápac, su nieto, fue puesto a cargo de cincuenta mil hombres, armados con armas de oro y plata, y atacó a un grupo de cayambis y pastos que habían sido colocados en Sacsayhuaman.. Huayna Cápac capturó la fortaleza, decapitó a los ecuatorianos, montó sus cabezas en lanzas y las paseó por las calles de la ciudad en triunfo. (Ibdem) Browring (1972:97) anota que los lugares en donde el juego de pucará tiene lugar también son denominados pucará. Son planicies en cerros remotos que han sido usadas por siglos. En la zona de Chimbo, Ecuador, que hemos estado estudiando, hay cuatro cerros que también son llamados Pucará. (ibdem) Hoy en día una comunidad indígena vive en uno de los lugares llamados Pucará. Al preguntárseles qué significa pucará, dos de los informantes dijeron que quiere decir comunidad. Prosiguieron luego relatando una historia acerca del combate entre su Cerro Pucará y otro más alto, el Cerro Huangamasa. Éstos luchan con relámpagos y si bien es más pequeño, Pucará siempre vence. Su comunidad es fuerte debido a que su cerro es fuerte (entrevista de Jhonny Villon M., 1994).(Ibdem) Tópic también menciona que los religiosos agustinos describían como huacas a dos cerros en Huamachuco Perú, el Yanahuanca y el Shulcahuanca, que también luchaban entre sí usando cactos y piedras como armas. En relación a la ciudad de Quito y Otavalo, también se mencionan este tipo de encuentros que podrían aportarnos con pistas que nos sugieran un mejor entendimiento de la razón de ser de los Pucaráes Ecuatoriales. (Espinosa, 1988: 203) Estas referencias son muy importantes, ya que nos sugieren que acontecimientos similares podían haber ocurrido en los Pucaráes de la región ecuatorial, y esto nos ofrece una propuesta más razonable para la existencia de los Ushnos en estos sitios. Los interrogantes sobre esta posible manifestación ritual en los Pucaráes, A qué pudo haber estado relacionado el combate ritual?, Cuáles fueron las deidades por la cual se enfrentaban, y porqué en

11 los cerros? Según algunos autores, los cerros eran deidades (RGI, T. III: ; en Ramón,1987; Waldemar Espinosa S. menciona que el nevado Cayambe o Cayambeurco fue la divinidad amparadora de los Cayambis, mientras el Imbabura era para los Carangues. (Espinosa, 1988: 189). Es interesante que estas edificios volcánicos son visibles desde los Pucaráes de la región Ecuatorial. Se puede apreciar al Pucará Pi 0017 en un primer plano ligeramente inclinado, y al fondo el nevado Cayambe. Pedro De Ceiza De León describe que también existían grandes adoratorios a diversos dioses. A la parte del Poniente está el valle de Uchillo, y Langazi: adonde se dan, por ser tierra muy templada, muchas cosas de las que escreuí en el capítulo de la fundación de Quito y los naturales son amigos y confederados. Por estas tierras no se comen los unos a los otros: ni son tan malos como algunos de los naturales de las prouincias que en lo de atrás tengo escripto. Antiguamente solían tener grandes adoratorios a diuersos dioses: según pública la fama de ellos mismos. (De Cieza de León, 1986) Con relación al contexto de Pambamarca es importante mencionar la importancia que tiene el Quinche para algunos autores como Jacinto Jijón y Caamaño (Jijón y Caamaño 1914:61), quien describe que los Incas le dieron bastante trascendencia a este sitio, así lo evidencian sus llamadas fortalezas, las ruinas de un templo antiguo, del adoratorio de El Tablón y las del templo del Sol. (Ibdem) También para Aquiles Pérez, el sitio de Quitoloma, fue un cerro sagrado, según tradiciones orales que hasta ahora subsisten: No conocida por los mestizos de la parroquia de Cangahua, recogida por quien esto escribe, los indígenas conservaron la siguiente tradición: Dolores Guaras (indígena), sirvienta de Pedro Asero (morador del anejo Pucará fallecido en fines del siglo anterior), refirió al patrono que la ciudad

12 de Quito debía fundarse en Moyobamba, extensa hondonada entre el cerro Quito al Oeste, el Pambamarca al Noroeste; y que, por cuanto las aguas conducidas por los canales de cada pucará (fortaleza) se secaron; este hecho obligó al curaca a que, mediante una varilla lanzada por él hacia el espacio, se estableciese la ciudad en el sitio donde ese instrumento se clavase. Realizado el acto, la varilla se introdujo en el lugar de la actual ciudad indo hispana. Además, los indígenas y el Curaca confirmaron la necesidad de cambiar de planta de la futura ciudad por cuanto la zumba o sunfa (ave parecida a la tortola con pico más largo), con sus cantos fúnebres anunciaba un período de larga sequía; pues, según la superstición de aquellos moradores, esos cantos debían respetar y obedecer, por lo que la resolución se adoptó con el traslado de parte de la población hacia el lugar de Quito de hoy. Esta ingenua tradición es semejante a la que conservaron los quichuas con respecto al origen del imperio incaico y a las captadas por el señor Luciano Andrade Marín de boca de un nativo de Zámbiza, y de la de Sixto Saavedra, de Machachi; sólo que la de Dolores Guaras se relaciona también con el nombre Quito dado por los nativos del cerro en el cual, mas tarde construyeron su fortaleza. EVIDENCIAS CERÁMICAS. La cerámica de la región ha sido estudiada y catalogada por varios investigadores: Bray (2003) Meyers (1981, 1998), Cordero (1998), Ontaneda (2002), Oberem (1981), Villalba (1996), Buys (1991, 1994), Chacón y Mejía (2006), Fresco (1984, 1991), entre otros, llegándose a conocer detalladamente la diferenciación entre la cerámica local con sus variaciones, por ejemplo la cerámica llamada Caranqui, la Panzaleo por Jijón y Caamaño (1914, 1951); y la diferencia con la cerámica Inca. No es necesario entrar en detalles, debido a la discusión a nivel regional de los diferentes Pucaráes, pero sí es necesario afirmar que absolutamente todos los proyectos de investigación han encontrado los diferentes vestigios cerámicos en todos los Pucaráes de la región que están siendo analizados en este estudio. Lo interesante es procurar resolver la incertidumbre sobre la presencia de estas evidencias cerámicas en los diferentes sitios con el objetivo de conocer el origen y correspondencia cultural de los mismos. La presencia de cerámica preinca en los Pucaráes, nos lleva a cuestionarnos sobre la afirmación de insistir en el adjudicar su construcción a los Incas, por parte de varios investigadores y así encontramos diferentes interpretaciones que nos motivan nuevos interrogantes. A pesar de que hasta ahora, no existen comprobaciones puntuales y concretas de interpretar a estos sitios, de origen Inca y de funcionalidad militar, se insiste en afirmar categóricamente, como lo escribe Antonio Fresco, que, aparte de un pequeño número de fortalezas caranquis (de las cuales existen referencias históricas imprecisas en cronistas del siglo XVI, pero que no han podido ser localizadas hasta ahora con seguridad), la inmensa mayoría de las referencias históricas y todos los datos arqueológicos seguros señalan inequívocamente que la gran mayoría los vestigios de los pucaráes reconocibles en la zona corresponden a fortalezas militares construidas y ocupadas por los incas. (Fresco,2011), sin embargo en el mismo documento señala que en los sitios sí se han hallado vestigios aborígenes, contradiciéndose injustificadamente: En los casos en que tenemos información procedente de excavaciones arqueológicas (Rumicucho, Azuajatu, Guayllabamba, El Salitre, Quitoloma), se puede comprobar que las fortalezas presentan

13 un sólo momento de utilización, corto e intenso. Éste se caracteriza por un material cerámico que corresponde a dos tradiciones diferentes: inca y caranqui (Ibdem). El arqueólogo Fresco, nos indica que existió una sola ocupación, pero con dos culturas diferentes, Inca y Caranqui; y que inequivocamente los pucaráes corresponden a fortalezas construidas y ocupadas por los Incas. Este tipo de incongruencias hacen de todos los estudios llevados acabo, se los tome como especulaciones desconcertantes. Esta dicotomía, nos formula un nuevo interrogante: Si estos sitios fueron construidos y ocupados por los Incas, qué hace la cerámica aborigen en estos sitios? La secuencia cronológica demuestra que la sobre posición cultural está implícita en los diferentes sitios, y por eso es evidente que en los Pucaráes, se encuentran fragmentos tanto de filiación aborigen como Inca e inclusive española (Plaza, 1976, 1977), y debido a la corta permanencia Inca en la región y también a la incursión española, es que, en los Pucaráes de la región de Pambamarca, por ejemplo, solo se halla una sola ocupación. Pero las secuencias culturales, mas bien nos sugieren que debería proponerse que, en realidad existieron dos ocupaciones, una aborigen, constructores de los Pucaráes, como posiblemente lo demuestra el fechamiento radiocarbónico del sitio Campana ( ), de Campana Pucará, donde arrojó una fecha datada en d. C., es decir antes de la llegada de los Incas (Connell, 2007). Y la otra, una breve ocupación Inca. El hallazgo de cerámica local en todos estos sitios, ha promovido una especulación frecuentemente mencionada; que al mismo tiempo estimula nuevos interrogantes y dudas. Al cuestionar, la razón por la cual en estos sitios aparece cerámica Preinca, algunos arqueólogos justifican que supuestamente, los Incas usaron la cerámica local en los Pucaráes ( los arqueólogos Manuel Coloma, Conell, S., Gifford, C., Lewis, B.y Me Bar, Y.a, en comunicación personal, para el caso de Pambamarca y Eduardo Almeida Reyes, en comunicación personal, para el caso de Rumicucho.). Pues esta especulación, debería ser demostrada con comprobaciones concretas y científicas, para cada uno de los sitios; porque, también, de la misma manera esta situación podría dar paso a que también, se pueda especular que los aborígenes, quienes fueron doblegados por los Incas, comenzaron a llevar vajilla Inca a los Pucaráes, como lo menciona Oberem (1988), al referirse a los Caranqui, conquistaron y ocuparon estas supuestas fortalezas, luego del retiro de las tropas del Inca Tupac Ypanqui o de las edificaciones que ellos hicieron según el modelo incáico (Oberem, 1988: 111, 112), propuesta que también debería ser demostrada. Hasta el momento estas creencias han sido tomadas por varios investigadores como un patrón que supuestamente aconteció en estos sitios, sin embargo hasta ahora, ninguno ha demostrado que efectivamente así ocurrió. Por lo tanto, dentro de las interpretaciones de los sitios arqueológicos con relación a la cerámica encontrada, debería tomarse con mucha discreción al afirmarse tal conjetura. Es un justificativo, que, sin el debido argumento, se quiere imponer, con el fin de insistir a como de lugar que estos sitios son de construcción Inca, descartando la posibilidad de que su origen, selección y construcción correspondan a las culturas locales. La última palabra la tienen las evidencias, y son estas las que rompen los esquemas inicialmente impuestos por la mayoría de investigadores, reconociendo que en efecto algunos investigadores que reconocen que los Pucaráes son componentes multiculturales como Echeverría (2004) o Tamara Bray (2003), en sus investigaciones en Guayllabamba y el Quinche, quien manifiesta que En el

14 área del proyecto se identificaron seis pucarás y cuatro sitios con tolas. Ambos tipos de sitios están asociados con el período prehispánico tardío en la sierra norte (Bray, 2003: 185), lastimosamente también cae en la contradicción al afirmar que la arquitectura presente en alguno de estos Pucaráes son de construcción Inca, sin demostrarlo; al mismo tiempo, les otorga una función netamente militar para el control del valle, sin proponer otras posibles funcionalidades de estos sitios. Muchos autores caen en esta debilidad interpretativa, con respecto a los sitios del Valle de San Antonio, al occidente de la región, tenemos los sitios de La Marca, por Plaza (1977), Fresco (1985, : 4) y Almeida (1999:137). el sitio de Rumicucho por Almeida y Jara (1984, 1999), Chacón y Mejía (2006)y para el sitio de Catequilla, Fresco (1985, 2010). En este último, es en el sitio donde el autor se ha encontrado con las evidencias que rompen sus esquemas, y lo veremos a continuación. En 1985, dicho investigador al realizar una prospección para su propuesta El Quito de Los Incas, (Fresco, 1985), interpretó al sitio como una fortaleza más de la región (Ibdem, 1985: 4). Sin embargo en 2009 (Fresco,2010), encontró evidencias preincas, relacionadas con la estratigrafía volcánica datada para períodos más antiguos, lo que significaba que su correspondencia cultural era ineludiblemente, preinca, en cuanto a su origen. Este caso debería ser analizado por el resto de investigadores, para procurar no recurrir en estos errores interpretativos. En relación al proyecto PAP, se menciona que los sondeos de excavación ha documentado inicialmente la presencia de cerámica de estilo inka (Connell, Gifford y Gnzález, 2007),, sin embargo no se presentan los debidos argumentos técnicos para sostener tal afirmación. Las comprobaciones deberían estar acompañadas de exámenes de laboratorio que verifiquen plenamente que la cerámica es Inca, y de la misma manera, comprobar que no es de pertenencia aborigen. En relación a las dataciones logradas por este equipo en Quitoloma y Campana Pucara se han obtenido una datación radiocarbónica del periodo Inka, argumentan, con la sola excepción de una muestra importante ibdem. Sin embargo, la datación adjudicada para el período Inca, es prácticamente la misma para el período de integración, por lo tanto, posiblemente su correspondencia puede ser aborigen. Desde el comienzo mismo de esta investigación, uno de los objetivos primarios ha sido el de contribuir con más información a los estudios cerámicos llevados a cabo por Oberem (1981), Bray (1990), Myers (1998), Cordero (1998), Moreira (2004) y otros. La idea es de formular una detallada tipología cerámica basada en el sistema de tipo variedad modo usado ampliamente en el mundo (Bray 1990, Gifford 1976, Meyers 1981; ver Sinopoli 1980). La seriación del conjunto cerámico de la Sierra Norte se ha tornado muy difícil por su increíble uniformidad y estandarización a través del tiempo. Aunque aún no se ha llevado a cabo un análisis tipológico sistemático sobre un conjunto recolectado bajo condiciones estrictamente controladas, sabemos en perspectiva arqueológica, esta es un área de grande interés, no solo para comprender y explicar las razones del éxito de los cayambes contra los incas, pero también nos ayuda a comprender la importancia de las fortalezas en la dinámica socio política pre incaica. os ya que los horizontes cerámicos han sido relacionados, si bien vagamente, con elementos arquitectónicos, lo que vale bien que sea examinado a mayor profundidad. (ibdem) El proyecto PAP, reconoce que la seriación del conjunto cerámico de la Sierra Norte, es muy compleja y difícil, pero, sin embargo, los horizontes cerámicos han sido relacionados vagamente con elementos arquitectónicos, aceptando que debe ser examinado a mayor profundidad. En esta mención se reitera con la adjudicación de la arquitectura presente en estos sitio a los Incas, por lo tanto volvemos a las mismas interrogantes iniciales.

15 En definitiva, hasta el momento no existen argumentos científicos y técnicos que comprueben puntual, concreta y definitivamente la correspondencia cultural de estos sitios, sin embargo varios investigadores insisten en adjudicar la construcción de estos sitio a los Incas. Conclusiones Las investigaciones temáticas relacionadas con guerra, actualmente, resultan ser un tema anacrónico, que no aporta con nada o casi nada al estudio de la historia regional. No tiene un enfoque culturalmente constructivo o pragmático. La epopeya de la guerra Inca tuvo su momento y es hora de evolucionar científicamente y demandar más objetividad científica incluyendo nuevos enfoques interpretativos a los contextos arqueológicos, los mismos que podrían arrojar evidencias e información de la administración inteligente de los recursos naturales, por parte de los antiguos habitantes de la región en mención. Información que podría aportar significativamente a las comunidades aledañas a estos sitios, como por ejemplo el cuidado, preservación, mantenimiento de acuíferos, aprovechamiento de pendientes, canalización y almacenamiento del líquido vital. Esta es la lectura de la historia que ahora nos compete y que, ineludiblemente y emergente la necesitamos. Por lo que hasta ahora hemos podido observar, es que, se debe comenzar de nuevo, con un enfoque no comprometido con las lecturas pasadas parcializadas a lo Incáico y donde la rigurosidad y objetividad científica, demande de pruebas puntuales, con el objetivo de llegar algún día a realizar algún tipo de afirmación, en relación de la historia de la región. Mientras tanto la misma rigurosidad y objetividad científica, nos demanda, el ajustarnos a los axiomas existentes, de los cuales podemos considerar dos: 1. Es evidente que en la región existió una cultura aborigen, preinca. 2. Que estas sociedades, sí estaban en competencia para construir con piedra y que también fabricaron cerámica polícroma, la cual ha sido encontrada en diferentes sitios arqueológicos de la región. Estos simples axiomas nos pueden ayudar a sostener que todos los sitios arqueológicos de la región de los Andes Ecuatoriales sean considerados preincas, mientras o hasta que las pruebas científicas, puntuales y concretas, respaldadas por análisis de laboratorio y estadística, nos indiquen plenamente que puedan ser Incas. Para terminar, dejamos un extracto de un texto de Aquiles Pérez: La testificación del cura beneficiado de Cayambe en el sentido de que las fortalezas son producto incaico también carece de fundamento; porque desde la invación extranjera india, hasta nuestros días y por ese complejo de inferioridad que, como herencia cultural y social nos legaron nuestros antecesores, es común escuchar de boca de casi todos los ecuatorianos que es de procedencia incaica todo hallazgo o ruina arqueológica; y los extranjeros inclinaron su criterio, como pueblo conquistador, todas las alabanzas al invasor incaico;... (Pérez, 1980: 45)

16 Sobre las funcionalidades de los Pucaráes. Otras hipótesis. Lastimosamente los autores que más han estudiado estos complejos arqueológicos, casi no mencionan otras posibles funcionalidades que podían darse en estos sitios, y las cuales, también deberían ser consideradas para poder lograr un análisis íntegro de los sitios y ser lo más rigurosos desde la objetividad científica. El tema astronómico es casi descartado, ni siquiera se lo menciona, apenas Luciano Andrade Marín (1952), afirma que estos sitios fueron observatorios de las culturas aborígenes, sin presentar un estudio para ello, sin embargo realiza una interesante mención sobre el paisaje geográfico y la relación de los Pucaráes con otros sitios de la región y posibles alineamientos astronómicos:...la latitud del Pucará de Moyabamba1, correspondería con notable aproximación a la del ángulo máximo que forma el movimiento aparente del Sol entre equinoccio y solsticio para un observador situado en Quito o en el trayecto de una línea que uniese a Quito con el Pucará de Moyabamba, tendría necesariamente que ver salir al Sol en el solsticio de verano del Hemisferio Norte, (del 21 a 24 de Junio) justamente por detrás del Pucará de Moyabamba, sitio que, con un anteojo es en efecto visible desde el propio Observatorio Astronómico de Quito, en el perfil de la Cordillera Oriental, entre el Pambamarca y el Puntas. (Andrade, 1952). Antes de tener acceso al documento de Andrade Marín, en el año 2000, realizé un análisis arqueoastronómico de estos sitios y llegué casi, a la misma conclusión, sin embargo mi exploración fue realizada con Sistemas de Posicionamiento Global GPS, y Sistemas de Información Geográfica, lo que me facilitó el trabajo, a otra escala espacio temporal. Esto me permitió obtener otras conclusiones en relación a la propuesta dentro del estudio de la astronomía cultural para los sitios arqueológicos en el presente análisis. Para el presente documento apenas abordaremos cuatro de estos casos, dos pertenecientes a la cordillera Oriental y dos de la Occidental, ya que son parte de un estudio más profundo de la macro región, estudio que se encuentra en proceso. Sin embargo las propuestas que presentaremos a continuación, pueden ayudar a promover una nueva discusión sobre la correspondencia cultural de los Pucaráes y sus posibles funcionalidades. Primeramente debemos considerar que estos sitios se encuentran en promontorios muy pronunciados a lo largo y ancho de los Andes Ecuatoriales, los mismos que son un referente fijo para observación tanto geográfica como astronómica, ya que las dos cadenas montañosas de los Andes Ecuatoriales, que se encuentran alineadas Sur Norte, permiten delimitar el horizonte oriental, por donde aparecen los cuerpos celestes, y el horizonte occidental donde se ocultan los mismos, permitiendo a cualquier observador, obtener puntos fijos en el horizonte, puntos concretos, necesarios para la medición temporal y espacial, para la construcción de una consciencia astronómica. (Cobo, 2004) Caso Pambamarca En el siglo XVIII, este sitio fue escogido por las Misiones Académicas Francesas para las mediciones geodésicas de un meridiano del cuadrante terrestre (Lafuente y Mazuecos, 1992), y el 1 Moyabamba(Quito Loma, Pi 001; Plaza, 1977)

17 punto más importante para sus mediciones, fue justamente el sitio de Pambamarca (Pi 0014, Plaza, 1977), donde realizaron la medición de la línea base para las demás triangulaciones a lo largo del callejón andino. Menciono esta experiencia ya que esto nos demuestra que el sitio, tiene una gran cobertura visual del paisaje, lo que nos sugiere que, para las culturas prehispánicas, estas condiciones visuales, no podían pasar desapercibidas, y posiblemente estas circunstancias motivaron la consideración de estos sitios como hitos importantes dentro de su dominio paisajístico y posiblemente astronómico. Si nos ubicamos en este sitio observaremos que el ocaso solar del solsticio de diciembre acontece hacia la centro colonial de la ciudad de Quito, donde el Sol se acuesta hacia el monte Ungüí, y en el lado Sur Oeste de este monte, en el mismo alineamiento se encuentra Lloa, un sitio con claras evidencias arqueológicas (Código Fonsal, 2010: Z3A4 72). Existe un vínculo geográfico astronómico evidente, el vínculo astronómico cultural, es justamente el que debe estar sujeto a comprobaciones en el futuro. A su vez, desde Pambamarca se puede observar el ocaso solar del solsticio de junio en dirección a los montes la Marca (Cosaminga y Sincholahua), en el valle de San Antonio. En medio de este alineamiento con su respectiva relación geográfica astronómica, se encuentra el sitio arqueológico de Rumicucho, el cual presenta una relación astronómica evidente, como ya lo veremos más adelante. Se puede apreciar la ciudad de Quito y el monte Ungüí, dirección de la puesta del Sol, solsticio de Diciembre. Toma desde Pambamarca. Se puede apreciar los Montes de La Marca, dirección de la puesta del sol en el Solsticio de Junio. Toma desde Pambamarca. Lógicamente si nos ubicamos en el Centro Colonial de Quito, observaremos muy claramente que el Sol aparecerá en el orto solar del solsticio de junio entre los sitios de Pambamarca y Jambimachi, en dirección al Sur del nevado Cayambe, a este sitio del nevado se lo llama Diablopungo, posiblemente es el origen de un sincretismo, ya que evidentemente, es el sitio de entrada del Sol para el valle de Quito, en el Solsticio, y para el valle de San Antonio de Pichincha para el equinoccio. Lo interesante de este alineamiento es que en medio del nevado Cayambe y Pambamarca, se encuentra el poblado de Cangahua y hacia el Sur Oeste el sitio arqueológico de Monteserrín, sobre el Quinche.

18 Desde los altos del Centro histórico de Quito, se puede observar la salidad del Sol, hacia el Sur del nevado Cayambe y entre los promontorios de Pambamarca, (Pambamarca y Jambimachi). Solsticio de Junio Imagen de Google Earth. Alineamientos desde Pambamarca. Y si nos ubicamos en los montes de la Marca donde existen sitios arqueológicos registrados (Plaza, 1977; Almeida, 1998), observaremos el orto solar del solsticio de diciembre entre los sitios de Jambimachi y Pambamarca, completando así los alineamientos solsticiales para Pambamarca.

19 En esta foto, se puede apreciar tanto al sitio arqueoĺógico de Rumicucho en primer plano y al Monte alargado de la providencia en la parte de atrás, y a la izquierda de la foto, parte del monte Catequilla. En el Fondo se encuentra el macizo de Pambamarca, que es justamente el sitio de la salida del Sol en el solsticio de diciembre. Observar la similitud entre Rumicucho y la Providencia.

20 Caso Pucará Pi 0015 El siguientes caso, es muy importante debido a la precisión en el que se encuentra un alineamiento indiscutible, con referencia al orto solar del solsticio de junio, exactamente en la cima del nevado Cayambe, observación que solo puede ser realizada en el Pucará Pi 0015, y que a su vez, dicho alineamiento se extiende hacia el Quinche, hacia Quito, pero lo más interesante es que llega hasta un montículo en una de las cuchillas montañosas al Oeste del valle de Lloa, este sitio es conocido como San José de Quijos (Código FONSAL 2010: Z3A4 84), y desde donde, lógicamente se puede observar al Cayambe con el orto solar del solsticio. A su vez desde esta pirámide o tola, se puede observar, el orto solar del Solsticio de diciembre sobre el Antisana, convirtiéndose en un vértice excepcional de observación con los dos solsticios, del sur y del norte, en los dos únicos nevados del Oriente del valle de Quito. En este caso el vínculo astronómico cultural es indiscutible y debería ser discutido en el análisis de los Pucaráes y sus interpretaciones. Orto Solar, solsticio de diciembre, nevado Cayambe. Foto tomada desde el sitio arqueológico Pucará Pi 0015 (Plaza, 1977). Pucará Pi 0015 (Plaza, 1977) Sombra del nevado Cayambe, proyectada en la bruma, la misma que se encuentra sobre la ciudad de Quito.